CISTERNA

v. Estanque, Fuente, Pozo
Gen 37:22 no derraméis sangre; echadlo en esta c
Exo 21:33 si alguno abriere un pozo, o cavare c
Deu 6:11 c cavadas que tú no cavaste, viñas y
Jer 2:13 cavaron .. c, c rotas que no retienen
Jer 37:16 entró .. Jeremías en la casa de la c
Jer 38:6 a Jeremías y lo hicieron echar en la c


Cisterna (heb. bôr y bo’r). Estanque artificial y generalmente subterráneo para almacenar agua. Como en Palestina falta la lluvia durante varios meses cada año, y la topografí­a del paí­s es tal que el agua se escurre rápidamente de las abruptas laderas de los cerros por numerosos torrentes ésta se debe recoger y almacenar por medios artificiales para mantener con vida a la población. La mayorí­a de las casas tení­an cisternas en la que se podí­a recoger el agua de los techos. En medio del campo se abrí­an para dar agua a los animales. La mayorí­a de ellas consistí­a en un tubo estrecho que bajo tierra se ensanchaba para formar un cilindro más ancho en la roca viva, y cuya abertura superior se podí­a tapar con una piedra plana (Pro 5:15; Jer 2:13; Lev 11:36; etc.), Algunas referencias a “pozo” * en realidad corresponden a “cisterna” (2Sa 3:26; 2Ki 18:31; Ecc 12:6; Isa 30:14; 36:16; etc.); también algunas referencias a “pantano” (Eze 47:11; el término heb. gebe’ puede significar “cisterna”, “foso”: ac. gubbu). Se han descubierto y limpiado muchas cisternas en los años recientes, las que revelaron 235 cuán avanzado estaba a fines del 2º milenio a.C. el arte de impermeabilizarlas mediante un buen cemento. Algunas eran muy grandes y podí­an almacenar miles de litros de agua. Una que se encontró en Gezer se estima que podrí­a contener 2.300 m3 de agua. Cí­tara. Véase Lira.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

depósito subterráneo para agua llovediza, que se hací­a en los patios de las casas o en lugares públicos para servicio del pueblo, de las cuales se abastecí­an los israelitas en época de verano, cuando no lloví­a.

Cuando las cisternas estaban secas serví­an de escondite y hasta de cárceles, 2 M 10, 37; Sb 10, 14; Jr 38, 6.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Un tanque o depósito artificial cavado en la tierra o roca para la colección y almacenaje de agua de lluvia o, algunas veces, de agua de manantial traí­da de una distancia por un conducto. Una cisterna se distinguí­a de un estanque porque siempre estaba cubierta. Las cisternas eran muy numerosas en Palestina. Los veranos largos, secos y sin lluvia, que duraban desde mayo hasta septiembre, y la poca precipitación anual junto con la falta de manantiales naturales, hací­an que la gente dependiera grandemente del agua de lluvia. El área del templo en Jerusalén tení­a por lo menos 37 cisternas grandes, una de ellas conservaba entre ocho y once millones de litros. Las cisternas públicas fueron cavadas en las rocas dentro de los muros de la ciudad para asegurar agua para el pueblo en tiempo de sitio.

Además de las grandes cisternas públicas, habí­a muchas privadas más pequeñas. Los lugares antiguos están llenos de ellas. Todas las cisternas tení­an una o más aberturas para sacar el agua a la superficie. Las cisternas vací­as a veces serví­an como prisiones. José fue echado en una de ellas (Gen 37:22) y también a Jeremí­as lo bajaron en una que tení­a un fondo lodoso (Jer 38:6). Zec 9:11 alude a la costumbre de encerrar a los prisioneros en una cisterna vací­a.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Hoyo cavado en el suelo, mayormente en la roca, con el propósito de recolectar y almacenar el agua lluvia. Los pozos eran excavaciones donde habí­a agua subterránea. En Israel ésta era abundante en el invierno, pero escasa en verano, lo cual obligaba a la gente a encontrar formas de almacenarla. Usualmente el hoyo tení­a la forma de una pera. El agujero por donde se extraí­a el agua se tapaba con una piedra. Por eso la ley mosaica imponí­a responsabilidades al que †œabriere un pozo, o cavare c., y no la cubriere† (Exo 21:33-34), pues †œun buey o asno† podí­a caer en ellos. El Señor dijo a Israel que le darí­a †œc. cavadas que tú no cavaste† (Deu 6:11). El rey Uzí­as †œedificó torres en el desierto, y abrió muchas c.† (2Cr 26:10). Dios se queja de la infidelidad de Israel diciendo que le habí­an dejado a él, †œfuente de agua viva, y cavaron para sí­ c., c. rotas que no retienen agua† (Jer 2:13).

Los hermanos de José intentaron acabar con su vida echándole en una c. (Gen 37:24), pero ésta estaba vací­a. Una c. seca, o casi seca, podí­a usarse como prisión. Como el agua en la c. no corrí­a ni se moví­a, cuando quedaba poca podí­a ser muy fangosa. A Jeremí­as le echaron †œen la casa de la c.† (Jer 37:16), o sea la cárcel. †œY en la c. no habí­a agua, sino cieno, y se hundió Jeremí­as en el cieno†, pero el rey †¢Sedequí­as le mandó sacar (Jer 38:6-13). En Lam 3:52-54 el profeta recuerda esa experiencia.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, TIPO CONS

vet, Estanque artificial cavado en tierra o en piedra para recoger y almacenar agua de lluvia o de un manantial (Pr. 5:15; Jer. 2:13). En el Oriente la prolongada estación seca (de mayo a septiembre) les obliga a almacenar así­ el agua, y el suelo calcáreo de Israel facilita su fabricación. Cuando las cisternas se encontraban secas serví­an de prisiones (Gn. 37:22; Jer. 38:6). Cisternas, tanques o pozos serví­an para la comodidad de los viajeros (Sal. 84:6). Las cisternas abandonadas quedaban rotas, sirviendo de sí­mbolo de los placeres terrenales (Jer. 2:13). A veces se utilizaban, cubiertas ligeramente y provistas de cebo, para atrapar a los incautos animales (Sal. 119:85; Pr. 22:14; Ez. 19:4). La misma expresión traducida “sepulcro” en varios pasajes, significa el mundo de los muertos o Hades, como también la prisión de los espí­ritus malignos (Sal. 28:1; Ap. 21:1; Lc. 8:31).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

En Palestina abundan mucho las cisternas, destinadas a recoger el agua en tiempos de lluvia, para el aprovisionamiento en tiempos de sequí­a, que con frecuencia se prolonga con exceso. Naturalmente, este agua recogida y estancada es menos estimada que el agua viva de los manantiales (Jn 4,9-14). La cisterna debí­a estar debidamente tapada para evitar accidentes, y si éstos ocurrí­an, caí­a toda la responsabilidad sobre el dueño de la misma (Lc 17,5). A veces se empleaban como calabozos. En una de estas cisternas estuvo preso Jeremí­as (Jer 37,15-16).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Cavidad subterránea artificial usada por lo general para almacenar agua. Mientras que los pozos se excavan a fin de aprovechar las aguas subterráneas naturales, las cisternas suelen hacerse para recoger y retener el agua de lluvia o la que procede de los manantiales. A diferencia de los estanques, lo habitual es que la parte superior esté cubierta. La palabra hebrea bohr se traduce por †œcisterna† (Gé 37:20-29; 2Sa 23:20), †œhoyo carcelario†, cuando se usa con ese propósito (Gé 40:15), y †œhoyo† cuando se refiere al †œSeol† o se cita en paralelo con esta expresión (Sl 30:3; Pr 1:12; Eze 31:14, 16).
Las cisternas eran vitales en la Tierra Prometida. Por lo general eran el único medio de disponer de un suministro suficiente de agua, pues en la zona montañosa no abundaban los pozos y los manantiales, y de encontrarse, solí­an secarse hacia el final del verano. Las cisternas artificiales para agua también hicieron posible que se formaran aldeas en lugares donde de otra forma el suministro de agua hubiera sido demasiado escaso, tal como en el Négueb. Con el fin de infundir ánimo a Su pueblo, Jehová prometió que encontrarí­an cisternas ya excavadas cuando entraran en la Tierra Prometida. (Dt 6:10, 11; Ne 9:25.) Se menciona que el rey Uzí­as labró †œmuchas cisternas† por todo Judá. (2Cr 26:1, 10.) Desde la parte alta de Galilea hasta el Négueb, las cisternas literalmente ascendí­an a miles y se han descubierto gran cantidad de ellas. Hasta parece que los moabitas pensaban que lo conveniente era que cada casa tuviera su propia cisterna. Su rey Mesá, del siglo X a. E.C., dijo, según se registra en la Piedra Moabita: †œNo habí­a cisterna en el interior de la ciudad en Qarhoh, por lo que dije a todo el pueblo: †˜Â¡Haga cada uno de vosotros una cisterna para sí­ en su casa!†™†. (La Sabidurí­a del Antiguo Oriente, edición de J. B. Pritchard, 1966, pág. 249.) Senaquerib intentó atraer a los habitantes de Jerusalén prometiéndoles que si capitulaban, †œ[beberí­a] cada cual el agua de su propia cisterna†. (2Re 18:31; Isa 36:16.)
Las cisternas solí­an labrarse en la roca. Si esta era sólida y sin grietas, habí­a poco problema de filtraciones, pero en la caliza porosa que cubrí­a gran parte de Palestina era necesario impermeabilizar las paredes interiores con yeso. Las cisternas excavadas en la tierra se revestí­an con ladrillo o piedra y entonces se enlucí­an para conseguir paredes sólidas. Estas cisternas comúnmente tení­an forma de pera, más anchas en el fondo que en la parte superior; algunas veces la boca tení­a solo de 30 a 60 cm. de diámetro. Cuando se modificaban o agrandaban las cuevas naturales para que sirvieran de cisternas, se dejaba que algunas columnas de roca natural apoyaran el techo, o se construí­an arcos dentro de la cisterna con el mismo propósito, como en unas descubiertas en el Négueb. El agua de lluvia se dirigí­a hacia el depósito subterráneo por medio de canales hechos en las laderas de las colinas.
Eclesiastés 12:6 se refiere a †œla rueda del agua para la cisterna†, pero generalmente el agua se sacaba con la ayuda de jarros suspendidos de cuerdas. El que de vez en cuando se rompieran esos jarros explica que se hayan encontrado fragmentos de cerámica en el fondo de la mayorí­a de las cisternas. La costumbre primitiva de arrojar tierra en una cisterna que tení­a agua con el fin de posar el verdí­n del agua explica en parte por qué muchas están parcialmente llenas de tierra. Las tapas que se colocaban sobre las aberturas serví­an hasta cierto grado de protección contra la contaminación del agua y evitaban que las personas o los animales cayeran dentro. El que un cuerpo muerto cayera por accidente dentro de una cisterna no hací­a que las aguas fuesen inmundas ceremonialmente; no obstante, el que sacaba el cuerpo muerto sí­ era inmundo. (Ex 21:33; Le 11:35, 36.) Además, la tapa de la cisterna ayudaba a mantener fresca el agua y a reducir la evaporación. (Jer 6:7.) Algunas cisternas grandes tení­an varias aberturas por las que se sacaba el agua, y en cisternas de gran tamaño y profundidad habí­a escaleras que descendí­an al interior hasta unos 30 m. o más.

Otros usos. En unos cuantos casos las cisternas se usaban para otros propósitos aparte de almacenar agua. Si las cisternas que se hallaban en regiones secas se sellaban contra la humedad, las ratas y los insectos, eran lugares excelentes para almacenar grano, y también podí­an camuflarse con facilidad para evitar el robo; algunas cisternas que se han encontrado en terrenos donde no hay ninguna fuente natural de agua debieron construirse a propósito como graneros. Por otra parte, a veces se utilizaron cisternas vací­as como prisiones. (Zac 9:11.) Los hermanos de José lo arrojaron a una cisterna (Gé 37:20-24), y más tarde se encontró en un †œhoyo carcelario† (literalmente, †œcisterna†) en Egipto. (Gé 40:15, nota; 41:14.) La décima plaga de Egipto alcanzó †œhasta el primogénito del cautivo que estaba en el hoyo carcelario [literalmente, †œla casa de la cisterna†]†. (Ex 12:29.) A Jeremí­as se le encarceló en †œla casa de la cisterna† y más tarde se le arrojó a un pozo fangoso. (Jer 37:16; 38:6-13.) En una ocasión, cuando los israelitas huí­an de los filisteos, algunos se escondieron en cisternas, y en otra ocasión, la gran cisterna de Asá se convirtió en una tumba para setenta cuerpos. (1Sa 13:6; Jer 41:4-9.) Debido a su naturaleza permanente, algunas cisternas sirvieron de indicadores geográficos. (1Sa 19:22; 2Sa 3:26; 2Re 10:14.)

Uso figurado. En dos pasajes dignos de mención se usa el término †œcisterna† en sentido figurado. Jehová dice que los que le abandonan para buscar protección y ayuda en otro lugar dejan en realidad †œla fuente de agua viva, para labrarse cisternas, cisternas rotas, que no pueden contener el agua†. (Jer 2:13, 18.) Aconsejando sobre la fidelidad marital, Salomón dijo: †œBebe agua de tu propia cisterna†. (Pr 5:15.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. bôr o bô’r, de bā’ar, ‘cavar o perforar’), depósito subterráneo para almacenar el agua que se juntaba cuando llovía, o procedente de vertientes. El pozo cilíndrico (be˒ēr), en cambio, recibía agua que filtraba a través de sus paredes. No obstante, el término bôr se traduce *“pozo” o *“foso” muchas veces y “cisterna” sólo 10 veces en °vrv2. Numerosas cisternas se encuentran en Palestina, donde las lluvias son escasas desde mayo a septiembre. Generalmente tienen la forma de una pera, con una pequeña abertura en la parte superior que puede ser cerrada herméticamente en prevención de accidentes (Ex. 21.33–34) o uso indebido. Tanto José (Gn. 37.22) como Jeremías (Jer. 38.6) casi perecieron en cisternas de este tipo (cf. Zac. 9.11). La mayoría de las casas de Jerusalén poseían cisternas privadas (2 R. 18.31; cf. Pr. 5.15) ; pero también había enormes cisternas públicas, una en la zona del templo con capacidad para más de 9 millones de litros. Ya para el año 1500 a.C. aprox. las cisternas se revestían con cemento (P. W. Lapp, BASOR 195, 1969, pp. 2–49), lo cual permitió el establecimiento de grandes colonias en la región desértica del Neguev (cf. 2 Cr. 26.10), especialmente en las épocas nabatea y bizantina. Cf. N. Glueck, Rivers in the Desert, 1959, pp. 94; S. M. Paul y W. G. Dever, Biblical Archaeology, 1974, pp. 127–162; EJ, 5, pp. 578s.

J.C.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico