ACUSACION

v. Cargo
Ezr 4:6 escribieron a contra los habitantes de
Joh 18:29 ¿qué a traéis contra este hombre?
Act 25:7 lo rodearon .. presentando .. graves a
1Ti 5:19 contra un anciano no admitas a sino


Acción de imputar a alguien un delito. Al acusado se le llama a rendir cuentas.
Una palabra hebrea que se traduce †œacusación† (sit·náh) viene del verbo raí­z sa·tán, que significa †œresistir†. (Esd 4:6; compárese con Zac 3:1.) La palabra griega que con más frecuencia se traduce †œacusar† es ka·te·go·ré·o, y transmite la idea de †˜hablar contra†™ alguien, por lo general en un sentido judicial o legal. (Mr 3:2; Lu 6:7.) La palabra griega di·a·bál·lo, traducida en Lucas 16:1 †˜acusar†™, también puede traducirse †˜calumniar†™ (Int), y está relacionada con di·á·bo·los (calumniador), raí­z de la palabra †œDiablo†.
El término griego traducido en Lucas 3:14 †˜acusar falsamente†™ (sy·ko·fan·té·o) se vierte †˜extorsionar por acusación falsa†™ en Lucas 19:8, si bien su significado literal es †œapoderarse por muestra de higos†. Una de las diversas explicaciones que se han dado sobre el origen de esta palabra es la siguiente: en la antigua Atenas estaba prohibida la exportación de higos fuera de la provincia. Al que denunciaba y acusaba a otros de intentar exportar higos se le llamaba †œmostrador de higos†. El término llegó a significar informador maligno, acusador por afán de lucro, acusador falso, chantajista.
Cabrí­a la posibilidad de que se acusara a alguien de un delito, pero que fuera totalmente inocente, irreprochable, ví­ctima de una acusación falsa. Por eso, aunque la ley hebrea imponí­a a todo miembro de la nación la responsabilidad de denunciar a los malhechores, también suministraba la protección que el acusado necesitaba. Unos cuantos ejemplos de la ley mosaica servirán para ilustrar estos principios. Si una persona tení­a conocimiento de algún delito, debí­a hacer llegar la acusación a las autoridades debidas (Le 5:1; 24:11-14), quienes, por su parte, tení­an que †œescudriñar e investigar e inquirir cabalmente† las acusaciones para determinar su validez antes de administrar el castigo. (Dt 13:12-14.) El testigo de un mal no debí­a encubrirlo ni eludir la responsabilidad de acusar al culpable, aunque fuera un pariente cercano, como un hermano, un hijo, una hija o el cónyuge. (Dt 13:6-8; 21:18-20; Zac 13:3.) Se requerí­a el testimonio de dos o tres testigos, no siendo suficiente la palabra de un solo acusador. (Nú 35:30; Dt 17:6; 19:15; Jn 8:17; Heb 10:28.)
La ley de Moisés también conferí­a al acusado el derecho de enfrentarse al acusador ante el tribunal de justicia para que pudiera probarse totalmente la veracidad de los cargos. (Dt 19:16-19; 25:1.) Un caso tí­pico fue el de las dos prostitutas que se presentaron con un niño ante el rey Salomón para que decidiera cuál era la verdadera madre. (1Re 3:16-27.)
La ley romana también requerí­a que los acusadores se presentaran ante el tribunal. Por esa razón, cuando Pablo, ciudadano romano, fue juzgado ante los gobernadores Félix y Festo, también se requirió la presencia de los acusadores. (Hch 22:30; 23:30, 35; 24:2, 8, 13, 19; 25:5, 11, 16, 18.) Sin embargo, la comparecencia de Pablo ante César en Roma tení­a como objeto conseguir su absolución, no acusar a su propia nación. (Hch 28:19.) No fue Pablo, ni siquiera Jesús, sino Moisés, quien, mediante su conducta y escritos, acusó a la nación judí­a de violar la Ley. (Jn 5:45.)
Se acusó a tres hebreos de no adorar a la imagen de oro de Nabucodonosor, y como consecuencia, se les arrojó a un horno ardiente. La acusación era verdadera, pero estaba basada en una ley mala. Como no habí­an cometido ningún delito, cuando apelaron al Tribunal Supremo celestial, Jehová los declaró inocentes. (Da 3:8-25.) De manera similar, se libró a Daniel de la muerte y a los acusadores que urdieron un complot contra él se les arrojó a los leones. (Da 6:24.) En estos dos relatos la palabra †œacusaron† traduce la frase aramea que significa literalmente †œcomieron los trozos [de carne arrancada del cuerpo]†, frase que también puede traducirse †œcalumniaron†. (Da 3:8; 6:24, notas.) Los opositores a la reconstrucción del templo de Jerusalén escribieron una carta en la que acusaban de subversión a los constructores, y debido a esa acusación falsa, se prohibió que siguieran las obras, prohibición que posteriormente resultó ser ilegal. (Esd 4:6–6:12.) De igual modo, los lí­deres religiosos buscaron maneras de acusar a Jesús de infringir la ley. (Mt 12:10; Lu 6:7.) Por fin consiguieron que se arrestara a aquel hombre inocente, y en el juicio siguieron acusando falsamente con gran vehemencia al Justo, Jesús. (Mt 27:12; Mr 15:3; Lu 23:2, 10; Jn 18:29.) Estos ejemplos muestran lo impropio que es levantar falsos testimonios, en especial si los que lo hacen ocupan posiciones de autoridad. (Lu 3:14; 19:8.)
En la congregación cristiana, los ancianos y los siervos ministeriales no solo no deben levantar falso testimonio contra otros, sino que además ellos mismos tienen que estar libres de acusación. (1Ti 3:10; Tit 1:6.) En el caso de que se acuse a un anciano, debe haber dos o tres testigos que respalden la acusación. (Mt 18:16; 2Co 13:1; 1Ti 5:19.) Toda la congregación debe estar libre de acusación (1Co 1:8; Col 1:22), aunque esto no significa que estará libre de acusación falsa, pues el Gran Adversario, Satanás el Diablo, es el †œacusador de nuestros hermanos, que los acusa dí­a y noche delante de nuestro Dios†. (Rev 12:10.)

Fuente: Diccionario de la Biblia