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Sintonía y sincronía, es decir armonía, de los sentimientos propios con los de otra persona. Los sentimientos ajenos penetran en el propio yo cuando hay estados o situaciones empáticas. Y los del propio yo se transfunden al otro, en función de esas corrientes de comprensión (descubrir y entender) y de compasión (confluir) en lo referente a los afectos. La religiosidad, la devoción, el fervor, la veneración, el entusiasmo religioso, tiene mucho que ver con la capacidad empática de cada persona.
Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006
Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa