ACCION DE GRACIAS

(Dar Gracias).

– De Jesús al Padre: Mat 11:25, Mat 15:26, Mat 26:27, Jua 11:41.

– De los hombres a Dios. Debemos dar gracias a Dios “por todo” y “en todo”, en todo momento y lugar. es la forma de hacer “oración continua” y el secreto del gozo, nos dice Pablo en 1Te 5:16-18, Efe 5:20.

– Dar gracias especialmente en la Eucaristí­a, que eso significa Eucaristí­a, “dar gracias”, Mat 26:27, Mar 14:23.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

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Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Acto de expresar gratitud a Dios por medio de un sacrificio o en oración. Uno de los sacrificios de paz era el de a. de g. (Lev 7:11-15; Lev 22:29). Un descendiente de †¢Asaf, en tiempos de Nehemí­as, era quien †œempezaba las alabanzas y a. de g. al tiempo de la oración† (Neh 11:17). Debe entrarse en los atrios de Dios con a. de g. (Sal 100:4), y manos lavadas (Sal 26:6-7). De un Israel restaurado saldrá a. de g. (Jer 30:19). Cuando la a. de g. se realiza en público, hay que orar de manera que los oyentes entiendan para que puedan decir †œAmén† (1Co 14:16). En vez de palabras deshonestas, debemos decir a. de g. (Efe 5:4). Por todos los hombres se deben hacer †œrogativas, oraciones, peticiones y a. de g.† (1Ti 2:1). Dios creó los alimentos †œpara que con a. de g. participasen de ellos los creyentes† (1Ti 4:3). La a. de g. es parte de la adoración celestial (Apo 7:12). †¢Oración.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, LEYE

ver, SACRIFICIO La expresión de gratitud a Dios por Sus beneficios dados; en el AT se ofrecí­an sacrificios en acción de gracias (Lv. 7:12, 13; 22:29, etc.). En la ofrenda de acción de gracias, que era un sacrificio de paz, no se contemplaba la cuestión del pecado; el adorador daba gracias a Dios por Sus bendiciones otorgadas; no era para alcanzar la paz, sino que, en paz con Dios, le ofrecí­a sacrificio en gozo y gratitud. (Ver SACRIFICIO.) En el NT se acentúa el llamado a la acción de gracias en todo (Ef. 5:4, 20; cp. Ro. 8:28); las mismas peticiones deben ser hechas con acciones de gracias (Fil. 4:6), conscientes de “cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Ro. 12:2), y aceptando la acción de Dios de enseñamos a vivir mirando más allá de las circunstancias, reposando en El (Fil. 4:12). La acción de gracias tiene como base el conocimiento de la aceptación por parte de Dios de quien a El se allega por medio de Jesucristo, mediante Su obra consumada en la cruz; y por la multiforme gracia de Dios que fluye libremente en base a esta reconciliación efectuada por el Señor Jesucristo.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

La acción de gracias es uno de los actos fundamentales de la religión. El hombre debe aceptar ante Dios una postura radical de humildad y de agradecimiento, de acción de gracias. En el A. T. habí­a incluso un sacrificio de acción de gracias (Sacrificio). En el N. T. Jesús instituye su memorial con expresión de acción de gracias (Mt 14,32; 26,27; Le 22,17). Jesús tiene un himno de acción de gracias al Padre (Jn 11,41). Los apóstoles practican y enseñan a practicar a los primeros cristianos la acción de gracias (Col 1,2; 2,7). La liturgia de los santos en el cielo es esencialmente una acción de gracias a Dios (Ap 4,9; 7,12). —> ón; eucaristí­a; sacrificio.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

eucaristia (eujcaristiva, 2169), (eu, bien; carizomai, dar libremente; castellano, eucaristí­a), denota: (a) “gratitud” (Act 24:3); (b) acción de gracias (1Co 14:16; 2Co 4:15; 9.11,12, plural; Eph 5:4; Phi 4:6; Col 2:7; 4.2; 1Th 3:9; 2Ti 2:1, plural; 4.3,4; Rev 4:9; 7.12). Véanse GRACIAS (ACCIí“N DE), GRATITUD.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

La realidad primera de la historia bí­blica es el *don de Dios, gratuito, sobreabundante, sin revocación. El encuentro con Dios no sólo pone al hombre en presencia del absoluto, sino que lo colma y transforma su vida. La acción de gracias aparece como la respuesta a esta *gracia progresiva y continua que habí­a un dí­a de florecer in Cristo. La acción de gracias, a la vez toma de conciencia de los dones de Dios, arranque muy puro del alma penetrada de maravilla por esta generosidad, reconocimiento gozoso ante la grandeza divina, es esencial en la Biblia porque es una reacción religiosa fundamental de la criatura que descubre en una trepidación de *gozo y de veneración, algo de *Dios, de su grandeza y de su *gloria. El pecado capital de los paganos consiste, según san Pablo, en “no haber dado a Dios gloria ni acción de gracias” (Rm 1,21). Y, en efecto, entre la masa de himnos creados por la piedad mesopotámica, la acción de gracias es excepcional, al paso que es frecuente en la Biblia, en la que suscita poderosos arranques.

AT.

1. De una a otra alianza. La acción de gracias del AT anuncia la del NT en cuanto que es siempre, al mismo tiempo que gratitud, tensión hacia el futuro y hacia una gracia más alta. Por otra parte, a la hora de la nueva alianza, la acción de gracias irrumpe verdaderamente, haciéndose omnipresente en la oración y en la vida de los cristianos, como no lo habí­a sido nunca en los justos de otros tiempos. La acción de gracias de la Biblia es esencialisimamente cristiana. Sin embargo, no lo es en forma exclusiva, hasta tal punto que, como se ha escrito, en el AT el aisraelita alaba sin dar graciass. En realidad, si el AT no conoce todaví­a la plenitud de la acción de gracias, es porque todaví­a no ha saboreado la plenitud de la gracia. Si la *alabanza, más espontánea, más exteriorizada, tiene quizás en el AT más lugar que la acción de gracias propiamente dicha, es más consciente, más atenta a los gestos de Dios, a sus intenciones, a su *revelación, es que el Dios muy santo sólo se reveló progresivamente, descubriendo poco a poco la amplitud de su acción y la profundidad de sus dones.

2. El vocabulario. Descubrir la acción de gracias en la Biblia es al mismo tiempo encontrar el gozo (Sal 33, 1-3.21), la alabanza y la exaltación (Esd 3,11; Sal 69,31), la glorificación de Dios (Sal 50,23; 86,12). Precisando más, la acción de gracias es *confesión pública de gestos divinos determinados. Alabar a Dios es publicar sus grandezas; darle gracias es proclamar las maravillas que opera y dar testimonio de sus obras. La acción de gracias va de la mano con la *revelación; es como su eco en los corazones. Asi comporta con frecuencia la mención de la asamblea de los justos o de los pueblos convocados para oirla (Sal 35,18; 57,10; 109,30), una invitación a unirse a ella (Sal 92,2ss; 105,1s). En hebr. este matiz de confesión maravillada y agradecida se expresa por todah, que suele traducirse con una palabra mucho menos expresiva y bastante poco exacta: agradecer. La palabra que parece cristalizar la acción de gracias en el AT y traducir lo más exactamente posible la actitud religiosa apuntada es *”bendición. (hebr. barak), que expresa el intercambio esencial’ entre Dios y el hombre. A la bendición de Dios, que da a su criatura la vida y la salvación (Dt 30,19; Sal 28,9), responde la bendición, por la que el hombre, movido por este poder y esta generosidad, da gracias al Creador (Dan 3,90; cf. Sal 68,20.27; Neh 9,5…; 1 Par 29,10…).

3. Historia de la acción de gracias. Existe un esquema literario clásico de la acción de gracias, visible en particular en los Salmos, y que manifiesta bien el carácter de la acción de gracias, reacción ante un gesto de Dios. La confesión de la gratitud por la *salvación obtenida se desarrolla normalmente en un “relato” en tres partes: descripción del peligro corrido (Sal 116,3), oración angustiada (Sal 116,4), evocación de la magnifica intervención de Dios (Sal 116,6; cf. Sal 30; 40; 124). Este género literario reaparece idéntico en toda la Biblia y obedece a una misma tradición de vocabulario, permanente a través de los salmos, de los cánticos y de los himnos proféticos. Si la acción de gracias es una, es que responde a la única *obra de Dios. Más o menos confusamente cada beneficio particular de Yahveh se siente siempre como un momento de una grande historia en curso de realización. La acción de gracias irnpulsa la historia bí­blica y la prolonga en la esperanza escatológica (cf. Ex 15,18; Dt 32,43; Sal 66,8; 96). No sólo la acción de gracias inspira algunos fragmentos literarios muy antiguos, que recogen ya toda la fe de Israel: el Cántico de Moisés (Ex 15,1-21) o el de Débora (Jue 5) sino que es muy posible que en la base del Hexateuco y de toda la historia de Israel haya una confesión de *fe cultual que proclama en la acción de gracias las altas gestas de Yahveh para con su pueblo. Asi desde los origenes la verdadera fe es confesión en la acción de gracias. Esta tradición se desarrolla constantemente a medida que Israel va adquiriendo más conciencia de la generosidad de Dios, y se expresa en todos los terrenos: en la literatura profética (Is 12; 25; 42,10…, 63, 7…; Jer 20,13) y sacerdotal (IPar 16,8…; 29,10-19; Neh 9,5-37), en las composiciones monumentales de los últimos escritos del AT (Tob 13,1-8; Jdt 16,1-17, Eclo 51,1-12, Dan 3,26-45.51-90).

NT.

El NT, por ser la revelación y el don de la gracia perfecta (cf. Jn 1,17), es también en la persona del Señor la revelación de la perfecta acción de gracias tributada al Padre en el Espiritu Santo.

1. El vocabulario cristiano. Este es heredero, a través de los LXX, de la tradición del AT. La acción de gracias es inseparable de la *confesión (gr. homologeo Mt 11,25; Lc 2,38; Heb 13,15), de la alabanza (gr. aineo: Lc 2,13,20; Rom 15,11) de la glorificaciónn (gr. doxazo: Mt 5,16; 9,8) y siempre, en forma privilegiada, de la bendición (gr. eulogeo: Lc 1,64.68; 2,28; lCor 14,16 Sant 3,9). Pero un término nuevo prácticamente ignorado por el AT (gr. eukharisteo, eukharistia) invade el NT (más de 60 veces), manifestando la originalidad y la importancia de la acción de gracias cristiana, respuesta a la *gracia (kharis) dada por Dios en Jesucristo. La acción de gracias cristiana es una *eucaristí­a y su expresión acabada es la eucaristia sacramental, la acción de gracias del Señor, dada por éste a su Iglesia.

2. La acción de gracias del Señor. El gesto supremo del Señor es una acción de gracias; el *sacrificio que Jesús hace de su vida consagrándola al Padre para santificar a los suyos (Jn 17,19) es nuestra eucaristí­a. En la cena y en la cruz revela Jesús el móvil de toda su vida, así­ como el de su muerte: la acción de gracias de su corazón de *Hijo. Se requiere la pasión y la muerte de Jesús para que pueda glorificar plenamente al Padre (Jn 17,1), pero toda su vida es una acción de gracias incesante, que a veces se hace explí­cita y solemne para inducir a los hombres a creer y a dar gracias a Dios con él (cf. Jn 11,42). El objeto esencial de esta acción de gracias es la obra de Dios, la realización mesiánica, manifestada particularmente por los milagros (cf. Jn 6,11; 11,41ss), el don de su palabra, que Dios ha hecho a los hombres (Mt 11,25ss).

3. La acción de gracias de los discipulos. El don de la eucaristí­a a la Iglesia expresa una verdad esencial: sólo Jesucristo es nuestra acción de gracias, como él solo es nuestra alabanza. El da el primero gracias al Padre, y los cristianos tras él y en él: per ipsum et cum ipso et in ipso. En la acción de gracias cristiana, como en toda oración cristiana, Cristo es el único modelo y el único mediador (cf. Rom 1,8: 7,25; ITes 5,18; Ef 5,20; Col 3,17). Los primeros cristianos, conscientes del don recibido y arrastrados por el ejemplo del maestro, hacen de la acción de gracias la trama misma de su vida renovada. La abundancia de estas manifestaciones tiene algo sorprendente. Son los cánticos de Lc I y 2, provocados, como ciertos cánticos del AT, por la meditación lenta y religiosa de los acontecimientos. Son los “reflejos” de acción de gracias de los apóstoles y de las primeras comunidades (Act 28,15; cf. 5,41; 21,20; Rom 7,25; 2Cor 1,11; Ef 5,20; Col 3,17; ITes 5,l8). Son sobre todo los grandes textos de Pablo, tan evocadores de su acción de gracias “continua” (ICor 1,14; Flp 1,3; Col 1,3; ITes 1,2; 2,13; 2Tes I,3), que adoptan a veces la forma solemne de la bendición (2Cor 2,3; Ef 1,3). Toda la vida cristiana, toda la vida de la Iglesia, está para Pablo sostenida y envuelta por una combinación constante de súplica y de acción de gracias (ITes 3,9s; 5,17s; Rom 1,8ss) El objeto de esta acción de gracias, a través de toda clase de acontecimientos y de signos, es siempre el mismo, el que llena la gran acción de gracias de la epí­stola a los Efesios: el *reino de Dios, el advenimiento del Evangelio, el *misterio de Cristo, fruto de la redención, desplegado en la *Iglesia. El Apocalipsis amplia esta acción de gracias hasta las dimensiones de la vida eterna. En la *Jerusalén celeste, acabada ya la obra mesiánica, la acción de gracias viene a ser pura alabanza de gloria, contemplación absorta de Dios y de sus maravillas eternas (cf. Ap 4,9ss; 11,16s; 15,3s; 19,1-8). -> Bendición – Confesar – Culto – Eucaristia – Gozo – Alabanza – Oración.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

Dos palabras hebreas (yāḏāh y tôḏah) y dos palabras griegas (eucharisteuō y eucharistia) son los términos principales para expresar la «acción de gracias». En Mateo 11:25 se usa además exomologeō. Esta presentación tratará exclusivamente con palabras del NT.

Nuestro Señor expresó su agradecimiento por la comida material (Jn. 6:11, 23), por contestación a la oración (Jn. 11:41), y por el pan de la Cena del Señor (Lc. 22:17, 19; cf. 1 Co. 11:24).

Entre las bendiciones por las que se debe dar gracias se mencionan las siguientes: (1) sanidad (Lc. 17:16); (2) alimento (Jn. 6:11, 23; Hch. 27:35; Ro. 14:6; 1 Co. 10:30; 1 Ti. 4:3, 5.); (3) paz (Hch. 24:2, 5.); (4) preservación de peligros (Hch. 27:35; 28:15).

Pablo expresa frecuentemente sus agradecimientos por las bendiciones dadas a las iglesias. Notamos aquí lo siguiente: (1) proclamación de la fe (Ro. 1:8; Col. 1:3s.; 1 Ts. 1:2; cf. Ef. 1:15s.); (2) gracia otorgada (1 Co. 1:4; 2 Co. 1:11; 4:15); (3) aceptación de la palabra predicada (1 Ts. 2:13); (4) comunión en el progreso del evangelio (Fil. 1:3–5); (5) crecimiento en la gracia (2 Ts. 1:3); (6) conocimiento de la elección (2 Ts. 2:13); (7) bendiciones espirituales (Col. 1:12); (8) liberalidad en la ofrenda (2 Co. 9:11s.); (9) gozo por los convertidos (1 Ts. 3:9).

El apóstol también dio gracias por los beneficios personales tales como: (1) liberación de la esclavitud (Ro. 7:25); (2) la labor sacrificada de otros (Ro. 16:4); (3) la no ejecución de ciertos actos (1 Co. 1:14); (4) los dones otorgados a él (1 Co. 14:18); (5) el crecimiento espiritual de un amigo (Flm. 4s.).

Según sus características, la acción de gracias es aceptable según la voluntad de Dios (1 Ts. 5:18); su negligencia es siempre pecaminosa (Lc. 17:16; Ro. 1:21); será siempre un rasgo dominante de la adoración en el cielo (Ap. 4:9; 7:12; 11:17). Los cristianos deberían agradecer continuamente (1 Co. 1:4; Col. 4:2), bajo cualquier circunstancia (Fil. 4:6), a Dios, por medio de Jesucristo (Col. 3:17), y como un antídoto para el pecado (Ef. 5:4).

Wick Broomall

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (7). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

La palabra gracia –en inglés “grace”– que en referencia a la oración al tomar los alimentos, en inglés pre-Isabelino tomaba el plural gracias, no significa otra cosa que acción de gracias. (Del Latin gratiarum actio y del Italiano grazie, “gracias”.) Aunque la expresión de gratitud a Dios por sus dones cuando ha provisto lo esencial para satisfacer la más primaria de las necesidades humanas es una idea que de ninguna manera es exclusivamente cristiana (Cf, Dt 8, 10; Ex 18, 12; Lev, 39, 43), aún en el orden cristiano, siguiendo el ejemplo personal de nuestro Salvador (Jn 6, 11 y 23), la obligación de dar gracias parece haber sido enfatizada desde el mero principio. Por ello, bajo condiciones que excluyen totalmente la idea de una celebración Eucarística, se nos dice de San Pablo (Hch 27, 35) que “tomando el pan dio gracias a Dios a la vista de todos ellos y cuando lo hubo partido y empezó a comer” (Cf, I Tim 4, 3-5; Rom 14, 6; I Cor 10. 30). Pasando por alto el “Didaje” en el que las fórmulas de agradecimiento por los alimentos pueden estar conectadas con la Eucaristía del Ágape, encontramos (C.A.D. 123) al apologista Arístides declarando a cerca de sus hermanos cristianos que “sobre su comida y bebida dan gracias a Dios ” (Camb. Texts y Studies, I, 49). De la misma manera Tertuliano, “No nos reclinamos en un banquete antes de haber probado la oración—de la misma manera la oración pone fin al festín” (De orat., xxv). En casi todos los Padres se pueden encontrar pasajes similares. En particular el poeta cristiano Prudencio, a principios del siglo quinto, tiene varios himnos “Ante cibum” and “Post cibum” en los que aparecen versos como los siguientes (Cath. Hymn., III, Ante cib., ii, 10 sq.):
“Sin vuestra presencia, nada, Oh Señor, es dulce,
No hay placer a nuestros labios que pueda ser dado.
Ya sea vino que bebamos o alimentos que comamos,
Hasta que tu divina Gracia y la Fe los santifiquen.”

Podrían citarse también muchas anécdotas de primeros escritores como Gregorio de Tours y Beda, que claramente atestiguan la prevalencia de la práctica de dar gracias. Beda, por ejemplo, cuando quiere decirnos que Osvaldo y el Obispo Aidan iban a empezar a comer, hace notar que “estaban a punto de estirar sus manos para bendecir el pan” (Hist. Eccl., III, vi). Las leyes de Gales, atribuidas a los siglos noveno y décimo, cuando hablan de los tres asistentes indispensables del rey, nombran primero “su sacerdote para decir misa y bendecir su carne y bebida”, mientras que la función del sacerdote de la reina es también bendecir su carne y bebida (Haddan y Stubbs, I, 231 and 235). Guillermo de Malmesbury (Gest. pont., IV, 140) se refiere a las bendiciones de San Wulstano sobre la mesa como si perpetuaran alguna costumbre que era peculiarmente inglesa; pero se prueba curiosamente que los Normanos no eran extraños a esa práctica por una escena en los tapices Bayeux, donde vemos al Obispo Odo en Bayeux de pie frente a la mesa de un banquete, con una inscripción a su lado que dice: “Et hic episcopus cibum et potum benedicit.”

Naturalmente que en las órdenes religiosas se insiste mucho en la costumbre de dar gracias. En el Capítulo 43 de la regla de San Benito se le asigna una sección especial y se amplifica bastante en exposiciones ulteriores. Las primeras reglas monásticas de hecho requerían que cada plato que era traído a la mesa fuera bendecido separadamente antes de ponerlo frente a la comunidad. En el “Ancren Riwle” (C.A.D. 1200), que tal vez preserva la primera instancia de la palabra “Gracias’ en un tratado inglés, la acción de gracias se describe estando de pie y, puesto que incluye el “Miserere”, debe haber sido bastante larga. También se ora por las almas de los fieles en la acción de gracias después de la comida. Se atribuía gran importancia al aprendizaje apropiado de la acción de gracias por los niños. Es comúnmente un aspecto prominente en los Libros de Curtesye y otras obras medievales para la instrucción de los jóvenes. Además, la mayoría de las fundaciones educativas, como las escuelas públicas inglesas y los colegios y universidades, tenían prescritas formas especiales de dar gracias, con frecuencia parcialmente en verso, algunas de las cuales subsisten hasta el presente. La acción de gracias que provee la Iglesia esta contenida en el “Breviario Romano” bajo el título “Benedictio Mensae”.La forma para la cena, tanto antes como después de comer, varía ligeramente de la que está asignada a la comida de mediodía, y durante las octavas de ciertas grandes fiestas, se reemplazan algunos versos de uso ordinario por otros especiales. La acción de gracias se inicia con la aclamación “Benedicite”, que es dicha por un oficiante y repetida por todos los presentes. Las gracias antes de las comidas comúnmente encontradas en los catecismos para niños y usada por los laicos consiste sustancialmente de una traducción de dos partes de la más larga acción de gracias latina, la bendición se dice antes de los alimentos y la acción de gracias que se dice después. De esta más larga acción de gracias contenida en el Breviario, el Prior Cabrol dice con razón que toda la serie de fórmulas con sus apropiadas citas de los Salmos, en particular del Sal. XXXIII, posee una gran antigüedad. De hecho, una gran parte de las formas existentes pueden ser rastreadas hasta el siglo noveno. Ver por ejemplo Rhabanus Maurus, “Deins. cleric.”, II, x. La bendición, “Bendícenos señor, y estos dones”, etc., que es conservada en nuestra abreviada acción de gracias , se encuentra en el “Sacramentario Gelasiano”, que es considerablemente anterior. Además, sin coincidencia verbal precisa, puede decirse que nuestra existente y más larga acción de gracias resuena con el lenguaje del más temprano documento de su clase que haya sido preservado hasta nosotros. Este se encuentra en un tratado dudosamente atribuido a San Anastasio, pero ciertamente de una fecha temprana, y probablemente por lo menos, el trabajo de un contemporáneo. Es principalmente en este tratado que G. von der Goltz basa su teoría del desarrollo de la acción de gracias para las comidas de la primitiva Eucaristía (Goltz, “Tischgebete und Abendmahlsgebete”, pp. 33 sq.). Este trabajo (De virginitate) es notable por la circunstancia que el escritor recomienda como una oración que se encuentra en el “Didaje” en aparente conexión con una celebración Eucarística. También encontramos en este documento del siglo cuarto el versículo, “Nuestro misericordioso y compasivo Dios ha dado alimento a aquellos que le temen”, y en la acción de gracias del Breviario actual tenemos:

“El Señor compasivo y misericordioso, ha perpetuado la memoria de Sus maravillas. Le ha dado alimento a aquellos que le temen.”

Otra temprana acción de gracias se encuentra en ” Constituciones Apostólicas “, VII, xliv.

Ver: ACCIÓN DE GRACIAS EN LAS COMIDAS

BAUDOT en Dictionnaire d’archeol. chret. et de liturgie, s.v. Benediction de la Table; CABROL, Le liver de la priere antique (Paris, 1900), 364-369; GAVANTUS, Thesaurus sacrorum rituum, III (Venice, 1823), 233-25; MARTENE, De antiquis ecclesiae ritibus, IV (Venice, 1783), 29-32; BRADSHAW in FURNIVALL, el Babees Book, Early Eng. ‘font-size:10.0pt;mso-bidi-font-size: 12.0pt;mso-ansi-language:EN-US’>Text Soc., Preface (London, 1885). ‘font-size:10.0pt;mso-bidi-font-size:12.0pt’>Sin embargo, los detalles más completos son dados en la excelente pequeña monografía de H.L. Dixon, Saying Grace (London, 1903), que contiene muchos documentos impresos completos. Pero ver también: VON DER GOLTZ, Tischgebete und Abendmahlsgebete (Leipzig, 1905), una de las series Texte u. Untersuchungen, y KELLER en Archaeological Journal, XXI, 347-365.

HERBERT THURSTON
Transcrito por Barbara Jane Barrett
Traducido por Javier L. Ochoa M.

Fuente: Enciclopedia Católica