AZAZEL

Lev 16:8.


Azazel (heb. ‘A5>’5Ll, quizá “separación [alejamiento]”, “el que aleja”). La etimologí­a más aceptada descompone el vocablo en ‘Lz, “cabra” o “macho cabrí­o” (por ser de género epiceno; es decir, con la misma terminación se designa al macho y a la hembra), más ‘>5al, “que se va” (y así­, “un chivo enviado fuera [emisario, que se lleva el pecado]”). La frase “chivo emisario” nos viene de la Vulgata: capro emissario (frases afines: “chivo expiatorio” o “ví­ctima expiatoria”). A su vez, la expresión latina se basa aparentemente en la revisión 123 de la LXX de Sí­maco, donde el gr. trágos aperjómenos es una traducción del heb. ‘Lz ‘>5al. Nuestro “Azazel” es una transliteración directa del hebreo. Término que aparece en Lev 16:8, 10, 26. Algunos eruditos creen que se refiere a un ser personal o a un demonio particular; otros, al acto de enviar; y otros, al lugar adonde se enviaba al chivo. La RVR lo toma como un nombre personal. Dos hechos soportan esta idea: 1. La construcción paralela hebrea, “por Yahweh… por Azazel”, implica que Azazel es un ser personal (así­ como lo es Jehová, el Señor). 2. Ciertos expositores y escritores judí­os lo consideraron de ese modo. Por ejemplo, el libro seudoepigráfico (apócrifo) de Enoc caracteriza a Azazel como el que “ha enseñado todas las injusticias del mundo” (Enoc 9:6), y añade que “toda la tierra se ha corrompido por las obras que enseñó Azazel: a él se atribuye todo pecado” (10:8). Azazel también es representado como atado de manos y pies y echado a un abismo en algún lugar del desierto, esperando “el gran dí­a del juicio”, cuando “será echado en el fuego” (10:4, 6; cf 54:1-5). El Dí­a de la Expiación se traí­an 2 chivos (machos cabrí­os) al atrio del santuario, donde se echaba suerte para elegir uno de ellos “por Yahweh” y el otro “por Azazel” (Lev 16:5-10). Con la sangre del chivo sobre el que caí­a la suerte “por Yahweh”, el sumo sacerdote hací­a expiación por el lugar santí­simo, el lugar santo y el altar del holocausto, a causa de los pecados de Israel (vs 16-19). Es importante notar que el chivo elegido “por Azazel” no tení­a parte en el servicio del Dí­a de la Expiación hasta que toda la expiación se hubiera hecho con el chivo “por Yahweh” (v 20). Sólo entonces el sumo sacerdote, simbólicamente, transferí­a los pecados acumulados durante el año al chivo “por Azazel” y lo enviaba al desierto (vs 21, 22). Era la sangre del chivo “por Yahweh” la que expiaba, simbólicamente, los pecados del pueblo (vs 15-17). La sangre del chivo “por Azazel” no se derramaba (vs 10, 20). Su alejamiento representaba la eliminación del pecado del universo. Durante el tiempo del segundo templo, como lo describe la Mishná, el sumo sacerdote ataba un hilo rojo a la cabeza del chivo por Azazel que habí­a sido elegido por suerte, mientras otro hilo se ataba al cuello del otro chivo. Al finalizar el dí­a de actividades, el sumo sacerdote poní­a sus 2 manos sobre el chivo emisario y hací­a su confesión, diciendo: “Oh, Dios, tu pueblo, la casa de Israel, ha cometido iniquidad, ha transgredido y pecado delante de ti. Oh Dios, perdona, te pido, las iniquidades y transgresiones y pecados que tu pueblo, la casa de Israel, ha cometido y transgredido y pecado delante de ti; como está escrito en la ley de tu siervo Moisés: ‘Porque en este dí­a se hará expiación por vosotros, y seréis limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová’ “. Entonces el chivo era llevado al desierto, a cierta hondonada. Allí­, quien lo llevaba, dividí­a el cordón rojo en 2 pedazos: una mitad la ataba a una roca y la otra mitad entre los 2 cuernos; luego lo hací­a caer por el precipicio para morir. Se consideraba que el chivo llevaba los pecados del pueblo, y el santuario quedaba limpio cuando el chivo morí­a en el desierto. Bib.: Mishná, Yoma 4:1, 2; 6:1-8.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

nombre de un demonio que, según los hebreos y los cananeos antiguos, moraba en el desierto. El gran dí­a de la Expiación, se echaba la suerte sobre dos machos cabrí­os, uno de los cuales, el de Yahvéh, se sacrificaba, y el otro, el de A., se soltaba en el desierto cargado con todas las culpas del pueblo, transferidas al macho cabrí­o delante de Yahvéh, Lv 16, 8 ss.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Un término que aparece sólo en Lev 16:8, Lev 16:10 y 26. Se ha interpretado de diversas formas. Se usa para referirse al segundo de los machos cabrí­os sobre los cuales se echaban suertes en el dí­a de la Expiación.

El primer macho cabrí­o era sacrificado como una ofrenda por el pecado (Lev 16:9), pero sobre el otro macho cabrí­o se transferí­an los pecados del pueblo por la oración y la imposición de manos (Lev 16:26). Luego era soltado en el desierto.

En las Escrituras se puede ver un paralelo del macho cabrí­o para Azazel. En el ritual para el leproso recuperado, se libraba a un pájaro vivo al campo para llevar lejos el mal, y luego el leproso era declarado limpio (Lev 14:6).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Denominación aplicada a uno de los dos machos cabrí­os que eran traí­dos delante del sumo sacerdote en el gran dí­a de la expiación. Habí­a que echar suerte sobre ambos. †œEl macho cabrí­o sobre el cual cayere la suerte por Jehovᆝ era sacrificado. †œMas el macho cabrí­o sobre el cual cayere la suerte por A., lo presentará vivo delante de Jehová para hacer la reconciliación sobre él, para enviarlo a A. al desierto† (Lev 16:8-10).

Se ha discutido mucho sobre el significado de esta palabra. Se habla de que quizás A. era el nombre de un lugar y el animal recibí­a por eso ese nombre. Pero una gran parte de los eruditos opina que el animal era enviado al desierto, considerado éste como habitación de los demonios (comp. Luc 11:24 : †œCuando el espí­ritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo†), llevando hacia allá †œtodas las iniquidades de los hijos de Israel, todas sus rebeliones y todos sus pecados…. Y aquel macho cabrí­o llevará sobre sí­ todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada† (Lev 16:21-22).
las muchas ideas asociadas a este hecho, no puede dejar de subrayarse la que se relaciona con la realidad del olvido divino de los pecados confesados (†œ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? … porque se deleita en misericordia. El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados† [Miq 7:18-19]).
én se interpreta que A. es el nombre de un †œpoder† o ser angelical maligno. De manera que al mandar el animal al desierto †œa A.†, se está remitiendo el pecado a su origen. En uno de los libros apócrifos que lleva el nombre de Enoc, se pone a un ángel caí­do llamado A. como el lí­der de los seres angelicales que buscaron ayuntamiento con las hijas de los hombres. Ese A., según el relato apócrifo, fue quien enseñó a los hijos de los hombres a fabricar armas y ornamentos.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

(-> ángeles, chivos, expiación). Figura sagrada, de carácter ambiguo, que ha tenido cierta importancia en la apocalí­ptica y en el ritual de Lv 16. Aparece como ángel violador o como divinidad del desierto.

(1) Apocalí­ptica. Azazel aparece como Dios en algunos paí­ses del entorno bí­blico, con el significado probable de “el Fuerte” (o “la Fuerte”), y puede haber sido venerado incluso en el santuario preislámico de La Meca, en forma de diosa: ella serí­a Al-Uzza, la Fuerte (Corán 53,19). Aparece también (unido a Semyaza) como uno de los jefes de los doscientos ángeles violadores. Primero ocupa el décimo lugar (cf. 1 Fien 6,7; 8,1), pero después viene a presentarse, en paralelo con Semyaza, como difusor de los secretos celestiales, guí­a de los violadores de mujeres, culpables de la sangre derramada sobre el mundo (1 Fien 9,49) En un plano histórico-literario, esta dualidad satánica Semyaza/Azazel puede (y quizá debe) explicarse a partir de la convergencia de tradiciones diferentes. Pero dentro de 1 Hen 9 se acentúa luego la importancia de un espí­ritu o del otro. Así­ lo indica la palabra posterior de Dios a los arcángeles en la que Azazel aparece como instigador y origen principal de la perversión: “Se ha corrompi do toda la tierra por la enseñanza de las obras de Azazel; adscrí­bele toda la culpa” (1 Hen 10,8). Los hombres son inocentes, pero han sido sometidos a una gran des-gracia, cuyo responsable es Azazel, espí­ritu satánico o perverso, quien, por tanto, ha de ser arrojado a la tiniebla, consumido por el fuego del gran juicio, para que la tierra se vivifique (cure), por la acción de Rafael, medicina de Dios (cf. 1 Hen 10,4-8). En un momento posterior, Semyaza viene a presentarse como causante de esos mismos males, siendo condenado (1 Hen 10,11-16).

(2) Leví­tico 16. Azazel ha influido en la tradición bí­blica porque está vinculado al rito del chivo* emisario (Lv 16), apareciendo como un Dios-Demonio del desierto, al que se enví­an los pecados del pueblo. En este contexto, Dios se define como santidad; es dueño universal del cosmos y tiene su morada sobre el cielo, como indica la teologí­a del templo (cf. 1 Re 8; Ex 40,34). Azazel aparece como antí­tesis de Dios: es el pecado que habita fuera del espacio habitable (en el desierto). El texto no teoriza: no se esfuerza por fijar su rostro, definirle o presentarle. Entre Dios y Azazel, representando al pueblo, se eleva el Sacerdote. No hace falta rey, pues el problema no es polí­tico. Tampoco es necesario un profeta, como en tiempo de Elias. Aquí­ se necesita un sacerdote que realice bien el rito de purificaciones, tomando en sus manos la sangre que limpia y consagra el lugar de Dios, para expulsar después lejos los pecados del pueblo, cargados sobre el chivo de Azazel. En este contexto se habla de los dos chivos. Es evidente que tienen un sentido ambivalente: pueden significar el bien (sangre de Dios), pero también el mal (son portadores de pecado). Están en el lí­mite entre Dios y Azazel, en la frontera donde bien y mal se unen; por eso hay que echarlos a suertes. Evidentemente, los chivos representan al pueblo: son como las dos caras de una misma humanidad que se puede abrir a Dios (sangre purificadora) o perderse en el desierto (impureza que no puede limpiarse). Empiezan estando mezclados de modo que se deben sortear (Lv 16,8-10), conforme a un rito que recuerda viejos gestos sacrales, conocidos dentro de Israel por los Urim y Tumim (cf. Ex 28,30; Lv 8,8; Nm 27,21; Dt 28,8.10). Es como si, llegando al lí­mite, no se distinguieran bien y mal, Dios y Azazel. Es como si al fin sólo quedara la fortuna, que a uno le pone al servicio de Dios y a otro le hace servidor del diablo (dualismo*). íZIMOS
(-> pascua, levadura, pan). En el centro de la religión israelita encontramos la fiesta de los Azimos, es decir, del pan nuevo (sin levadura) que los fieles comen cada año, realizada la cosecha, para dar gracias a Dios por el nuevo fruto de la tierra. Es como si la vida comenzara con cada cosecha, marcada por el cultivo y elaboración del pan. Por eso, la vida social, comida y culto, se renuevan en el tiempo de los ázimos, cuando los fieles comienzan a comer otra vez el pan virgen, que no está fermentado, pues no puede mezclarse el pan nuevo con la levadura del año anterior (en aquel tiempo no habí­a levaduras sintéticas, sino que la masa fermentada de la semana anterior serví­a como levadura para la masa de la semana siguiente).

(1) Fiesta del pan nuevo. Al principio, la celebración de los Azimos se concebí­a de una forma autónoma, como fiesta de la renovación del pan, vinculada al ritmo anual de la cosecha de cereales, como empieza destacando el Código de la Alianza (Exodo) y ratifica el de la Santidad (Leví­tico): “Guardarás la fiesta de los Azimos: siete dí­as comerás ázimos en el mes de Abib” (Ex 23,14). “El mes primero, el dí­a catorce del mes, entre dos luces, será la Pascua de Yahvé. El quince de este mes se celebrará la fiesta de los ázimos en honor de Yahvé. Durante siete dí­as comeréis panes ázimos… Ofreceréis durante siete dí­as manjares cocidos a Yahvé. El séptimo dí­a celebraréis reunión sagrada; no haréis ningún trabajo servil” (Lv 23,5-8). Esta fiesta de los Azimos define el mes de las espigas (= Abib) y se integra en un contexto más extenso de celebraciones agrí­colas, que expresan y expanden el agradecimiento de los labradores hacia Dios por la cosecha. Las fiestas agrarias, unidas a los dones del campo, marcan el ritmo de las estaciones del año y ponen de relieve la misma abundancia de la vida, que se eleva ante Dios en gesto agradecido. En principio, en este contexto agrí­cola, no hay sacrificios de animales. En su origen, la fiesta de los Azimos proviene de tradiciones campesinas que celebran el comienzo del año del pan. Acaba el ciclo antiguo cuando el pan añejo se consume y debe ya comerse el nuevo, marcando de esa forma una ruptura, un comienzo de vida. Por eso, la masa primera de ese pan nuevo no puede fermentarse con la masa vieja, de la semana (y del año) anterior, hecha levadura.

(2) El riesgo de la levadura. Cada año se mide y celebra por la unidad de su pan. Con la nueva cosecha empieza otro año, con un pan que, por definición, tiene que comenzar siendo ázimo, porque marca el comienzo de una nueva acción de Dios en la Tierra. Israel no celebra el mito anual del Dios de la cosecha (que muere y resucita), pero su ritmo celebrativo está marcado de forma anual y semanal por el pan: empieza el año nuevo con el pan ázimo, cuya masa se va renovando, conservada como levadura, semana tras semana, hasta los ázimos siguientes. Los israelitas han sentido gran reserva ante la levadura, pensando quizá que el fermento es peligroso y debe regularse, comenzando de nuevo cada año. Por eso han buscado una fermentación anual del pan, sin que se mezcle el nuevo y el antiguo. Comer una semana panes ázimos implica comenzar un año nuevo, repitiendo así­ la historia y gozo de la entrada en Palestina. “Durante siete dí­as comeréis ázimos: desde el primer dí­a retiraréis de vuestra casa la levadura. Quien coma pan fermentado cualquiera de esos siete dí­as, será excluido de la casa de Israel. Guardaréis la fiesta de los Azimos porque ese mismo dí­a saqué yo a vuestros ejércitos del paí­s de Egipto. Guardad ese dí­a, de generación en generación, como ley perpetua. Comeréis ázimos en el mes primero, desde el dí­a catorce por la tarde hasta el dí­a veintiuno por la tarde. Quien coma algo fermentado… será excluido del pueblo de Israel” (Ex 12,15-20; cf. Ex 23,15; Dt 16,3-16). En ese contexto, resulta normal que las ofrendas* de pan para Dios sean sin levadura, como indican algunos textos antiguos (cf. Je 6,19-21; 1 Sm 28,24) y el ritual del templo (cf. Ex 29,2; Lv 2,4-5; Nm 6,15-19).

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

(Macho Cabrí­o Que Desaparece).
La palabra †œAzazel† figura cuatro veces en la Biblia, todas ellas en el registro de las disposiciones reglamentarias relacionadas con el Dí­a de Expiación anual. (Le 16:8, 10, 26.)
La etimologí­a de esta palabra es objeto de discusión. Si nos atenemos a la grafí­a del texto masorético hebreo, `aza´·zél parece ser una combinación de las raí­ces de dos palabras cuyos significados son †œmacho cabrí­o† y †œdesaparecer†, de ahí­: †œMacho Cabrí­o Que Desaparece†. Según otra derivación etimológica propuesta, basada en la opinión de que hay en la palabra una transposición de dos consonantes, significa †œFuerza de Dios†. La Vulgata latina traduce el vocablo hebreo como caper emissarius, es decir, †œmacho cabrí­o emisario† mientras que la expresión griega que aparece en la Septuaginta significa †œque se lleva (aparta) los males†.
En el Dí­a de Expiación, el sumo sacerdote tomaba dos machos cabrí­os (cabritos) de la asamblea de los hijos de Israel, y después de echar suertes, uno de ellos se designaba †œpara Jehovᆝ y el otro, †œpara Azazel†. Una vez sacrificado un toro a favor del sumo sacerdote y su casa (seguramente todos los levitas), se sacrificaba el macho cabrí­o †œpara Jehovᆝ como ofrenda por los pecados. Sin embargo, el que se apartaba para Azazel se conservaba con vida †œdelante de Jehová para hacer expiación por él, a fin de enviarlo para Azazel al desierto†. (Le 16:5, 7-10.) Ya que la vida está en la sangre (Le 17:11), la sangre vertida del macho cabrí­o para Jehová, sacrificado poco antes como ofrenda por los pecados, le conferí­a facultad expiatoria al macho cabrí­o para Azazel. Así­, el valor de la sangre o de la vida de aquel se transferí­a al macho cabrí­o vivo para Azazel, de modo que aunque el sacerdote no lo sacrificaba, el animal llevaba sobre sí­ mérito expiatorio, o el valor de la vida que procedí­a del otro animal. El que se le presentara delante de Jehová debió indicar que El aprobaba esta transferencia de facultad expiatoria. Existí­a en la Ley un procedimiento semejante, relacionado con la limpieza ceremonial de un israelita que era curado de lepra o de una casa que quedaba limpia de la misma enfermedad: se mojaba un pájaro vivo en la sangre de otro al que previamente se habí­a dado muerte, y entonces se le echaba a volar, lo que representaba que se llevaba consigo el pecado. (Le 14:1-8, 49-53.)
Los dos machos cabrí­os debí­an ser sin tacha, sanos y lo más parecidos posible. Antes de que se echaran las suertes sobre ellos, ambos tení­an la posibilidad de ser el macho cabrí­o escogido para Jehová. Después de sacrificar el macho cabrí­o para Jehová, el sumo sacerdote poní­a las manos sobre la cabeza del otro y confesaba sobre él los errores de todo el pueblo. Seguidamente, se le enviaba al desierto, conducido por †œun hombre preparado para ello†. (Le 16:20-22.) De esa manera, el macho cabrí­o para Azazel llevaba sobre sí­, en sentido figurado, los pecados del pueblo de todo un año, y desaparecí­a con ellos en el desierto.
A ambos animales se les consideraba una sola ofrenda por el pecado. (Le 16:5.) Parece que se usaban dos con el objeto de resaltar lo que conseguí­a esta provisión para la expiación de los pecados del pueblo: el primero se sacrificaba, pero el segundo, al llevar consigo a un lugar distante en el desierto los pecados confesados del pueblo, realzaba de manera especial el perdón que Jehová concedí­a a los que se arrepentí­an. A este respecto, el Salmo 103:12 asegura: †œTan lejos como está el naciente del poniente, así­ de lejos ha puesto de nosotros nuestras transgresiones†.
Tal como explicó el apóstol Pablo, el que Jesús sacrificara su vida humana perfecta como expiación por los pecados de la humanidad logró infinitamente mucho más que lo que se habí­a conseguido con †œla sangre de toros y de machos cabrí­os†. (Heb 10:4, 11, 12.) Por lo tanto, sirvió de †œví­ctima expiatoria†, †˜cargó con nuestras dolencias†™ y †œse le estuvo traspasando por nuestra transgresión†. (Isa 53:4, 5; Mt 8:17; 1Pe 2:24.) El †œcargó† con los pecados de todos los que ejercen fe en el valor de su sacrificio y así­ ha materializado la provisión de Dios para desterrar por completo el pecado. De estas diversas maneras, el macho cabrí­o †œpara Azazel† representó el sacrificio de Jesucristo.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Este término (heb. ˓azā˒zēl) sólo aparece en la descripción del día de la expiación (Lv. 16.8, 10 (dos veces), 26). Hay cuatro posibles interpretaciones. 1. La voz denota “macho cabrío expiatorio”, y debemos explicarla como “el macho cabrío (˓ēz) que se aleja (de ˒āzal)”. 2. Se la emplea como infinitivo, “a fin de quitar”; cf. el ár. ˓azala, ‘quitar’. 3. Se refiere a una región deshabitada (cf. Lv. 16.22) o “precipicio” (G. R. Driver; cf. neb y °bc, nota). 4. Es el nombre de un demonio que ronda esa región, derivado de ˓āzaz, ‘ser fuerte’, y ˒ēl, ‘Dios’.

La mayor parte de los eruditos prefiere la última posibilidad debido a que en el vv. 8 aparece en paralelo con el nombre del Señor. Enoc (6.6 en adelante) menciona frecuentemente a Azazel como ángel caído, pero probablemente el autor adquirió este concepto de Lv. 16. El significado de este rito debe ser que el pecado era eliminado, en forma simbólica, de la sociedad humana y llevado a la región de la muerte (cf. Mi. 7.19). No conlleva la idea de sacrificio ofrecido al demonio (cf. Lv. 17.7).

Bibliografía.R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985, pp. 636ss; W. Eichrodt, Teología del Antiguo Testamento, 1975, t(t). II, pp. 229ss; A. Pimentel, “‘aza’zel”, °EBDM, t(t). I, cols. 958–961.

W. H. Gispen, “Azazel”, en Orientalia Neerlandica, 1948, pp. 156–161; G. R. Driver, JSS 1, 1956, pp. 97s.

A.VANS.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico