AARON

Concordancia

Hermano de Moisés (Exo 4:14; Exo 7:1)
Elegido por su elocuencia (Exo 4:14)
Ayudante de Moisés (Exo 4:14-16, 27)


Su nombre

Aarón (heb. ‘Aharón, “maestro”, “ilustre [ilustrado]” o “iluminado”. Tal vez una transliteración heb. del egip. arn, “grande es el nombre” o “de nombre grande”, gr. Aarón). Algunos estudiosos piensan que su significado es incierto.

Su oficio

Fundador del sacerdocio israelita y su primer sumo sacerdote.

Su familia

Fue hijo de Amram y Jocabed, nacido en Egipto y descendiente de Leví­ (Exo 6:20; 1Ch 6:1-3). Tuvo una hermana mayor, Marí­a (Exo 7:7; cf 2:4), y un hermano tres años menor, Moisés (7:7). Se casó con Elisabet, de la tribu de Judá, quien le dio cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e ltamar (6:23). Al nacer tres años antes que Moisés se libró del edicto del faraón en el que mandó destruir a todos los varones recién nacidos (Exo 7:7).

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Su misión

Aarón aparece en la narración bí­blica cuando el Señor lo comisiona para salir de Egipto y encontrarse con Moisés en el monte Horeb (Exo 4:27; cf 3: 1). Aquí­ conversaron sobre la estrategia divina para liberar a los israelitas de la esclavitud (4:28), pues el Señor se habí­a manifestado a Moisés y le habí­a indicado que Aarón serí­a su vocero (vs 14-16; por 16:9,10 vemos que aun después de la salida de Egipto, Aarón siguió siendo, algunas veces, el portavoz de Moisés ante los hijos de Israel).

Dios designa a Moisés guí­a de Israel para sacarlo de Egipto y conducirlo por el desierto, y éste, “torpe de lengua”, le pide un portavoz y profeta para que les comunique a los ancianos de Israel lo que Dios le dice, y también para que hable con el faraón, y Dios le elije a Aarón como su “boca”.

A partir de ese diálogo, los dos hermanos trabajaron codo a codo para obtener la liberación del pueblo oprimido (4:29, 30; etc.).

Así­ es que Aarón se encontró con Moisés en el monte de Dios (Exo 4:27) después de haber estado separados por cuarenta años, lo llevó de nuevo al hogar de la familia en Gosén, lo introdujo a los ancianos del pueblo y los persuadió de que lo aceptasen como su lí­der. Juntos Moisés y Aarón fueron al palacio del faraón donde se realizaron las negociaciones que finalmente dieron fin a la opresión de los israelitas y precipitaron el éxodo.

De ochenta y tres años Aarón, acude con Moisés donde el faraón para pedirle que deje salir a los israelitas de Egipto, pero el monarca se niega Ex 5, 1 ss. Aarón hace prodigios en la corte egipcia, su bastón se convierte en serpiente que devora los bastones, hechos serpientes, de los encantadores del faraón. Con su bastón desató las tres primeras plagas: la del agua convertida en sangre, la de las ranas y la de los mosquitos Exo 7, 14 y 8, 12.

En Refidim, Aarón y Hur sostuvieron en alto los brazos de Moisés en la batalla de Josué contra una banda de amalecitas (Exo 17:8-13). Israel consecuentemente ganó la batalla.

Al pie del monte Sinaí­, Aarón, Nadab y Abiú y setenta de los ancianos de Israel tuvieron el privilegio de acompañar a Moisés más allá de los linderos establecidos, lí­mites que el resto del pueblo no debí­a pasar (24:1-11). En efecto, subió al Sinaí­ con Moisés, en donde se le permitió “ver a Dios”, cuando aquél recibe las tablas de la ley (Exo 19, 24). Con Nadab y Abihú, sus hijos, y los ancianos de Israel fue con Moisés al Sinaí­ para ratificar la alianza con Yahvéh Exo 24.

Pero Aarón fue débil cuando, durante otra prolongada ausencia de Moisés (vs 12-15), accedió a las demandas del pueblo de “dioses” visibles y les hizo un becerro de oro y dirigió su adoración (cf. 32). Se quedó en el campamento israelita como representante de Moisés, quien sube al monte, y por la tardanza de éste, presionado por el pueblo, hizo un becerro de oro y levantó un altar Exo 32, 1-6.

Cuando Moisés regresó del monte y reprendió a Aarón por haber ayudado en este abuso, Aarón ingenuamente respondió: Ellos me lo dieron (el oro), y lo arrojé al fuego, y salió este becerro (Exo 32:24). Quizás Aarón intentó frenar al pueblo llegando a un acuerdo con ellos, pero sin éxito.

Dos meses después, cuando se reveló el método de adoración, Aarón y sus hijos fueron consagrados al sacerdocio (Leví­tico 8—9).

Inicio del sacerdocio

Con el establecimiento del tabernáculo, Aarón llegó a ser el sumo sacerdote a cargo de la adoración nacional y el jefe del sacerdocio hereditario.

Aarón fue el primer sumo sacerdote por disposición de Dios, dio el nombre a los aaronitas y fue padre del linaje sacerdotal Exo 28:1; Lev 8:10; sacerdocio confirmado por Dios contra Coré, Datán y Abiram con un juicio y el milagro de la vara florecida Nm 16,17.

Así, la autoridad de Aarón fue desafiada. Llega a estar claro que cuando Coré y su congregación (Números 16) cuestionaron el liderazgo de Moisés, el sacerdocio de Aarón también fue puesto en tela de juicio. Por la señal milagrosa de la vara floreciente y que daba fruto, el Señor identificó a Aarón como su sacerdote escogido (Num 17:1-9) y le asignó un sacerdocio perpetuo al ordenar que su vara fuera depositada en el santuario (Num 17:10).

Mientras los israelitas todaví­a permanecí­an junto al Sinaí­, Aarón y sus hijos fueron designados y consagrados para servir como sacerdotes en el santuario (Exo 28:40- 29:37; 40:13-16; Lev_8). Aarón ofició como sumo sacerdote durante 38 años, hasta escasos meses antes de entrar Israel en Canaán (Num 33:38).

A poco de partir desde el Sinaí­, Aarón y Marí­a se opusieron a Moisés como comandante supremo de Israel y pretendieron participar en la administración de la nación. Dios silenció decididamente a quienes se atreví­an a desafiar al dirigente que él habí­a escogido (Num 12:1-15).

Aarón junto con María, se rebeló contra Moisés por la cusita que éste tomó por mujer. Aarón en carácter era débil y en ocasiones celoso. El y Marí­a criticaron a Moisés por haberse casado con una mujer cusita (Num 12:1-2), quizás una referencia intencionalmente insultante de Séfora (Hab 3:7: Cusán ligada a Madián). Detrás de este ligero menosprecio se encuentra una amenaza más seria al puesto de Moisés. Aarón, como sumo sacerdote, era el lí­der religioso supremo de Israel; Marí­a era profetisa (Exo 15:20). El gran debate no tení­a que ver con quién se habí­a casado Moisés, sino si aún se podí­a considerar a Moisés como el único portavoz con autoridad dada por Dios.

Como Aarón y Marí­a dijeron: ¿No ha hablado también por medio de nosotros? (Num 12:2). El reconocimiento de este reto básico al puesto que Dios dio a Moisés explica la respuesta pronta y dramática de Dios (Num 12:4 ss.).

Un poco más tarde, un grupo de levitas descontentos unió fuerzas con ciertos de hombres de la tribu de Rubén y otros en rebeldí­a contra el liderazgo de Moisés y de Aarón, y una vez más Dios respaldó a sus escogidos (cp 16). Para que no quedaran dudas de si el Señor habí­a designado a Aarón para dirigir la vida religiosa de la nación, Dios realizó un milagro: hizo que la vara de Aarón brotara, floreciera y diera almendras de un dí­a para otro (cp 17).

El fin de su sacerdocio

Aarón y Moisés mueren antes de que entre el pueblo de Israel a la tierra prometida, castigados por la incredulidad de Meribá Nm 20, 1-21.

Hacia el fin de los 40 años de peregrinación, ya casi en las fronteras de Canaán, Aarón se unió a Moisés en una demostración de impaciencia. Allí­, en un momento de ofuscación, Moisés golpeó impetuosamente la roca de la cual debí­a fluir agua para la gente. Como resultado, a los dos hermanos se les impidió entrar en la tierra prometida (20:1-13). No mucho después del incidente en Cades, el pueblo de Israel levantó el campamento y comenzó a viajar alrededor de los lí­mites de Edom, por cuanto éstos no le permitieron seguir la ruta más directa que pasaba por su paí­s. Por el camino, Dios le dijo a Moisés que Aarón se debí­a preparar para deponer sus deberes y morir (Num 20:22-24). Por orden divina se le desvistió de las ropas sacerdotales y se las colocaron sobre su hijo Eleazar como señal de que sucedí­a a su padre en el sumo sacerdocio (vs 25, 26).

Al final de la peregrinación en el desierto, Aarón fue advertido de su muerte inminente. El y Moisés subieron al monte Hor, donde Aarón fue despojado de sus vestiduras sacerdotales, las cuales fueron pasadas en sucesión a su hijo Eleazar.

Su muerte

Aarón murió de 123 años (33:39) y fue sepultado en el monte Hor, en la frontera con Edom (20:27, 28; 33:37, 38; Deu 32:50); Israel lo lloró durante 30 dí­as (Num 20:29). La discrepancia entre Num 20:25-28, 33:31-38 y Deu 10:6 se puede solucionar considerando que Mosera era el nombre genérico del distrito donde estaba el monte Hor, o que éste era conocido con el nombre de Mosera.

Aarón murió de ciento veintitrés años, en el cuadragésimo año de la salida de Egipto, en Mosera, según Deu 10:6. En el monte Hor, en Edom, según Num 20:22-29; Deu 32:50. Su hijo Eleazar lo sucedió como sumo sacerdote Dt 10:6. El pueblo hizo duelo por él durante 30 dí­as.

Significados y Símbolos

I. Hijos (heb. benê ‘Aharôn, “hijos de Aarón”; también bêth ‘Aharôn, “casa de Aarón”, hâ- ‘aharônî, “los aaronitas [aarónidas]”). Descendientes del sacerdote* Aarón (Lev 1:5; 1Ch 12:27; 27:17; Psa 115:10, 12; 118:3). La misma frase hebrea se usa para Aarón, pero en estos versí­culos tiene un sentido colectivo: los aarónidas, el clan de sacerdotes y sumo sacerdotes israelitas.

II. Vara (heb. mattêh-‘Aharôn). Cayado usado por Aarón. Probablemente era similar a la vara de pastor -utilizada tanto para ahuyentar a las fieras como para dirigir y controlar al rebaño-, un reconocido sí­mbolo de autoridad. Esta vara pasó a simbolizar la voluntad y autoridad de Dios en conflicto con la voluntad y autoridad de Faraón (Exo 7:10, 12, 19, 20; 20; 8:5, 16). Pero el milagro de florecimiento de la vara de Aarón (Num 16 y 17), además de confirmar a sus lí­deres en un momento de crisis, le otorga una significación mayor: la voluntad de Dios está por encima de cualquier otra voluntad. Después se indicó a Moisés que pusiera la vara “delante del testimonio”, donde se la debí­a guardar como una “señal a los hijos rebeldes” (17:10) y como testimonio a las futuras generaciones de israelitas. La única mención en el NT (Heb 9:4) sirve para señalar que fue uno de los elementos conservados en el arca del tabernáculo antiguo.

III. En los Salmos se habla de la descendencia sacerdotal como la casa de Aarón (Psa 115:10, Psa 115:12; Psa 118:3; Psa 135:19), y Hebreos dice que Aarón fue llamado por Dios (Heb 5:4), aunque el sacerdocio eterno de Cristo es descrito explí­citamente como derivado de Melquisedec, no de Aarón (Heb 7:11).

Véase: Sumo Sacerdote de Israel: Requisitos y Vestiduras

Bosquejo bíblico acerca de Aarón

Fue hermano de Moisés, tres años mayor que él. Fue su mano derecha de Moisés en todas las conversaciones y negociaciones con el Faraón, y posteriormente colaboró con él durante los cuarenta años en el desierto (Exo 6:20, Exo 7:7; Núm 26:59). Fue hijo de Amram y Jocabed, de la tribu de Leví­ (Exo 6:20).

– La primera vez que se habla de él es cuando Dios le dijo a Moisés que Aarón serí­a su vocero (Exo 4:14-16). Así, su nombre aparece por primera vez en la comisión que Dios dio a Moisés. Cuando Moisés protestó que no tení­a la habilidad suficiente para hablar en público como para asumir la misión ante el faraón, Dios declaró que Aarón serí­a el que hablarí­a por su hermano (Exo 4:10-16).

– Matrimonio e hijos, Exo 6:23. Aarón se casó con Elisabet, hija de Aminadab y hermana de Najsón, jefe de la tribu de Judá (Exo 6:23; 1Ch 2:10). Tuvieron cuatro hijos: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar (Exo 6:23).

– Sostuvo las manos de Moisés en la batalla contra los amalecitas, Ex. 17. Después de que Israel salió de Egipto, Aarón ayudó a Moisés durante su peregrinaje en el desierto. En camino a Sinaí­, en la batalla con Amalec, Aarón y Hur sostuvieron en alto las manos de Moisés (Exo 17:9-13), en las que tení­a el cayado de Dios.

– En el Sinaí­ fue nombrado Sumo Sacerdote: (Ex. 28), y sus hijos fueron consagrados para el sacerdocio: (Lev 8:9). Un sacerdocio hereditario.

– Su pecado al hacer el Becerro de Oro, Ex. 22. Cuando Moisés subió al monte Sinaí­ para recibir de Dios las tablas de la ley, Aarón accedió a las demandas del pueblo para que les proveyera un dios visible al cual pudieran adorar. Fundió en un horno las joyas del pueblo y construyó un becerro de oro similar al conocido dios toro de Egipto. El pueblo alabó esta imagen como el dios quien los habí­a sacado de Egipto. Aarón no los amonestó, sino que construyó un altar y proclamó el dí­a siguiente una fiesta al Señor, que el pueblo celebró con juerga y perversión (Exo 32:1-6).

– Perdonado por la súplica de Moisés, Deu 9:20.

– Sedición contra Moisés, junto con su hermana Marí­a, por haberse casado Moisés con una cusita, Num 12.

– Su autoridad, reivindicada por el milagro de la vara, Num. 17.

– Excluí­do, con Moisés, de entrar en la Tierra de Promisión, Num 20:1 : – Murió con Moisés a su lado, y el Sumo Sacerdocio pasó a su hijo Eleazar, Num 20:22, Num 20:33-38, Deu 10:6, Deu 32:50.

– En Heb 5:4 se presenta a Aarón como tipo de Cristo. pero el sacerdocio de Cristo es mejor.

Fuente: Biblia.Work

Hermano mayor de †¢Moisés. Era hijo de Amram y Jocabed (Num 26:59). Cuando Moisés recibió el encargo de Dios de ir a liberar al pueblo de Israel, puso a Dios una excusa, diciendo: †œHe aquí­, yo soy torpe de labios; ¿cómo, pues, me ha de oí­r Faraón?† (Exo 6:30), por lo cual Dios le contestó: †œ… tu hermano A. será tu profeta … A. tu hermano hablará a Faraón….† (Exo 7:1-2). Así­, A. sirvió de vocero a Moisés. Una señal de que estos hermanos vení­an con autoridad de Dios serí­a que A. echarí­a †œsu vara delante de Faraón y de sus siervos†, y ésta se tornarí­a en una culebra que devorarí­a las que traerí­an los magos egipcios (Exo 7:9-12). La misma vara de A. fue usada, siguiendo instrucciones divinas, para otros prodigios, como la plaga de convertir agua en sangre (Exo 7:20), la de las ranas (Exo 8:5-6) y la de los piojos (Exo 8:16-17).

Al producirse un ataque de los amalecitas contra Israel, †œMoisés, A. y Hur subieron a la cumbre del collado† para orar. A. y Hur sostuvieron las manos de Moisés, que se cansaban, mientras duró la batalla, que resultó así­ victoriosa para los israelitas (Exo 17:8-13). Otra experiencia gloriosa para A. fue cuando con sus hijos †œ †¢Nadab y †¢Abiú y setenta de los ancianos de Israel† acompañó a Moisés subiendo al Monte Sinaí­, donde †œvieron al Dios de Israel…. y vieron a Dios, y comieron y bebieron† (Exo 24:9-11). Al seguir Moisés su ascenso a la cima de la montaña, A. y Hur quedaron al frente del pueblo (Exo 24:14).

Moisés recibí­a las leyes, que incluí­an privilegios especiales para A. y sus hijos (Exo 28:1), †œviendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron a A.† y le pidieron que les hiciera †œdioses que vayan delante de nosotros†. A. cayó en el pecado de complacerles formando con el oro que le trajeron †œun becerro de fundición. Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto†. Hizo, además, un altar. El pueblo se sentó †œa comer y a beber, y se levantó a regocijarse†. Dios le dijo a Moisés lo que estaba pasando. éste descendió, y al ver lo que pasaba, rompió las tablas de la ley que traí­a, quemó el becerro, lo molió, esparció el polvo sobre las aguas y las dio a beber al pueblo. Cuando Moisés le pidió cuentas a A. sobre sus hechos, éste no pudo contestar satisfactoriamente y alegó que el pueblo †œes inclinado al mal† y que le pidieron que hiciera el becerro, que el pueblo le trajo oro †œy lo eché en el fuego, y salió este becerro†. El resultado fue que †œJehová hirió al pueblo, porque habí­an hecho el becerro que formó A.† (Exo 32:1-35). †œContra A. también se enojó Jehová en gran manera para destruirlo†, pero Moisés intercedió por él (Deu 9:20).

pesar de eso, después de construido el †¢tabernáculo A. fue hecho sumo sacerdote, siendo ungido junto con sus hijos Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar (Lev 8:1-13; Num 3:1-3). En los inicios de su ministerio sacerdotal, los primeros dos de éstos, pusieron en sus incensarios un †œfuego extraño, que él [Jehová] nunca les mandó†, por lo cual †œsalió fuego de delante de Jehová y los quemó†. A. tomó la tragedia con resignación, y Dios le confirmó en el cargo sacerdotal (Lev 10:1-7). Como inmediatamente Dios le dijo a A. que los sacerdotes no debí­an ingerir bebidas embriagantes antes de ministrar (Lev 10:8-11), muchos infieren que es posible que Nadab y Abiú cometieran su falta bajo el influjo de éstas.

ás tarde A. se unió a su hermana Marí­a en criticar el liderazgo de Moisés, pero la verdadera causa fue que †œél habí­a tomado mujer cusita†, es decir, africana (Num 12:1-2). Marí­a fue herida con lepra, pero A. pidió perdón por ambos (Num 12:11-12). Más tarde le tocarí­a a A. ver cómo su liderazgo y el de Moisés era cuestionado por la rebelión de †¢Datán y †¢Abiram Este incidente es conocido también como †œla contradicción de †¢Cor醝, porque éste fue uno de los levitas que participó, aparentemente porque pretendí­a también ejercer el sacerdocio. Moisés les propuso que ofrecieran incienso †œdelante de Jehovᆝ, haciendo A. lo mismo. Al hacerlo †œla gloria de Jehová apareció a toda la congregación† y Datán y Abiram murieron tragados por la tierra. †œTambién salió fuego de delante de Jehová, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecí­an el incienso† (Num 16:1-35; Sal 106:16-18). El exterminio habrí­a sido mayor si no hubiera sido porque A. intercedió †œe hizo expiación por el pueblo, y se puso entre los muertos y los vivos; y cesó la mortandad† (Num 16:46-48). Como la discusión habí­a sido alrededor del asunto del liderazgo, Dios señaló de nuevo a A. con un milagro, haciendo florecer su vara en comparación con la de los demás lí­deres de Israel (Num 17:1-12). Habí­a sido decisión divina que ni Moisés ni A. entrarí­an a la Tierra Prometida †œ… por cuanto no creí­steis en mí­, para santificarme delante de los hijos de Israel† (Num 20:7-12). Dios ordenó a Moisés que subiera al monte Hor, donde se harí­a la transferencia del sumo sacerdocio de A. a su hijo Eleazar. Eso se hizo †œa la vista de todo el pueblo† A. murió allí­ (Num 20:25-29). Esteban lo cita en su defensa ante el concilio (Hch 7:40) y en la epí­stola a los Hebreos su ministerio sacerdotal es contrastado con el del Señor Jesús (Heb 4:14; Heb 7:11).

†œLos hijos de A.† ejercieron el sacerdocio entre los hijos de Israel por muchas generaciones, hasta la destrucción del †¢templo de Jerusalén en el año 587 a.C. (2Re 25:8-9). Al retorno del exilio, †¢Esdras, que era descendiente de A. a través de Eleazar (Esd 7:1-5), reorganizó el culto con ellos. Después de la conquista por los griegos y los romanos se realizaron diversos cambios en el ejercicio del sumo sacerdocio que no respetaban las instrucciones de la ley, pero los israelitas siempre tildaban, con razón, de ilegí­timos esos esfuerzos.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

Ver EXODO, SUMO SACERDOTE = “maestro” o “excelso”. Hermano mayor de Moisés, primer sumo sacerdote de la antigua ley y figura de primera importancia en los acontecimientos del Exodo. Era hijo de Amram y Jocabed del linaje leví­tico de Coat (Ex. 6:20). Nació en Egipto tres años antes que su hermano (Ex. 7:7). Tomó por esposa a Elisabet, con la que tuvo cuatro hijos: Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar (Ex. 6:23). Asociado por Dios a Moisés como intérprete o portavoz de éste a causa de su elocuencia (Ex. 4:13-16), desempeñó esta misión tanto ante el pueblo (Ex. 4:27-31) como en presencia de Faraón (Ex. 5:1-5), haciendo, con su hermano, un oficio análogo al de profeta (Ex. 7:1-2). Bajo su dirección ejecutó prodigios superiores a los magos egipcios (Ex. 7:8-12). Intervino en la producción de las plagas con que Dios quebrantó la resistencia de Faraón para que dejara libre a su pueblo, lo cual hizo exclamar a los sabios egipcios: “El dedo de Dios está aquí­” (Ex. 7:1-2). Acompañó a Moisés, aunque no se le menciona expresamente más que en sus misiones ante el soberano (Ex. 8:21; 9:27; 10:3, 8, 16; 11:10; 12:1; Sal. 77:20). Un mes después de la salida de Egipto, en el desierto de Sin, hubo de escuchar, junto con su hermano, las murmuraciones del pueblo, al que apaciguaron con la promesa del maná y de las codornices, viendo Aarón reforzada su autoridad, mientras hablaba a la turba, con la aparición de la gloria de Jehová en forma de nube (Ex. 16:1-10). Por orden de Moisés conservó una urna llena del maná, que colocó juntamente con las tablas de la Ley en el arca (Ex. 16:33-34). Defensor de su hermano también con la oración, nos lo encontramos sosteniendo los brazos de Moisés en alto hasta la puesta del sol, durante la batalla librada por Josué contra los amalecitas en Refidim (Ex. 17:8-13). En el banquete que el suegro de Moisés, Jetro, ofrece a los ancianos para estrechar los lazos familiares con Israel aparece también Aarón (Ex. 18:1-12). Tuvo el raro privilegio de subir con Moisés al monte Sinaí­, acompañado de sus hijos Nadab y Abiú y de los setenta ancianos de Israel, y de ver a Dios sin perder la vida, recibiendo el encargo, juntamente con Hur, de resolver las dificultades que se pudiesen presentar durante la ausencia del dirigente de Israel, que habí­a de prolongarse durante cuarenta dí­as y cuarenta noches (Ex. 24:9-18). Aarón cedió ante las presiones del pueblo, temeroso de que Moisés no regresara, e hizo fabricar un becerro de oro que marchase al frente de la caravana. Con la esperanza de disuadirlos, les pidió los pendientes de oro que llevaban en las orejas, pero habiéndose desprendido todos de las joyas, Aarón las hizo fundir, en un simulacro muy semejante a los que habí­an conocido en Egipto, y el pueblo gritaba ante él: “He aquí­ tu Dios que te sacó de Egipto”, mientras, se prepararon los enseres necesarios para un holocausto y sacrificio a la mañana siguiente (Ex. 32:1-6). Los cantos y las danzas fueron interrumpidos por la llegada imprevista de Moisés, que, montando en cólera, redujo el í­dolo a cenizas y las arrojó al agua, que bebieron los culpables. Moisés reprochó la conducta de su hermano Aarón por haber llevado al pueblo a semejante ocasión de pecado, y hubiese perecido él mismo ví­ctima de la venganza de los sacerdotes, que pasaron a cuchillo a unos tres mil hombres, de no haber intervenido el mismo Moisés en su favor. Las palabras que dio como excusa de semejante proceder indican que obró por coacción del pueblo, enceguecido en su rebeldí­a (Ex. 32:17-29). El relato de la promoción de Aarón y de sus hijos al sacerdocio da una idea de la importancia que el culto a Jehová tení­a en la ley de Moisés. Se describen sus vestiduras con todo detalle (Ex. 39:1-31), y el ceremonial de su toma de posesión, que culminó con la bendición de Aarón al pueblo y la manifestación de la gloria de Jehová (Lv. 8-9). Una falta de confianza en la Palabra de Dios en Cades atrajo sobre Aarón y Moisés el castigo de no entrar en la tierra prometida (Nm. 20:1-13). Murió a la edad de 123 años en el monte Hor, y el pueblo le lloró durante treinta dí­as (Nm. 20:22-29; Dt. 10:6; 32:50-51). La casa sacerdotal se designa con el nombre de “Casa de Aarón” (Sal. 115:10-12). Su carácter careció de la firmeza y las dotes de dirigente de su hermano Moisés, habiendo pecado juntamente con el pueblo, aunque supo humillarse y reconocer su falta. Dios usa a quienes, habiendo pecado, se arrepiente y reconocen sus errores. Su vara se guardó en el arca (He. 9:4). Su sacerdocio es una sombra del Sacerdocio de Cristo, que no termina, es eterno y perfecto (He. 5:1-10; 7:11-19). (Véase EXODO, SUMO SACERDOTE.) A pesar de sus flaquezas, fue un tipo de Cristo por haber sido llamado por Dios, y ungido; por haber llevado sobre su pecho los nombres de las doce tribus y por ser el intercesor del pueblo entrando en el santuario con la sangre expiatoria en el dí­a de la expiación (He. 6:20).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Personaje bí­blico de los tiempos del Exodo. Hermano de Moisés y protagonista, como colaborador del gran caudillo elegido por Dios para la liberación de los israelitas de la esclavitud de Egipto y para la formación del pueblo. Fue como la voz de Moisés ante el Faraón y ante los israelitas: el intermediario, el santificador, el sacerdote, el sacrificador.

Es la figura sacerdotal por excelencia en el Antiguo Testamento (Exodo, Números, Leví­tico y Deuteronómico), elegida por el mismo Yaweh como primer Sumo Sacerdote del santuario en el desierto. De ese santuario se heredó el misterio divino y su grandeza sacrificial que acompañaron varios siglos al Pueblo y que luego se depositó en el Templo de Jerusalén.

Su figura se presenta en la Biblia como la raí­z exclusiva de la clase sacerdotal. Se le vio, por lo tanto, como el elegido para el culto de Yaweh (Ex. 39 11-31 y Lev. 8.10). Se recordó siempre la prueba de tal elección: el castigo de Coré, Datán y Abirón, que pretendieron disputarle la elección. El florecimiento de su vara de forma milagrosa fue como sí­mbolo divino de la elección. (Num. 16.17)

Por eso, Aarón, primer Sumo Sacerdote de la Antigua Alianza, se presentó en la tradición cristiana como el “tipo, modelo y emblema de la vocación sacerdotal”, elegido por Dios directamente y fiel a su sacerdocio, a pesar de sus debilidades y merecedor de todas las alabanzas (Sal. 99.6 y Ecclo. 45. 6-22). En la catequesis tradicional se le ha considerado, junto a Melquisedec, como signo de la forma sacerdotal. Aarón reflejó la del Antiguo Testamento (templo, sacrificio, ofrenda, dignidad).; Melquisedech las del “otro sacerdocio”, la del Nuevo Testamento, que culminó en el sacrificio de Cristo en la cruz. (Hebr. 9.4) (Ver Patriarcas 4)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Ver sacerdote, sacrificios, becerro de oro, vestidos. Sacerdote judí­o, de la tribu de Leví­, a quien la tradición bí­blica hará Sumo Sacerdote y organizador del culto del tabernáculo, continuado después en el templo de Jerusalén. Constituye un personaje importante del conjunto legislativo central del Pentateuco, desde su asociación con Moisés (Ex 4,14-31) hasta su muerte sobre el monte Hor (Nm 33,38-39). En su figura, históricamente insegura, pero simbólicamente esencial, resaltan varios rasgos.

(1) Es compañero y hermano de Moisés, más por exigencias de la teologí­a israelita que por fidelidad histórica. Dios dice a Moisés: “Tú le hablarás y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer. Y él hablará por ti al pueblo; él será como tu boca y tú serás como su Dios” (Ex 4,15-16). Moisés representa la Ley originaria y así­ es portador de una palabra que viene directamente de Dios. Aarón, el sacerdote, viene en un segundo momento y depende siempre de su “hermano”: puede hablar y oficiar, pero sólo diciendo aquello que la Ley de Moisés le vaya indicando en cada momento. Moisés ha existido sólo una vez y para siempre. Aarón, en cambio, aparece más como una función que como un personaje concreto, en el principio de la historia; es una estructura sacral que se repite generación tras generación: tiene el sacerdocio sagrado y el poder de enseñar según la Ley de Moisés.

(2) Aarón es un hombre que puede inclinarse a la idolatrí­a. La sacralidad, tomada en sí­ misma, constituye un riesgo, como ha destacado la historia israelita, llena de sacerdotes infieles o inclinados a un tipo de culto religioso que no responde a la identidad del yahvismo. Así­ lo ha desarrollado de forma genial el relato del becerro de oro, que Aarón funde y consagra, en ausencia de Moisés, de manera que los israelitas pudieron decir “Israel, éstos son tus dioses que te han sacado de la tierra de Egipto” (Ex 32,1-6). La historia de Aarón y de sus hijos contiene elementos edificantes, de fidelidad y sacrificio por Yahvé. Pero, en su conjunto, está llena de contrastes e infidelidad, como muestra el ejemplo de los sumos sacerdotes del tiempo de Jesús.

(3) Aarón es el hombre del sistema sacral israelita. Así­ aparece en el “Himno a los padres o antepasados” de Eclo 44-50, donde se venera la memoria de los grandes personajes (Henoc y Noé, Abrahán, Moisés, los jueces…) y de los sacerdotes de Israel: Aarón el fundador (Eclo 45,6-22), Finés el celoso (Eclo 45,23-26) y Simón el Gran liturgo de tiempos del autor del libro (en tomo al 200 a.C.). Aquí­ citamos algunos pasajes sobre Aarón: “Consagró a Aarón, de la tribu de Leví­. Estableció con él un pacto eterno y le dio el sacerdocio del pueblo. Lc hizo feliz con espléndido adorno (eukosmia) y le ciñó de vestidura de gloria. Lc vistió con magnificencia perfecta (synteleian) y le fortaleció con insignias de fuerza: calzón, túnica y manto. Lc rodeó de granadas y de muchas campanillas de oro en torno, para que sonasen caminando y se escuchase su sonido… Lc consagró Moisés y le ungió con aceite santo; se le dio una alianza eterna y a sus descendientes para siempre, para servir a Dios como sacerdote, y bendecir en su nombre al pueblo. Lc escogió entre todos, para presentar los fmtos del Señor, incienso y aroma, en memorial, para expiar por su pueblo” (Eclo 45,6-9.15-17).

(4) Vestiduras sacerdotales. El distintivo principal del sacerdocio son unas vestiduras, llenas de simbolismo cósmico-sacral (cf. Sab 18,24), pensadas para el goce estético, a través de la impresión de las formas y colores. Este es un rasgo que aparece en casi todas las culturas religiosas: en un momento dado, ellas destacan el valor y los adornos de unos vestidos que aparecen como irradiación divina. Estamos ante un Dios de representación, Señor de las formas, fuente y poder de belleza. Más que la persona en sí­ (varón/mujer) importa aquí­ la impresión y gloria de sus vestiduras, los bordados y brillo del manto, las piedras preciosas, la corona… Ataviado para realizar su función, Aarón viene a ser una especie de microcosmos sagrado, expresión viviente del misterio, manifestación de lo divino. Por eso se amontonan, se vinculan y completan-complementan los colores del vestido, la irradiación de las piedras (señal de paraí­so), el pectoral del juicio (Urim y Tumim), el turbante de realeza. Para el autor del Eclesiástico, que es un escriba, la función sacrificial externa (matar animales) resulta secundaria.

(5) Para los cristianos, la historia del sacerdocio de Aarón, vinculado al cidto de Jerusalén, con sus sacrificios de animales y la sacralidad de los jerarcas religiosos, ha cumplido su función y carece de sentido, como ha declarado de forma lapidaria la carta a los Hebreos. El sacerdocio de Aarón ha dejado de ser importante, ya no puede realizar ningún servicio; en su lugar emerge el sacerdocio de Melquisedec*, que se expresa a través de la entrega de la vida al servicio de los demás (cf. Heb 7,11). Para los cristianos, el sacerdocio según ley y jerarquí­a sagrada no tiene ya sentido.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

Aarón nació en Egipto en el año 1597 a. E.C.; sus padres fueron Amram y Jokébed, de la tribu de Leví­, el bisabuelo de Aarón. (Ex 6:13, 16-20.) Tuvo una hermana mayor que él, Mí­riam, y un hermano tres años más joven, Moisés. (Ex 2:1-4; 7:7.) Se casó con Eliseba, hija de Aminadab, con quien tuvo cuatro hijos: Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar. (Ex 6:23.) Murió en 1474 a. E.C. a la edad de ciento veintitrés años. (Nú 33:39.)

Debido a que Moisés no hablaba con afluencia, se mostró reacio a aceptar su comisión, por lo que Jehová designó a Aarón como el vocero de Moisés delante de Faraón, y dijo: †œSé con certeza que él sí­ puede hablar†. Aarón fue al monte Sinaí­ a encontrarse con Moisés, y allí­ se le informó sobre el trascendental alcance del propósito divino con respecto a Israel y Egipto. Después los dos hermanos regresaron a Egipto. (Ex 4:14-16, 27-30.)

Una vez de regreso, Aarón empezó a servirle de †œboca† a Moisés, hablando en su nombre a los ancianos de Israel y ejecutando señales milagrosas como prueba del origen divino de sus mensajes. Llegó el tiempo de comparecer ante la corte de Faraón. A los ochenta y tres años Aarón tuvo que encararse, como vocero de Moisés, a aquel altivo gobernante. Jehová le explicó a Moisés: †œMira, te he hecho Dios para Faraón, y Aarón tu propio hermano llegará a ser tu profeta†. (Ex 7:1, 7.) Fue Aarón quien ejecutó la primera señal milagrosa ante Faraón y sus sacerdotes practicantes de magia, y, más tarde, fue él quien, por orden de Moisés, extendió la vara de este, señalando así­ el comienzo de las diez plagas. (Ex 7:9-12, 19, 20.) Continuó colaborando estrechamente con Moisés y obedeciendo a Dios durante el transcurso de las plagas hasta que llegó la liberación. En el desempeño de este papel fue un buen ejemplo para los cristianos, quienes sirven de †˜embajadores en sustitución de Cristo, como si Dios estuviera suplicando mediante ellos†™. (Ex 7:6; 2Co 5:20).

Su labor como vocero de Moisés debió ir disminuyendo durante los cuarenta años que los israelitas vagaron por el desierto, pues parece ser que Moisés cada vez habló más por sí­ mismo al pueblo. (Ex 32:26-30; 34:31-34; 35:1, 4.) Además, después de la tercera plaga, la vara que habí­a usado volvió a poder de Moisés, y, posteriormente, cuando el pueblo luchó contra Amaleq, Aarón y Hur se limitaron a sostener los brazos de Moisés. (Ex 9:23; 17:9, 12.) Sin embargo, Jehová por lo general siguió tratando con los dos cuando dio instrucciones, y ambos sirvieron al pueblo y le dirigieron la palabra juntos hasta el mismo momento de la muerte de Aarón. (Nú 20:6-12.)

Debido a su posición subordinada, no pudo acompañar a Moisés a la cima del monte Sinaí­ para recibir el pacto de la Ley, pero se le permitió acercarse a la montaña junto con dos de sus hijos y setenta de los ancianos de la nación y contemplar una magní­fica visión de la gloria de Dios. (Ex 24:9-15.) A Aarón y su casa se les menciona con honor en el pacto de la Ley, y Dios lo escogió para que desempeñara el cargo de sumo sacerdote. (Ex 28:1-3.)

Sumo sacerdote. Moisés invistió a Aarón con los deberes sagrados como representante de Dios en una ceremonia de instalación que duró siete dí­as, en la que también invistió de subsacerdotes a los cuatro hijos de este. Le puso hermosas prendas tejidas con oro, hilo azul, lana teñida de púrpura rojiza y fibra escarlata carmesí­, y las hombreras y el pectoral estaban adornados con piedras preciosas de diversos colores. También le cubrió la cabeza con un turbante de lino fino que tení­a una lámina de oro puro en la que estaban grabadas las palabras †œLa santidad pertenece a Jehovᆝ. (Le 8:7-9; Ex 28.) Luego Aarón fue ungido, según la manera descrita en el Salmo 133:2, y desde ese momento se le pudo llamar el ma·schí­Â·aj o mesí­as (LXX, kjri·stós), es decir, †œel ungido†. (Le 4:5, 16; 6:22.)

No solo se le puso al cargo de todo el sacerdocio, sino que además Dios indicó que de su linaje o casa tendrí­an que venir todos los futuros sumos sacerdotes. Sin embargo, Aarón no habí­a heredado el sacerdocio, de manera que el apóstol Pablo pudo decir de él: †œEl hombre no toma esta honra por su propia cuenta, sino únicamente cuando es llamado por Dios, así­ como también lo fue Aarón. Del mismo modo también, el Cristo no se glorificó a sí­ mismo mediante llegar a ser sumo sacerdote, sino que fue glorificado por aquel que habló respecto a él: †˜Tú eres mi hijo; yo, hoy, yo he llegado a ser tu padre†™†. (Heb 5:4, 5.) Pablo después demuestra cómo el cargo sacerdotal, ocupado primero por Aarón, representó tí­picamente el que ocupa Cristo Jesús como sumo sacerdote celestial y superior a Aarón. De este modo, las funciones sacerdotales del elevado cargo de Aarón adquieren un significado más profundo para nosotros. (Heb 8:1-6; 9:6-14, 23-28.)

En su calidad de sumo sacerdote, Aarón tení­a la obligación de dirigir todas las facetas de la adoración en el tabernáculo y supervisar el trabajo de los miles de levitas que participaban en este servicio. (Nú 3:5-10.) En el Dí­a de Expiación anual presentaba las ofrendas por el pecado en favor de los sacerdotes y los levitas y también del pueblo de Israel, y solo a él se le permití­a entrar en el Santí­simo del tabernáculo con la sangre de los sacrificios de animales. (Le 16.) La ofrenda diaria de incienso, la presentación de los primeros frutos de la cosecha del grano y muchos otros rasgos de la adoración eran prerrogativas exclusivas de Aarón y de sus hijos debido a su posición de sacerdotes. (Ex 30:7, 8; Lu 1:8-11; Le 23:4-11.) Sin embargo, su ungimiento no solo lo santificó para realizar deberes relacionados con los sacrificios en favor de la nación, sino también otro tipo de tareas. Tení­a la responsabilidad de enseñar a la nación la Palabra de Dios. (Le 10:8-11; Dt 24:8; Mal 2:7.) Al igual que sus sucesores, desempeñó el papel de principal dignatario bajo Jehová el Rey. En ocasiones de importancia nacional se poní­a las costosas vestiduras y la †œlámina resplandeciente† de oro en su turbante de lino, y también se poní­a el pectoral que contení­a el Urim y el Tumim, lo que le permití­a recibir la respuesta afirmativa o negativa de Jehová en cuanto a los problemas nacionales, aunque parece que durante la vida de Moisés, mediador entre Jehová y el pueblo, esta función recibió poco uso. (Ex 28:4, 29, 30, 36; véase SUMO SACERDOTE.)

Su devoción a la adoración pura pronto se vio puesta a prueba cuando murieron sus hijos Nadab y Abihú, a quienes Dios ejecutó por haber profanado el sacerdocio. El registro dice: †œY Aarón guardó silencio†. Cuando a él y a sus otros dos hijos se les mandó que no se lamentaran por la muerte de los transgresores, †œhicieron conforme a la palabra de Moisés†. (Le 10:1-11.)

Aarón representó a las doce tribus ante Jehová en calidad de sumo sacerdote por un perí­odo de casi cuarenta años. Durante la estancia del pueblo en el desierto estalló una seria rebelión contra la autoridad de Moisés y Aarón, encabezada por un levita llamado Coré, junto con los rubenitas Datán, Abiram y On, quienes se quejaron de su acaudillamiento. Jehová hizo que la tierra se abriera debajo de las tiendas de Coré, Datán y Abiram y se las tragara junto con sus familias, mientras que Coré y los 250 que conspiraron con él fueron aniquilados por fuego. (Nú 16:1-35.) Luego, la congregación empezó a murmurar contra Moisés y Aarón, y durante la plaga que Dios envió, Aarón mostró gran fe y valor al salir obedientemente con el braserillo para hacer expiación por el pueblo, †œparado entre los muertos y los vivos†, hasta que el azote se detuvo. (Nú 16:46-50.)

Después Dios mandó que se colocaran en el tabernáculo doce varas, cada una de ellas representaba a una de las doce tribus, y en la de la tribu de Leví­ se inscribió el nombre de Aarón. (Nú 17:1-4.) Al dí­a siguiente Moisés entró en la tienda del Testimonio y halló que la vara de Aarón †œhabí­a brotado, y estaba echando botones y arrojando flores y estaba produciendo almendras maduras†. (Nú 17:8.) Así­ se demostró, fuera de toda duda, que Jehová habí­a escogido a los hijos de Aarón de entre los levitas para el servicio sacerdotal y habí­a nombrado a Aarón sumo sacerdote. Desde entonces, nunca se volvió a desafiar seriamente el derecho que tení­a la casa de Aarón a ejercer el sacerdocio. La vara de Aarón, la que echó botones, se colocó en el arca del pacto como †œseñal para los hijos de la rebeldí­a†, aunque parece que después de la muerte de estos rebeldes y de la entrada de la nación en la Tierra Prometida, se retiró del Arca, pues ya habí­a cumplido su propósito. (Nú 17:10; Heb 9:4; 2Cr 5:10; 1Re 8:9.)

¿Por qué no se castigó a Aarón por haber hecho el becerro de oro?

A pesar de su posición privilegiada, Aarón tuvo debilidades. La primera vez que Moisés permaneció cuarenta dí­as en el monte Sinaí­, †œel pueblo se congregó en torno a Aarón, y le dijeron: †˜Levántate, haznos un dios que vaya delante de nosotros, porque en cuanto a este Moisés, el hombre que nos hizo subir de la tierra de Egipto, ciertamente no sabemos qué le habrá pasado†™†. (Ex 32:1.) Aarón accedió y cooperó con estos rebeldes en la manufactura de una estatua de un becerro de oro. (Ex 32:2-6.) Más tarde, cuando Moisés le llamó la atención, presentó una excusa muy débil. (Ex 32:22-24.) Sin embargo, Jehová no le consideró el principal responsable, sino que dijo a Moisés: †œAsí­ que ahora déjame, para que se encienda mi cólera contra ellos y los extermine†. (Ex 32:10.) Moisés puso al pueblo ante una disyuntiva al clamar: †œ¿Quién está de parte de Jehová? ¡A mí­!†. (Ex 32:26.) Todos los hijos de Leví­ respondieron, y entre estos debió encontrarse Aarón. Ellos mataron a tres mil idólatras, probablemente los principales instigadores de la rebelión. (Ex 32:28.) No obstante, más tarde Moisés recordó al resto del pueblo que ellos también compartí­an la culpa. (Ex 32:30.) Así­ que Aarón no fue el único que recibió la misericordia de Dios. De sus acciones subsiguientes se desprende que en su corazón no estuvo de acuerdo con el movimiento idolátrico, sino que cedió a la presión de los rebeldes. (Ex 32:35.) Jehová mostró que le habí­a perdonado al mantener en vigor su nombramiento de sumo sacerdote. (Ex 40:12, 13.)

Después de haber sido un leal apoyador de su hermano menor en muchas experiencias difí­ciles y cuando hací­a poco que Moisés lo habí­a instalado como sumo sacerdote y representante de Dios, se unió insensatamente a su hermana Mí­riam en criticar a Moisés por haberse casado con una cusita y en desafiar la singular relación y posición de Moisés con Jehová Dios, al decir: †œ¿Es simplemente por Moisés solo por quien Jehová ha hablado? ¿No ha hablado también por nosotros?†. (Nú 12:1, 2.) Jehová intervino rápidamente, puso a los tres ante El enfrente de la tienda de reunión, y reprendió con severidad a Aarón y Mí­riam por haber mostrado falta de respeto a Su nombramiento. El hecho de que solo se hiriese de lepra a Mí­riam puede indicar que ella fue la instigadora de la acción y que Aarón, de nuevo por debilidad, se unió a ella. Por otra parte, si a Aarón se le hubiese herido de lepra igual que a Mí­riam, su nombramiento como sumo sacerdote habrí­a quedado sin efecto, tal y como decretaba la ley de Dios. (Le 21:21-23.) El no solo demostró su buena actitud de corazón al confesar de inmediato su falta y disculparse por la insensatez cometida, sino que además suplicó fervientemente a Moisés que intercediera a favor de Mí­riam para que Dios la sanase. (Nú 12:10-13.)

Aarón compartió de nuevo la responsabilidad de un mal, esta vez con Moisés, cuando no santificó ni honró a Jehová Dios delante de la congregación en el incidente relacionado con la obtención de agua del peñasco de Meribá, en Qadés. Por esta acción, Dios decretó que ninguno de los dos tendrí­a el privilegio de introducir a la nación en la Tierra Prometida. (Nú 20:9-13.)

El primer dí­a del mes de Ab del año cuadragésimo del éxodo, la nación de Israel estaba acampada en la frontera de Edom enfrente del monte Hor. El pueblo iba a cruzar el Jordán al cabo de unos meses, pero no Aarón, quien ya tení­a ciento veintitrés años de edad. Por orden de Jehová, y mientras todo el campamento observaba, él, su hijo Eleazar y Moisés subieron a la cumbre del monte Hor. Allí­ dejó que su hermano le quitara las prendas de vestir sacerdotales y se las pusiera a Eleazar, su hijo y sucesor en el sumo sacerdocio. Entonces Aarón murió, y probablemente allí­ mismo lo enterraron Moisés y Eleazar. Durante treinta dí­as Israel lamentó su muerte. (Nú 20:24-29.)

Debe notarse que en ninguna de las tres ocasiones se presenta a Aarón como el promotor de la mala acción, sino que más bien parece que permitió que la presión de las circunstancias o la influencia de otras personas lo desviaran del proceder de rectitud. Particularmente en su primera transgresión, pasó por alto el principio implí­cito en el mandato: †œNo debes seguir tras la muchedumbre para fines malos†. (Ex 23:2.) No obstante, en el resto de las Escrituras su nombre recibe mención honorí­fica, y el propio Hijo de Dios reconoció la legitimidad del sacerdocio aarónico. (Sl 115:10, 12; 118:3; 133:1, 2; 135:19; Mt 5:17-19; 8:4.)

Descendientes sacerdotales de Aarón. En 1 Crónicas 12:27 y 27:17 varias traducciones de la Biblia emplean la expresión †œdel linaje de Aarón†. (El texto masorético hebreo usa simplemente el nombre Aarón. LXX [edición de Lagarde, en 1Cr 12:27] dice †œde los hijos de Aarón†.) Es evidente que en este pasaje †œAarón† se usa en un sentido colectivo, del mismo modo que el nombre Israel, y se refiere a la casa de Aarón o a sus descendientes varones levitas que vivieron en el tiempo de David y que serví­an de sacerdotes. (1Cr 6:48-53.) La Traducción del Nuevo Mundo lee: †œY Jehoiadá era el caudillo [de los hijos] de Aarón, y con él habí­a tres mil setecientos† (1Cr 12:27), encerrando entre corchetes la expresión †œde los hijos† para significar que ha sido interpolada.

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. ˒aharôn). Según la genealogía de Ex. 6.14ss, Aarón fue uno de los dos hijos de Amram y Jocabed (el otro fue Moisés), tercero en la línea de sucesión de Leví (Leví-Coat-Amram-Aarón); según Ex. 7.7 era tres años mayor que Moisés. María, su hermana, era aún mayor, siempre que ella fuese la “hermana” de Moisés que no se menciona por el nombre en Ex. 2.4, 7ss.

Aarón aparece por primera vez en la narración de Éxodo como “Aarón, levita” cuando fue a recibir a su hermano Moisés que volvía a Egipto después de la teofanía de la que fue testigo ante la zarza que ardía; debido a su mayor elocuencia llegaría a ser el portavoz de Moisés ante los israelitas y Faraón (Ex. 4.14ss). A lo largo de su carrera su figura fue bastante opaca en comparación con la de su dinámico hermano; la única vez que actuó independientemente de las instrucciones de Moisés lo hizo equivocadamente (Ex. 32.1–6). Además de ser el portavoz de Moisés, Aarón representaba un papel taumatúrgico: fue él quien esgrimió la vara que se hizo culebra y devoró las varas-culebras de los hechiceros egipcios (Ex. 7.8ss), y el que, al alzarla y extenderla, hizo que las aguas del Nilo se convirtieran en sangre, como también el que posteriormente provocó las sucesivas plagas de ranas y piojos (Ex. 7.19; 8.5s, 16s).

Después de cruzar el mar de las Cañas, Aarón fue uno de los dos hombres que sostuvieron los brazos de Moisés durante la batalla contra los amalecitas (Ex. 17.8ss), y el que ascendió al mte. Sinaí con él (Ex. 19.24), junto con sus hijos Nadab y Abiú y setenta ancianos de Israel. Allí tuvieron una visión del Dios de Israel y compartieron una comida en su presencia (Ex. 24.9ss). En la ocasión siguiente, sin embargo, cuando Moisés subió al mte. Sinaí acompañado solamente por Josué (Ex. 24.12ss), el pueblo persuadió a Aarón que hiciera una imagen visible de la presencia divina, por lo cual hizo el becerro de oro, provocando así la ira de Moisés (Ex. 32.1ss). Su fórmula de presentación del becerro al pueblo, “Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto” (Ex. 32.4), sirvió de precedente a Jeroboam I cuando instaló los becerros de oro en Bet-el y Dan (1 R. 12.28).

En la legislación sacerdotal del Pentateuco Aarón es instalado como sacerdote y sus hijos como sacerdotes, para oficiar en el tabernáculo en el desierto (Ex. 28.1ss; Lv. 8.1ss). Aarón es ungido con el óleo santo, y en adelante es el “sacerdote ungido” (Lv. 4.3., etc.; cf. el óleo sobre la barba de Aarón en el Sal. 133.2). Él y sus hijos recibieron vestimentas especiales, pero las de Aarón eran distintivas. En la lámina de oro de su mitra había una inscripción que decía “Santidad a Yahvéh” (Ex. 28.36); su escapulario (efod) tenía un pectoral con doce piedras preciosas (una por cada tribu) y lugar para colocar el Urim y el Tumim, los objetos con los cuales se determinaba la voluntad de Yahvéh para el pueblo (Ex. 28.15ss).

El día más importante del año para Aarón (y para todos los “sacerdotes ungidos” que lo sucedieron) era el día de expiación (el 10 de Tisrí), cuando pasaba a través del velo que separaba el compartimiento exterior del santuario (el lugar santo) del de más adentro (el lugar santísimo) y presentaba en este último la sangre de un sacrificio expiatorio por los pecados del pueblo (Lv. 16.1ss). En esta ocasión no vestía sus vestiduras de “honra y de hermosura”, llenas de colorido, sino una túnica blanca de lino.

La esposa de Aarón se llamaba Elisabet, y era de la tribu de Judá. Sus hijos mayores, Nadab y Abiú, murieron en el desierto después de usar “fuego extraño” para la ofrenda del incienso (Lv. 10.1ss); a los dos hijos que quedaban, Eleazar e Itamar, hacían remontar su ascendencia familias sacerdotales rivales (1 Cr. 24.3).

A pesar de la posición de Aarón, Moisés continuó como profeta de Yahvéh ante Israel, y como principal intercesor de Israel ante Yahvéh, lo cual provocó la envidia de Aarón y María (Nm. 12.1ss). El mismo Aarón (junto con Moisés) atrajo la envidia de otras familias levíticas, cuyo líder era Coré (Nm. 16.1ss). Sus dudas sobre los privilegios de Aarón fueron contestadas por medio del fenómeno de la “vara de Aarón”. (* Aarón, Vara de).

Aarón, al igual que Moisés, no pudo entrar en Canaán al final del peregrinaje por el desierto; murió y fue sepultado en el mte. de Hor, en la frontera de la tierra de Edom, y sus funciones y vestiduras pasaron a Elezar (Nm. 20.22ss).

En Israel el sacerdocio llegó a conocerse colectivamente como “los hijos de Aarón”. Los “hijos de Sadoc”, que sirvieron como sacerdotes en el templo de Jerusalén desde su dedicación bajo Salomón hasta 171 a.C. (exceptuando los años del exilio bab.), figuran en la familia de Aarón, entre los descendientes de Eleazar, en la genealogía de 1 Cr. 6.1ss. Diez años después de la abolición del sacerdocio sadoquita, Alcimo, nombrado sumo sacerdote por las autoridades seléucidas, fue reconocido por los asideos como “sacerdote del linaje de Aarón” (1 Mac. 7.12ss), estimándosele quizás como descendiente de Itamar. Ben Sirá hace el elogio de Aarón en Ecl. 45.6ss. Los hombres de Qumrán formaban una comunidad de “Israel y Aarón”, e. d. de laicos y sacerdotes judíos (CD 1:7). Los sacerdotes construían un “lugar santísimo aarónico” (1QS 8:5s, 8s), y esperaban la venida de un mesías (sacerdotal) aarónico junto con el “Mesías de Israel” (laico) (1QS 9:11; CD 12:23S; 20:1).

En el NT se menciona a Aarón como antepasado de Elisabet, madre de Juan el Bautista (Lc. 1.5), y recibe una mención incidental en la visión retrospectiva de Esteban acerca de la historia de Israel (Hch. 7.40). El autor de la Carta a los Hebreos contrasta el sacerdocio circunscripto y hereditario de Aarón con el ministerio perfecto y perpetuo de Jesús en el santuario celestial (He. 5.4; 7.11, etc.).

Bibliografía. R. de Vaux,°Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 409–460; id., Historia antigua de Israel, t(t). I, 1975, pp. 443–447.

R. de Vaux, Ancient Israel2, 1965, pp. 345–401.

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Hermano de Moisés, y sumo sacerdote de la Antigua Alianza.

Contenido

  • 1 Vida
    • 1.1 Punto de Vista Católico Tradicional
    • 1.2 Punto de vista independiente
  • 2 Sacerdocio

Vida

La vida de Aarón puede ser estudiada desde puntos de vista diferentes: según el Pentateuco, que es la fuente principal sobre el asunto, su vida se ve como un trabajo continuo dirigido por Moisés o bajo su supervisión —por consiguiente más confiable en la narración de los eventos contemporáneos— o como una compilación de varios documentos de diversos orígenes y fechas, recopilados juntos en su forma presente en una época más tardía. La primera concepción, apoyada por las decisiones de la Comisión Bíblica, es aceptada por la mayoría de los católicos; muchos críticos independientes adoptan el segundo punto de vista. Estudiaremos esta parte del tema bajo los dos aspectos, aunque más detenidamente como se encuentra en el primero.

Punto de Vista Católico Tradicional

Según 1 Crónicas 6,1-3, Aarón (el significado de su nombre es desconocido) era el bisnieto de Leví, y el primero de los tres hijos de Amram y Jochabed, siendo María la mayor y Moisés el menor. Por Ex.7,7 conocemos que Aarón tenía ochenta y tres años y Moisés ochenta antes del Éxodo. Puede admitirse, sin embargo, que esta genealogía es probablemente incompleta, y la edad dada quizás es incorrecta.

No conocemos nada de la vida de Aarón antes de su llamada. La primera mención de su nombre aparece cuando Moisés, durante la visión en Monte Horeb, intenta rechazar la peligrosa misión que se le impone, alegando ser lento de lenguaje y carente de elocuencia. Yahveh responde a su objeción y le dice que Aarón el levita estaba dotado de elocuencia y sería su portavoz. Aproximadamente al mismo tiempo Aarón es llamado también de lo alto; entonces va a reunirse con Moisés para que él le instruya sobre los designios de Dios. Congregan a los ancianos del pueblo, y Aarón, que realizó milagros para reforzar las palabras de su misión divina, les anunció la promesa feliz de su próxima liberación (Ex. 4). Transmitir el mensaje de Dios al Rey era una tarea más complicada. El Faraón reprendió duramente a Moisés y a Aarón, cuya intervención resultó ser desastrosa para los israelitas (Ex. 5). Profeta MoisésÉstos últimos, abrumados por los duros trabajos a que fueron sometidos, murmuraban amargamente de sus líderes. Moisés se quejó a su vez ante Dios quien contestó confirmándole su misión y la de su hermano. Animado de nuevo por esta renovada promesa de la ayuda de Yahveh, Moisés y Aarón se presentaron ante el rey en Tanis (Sal. 78(77),12), donde obraron los prodigios conocidos como las diez plagas para tratar de vencer la obstinación del faraón. En éstas, según las Sagradas Escrituras, el protagonismo de Aarón fue de gran importancia. De las diez plagas, la primera y la sexta se produjeron a su orden; ambos, él y su hermano, eran citados ante el rey cada vez, y ambos recibieron igualmente de Dios las últimas instrucciones para la salida del pueblo, en tiempos posteriores se les atribuyó a ambos la liberación de Israel de la tierra de esclavitud; finalmente, ambos fueron repetidamente el blanco de las quejas y reproches de los impacientes e inconsistentes israelitas.

Ruta del Éxodo – Cuando los hebreos llegaron al desierto de Sin, cansados por su largo peregrinar, temerosos de la inminente escasez de comida, y quizás ya debilitados por las privaciones, comenzaron a echar de menos la abundancia de los días de su estancia en Egipto, y murmuraron contra Moisés y Aarón. Pero Dios envió inmediatamente a ambos líderes a aplacar sus murmuraciones con la promesa de una doble señal del cuidado y la Divina Providencia de Dios para con su pueblo. Las codornices vinieron esa misma tarde, y a la mañana siguiente el maná, el nuevo pan celestial con el que Dios alimentaría a su pueblo en el desierto, aparecía por primera vez alrededor del campamento. A Aarón se le ordenó guardar un gomor de maná y colocarlo en el tabernáculo en memoria de aquel hecho maravilloso. Ésta es la primera ocasión en la que oímos hablar de Aarón en referencia al tabernáculo y a las funciones sagradas (Ex. 16). En Refidim, la tercera parada después del desierto de Sin, Israel se encontró con los amalecitas y luchó contra ellos. Mientras los hombres escogidos por Moisés batallaban en la llanura, Aarón y Jur estaban con Moisés en la cima del monte, donde este último se había retirado a orar, y cuando “Moisés tenía alzadas las manos, prevalecía Israel; pero cuando las bajaba, prevalecía Amalec. Se le cansaron las manos a Moisés, y entonces ellos tomaron una piedra y se la pusieron debajo, y él se sentó sobre ella; mientras Aarón y Jur le sostenían las manos, uno a un lado y otro al otro” hasta que Amalec se dio a la huída (Ex. 17). En el valle del Monte Sinaí los hebreos recibieron los Diez Mandamientos; entonces Aarón, junto con setenta de los ancianos de Israel, subieron a la montaña para ser favorecidos con una visión del Todopoderoso, “y vieron al Dios de Israel, y bajo sus pies había como un pavimento de zafiro, tan puro como el mismo cielo cuando esta claro.” Entonces Moisés habiendo confiado a Aarón y Jur la función de resolver las dificultades que podrían surgir, subió a la cima del monte.

Finalmente, su larga ausencia excitó en las mentes de los israelitas el miedo de que Moisés hubiese perecido. Se reunieron alrededor de Aarón y le pidieron que les hiciera un dios visible que marchara delante de ellos. Aarón dijo: “Tomad los pendientes de oro de las orejas de vuestras esposas, de vuestros hijos e hijas, y me los traéis.” Cuando los hubo recogido, hizo con ellos un becerro de oro fundido ante el que construyó un altar, y se congregaron los hijos de Israel para honrar a su nuevo dios. ¿Cuál fue la intención de Aarón al preparar el becerro de oro? Ha sido un tema arduamente discutido si él y el pueblo realizaron un acto de idolatría formal, o más bien deseaban levantar una imagen visible de Yahveh su salvador; sin embargo, los textos parecen apoyar la última opinión(Cf. Ex. 32,4). Sea como fuere, Moisés, por orden de Dios, bajó de la montaña en medio de la celebración, y a la vista de la aparente idolatría se llenó de una santa ira; rompió las Tablas de la Ley, agarró el ídolo, lo quemó y lo molió hasta reducirlo a polvo, qué esparció en el agua. Entonces, dirigiéndose a su hermano como el verdadero autor y responsable del mal, le dijo: “¿Que te hizo este pueblo para que hayas traído sobre él tan gran pecado?” (Ex. 32,21). A este reproche tan bien merecido, Aarón sólo dio una respuesta vergonzosa, y sin duda él habría sufrido el castigo por su crimen junto con los tres mil hombres (así con la mejor autoridad textual, aunque la Vulgata dice trescientos veinte mil) que fueron muertos por los levitas por orden de Moisés (Ex. 32,28), si este último no hubiese orado por él y disipado la ira de Dios (Deuteronomio 9,20).

A pesar del pecado, Dios no alteró la elección que había hecho de Aarón (Hebreos 5,4) para que fuese el primer sumo sacerdote de Israel. Cuando llegó el momento, Moisés lo consagró para sus sublimes funciones, según el ritual dado en Éxodo 29; del mismo modo fueron consagrados al servicio divino Nadab, Abihú, Eleazar e Itamar, los hijos de Aarón. Luego veremos qué significaba el sumo sacerdocio y con cuáles ritos se confería. El mismo día de la consagración de Aarón, Dios indicó con un ejemplo terrible con qué perfección debían realizarse las funciones sagradas. En la ofrenda del incienso, Nadab y Abihú pusieron un fuego profano en sus incensarios y lo ofrecieron ante el Señor, después de lo cual salió una llama de la presencia de Yahveh que los abrasó hasta morir, y fueron retirados de delante del santuario vestidos con sus túnicas sacerdotales y echados fuera del campamento. Aarón, cuyo corazón estaba lleno de temor y afligido por esta escena terrible, también descuidó una ceremonia importante; pero su excusa satisfizo totalmente a Moisés y muy probablemente al propio Dios, pues no recibió ningún castigo por su olvido (Lev.10; Núm. 3,4; 26,61).

En el capítulo 16 de Levítico le vemos realizando los ritos del día de la expiación—del mismo modo le fueron transmitidos los preceptos acerca de los sacrificios y los sacrificadores, (Lev. 17; 21; 22). Unos meses después, cuando los hebreos acamparon en Jaserot, la segunda parada después del Monte Sinaí, Aarón cometió una nueva falta: él y María “murmuraron contra Moisés por causa de la mujer kusita que había tomado por esposa. Decían ¿Es que Yahveh no ha hablado más que con Moisés?” (Núm. 12). Del pasaje entero, sobre todo del hecho que sólo María fue castigada, se ha conjeturado que el pecado de Aarón posiblemente fue sólo la aprobación de los comentarios de su hermana; quizás también se imaginó que su elevación al sumo sacerdocio lo había librado de toda la dependencia de su hermano. Sea cual fuere el caso, ambos fueron convocados por Dios ante el tabernáculo para oír un severo reproche. María, además, fue cubierta de lepra; pero Aarón en nombre de ambos, se disculpó ante Moisés, quien a su vez pidió a Dios que sanase a María. Hasta cierto punto, Aarón había repudiado la dignidad de Moisés.

Igualmente las prerrogativas de Aarón habían despertado los celos de algunos de los hijos de Rubén, quienes excitaron incluso la envidia de los otros levitas. Los oponentes, cerca de doscientos cincuenta, hallaron un líder en Coré, un sobrino de Moisés y Aarón, en Datán, Abirón y On, de la tribu de Rubén (vea Coré, Datán y Abirón). El terrible castigo de los rebeldes y sus jefes, que al principio asombró al pueblo, pronto hizo surgir su cólera y avivó el espíritu de revuelta contra Moisés y Aarón, quienes se refugiaron en el tabernáculo. Tan pronto entraron en él “la [[gloria del Señor se apareció. Y el Señor le dijo a Moisés: Alejaos de esa comunidad porque voy a consumirlos” (Números 16,43-45). De hecho, un fuego ardiente hizo estragos en el pueblo y mató a muchos. De nuevo Aarón, por orden de Moisés, sostuvo su incensario en su mano, se paró entre los muertos y los vivos para orar por el pueblo, y la plaga cesó.

La autoridad del sumo sacerdote, fuertemente confirmada ante el pueblo, probablemente permaneció indiscutida desde entonces. Sin embargo, Dios deseó dar un testimonio nuevo de su predilección. Le ordenó a Moisés tomar y poner en el tabernáculo las varas de los príncipes de las Doce Tribus, con el nombre de cada hombre escrito en su vara. La vara de la tribu de Leví debía de llevar el nombre de Aarón: “el hombre cuya rama retoñe será el que yo elijo,” dijo el Señor. “Al día siguiente, cuando entró Moisés en la Tienda del Testimonio, vio que había retoñado la rama de Aarón… le habían brotado yemas, había florecido y había producido almendras.” Todos los israelitas al ver esto entendieron que la elección de Yahveh estaba en Aarón, cuya vara se colocó en el tabernáculo como testimonio eterno. La Biblia no da detalles sobre los próximos treinta y siete años de la vida de Aarón; su narrativa sólo se centra en los tres primeros y en los últimos años de la vida errante de los hebreos por el desierto, pero de los hechos antes descritos, podemos concluir que la vida del nuevo pontífice fue tranquila en el desempeño de sus funciones sacerdotales.

En el primer mes del trigésimo noveno año después del Éxodo, los hebreos acamparon en Cadés, donde María, la hermana de Aarón, murió y fue enterrada. El pueblo estaba sediento y comenzaron a murmurar contra Moisés y Aarón. Entonces Dios dijo a Moisés: “Toma la vara, y congreguen al pueblo tu y Aarón tu hermano. Hablad luego a la peña en su presencia, y ella dará sus aguas” (Núm. 20,8). Moisés obedeció y golpeó la piedra dos veces con la vara, para que de ella brotara agua en gran abundancia. Por el Sal. 106(105),33 entendemos que Moisés en estas circunstancias fue desconsiderado con sus palabras, quizás cuando dudó si él y Aarón podrían sacar agua de una peña. De todos modos Dios mostró su desagradado a los dos hermanos y declaró que ellos no entrarían con el pueblo en la Tierra Prometida. En el caso de Aarón, esta palabra divina tuvo su cumplimiento cuatro meses después. Cuando los hebreos llegaron al Monte Hor, en las fronteras de Edom, Dios le anunció a Moisés que el último día de su hermano había llegado, y le ordenó que lo llevara a la montaña. A la vista de todo el pueblo, Moisés subió con Aarón y con el hijo de éste, Eleazar. Entonces Moisés despojó a Aarón de todas sus vestiduras sacerdotales y se las puso a Eleazar, y Aarón murió. Moisés y Eleazar bajaron del monte y toda la multitud hizo un duelo de treinta días por Aarón. Los musulmanes honran en Djebel Nabi-Haroun un monumento al que llaman la tumba de Aarón; sin embargo, la autenticidad de este sepulcro no es totalmente cierta.

De su matrimonio con Isabel, la hermana de Najsón, le nacieron cuatro hijos a Aarón. Los dos primeros, Nadab y Abihú, murieron sin dejar posteridad, pero la descendencia de los otros dos, Eleazar e Itamar, fue muy numerosa. Ninguno de ellos, sin embargo, honró la sangre de Aarón tanto como San Juan el Bautista que, además de ser el precursor del Mesías, fue proclamado por la Palabra hecha Carne “el más grande de los nacidos de mujer” (Mateo 11,11).

Punto de vista independiente

La historia de Aarón toma un aspecto completamente diferente cuando se distinguen y datan las varias fuentes del Pentateuco del modo comúnmente adoptado por los críticos independientes. Como regla puede decirse que originalmente la historia más antigua de los judíos (J) no menciona a Aarón—si su nombre aparece aquí y allí en aquellas partes atribuidas a esa fuente, se debe probablemente a una adición posterior hecha por un redactor tardío. Hay dos documentos, básicos, que hablan de Aarón. En las antiguas tradiciones proféticas que circulan entre los efrainitas (E) Aarón figuraba como un hermano y ayudante de Moisés. Se mueve a la sombra de éste, en una posición secundaria, como, por ejemplo, durante la batalla contra Amalec; con Jur, sostuvo las manos de su hermano hasta que el enemigo fue absolutamente derrotado. En algunos pasajes, parece que a Aarón se le confió la autoridad suprema, en la ausencia del gran líder, como cuando este último subió al Monte Sinaí; pero su gestión se demostró débil, puesto que cedió tan desgraciadamente ante las tendencias idólatras del pueblo. Según el documento en cuestión, Aarón no es ni el pontífice ni el ministro de oración. Es Moisés quien eleva su voz a Dios en el Tabernáculo (Ex. 33,7-10), y podríamos concluir del mismo texto (v. 11) que Josué, y no Aarón, es quien hace la ofrenda en la Tienda del Encuentro; del mismo modo, es Josué, y no Aarón, quien sube con Moisés al Monte Sinaí para recibir las Tablas de piedra de la Ley (Ex. 24,13).

En las narrativas sacerdotales (P) Aarón, al contrario, ocupa el lugar más prominente; conocemos, de hecho, además de la genealogía y edad de Aarón, casi todos los detalles anteriormente narrados, todos ellos en modo honroso para el hermano de Moisés, por ejemplo, el papel que desempeñó Aarón en las plagas, su rol en algunos hechos memorables de la vida en el desierto, como la caída del maná, el golpe a la piedra del agua, la confirmación de las prerrogativas de su sacerdocio contra las pretensiones de Coré y los otros, y, finalmente, el relato algo misterioso de su muerte, como se relata en Núm. 20. De este análisis de las fuentes de su historia la gran personalidad de Aarón sale indudablemente empequeñecida, principalmente debido a la reputación del escritor de la narrativa sacerdotal; los críticos le adjudican prejuicios de casta y un deseo manifiesto de exaltar cualquier cosa que tenga referencia con el orden y funciones sacerdotales, que demasiado a menudo le llevaron a exageraciones, con las que la historia apenas puede contar, e incluso a falsificaciones.

Sacerdocio

Cualquiera que sea el punto de vista adoptado respecto al valor histórico de todas las tradiciones sobre la vida de Aarón, los estudiosos, ya sean católicos o críticos independientes, admiten que en el sumo sacerdocio de Aarón el autor sagrado intentaba describir un modelo, es decir el prototipo, por así decirlo, del sumo sacerdote judío. Dios, en el Monte Sinaí, al instituir el culto, también instituyó un orden sacerdotal. Según las costumbres patriarcales, el hijo primogénito en cada familia realizaba las funciones relativas al culto divino. Se podría haber esperado, por consiguiente, que Dios escogiera a la familia de Rubén para el servicio del nuevo altar. Según la descripción bíblica, fue Aarón, sin embargo, quién fue objeto de la elección de Yahveh; los celos que esto provocó luego ya se han descrito anteriormente.

Al principio la función de los aaronitas era simplemente cuidar de la lámpara que debía arder permanentemente ante el velo del tabernáculo (Éxodo 27,21), a lo cual siguió luego una llamada más formal (Ex. 28,1). Aarón y sus hijos, distinguidos de la gente común por sus funciones sagradas, recibieron vestiduras sagradas adecuadas para su oficio. Cuando llegó el momento, cuando el tabernáculo, y todos sus accesorios y todo lo requerido para el culto de Yahveh estuvo listo, Moisés, sacerdote y mediador (Gál. 8,19) ofreció los diferentes sacrificios y realizó las diferentes ceremonias de la consagración de los nuevos sacerdotes, según las instrucciones divinas (Ex. 29), y repitió estos ritos durante siete días, durante los que Aarón y sus hijos estaban completamente separados del resto del pueblo (Lv.8,33). Cuando, al octavo día, el sumo sacerdote ya había iniciado su función al sacrificar las víctimas, bendijo al pueblo, muy probablemente según la formula descrita en Núm. 6,24-26, y, con Moisés, entró en el tabernáculo para tomar posesión de él. “Y cuando salieron, bendijeron al pueblo y la gloria de Yahveh se dejó ver de todo el pueblo. Salió fuego de la presencia de Yahveh que consumió el holocausto, y las partes grasas puestas sobre el altar. Todo el pueblo al verlo prorrumpió en gritos de júbilo y cayeron rostro en tierra” (Levítico 9,23-24). Así se instituyó el sacerdocio de Aarón inaugurado y solemnemente ratificado por Dios.

Según señala claramente Wellhausen, la posición de Aarón en la Ley respecto al resto del orden sacerdotal no es meramente superior, sino exclusiva. Sus hijos y los levitas actúan bajo su superintendencia (Números 3,4); solamente él es el sacerdote totalmente calificado; él solo lleva el Urim y Tummim y el efod (Ex. 29,5–6); solo a él se le permite entrar al Santo de los Santos para ofrecer incienso (Lv. 23,27) una vez al año en el gran Día de la Expiación. En virtud de su dignidad espiritual como la cabeza del sacerdocio él es igualmente el juez supremo y cabeza de la teocracia (Núm. 27,21 – Deut. 17). Él solo es el mediador responsable entre toda la nación y Dios, para esta causa él lleva los nombres de las doce tribus escritos en su pecho y hombros; sus pecados involucran a todo el pueblo en la culpa, y se repara por ellos como si fuesen de todo el pueblo; mientras que, cuando se comparan las ofrendas del pecado de los príncipes con las del sacerdote, aparecen como meras personas privadas (Lv. 4,3.13.22; 9,7; 16,6). Su muerte marca una época; es cuando muere el sumo sacerdote, y no el Rey, que el asesino fugitivo obtiene su indulto (Nm. 35,28). En su investidura recibe el crisma como un rey y es llamado sacerdote ungido, es adornado con una diadema y tiara como si fuese un rey (Ex. 28), y como un rey, también, lleva la púrpura, excepto cuando entra al Santo de los Santos (Lv. 16,4).

Aarón, primer sumo sacerdote de la Antigua Alianza, es naturalmente una figura de Jesucristo, primer y único sacerdote soberano de la nueva dispensación. El escritor de la Epístola a los Hebreos fue el primero en resaltar los rasgos de este paralelo, indicando especialmente dos puntos de comparación. Primero, la llamada de ambos, sumos sacerdotes: “Y nadie se arroga tal dignidad, sino el llamado por Dios, lo mismo que Aarón. De igual modo, tampoco Cristo se apropió la gloria del sumo sacerdocio, sino que la tuvo de quien le dijo: Hijo mío eres tú; yo te he engendrado hoy.” (Heb. 5,4-5). En segundo lugar, la eficacia y duración de ambos sacerdocios. Desde este punto de vista el sacerdocio de Aarón es inferior al de Jesucristo. Si de hecho, el anterior hubiera sido capaz de perfeccionar a los hombres y comunicarles la justicia que agrada a Dios, otro habría sido inútil. Dada su ineficacia, requirió uno nuevo, y el sacerdocio de Jesús ha tomado para siempre el lugar del de Aarón (Heb. 7,11-12).

Fuente: Souvay, Charles. “Aaron.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 1. New York: Robert Appleton Company, 1907.

http://www.newadvent.org/cathen/01003a.htm

Traducido por Félix Carbo Alonso. L H M.

Fuente: Enciclopedia Católica