EZEQUIEL

Su llamamiento, Eze 2:1-3:11; con los cautivos en Tel-abib, Eze 3:15; tenía casa allí, Eze 3:24; Eze 8:1; intercede por Israel, Eze 9:8; Eze 11:13; muere su esposa, Eze 24:18; hecho mudo y sanado, Eze 3:26; Eze 24:27; Eze 33:22.


Ezequiel (heb. Yeje5qê’l, “Dios fortalecerá” o “la fuerza de Dios”). Sacerdote, hijo de Buzi nacido en Judá pero trasladado a Babilonia con el grupo llevado en cautiverio con Joaquí­n (597 a.C.; Eze 1:1-3). Si el “año treinta” (1:1) es una referencia a su edad, entonces tení­a unos 25 años cuando fue deportado (cf v 2). Con un grupo de judí­os se establecieron en Tel-abib (1:1, 3; 3:15), junto al “rí­o Quebar” (1:1), un canal de riego (conocido por las fuentes cuneiformes como Nâr Kabari) que pasaba por la ciudad de Nipur. La evidencia arqueológica certifica que en la zona vecina habí­a un gran asentamiento judí­o durante el tiempo de la cautividad babilónica. Ezequiel estaba casado, pero su esposa murió unos 9 años después de comenzar su cautiverio (24:1,16); parece que tení­a casa propia (Eze 3:24; 8:1; cf Jer 29:5). En el 5º año de su cautividad fue llamado al oficio profético (Eze 1:2, 3; cps 2 y 3) y sirvió como profeta por unos 22 años (29:17; desde c 593 hasta el 571 a.C.). Durante el tiempo en que el templo estuvo en ruinas y la gente en el exilio, era particularmente apropiado que los deberes de sacerdote y de profeta estuvieran unidos en una persona. Jeremí­as, cuyo ministerio fue, en parte, contemporáneo al de Ezequiel, también era sacerdote-profeta (Jer 1:1), como también lo fue Zacarí­as y sin duda lo fueron otros más (Zec 1:1; cf Ezr 5:1; 6:14; Neh 12:4, 16). En un sentido especial, Ezequiel fue un mensajero de Dios a los judí­os en cautividad, como Jeremí­as lo fue a los judí­os que permanecieron en Judá y Jerusalén, y Daniel para Nabucodonosor y la corte de Babilonia. Los 3 fueron divinamente comisionados con el propósito de asegurar los objetivos divinos en la cautividad. Aparentemente, Ezequiel fue bien recibido por la gente a quienes llevó sus mensajes inspirados, pero su misión parece haber tenido un éxito limitado (Eze 20:49; 33:32). Ezequiel, Libro de. Escrito que contiene mensajes proféticos a los judí­os en el exilio babilónico (593/92-571/70 a.C.). En las Biblias españolas Ezequiel sigue al libro de Jeremí­as y precede al de Daniel. En las Biblias hebreas es seguido por Oseas, puesto que el de Daniel está clasificado en la sección conocida como Hagiógrafos o Escritos. El libro de Ezequiel parece haber sido aceptado en el canon profético en una fecha temprana, y su lugar en él parece no haber producido discusiones. A diferencia de muchos otros libros del AT, Ezequiel es generalmente reconocido como auténtico aun por los eruditos crí­ticos, aunque ha recibido algunos ataques. I. Autor y Ambientación. El autor es el profeta Ezequiel. Por el tiempo del cautiverio babilónico habí­an pasado más de 8 siglos desde que se habí­a hecho el pacto formal junto al 434 monte Sinaí­: Israel como nación habí­a aceptado la invitación de Dios de ser su pueblo escogido, y se habí­a comprometido a obedecerle como su gobernante teocrático. Era el propósito de Dios, por estricta obediencia a sus mandatos sabios y justos, que el pueblo judí­o reflejara el carácter de su Señor y recibiese las bendiciones espirituales y materiales que testimoniarí­an a las naciones de la tierra de la superioridad de la adoración y del servicio al Dios verdadero por sobre los falsos dioses. Pero la apostasí­a continua y creciente finalmente dejó en claro que sólo con medidas muy severas podí­a la nación judí­a descubrir y comprender su elevada misión. El pueblo habí­a olvidado que ocupaba la tierra prometida sólo en virtud del pacto con Dios, y que la apostasí­a significaba la pérdida de ese derecho. En armoní­a con esto, Dios los envió al cautiverio para que en circunstancias adversas aprendieran la lección que no habí­an aprovechado en tiempos de prosperidad: que debí­an aceptar las responsabilidades de la relación del convenio si querí­an gozar de sus privilegios. Dios tení­a el propósito de que sólo los lí­deres de Israel -los principales culpables- fueran enviados al exilio (Isa 3:12; 9:16; Eze 34:2-19; Dan 1:3, 4), pero que la gran mayorí­a de la gente permaneciera en su patria, esperando el regreso de los lí­deres castigados. Para que el pueblo pudiera comprender el propósito divino y cooperar con él en el cautiverio, Dios envió al profeta Jeremí­as para instruir a los que quedaba atrás, y comisionó a Ezequiel para ser su portavoz a los exiliados en Babilonia. Simultáneamente, Dios envió a Daniel como su embajador a la corte de Babilonia para conseguir la cooperación de Nabucodonosor con los planes divinos. Como cuenta él mismo, Ezequiel estaba “en medio de los cautivos junto al rí­o Quebar” (Eze 1:1), probablemente en Tel-abib (3:15), después de ser transportado a Babilonia con el 2º contingente de exiliados en ocasión de la cautividad de Joaquí­n (597 a.C.; fecha que se utiliza como punto de partida de las numerosas indicaciones cronológicas registradas en el libro; 1:2). Aparentemente, los exiliados en Tel-abib podí­an administrar sus propios asuntos locasles mediante un grupo de “ancianos” (8:1; 14:1; 20:1, 3), y se les permití­a comunicarse con los lí­deres que permanecí­an en Jerusalén (Jer 29:1, 24-29). En conjunto, sin duda los exiliados llevaban una vida social y económica razonablemente normal (vs 5-10, 28). Ezequiel fue llamado a la tarea profética a mediados del verano del 593/92 a.C. (Eze 1:2). Mientras otros profetas se habí­an conformado con fechar sus mensajes con la sola indicación del rey que gobernaba mientras escribí­an, Ezequiel y Jeremí­as a menudo proporcionan información cronológica casi completa -pues indican dí­a, mes y muchas veces año-, de modo que es posible correlacionarlos con acontecimientos históricos especí­ficos. Esto nos ayuda mucho a comprender la importancia de los mensajes sucesivos, ya que cada uno de ellos está fechado. El ministerio de Ezequiel, por lo menos en lo relacionado con sus palabras registradas, parece haberse concentrado mayormente dentro de los 7 años que precedieron inmediatamente a la destrucción de Jerusalén y del templo (586 a.C.) y en los pocos meses que siguieron a ese hecho; por tanto, su ministerio se extendió por lo menos hasta unos 15 años más (571/70 a.C.). Por el tiempo en que Ezequiel recibió el llamado para ser profeta en Babilonia, el rey Sedequí­as en Jerusalén estaba recibiendo enviados de las naciones vecinas que querí­an formar una alianza para rebelarse contra los babilonios y escapar de su yugo (Jer 27:2, 3). Jeremí­as advirtió que los yugos de madera que ellos se proponí­an quebrar serí­an reemplazados por los de hierro (28:10, 12). Entre los falsos profetas que habí­a en Jerusalén, algunos predecí­an el fin de la cautividad y el regreso de los cautivos “dentro de dos años” (vs 3, 4, 11). Los judí­os en Babilonia aparentemente compartí­an la expectativa de un cautiverio breve (29:28). Fueron estas circunstancias las que condujeron a Jeremí­as a aconsejar la sumisión al plan de Dios de un cautiverio prolongado (27:4-17; 29:5-13, 28) y constituyen el telón de fondo de los mensajes de Ezequiel registrados en Eze_1-23 Por otra parte, Jer_24-33 trata más particularmente con el sitio de Jerusalén y su caí­da (586 a.C.). Véase Profeta (II). II. Tema. Si hubiera que ponerle un tí­tulo al libro, adecuado a su contenido, tal vez ninguno serí­a mejor que “Cautividad y restauración”, ya que estos temas son los 2 centros alrededor de los cuales se agrupan los mensajes. Los cps 1-33 se ocupan del 1º, y los cps 34-48 tratan del 2º, la llegada de noticias de la caí­da de Jerusalén (33:21) divide al libro lógicamente en 2 partes. El tema que reaparece continuamente y liga las 2 secciones es: “Y sabréis que yo soy Jehová” (6:7; 7:4; etc.). Esta expresión o su equivalente aparece más de 60 veces, y destaca la causa fundamental del fracaso de Israel hasta entonces: no comprender ni apreciar el carácter justo de Dios o el elevado propósito y destino al que la relación de pacto los hubiera llevado como nación. Los 435 mensajes que entregó Ezequiel, antes de la llegada de la noticia de la caí­da de Jerusalén, estaban destinados a asegurar la cooperación de los exiliados con los planes de Dios para el cautiverio, quienes debí­an someterse a Nabucodonosor por un perí­odo de 70 años (Jer 25:12; 29:10). Con un espí­ritu de optimismo injustificable, los judí­os creyeron ciegamente que Dios no permitirí­a que esta calamidad les ocurriera (Jer 7:4; 17:15; 26:8, 9; Eze 11:3, 15; etc.), pero tanto Jeremí­as (26:6) como Ezequiel (11:5-11) procuraron destruir esta vana esperanza. Cuando la destrucción de la ciudad y del templo finalmente acabaron con ella, el pueblo se abandonó a la desesperación temiendo, quizá, que la cautividad serí­a permanente y que su nación nunca serí­a restaurada. Con su orgullo nacional totalmente humillado, la gente necesitaba palabras de ánimo, con el fin de que la pérdida de su esperanza no los incapacitara para aprender la gran lección del cautiverio y responder al llamado a regresar y reconstruir Jerusalén, que llegarí­a oportunamente. Dios envió esas palabras de ánimo mediante el profeta Jeremí­as a los judí­os que permanecí­an en Jerusalén (Jer 31:27-33:26), y por medio de Ezequiel a los exiliados en Babilonia (Eze_34-48). Aquí­ se debe recordar que Ezequiel describe a los exiliados los planes de Dios para el retorno y la restauración de las 12 tribus, planes que se centraban en la ciudad y el templo a los cuales vendrí­a el Prí­ncipe mesiánico. Sin embargo, por causa de su infidelidad, los judí­os que retornaron no realizaron lo que Ezequiel habí­a visualizado en visión. III. Contenido. La misteriosa visión del trono de Dios y de la “rueda en medio de rueda” (Eze 1:26, 16) que acompañó al llamamiento de Ezequiel al trabajo profético, estaba destinada a impresionar al profeta con la grandeza y la majestad de Dios (cf Isa 6:1-8). Valerosamente debí­a proclamar las palabras que Dios le diera para hablar (Eze 2:3-8), sin desalentarse por la falta de percepción de la gente y la dureza de su corazón (3:1-11). Llegó no sólo a ser el portavoz de Dios (Eze 2:8-3:1), sino su atalaya sobre la casa de lsrael (3:15-21). Como evidencia del papel de Ezequiel como portavoz y atalaya, Dios lo afligió con mudez y le dio la capacidad de hablar sólo cuando le ordenaba que comunicara la palabra divina (vs 26, 27). Esta experiencia le sirvió también como testimonio al pueblo de que Dios realmente hablaba por medio del profeta. Con la llegada de la noticia de la caí­da de Jerusalén, su lengua fue desatada (33:21, 22). El 1er mensaje de Ezequiel (Eze_4-7) anuncia lo inevitable de la toma de Jerusalén. Debí­a dramatizar el sitio en forma de pantomima para impresionar a los exiliados (4:1-8) y describir los sufrimientos de su pueblo durante ese tiempo (4:9-6:7); sin embargo, un remanente escaparí­a (6:8-14). Pero “el fin viene” (cp 7); lo que por siglos se habí­a anunciado se cumplirí­a sin más demora. El 2º mensaje (cps 8-19) describe en gruesos trazos la razón de la cautividad, en particular la del inminente golpe del 586 a.C. que pondrí­a en ruinas a Jerusalén: la apostasí­a absoluta de Israel. El cp 8 pinta un cuadro ví­vido de cómo los sagrados recintos del templo estaban en ese mismo momento prostituidos en diversas formas de culto pagano, y la visión del hombre con el tintero del cp 9 anuncia el fin del perí­odo de prueba de la ciudad. Las brasas de fuego esparcidas sobre la ciudad (10:2) recalcan la misma idea, que se ve confirmada por una repetición de la visión del cp 1, enfatizando así­ que lo que está a punto de ocurrir es la voluntad divina (10:3-22). En el cp 11 Ezequiel ve la obstinada oposición del pueblo de Jerusalén a la idea de que la ciudad caerí­a. Por el gráfico acto de mudar sus posesiones familiares (12:1-7) refuerza la proclama divina con respecto a la suerte de la ciudad (vs 8-20) y declara que Dios ya no postergará el cumplimiento de su palabra (vs 21-28). Ezequiel entonces advierte en contra de las palabras de los falsos profetas (cp 13), y cuando los ancianos vienen para acallarlo, valerosamente proclama los pecados de ellos y repite la advertencia de castigo (cps 14 y 15). Mediante una alegorí­a plantea los continuos esfuerzos de Dios para exaltar a Israel, y su persistente apostasí­a (cp 16). El fracaso de los dirigentes contemporáneos ha vuelto inevitable la caí­da de Jerusalén (cp 17), y ellos no pueden escapar de la responsabilidad echando la culpa de sus males a los pecados de sus padres (cps 18 y 19). El 3er mensaje (cps 20-23) cubre generalmente el mismo tema que el 2º, y cierra con otra prolongada alegorí­a que señala la apostasí­a de Israel. El 4º mensaje (cp 24; posiblemente también el 25) anuncia el comienzo del sitio, y la destrucción del templo es gráficamente presentada por la muerte de la esposa del profeta, el “deleite” de sus ojos (así­ como el templo era el “deleite” de cada judí­o). En el cp 25 Ezequiel levanta su voz contra las naciones vecinas por aprovecharse de los judí­os en su hora de necesidad. La siguiente sección (cps 26-32) es una serie de consejos y advertencias dados en diversas ocasiones, en los que Dios declara su propósito 436 de juzgar a las naciones vecinas, así­ como a Israel, especialmente a la ciudad fenicia de Tiro y a Egipto. El cp 33 contiene mayormente mensajes dirigidos al profeta, repitiendo su condición de centinela sobre Israel, aunque en los vs 21 y 22 se relata el incidente (fechado 2 meses antes que el cp 32) de la llegada de las noticias de la caí­da de Jerusalén. La 2ª parte del libro (cps 34-48) expone diversos aspectos de la restauración de la cautividad, Dios regresará a su pueblo a su tierra y formalizará un nuevo pacto con ellos (cp 34). El triunfo de Israel irá acompañado por la desolación de sus enemigos (cp 35). Dios dará a su pueblo un nuevo corazón, para obedecerle, y los hará mejores que nunca antes (cp 36). La nación se restablecerá y los 2 reinos, Judá y José (las 10 tribus), se volverán a unir bajo la casa de David (cp 37). Todos sus enemigos serán destruidos (cps 38 y 39). El templo será reconstruido, más amplio y glorioso que nunca (cps 40-42). El Señor volverá a morar entre su pueblo, y el servicio sacerdotal se restablecerá (cps 43 y 44). La tierra será redistribuida (cp 45) y “el prí­ncipe” (Mesí­as) entrará y saldrá entre ellos (cp 46). Del templo surgirá una corriente sanadora que restaurará la tierra entera a la belleza edénica, mostrando así­ la extensión de la soberaní­a de Dios sobre el planeta (cp 47). Por último se describe la ciudad y se la nombra Jehová-sama, “Jehová allí­” (cp 48; véase CBA 4: 597-602).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hebreo yehezquel, Dios fortalece. El tercero de los Profetas Mayores, hijo de Buzí­, de familia sacerdotal. Fue deportado a Babilonia, junto con Joaquí­n, rey de Judá, y los judí­os notables, por Nabucodonosor, rey de Babilonia, el 16 de marzo del año 597 a. C., según las crónicas babilonias, once años antes de la destrucción de Jerusalén, 2 R 24, 14-17; 2 Cro 36, 10. E. fue el consolador de los cautivos en Babilonia, quien mantuvo en ellos la fe en la restauración de Israel, de Jerusalén y del santuario, y quien les enseñó que a Dios se le puede adorar sin necesidad del Templo y de los sacrificios. Se le considera, junto a Esdras, como padre del judaí­smo postexí­lico, por su papel en la restauración como legislador y codificador, lo mismo que en la estructura del culto hebreo.

Igualmente el profeta E. tuvo mucha influencia en la llamada literartura apocalí­ptica, como en San Juan.

En cuanto al libro de E. se cree que la obra fue redactada en la primera mitad del siglo VI a. C., y, aunque la mayor parte se debe a la pluma del profeta, hay motivos para pensar que del capí­tulo 40 al 48 se trata de una edición o compilación de sus discí­pulos. En el libro el profeta predice, en el cautiverio, la destrucción de Jerusalén y la segunda deportación, debido al pecado de idolatrí­a del pueblo de Israel, a la infidelidad de toda la nación, es decir, a la violación de la Alianza. Asimismo, anuncia la destrucción de los enemigos de Judá. Dios se revela no ya como el Dios de un pueblo, sino de toda la humanidad. Igualmente consuela a los desterrados con el anuncio de la restauración de Jerusalén y del Templo y la descripción la patria futura de los judí­os. E libro tiene cuatro partes, tras la introducción, 1; 2; 3, 21; así­: I. Antes del asedio de Jerusalén, 3, 22-27; 4; 5; 6; 7; 8; 9; 10; 11; 12; 13; 14; 15; 16;17; 18; 19; 20; 21; 22; 23; 24. II. Oráculos contra las naciones, 25; 26; 27; 28; 29; 30; 31; 32. III. Durante y después del asedio de Jerusalén, 33; 34; 35; 36; 37; 38; 39. IV. La †œTorᆝ de Ezequiel, 40; 41; 42; 43; 44; 45; 46; 47; 48. Fábula, composición literaria que encierra una enseñanza moral o moraleja, por medio de una ficción alegórica en que intervienen animales o cosas inanimadas personificadas. Este género literario tan común en las culturas antiguas, Mesopotamia, Egipto, Grecia, lo encontramos en las Sagradas Escrituras. La primera fábula en la Biblia es la que Jotam les dijo a los hombres de Siquem, en la cumbre del monte Garizim, en la cual intervienen plantas, que escogen rey, para ilustrar la historia de Yerubaal y Abimélek, Jc 9, 7-21. Cuando Amasí­as, rey de Judá, envió mensajeros a Joás, rey de Israel, desafiándolo, éste le contestó con la f. del cardo y el cedro del Lí­bano, 2 R 14, 9.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., yehezqe†™l, Dios fortalece).

Profeta hebreo del exilio. Se hace un juego de palabras con este nombre en relación al llamado del profeta (Eze 3:7-8, Eze 3:14). De familia sacerdotal (Eze 1:3), Ezequiel se crió en Judea durante los últimos años de la independencia hebrea y fue deportado a Babilonia con Joaquí­n en el 597 a. de J.C., probablemente temprano en la vida. Es así­ que fue contemporáneo de Jeremí­as y Daniel.

Ezequiel estaba casado (Eze 24:18) y viví­a con los exiliados judí­os junto al canal de irrigación Quebar (Eze 1:1, Eze 1:3; Eze 3:15) que conectaba al rí­o Tigris con el Eufrates arriba de Babilonia; Daniel realizaba su trabajo muy distinto en la corte babilónica.

Ezequiel fue llamado como profeta en el quinto año de su cautiverio (Eze 1:1-2); la última fecha mencionada es el año 27 (Eze 29:17); por lo tanto su ministerio duró por lo menos 22 años, desde alrededor del 593 hasta el 571 a. de J.C.

Cuando Jerusalén finalmente fue destruida, unos diez años después de que Ezequiel llegara a Babilonia, éste entró en los sufrimientos de su pueblo. El dí­a que comenzó el sitio final, la esposa del profeta se enfermó repentinamente y murió. Con ésto se volvió señal para el pueblo y no se le permitió realizar el perí­odo normal de duelo, sin duda para enfatizar el mayor dolor que vení­a sobre la nación. En Babilonia los judí­os se curaron permanentemente de la idolatrí­a; y Ezequiel, su mayor lí­der religioso, debe recibir reconocimiento por ser responsable en gran parte de ello.

El ministerio del profeta se divide en dos perí­odos. El primero termina con el sitio de Jerusalén en el 587 a. de J.C. (Eze 24:1, Eze 24:27). Era un mensaje de la destrucción venidera para Jerusalén y de condenación por su pecado. El segundo perí­odo comienza con la recepción de la noticia de la caí­da de Jerusalén, unos dos años después (Eze 33:21-22). Ahora el mensaje del profeta enfatizaba el consuelo y miraba hacia la venida del reino de Dios.

Se hace referencia a Ezequiel como hijo de hombre más de 70 veces en este libro, significando mortal (Psa 8:4). Se usa para enfatizar la debilidad del profeta y la dependencia de Dios para el éxito. Más adelante el término llegó a ser una designación profética.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(Dios fortalece). Profeta que predicó en el exilio de Babilonia (†œ…estando yo en medio de los cautivos† [Eze 1:1]). Comenzó su ministerio unos siete años antes de la caí­da definitiva de Jerusalén, durante el reinado de †¢Nabucodonosor. Sus profecí­as componen el libro que lleva su nombre. No se tienen más detalles sobre su vida que los que se mencionan en dicha obra. Las palabras †œaconteció en el año treinta†, con las cuales comienza el libro, son interpretadas como una referencia a la edad de E. cuando recibió la comisión profética. E. era sacerdote, pero no se tienen noticias de si habí­a servido o no en el †¢templo en Jerusalén. De todos modos, su visión gloriosa de un templo futuro es uno de los aspectos más interesantes de su trabajo profético, en el cual son muy abundantes las alegorí­as y parábolas. El mismo E. fue puesto como lección objetiva en diversas ocasiones. Una de ellas fue cuando su esposa muere el dí­a que los caldeos terminaron el cerco de Jerusalén. Su mensaje es de juicio, en la parte inicial, y de consolación al final.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG SACE PROF HOMB HOAT

ver, EZEQUIEL (Libro)

vet, “Dios fortalecerá”. (a) Descendiente de Aarón. Su familia vino a formar la clase vigésima de sacerdotes (1 Cr. 24:16). (b) Hijo de Buzi; sacerdote y uno de los cuatro grandes profetas. Fue llevado al exilio con el rey Joaquí­n el año 597 a.C., once años antes de la destrucción de Jerusalén, y se dedicó a la labor entre los cautivos durante veintidós años. Cumplió fielmente sus deberes, pronunciando en ocasiones duras reprensiones, pero dando aliento con palabras llenas de gracia. Su profecí­a está llena de simbolismos y de imaginerí­a. A la muerte de su mujer, le fue prohibido, como señal profética, que expresara ningún dolor ni que llevara duelo (Ez. 24:15-18). No solamente proclamó sus profecí­as, sino que se le ordenó que representara alguna de ellas, a fin de que fueran vistas, además de oí­das. Su estilo es vigoroso y rápido. Para más detalles cronológicos de su ministerio, ver el artí­culo acerca de su libro.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[013]

Profeta de estirpe sacerdotal que actuó en beneficio de los desterrados en Babilonia. El texto de su libro, que se le atribuye, está lleno de metáforas y visiones, cuyo común denominador es el cultivo de la esperanza entre los miembro del pueblo alejados de su tierra.

Las múltiples incógnitas que el libro tiene no se resuelven fácilmente, por lo que se han multiplicado los comentarios y las exégesis al respecto.

(Ver Profetas 4.3.)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Este libro figura en el canon entre los profetas posexí­licos. Ezequiel es contemporáneo de Jeremí­as : su actividad se puede colocar en la primera parte del destierro que va del 593 al 571 a.C. Sabemos que era un sacerdote, pero no es seguro el lugar en el que desarrolló su actividad profética: Judea o Babilonia. Durante cerca de siete años, hasta la caí­da de Jerusalén, su tarea fue la de destruir sistemáticamenle toda falsa esperanza: es inútil confiar en Egipto y en Sedecí­as. La caí­da de Jerusalén confirmó la validez de su anuncio. Después de un silencio forzado, en el perí­odo del destierro, comienza a reconstruir una nueva esperanza, basada en la gracia y en la fidelidad de Dios. El libro presenta una estructura bien ordenada: cc. 1 -3: se le confiere a Ezequiel su misión profética; cc. 4-24: reproches y amenazas contra los israelitas antes del asedio de Jerusalén; cc, 25-32: oráculos contra los paí­ses extranjeros; cc. 33-39: el profeta consuela a su pueblo y promete la llegada de un verdadero pastor: anuncio de la resurrección de la nación (cc. 36-37): cc, 40-48: se describe el estatuto polí­tico y religioso de la nueva comunidad: él nuevo templo y las nuevas leyes.

Ezequiel tiene un sentido muy vivo de la santidad de Dios y quiere que esto se traduzca en todos los aspectos de la vida. Se refiere expresamente a la santidad de Dios cuando repite la frase: “para que sepáis que yo soy Yahveh”. También para Ezequiel vale la tesis de que cuanto le ocurre a Judá no es más que el fruto del juicio divino. El reconocimiento de la soberaní­a divina es para el profeta la base para el mensaje de reconstrucción: puesto que Dios es el soberano, puede reconstruir sobre bases totalmente nuevas lo que ha juzgado y destruido. La sustitución de la antigua alianza por una alianza nueva no es la recompensa por una “vuelta” del pueblo hacia él, sino que es obra de pura benevolencia. Ezequiel rompe con la tradición de la solidaridad en el castigo y afirma el principio de la retribución individual. Toda la doctrina de Ezequiel está centrada en la renovación interior: hay que tener un corazón nuevo y un espí­ritu nuevo, o mejor dicho, Dios mismo dará ” otro” corazón, un corazón “nuevo’, y pondrá en el hombre un espí­ritu “nuevo'”‘, los ritos quedan valorizados por los sentimientos que los inspiran.

G. Lorusso

Bibl.: L. Alonso Schokel – J. L, Sicre, Los profetas, 1, Cristiandad, Madrid 1980; Jesús M. Asurmendi, Ezequiel, Verbo Divino, Estella 41990; L. Monloubou, Un sacerdote se vuelve profeta, FAX, Barcelona 1973; J, C, Turro, El libro de Ezequiel, Mensajero/Sal Terrae, Bilbao/Santander 1969.

PACOMIO, Luciano [et al.], Diccionario Teológico Enciclopédico, Verbo Divino, Navarra, 1995

Fuente: Diccionario Teológico Enciclopédico

SUMARIO: I. La personalidad del profeta y su tiempo. II. Su misión. III. Su temperamento. IV. El estilo. V. Temas del libro: 1. Visiones inaugurales; 2. El carro divino; 3. El rollo escrito por ambas partes; 4. El signo “tau”; 5. Perspectivas para el futuro; 6. Gog y Magog; 7. Nuevo templo, nuevas leyes, nueva tierra.

I. LA PERSONALIDAD DEL PROFETA Y SU TIEMPO. Ezequiel (el hebreo Yehezq ‘el puede interpretarse “Dios es fuerte” o “Dios fortificado”; la forma griega Hizqi’el significa “Dios es mi fuerza”) es el tercero de los cuatro grandes profetas escritores del AT. Era hijo de Buzi, perteneciente a la familia sacerdotal jerosolimitana de Sadoc, lo cual explica el odio que demuestra contra los sacerdotes de los cultos paganos y paganizantes y, por otra parte, el profundo conocimiento que tiene del templo y de los ritos que en él se practicaban. Con los dirigentes de la ciudad fue llevado al destierro a Babilonia el año 598, después del asedio de Jerusalén por parte de Nabucodonosor y la rendición de la ciudad. Cinco años más tarde, es decir, el 593, comenzó la actividad profética, que ejerció durante veinticinco años; su último oráculo está fechado a comienzos del 571 (40,1); sise acepta la autenticidad del oráculo contra Egipto (29,17), la actividad profética duró veintisiete años. Es probable que, antes de su deportación, hubiera oficiado personalmente en el templo; pero no lo sabemos con seguridad, ya que ignoramos cuántos años tení­a en el momento de su deportación; el historiador judí­o Flavio Josefo escribe que el profeta era un “muchacho” cuando fue llevado al destierro, pero el término griego “muchacho” tiene un sentido bastante amplio.

Lo cierto es que, cinco años después del comienzo de su deportación, cuando él fecha el comienzo de su misión con la llamada divina, se presenta como un hombre maduro: “El dí­a cinco del mes -era ya el año quinto de la deportación del rey Joaquí­n- fue dirigida la palabra del Señor a Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en la tierra de los caldeos, junto al rí­o Quebar…” (1,2s). Aparentemente, el texto es claro, pero en realidad no es lo suficiente para poder deducir deél la edad. No cabe duda de que desde su juventud recibió aquella impronta sacerdotal que se traslucirá luego elocuentemente en toda su persona; en efecto, estuvo impregnado del espí­ritu del Dt y de la “ley de santidad” [I Leví­tico II, 5]. Al comienzo del destierro vivió en una localidad desconocida, cerca del rí­o Quebar, en las cercaní­as de Babilonia; junto a este rí­o -a donde quizá se habí­a dirigido para orar- fue donde tuvo lugar la vocación y la primera visión.

En el estado actual del texto bí­blico, el profeta ejerció su ministerio exclusivamente entre los desterrados; pero hay algunos oráculos (especialmente los cc. 8-11) que suponen, al menos aparentemente, un ministerio inicial en Jerusalén, donde parece encontrarse corporalmente (11,13). Ezequiel habrí­a comenzado entonces su ministerio en Jerusalén, y luego se habrí­a quedado allí­ hasta casi el final del asedio y la destrucción de la ciudad, en que logró escapar y unirse a los desterrados de Babilonia, en donde recibió el anuncio de la caí­da de la ciudad cuando trajo la noticia uno de los fugitivos: “La ciudad ha sido conquistada” (33,21). Por el contrario, según otros autores, el profeta se habrí­a quedado en Jerusalén hasta su calda definitiva en el año 587.

Así­ pues, habrí­a ejercido un ministerio jerosolimitano y otro babilonio; la confusión entre estos dos tiempos se habrí­a debido a un hecho redaccional. La primera visión, según los defensores de los dos tiempos de la profecí­a de Ezequiel, fue la del “libro enrollado” (2,1-3,9), con la que comenzaba la misión; delante de ella se colocó posteriormente la visión del “carro divino” (1,4-28), que señala el comienzo de la misión babilonia, cambiando por completo la perspectiva del libro y su ministerio. Después de la vocación profética en los alrededores de Babilonia el profeta habrí­a vuelto a su ciudad; durante el primer perí­odo del asedio habrí­a muerto su esposa, a la que él llama delicadamente “delicia de sus ojos” (24,16-18).

La hipótesis de los dos tiempos del ministerio de Ezequiel soluciona algunas dificultades, pero plantea otras nuevas; por ahora sigue siendo una hipótesis contra la que no hay argumentos decisivos, como tampoco lqs hay contra la teorí­a tradicional, que ve en Ezequiel al profeta de los desterrados, cuyo ministerio se desarrolló únicamente en el paí­s del destierro: hipótesis, ciertamente, que sigue siendo la más probable.

II. SU MISIí“N. En la primera fase de su actividad el profeta recoge la historia de la nación bajo formas diversas, pero siempre con la misma conclusión sobre las graves infidelidades del pueblo, sobre la corrupción del clero y, finalmente, sobre el carácter inevitable de la destrucción total; son singulares los actos proféticos, oráculos mí­micos con o sin comentario (p.ej., en los cc. 4; 5; 12; 21, 24-25). En relación sobre todo con estos actos proféticos, se propuso la hipótesis de un estado patológico del profeta; pero hoy esta hipótesis ha quedado reducida a unos lí­mites mucho más modestos.

En diciembre-enero del 589-588 -en el lugar del destierro, según la hipótesis tradicional- recibió la noticia del comienzo del asedio de Jerusalén (24,1-2). Poco después se le murió la esposa, y él se quedó mudo hasta la llegada del fugitivo que trajo la noticia (en diciembre-enero del 586-585), cinco meses después de la catástrofe del 587, de la destrucción de la ciudad (24,27; 33,22). Para sus compañeros de destierro la noticia marcó el final de las esperanzas y también de la fe en el Dios de los padres; unos se pasaban al paganismo y otros acusaban a Yhwh de injusticia, diciendo que castigaba en los hijos los pecados de los padres.

Estos hechos pusieron al profeta en una nueva situación; como algunos de sus grandes predecesores, también él, después de haber predicho la ruina de la nación, anuncia ahora su seguro renacimiento. Son célebres en este perí­odo y sobre este tema, por ejemplo, la parábola de las ovejas y de los malos pastores (c. 34), la visión del campo de huesos humanos que se reagrupan adquiriendo vida y que representan la reunión de Judá y de Israel (los dos relatos anteriormente divididos, c. 37), el fragmento de historia del nuevo pueblo (cc. 38-39), la reorganización cultual (cc. 40-48). No sólo esto, sino que el profeta anuncia que desde ahora Dios no volverá ya a castigar en los hijos los pecados de los padres ni en los padres las culpas de los hijos (c. 18), y que incluso no tendrá en cuenta el pasado culpable o justo de cada fiel, sino que juzgará basándose en el comportamiento actual respecto a la voluntad divina. Así­ pues, todos tienen la posibilidad de resurrección y de salvación.

Dice la leyenda que el profeta fue ví­ctima de su celo. Lo habrí­a ordenado matar el jefe de su pueblo, al que reprochaba el culto idolátrico; habrí­a sido traspasado por una espada o arrastrado por los pies junto al canal Quebar.

III. SU TEMPERAMENTO. El temperamento de Ezequiel resulta menos simpático que el de su contemporáneo Jeremí­as. Se dirí­a que tiene todas las cualidades del moralista rí­gido, del censor impasible. Pero, en realidad, lo es menos de lo que parece a primera vista. Efectivamente, no falta en su libro el esbozo de una oración por su pueblo (9,8); también se lee en él la expresión evangélica: “Por mi vida, dice el Señor Dios, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su conducta y viva” (33,11). En él la razón se imponí­a ampliamente sobre el corazón; el razonamiento y la lógica sobre la intuición. Mientras que en los profetas anteriores las grandes afirmaciones de la conciencia y de la fe tienen forma de impulsos poéticos, en Ezequiel dan la impresión de ser artí­culos legales. Pertenece auténticamente al gran profetismo por la intransigencia moral, por el cuidado celoso con que defiende la justicia de Dios, por la idea que tiene del poder universal de Dios presente en todas partes e independientemente del tiempo y del paí­s, y por su altí­sima concepción de la majestad divina. Como profeta, multiplicó más que todos sus predecesores los gestos simbólicos (4,1-5,4; 12,1-7; 21,23-24; 37,15-16; etc.), y sus mismas pruebas personales (como habí­a sucedido con Oseas, Isaí­as y Jeremí­as) fueron asumidas con un carácter simbólico (24,24); pero por encima y más allá de los demás profetas, fue sobre todo un visionario.

Las visiones propiamente dichas son cuatro, pero amplias, de importancia fundamental; caracterizan toda su obra, y su complejidad contrasta con la sencillez de las visiones de sus predecesores. Las cuatro visiones son una apertura a un mundo fantástico (cc. 1-3; 8-11; 37; 40-48): los cuatro animales, el carro divino, la mezcolanza de idolatrí­a, magia y religión del culto en el templo, la inmensa llanura llena de huesos, el templo futuro trazado casi con mano de arquitecto, con una geografí­a utópica, rodeado por las doce tribus y dotado de un manantial con aguas milagrosamente fecundas y que lo sanan todo.

Gran parte de sus intereses, de su personalidad y de su mensaje dependen del hecho de que Ezequiel pertenecí­a auténticamente al sacerdocio. De esta cualidad suya se derivan su manera de impartir los preceptos morales y religiosos y la naturalidad con que se sirve de la casuí­stica, así­ como el hecho de que su mayor preocupación sean el templo y el culto; también se deduce de ahí­ la mayor importancia que parece dar a los deberes cultuales respecto a los morales. La influencia de Ezequiel fue decisiva en los deportados y determinante para los que regresaron del destierro: a los primeros les dio coraje y esperanza: a los segundos les hizo comprender con extraordinaria clarividencia que lo único posible no era la constitución de un nuevo Estado, sino de una especie de iglesia.

IV. EL ESTILO. El estilo de Ezequiel carece de la solemnidad y de la rigurosa pureza clásica de Isaí­as, no tiene el color conmovedor de Jeremí­as ni la espontaneidad de Amós y de Oseas. El estilo de Ezequiel es gris, diluido, frí­o, monótono; en parte esto puede deberse al estado en que nos ha llegado el texto hebreo, pero fundamentalmente es el resultado de su carácter y de su formación. Cultiva la precisión minuciosa; pero su descripción, más allá de las apariencias, resulta ficticia; algunas de sus acciones simbólicas se han juzgado irrealizables, y difí­cilmente podí­an impresionar a los oyentes. Pero su búsqueda de la descripción meticulosa tiene la ventaja de habernos transmitido la descripción más extraordinaria y arqueológicamente más importante de la ciudad de Tiro (c. 26). Ezequiel no era ciertamente hombre de letras ni hay motivos para pensar que haya querido hacer una obra literaria. La rareza de sus acciones y el carácter irrealizable de algunos textos se explican por su carácter realmente singular; la í­ndole de su imaginación fantástica deja quizá vislumbrar la modificación del gusto literario de la época. Sin embargo, Ezequiel fue en su género un verdadero artista. Algunas de sus páginas tienen un brí­o, un ardor y un vigor inolvidables. Después de leer, por ejemplo, los capí­tulos 8-11, se comprenden las palabras escritas a propósito de sus discursos: “Tú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente cantada con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Escuchan tus palabras y no las ponen en práctica” (33,32).

V. TEMAS DEL LIBRO. 1. VISIONES INAUGURALES. En los capí­tulos 1-3 el profeta refiere las visiones inaugurales con el comienzo de su misión profética: los capí­tulos 4-24 contienen exclusivamente reproches y amenazas, bien contra los hebreos que se habí­an quedado en Palestina (después del 597), bien contra aquellos deportados cuya conducta no correspondí­a a su fe; en los capí­tulos 25-32 se leen los oráculos contra las naciones; los capí­tulos 33-39 se encuadran en el perí­odo del asedio de Jerusalén y en el inmediatamente posterior; el profeta consuela a su pueblo, promete la llegada de un verdadero pastor (c. 34), predice la destrucción de Edón, que se habí­a alegrado del desastre de Jerusalén (c. 35); reivindica para el pueblo judí­o el territorio de Israel (c. 36), anuncia la resurrección de la nación (c. 37) y entona el famoso poema de Gog y Magog (cc. 38-39); en los capí­tulos 40-48 se describe el estatuto polí­tico y religioso de la nueva comunidad, presentando el nuevo templo y las nuevas leyes. Esta división regular era probablemente la que señalaba Flavio Josefo cuando hablaba de dos libros de Ezequiel; es decir, pensaba en las dos partes: una destructiva (cc. 1-24) y la otra constructiva (cc. 25-48). Pero esta visión unitaria ha sufrido vicisitudes y alteraciones notables. En conclusión, no cabe duda de que el libro es el resultado de un largo proceso y de que han sido varios los recopiladores o redactores que han puesto su mano en él. Actualmente se han abandonado las dos posiciones radicales de un juicio totalmente negativo y de un juicio tradicionalmente unitario.

El pensamiento de Ezequiel abre un camino nuevo, rompiendo muchos de los ví­nculos con el pasado. La audacia de su pensamiento tiene un interés particular por la variedad de corrientes que confluyen en él. Sus visiones apocalí­pticas son un preludio de las grandiosas de Daniel y de las neotestamentarias de san Juan. He aquí­ los principales temas de este libro singular y seductor, una vez que el lector ha superado su desconfianza y las dificultades iniciales.

2. EL CARRO DIVINO. La primera visión de Ezequiel presenta cuatro animales y el carro (hebreo, merkabah) divino (cc. 1-3, a los cuales se les puede añadir la narración análoga de los cc. 9-10). La visión subraya el hecho de que Yhwh no está ligado al templo de Jerusalén ni a un paí­s concreto, sino que se dirige a los deportados para hacer de ellos un pueblo nuevo y conducirlo luego a la patria. Es una visión que tendrá justamente un enorme eco. Se trata de los cuatro querubines que tienen la extraordinaria tarea de trasladar la gloria divina desde el templo hasta los deportados y, más tarde, desde los deportados de nuevo a la patria. La escena se describe en un tono majestuoso y sobre ella se basa la teologí­a hebrea del carro. Partiendo del aspecto de estos querubines, que describe con las formas “de hombre”, “de león”, “de toro” y “de águila”, y teniendo presente el texto del cuarto evangelio: “Y aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria” (Jua 1:14), así­ como el hecho de que quienes llevan la Palabra son los evangelistas, san Ireneo tuvo la intuición de ver a los evangelistas en estos cuatro animales de Ezequiel: en el toro a Lucas, en el hombre a Mateo, en el león a Juan y en el águila a Marcos. Pero mayor éxito tuvo unos siglos más tarde la opinión de san Jerónimo, quien basándose en el comienzo de cada evangelio asignó el águila a Juan, el hombre a Mateo, el león a Marcos y el toro a Lucas. También el Apocalipsis de Juan da a los cuatro “vivientes” los rasgos de estos cuatro animales (c. 4).

3. EL ROLLO ESCRITO POR AMBAS PARTES. En la segunda visión (,3) Dios muestra al profeta un rollo escrito por ambas partes. Encima estaban escritas “lamentaciones, gemidos y ayes”. Y le ordenó: “Abre la boca, come este libro y vete a hablar a la casa de Israel”… “Yo lo comí­, y fue en mi boca dulce como la miel” (Jua 3:3). Sólo más tarde se hizo amargo como la hiel, cuando tuvo que dirigirse a cumplir su misión entre los deportados de Tel-Aviv (“colina de primavera” o “colina de las espigas”). A este texto se refirieron algunos sionistas cuando, en 1909 y luego definitivamente en 1917, dieron el nombre de Tel-Aviv a un barrio de la ciudad de Jafa, que se convertirí­a en la primera capital del Estado de Israel. Pero el texto es sobre todo simbólico para la misión profética: dulce y amarga.
4. EL SIGNO “TAU”. En el capí­tulo 9 el profeta describe la destrucción de la ciudad de Jerusalén en términos mitológicos llenos de significado: “Después gritó a mis oí­dos con voz recia, y dijo: `Acercaos los que habéis de castigar la ciudad, cada uno con sus instrumentos de exterminio en la mano’. Y por la calle de la puerta de arriba llegaron seis hombres…” (9,1-2). Como el autor de Lam, Ezequiel atribuye directamente a Dios la destrucción de Jerusalén (aunque conoce también la intervención del ejército babilonio), asentando así­ un principio que tendrá amplio desarrollo en la Biblia y en los escritos judí­os posteriores: los enemigos no son más que el instrumento del que Dios se sirve para castigar; ellos a su vez serán castigados o destruidos mientras que Israel recobrará de nuevo su vida y su esplendor. Interesa observar cómo el profeta ve en su visión a un séptimo hombre: “En medio de ellos habí­a un personaje, vestido de lino, con la cartera de escriba a la cintura”; a él se le confí­a la tarea de preceder a los otros seis, señalando con una tau en la frente a los hombres que suspiran y lloran “por todas las nefandas acciones que se cometen dentro de la ciudad”. Los marcados con la tau (es decir, con una T) se verán libres de la destrucción y de la muerte. Esta visión puede relacionarse con el Sal 87, donde se habla del libro de los pueblos, en el que están anotados los nacidos en Jerusalén, o bien con el libro que recoge los nombres de los que temen a Dios y veneran su nombre santo (Mal 3:16). Pero la relación más inmediata es con el signo marcado con sangre en las jambas y en el dintel de las puertas de los hebreos en Egipto (Exo 12:7.13). También este signo alcanzó luego mucho éxito en la literatura judí­a y cristiana (cf Apo 7:2-3 y 22,4).

5. PERSPECTIVAS PARA EL FUTURO. Los dos capí­tulos 36-37 representan la cima de la parte consolatoria de Ez; más aún, se trata de la perspectiva más amplia, profunda y serena que un profeta haya presentado nunca a su pueblo. Por eso, tanto en los perí­odos de mayor tristeza como en los perí­odos en que se sentí­a más cerca de la tierra de los padres, el pueblo judí­o de todos los tiempos ha meditado en su corazón estas promesas y ha creí­do fuertemente en su realización: “Y vosotros, montes de Israel, echad vuestros ramos, producid vuestros frutos para mi pueblo, Israel, porque está ya para volver… Volveréis a ser labrados y sembrados… Las ciudades serán repobladas y las ruinas reconstruidas”(36,8-10); “Os tomaré de entre las gentes donde estáis, os recogeré de todos los paí­ses y os conduciré a vuestra tierra… Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espí­ritu nuevo… Habitaréis entonces en la tierra que di a vuestros padres, seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios” (36,24-28). Es importante observar las motivaciones aducidas por el profeta, en nombre de Dios: no es en consideración a Israel por lo que ocurrirá todo esto; Dios obrará así­ por amor a su propio nombre, que no desea ver deshonrado entre las naciones, y para darse a conocer en medio de ellas (36,22-23). Este mensaje se especifica y se desarrolla en la grandiosa visión de los huesos secos, sobre los que el profeta en nombre de Dios pronuncia las palabras: “¡Huesos resecos, escuchad la palabra del Señor! Esto dice el Señor Dios a estos huesos: `Yo haré que entre de nuevo el espí­ritu en vosotros y reviviréis… Yo abriré vuestras tumbas, os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mí­o, y os llevaré a la tierra de Israel'” (37,4-14).

6. GoG Y MAGOG. Los rasgos y las imágenes claramente apocalí­pticas de los capí­tulos 38-39 forman la mejor conclusión del sublime capí­tulo 37. Estas visiones revelan a los desterrados un porvenir de luchas y dolores; pero los introducen también en los misterios del futuro, de la victoria final del bien sobre el mal, de la justicia sobre la injusticia. Gog se encuentra en el paí­s de Magog y es soberano de Mesec y Tubal; prepara un grande y aguerrido ejército para atacar a Israel, que vive tranquilo y sereno en una tierra indefensa, con ciudades sin murallas y sin puertas. Pero cuando Gog llega a Israel desde Magog, estalla la ira del Señor y llega la matanza: se necesitarán varios meses para sepultar los cadáveres de los asaltantes. Durante siete años los israelitas harán fuego con las armas de los caí­dos, mientras que Gog será sepultado al sur del mar Muerto, en el valle de Abarí­n. Después de esta matanza de los enemigos procedentes del norte, habrá un festí­n para las aves del cielo: “Di a las aves de todas clases y a todas las bestias salvajes: Reuní­os de todas partes en torno al sacrificio inmenso…” (39,17-20). El género literario / apocalí­ptico que inauguran estos dos capí­tulos tuvo un enorme éxito en la literatura hebrea posterior (p.ej., Is 24-27; Dan 7-12; Zac 9-14), en los escritos judí­os posteriores -los llamados “apócrifos”- y también en el NT, como, por ejemplo, en el / Apocalipsis de Juan.

Gog, rey de Magog, es un personaje desconocido, siendo inútil cualquier intento de identificarlo; el profeta le da los rasgos de más de una persona; es sustancialmente la personificación del mal, pero siempre bajo el control de Dios. Magog es el nombre de una región que no se sabe dónde está; se lee también en Jer 10:2. Puesto que Mesec y Tubal se han localizado a orillas del mar Negro, se cree que hay que localizar a Magog al norte de Palestina. También en los apocalipsis posteriores el enemigo viene siempre del norte, por ejemplo en la Regla de la guerra de los esenios. La literatura apocalí­ptica más tardí­a hizo de Magog una persona: de ahí­ la representación de Gog y Magog como dos soberanos coaligados contra los justos y los buenos.

7. NUEVO TEMPLO, NUEVAS LEYES, NUEVA TIERRA. LOS Últimos capí­tulos del libro constituyen una obra singular, que sólo tiene paralelo en los textos sacerdotales del / Exodo (cc. 25-31 y 35-40). El profeta preconiza una reforma radical del culto, del sacerdocio, de las estructuras del templo, de la disposición de la ciudad de Jerusalén, y asigna nuevas regiones a las doce tribus. Traza luego un cuerpo legal, que representa la carta magna del / judaí­smo naciente; a partir del destierro, los ideales se alimentarán incesantemente de Ezequiel. También la visión de la / Jerusalén “celestial” nació de la reflexión sobre estos capí­tulos. Del ángulo derecho del umbral del templo surgirá un manantial que pronto se convertirá en un gran rí­o: irá a desembocar en el mar Muerto, después de haber dado vida y haber hecho florecer de nuevo al desierto; endulzará además las aguas del desierto, pero no hará desaparecer la sal, necesaria para la sustentación; habrá peces de todas clases y a lo largo de las orillas nacerá todo tipo de árboles frutales. También Jerusalén recibirá un nombre nuevo que señale su novedad: se llamará Yhwh-sammah, es decir, “El Señor está allí­”.

BIBL.: ALONSO SCHOKEL L.-SICRE DIAZ J.L., Profetas II, Madrid 1980, 667-855; ASURMENDI J.M., Ezequiel, Verbo Divino, Estella 1982; CORTESE E., Ezechiele, Ed. Paoline, Roma 19813; ID, La sfera del sacro ahorno alfa gloria di Jahweh, en Quaerere Deum, Brescia 1980; 160-169; MONLOUBOU L., Un sacerdote se vuelve profeta: Ezequiel,. Fax, Madrid 1973; SPADAFORA F., Ezechiele, Marietti, Turí­n 1948; ZIMMERu W., The Form and Tradition. Historical Character of Ezechiel’s Prophecy, en “VT” 15 (1965) 515-527.

L. Moraldi

P Rossano – G. Ravasi – A, Girlanda, Nuevo Diccionario de Teologí­a Bí­blica, San Pablo, Madrid 1990

Fuente: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica

(Dios Fortalece).
Hijo del sacerdote Buzí­. Fue uno de aquellos a quienes Nabucodonosor llevó cautivos a Babilonia con el rey Joaquí­n en el año 617 a. E.C. Recibió las primeras visiones de parte de Dios †œen el año treinta, en el mes cuarto, en el dí­a cinco del mes†, en †œel año quinto del destierro del rey Joaquí­n†. Profetizó a los judí­os que viví­an junto al rí­o Kebar, que, según algunas autoridades modernas, serí­a uno de los grandes canales babilonios. La expresión †œel año treinta† debe referirse a la edad de Ezequiel, quien para esa época comenzó a cumplir con sus obligaciones de profeta. (Eze 1:1-3.)
Como pertenecí­a a una familia sacerdotal, no cabe duda de que conocerí­a muy bien todo lo relacionado con el templo, así­ como las diversas actividades que en él se llevaban a cabo, y de que estarí­a bien versado en la Ley. Ezequiel también debí­a conocer muy bien a Jeremí­as y sus profecí­as, ya que este último habí­a sido profeta en Jerusalén durante la juventud de Ezequiel. Asimismo, Ezequiel habí­a disfrutado de la ventaja de vivir en Judá en el transcurso del reinado del justo rey Josí­as, quien destruyó los altares de Baal y las imágenes esculpidas, se dispuso a reparar el templo e intensificó su reforma en favor de la adoración pura en Judá cuando se encontró en el templo el libro de la Ley (al parecer el original escrito por Moisés). (2Cr 34.)

¿En qué lugares estratégicos ubicó Jehová a sus profetas antes de que Jerusalén cayese ante Babilonia?
El ministerio profético de Ezequiel fue contemporáneo de los de Jeremí­as y Daniel. Jeremí­as fue el profeta de Dios para los judí­os de Jerusalén y Judá, y pudo ver por sí­ mismo la corrupción de los reyes de Judá. Daniel, que sirvió en la corte de Babilonia y más tarde en la de Medo-Persia, recibió profecí­as relacionadas con la sucesión de potencias mundiales y su destrucción a manos del reino de Dios. Ezequiel sirvió en medio del pueblo judí­o y de sus principales en Babilonia, y allí­ continuó la obra de los profetas. De esta forma, mientras que los judí­os de Jerusalén se beneficiaban de tener allí­ el templo, a su sumo sacerdote y a Jeremí­as, profeta y sacerdote, Jehová no olvidó a los que estaban en Babilonia. Ezequiel fue el profeta de Dios para ellos, y si bien no ofrecí­a sacrificios, estaba allí­ como consejero e instructor de la ley de Dios.
Existió asimismo un paralelismo entre la obra profética de Jeremí­as y la de Ezequiel, ya que ambos combatieron la idea que tení­an los judí­os, tanto en Jerusalén como en Babilonia, de que Dios pondrí­a fin a la dominación babilonia pronto y Jerusalén no caerí­a. De hecho, Jeremí­as envió una carta a los cautivos en la tierra de Babilonia, en la que les decí­a que se asentaran y estuvieran en paz en Babilonia, ya que habí­a de transcurrir un perí­odo de setenta años antes de que fuesen liberados. Ezequiel tuvo que llegar a oí­r las palabras de esta carta, y tal vez también oyese la lectura del libro que Jeremí­as envió más tarde y en el que se predecí­a la caí­da de Babilonia. (Jer 29; 51:59-64.)

Profetizó a un pueblo †˜terco†™. Los cautivos que estaban en Babilonia se encontraban en mejor condición ante Jehová que los que permanecí­an en Judá, tal como se ilustró por las cestas de higos buenos y malos que Jeremí­as vio. (Jer 24.) Pero aun así­, Ezequiel no tení­a una tarea sencilla delante, puesto que los israelitas cautivos también eran parte de la casa rebelde, y, como se le advirtió, moraba entre †˜gente obstinada y cosas que punzan y entre escorpiones†™. (Eze 2:6.) Por mandato de Jehová, Ezequiel se estableció entre los exiliados que estaban en Tel-abib, junto al rí­o Kebar. (Eze 3:4, 15.) A pesar de que los judí­os estaban desterrados, viví­an en sus propias casas. (Jer 29:5.) En lo concerniente a la religión, les fue posible seguir organizados hasta cierto grado. Los ancianos de Judá pudieron visitar a Ezequiel varias veces. (Eze 8:1; 14:1; 20:1.) Después, una vez que se cumplieron los setenta años y llegó el tiempo para la restauración, muchos de estos judí­os no quisieron dejar Babilonia.
Una de las razones por las que al menos algunos judí­os que se hallaban en Babilonia eran renuentes a regresar a su tierra puede haber sido el materialismo. Una expedición arqueológica norteamericana que hizo excavaciones junto a un canal del Eufrates cercano a Nippur, que algunos investigadores sitúan a poca distancia de Kebar, desenterró los registros de un enorme establecimiento comercial llamado †œMurashi e hijos†. Las inscripciones descubiertas allí­ contienen una considerable cantidad de nombres judí­os, lo que indica que los israelitas estaban bien establecidos y que muchos de ellos participaban de lleno en la vida económica del paí­s.

La muerte de su esposa. Ezequiel dice que recibió su comisión junto al rí­o Kebar en el quinto año del exilio del rey Joaquí­n (o en 613 a. E.C.). Profetizó por lo menos durante veintidós años, hasta 591 a. E.C., y en el año vigésimo séptimo del cautiverio pronunció su última profecí­a fechada. (Eze 29:17.) Al parecer, Ezequiel disfrutaba de un matrimonio feliz cuando Jehová le dijo: †œHijo del hombre, mira, voy a quitarte la cosa deseable a tus ojos por un golpe†. (Eze 24:16.) Quizás su esposa le haya sido infiel a él o a Jehová; no obstante, cualquiera que haya sido la razón de su muerte, a Ezequiel se le ordenó que no llorara, sino que suspirara sin palabras. También se le dijo que se pusiera su prenda para la cabeza y que no diera ningún indicio o prueba de estar de duelo. Todo esto conformaba una señal para los israelitas que estaban en el cautiverio babilonio de que Jehová profanarí­a su santuario, del que estaban tan orgullosos, y que, contrario a sus esperanzas, Jerusalén serí­a destruida. (Eze 24:17-27.)

Un †œatalaya†. Ezequiel recibió su comisión de profetizar de manera similar a Isaí­as. Se le dio una visión impresionante de Jehová sentado en su trono, asistido por criaturas vivientes que tení­an cuatro caras y alas, acompañadas por ruedas que se encontraban dentro de otras ruedas, las cuales se moví­an conforme lo hací­an las criaturas vivientes. Entonces Jehová habló, llamando a Ezequiel †œhijo del hombre†, para recordarle que no era más que un hombre terrestre. (Eze 1, 2; compárese con Isa 6.) Se le envió como atalaya a la casa de Israel para advertirles de sus caminos inicuos. A pesar de que los israelitas eran de corazón muy duro, habí­a que darles la advertencia para que supieran que Jehová habí­a tenido un profeta en medio de ellos. Y aunque rehusarí­an escuchar, si él no les advertí­a comunicándoles las palabras que Jehová le habí­a dado, se le considerarí­a responsable de sus vidas: tendrí­a culpa por la sangre derramada. (Eze 3:7, 17, 18; 2:4, 5; 33:2-9.)

Representaciones e ilustraciones. Ezequiel profetizó con frecuencia por medio de representaciones o acciones simbólicas, así­ como mediante visiones, alegorí­as y parábolas. Una representación sobresaliente fue la del sitio de Jerusalén, que duró trescientos noventa dí­as seguidos de otros cuarenta, y que contiene una profecí­a importante de naturaleza cronológica. Llevar a cabo esta representación admonitoria a un pueblo incrédulo y burlón requirió obediencia, paciencia y mucha fe. Durante el sitio de Jerusalén, Ezequiel empezó a profetizar contra las naciones paganas que odiaban a Israel y que habrí­an de participar y regocijarse en su caí­da, mencionando el castigo que Jehová les impondrí­a. Después de la caí­da de Jerusalén, el tono del profetizar de Ezequiel cambió. Tras condenar con severidad a los pastores codiciosos de Israel y a Seí­r, Ezequiel dirigió su actividad profética a edificar la fe de los israelitas en la promesa de Jehová de revivificar, recoger, unir y bendecir con un pacto de paz hasta tiempo indefinido a su pueblo Israel por medio del glorioso pastoreo de su †œsiervo David†. (Eze 37.) A continuación Ezequiel pasó a describir con detalle el templo reconstruido, de acuerdo con el modelo dado por Jehová. El templo que aparece en esta visión fue profético de algo que estaba en el futuro lejano, porque jamás se construyó un templo semejante. (Eze 40-48.)

Similitudes con la obra de Jesucristo. Existen varios paralelismos entre la obra de Ezequiel y la de Jesús. Ambos se presentaron ante un pueblo indiferente, de corazón duro, con un mensaje de condenación, que además era un mensaje de esperanza para los que se arrepintieran de su mal proceder. A Ezequiel se le dijo que el pueblo irí­a a oí­r sus palabras, pero que su corazón no responderí­a. (Eze 33:30-32.) Del mismo modo, cuando Jesús hablaba, se reuní­an muchedumbres para escucharle, pero pocos respondieron con aprecio a su enseñanza. Ezequiel predicó a los cautivos en Babilonia. Jesús declaró que era su comisión predicar liberación a los cautivos (Lu 4:18); explicó con claridad a los judí­os que se hallaban en cautiverio espiritual, que necesitaban liberación y que él habí­a sido enviado para conseguirla. (Jn 8:31-36.) Al igual que Ezequiel, nunca reprendió a los judí­os según su propia opinión, sino que hablaba lo que Jehová le mandaba decir. (Jn 5:19, 30.)

La esperanza de Ezequiel. A pesar de la difí­cil tarea que se le encomendó, Ezequiel se mostró fiel a Dios y cumplió todo cuanto se le mandó. Figura entre los profetas que aguantaron por fe y que †œ[procuraron] alcanzar un lugar mejor, es decir, uno que pertenece al cielo†. (Heb 11:16.) Aunque no era parte de la clase que compone el Reino de los cielos (Mt 11:11), anhelaba el momento en que se establezca el Reino del Mesí­as, y a su debido tiempo recibirá, gracias a la resurrección, el cumplimiento de la promesa de Dios y la bendición del gobierno mesiánico. (Heb 11:39, 40.) Ezequiel se distinguió por su energí­a, valor, obediencia y celo por la adoración a Dios.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Ez 1-48
Sumario: 1. La personalidad del profeta y su tiempo. II. Su misión. III. Su temperamento. IV. El estilo. V.
Temas del libro: 1. Visiones inaugurales; 2. El carro divino; 3. El rollo escrito por ambas partes; 4. El signo
†œtau; 5. Perspectivas para el futuro; 6. Gog y Magog; 7. Nuevo templo, nuevas leyes, nueva tierra.
1083
1. LA PERSONALIDAD DEL PROFETA Y SU TIEMPO.
Ezequiel (el hebreo Yehezq †˜el puede interpretarse †œDios es fuerte†™ o †œDios fortificado; la forma griega Hizqi†™el significa †œDios es mi fuerza†™) es el tercero de los cuatro grandes profetas escritores del AT. Era hijo dé Buzi, perteneciente a la familia sacerdotal jerosolimitana de Sadoc, lo cual explica el odio que demuestra contra los sacerdotes de los cultos paganos y paganizantes y, por otra parte, el profundo conocimiento que tiene del templo y de los ritos que en él se practicaban. Con los dirigentes de la ciudad fue llevado al destierro a Babilonia el año 598, después del asedio de Jerusalén por parte de Nabucodonosory la rendición de la ciudad. Cinco años más tarde, es decir, el 593, comenzó la actividad profética, que ejerció durante veinticinco años; su último oráculo está fechado a comienzos del 571 (40,1); si se acepta la autenticidad del oráculo contra Egipto (29,17), la actividad profética duró veintisiete años. Es probable que, antes de su deportación, hubiera oficiado personalmente en el templo; pero .no lo sabemos con seguridad, ya que ignoramos cuántos años tení­a en el momento de su deportación; el historiador judí­o Flavio Josefo escribe que el profeta era un †œmuchacho† cuando fue llevado al destierro, pero el término griego †œmuchacho† tiene un sentido bastante amplio.
Lo cierto es que, cinco años después del comienzo de su deportación, cuando él fecha el comienzo de su misión con la llamada divina, se pre-jsenta como un hombre maduro: †œEl dí­a cinco del mes -era ya el año quinto de la deportación del rey Joaquí­n- fue dirigida la palabra del Señor a Ezequiel, hijo de Büzi, sacerdote, en la tierra de los caldeos, junto al rí­o Quebar. . .†œ(l,2s). Aparentemente, el texto es claro, pero en realidad no es lo suficiente para poder deducir de él la edad. No cabe duda de que desde su juventud recibió aquella impronta sacerdotal que se traslucirá luego elocuentemente en toda su persona; en efecto, estuvo impregnado del espí­ritu del Dt y de la †œley de santidad† [/Leví­tico II, 5]. Al comienzo del destierro vivió en una localidad desconocida, cerca del rí­o Quebar, en las cercaní­as de Babilonia; junto a este rí­o -a donde quizá se habí­a dirigido para orar- fue donde tuvo lugar la vocación y la primera visión.
En el estado actual del texto bí­blico, el profeta ejerció su ministerio exclusivamente entre los desterrados; pero hay algunos oráculos (especialmente los ce. 8-1 1) que suponen, al menos aparentemente, un ministerio inicial en Jerusalén, donde parece encontrarse corporalmente (11,13). Ezequiel habrí­a comenzado entonces su ministerio en Jerusalén, y luego se habrí­a quedado allí­ hasta casi el final del asedio y la destrucción de la ciudad, en que logró escapar y unirse a los desterrados de Babilonia, en donde recibió el anuncio de la caí­da de la ciudad cuando trajo la noticia uno de los fugitivos: †œLa ciudad ha sido conquistada† (33,21). Por el contrario, según otros autores, el profeta se habrí­a quedado en Jerusalén hasta su caí­da definitiva en el año 587.
Así­ pues, habrí­a ejercido un ministerio jerosolimitano y otro babilonio; la confusión entre estos dos tiempos se habrí­a debido a un hecho redac-cional. La primera visión, según los defensores de los dos tiempos de la profecí­a de Ezequiel, fue la del †œlibro enrollado† (2,1-3,9), con la que comenzaba la misión; delante de ella se colocó posteriormente la visión del †œcarro divino† (1,4-28), que señala el comienzo de la misión babilonia, cambiando por completo la perspectiva del libro y su ministerio. Después de la vocación profética en los alrededores de Babilonia el profeta habrí­a vuelto a su ciudad; durante el primer perí­odo del asedio habrí­a muerto su esposa, a la que él llama delicadamente †œdelicia de sus ojos† (24,16-1 8).
La hipótesis de los dos tiempos del ministerio de Ezequiel soluciona algunas dificultades, pero plantea otras nuevas; por ahora sigue siendo una hipótesis contra la que no hay argumentos decisivos, como tampoco los hay contra la teorí­a tradicional, que ve en Ezequiel al profeta de los desterrados, cuyo ministerio se desarrolló únicamente en el paí­s del destierro: hipótesis, ciertamente, que sigue siendo la más probable.
1084
II. SU MISION.
En la primera fase de su actividad el profeta recoge la historia de la nación bajo formas diversas, pero siempre con la misma conclusión sobre las graves infidelidades del pueblo, sobre la corrupción del clero y, finalmente, sobre el carácter inevitable de la destrucción total; son singulares los actos proféti-cos, oráculos mí­micos con o sin comentario (p.ej., en los ce. 4; 5; 12; 21, 24-25). En relación sobretodo con estos actos proféticos, se propuso la hipótesis de un estado patológico del profeta; pero hoy esta hipótesis ha quedado reducida a unos lí­mites mucho más modestos.
En diciembre-enero del 589-588 -en el lugar del destierro, según la hipótesis tradicional- recibió la noticia del comienzo del asedio de Jeru-salén (24,1-2). Poco después se le murió la esposa, y él se quedó mudo hasta la llegada del fugitivo que trajo la noticia (en diciembre-enero del 586-585), cinco meses después de la catástrofe del 587, de la destrucción de la ciudad (24,27; 33,22). Para sus compañeros de destierro la noticia marcó el final de las esperanzas y también de la fe en el Dios de los padres; unos se pasaban al paganismo y otros acusaban a Yhwh de injusticia, diciendo que castigaba en los hijos los pecados de los padres. Estos hechos pusieron al profeta en una nueva situación; como algunos de sus grandes predecesores, también él, después de haber predi-cho la ruina de la nación, anuncia ahora su seguro renacimiento. Son célebres en este perí­odo y sobre este tema, por ejemplo, la parábola de las ovejas y de los malos pastores (c. 34), la visión del campo de huesos humanos que se reagrupan adquiriendo vida y que representan la reunión de Judá y de Israel (los dos relatos anteriormente divididos, c. 37), el fragmento de historia del nuevo pueblo (cc. 38-39), la reorganización cultual (cc. 40-48). No sólo esto, sino que el profeta anuncia que desde ahora Dios no volverá ya a castigar en los hijos los pecados de los padres ni en los padres las culpas de los hijos (c. 18), y que incluso no tendrá en cuenta el pasado culpable o justo de cada fiel, sino que juzgará basándose en el comportamiento actual respecto a la voluntad divina. Así­ pues, todos tienen la posibilidad de resurrección y de salvación. Dice la leyenda que el profeta fue victima de su celo. Lo habrí­a ordenado matar el jefe de su pueblo, al que reprochaba el culto idolátrico; habrí­a sido traspasado por una espada o arrastrado por los pies junto al canal Quebar.
1085
III. SU TEMPERAMENTO.
El temperamento de Ezequiel resulta menos simpático que el de su contemporáneo Jeremí­as. Se dirí­a que tiene todas las cualidades del moralista rí­gido, del censor impasible. Pero, en realidad, lo es menos de lo que parece a primera vista. Efectivamente, no falta en su libro el esbozo de una oración por su pueblo (9,8); también se lee en él la expresión evangélica: †œPor mi vida, dice el Señor Dios, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que se convierta de su conducta y viva† (33,11). En él la razón se imponí­a ampliamente sobre el corazón; el razonamiento y la lógica sobre la intuición. Mientras que en los profetas anteriores las grandes afirmaciones de la conciencia y de la fe tienen forma de impulsos poéticos, en Ezequiel dan la impresión de ser artí­culos legales. Pertenece auténticamente al gran profetismo por la intransigencia moral, por el cuidado celoso con que defiende la justicia de Dios, por la idea que tiene del poder universal de Dios presente en todas partes e independientemente del tiempo y del paí­s, y por su altí­sima concepción de la majestad divina. Como profeta, multiplicó más que todos sus predecesores los gestos simbólicos (4,1-5,4; 12,1-7; 21,23-24; 37,15-16; etc.), y sus mismas pruebas personales (como habí­a sucedido con Oseas, Isaí­as y Jeremí­as) fueron asumidas con un carácter simbólico (24,24); pero por encima y más allá de los demás profetas, fue sobre todo un visionario.
Las visiones propiamente dichas son cuatro, pero amplias, de importancia fundamental; caracterizan toda su obra, y su complejidad contrasta con la sencillez de las visiones de sus predecesores. Las cuatro visiones son una apertura a un mundo fantástico (cc. 1-3; 8-11; 37; 40-48): los cuatro animales, el carro divino, la mezcolanza de idolatrí­a, magia y religión del culto en el templo, la inmensa llanura llena de huesos, el templo futuro trazado casi con mano de arquitecto, con una geografí­a utópica, rodeado por las doce tribus y dotado de un manantial con aguas milagrosamente fecundas y que lo sanan todo.
Gran parte de sus intereses, de su personalidad y de su mensaje dependen del hecho de que Ezequiel pertenecí­a auténticamente al sacerdocio. De esta cualidad suya se derivan su manera de impartir los preceptos morales y religiosos y la naturalidad con que se sirve de la casuí­stica, así­ como el hecho de que su mayor preocupación sean el templo y el culto; también se deduce de ahí­ la mayor importancia que parece dar a los deberes cultuales respecto a los morales. La influencia de Ezequiel fue decisiva en los deportados y determinante para los que regresaron del destierro: a los primeros les dio coraje y esperanza:
a los segundos les hizo comprender con extraordinaria clarividencia que lo único posible no era la constitución de un nuevo Estado, sino de una especie de iglesia.
1086
IV. EL ESTILO.
El estilo de Ezequiel carece de la solemnidad y de la rigurosa pureza clásica de Isaí­as, no tiene el color conmovedor de Jeremí­as ni la espontaneidad de Amos y de Oseas. El estilo de Ezequiel es gris, diluido, frí­o, monótono; en parte esto puede deberse al estado en que nos ha llegado el texto hebreo, pero fundamentalmente es el resultado de su carácter y de su formación. Cultiva la precisión minuciosa; pero su descripción, más allá de las apariencias, resulta ficticia; algunas de sus acciones simbólicas se han juzgado irrealizables, y difí­cilmente podí­an impresionar a los oyentes. Pero su búsqueda de la descripción meticulosa tiene la ventaja de habernos transmitido la descripción más extraordinaria y arqueológicamente más importante de la ciudad de Tiro (c. 26). Ezequiel no era ciertamente hombre de letras ni hay motivos para pensar que haya querido hacer una obra literaria. La rareza de sus acciones y el carácter irrealizable de algunos textos se explican por su carácter realmente singular; la í­ndole de su imaginación fantástica deja quizá vislumbrar la modificación del gusto literario de la época. Sin embargo, Ezequiel fue en su géñero un verdadero artista. Algunas de sus páginas tienen un brí­o, un ardor y un vigor inolvidables. Después de leer, por ejemplo, los capí­tulos 8-1 1, se comprenden las palabras escritas a propósito de sus discursos: †œTú eres para ellos como una canción de amor, graciosamente cantada con acompañamiento de instrumentos de cuerda. Escuchan tus palabras y no las ponen en práctica† (33,32).
1087
V. TEMAS DEL LIBRO.
1088
1. Visiones INAUGURALES.
En los capí­tulos Ez 1-3 el profeta refiere las visiones inaugurales con el comienzo de su misión profética:
los capí­tulos Ez 4-24 contienen exclusivamente reproches y amenazas, bien contra los hebreos que se habí­an quedado en Palestina (después del 597), bien contra aquellos deportados cuya conducta no correspondí­a a su fe; en los capí­tulos 25-32 se leen los oráculos contra las naciones; los capí­tulos 33-39 se encuadran en el perí­odo del asedio de Jerusalén y en el inmediatamente posterior; el profeta consuela a su pueblo, promete la llegada de un verdadero pastor (c. 34), predice la destrucción de Edón, que se habí­a alegrado del desastre de Jerusalén (c. 35); reivindica para el pueblo judí­o el territorio de Israel (c. 36), anuncia la resurrección de la nación (c. 37) y entona el famoso poema de Gog y Magog (cc. 38-39); en los capí­tulos 40-48 se describe el estatuto polí­tico y religioso de la nueva comunidad, presentando el nuevo templo y las nuevas leyes. Esta división regular era probablemente la que señalaba Flavio Josefo cuando hablaba de dos libros de Ezequiel; es decir, pensaba en las dos partes: una destructiva (cc. 1-24) y la otra constructiva (cc. 25-48). Pero esta visión unitaria ha sufrido vicisitudes y alteraciones notables. En conclusión, no cabe duda de que el libro es el resultado de un largo proceso y de que han sido varios los recopiladores o redactores que han puesto su mano en él. Actualmente se han abandonado las dos posiciones radicales de un juicio totalmente negativo y de un juicio tra-dicionalmente unitario.
El pensamiento de Ezequiel abre un camino nuevo, rompiendo muchos de los ví­nculos con el pasado. La audacia de su pensamiento tiene un interés particular por la variedad de corrientes que confluyen en él. Sus visiones apocalí­pticas son un preludio de las grandiosas de Daniel y de las neotestamentarias de san Juan. Ac aquí­ los principales temas de este libro singular y seductor, una vez que el lector ha superado su desconfianza y las dificultades iniciales.
1089
2. El carro divino.
La primera visión de Ezequiel presenta cuatro animales y el carro (hebreo, merka -bah) divino (cc. 1-3, a los cuales se les puede añadir la narración análoga de los ce. 9-10). La visión subraya el hecho de que Yhwh no está ligado al templo de Jerusalén ni a un paí­s concreto, sino que se dirige a los deportados para hacer de ellos un pueblo nuevo y conducirlo luego a la patria. Es una visión que tendrá justamente un enorme eco. Se trata de los cuatro querubines que tienen la extraordinaria tarea de trasladar la gloria divina desde el templo hasta los deportados y, más tarde, desde los deportados de nuevo a la patria. La escena se describe en un tono majestuoso y sobre ella se basa la teologí­a hebrea del carro. Partiendo del aspecto de estos querubines, que describe con las formas †œde hombre†™, †œde león†™, †œde toro†™ y †œde águila, y teniendo presente el texto del cuarto evangelio: †œY aquel que es la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y nosotros vimos su gloria† (Jn 1,14), así­ como el hecho de que quienes llevan la Palabra son los evangelistas, san Ireneo tuvo la intuición de ver a los evangelistas en estos cuatro animales de Ezequiel: en el toro a Lucas, en el hombre a Mateo, en el león a Juan y en el águila a Marcos. Pero mayor éxito tuvo unos siglos más tarde la opinión de san Jerónimo, quien basándose en el comienzo de cada evangelio asignó el águila a Juan, el hombre a Mateo, el león a Marcos y el toro a Lucas. También el Apocalipsis de Juan da a los cuatro †œvivientes† los rasgos de estos cuatro animales (c. 4).
1090
3. El rollo escrito por ambas partes.
En la segunda visión (2,8-3,3) Dios muestra al profeta un roí­lo escrito por ambas partes. Encima estaban escritas †œlamentaciones, gemidos y ayes†. Y le ordenó: †œAbre la boca, come este libro y vete a hablar a la casa de Israel†… †œYo lo comí­, y fue en mi boca dulce como la miel† (3,3). Sólo más tarde se hizo amargo como la hiél, cuando tuvo que dirigirse a cumplir su misión entre los deportados de Tel-Aviv (†œcolina de primavera† o †œcolina de las espigas†). A este texto se refirieron algunos sionistas cuando, en 1909 y luego definitivamente en 1917, dieron el nombre de Tel-Aviv a un barrio de la ciudad de Jafa, que se convertirí­a en la primera capital del Estado de Israel. Pero el texto es sobre todo simbólico para la misión profética:
dulce y amarga.

1091
4. El signo †œtau†.
En el capí­tulo 9 el profeta describe la destrucción de la ciudad de Jerusalén en términos mitológicos llenos de significado: †œDespués gritó a mis oí­dos con voz recia, y dijo: Acercaos los que habéis de castigar la ciudad, cada uno con sus instrumentos de exterminio en la mano†™. Y por la calle de la puerta de arriba llegaron seis hombres…† (9,1-2). Como el autor de Lam, Ezequiel atribuye directamente a Dios la destrucción de Jerusalén (aunque conoce también la intervención del ejército babilonio), asentando así­ un principio que tendrá amplio desarrollo en la Biblia y en los escritos judí­os posteriores: los enemigos no son más que el instrumento del que Dios se sirve para castigar; ellos a su vez serán castigados o destruidos mientras que Israel recobrará de nuevo sü vida y su esplendor. Interesa observar cómo el profeta ve en su visión a un séptimo nombre: †œEn medio de ellos habí­a un personaje, vestido de lino, con la cartera de escriba a la cintura†; a él se le confí­a la tarea de preceder a los otros seis, señalando con una tau en la frente a los hombres que suspiran y lloran †œpor todas las nefandas acciones que se cometen dentro de la ciudad†. Los marcados con la tau (es decir, con una T) se verán libres de la destrucción y de la muerte. Esta visión puede relacionarse con el Ps 87, donde se habla del libro de los pueblos, en el que están anotados los nacidos en Jerusalén, o bien con el libro que recoge los nombres de los que temen a Dios y veneran su nombre santo (MI 3,16). Pero la relación más inmediata es con el signo marcado con sangre en las jambas y en el dintel de las puertas de los hebreos en Egipto (Ex 12,7; Ex 12,13). También este signo alcanzó luego mucho éxito en la literatura judí­a y cristiana (Ap 7,2-3 y 22,4).
1092
5. Perspectivas para el futuro.
Los dos capí­tulos 36-37 representan la cima de la parte consolatoria de Ez; más aún, se trata de la perspectiva más amplia, profunda y serena que un profeta haya presentado nunca a su pueblo. Por eso, tanto en los perí­odos de mayor tristeza como en los perí­odos en que se sentí­a más cerca de la tierra de los padres, el pueblo judí­o de todos los tiempos ha meditado en su corazón estas promesas y ha creí­do fuertemente en su realización: †œY vosotros, montes de Israel, echad vuestros ramos, producid vuestros frutos para mi pueblo, Israel, porque está ya para volver… Volveréis a ser labrados y sembrados:.. Las ciudades serán repobladas y las ruinas reconstruidas† (36,8-10); †œOs tomaré de entre las gentes donde estáis, os recogeré de todos los paí­ses y os conduciré a vuestra tierra… Os daré un corazón nuevo y os infundiré un espí­ritu nuevo… Habitaréis entonces en la tierra que di a vuestros padres, seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios†(36,24-28). Es importante observar las motivaciones aducidas por el profeta, en nombre de Dios: no es en consideración a Israel por lo que ocurrirá todo esto; Dios obrará así­ por amor a su propio nombre, que no desea ver deshonrado entre las naciones, y para darse a conocer en medio de ellas (36,22-23). Este mensaje se especifica y se desarrolla en la grandiosa visión de los huesos secos, sobre los que el profeta en nombre de Dios pronuncia las palabras: †œiHuesos resecos,escuchad la palabra del Señor! Esto dice el Señor Dios a estos huesos: †˜Yo haré que entre de nuevo el espí­ritu en vosotros y reviviréis… Yo abriré vuestras tumbas, os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mí­o, y os llevaré a la tierra de Israel† (37,4-14).
1093
6. Gog Y Magog.
Los rasgos y las imágenes claramente apocalí­pticas de los capí­tulos 38-39 forman la mejor conclusión del sublime capí­tulo 37. Estas visiones revelan a los desterrados un porvenir de luchas y dolores; pero los introducen también en los misterios del futuro, de la victoria final del bien sobre el mal, de la justicia sobre la injusticia. Gog se encuentra en el paí­s de Magog y es soberano de Mesec y Tubal; prepara un grande y aguerrido ejército para atacar a Israel, que vive tranquilo y sereno en una tierra indefensa, con ciudades sin murallas y sin puertas.
Pero cuando Gog llega a Israel desde Magog, estalla la ira del Señor y llega la matanza: se necesitarán varios meses para sepultar los cadáveres de los asaltantes. Durante siete años los israelitas harán fuego con las armas de los caí­dos, mientras que Gog será sepultado al sur del mar Muerto, en el valle de Abarí­n. Después de.esta matanza de los enemigos procedentes del norte, habrá un festí­n para las aves del cielo:
†œDi a las aves de todas clases y a todas las bestias salvajes: Reunios de todas partes en torno al sacrificio inmenso…† (39,17-20). El género literario ¡apocalí­ptico que inauguran estos dos capí­tulos tuvo un enorme éxito en la literatura hebrea posterior (p.ej. Is 24-27; Dn 7-12; Za 9-14), en los escritos judí­os posteriores
-los llamados †œapócrifos†- y también en el NT, como, por ejemplo, en el ¡ Apocalipsis de Juan. Gog, rey de Magog, es un personaje desconocido, siendo inútil cualquier intento de identificarlo; el profeta le da los rasgos de más de una persona; es sustancialmente la personificación del mal, pero siempre bajo el control de Dios. Magog es el nombre de una región que no se sabe dónde está; se lee también en Jer 10,2. Puesto que Mesec y Tubal se han localizado a orillas del mar Negro, se cree que hay que localizar a Magog al norte de Palestina. También en los apocalipsis posteriores el enemigo viene siempre del norte, por ejemplo en la Regla de la guerra de los esenios. La literatura apocalí­ptica más tardí­a hizo de Magog una persona: de ahí­ la representación de Gog y Magog como dos soberanos coaligados contra los justos y los buenos.
1094
7. Nuevo templo, nuevas leyes, nueva tierra.
Los últimos capí­tulos del libro constituyen una obra singular, que sólo tiene paralelo en los textos sacerdotales del / Exodo (ec. 25-31 y 35-40). El profeta preconiza una reforma radical del culto, del sacerdocio, de las estructuras del templo, de la disposición de la ciudad de Jerusalén, y asigna nuevas regiones a las doce tribus. Traza luego un cuerpo legal, que representa la carta magna del /judaismo naciente; a partir del destierro, los ideales se alimentarán incesantemente de Ezequiel. También la visión de la / Jerusalén †œcelestial† nació de la reflexión sobre estos capí­tulos. Del ángulo derecho del umbral del templo surgirá un manantial que pronto se convertirá en un gran rí­o: irá a desembocaren el mar Muerto, después de haber dado vida y haber hecho florecer de nuevo al desierto; endulzará además las aguas del desierto, pero no hará desaparecer la sal, necesaria para la sustentación; habrá peces de todas clases y a lo largo de las orillas nacerá todo tipo de árboles frutales. También Jerusalén recibirá un nombre nuevo que señale su novedad: se llamará Yhwh-sammah, es decir, †œEl Señor está allí­†™.
1095
BIBL.: Alonso Schokel L.-Sicre Dí­az J.L., Profetas II, Madrid 1980, 667-855; Asurmen-di J.M., Ezequiel, Verbo Divino, Estella 1982; Córtese E., Ezechiele, Ed. Paoline, Roma 19813; Id, La sfera del sacro attorno a/la gloria diJahweh, en Quaerére Deum, Brescia 1980, 160-169; Monií­oubou L., Un sacerdote se vuelve profeta: Ezequiel, Fax, Madrid 1973; Spadafo-ra F., Ezechiele, Marietti, Turí­n 1948; Zimmer, Ii W., The Form and Tradition. Histórica! Cha-ra cter qf Ezechiel†™s Prophecy, en †œVT† 15 (1965) 515-527.
L. Moraldi
1096

Fuente: Diccionario Católico de Teología Bíblica

Introducción

TRASFONDO HISTORICO

El libro de Ezequiel se relaciona con uno de los perí­odo más crí­ticos en la historia de Israel. Los oráculos en el libro cubren un perí­odo de 22 años, de 593 a 571 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (vea diagrama en la p. 656). Durante este tiempo la ciudad de Jerusalén fue sitiada y destruida. El templo fue incendiado y la monarquí­a llevada a su fin. La población de Judá sufrió las privaciones de la guerra. Muchos fueron al exilio.
Desde un punto de vista humano mucho de la contienda del perí­odo radicó en la inestabilidad polí­tica del Medio Oriente en esa época. Palestina era una región pequeña pero afectada constantemente por los cambios en el equilibrio de poder en toda la región. Egipto era una super potencia que envejecí­a. Asiria habí­a comenzado a desmoronarse, pero Babilonia estaba haciéndose cada vez más fuerte. El reino del norte de Israel habí­a sido destruido por los asirios en 722–721 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Las alianzas del reino de Judá habí­an oscilado entre Egipto y Babilonia. Cuando el rey Joacim intentó rebelarse con tra Babilonia alrededor de 601–600 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, Nabucodonosor respondió poniendo sitio a Jerusalén y sometiéndola en 597 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Unos 10.000 de sus habitantes (2 Rey. 24:14) fueron llevados al exilio. Uno de esos exiliados era un sacerdote llamado Ezequiel.

EZEQUIEL EL PROFETA

Todo lo que sabemos acerca de Ezequiel viene de su libro de profecí­as. Aun allí­ la información es escasa. Ezequiel era sacerdote (1:3) tanto como profe ta. Su fondo sacerdotal se muestra en su preocupación por la pureza ceremonial (4:14) y el énfasis sobre el templo (40–48). Estaba casado, pero su esposa murió durante el curso de su ministerio (24:15–18). A diferencia de su contemporáneo Jeremí­as, Ezequiel pasó su carrera profética en Babilonia. Muchos de sus primeros oráculos tratan de eventos en Jerusalén y Judá. Este hecho, y los detalles de los oráculos mismos, han llevado a muchos comenta ristas a sugerir que Ezequiel pasó por lo menos parte de su carrera profética en Palestina. Sin embargo, no hay en el libro ninguna declaración directa para apoyar esta opinión. Como un exiliado, que profetizó a otros exiliados, Ezequiel indudablemente habrí­a estado preocupado acerca de las catástrofes que aguardaban a su patria. Sus oyentes también habrán estado muy ansiosos de escuchar acerca del destino de su paí­s. Debemos por lo menos esperar que los eventos en Israel/Judá ocuparan parte sustancial de su labor profética. Ser capaz de percibir lo que estaba sucediendo en tierras distantes de donde él viví­a, era una habilidad necesaria para un profeta exiliado en Babilonia.
Como profeta, se requerí­a que Ezequiel relatara sus percepciones al pueblo. Algunas veces utilizó más que meras palabras. En varios casos él dramatizó parte de la profecí­a. Las ayudas visuales no son nada nuevo. Estas profecí­as dramatizadas incluyeron estar acostado atado con cuerdas (4:1–8), afeitarse la cabeza y golpear con una espada algo del cabello (5:1, 2), cubrirse el rostro y perfo rar un muro (12:3–7), temblar (12:18) y evitar todos los ritos de duelo por su fallecida esposa (24:16–24). No es de extrañar que su salud mental haya sido cuestionada. No obstante, lo extraño mismo de sus actos, y a veces sus oráculos también, sirvieron para llamar la atención a su mensaje. Parece también que durante una parte de su carrera profética él sufrió una pérdida parcial del habla. Su capacidad completa para hablar regresó cuando Jerusalén cayó (33:21, 22).
A pesar de sus extrañas acciones, Ezequiel fue altamente respetado como profeta. A los 18 meses de su visión inaugural los ancianos de su pueblo habí­an comenzado a visitarle para consultas (8:1; también 14:1; 20:1; 33:30, 31). Parece, no obstante, que aunque apreciado no siempre se le hací­a caso (33:30–33). Es fácil admirar a un lí­der moral o espiritual, pero no siempre es fácil poner en práctica los requerimientos que hace. El ejemplo supremo es el de Jesús (ver Mat. 7:24–29).
Ezequiel no era esclavo de los convencionalismos sociales. El no viví­a una vida cómoda en una sociedad cómoda. Pertenecí­a a un grupo minoritario, forzosamente transplantados como resultado de la guerra en su paí­s de origen. Su religión era bastante minoritaria, luchando para sobrevivir en una sociedad pluralista multicultural. El poderoso paí­s donde estaba exiliado tení­a muchos dioses y él tení­a sólo uno. Sin embargo, él proclamó firmemente el mensaje que habí­a un Dios, quien finalmente salvarí­a a su pueblo, sin importar lo que pudieran hacer otras naciones.

EL LIBRO DE EZEQUIEL

A pesar de una reputación de oscuridad y dificultades textuales, el libro de Eze. tiene una estructura claramente definida. Es una colección de 52 oráculos, mensajes o visiones divinamente entregados, descriptos por el profeta Ezequiel. Hay apenas un escaso mí­nimo de narrativa proporcionada para dar un contexto a cada uno de los oráculos. Sin embargo, el principio de cada oráculo está indicado claramente por una de dos frases: †œVino a mí­ la palabra de Jehovah† o †œla mano de Jehovah vino sobre mí­†.
Estas dos expresiones no son intercambiables. Ellas dan una indicación del tipo de profecí­a que seguirá. La primera expresión es por mucho la más frecuente. Indica el comienzo de un mensaje verbal de Dios que generalmente debe ser entregado al pueblo de Israel. La segunda expresión se usa para indicar una experiencia más intensa, donde el profeta es afectado fí­sicamente. Se usa en todos los grandes oráculos visuales donde Ezequiel mismo se siente transportado dentro de la visión misma.
Los oráculos se agrupan de acuerdo con el tema y no están siempre en estricto orden cronológico. Cada oráculo es independiente de sus vecinos. Algunas veces los oráculos vecinos están separados uno del otro por un perí­odo de años. La construcción del libro en general lleva la marca de una mente claramente organizada. Esta impresión es reforzada por el uso repetido de frases fijas y la casi rí­tmica naturaleza de muchas parte del texto.
La naturaleza del tema significa que los primeros 32 capí­tulos consisten en advertencias de desastre, y los últimos 16 consisten en promesas de esperanza. El punto decisivo en el libro es la caí­da de Jerusalén, como se da en 33:21, 22. Colocó el cimiento de lo que ha sido llamado literatura †œapocalí­ptica†. Ciertamente su más fuerte influencia ha de verse en el libro de Apoc., donde mucho del simbolismo es similar al de Eze. (ver artí­culo: Libros apócrifos y apocalí­pticos).

EL MENSAJE DEL LIBRO

En conjunto el libro de Ezequiel consiste en advertencias iniciales de calamidad seguidas por promesas de restauración. Así­ como las calamidades que fueron pronosticadas se cumplieron, así­ se cumplirán las promesas de restauración. El pueblo de Dios, habiendo soportado tanto en el pasado, serí­a últimamente salvado de su miseria. Israel se volverí­a a su Dios y a su tierra prometida. Ellos serí­an su pueblo y él serí­a el Dios de ellos.
Varios otros temas aparecen a través de los oráculos. El asunto de la responsabilidad humana ocurre en varias formas. La destrucción que caerí­a sobre Israel vino como un resultado de su propia indocilidad. Fue por causa de su idolatrí­a que fue castiga da. Sin embargo, en este caso la culpa no era un asunto puramente comunal. Los individuos no eran castigados simplemente debido a los pecados de sus antepasados (cap. 18). Fueron considerados culpables por lo que cada uno de ellos como individuo habí­a hecho, pero este tema se clarifica aun más. Ser tenido por justo no era asunto de acumular puntos a favor para compensar los desfavorables (un punto de vista comúnmente sostenido aún hoy). Era menester un cambio fundamental, dura dero, del corazón del individuo (18:30–32).
Otro tema importante es la relación de Dios con su pueblo. Una frase que ocurre muy frecuentemente por todo el libro es que los hechos pronosticados ocurrirí­an †œpara que ellos sepan† que él era su Señor. Las calamidades no eran sólo castigo. Eran también un medio de llevar al pueblo al conocimiento de Dios. Esta relación especial se recalca por todo el libro. El los juntarí­a y protegerí­a tal como un pastor cuida de sus ovejas. Un Pastor vendrí­a a cuidarles y gobernar sobre ellos (34:1–31; 36:24–28).
Sin embargo, la estrecha relación entre el Señor y el pueblo de Israel no significaba que otras naciones y tierras estaban fuera de la esfera de su autoridad y control. Los oráculos de Ezequiel a las nacio nes extranjeras hacen claro que Dios no era simplemente una deidad parroquial gobernando a Jerusalén y sus cerros alrededor. En algunas maneras una nación pagana podrí­a ser instrumento de Dios, aun hasta el punto de castigar a Israel.
Las figuras gráficas en el libro de Eze. pueden ser inquietantes. Los oráculos de Ezequiel tienen relación con uno de los perí­odos más oscuros en la historia de Israel. Durante su carrera profética su pueblo serí­a dispersado y la ciudad de Jerusalén y el templo destruidos. Sin embargo, el libro concluye con mensajes de esperanza. Al final del tiempo el Pastor vendrí­a a juntar sus ovejas.

EZEQUIEL PARA HOY

El libro de Eze. tiene pasajes que son difí­ciles de interpretar y aun más difí­ciles de aplicar. Puede ser de consuelo para el lector moderno saber que los antiguos rabinos tení­an que estudiar largo y duro el contenido del libro. Hay también una tendencia infortunada a ser atraí­do a los pasajes más oscuros a expensas de los más directos. Sin embargo, hay varios puntos útiles al abordar el libro. Primero, es importante recordar que el libro es una colección de oráculos independientes. Estos están siempre identificados por las expresiones †œvino a mí­ la palabra de Jehovah† o †œLa mano de Jehovah fue sobre mí­ [Ezequiel]†. Los oráculos se agrupan temáticamente, aunque no siempre en estricto orden cronológico, y pueden variar en tamaño de unos pocos versí­culos a varios capí­tulos. Sabemos por aquellos que están fechados que algunas veces puede separarlos un lapso de varios años, de modo que es mejor escoger un oráculo solo, leerlo totalmente, y considerarlo por sí­ solo.
Segundo, Eze. tiende a ser escrito según una fórmula, casi prosa poética. Hay temas y expresiones que aparecen por todo el libro. Una frase que puede ser misteriosa en una sección puede ser más clara en otra. Es útil, por lo tanto, comenzar con algunos de los pasajes menos †œexcitantes† para captar el sentido del lenguaje y pensamiento del libro. Por este motivo es mejor no comenzar con los capí­tulos iniciales. Los oráculos más extensos de 1:1–3:15; 8:1–11:25; 38:1–39:29 y 40:1–48:35 deben ser estudiados al fin. El principio del cap. 12 puede ser un punto posible de entrada.
Tercero, es también útil tener en mente los temas generales que unen los oráculos. Los caps. 4–24 contienen advertencias acerca de la inminente destrucción de Jerusalén por Nabucodonosor. Los caps. 25–32 contienen advertencias a los vecinos de Israel acerca de la actitud de ellos en la hora de necesidad de él, y los caps. 33–48 contienen mensajes de esperanza para el pueblo de Israel después de la caí­da de Jerusalén.
La situación polí­tica del pueblo de Israel en aquel entonces era obviamente bastante distinta de la de hoy. Sin embargo, detrás de las cosas especí­ficamente polí­ticas, vemos a una sociedad complicada, cargada de asuntos familiares desordenados: incertidumbre acerca del futuro; cataclismos internacionales; pluralismo religioso; corrupción institucional; fe en desorden. La sociedad moderna tiene sus propios í­dolos, falsos profetas, santuarios corrompidos, instituciones decadentes y fanatismos nacionales. Tienen nombres distintos, pero las palabras de Ezequiel pueden todaví­a aplicarse a ellas.
Hay un peligro en aplicar demasiado precisamente a la actualidad lo que ocurrió hace dos milenios y medio, especialmente cuando ocurren nombres si milares de lugares (particularmente Israel). No obstante, el contorno general de los problemas de la sociedad es tan similar hoy que los principios pueden fácilmente ser aplicados. La sociedad y Dios no cambian.

BOSQUEJO DEL CONTENIDO

1:1-3:21 La comisión de Ezequiel
1:1-3:15 El llamado de Ezequiel
3:16-21 La responsabilidad del centinela

3:22-24:27 Advertencia sobre la inminente destrucción de Jerusalén
3:22-5:17 Mensajes dramatizados: el sitio de Jerusalén pronosticado
6:1-14 Profecí­a contra la idolatrí­a en Israel
7:1-27 Advertencia de desastre inminente para Israel
8:1-11:25 La idolatrí­a de Jerusalén y su castigo
12:1-16 Un mensaje dramatizado: el exilio pronosticado
12:17-20 Un mensaje dramatizado: Israel temblará
12:21-25 La profecí­a se cumplirá…
12:26-28 … y se cumplirá pronto
13:1-23 Condenación de los falsos profetas y profetisas
14:1-11 Condenación de la idolatrí­a
14:12-23 El juicio sobre Israel no será conjurado por los pocos justos
15:1-8 Jerusalén, la vid inútil
16:1-63 Jerusalén, la esposa infiel y promiscua
17:1-24 Aguilas, cedros y una vid: una parábola polí­tica
18:1-32 La responsabilidad del individuo
19:1-14 Lamento por los gobernantes de Israel
20:1-44 La persistente rebeldí­a de Israel
20:45-49 Juicio por fuego
21:1-7 Juicio por la espada
21:8-17 La espada está afilada
21:18-32 La espada del rey de Babilonia
22:1-16 Los pecados de Jerusalén
22:17-22 La fundición de Israel
22:23-31 Injusticia en la ciudad. Corrupción en todos los niveles
23:1-49 Ohola y Oholiba, hermanas adúlteras
24:1-14 La parábola de la olla: Jerusalén sitiada
24:15-27 La muerte de la esposa de Ezequiel y el significado de su duelo

25:1-17 Profecí­as contra naciones vecinas

26:1-28:19 Profecí­as contra Tiro
26:1-21 La denunciada satisfacción propia
27:1-36 Un lamento
28:1-10 Contra la arrogancia
28:11-19 Expulsión del “paraí­so”

28:20-26 Profecí­a contra Sidón: “Conoce a Jehovah”

29:1-32:32 Los oráculos egipcios
29:1-16 Egipto: declinación y caí­da
29:17-21 La recompensa de Nabucodonosor
30:1-19 Un dí­a oscuro para Egipto
30:20-26 Los brazos rotos del faraón
31:1-18 La lección para Egipto del cedro cortado
32:1-16 Lamento por el faraón
32:17-32 El descenso de Egipto al dominio de la muerte

33:1-20 El alcance de la responsabilidad

33:21, 22 Ezequiel recupera su habla

33:23-33 Las posesiones ilegales de Israel

34:1-48:35 Profecí­as de restauración
34:1-31 Los pastores de Israel denunciados
35:1-36:15 Profecí­as y montes: advertencias a Edom y aliento para Israel
36:16-38 La restauración de Israel
37:1-14 El valle de los huesos secos
37:15-28 La reunión de Israel
38:1-39:29 Profecí­as contra los que se oponen a Israel
40:1-48:35 Visiones del templo nuevo y la tierra nueva
Comentario
1:1-3:21 LA COMISION DE EZEQUIEL

1:1-3:15 El llamado de Ezequiel

El libro de Ezequiel comienza como si tuviera el propósito de continuar. Después de una de las más breves introducciones narrativas, se nos presenta el primero de una serie de oráculos que constituyen el libro. Este oráculo inicial pertenece al grupo de profecí­as altamente visuales cuyo prefacio es la expresión †œla mano del Señor fue sobre mí­†.
Aunque no declarado explí­citamente, este oráculo representa la comisión de Ezequiel como profeta. La visión fue intensa. Se nos dice que después de ella el profeta se sentó atónito por varios dí­as. En la visión él ve a un ser radiante sentado sobre un trono de zafiro debajo del cual se mueven rápidamente cuatro criaturas futuristas. El oye una voz que le dice que será enviado a declarar lo que el Señor dice al pueblo de Israel en el exilio. Se le advierte acerca de la obstinación del pueblo; sin embargo, debe hablar, sea que escuchen o no.
Hay mucho en esta visión que no está explicado, especialmente en relación con los querubines y sus guí­as acompañantes semejantes a ruedas. El sentido general del simbolismo es transmitir la majestad de Dios que todo lo abarca. Cada uno de los temibles querubines exhibí­a caras representando las formas más elevadas de la vida: el hombre, el león (rey de las bestias), el becerro (primero de los animales domésticos) y el águila (principal de las aves del aire). Ellos viajaban como si fueran †œrelámpagos† acompañados por sus ruedas-guí­as llenas de ojos alrededor. Sin embargo, estas magní­ficas criaturas eran sólo asistentes del trono. Estaban bajo el trono de Dios. Si los asistentes eran temibles, cuánto más lo era el rey mismo.
Le fue dicho a Ezequiel que él serí­a enviado al pueblo de Israel y su mensaje contendrí­a advertencias y ayes, pero que él las hallarí­a dulces (3:1–4). La experiencia toda cambió la vida de Ezequiel. Se le darí­a poder para entregar su mensaje, a pesar de la resistencia de su pueblo al mismo. El necesitaba tal fortaleza, porque su tarea no serí­a fácil.
No fue por la razón, o la frí­a lógica, o la contemplación de beneficios de largo alcance que Ezequiel sintió su llamado profético. Fue porque habí­a vislumbrado lo aterrador y la majestad de Dios. Los mandatos de Dios son más fáciles de obedecer cuando contemplamos a quien los ha dado.
1:1–3 Ezequiel, hijo de Buzi, experimenta visiones enviadas por Dios. 1:4–14 El ve una gran nube centellante cuyo centro brilla como metal fundido. En su í­gneo centro pueden verse cuatro seres vivientes. Tienen forma humana, pero cada uno tiene cuatro caras y dos pares de alas. Los rostros son como los de hombre, león, becerro y águila. Los seres vivientes se desplazan yendo y viniendo como relámpagos. 1:15–21 Cada uno de ellos es acompañado por algo que brilla y redondo como una rueda. Las ruedas van dondequiera que van los seres vivientes. El sonido de las alas de los seres vivientes es como un gran estruendo. 1:22–28 Por encima de los querubines está lo que parece una expansión de cristal impresionante. Sobre ésta parece haber como un trono de zafiro, que lleva una radiante figura resplandeciente. El resplandor es como un arco iris. Es la gloria del Señor. 2:1–8 Una voz le dice a Ezequiel que él será enviado a los israelitas, un pueblo obstinado, en constante rebelión contra Dios. El ha de profetizarles, sea que ellos escuchen o no. No debe temer ni rebelarse. 2:9–3:3 Se le da a Ezequiel un rollo que contiene palabras de lamento y duelo. Se le ordena comer el rollo. Al hacerlo descubre que tiene un sabor tan dulce como la miel. 3:4–11 Se le advierte que los israelitas no querrán escucharle. Por lo tanto, se le dará la fuerza de voluntad para la tarea. Se le dice que vaya inmediatamente a sus compatriotas en el exilio y les entregue el mensaje de Dios. 3:12–15 Transportado de regreso para estar con los exiliados, él se sienta atónito durante siete dí­as.
Notas. 1:1 Del año 30: no se nos dice a qué se refiere esta fecha. Una posibilidad es que era la edad del profeta. El rí­o Quebar era un canal del Eufrates que estaba al sudeste de Babilonia. 2 Quinto año del exilio, 593 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo 5 Los cuatro seres vivientes son los asistentes del trono. En el cap. 10 se les llama †œquerubines†. 15–21 Ruedas: los intérpretes antiguos tomaban el texto como describiendo una clase de carroza. La naturaleza de sus ruedas le permití­a viajar sin esfuerzo en cualquier dirección. 16 Crisólito: un tipo de roca. 22 Bóveda: la misma palabra es usada en Gén. 1:6–8. La idea aquí­ es la de una plataforma firme que separa a los querubines del trono. 28 El aspecto: Ezequiel toma cuidado de no decir que él haya visto a Dios. 2:1 Hijo de hombre: esta expresión ocurre más de 90 veces en Eze. En este libro se refiere al hecho de que Ezequiel es un ser humano, †œmortal†. 10 Los rollos se escribí­an normalmente de un solo lado. El hecho de que este rollo estaba escrito por el derecho y por el revés puede indicar la plenitud o lo completo del mensaje. 3:1 Come este rollo: Ezequiel debí­a absorber el mensaje que iba a recibir. El no era sólo un transmisor de señales divinas. Las palabras de Dios eran para él también. 11 Los cautivos: los oyentes inmediatos de Ezequiel serí­an sus compañeros de exilio en Babilonia. 14 Amargura †¦ espí­ritu enardecido: estas intensas emociones eran probablemente agitadas por el sentido de la obstinación de Israel (cf.cf. Confer (lat.), compare 3:5–8). 15 Tel Abib: †œtel† es un cerro o montí­culo. El nombre es idéntico a la moderna Tel Aviv, aunque los dos lugares están muy distanciados el uno del otro.

3:16-21 La responsabilidad del centinela

Después de pasar varios dí­as recuperándose del trauma de su visión inicial, Ezequiel recibe un segundo, breve mensaje. Esta vez sus responsabilidades son delineadas, juntamente con las penalidades por evadir sus deberes (cf.cf. Confer (lat.), compare 33:1–9). El privilegio de ser llamado a ser un siervo de Dios trae responsabilidades consigo. La fiel ejecución de estas responsabilidades es más importante que si tiene éxito o no.
17 Ezequiel es constituido como un centinela para Israel, para entregarles el mensaje de Dios. 18, 20 Si no transmite las advertencias de Dios a alguno, será tenido por responsable del destino de esa persona. 19-21 Al transmitir el mensaje él habrá cumplido su deber, aun si el receptor del mensaje lo ignora.
Nota. 14 Centinela: la tarea del centinela era estar alerta a cualquier peligro que amenazara la ciudad.
3:22-24:27 ADVERTENCIA SOBRE LA INMINENTE DESTRUCCION DE JERUSALEN

3:22-5:17 Mensajes dramatizados: el sitio de Jerusalén pronosticado

El primer conjunto de acciones proféticas de Ezequiel fueron tanto visuales como verbales. Tení­a un mensaje desagradable para llevar al pueblo de Jerusalén: iban a estar bajo sitio. Además, el sitio serí­a tan prolongado que los alimentos escasearí­an. Una tercera parte del pueblo morirí­a de hambre o enfermedad. Otra tercera parte morirí­a en luchas alrededor de la ciudad. La mayorí­a de los restantes serí­an dispersados y sólo quedarí­an unos pocos.
Para transmitir este horrendo mensaje Ezequiel habrí­a de usar un método llamativo. El tení­a que simbolizar el sitio. Parece que a esta altura él perdió la facultad de hablar, y sólo serí­a capaz de hablar cuando tuviera un oráculo que declarar (3:26, 27). Esta pérdida parcial del habla continuó hasta que le llegaron noticias de la caí­da de Jerusalén (33:22; cf.cf. Confer (lat.), compare 24:27). Habrí­a también otros mensajes dramatizados (12:1–16; 17–20; 24:15–27), pero este primero debe haber establecido su reputación como uno de los profetas más singulares de Israel.
Podrí­amos hallar el método de Ezequiel de entregar su mensaje heterodoxo, aun divertido o embarazoso. Sin embargo, es más importante comunicar el mensaje que preservar la reputación popular del orador.
3:22, 23 Se le dice a Ezequiel que salga al valle. Cuando lo hace, ve la gloria del Señor y se postra. 3:24–27 Se le dan instrucciones de ir y confinarse en su propia casa. Se le informa también que quedará incapacitado para hablar, excepto cuando esté entregando un mensaje de Dios. 4:1–8 Se le dice que haga un pequeño modelo que representará a Jerusalén bajo sitio. Durante 390 dí­as él estará acostado, atado, sobre su lado izquierdo. Durante este tiempo él llevará los pecados de Israel. Tendrá después que acostarse sobre su lado derecho por 40 dí­as, llevando los pecados de Judá. Cada dí­a representa un año. 4:9–17 Durante los 390 dí­as él subsistirá con raciones insuficientes, iniciando así­ la escasez de alimentos que castigará a Jerusalén. El evita tener que contaminar el alimento, sin embargo, una contaminación similar tendrá lugar cuando el pueblo de Israel sea exiliado a naciones foráneas. 5:1–4 Se le dice que afeite su cabeza y su rostro. Cuando haya terminado de representar el sitio, él ha de quemar una tercera parte de su cabello dentro de la ciudad. Otro tercio será golpeado por la espada alrededor de toda la ciudad. El tercio restante será esparcido al viento. Unos pocos cabellos serán guardados en su manto; otros pocos serán quemados. 5:5–17 Jerusalén se ha rebelado contra las leyes de Dios. Por tanto su proclama es: †œYo estoy contra ti, Jerusalén, y te castigaré. Por tu idolatrí­a y prácticas detestables, un tercio de tu pueblo morirá de peste o hambre dentro de ti. Otro tercio morirá por la espada fuera de tus muros. El último tercio será dispersado y saqueado. Entonces cesará mi ira y ellos sabrán que yo soy el Señor. Cuando llegue vuestro castigo vosotros seréis una advertencia a otras naciones.†
Notas. 3:23 La gloria de Jehovah: como Ezequiel habí­a visto en 1:28. 25 Te atarán: cf.cf. Confer (lat.), compare 4:8. Durante el tiempo que él dramatizaba su profecí­a, Ezequiel estuvo atado con cuerdas. 4:1 Tableta de arcilla o más tarde un ladrillo: tabletas blandas de arcilla eran usadas como †œpapel† para escribir. 3 Plancha de hierro: podrí­a representar la fuerte opresión del sitio. 5 390 dí­as: se han hecho intentos de explicarlos en términos de la duración de los exilios. El exilio de Judá duró una generación (unos 40 años) 586–536 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, el de Israel unos 150 años, 734–580 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (la LXXLXX Septuaginta (versión griega del AT) dice 190 años, que se toma como el total aprox. para ambos exilios). Esta no es una explicación satisfactoria. Quizá es mejor ver los años como representando profundidad más bien que duración: la infidelidad de Israel es unas diez veces peor que la de Judá. 10, 11 Las raciones de Ezequiel eran unos 220 gramos de cereales y 0.6 litros de agua. Estas eran cantidades insuficientes, simbolizando la escasez de alimento (v. 17). 5:1 Afeitarse la cabeza era una señal de duelo. 17 Los cuatro azotes mencionados aquí­ —peste, hambre, fieras dañinas y sangre (guerra)— aparecen varias veces por todo el libro.

6:1-14 Profecí­a contra la idolatrí­a en Israel

Aunque esta profecí­a está dirigida contra los montes de Israel, el blanco verdadero para la condenación son los santuarios o †œlugares altos† que se encontraban en los montes. Un lugar alto era un sitio de adoración al aire libre, de origen cananeo. Algunos del pueblo usaban estos sitios para adorar al Señor, pero muchas de las prácticas idólatras paganas eran retenidas. La advertencia es que la condenación que pendí­a sobre la ciudad golpearí­a también a las regiones alrededor. Los practicantes de la adoración en los lugares altos no serí­an salvados por sus í­dolos. No obstante, los eventos que se avecinaban no eran sólo una forma de castigo. La expresión y sabrán (sabréis) que yo soy Jehovah se repite por todo el oráculo (vv. 7, 10, 13, 14). Los adoradores en los lugares altos vendrí­an a saber cuáles dioses eran falsos y cuál era real.
La adoración de í­dolos en los lugres altos fue un problema perenne para Israel (cf.cf. Confer (lat.), compare 1 Rey. 12:28–33; 2 Rey. 17:9–11). Aunque Ezequiel atacarí­a más tarde los pecados †œmás nuevos† adquiridos por Israel de sus vecinos, algunos de los oráculos tratan de estos problemas más antiguos. Prácticas erróneas, aun si institucionalizadas por siglos de tradición en una sociedad, todaví­a continúan siendo erróneas.
1-7 Proclama a los montes de Israel, en otras palabras: †œEstoy por traer espada contra vosotros. Vuestros lugares altos y otros lugares de adoración serán destruidos. Vuestros habitantes serán muertos delante de sus í­dolos. Vosotros sabréis entonces que yo soy Jehovah.† 8-10 †œPero algunos serán dejados. En las naciones en que están dispersados se acordarán de mí­ y se despreciarán a sí­ mismos por lo que han hecho. Sabrán que soy Jehovah.† 11-14 †œDeplorad y lamentad las impí­as prácticas de Israel, porque espada, hambre y peste les alcanzarán. Cuando las gentes yazcan alrededor de sus í­dolos y santuarios, y su tierra esté desolada, entonces sabrán que yo soy Jehovah.†
Notas. 11 ¡Ay!: muchos comentaristas sugieren que hay implicaciones de escarnio o mofa aquí­. 14 Desde el desierto hasta Diblat: es decir, por toda la tierra.

7:1-27 Advertencia de desastre inminente para Israel

El sentido de urgencia en esta profecí­a es agudo. La calamidad que está pronosticada para Israel está por suceder. Ya no hay tiempo alguno para cambiar de pensamiento. La guerra es inminente; Jerusalén será sitiada y su tierra desolada.
1-9 Proclama a la tierra de Israel, en otras palabras: †œÂ¡Ahora viene el fin sobre ti! No habrá compasión. Cuando hayáis recibido el pago de vuestras prácticas, entonces sabréis que yo soy Jehovah.† 10-14 †œEl dí­a ha llegado.† 15-22 †œEspada, peste y hambre os esperan. Los que sobrevivan estarán llenos de vergüenza y desesperación. De nada le servirán sus riquezas, serán saqueadas.† 23-27 †œLos más perversos de las naciones se apoderarán de sus propiedades. No habrá tregua. Hasta el rey estará de duelo. Serán juzgados conforme a sus propias normas. Entonces sabrán que yo soy Jehovah.†
Notas. 10 La vara ha echado brotes; ha reverdecido la arrogancia: la violencia y el orgullo traerán ahora su propia recompensa. 12 El que compra no se alegre: la crisis que se avecina hará que sea un disparate llevar a cabo actividades comerciales normales. 15 Afuera habrá espada; y adentro peste y hambre: los que queden fuera de la ciudad serán cortados por las tropas enemigas. Los que estén dentro de la ciudad sufrirán el sitio. El hambre y la enfermedad vendrán. 19 Plata †¦ oro: al intensificarse el sitio el dinero no ayudará para obtener alimentos. 23 Prepara cadenas: cadenas de cautiverio.

8:1-11:25 La idolatrí­a de Jerusalén y su castigo

En esta gran visión Ezequiel se encuentra transportado en un trance al templo de Jerusalén. Allí­ se le muestra la deplorable condición de la religión israelita. Las tierras mismas del templo se utilizan para prácticas paganas. Sigue la tribulación y Ezequiel entonces percibe el trono majestuoso y las asombrosas criaturas que habí­a visto en su visión inicial: la gloria de Dios. Habrá retribución para los que traman injusticia social en la ciudad. No obstante, la profecí­a concluye con una promesa que los exiliados regresarán a su tierra.
El sincretismo, la mezcla de elementos de varias religiones, es una de las sendas más fáciles de seguir. Supuestos creyentes pueden contrabalancear sus apuestas y mantener felices a todos los dioses. Pero el Dios de Israel es un Dios celoso. No puede haber otro competidor para la adoración y devoción de una persona. En nuestras sociedades pluralistas de muchas creencias es necesario poner este énfasis, y es a menudo malentendido. Sin embargo, nuestro acomodo no es menos aborrecible a Dios que las prácticas paganas aquí­ descritas.
8:1–4 Ezequiel tiene una visión en la que es transportado al templo en Jerusalén. Allí­ ve la gloria de Dios, tal como lo habí­a hecho en el valle. Luego se le muestran varios ejemplos de la idolatrí­a que se practicaba. El ve un í­dolo levantado a una entrada del altar (8:5, 6); setenta ancianos de Israel adorando figuras de animales grabadas en las paredes (8:7–13); mujeres llorando al dios Tamuz (8:14, 15); 24 hombres adorando el sol (8:16–18).
9:1–6a Se le ordena a un hombre poner una marca en la frente de todos aquellos en Jerusalén que lamentan profundamente tales prácticas. El hombre comienza a ejecutar el mandato. Se dice entonces a otros seis hombres que maten a todo aquel en Jerusalén que no tenga la marca. 9:6b, 7 Ellos comienzan con los ancianos en el templo. 9:8–10 Los ruegos de Ezequiel por clemencia son rechazados debido a la gran violencia e injusticia en Israel y Judá. 9:11 El hombre que tení­a que marcar la frente de las personas concluye su tarea. 10:1–6 Se le instruye entonces a tomar carbones encendidos de entre los querubines y esparcirlos sobre Jerusalén. 10:7, 8 Uno de los querubines le alcanza los carbones encendidos. 10:9–22 Los cuatro querubines son acompañados cada uno por algo semejante a ruedas. Estos querubines y ruedas son los mismos que Ezequiel habí­a visto antes.
11:1–7 El Espí­ritu lleva a Ezequiel a la puerta oriental del templo. El Señor le muestra un grupo de 25 hombres que están tramando el mal y dando consejos impí­os. Se ordena a Ezequiel profetizarles. 11:7–12 Dios conoce sus pensamientos. Ellos habí­an matado a muchos en la ciudad, pero serán sacados de ella y castigados por atacantes extranjeros. No guardaron las leyes de Dios. 11:13–15 En el transcurso de la profecí­a uno del grupo muere, Pelatí­as hijo de Bení­as. Alarmado, Ezequiel pregunta al Señor si el remanente de Israel va a ser exterminado por completo. Se le dice que aquellos que ahora viven en Jerusalén piensan que los exiliados ya no son aptos para heredar la tierra de Israel. Se le ordena decirles, en otras palabras: †œAunque estáis exiliados, yo todaví­a he estado con vosotros. Yo os recogeré de nuevo a la tierra de Israel. Los que regresan quitarán sus í­dolos. Tendrán un corazón nuevo y guardarán mis leyes. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. Los devotos de los í­dolos recibirán su recompensa† (11:18–21).
11:22-25 La gloria de Dios se mueve a un monte al este de Jerusalén. El Espí­ritu transporta a Ezequiel entonces en su visión de vuelta a los exiliados en Babilonia. Les cuenta todo lo que ha visto.
Notas. 8:1 †œEl sexto año†: 529 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Ancianos: sólo 14 meses después de su visión de consejo Ezequiel ha llegado a la posición que aun los ancianos de Israel le visitan para consultarle (cf.cf. Confer (lat.), compare 14:1; 20:1). 2 Como de hombre: en éste y siguientes versí­culos Ezequiel es notablemente impreciso en sus descripciones del ser parecido a hombre que vio. El tiene cuidado en recalcar que lo que vio era como le parecí­a a él, y no lo que realmente eran atributos fí­sicos del mensaje divino. 3 Puerta †¦ norte: en su visión Ezequiel es transportado al templo en Jerusalén. Imagen †¦ que provoca a celos: posiblemente una imagen de Asera, una diosa de la fertilidad. A diferencia de los í­dolos mencionados antes en este capí­tulo, esta imagen estaba a la vista del público. Era una provocación; estaba allí­ para hacer que los que pasaban siguieran sus caminos; incitarí­a al resentimiento entre los israelitas fieles; pero principalmente invocarí­a el desagrado celoso de Dios. 4 Gloria del Dios de Israel: estaba aún allí­ a pesar de lo que sucedí­a en el templo. 7–12 Se muestra ahora a Ezequiel una idolatrí­a de naturaleza más secreta. 10 Grabados, es decir, inscriptos. 11 Setenta †¦ ancianos, es decir, una proporción sustancial de los ancianos de Israel. 14 Tamuz: (también llamado Damuzi) era un dios babilónico cuya adoración incluí­a lamentos por su descenso al averno. 16 El insulto adicional aquí­ es que la adoración al sol tení­a lugar frente al altar del templo. 17 Llevan la rama de la vid a sus narices: posiblemente otro gesto ceremonial relacionado con la adoración al sol. 9:1–11 Este pasaje recuerda fuertemente otros pasajes apocalí­pticos del juicio final. 9:3 La gloria del Señor comienza a dejar el templo. El mensaje es claro. La paciencia de Dios para con su pueblo es duradera, pero no es para siempre. Si persistimos en nuestros caminos de idolatrí­a, él debe partir y finalmente abandonarnos a ello. 9:4 Pon una marca: la marca era la letra taw, la última letra del alfabeto heb., que se parecí­a a una x. La marca serví­a para distinguir a los que habí­an sido fieles de los que no lo habí­an sido. 10:1 Piedra de zafiro que tení­a †¦ trono: esto corresponde con la visión inicial de Ezequiel (cf.cf. Confer (lat.), compare 1:26). 10:2 Querubines: las criaturas majestuosas del cap. 1 son ahora identificadas como querubines. Se describe a estos seres mitológicos como estando debajo, o tal vez aun sosteniendo, el trono de Dios. Su papel aquí­ como asistentes del Señor encuadrarí­an con su descripción en la cubierta del arca del pacto (Exo. 25:18–22) y con otras referencias del ATAT Antiguo Testamento que representan al Señor como entronizado entre los querubines (1 Sam. 4:4; 2 Sam. 6:2; 2 Rey. 19:15; 1 Crón. 13:6; Sal. 80:1; cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 18:10). Podrí­an variar algo en su apariencia; en Eze. 41:18–20 se describe una variedad con dos caras. 10:14 Querubí­n: una de las cuatro caras es descrita como la de un querubí­n y no como de toro como en 1:10. La diferencia puede deberse al desliz de un escriba (cf.cf. Confer (lat.), compare 10:22). 11:3 No está cercano el tiempo de edificar casas: la traducción exacta de la primera mitad de este versí­culo es incierta, pero la fuerza general del mismo es que los conspiradores estaban tratando de leer las señales de los tiempos y habí­an llegado a la conclusión que ellos serí­an lo selecto de entre la sociedad de Jerusalén. Ellos serí­an las tajadas encogidas, no los desperdicios (cf.cf. Confer (lat.), compare vv. 7, 11). 11:13 Mientras yo profetizaba, es decir, durante la visión. 11:19 Corazón de piedra †¦ de carne: un tema que se repetirí­a más tarde (cf.cf. Confer (lat.), compare 36:26). 11:23 La gloria de Jehovah finalmente deja la ciudad.

12:1-16 Un mensaje dramatizado: el exilio pronosticado

En este oráculo y en el que sigue Ezequiel ha de teatralizar parte del mensaje que tiene que transmitir. Aunque su profecí­a concierne a la caí­da venidera de Jerusalén, tiene en mente principalmente a sus compañeros de exilio en Babilonia. El mensaje tiene dos elementos. El pueblo de Jerusalén sufrirí­a exilio. El gobernante (Sedequí­as) intentarí­a huir de la ciudad pero serí­a prendido (cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Rey. 25:4; Jer. 39:4). El pasaje también insinúa cuál será la suerte de Sedequí­as: Ezequiel ha de cubrirse sus ojos (12:6, 12, 13). Sedequí­as serí­a apresado y cegado (2 Rey. 25:7).
Ezequiel tuvo que representar el horrendo mensaje de este oráculo y del próximo. Era un medio de transmitir información a algunos que de otra manera no escucharí­an. Muchas personas oirán sólo aquello que les gusta oí­r. Algunas veces deben recibir nuevo conocimiento sorpresivamente. Los cristianos deben verlo como un desafí­o a examinar nuestros medios de comunicar las buenas nuevas. Nuevos enfoques pueden ser más esclarecedores que los tradicionales.
1–6 Dios dice a Ezequiel, en otras palabras: †œTu pueblo es rebelde. Ellos sólo ven y escuchan lo que quieren (2). Por tanto, lleva a cabo estas acciones delante de ellos y tal vez entiendan: durante el dí­a prepara un equipaje con lo necesario para un viaje al exilio. Luego parte para el viaje desde donde estás y ve a otro lugar (3, 4). Por la noche perfora un agujero en el muro, y sal a través de él, llevando tu equipaje sobre tu hombro. Ponte una venda. Por medio de esto yo he hecho de ti una señal a Israel (5, 6).†
7–14 Ezequiel hace lo que se le ordena. Al dí­a siguiente él recibe la segunda parte del mensaje, que ha de entregar a Israel cuando le pregunten qué está haciendo (7–10). El ha de explicar que es una señal para ellos (11). Ha de proclamar al pueblo que estas acciones conciernen al gobernante de Jerusalén y a todo el pueblo de Israel. Irán al exilio y cautividad. El gobernante llevará su equipaje al hombro en la penumbra y saldrá a través de un agujero en el muro. Será prendido y llevado a Babilonia, donde morirá (11–13). Sus seguidores serán dispersados a tierras extranjeras. Algunos sobrevivirán para recordar sus malas acciones. Y sabrán que yo soy Jehovah (14–16).
Notas. 5 Perfora el muro: la palabra muro aquí­ significa la pared de una casa, no el muro de la ciudad. Las paredes de ladrillo de barro de la casa podrí­an ser horadadas. Esta acción indicarí­a la naturaleza desesperada de la huida al exilio. 16 Espada †¦ hambre †¦ peste: un trí­o común en el libro de Eze. La destrucción de la guerra engendraba hambre y enfermedad.

12:17-20 Un mensaje dramatizado: Israel temblará

El trauma del ataque que se avecina sobre Jerusalén y el territorio circundante ha de ser representado por el temblor de Ezequiel. Se le pide que tiemble al tomar su alimento y bebida. El ha de proclamar que los que viven en Jerusalén y en Israel comerán en angustia y temor debido a la violencia general. La ciudad y el paí­s serán desolados. Entonces sabrán que Jehovah es su Dios.
Nota. 19 Comerán †¦ con angustia: cf.cf. Confer (lat.), compare 4:16 donde el énfasis del mensaje representado (cf.cf. Confer (lat.), compare 4:9–17) recae mayormente sobre la escasez de alimento.

12:21-25 La profecí­a se cumplirá †¦

Ezequiel no es el único que pretendí­a ofrecer mensajes de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare 13:1–23). El pueblo podí­a, con cierta justificación, llegar a la conclusión de que todas estas profecí­as nunca se cumplirí­an. Muchas antes se habí­a demostrado que eran falsas. Ezequiel advierte que esta vez serí­a diferente.
Hay muchos †œconsuelos comunes† que la gente usa cuando se enfrenta con inconsolables verdades. Aquí­ hallamos uno de ellos: †œNunca sucederá.† Un segundo ha de encontrarse en el oráculo siguiente: †œPuede suceder, pero no antes de mucho tiempo.† Ezequiel debe proclamar a Israel, en otras palabras: †œEstán llegando a su fin los dí­as cuando hay profecí­as que no se cumplen. Pronto toda visión se cumplirá. Lo que yo declaro no demorará, sucederá durante vuestra vida.†
Nota. 22 Refrán: el aparente fracaso de los pronósticos proféticos se habí­a hecho proverbial.

12:26-28 †¦ y se cumplirá pronto

Fue tal vez como un resultado del oráculo precedente que algunas personas revisaron su opinión de las profecí­as de Ezequiel. Aceptaron que las advertencias de Ezequiel podí­an ser correctas, pero que se cumplirí­an en el futuro distante. Como en la actualidad, era más fácil pasar un problema a la próxima generación que enfrentarlo honradamente. †œEl diluvio vendrá después de nuestro tiempo.†
26–28 La palabra del Señor a Ezequiel es, en otras palabras: †œIsrael piensa que tus profecí­as tienen que ver con el futuro distante† (27). Pero él ha de proclamar: †œNo habrá más dilación para ninguna de mis palabras. Lo que declaro se cumplirᆝ (28).
Nota. 27 Visión: cf.cf. Confer (lat.), compare 7:26; 12:22.

13:1-23 Condenación de los falsos profetas y profetisas

Este oráculo condena a dos clases de falsos profetas. El primer grupo serí­a los pretendidos profetas que pensaban que realmente podí­an adivinar el futuro. Esperaban que sus pronunciamientos se cumplirí­an. Sus mensajes eran de la clase que a la gente le gustaba oí­r (10). No obstante, a pesar de su sinceridad y sus mensajes consoladores, estaban equivocados. La falsedad de sus palabras serí­a expuesta. No es suficiente ser sincero. Usted puede estar sinceramente equivocado.
El segundo grupo de los falsos profetas tení­a elementos más oscuros. Para empezar, las profetizas de este tipo trabajaban por ganancia (19). Practicar la religión puramente por recompensa económica se condena en la Biblia. Además, condimentaban su acto con alguna magia, posiblemente usando un control de brujerí­a sobre la gente (18, 20, 21). Las acciones de ellas habí­an llevado a la injusticia, aun a la muerte (19). Sorprendentemente, la condenación de estas brujas es menos severa que la del primer tipo de profeta. Perderí­an su poder sobre la gente y no practicarí­an más sus falsas profecí­as. Tal vez la profesión de ellas era el resultado de la necesidad económica más bien que de un deseo malicioso.
1–15 Ezequiel ha de proclamar a los falsos profetas, en otras palabras: †œÂ¡Ay de vosotros! No habéis ayudado a Israel en su hora de necesidad. Vuestras visiones son falsas y, sin embargo, esperáis neciamente que se cumplan (1–7). Yo el Señor estoy contra vosotros debido a vuestras falsas visiones (8). No perteneceréis al consejo del pueblo, ni estaréis inscriptos en el registro de la casa de Israel, ni entraréis en la tierra de Israel (9). Habéis dado falso consuelo a mi pueblo y un falso sentido de seguridad (10–12). Esa seguridad será destruida. Con su muerte vendrá la vuestra también. Entonces sabréis que yo soy Jehovah (13–15).†
16–21 A las falsas profetisas Ezequiel debe proclamar, en otras palabras: †œPracticasteis la magia por ganancia. Vuestras mentiras han llevado a que se cometieran actos de injusticia (18, 19). Yo estoy contra vuestros ardides mágicos y los arrancaré de vosotras. Quebraré vuestro dominio sobre el pueblo. Entonces sabréis que yo soy Jehovah (20, 21).†
22, 23 Sigue la paráfrasis del mensaje: †œHabéis desalentado al justo y animado al injusto. Vuestras prácticas terminarán, entonces sabréis que yo soy Jehovah (22, 23).†
Notas. 4 Zorras entre las ruinas: en vez de tratar de juntar los pedazos y ayudar al pueblo a reedificar sus vidas, estos profetas, cual basureros, estaban alimentándose de los residuos de la comunidad. 9 Su castigo es triple, resultando en ostracismo de la sociedad israelita. Serí­an echados del consejo, es decir, perderí­an toda posición como ciudadanos dirigentes; serí­an quitados de los registros principales de la comunidad, perdiendo así­ sus derechos de varones israelitas; y no se les permitirí­a regresar a Israel. 10 Recubren con cal: puede verse bien, pero la realidad debajo es débil e insustancial. 18 Cintas †¦ velos: las maneras exactas con que estas mujeres practicaban su magia no es clara. El propósito de su magia era cazar y controlar a sus ví­ctimas. 19 Cebada †¦ pan: éste era su magro sustento.

14:1-11 Condenación de la idolatrí­a

Ezequiel habí­a sido consultado como profeta por los exiliados por un mensaje de Dios. Al parecer su posición era tal que hasta los ancianos de Israel vení­an a él para †œinquirir† del Señor, es decir, para oí­r un oráculo (cf.cf. Confer (lat.), compare 20:1–3).
En esta oportunidad le fue revelado a Ezequiel que los ancianos tení­an lealtades divididas. Ellos adoraban a otros dioses además del Señor. El mensaje que Ezequiel entregó fue directo: debí­an arrepentirse y volverse de su idolatrí­a. Cualquiera que intentara adorar í­dolos y a la vez consultar a un profeta de Dios, serí­a castigado. Si un profeta cediera a sus pedidos, él también serí­a castigado (para un tema similar, ver 20:1–44).
No hay indicación de que los ancianos no creyeran en el Dios de Israel. Su problema era que también tení­an otros dioses. Nadie puede servir a dos (o más señores) (Mat. 6:24). Sólo puede haber uno. Contra el trasfondo del pluralismo de hoy pareciera ser atrayente mantener opiniones abiertas y reconocer muchos dioses. La verdad nos enfrenta cuando nos involucramos más profundamente en una religión y hallamos que es incompatible con las demás. P. ej., si Cristo es el verdadero camino a Dios (Juan 14:6, 7) no pueden contemplarse otros †œcaminos†.
1–11 Dios habla a Ezequiel con respecto a los ancianos, en otras palabras: †œEstos hombres adoran í­dolos; ¿he de dejarles que me consulten?† (2, 3). El debe proclamarles: †œArrepentí­os y volveos de vuestra idolatrí­a. Si un israelita, o un extranjero que vive en Israel, practica la idolatrí­a, y luego busca consultarme por medio de un profeta, él tendrá una respuesta directa: será puesto como un ejemplo y será cortado del pueblo. Entonces sabréis que yo soy Jehovah (4–8). Si ese profeta dice una profecí­a, yo lo tenté a hacerlo. El será cortado de Israel. El es tan culpable como el otro que lo consulta. Entonces Israel no volverá a extraviarse. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios (9–11).†
Notas. 7 Extranjeros: la prohibición se aplica también a los no israelitas. 9 Inducido: si el profeta fuera digno de su llamado, le serí­a revelado a él (como en el caso de Ezequiel) que él no deberí­a dar una profecí­a ante una consulta. Si el profeta no fuera digno, Dios le dejarí­a ser seducido a declarar una profecí­a, y ese profeta sufrirí­a las consecuencias.

14:12-23 El juicio sobre Israel no será conjurado por los pocos justos

Varios de los oráculos de Ezequiel tratan asuntos de culpa y responsabilidad (3:16–21; 18:1–32; 33:1–20). Estos oráculos señalan que una comunidad no puede escapar del juicio por su culpa por confiar en la justicia de unos pocos de sus miembros. Una sociedad corrompida no puede esperar ser exonerada en razón de tener unos pocos santos en su medio. Ni puede expiar por las faltas de una familia corrompida el tener un antepasado piadoso (16, 18, 20). Ezequiel advierte a Jerusalén que no cometa una equivocación tal. Su retribución vení­a, aunque algunos serí­an salvos.
El oráculo presenta los †œcuatro espantosos juicios† que afligirán la tierra; hambre (13, 14), fieras dañinas (15, 16), espada (17, 18) y peste (19, 20). Tales desastres estaban relacionados. Una guerra debilitante traerí­a con ella hambre, enfermedad y devoradores. Se ha debatido mucho sobre si los desastres modernos tienen alguna conexión directa con el juicio de Dios. El horrendo mensaje de Ezequiel es que algunos desastres naturales son castigos divinos. Nótese, sin embargo, que la tarea de Ezequiel no es alegrarse sino advertir, de modo que el pueblo pueda volverse de sus caminos.
12–23 El Señor dice a Ezequiel, en otras palabras: †œSi yo castigo a una tierra por su infidelidad enviando hambre sobre ella, aun aquellos con carácter ejemplar podrí­an sólo salvarse a sí­ mismos (13, 14). Si fieras dañinas fuesen enviadas a asechar la tierra, o si se declarase guerra contra el paí­s, o si una peste se extendiera por todo el paí­s, aquellos de carácter ejemplar sólo podrí­an salvarse a sí­ mismos. Ni siquiera sus hijos e hijas se salvarí­an (15–20). Así­ será para Jerusalén, aunque algunos se salvarán (21, 22).†
Notas. 14 Noé, Daniel y Job: estos tres son señalados debido a su justicia sobresaliente. El nombre Daniel está deletreado en forma diferente a la usual (cf.cf. Confer (lat.), compare también 28:3) y puede referirse a un héroe de la literatura ugarita. La mayorí­a de los comentaristas creen que el Daniel del ATAT Antiguo Testamento no habrí­a aún establecido su reputación. 21 Cuatro juicios: los mismos cuatro son usados en Apoc. 6:8.

15:1-8 Jerusalén, la vid inútil

En las figuras del ATAT Antiguo Testamento la vid se ve generalmente como una planta productiva y valiosa, y como una figura de Israel, el pueblo elegido de Dios (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 5). En este oráculo se señala que la madera de la vid es prácticamente de ningún valor. Es aun de menor valor después de que el fuego la ha abrasado. El pueblo de Jerusalén habí­a sido como esa vid. Muy poco de bueno habí­a venido de él antes del sitio (en 597), y no hubo mejorí­a después.
El castigo no trae necesariamente arrepentimiento. Un cambio de corazón es la única forma verdadera para cambiar las acciones.
1–8 Dios le pregunta a Ezequiel, en otras palabras: †œ¿Para qué sirve la madera de una vid? Y cuando se quema, ¿para qué sirven los restos chamuscados? (2–5). La palabra del Señor es que el pueblo en Jerusalén será tratado como esa vid. Ya han pasado por fuego, pero pasarán a través de él nuevamente (6, 7). Ellos sabrán que yo soy Jehovah que desolará la tierra por causa de su infidelidad (8).†
Nota. 7 †œEl fuego los devorarᆝ: otro sitio tendrá lugar.

16:1-63 Jerusalén, la esposa infiel y promiscua

Israel se presenta como una esposa desatinada y adúltera, entregada a la prostitución con los egipcios, asirios y babilonios. Su retribución vendrí­a a manos de los amantes mismos que ella ha perseguido.
La representación puede parecer fuerte para los paladares modernos, pero la elección de la metáfora fue muy apropiada. En sus tratos internacionales Israel habí­a absorbido con prontitud otras religiones, creencias y prácticas. Su intercambio social la habí­a expuesto a muchas ideas paganas. Algunas de éstas incluyeron sacrificios de niños y adoración de í­dolos (20, 21), pero otra hebra importante incluyó prácticas sexuales de culto. La actividad sexual no estaba incluida en los ritos de adoración puramente para la gratificación de los participantes, sino que estaba ligada a la fertilidad; y la fertilidad, cuando era aplicada a la tierra, significaba alimento y supervivencia. No obstante, la concupiscencia y la promiscuidad deben todaví­a haber estado presentes en las actividades del culto.
Las prácticas condenadas en este capí­tulo incluyen actos sexuales con í­dolos (17) y culto de prostitución (16, 24, 25, 31). Parece que estos cultos de prostitución que habí­an sido parte del rito †œen los lugares altos†, es decir, los santuarios en los montes (16), vinieron a practicarse abiertamente en las calles de Jerusalén misma (24, 25).
Un rasgo interesante del tema sexual del capí­tulo es que Sodoma y Samaria son citadas como hermanas de Jerusalén en el pecado (46, 47). Sin embargo, el pecado de Sodoma que se recalca es su arrogancia y falta de preocupación social por el pobre y el necesitado (49, 50). Se cita a Jerusalén como estando más dedicada a la iniquidad que sus hermanas. Además, Sodoma y Samaria serí­an restauradas, intensificando la vergüenza de Jerusalén (53–55). Sin embargo, hay esperanza. Después de la caí­da y castigo de Jerusalén, el mismo pretendiente que la rescató al nacer (4–7), la tomó en matrimonio (8) y la vistió lujosamente, se acordarí­a aún de su promesa a ella (59–62).
El amor de Dios hacia su pueblo es a menudo comparado al amor de un marido por su esposa, pero aunque un marido mortal pueda despreciar, rechazar, aun odiar a una esposa promiscua e infiel, Dios es paciente y justo y recordará sus promesas a su pueblo aun cuando éste se extraví­a.
La demanda por fertilidad aparece hoy en la precipitada búsqueda de prosperidad económica como meta principal de la vida en el mundo †œdesarrollado†. La adoración de las posesiones materiales y las fuerzas del mercado han tomado el lugar de Baal pero no son menos idolátricas.
1–34 Se instruye a Ezequiel a enfrentar a Jerusalén y proclamarle, en otras palabras: †œCuando naciste fuiste despreciada (2–5). Yo te tuve lástima y te mantuve viva. Cuando alcanzaste madurez te tomé como mi esposa y te llené de joyas y ropas (6–14). Eras famosa por tu hermosura. Sin embargo, usaste esa hermosura para entregarte a la prostitución. Te entregaste a ritos sexuales paganos y otras prácticas idólatras. Te olvidaste de lo que yo habí­a hecho por ti (15–22). ¡Ay de ti! Tu promiscuidad creció. Te juntaste públicamente con extranjeros de todo alrededor tuyo, hasta sobornándolos para que vinieran a ti (23, 24).†
35-42 Sigue: †œPor causa de tu promiscuidad y ritos paganos, yo te humillaré y castigaré en presencia de tus amantes. Ellos a su vez te desnudarán y apedrearán. Pondrás fin a tu prostitución y mi ira entonces se apaciguará.†
44-58 Continúa: †œTu comportamiento es tí­pico de tu familia. Tus hermanas, Samaria y Sodoma, eran como tú, pero tú eres más depravada que ellas. Yo restauraré las suertes de Samaria y Sodoma, aumentando así­ tu propia vergüenza. Aun ahora eres escarnecida por tus vecinos.†
59-63 Concluye: †œAunque quebraste mi pacto contigo, yo me acordaré de aquel pacto y estableceré un pacto eterno contigo. Tú te acordarás entonces con vergüenza por lo que has hecho.†
Notas. 3 Amorreo †¦ hetea: Jerusalén habí­a existido mucho antes de llegar a ser una ciudad israelita. 4 Frotada con sal: una práctica que probablemente tení­a un efecto antiséptico. El punto del versí­culo es que el bebé recién nacido fue ignorado al nacer. 5, 6 El bebé fue abandonado a la intemperie, todaví­a revolcándose en la sangre del parto. Esta práctica no era infrecuente en sociedades antiguas. 8 Extendí­ sobre ti mis alas (†œmanto†, ver nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada): este acto representaba el pedido en matrimonio de la doncella (cf.cf. Confer (lat.), compare Rut 3:9). 9 Limpié la sangre: estos versí­culos presentan el cambio total en la condición de Jerusalén. Cuando nació no fue querida, lavada, vestida y yací­a en sangre. Ahora ha sido pedida en matrimonio, ha sido lavada del agua y la sangre; y está vestida con los vestidos más finos. 15–19 Las mismas ropas y adornos que la novia recibió como presentes son usados en su prostitución. 27 Disminuí­ tu ración: un ejemplo donde la alegorí­a declara un hecho desnudo: en 701 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Senaquerib dio algo del territorio de Jerusalén a los filisteos. 35–42 El castigo de Jerusalén serí­a como el de una prostituta: humillación y destrucción. 60–63 Hay todaví­a la promesa del pacto eterno, aunque Jerusalén aún se avergonzará de su pasado.

17:1-24 Aguilas, cedros y una vid: una parábola polí­tica

El cap. tiene tres secciones: 3-10 contienen la alegorí­a de las águilas y la vid; 11-21 contiene la explicación de la alegorí­a; y 22-24 contiene una promesa alegórica más.
La alegorí­a se relaciona con los eventos polí­ticos de la época. La primera águila es Nabucodonosor, y la segunda faraón. El cedro en el Lí­bano representa la familia real en Jerusalén, siendo la nobleza el brote más alto. La semilla de la tierra era un miembro de la familia real, es decir, Sedequí­as, que fue puesto en Jerusalén para gobernar. El ya no era un cedro, sino una vid de muchas ramas †¦ de baja altura; vale decir que sus poderes eran limitados. No obstante, Sedequí­as buscó rebelarse contra Nabucodonosor con la ayuda de Egipto. Esta operación terminó en el fracaso.
La parábola ilustra el punto de que la arena polí­tica no está fuera de la ley de Dios. Sedequí­as habí­a jurado un tratado con Nabucodonosor en el nombre de Dios. Nabucodonosor puede haber sido un cruel rey pagano, pero Sedequí­as tení­a una obligación moral de hacer honor a su juramento.
1–8 Ezequiel debe decir esta parábola a Israel, en otras palabras: †œUn águila espléndida tomó el brote más alto de un cedro del Lí­bano y lo plantó en una ciudad notable por su actividad comercial (2–4). Tomó también algo de semilla y la plantó en un lugar fértil. La semilla brotó y creció y se hizo una vid frondosa. Al principio las ramas de la vid crecieron en la dirección del águila (5, 6). Cuando apareció una segunda águila, la vid dirigió más bien a ella sus ramas (7, 8).†
9–21 Como si dijera: †œEl Señor pregunta: ¿Sobrevivirá la vid? ¿No será arrancada de raí­ces y se secará? (9, 10). ¿No sabéis lo que significa esto? El rey de Babilonia llevó al rey de Jerusalén y nobles a Babilonia (11, 12). Hizo jurar un tratado con él a uno de la familia real de Jerusalén y deportó a los hombres principales de la tierra, debilitándola así­ lo suficiente como para estar mantenida bajo su control (13, 14). Sin embargo, el rey se rebeló pidiendo ayuda militar a Egipto. ¿Tendrá éxito? No, él morirá en Babilonia. Egipto no será de ayuda. Será castigado por quebrantar su juramento (15–21).†
22–24 †œYo el Señor plantaré un renuevo de cedro en los montes de Israel. Llegará a ser un cedro espléndido. Los otros sabrán que yo puede hacer esto (22–24).†
Notas. 11–14 Los babilonios habí­an ejecutado una estrategia clásica para hacer de Israel un estado tí­tere. Deportaron la familia real, pero dejaron como encargado a uno de sus miembros más débiles. Este individuo, es decir Sedequí­as, fue forzado a firmar un tratado con los babilonios, asegurándose la †œlealtad† de Israel. Cualquiera que fuese considerado como significante en conducir al paí­s fue deportado. Esta acción aseguraba que serí­a difí­cil organizar (y administrar) resistencia. 16 Morirá en medio de Babilonia: 2 Rey. 25:1–7 relata el sitio de Jerusalén y la eventual captura de Sedequí­as por Nabucodonosor. Sedequí­as fue cegado y llevado en cadenas a Babilonia. 22–24 Otro mensaje de esperanza: algún dí­a llegará un nuevo rey y un nuevo reino comenzará.

18:1-32 La responsabilidad del individuo

Este oráculo tiene el propósito de destruir la creencia de que el pueblo estaba atado por la culpa o mérito de sus padres. Esta creencia fue expresada en la forma de un refrán que se cita en el v. 2. Tal punto de vista podí­a obrar en dos maneras. El oráculo prosigue a explicar un ejemplo de cada una: (a) un hijo malo no escapará del castigo por la justicia de su padre (5–13), y (b) un hijo justo no será castigado por el mal hecho por su padre (14–18). El principio se declara en el v. 4: El alma que peca, ésa morirá. Ezequiel también ataca la idea de que la salvación es sólo asunto de acumular mérito durante el curso de la vida de un individuo y usar esa provisión para equilibrar iniquidades. Esta noción es rechazada con firmeza. Si un hombre malo se vuelve de sus caminos, vivirá. Si un hombre justo se vuelve al mal, será castigado (21–28). Aparentemente se pensó que este grupo de pronunciamientos era injusto (29).
2-4 La palabra del Señor contradice el refrán popular, porque la persona que comete pecado será también la que ha de ser castigada por ello. 5-9 Si un hombre justo hace lo que es justo y recto, vivirá. 10-13 Si tiene un hijo violento, inmundo y opresor, ese hijo morirá por causa de su propio pecado. 14-18 Si ese hombre a su vez tiene un hijo que evita la iniquidad de su padre y actúa con justicia, ese hijo no será castigado por los pecados de su padre, vivirá. 19, 20 El hijo no compartirá la culpa del padre, ni el padre la de su hijo. 21, 22 Sin embargo, si un hombre malo abandona su pecado, y comienza a hacer lo que es justo y recto, vivirá. 24 Si un hombre justo se aparta de su justicia, y comienza a hacer iniquidad, morirá.
25–29 A pesar de lo que Israel dice, esta enseñanza no es injusta. 30, 31 Cada uno será juzgado de acuerdo con lo que él/ella ha hecho. Así­ que, arrepentí­os, adquirid un corazón y espí­ritu nuevos. El Señor no se complace en la muerte de ninguno (23, 32).
Notas. 2 (cf.cf. Confer (lat.), compare Jer. 31:29): Jeremí­as también habí­a profetizado que este refrán cesarí­a. El intento del refrán es que el pueblo puede sufrir por los pecados de sus antepasados. 6–9 Aquí­ se da una lista selectiva de pecados. Esta lista tiene su paralelo con aquellas en vv. 11–13 y 15–17. 19 El problema parece haber sido uno en el que el pronunciamiento del profeta fue cuestionado. El gran significado de la herencia y comunidad de culturas del Medio Oriente habrí­a hecho más difí­cil aceptar tales puntos de vista que en las sociedades individualistas de la actualidad. Hoy culpamos a la †œsociedad† por nuestros males, más bien que a nuestros antepasados. En cualquier caso, estamos intentando desviar de nosotros mismos la culpa.

19:1-14 Lamento por los gobernantes de Israel

Este capí­tulo es un lamento representando en forma alegórica la caí­da de la dinastí­a de David. Una leona (Israel) da a luz a varios cachorros (reyes) que crecen hasta ser fuertes leones. Sin embargo, uno de los reyes es capturado y llevado a Egipto. Otro es capturado y enjaulado y llevado a Babilonia (en 597 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo, cf.cf. Confer (lat.), compare 2 Rey. 25:1–7).
En el v. 10 la figura cambia e Israel es comparado a una vid que, aunque antes fuerte, es arrancada de raí­z y transplantada al desierto (es decir, Babilonia). De una de sus ramas ha salido fuego, consumiendo su fruto. Ninguna rama fuerte se deja. La referencia es a Nabucodonosor transportando a los prí­ncipes de Israel a Babilonia. La rebelión por Sedequí­as (el fuego de una de las ramas de la vid) llevó a los babilonios a efectuar una retribución tan severa que la lí­nea de David fue llevada a su fin.
El lamento subraya el hecho de que las glorias pasadas no son garantí­a para el futuro. La civilización occidental ha estado viviendo de su herencia cristiana, pero la fe verdadera ha partido. La herencia se está agotando rápidamente.
1–9 Ezequiel ha de entonar este lamento por los gobernantes de Israel, en otras palabras: †œVuestra lí­nea real produjo una vez un león que se hizo fuerte y devoraba hombres. Las naciones oyeron acerca de él, lo capturaron y arrastraron con ganchos a Egipto (2–4). Un segundo león se hizo fuerte. Devoraba hombres. Amenazaba ciudades y aterrorizaba a los habitantes de la tierra. Las naciones vinieron, lo atraparon y lo llevaron al rey de Babilonia y lo metieron en prisión (5–9).†
10-14 †œVuestra lí­nea real fue una vez como una frondosa vid con muchas ramas. Entonces fue arrancada. El viento oriental la marchitó y sus ramas se secaron y ardieron. Ahora ha sido transplantada en el desierto. El fuego ha devorado sus ramas y fruto. Ya no tiene una rama adecuada para un cetro real.†
Nota. 12 El viento del oriente, es decir, los babilonios.

20:1-44 La persistente rebeldí­a de Israel

Como en 14:1–11, algunos ancianos de Israel visitaron a Ezequiel para una consulta. Se le advierte a Ezequiel otra vez acerca de las lealtades divididas de sus visitantes. El entrega un extenso oráculo recordando varios ejemplos de la historia de Israel en que cayeron en idolatrí­a.
El hecho de que hayan venido a consultar a Ezequiel muestra que los ancianos no habí­an abandonado enteramente su adoración a Dios en favor de otros dioses. Sin embargo, la presión estaba allí­. Los exiliados eran una pequeña minorí­a en una sociedad multicultural más grande. La religión babilónica tení­a una multitud de dioses. Sin duda la riqueza material y el poder de Babilonia, aun sus impresionantes edificios, parecí­an probar a algunos de los exiliados que valí­a la pena seguir a los dioses babilónicos. Asimilarse a las costumbres babilónicas hubiera sido fácil. (Para un comentario sobre esto ver Dan. cap. 1.)
Apropiadamente, el oráculo de Ezequiel comienza con referencias al tiempo cuando los israelitas fueron forzados a vivir en la tierra de otra super-potencia, Egipto. El ciclo de advertencia, rebelión y restauración se repite varias veces. Aun cuando les daña, los israelitas desean seguir las religiones de las otras naciones (24, 32). Finalmente, promesa y advertencia son combinadas. Israel será reunido de los paí­ses donde está esparcido, pero se detestará por lo que ha hecho.
Este oráculo ilustra la constante paciencia de Dios en el trato con su pueblo durante los siglos. A pesar de su obstinada rebeldí­a, él permanece fiel.
1–17 Algunos de los ancianos de Israel visitaron a Ezequiel para una consulta. Se le dijo que les proclamara, en otras palabras: †œNo voy a dejar que ustedes me consulten (2, 3). Cuando escogí­ a Israel y me revelé a ellos en Egipto, juré que les llevarí­a de Egipto a una tierra de abundancia (5, 6). Se les dijo que abandonaran la idolatrí­a egipcia, pero no lo hicieron. En vez de castigarlos, actué por el honor de mi nombre, y los saqué de Egipto (7–10). También les revelé mi ley en el desierto (11, 12). Hasta en el desierto se rebelaron, pero no fueron destruidos a pesar de las advertencias (13–17).†
18–26 †œA sus hijos se les rogó y advirtió similarmente (18–20) pero a pesar de su desobediencia no fueron destruidos (21, 22). Les juré en el desierto que serí­an dispersados entre las naciones por su desobediencia (23, 24). Les entregué a decretos injustos y leyes intolerables (25). Los dejé que se contaminaran con prácticas tales como el sacrificio de cada primogénito. Hice esto para que en su horror supieran que yo soy Jehovah (26).†
27–38 †œVuestros antepasados también me insultaron al usar cada lugar alto o árbol frondoso como un santuario (27, 28). ¿Os contaminaréis vosotros como ellos? (30). No seré consultado por vosotros (31). Podréis desear ser como otras naciones y servir a la madera y a la piedra, pero eso nunca sucederá (32). Yo reinaré sobre vosotros y os juzgaré. Eliminaré de entre vosotros a los que se rebelan contra mí­. Entonces sabréis que yo soy Jehovah (33–38).†
39–44 †œSirve a tus í­dolos, Israel, pero más tarde te volverás a mí­. Toda la casa de Israel me adorará en mi monte santo (39–41). Sabréis que yo soy Jehovah cuando os traiga a la tierra de Israel (42). Os detestaréis a vosotros mismos al recordar vuestra conducta pasada. Sabréis que yo soy Jehovah cuando por causa de mi nombre yo trate con vosotros (43, 44).†
Notas. 1 Séptimo año es decir, 591 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Consultar: cf.cf. Confer (lat.), compare 8:1; 14:1. 9 Por causa de mi nombre: el nombre de Jehovah identifica toda la personalidad de Dios, no solamente su reputación. 25 Les di leyes que no eran buenas †¦ : Dios les permitió seguir sus propios caminos, aun cuando llevaban a prácticas injustas (tales como sacrificio de niños). 29 Bamah: aquí­ se utiliza una leve forma de juego de palabras. La palabra bama, que significa lugar alto, empieza como la palabra baí•im, que significa rincones. 37 Pasar bajo la vara (cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 27:32; Jer. 33:13). El cuadro es el de ovejas pasando bajo el ojo sagaz del pastor.

20:45-49 Juicio por fuego

Este oráculo es el primero de un grupo de profecí­as advirtiendo de la inminente calamidad que ocurrirí­a en la tierra de Israel. Cada profecí­a es más especí­fica que la precedente.
Como en algunos de los otros oráculos (p. ej.p. ej. Por ejemplo, 12:26–28), el mensaje de Ezequiel se recibe con obstinada incredulidad. Sus dichos se ven como parábolas, sí­mbolos desagradables de lo que esperaban que serí­a una realidad menos desagradable. Siempre estamos ansiosos por saber lo que traerá el futuro, pero sólo si se conforma a lo que nosotros queremos. Si no lo hace, somos expertos en dar razones aun contra las señales más obvias.
46–49 Ezequiel debe predicar al sur y al bosque del sur (46), en otras palabras, este mensaje: †œEl Señor dice que está por encender fuego en ti. La llama será inapagable. La cara de cada uno será quemada. Ellos verán que el Señor lo empezó (47, 48).† Los oyentes de Ezequiel declaran que él está hablando en parábolas (49).
Notas. 46 El sur aquí­ se refiere a Jerusalén y Judá. 47 Desde el Néguev hasta el norte: en efecto, la profecí­a advierte de una calamidad que consumirá toda la tierra de Israel. 49 Parece que Ezequiel a veces encontraba un resquicio de credibilidad. Sus profecí­as de juicio eran consideradas †œsimbólicas† (parábolas).

21:1-7 Juicio por la espada

En esta segunda profecí­a las figuras se vuelven más precisas. La referencia a la espada, sí­mbolo de guerra, da una indicación acerca de la naturaleza militar del desastre. Ezequiel se conoce por su énfasis sobre la responsabilidad y recompensa individual (cf.cf. Confer (lat.), compare 3:16–21; 33:1–20), de modo que es notable que declare que los desastres inminentes afligirán tanto al justo como al impí­o. El ser justo no garantiza inmunidad contra la aflicción. Aquellos que reclaman tener la protección exclusiva del Señor pueden estar ejercitando una gran fe, pero están también ignorando muchas de las advertencias de la Escritura.
Ezequiel debe predicar a Jerusalén, en otras palabras: †œEl Señor está contra ti. El sacará una espada para eliminar al justo y al impí­o (2–4).†
A Ezequiel Dios le dice: †œÂ¡Gime y aflí­gete! Cuando el pueblo te pregunte por qué estás haciendo esto, diles que es debido a las noticias aterradoras que vendrán (6, 7). Y va a suceder.†
Notas. 3 Espada: el sí­mbolo de la espada se utiliza también en los dos oráculos próximos. 6 Gime: la predicación de Ezequiel debí­a ir acompañada de otra acción simbólica (la séptima).

21:8-17 La espada está afilada

En el tercer oráculo de este grupo el lenguaje se torna poético, casi como si fuera un canto previo a la guerra. En el pasaje fluye el tema de la espada lista y su tarea.
El tema de la guerra como castigo enviado por Dios era probablemente aun menos popular cuando Ezequiel lo decí­a a su pueblo que en la actualidad. El rayo de esperanza era que la ira de Dios finalmente se apaciguarí­a.
9-11 Una espada afilada está lista. 12 Es para el pueblo y los gobernantes de Israel. 14-16 Golpeará una y otra vez. 17 Entonces la ira de Dios se apaciguará. Jehovah ha hablado.
Notas. 10, 12, 13 Cetro †¦ gobernantes: algo no mencionado en los dos oráculos anteriores es que los dirigentes de Jerusalén son blancos para el castigo. El próximo oráculo elaborará sobre este tema.

21:18-32 La espada del rey de Babilonia

En el último de los cuatro oráculos el texto se hace más explí­cito en cuanto a lo que va a suceder. El rey de Babilonia (Nabucodonosor) saldrá en una campaña militar contra las tierras al oeste de Babilonia. A cierta altura del viaje se detendrá y buscará augurios en cuanto a qué población atacar: Jerusalén o Rabá. Los augurios señalaron a Jerusalén. Nabucodonosor pondrá entonces sitio contra Jerusalén. El gobernante de Israel será depuesto y llevado cautivo.
Los amonitas tampoco escaparán, porque su dí­a de juicio también llegará. La gente hasta se olvidará de que ellos existieron.
El pasaje se divide en tres secciones: 18–23, las acciones de Nabucodonosor; 24–27, el mensaje a Israel; 28–32, el mensaje a Amón.
Esta profecí­a debiera precavernos de hacer juicios apresurados en cuanto a quién debiera ser castigado, por quién y por qué. Pareciera que el malvado Nabucodonosor serí­a el más indicado para recibir castigo divino en tanto que Israel podrí­a ser librado. Sin embargo, Ezequiel, bajo inspiración, presenta a Nabucodonosor como el instrumento de Dios para castigar la iniquidad de Israel.
19, 20 Se instruye a Ezequiel a dibujar un mapa mostrando la ruta por la cual el rey de Babilonia vendrá. En una encrucijada de la ruta debe hacer un poste de guí­a que señala a Rabá en una dirección y a Jerusalén en la otra. 21-23 El rey de Babilonia se detendrá en la encrucijada y consultará sus oráculos. Le señalarán Jerusalén, a la cual él entonces sitiará.
24–27 La palabra del Señor al gobernante de Israel es, en otras palabras: †œDebido a vuestra declarada iniquidad tu pueblo será llevado cautivo (24). Y tú, malvado gobernante de Israel, serás derribado del poder (25–27).†
28–32 Con respecto al pueblo de Amón, Ezequiel debe proclamar: †œTu hora ha llegado. A pesar de falsas profecí­as de paz, serás entregado para destrucción en tu tierra de origen (28–31). No habrá más memoria de ti. Yo, Jehovah, he hablado (32).†
Notas. 20 Rabá (la moderna Amán): capital de Amón. Amón también fue el tema de una profecí­a posterior (cf.cf. Confer (lat.), compare 25:1–7). 21 Observado el hí­gado: los babilonios practicaban la †œhepatoscopia†, un método para predecir el futuro examinando los hí­gados de animales sacrificados y notando cualesquiera marcas significativas. 23 Aliados †¦ bajo juramento: los dirigentes en Jerusalén ya habí­an sido forzados a †œaliarse† con Babilonia, pero se habí­an rebelado (cf.cf. Confer (lat.), compare 17:11–13). 26 Quí­tate la corona: la caí­da de la monarquí­a. 28, 29 Los amonitas pensaron que habí­an evitado la calamidad. Aparentemente hasta habí­an recibido falsas profecí­as que fortalecí­an la ilusión de seguridad.

22:1-16 Los pecados de Jerusalén

Este oráculo enfoca los pecados de Jerusalén, señalando que su iniquidad ha apresurado su fin. La lista de faltas se extiende de lo moral a lo sagrado: derramamiento de sangre (3, 9), idolatrí­a (3, 4), mal uso del poder (6), maltrato de varios grupos socia les (7), profanación de sábados (8), paganismo (9), mala conducta sexual e incesto (10, 11), soborno y extorsión (12), y simplemente olvidándose de Dios (12). El castigo merecido comprenderí­a la dispersión del pueblo entre las naciones.
1–16 Ezequiel debe confrontar a Jerusalén con todos sus crí­menes detestables (2), y proclamarle, en otras palabras: †œTú eres una ciudad que se ha hecho culpable a través del derramamiento de sangre y contaminada a través de la idolatrí­a. Has apresurado tu fin al hacerlo. Serás objeto de burla entre las naciones (3–5). Hay dentro de ti muchas fibras de corrupción, pero yo pondré fin a esto (6–13). Serás dispersada entre las naciones. Entonces sabrás que yo soy Jehovah (14–16).†
Notas. 2 Abominaciones (DHHDHH Dios Habla Hoy †œCosas detestables que ha hecho†). La expresión ocurre frecuentemente en Ezequiel, a menudo para denotar acciones que hacen a uno ritualmente inmundo (ver v. 10). 9 Comen sobre los montes, es decir, comen carne que habí­a sido sacrificada a los í­dolos en los †œlugares altos† (cf.cf. Confer (lat.), compare 18:6; 6:3). 10 Impura: como sacerdote, Ezequiel estaba claramente preocupado acerca de la pureza y contaminación ceremonial. Muchos de los pecados nombrados en estos versí­culos fueron especí­ficamente mencionados en la ley (cf.cf. Confer (lat.), compare Lev. 18:20). 16 Profanado: el castigo mismo a Israel se llama profanación.

22:17-22 La fundición de Israel

El castigo de Israel se compara con el fuego de un alto horno: la escoria será removida.
Las ideas modernas de guerra o castigo generalmente incluyen conceptos tales como retribución y/o rehabilitación. Aquí­ hallamos el concepto de purificación. La corrupción estaba muy profundamente arraigada para modificaciones menores de la sociedad. Todo debí­a quitarse para que pudiera hacerse un nuevo comienzo.
17–22 Se le dice a Ezequiel que Israel ha llegado a ser como las impurezas que se hallan en la plata sin refinar (18) y ha de proclamar, en otras palabras: †œPor tanto yo os juntaré en Jerusalén tal como los hombres juntan en un horno la plata con sus impurezas. El fuego feroz de mi ira os fundirá tal como el horno en el proceso de fundición. Sabréis que yo he derramado mi ira sobre vosotros (19–22).†
Nota. 19 Yo os junto en medio de Jerusalén: aquí­ y en el v. 20 hay una indicación del sitio inminente de la ciudad.

22:23-31 Injusticia en la ciudad. Corrupción en todos los niveles

La corrupción de la sociedad israelita trascendí­a clase y posición social. Tení­a además diversas expresiones.
La corrupción de una sociedad puede ir más allá del nivel del individuo. Puede llegar a ser parte de las instituciones de esa sociedad, ya sean civiles o religiosas. Puede ser fácil aceptar prácticas simplemente porque son †œhechos consumados† o apoyados por las jerarquí­as, pero eso no justifica tales prácticas. Algunas veces el soborno es parte de la manera en que se conducen los negocios diarios. El trato injusto de los más débiles de la sociedad es también difundido. El individuo se siente indefenso ante una corrupción semejante.
23–31 Ezequiel debe decir a la tierra, en otras palabras: †œTú eres árida (24): tus gobernantes oprimen al pueblo (25); tus sacerdotes profanan mi ley (26); tus magistrados matan para obtener dinero (27); tus profetas dan falsos oráculos (28); tu pueblo extorsiona, roba y oprime (29). Busqué alguien que se pusiera firme a favor de la tierra, pero no pude hallar ni uno. Así­ es que derramaré mi ira sobre sus habitantes (30, 31).†
Nota. 30 Que levantara el muro: no hubo ni uno que fuera suficientemente digno de interceder con Dios en favor del pueblo.

23:1-49 Ohola y Oholiba: hermanas adúlteras

Este capí­tulo tiene un tema muy similar al del cap. 16: Jerusalén y su hermana Samaria se habí­an prostituido con prácticas de las naciones paganas que las rodeaban, en particular Egipto, Asiria y Babilonia. Ellas deben soportar las consecuencias de sus actos. Las diferencias entre los capí­tulos son principalmente de énfasis. La naturaleza militar y polí­tica de la asociación de Israel con Asiria y Babilonia se pone de relieve en la descripción de sus amantes asirios y babilonios como guerreros totalmente uniformados (5, 14, 15). Ellos decretarí­an la retribución sobre Israel. Esta retribución se describe también en términos de ataque militar y saqueo (24–26; 46, 47).
Las alianzas polí­ticas de Israel no son aquí­ condenadas en sí­ mismas. Ellas formaban la base para una penetración social y religiosa de la cultura de Israel con creencias paganas, las que el pueblo de Israel prontamente acogió gustoso.
Dios no miró los pecados de Israel de un modo desapasionado y neutral. Más bien, tal como un marido considera la infidelidad de su esposa con dolor e ira a la vez, así­ ve Dios el pecado de su pueblo (cf.cf. Confer (lat.), compare cap. 16).
1–10 El Señor dice a Ezequiel, en otras palabras: †œHabí­a una vez dos hermanas, Ohola, es decir, Samaria, y Oholiba, es decir, Jerusalén. En su juventud, mientras estaban en Egipto, se dieron a la prostitución (3, 4). Ellas eran mis esposas, pero Ohola ardió en deseos por los asirios, y se prostituyó a ellos (5–8). Al fin yo la entregué a los asirios, quienes la desnudaron y la mataron (9, 10).†
11–21 Continúa: †œOholiba fue peor que su hermana. Ella también ardió en deseos por los asirios; luego cultivó un deseo vehemente por los babilonios. Después que éstos la contaminaron, se apartó de ellos con disgusto. Así­ yo me aparté de ella (como lo habí­a hecho de su hermana), cuando su prostitución se hizo más notoria. Ella entonces anheló los tiempos que habí­a tenido en Egipto con sus bien dotados hombres promiscuos (11–21).†
22–35 Ezequiel debe proclamar a Oholiba: †œYo incitaré contra ti a tus amantes pasados. Los babilonios y los asirios te sitiarán y castigarán. Yo desahogaré mi ira contra ti y pondré fin a tu inmundicia (22–27). Te entregaré a tus ex amantes, a quienes ahora detestas (28). Ellos te humillarán (29, 30). Tal como tu hermana Samaria, tú beberás la copa de desolación (31–34). Ya que me has vuelto la espalda, has de soportar el peso de tu iniquidad (35).†
36–49 Ezequiel debe confrontar a Ohola y Oholiba con sus malos hechos: adulterio, derramamiento de sangre, ritos sexuales paganos, sacrificio de niños y profanación del santuario de Dios y el sábado (36–39). Su seducción a extranjeros (40–42) descendió a la prostitución y al derramamiento de sangre (43–45). El debe proclamar, en otras palabras: †œSean ellos muertos y termine así­ la infamia en la tierra (46–49). Entonces sabréis que yo soy el Señor Jehovah.†
Notas. 4 Los nombre Ohola y Oholiba parecen relacionados con la palabra heb. para †œtienda†. Aunque muchos comentaristas sugieren que esto implica una conexión de cultos (p. ej.p. ej. Por ejemplo, como en una tienda/santuario), puede simplemente indicar el origen nómada del pueblo. Mí­as: aunque el texto no declara explí­citamente que las hermanas eran esposas del Señor, este versí­culo y el 5 implican la relación (cf.cf. Confer (lat.), compare 16:8, 9). La prostitución de Israel es así­ adulterio también. 5–10 La infatuación de Samaria con Asiria la condujo a su caí­da. Samaria cayó ante los asirios en 722–721 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo 14 Caldeos: aunque el término vino más tarde a ser sinónimo con †œbabilonios†, los caldeos eran una raza separada del sur de Babilonia (cf.cf. Confer (lat.), compare 23). 23 Pecod: una región en Babilonia oriental. La identificación de Soa y Coa es incierta. 24 Multitud: en Ezequiel se usa frecuentemente este término (cf.cf. Confer (lat.), compare 46, 47 asamblea) para describir a un grupo grande de gente con intención destructora. 36–39 Aquí­ se enumeran algunas de las prácticas paganas que Israel habí­a adoptado. 42 Sabeos: el término puede también traducirse †œborrachos†. El sentido general es el de una multitud alegre, de ningún lugar en particular, aprovechándose de las hermanas.

24:1-14 La parábola de la olla: Jerusalén sitiada

Este oráculo representa un punto decisivo en el libro. Hasta aquí­ las profecí­as de Ezequiel habí­an sido mayormente advertencias acerca del desastre que vendrí­a. Pero ahora el cumplimiento de las profecí­as ha comenzado. No habí­a marcha atrás. El sitio de Jerusalén habí­a empezado. La fecha del oráculo es precisa: enero 15 de 588 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Fue el dí­a en que Nabucodonosor empezó el sitio de la ciudad. Después de 18 meses los babilonios capturarí­an Jerusalén y le prenderí­an fuego. La ciudad serí­a destruida. Este sitio fue el segundo en doce años para Jerusalén. Después del anterior Ezequiel mismo habí­a sido deportado.
El mensaje del oráculo se presenta en forma de una parábola. Se compara a Jerusalén con una olla, y sus moradores son el contenido de la olla. Después que se le haya puesto fuego, una mancha permanece en la olla, es decir, aun después del primer sitio la impureza de Israel continuó. Un segundo fuego más intenso (el segundo sitio) será necesario para quemar la impureza, es decir, castigar la iniquidad del pueblo. Nuevamente el castigo se presenta como purificación (cf.cf. Confer (lat.), compare 22:17–22).
1–14 Se le dice a Ezequiel, en otras palabras: †œEscribe esta fecha, porque hoy Nabucodonosor ha puesto sitio a Jerusalén (2).† También debe proclamar: †œLlena una olla con agua y trozos de carne. Hazlos hervir sobre el fuego. La herrumbre en la olla no saldrá. La mancha es como la impureza de Jerusalén (3–7, 13). Calienta aun más la olla, quemando los huesos. Deja que la olla se ponga roja para que su mancha desaparezca al quemarse (9–12). No impedirás tu juicio ahora, Jerusalén (13, 14).†
Notas. 6 Herrumbrosa: al disminuir el lí­quido quedarí­a una mancha en el interior de la olla. Sin que se echen suertes: si esta frase está traducida correctamente, el pensamiento subyacente pudiera ser que el contenido de la olla, es decir, el pueblo, serí­a esparcido al azar. 12 El versí­culo tal cual está podrí­a implicar que la herrumbre de la olla no desaparecerá aun después del segundo calentamiento. Serí­a más consistente verlo como resumiendo el intento anterior: †œHabí­a frustrado todos los (anteriores) esfuerzos (hasta ahora).†

24:15-27 La muerte de la esposa de Ezequiel y el significado de su duelo

La revelación de que perderí­a a su esposa l ha de haber sido desgarradora para Ezequiel. No obstante, aun esto serí­a usado como un medio para transmitir el horrendo mensaje acerca de la suerte de Jerusalén y el templo. Aun en momentos de duelo personal, Ezequiel era todaví­a un profeta de Dios.
La manera en que un creyente actúa durante crisis personales puede a veces hablar más fuerte que muchas palabras, aunque la negativa a hacer provisión adecuada para el duelo puede ser muy dañina para la persona acongojada. Este mandamiento fue dirigido especí­ficamente a Ezequiel y no para ser aplicado en general.
15–24 Se le dice a Ezequiel que su esposa va a morir y él no debe efectuar los acostumbrados ritos de duelo (16, 17). Cuando el pueblo le pregunta qué significan para ellos sus acciones, él les dice la palabra del Señor a Israel, en otras palabras: †œYo estoy por profanar mi ciudad. Aquellos familiares que dejasteis atrás morirán por la espada. Pero vosotros no seguiréis las costumbres usuales de duelo, tal como ha hecho Ezequiel. Sabréis entonces que yo soy el Señor Jehovah (20–24).†
25-27 Además, Dios dice a Ezequiel: †œCuando la ciudad caiga, un fugitivo vendrá y te hablará. En ese dí­a recuperarás toda tu facultad del habla. Tú serás una señal al pueblo, y ellos sabrán que yo soy Jehovah.†
Notas. 17 Habí­a una gran variedad de ritos de duelo (cf.cf. Confer (lat.), compare 27:30–32). 27 No te cubras los labios: la pérdida parcial del habla de Ezequiel se quitarí­a cuando él oyese la noticia de la caí­da de la ciudad. Esta recuperación se relata en 33:21, 22. Aun ese acontecimiento serí­a una señal para el pueblo.

25:1-17 PROFECIAS CONTRA LAS NACIONES VECINAS

Esta sección comienza una serie de oráculos contra las naciones extranjeras que rodeaban a Israel (caps. 25–32). Egipto y Tiro reciben mayor atención, pero este oráculo se encuentra sobre los vecinos más próximos a Judá: Amón, Moab, Edom y Filistea. Aparentemente estas naciones habí­an visto la caí­da del pueblo de Israel con deleite (Amón) y mofa (Moab). Hasta habí­an aprovechado la oportunidad para vengarse de Judá (Edom y Filistea). El oráculo de Ezequiel advierte que vendrí­a el castigo.
El oráculo comienza con Amón, que estaba ubicada al este de Israel, y luego sigue en el sentido de las agujas de un reloj en dirección a Moab, Edom y Filistea.
Es fácil condenar a estos vecinos de Israel por sus actitudes hacia ella. Sin embargo, éstas pueden ser nuestras actitudes cuando vienen aflicciones sobre algunos de nuestros vecinos. Entre tanto, Dios es el Dios de toda la tierra, y está últimamente en control del destino de las naciones tanto como de los individuos.
Amón. Porque los amonitas se habí­an deleitado por la destrucción de Israel y Judá, serán capturados y saqueados por los pueblos del oriente (1–5). Porque se regocijaron maliciosamente sobre Israel, serán arruinados (6, 7).
Moab. Porque Moab miró a Judá con desprecio, serán tomados por el pueblo del oriente (8–11).
Edom. Porque Edom se vengó de Judá, sufrirán ruina a manos de Israel.
Filistea. Porque los filisteos se vengaron de Judá, los quereteos y el resto de los pueblos de la costa serán destruidos.
Notas. 4 Hijos del oriente: tribus nómadas del desierto. 5 Rabá: capital de Amón (cf.cf. Confer (lat.), compare 21:20). 8 Seí­r: otro nombre para Edom. 16 Quereteos: un pueblo estrechamente relacionado con los filisteos.

26:1-28:19 PROFECIAS CONTRA TIRO

Tiro era muy pequeña, en términos geográficos. Sin embargo, en términos económicos, era altamente significante, y era así­ una fuerza importante en la polí­tica del Medio Oriente.
La antigua ciudad de Tiro era un importante puerto marí­timo para la zona que hoy es el sur del Lí­bano. (Su ubicación está aprox. a mitad de camino entre Beirut al norte y Haifa al sur.) La ciudad tení­a dos puertos, uno de los cuales estaba en una isla situada apenas fuera de la costa. Hay varias referencias en Eze. a los estrechos ví­nculos de Tiro con el mar. Tanto su superioridad como su pronosticada caí­da se describen utilizando alusiones marí­timas. Una parte sustancial del vigor de Tiro radicaba en su habilidad marí­tima.
La riqueza de Tiro emanaba de su comercio. Sus mercaderes viajaban extensamente a través del mundo antiguo, y comerciaban en una amplia gama de bienes. Su pueblo era famoso por su habilidad comercial. Esta habilidad les habí­a conducido a su vez a la prosperidad.
Tiro tiene una larga y significativa historia. La ciudad se menciona en Textos de Maldición egipcios c. 1850 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Según Herodoto, la escritura alfabética fue llevada a Grecia por los fenicios que vinieron con Cadmo, rey de Tiro. La ciudad estado fundó también la colonia de Cartago alrededor de 825–815 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo
Las relaciones de Tiro con Israel tuvieron a menudo algún factor económico. Hiram I proporcionó a David materiales para edificar el palacio de Jerusalén (2 Sam. 5:11; 1 Crón. 14:1). El también proporcionó a Salomón materiales para el templo y firmó un tratado con él. Un poco más de un siglo después, el rey Acab concertó casamiento con Jezabel, una hija del rey de Tiro (1 Rey. 16:31). Por medio de Jezabel se introdujo en Israel la adoración al dios tiro Baal Melqart.
Antes de la época de Ezequiel, Tiro habí­a disfrutado de un perí­odo de prosperidad. No obstante, Ezequiel, Jeremí­as (25:22; 27:1–11) y Zacarí­as (9:2–7) habí­an profetizado la supresión de Tiro por los babilonios. El sitio de Nabucodonosor a Tiro (c. 587 a c. 574 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo) fue aparentemente una campaña difí­cil (Eze. 29:18). Finalmente la ciudad reconoció el dominio babilónico.
Los oráculos contra Tiro y Egipto son guí­as instructivas en cuanto a la naturaleza del orgullo nacional. La mayorí­a de las personas mantienen cierto elemento de orgullo en el progreso de su nación, y lo apoyan. En el caso de Tiro vemos la confianza arrogante del éxito económico de hechura propia. La riqueza que habí­a adquirido era para ella la señal de ser superior. Para mantener esa superioridad estaba lista para apoyar prácticas comerciales corruptas. La desaparición de Israel fue vista simplemente como una oportunidad comercial.
Tiro fue condenada por estas actitudes, que todaví­a prevalecen en la sociedad actual. No debemos dejar que el éxito material de nuestra nación llegue a ser el único criterio de mérito.

26:1-21 La satisfacción propia denunciada

En este oráculo se reprende a Tiro por ver la caí­da de Jerusalén como un evento que meramente facilitará su propia prosperidad. Los babilonios, bajo Nabucodonosor, habrí­an de sitiarla y destruirla. Gozarse en la caí­da de otros es una emoción que los cristianos, y otros, necesitan abordar, ya que es muy penetrante pero no reconocida fácilmente.
1–21 La palabra de Dios a Ezequiel es, en otras palabras: †œTiro ha dicho que la ruina de Jerusalén asegurará su propia prosperidad† (1, 2). Por tanto el debe proclamar: †œMuchas naciones te saquearán, y a tus aldeas, Tiro. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (3–6). Nabucodonosor asolará tu tierra firme y pondrá sitio contra ti. Nunca serás reedificada (7–14). Las tribus de las costas se consternarán por tu caí­da y lamentarán tu derrumbe (15–18). Serás arrastrada a la fosa. No regresarás (19–21).†
Notas. 1 Del año 11, es decir, 587/7 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo 2 Tiro vio la caí­da de Jerusalén como meramente una oportunidad comercial. Debido a su ubicación geográfica, la tierra de Palestina era el centro de numerosas rutas comerciales que ligaban a Africa con Eurasia. 3–5 Muchas de las imágenes relacionadas con Tiro se refieren a su situación marí­tima. 6 Sus hijas que están en el campo: Tiro habí­a extendido su control a zonas mucho más allá de las islas y el puerto en tierra firme. 7–14 Nabucodonosor se menciona ahora por nombre por primera vez en Eze. Se informa que su sitio de Tiro duró trece años. Esta campaña aparentemente probó ser difí­cil aun para los babilonios (ver 29:18). La ciudad estado consintió y reconoció el control de Babilonia. 15 Las costas: otras ciudades estados mediterráneas que probablemente fueron socias comerciales de Tiro. 19 El cuadro aquí­ es de la isla hundiéndose bajo las olas. 20 Te haré descender †¦ a la fosa. La fosa y la tierra debajo se refiere a la tumba o al Seol, es decir, el dominio de la muerte.

27:1-36 Un lamento

Este oráculo se da como un lamento. Tiro se compara aquí­ a una nave mercante maravillosamente construida. Los proveedores de sus maderas y sus mercancí­as son sus socios comerciales. La extensa lista de paí­ses y productos nos da una idea clara de por qué Tiro fue famosa comercialmente. Sus lazos se extendí­an a través de la mayor parte del Mediterráneo, Africa del Norte, Asia menor y el Medio Oriente. Ella pudo emplear extranjeros en la industria y en la defensa. Sin embargo, este barco de estado iba a ser hundido, es decir, Tiro serí­a derribada.
Cuando un fabricante principal muy arraigado va a la bancarrota y cierra sus puertas, no sólo sus propios empleados son superfluos, sino a menudo miles más lo son en industrias satélites, abastecedores locales y servicios. La recesión y el colapso econ ómico son algunos de los castigos modernos que un Estado puede sufrir.
1–36 Se instruye a Ezequiel a proclamar a Tiro, en otras palabras: †œTe gloriabas en tu hermosura (3, 4). Fuiste construida con los mejores materiales (5–7). Empleaste a muchas naciones para edificarte, hacerte funcionar y defenderte (8–11). Tuviste muchos socios comerciales importantes, cerca y lejos, y tu mercaderí­a fue de la más alta calidad y más amplia variedad (12–25). Pero lo perderás todo en el dí­a de tu naufragio (26, 27). Tus vecinos y socios mercantiles se espantarán (28–36). Dejarás de existir (36).†
Notas. 3 Yo soy de completa hermosura: La gran riqueza de Tiro le habí­a proporcionado mucho adorno, en el cual ella tení­a gran orgullo (cf.cf. Confer (lat.), compare 28:12). 5, 6 Las maderas utilizadas eran de las mejores. Senir: la palabra amorrea para Hermón (cf.cf. Confer (lat.), compare Deut. 3:9). 7 Elisa: probable referencia a Chipre. 8 Sidón y †¦ Arvad: estas dos ciudades quedaban al norte de Tiro. 9 Biblos: un importante puerto marí­timo fenicio. El traslado de trabajo a Tiro era otra señal de su poder económico. 10 Las tres naciones mencionadas aquí­ (persas, lidios y libios) están a gran distancia una de la otra. Están nombradas para mostrar cómo Tiro podí­a atraer mercenarios de todo el mundo antiguo, fuera Libia en el oeste, Lidia en el norte o Persia en el este. 11 Arvad también proporcionaba reclutas (8). 12 La lista de los socios comerciales de Tiro en orden geográfico aprox., yendo desde Tarsis en el Mediterráneo occidental hasta el desierto arábigo y Mesopotamia. 23 Edén: no el huerto de Edén; las dos formas de Edén se deletrean en forma distinta en heb. El Edén mencionado aquí­ está en Mesopotamia. 26 El viento de oriente puede referirse no sólo a una tormenta en el mar (cf.cf. Confer (lat.), compare Sal. 48:7), sino también a donde estaba la amenaza a Tiro: Babilonia estaba al este de Tiro. 30, 31 Aquí­ hay una lista de siete señales tradicionales de duelo: gritar amargamente, echar polvo sobre la cabeza, revolcarse en ceniza, raparse la cabeza, ceñirse con cilicio, llorar intensamente y entonar un lamento.

28:1-10 Contra la arrogancia

El logro de riqueza económica habí­a traí­do consigo una sensación de orgullo. El proceso se resume en el v. 5: la gran habilidad en comerciar habí­a llevado a una gran riqueza, y la gran riqueza habí­a llevado al orgullo. Se representa al rey de Tiro como creyendo ser tan sabio como un dios. La profecí­a advierte que el castigo para tal arrogancia serí­a humillante y final. Es fácil hallar otros ejemplos de tal orgullo y subsecuente caí­da, a través de la historia y en la actualidad.
1–10 Ezequiel debe proclamar al rey de Tiro, en otras palabras: †œTú piensas que eres un dios, pero no lo eres (1, 2). Tu astucia y perspicacia para los negocios te han traí­do una gran recompensa económica (3–5a), que a su vez te ha hecho engreí­do (5b). Por tu vanidad, tendrás una muerte humillante en manos de extranjeros. Cuando te enfrenten, serás sólo un mortal, no un dios (7–10).†
Notas. 2 En el corazón de los mares: una parte de Tiro era una isla (ver arriba). 3 Daniel: ver nota sobre 14:14, 20. 7 Extranjeros, los más crueles de las naciones: una referencia a los babilonios. 10 Los tirios practicaban la circuncisión, y de aquí­ que morir a la manera de los incircuncisos hubiese sido considerado una humillación.

28:11-19 Expulsión del †œparaí­so†

Este lamento describe el surgimiento y la caí­da del rey de Tiro, y así­ el surgimiento y la caí­da de la nación estado misma. La descripción recuerda fuertemente a la narrativa del huerto del Edén. Sin embargo, no hay un intento de hacer un paralelo estrecho con el relato de Gén. Como a menudo en Eze., las metáforas son mezcladas libremente, alteradas y adaptadas como convenga al lenguaje de la profecí­a. El lenguaje poético sirve para resaltar el grado de caí­da que Tiro experimentó; fue como una expulsión del paraí­so.
11–19 El lamento al rey de Tiro es, en otras palabras: †œTú eras una vez un modelo perfecto de sabidurí­a y hermosura (12), morando en un paraí­so, adornada con espléndidas joyas (13, 14) y exhibiendo un comportamiento intachable (15). Pero tus extensas actividades comerciales llevaron a la opresión. Tu esplendor te hizo engreí­da y corrompió tu pensamiento. Tus muchas prácticas comerciales deshonestas condujeron a la profanación de los santuarios. Por tanto, has sido expulsada de tu paraí­so y derribada (16–18). Los que te observan se horrorizan de ti (19).†
Notas. 13 Las piedras preciosas nombradas aquí­ han sido tomadas como alusión a las vestiduras del sumo sacerdote (Exo. 28:17–20), pero a veces también las divinidades paganas se vestí­an con ropaje cubierto de joyas. El énfasis aquí­ es simplemente la riqueza del rey (y de Tiro). 14–16 El significado exacto del querubí­n no es claro, y depende de qué lectura textual se sigue. O el rey de Tiro fue elevado a la posición de un querubí­n, o se le designó aun querubí­n como guardián. Ambas traducciones señalan hacia su elevada posición. Las piedras de fuego posiblemente son una referencia a las piedras preciosas mencionadas en el v. 13. Alternativamente, puede ser una descripción de algún rasgo brillante o resplandeciente hallado en el monte de Dios. 15 Perfecto: nuevamente una alusión al relato de Edén. 18, 19 Aquí­ el tema cambia del rey a la ciudad de Tiro.

28:20-26 PROFECIA CONTRA SIDON: †œCONOCE A JEHOVAH†

Sidón era una vecina de Tiro. Sufrirí­a también el debido castigo. Un rasgo notable de este breve oráculo es la frecuencia de la frase: y sabrán que yo soy Jehovah. Además, la profecí­a contiene la promesa de restauración para el pueblo de Dios (25, 26), tema que más tarde recibirí­a mayor énfasis.
20–26 Ezequiel ha de proclamar a Sidón, en otras palabras: †œEstoy contra ti, Sidón, pero seré glorificado a través de ti. Cuando ejecute juicio sobre ti, sabrán que yo soy Jehovah (22). Cuando te aflija, ellos sabrán que yo soy Jehovah (23). Cuando Israel ya no tenga vecinos malignos ellos sabrán que yo soy Jehovah (24). Cuando reúna a Israel de entre las naciones, me mostraré como santo ante ellas. Israel morará seguro sobre la tierra, y sabrán que yo soy Jehovah su Dios (25, 26).†
Nota. 25 Mi siervo Jacob: cf.cf. Confer (lat.), compare 37:25.

29:1-32:32 LOS ORACULOS EGIPCIOS

El libro de Ezequiel contiene un total de siete oráculos contra Egipto, más que ningún otro paí­s. La pregunta surge de por qué un profeta judí­o residente en Babilonia debiera preocuparse con un paí­s distante varios centenares de kms. La respuesta se torna clara cuando miramos a la historia del perí­odo y la cronologí­a de los oráculos.
En tiempo de Ezequiel Egipto era una superpotencia en declinación lenta. En la cumbre de su poder su esfera de influencia se habí­a extendido a todo lo largo del Mediterráneo oriental, abarcando Palestina y lo que es hoy el Lí­bano y Siria occidental. Cuando los babilonios reemplazaron a los asirios como poder dominante en las polí­ticas militares del Medio Oriente, Egipto se alió a los asirios para frenar el avance de los babilonios. El resultado fue una compleja lucha de poder, y los Estados más pequeños en la región, tales como Jerusalén/Judá, tuvieron que escoger cuidadosamente a sus amigos.
La cronologí­a de la interacción de Egipto y Babilonia hasta y durante los oráculos de Ezequiel, es como sigue:
605: Los babilonios derrotaron a las fuerzas egipcias en Carquemis (cf.cf. Confer (lat.), compare Jer. 46:2) y luego avanzaron hacia el sur (Carquemis estaba en el noroeste de Siria). Se producen escaramuzas.
601: Fuerzas egipcias y babilónicas chocan nuevamente. Hay fuertes pérdidas en ambos lados.
597: Nabucodonosor somete a Jerusalén. Egipto permanece neutral. Sedequí­as es puesto en el trono por Nabucodonosor, como rey vasallo.
589: Bajo Sedequí­as, Judá está en abierta rebelión contra los babilonios.
588 (Enero): Los babilonios avanzan para sitiar a Jerusalén.
588: El sitio se levanta temporariamente cuando los babilonios dirigen sus esfuerzos contra las fuerzas egipcias de socorro (Sedequí­as habí­a pedido ayuda a los egipcios). Sin embargo, los egipcios son pronto rechazados, y los babilonios regresan para sitiar la ciudad.
587 (Julio): Se abren brechas en los muros de Jerusalén. La ciudad y el templo son incendiados. El Estado de Judá llega a su fin. El paí­s está en ruinas.
Los oráculos egipcios en Eze. son extraños en que todos menos uno de ellos están fechados. Aprox. la mitad de las trece fechas que se dan en el libro se hallan en la sección egipcia. Arregladas en orden cronológico, las fechas de los oráculos son como sigue:
587 (enero), 29:1–16; 587 (abril), 30:20–26; 587 (Junio), 31:1–18; 586/587, 32:17–32; 585 (marzo), 32:1–16; 571 (abril), 29:17–21. El oráculo en 30:1–19 no tiene fecha, pero su contenido es similar a los otros.
Cual Tiro, Egipto tení­a mucho orgullo nacional. Si Tiro era †œdinero nuevo†, entonces Egipto era †œdinero viejo†. Su orgullo radicaba en lo que habí­a heredado y al parecer conservarí­a para siempre. Ella era un paí­s vasto con considerables recursos (especialmente el Nilo). Tení­a una historia imperial maravillosa, un ejército bastante grande y una influencia polí­tica ampliamente difundida a través del Medio Oriente. Pero su confianza en su glorioso pasado estaba mal colocada. Su destino era el de ser humillada. Del mismo modo, en esta época no debiéramos dejar que las memorias de pasadas glorias nacionales (actuales o de otro modo) distorsionen nuestra percepción de las verdaderas necesidades de una nación. Es fácil sentirse confiados en que los problemas y los desastres que ocurren a otros nunca podrán sucedernos a nosotros. Esta clase de complacencia nunca es realista.

29:1-16 Egipto: declinación y caí­da

Al comparar las fechas de los oráculos con los sucesos de la época, hallamos que los oráculos fueron dados contra un fondo de vacilación de Judá entre la dominación de los egipcios y los babilonios. El Estado de Judá se habí­a aliado, voluntariamente o no, con una u otra de esas grandes potencias militares durante los últimos veinte años que precedieron a los terribles eventos de 588/87 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo
La serie de oráculos de Ezequiel contra Egipto comienza durante la hora más oscura de Jerusalén. Las maniobras de Egipto para romper el sitio de Babilonia habí­an fracasado. Ezequiel ya habí­a pronosticado la caí­da de la ciudad. El tiene ahora desastrosas noticias para el que querí­a ser su salvador. La dirección global de sus oráculos era que Egipto finalmente caerí­a ante los babilonios, y que dejarí­a de ser la gran nación que una vez habí­a sido.
Jerusalén ya habí­a estado bajo sitio durante un año. Habí­an tenido un breve alivio cuando los babilonios fueron temporariamente desviados por un infructuoso asalto egipcio. El oráculo de Ezequiel refleja algo de la amargura que ha de haberse sentido en Jerusalén cuando se hizo evidente que el rescate por Egipto habí­a fracasado: Egipto era como un bastón de caña (6); y ya no serí­a más una fuente de confianza para el pueblo de Israel (16). La confianza depositada en el poder militar o económico es siempre a la larga un error.
El oráculo significa que Egipto sufrirí­a derrota y destrucción. La nación se recuperarí­a, pero nunca volverí­a a su pasada fortaleza (14, 15).
1–16 La palabra del Señor a faraón es, en otras palabras: †œPor tu arrogancia, faraón, serás abatido. Entonces todo Egipto sabrá que yo soy Jehovah (3–6). Porque probaste ser una ayuda indigna de confianza a Israel, Egipto será destruida por la guerra. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (6–8). Por tu arrogancia, Egipto será desolada, y los egipcios dispersados (9–12). No obstante, después de un tiempo los egipcios regresarán al Alto Egipto, pero su reino será modesto. Egipto será un recordatorio a Israel. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (13–16).†
Notas. 1 La fecha fue enero 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo 3 Gran monstruo: un cocodrilo, o tal vez una criatura como el Leviatán (cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 27:1). 6, 7 Bastón de caña: cf.cf. Confer (lat.), compare Isa. 36:6. Así­ como un bastón de caña se quebrarí­a y lastimarí­a a cualquiera que trata de apoyarse en él para sostenerse, así­ habí­a fallado el pretendido apoyo de Egipto a Jerusalén, añadiendo a la desesperación de la ciudad. 10 Desde Migdol y Asuán: una expresión implicando toda la tierra, desde el norte hasta el sur. Etiopí­a: el paí­s situado al sur de Egipto.

29:17-21 La recompensa de Nabucodonosor

La fecha de este oráculo (abril 571) le hace el último de los oráculos egipcios. Vincula estos oráculos con aquellos contra Tiro.
17–20 El Señor dice a Ezequiel, en otras palabras: †œNabucodonosor tuvo una campaña difí­cil contra Tiro, sin recompensa† (18). Por tanto, él ha de proclamar: †œEgipto proporcionará las recompensas para Nabucodonosor. El la saqueará para pagar a su ejército. Le he dado a Egipto como una recompensa por lo que ha hecho.†
†œRestauraré el poder a Israel, y abriré tu boca. Entonces sabrán que yo soy Jehovah† (21).
Notas. 18 Toda cabeza fue rapada: los uniformes de los soldados habí­an causado irritación a sus usuarios (un problema común aun en la actualidad). 21 El pueblo de Israel recuperarí­a su poderí­o. Abrir la boca: La mudez de Ezequiel serí­a quitada (cf.cf. Confer (lat.), compare 3:26; 33:22).

30:1-19 Un dí­a oscuro para Egipto

Este oráculo no está fechado, pero su tema es similar a los otros oráculos de 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo: Egipto y sus aliados caerán en manos de Nabucodonosor.
2-9 La guerra vendrá a Egipto. Ella y sus vecinos y aliados serán desolados. 10-12 El poderí­o militar de Egipto será destruido por los babilonios bajo Nabucodonosor. La tierra será desolada. 13-19 La nación quedará sin prí­ncipes. Sus í­dolos serán destruidos y sus ciudades serán tomadas por asalto.
Notas. 5 Los paí­ses y pueblos mencionados aquí­ fueron todos aliados de Egipto. Los hijos de la tierra del pacto: probablemente judí­os mercenarios que se habí­an establecido en Egipto. 6 Migdol hasta Asuán: cf.cf. Confer (lat.), compare 29:10. 15–18 La lista de ciudades y regiones egipcias mencionadas aquí­ recalca la amplitud de la destrucción.

30:20-26 Los brazos rotos del faraón

Al tiempo de este oráculo, abril 587, los habitantes de Jerusalén habí­an estado sitiados por los babilonios por más de un año. Cualquier esperanza de que Egipto pudiera rescatar la ciudad mediante un segundo ataque contra Nabucodonosor es finalmente contradicha en este oráculo. Los egipcios ya habí­an sido rechazados en 588 (He roto un brazo del faraón, v. 21), y sufrirí­an más derrotas (romperé sus brazos [de faraón], el fuerte y el fracturado, v. 22).
20–26 Se le dice a Ezequiel, en otras palabras: †œEl poder del faraón ya ha sido reducido (21). Será reducido aun más. Los egipcios sufrirán exilio/dispersión. Nabucodonosor y los babilonios se harán más poderosos mientras Egipto se desmorona. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (22–25). Cuando los egipcios sean dispersados, entonces sabrán que yo soy Jehovah (26).†
Nota. 26 Dispersaré a los egipcios entre las naciones: este versí­culo puede considerarse como describiendo la dispersión de las fuerzas expedicionarias de Egipto al ser derrotadas, más bien que la fragmentación de la nación.

31:1-18 La lección para Egipto del cedro cortado

La gloria de Egipto y el grado de su caí­da son ilustrados por la alegorí­a de un cedro majestuoso que es cortado.
1–18 Se le dice a Ezequiel que proclame a Egipto, en otras palabras: †œTu grandeza puede ser comparada a la de un magní­fico cedro (2, 3). Este cedro tení­a una abundante provisión de agua (3, 4). Se alzaba por encima de sus compañeros, y se extendí­a sobre una ancha área (5). Confiaban en él para protección y refugio (6). Tení­a un gran esplendor (7). No tení­a iguales (8). Era envidiado por los demás (9). Porque sobresalí­a por encima de los demás y estaba orgulloso de hacerlo, fue entregado a un gobernante para que se encargara de él (10, 11). Fue cortado. Los que confiaban en él le abandonaron (12). Ningún otro adquirirá su grandeza (14). El dí­a de su destrucción fue un dí­a oscuro para muchos (15, 16). Los que buscaron su protección tuvieron un fin similar (17). Tú y tu poder militar serán cortados de igual modo (18).†
Notas. 3 Consideraré al cedro (ver la nota de la RVARVA Reina-Valera Actualizada: †œHe aquí­ que Asiria era el cedro†). Una leve enmienda al texto cambiarí­a la referencia a Asiria a la de un ciprés, como en †œConsideraré a un ciprés, un cedro en el Lí­bano†. El cambio hace más directa la alegorí­a, aunque el sentido general permanece igual. 10 Fue el orgullo el que llevó a la caí­da del cedro y, por implicación, a Egipto. 12 Los más crueles de los pueblos: una frase usada antes (30:11) para los babilonios. 18 Yacerás en medio de los incircuncisos, junto con los muertos a espada. Siendo que los egipcios practicaban la circuncisión y daban gran énfasis a los ritos apropiados de sepultura, esta predicción habrí­a sido doblemente aborrecible para ellos.

32:1-16 Lamento por el faraón

Egipto es nuevamente advertido de su caí­da ante los babilonios.
1–16 El lamento por faraón es, en otras palabras: †œTú eres como un monstruo marino que serás prendido en la red y abandonado para pudrirse sobre la tierra (2–4). Muchos se alimentarán de tus restos (4–6). Cuando esto ocurra habrá oscuridad sobre la tierra (7, 8). Muchos pueblos quedarán atónitos ante el suceso (9, 10). El Señor dice: La maquinaria bélica babilónica te derribará (11, 12). Egipto será desolada (13–15).†
Nota. 2 Un monstruo: cf.cf. Confer (lat.), compare 29:3–5 donde se utiliza una metáfora similar.

32:17-32 El descenso de Egipto al dominio de la muerte

Este lamento amplí­a dos temas que ya habí­an sido mencionados en los oráculos: (1) Egipto yacerá en su muerte junto a otras naciones †œmuertas† en batalla, y (2) compartirá su destino con los incircuncisos (cf.cf. Confer (lat.), compare 31:18).
En su descripción de Egipto en su estado de muerte, Ezequiel utiliza figuras poéticas. Lo presenta como yaciendo en una tierra rodeada por las tumbas de guerra de otras naciones muertas. La figura no debe ser vista en términos teológicos como una descripción de la vida más allá. Fue una manera útil de presentar la degradación de la condición de Egipto.
17–32 Se dice a Ezequiel que lamente por Egipto descendiendo al dominio de la muerte. Se unirá a los incircuncisos. Otros ya están allí­: Asiria (22, 23); Elam (24, 25); Mesec y Tubal (26, 27); Edom (29); Prí­ncipes del norte (30); Sidonios (30); faraón y su multitud se les unirán (28, 32).
Todo esto suena sorprendentemente †œmoderno†; muchos regí­menes, grandes y pequeños, p. ej.p. ej. Por ejemplo, se fueron a pique durante el siglo pasado. No obstante, un estudio de la historia muestra que este es el flujo normal en que las naciones surgen y caen. La †œnormalidad† y existencia segura que esperanzados consideramos como tí­picas es sólo una esperanza no cumplida. Hay seguridad eterna en el Señor, pero fuera de él la seguridad es una ilusión.
Notas. 24 Elam: un paí­s al este de Babilonia. 26 Mesec y Tubal: paí­ses de Asia Menor (cf.cf. Confer (lat.), compare 27:13). 27 Espadas puestas debajo de sus cabezas: su sepultura careció de honores militares. Ellas tení­an sólo una simple tumba de guerra.

33:1-20 EL ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD

Este oráculo tiene inicialmente un tema similar a aquel en 3:16–21. Ezequiel ha de actuar como centinela para Israel. Junto con la tarea vienen a la vez responsabilidades y sanciones. (Puede notarse que no se menciona recompensa explí­citamente.) Ezequiel ha de transmitir a Israel la naturaleza de su tarea.
El oráculo continúa atacando dos conceptos respecto a la naturaleza del pecado de Israel. La primera (10, 11) era un tipo de fatalismo, donde la gente sostení­a que ellos estaban atrapados en su propia maldad, que Dios hasta estaba contento de verles en tal estado; y, si Dios lo querí­a de esa manera, no habí­a objeto aun en tratar de cambiar. Esta idea se rechaza. Dios no se complace en la muerte aun del impí­o. Era responsabilidad de ellos cambiar sus caminos.
La segunda idea era que el pueblo habí­a juntado un acopio de mérito (cf.cf. Confer (lat.), compare 18:31, 32). En consecuencia, una cantidad de obras buenas podí­a ser usada para compensar una cantidad de malas obras. Tal idea significaba que no habí­a esperanza para la persona cuya vida habí­a sido principalmente mala; esa persona no podrí­a compensar el mal que habí­a hecho con suficientes buenas obras. Además, significaba que aquellos que pensaban que habí­an acumulado méritos suficientes podí­an entregarse a cualesquiera pecados que les gustasen, siempre que no excedieran su cuota. Esta idea también se rechaza. Un arrepentimiento sincero puede vencer cualquier historia de malos hechos. El mal premeditado no puede borrarse con pasados actos de caridad.
1–6 Ezequiel debe proclamar a sus paisanos, en otras palabras: †œSuponed que un paí­s está amenazado de guerra, y que cierto individuo es llamado a la tarea de advertir anticipadamente de un ataque (2). Si esa persona da la alarma cuando el ataque se aproxima, entonces toda responsabilidad por las bajas recaerá sobre los ciudadanos mismos (3–5). Pero si no se da la alarma cuando el ataque está cerca, entonces aquella persona será tenida por responsable de la muerte de cualquiera de los ciudadanos (6).†
7–9 A Ezequiel se le ha dado esa tarea a favor de los israelitas. Ha de transmitirles las advertencias enviadas por Dios (7). Si no da esas advertencias a alguno, será tenido por responsable del destino de esa persona. Pero si lo hace, se habrá salvado a sí­ mismo (8, 9).
10–20 Ezequiel, además, ha de proclamar a Israel: †œVosotros decí­s que estáis cargados hasta la muerte por vuestros pecados. Yo no me complazco en la muerte del impí­o (10, 11). Si un justo se vuelve de sus caminos pasados y comienza a hacer el mal, ninguna de las cosas justas que haya hecho le servirá; él morirá por sus pecados (12, 13). Si un hombre impí­o se vuelve de sus caminos y comienza a hacer lo que es justo y recto, sus malos hechos anteriores serán olvidados; él vivirá (14–16). Aunque tú, Israel, dices que mi camino es injusto, es tu camino el que es injusto. Cada uno de vosotros será juzgado conforme a sus caminos (17–20).†
Nota. 2 Centinela: ver nota sobre 3:16–21.

33:21, 22 EZEQUIEL RECUPERA SU HABLA

Este incidente es singular en el libro de Ezequiel en que su experiencia profética (†œla mano de Jehovah vino sobre mí­†) no resultó en una visión u oráculo. En vez de ello, a Ezequiel se le devolvió la facultad del habla que habí­a perdido al comienzo de su ministerio (3:26, 27).
La oportunidad de este evento fue significativa. Al dí­a siguiente llegó la noticia de que Jerusalén habí­a caí­do. Las advertencias de Ezequiel se habí­an cumplido.
Nota. 21 El año 12: Jerusalén cayó en 587 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo Algunos mss.mss. Manuscritos y versiones dicen año †œ11†. Si es así­, y se refiere al reinado de Sedequí­as, luego el intervalo de tiempo entre la caí­da de la ciudad y la visita del fugitivo a Ezequiel fue de unos seis meses. Cf. Esd. 7:9, donde un viaje directo de Babilonia a Jerusalén llevaba cuatro meses completos.

33:23-33 LAS POSESIONES ILEGALES DE ISRAEL

El sitio habí­a terminado. Jerusalén habí­a caí­do y la tierra habí­a quedado desolada. Muchos habí­an muerto y otros deportados o forzados a huir. Sin embargo, habí­a algunos sobrevivientes.
La calamidad no siempre hace brotar lo mejor en la gente. Después del primer sitio de 597, un grupo de sobrevivientes en la ciudad se deleitaban al planear elevarse a la cúspide (11:2–12). Después del segundo sitio la tierra habí­a sido despoblada. Los que habí­an quedado, lejos de volverse a Dios, mantení­an su idolatrí­a. Además, se dedicaban a apropiarse las posesiones y tierra de sus vecinos, aun abusando de las viudas que quedaban (24–26). El oráculo de Ezequiel les advierte que por lo que se estaba haciendo sobrevendrí­a más desolación en la tierra.
Al fin de su oráculo se advierte a Ezequiel de un problema que muchos predicadores experimentan. A la gente le gustaba oí­rle, pero no poní­a en práctica lo que él decí­a. El que un predicador valga como animador no quiere decir que se le haga caso.
La privación, como la calamidad, tampoco hace surgir lo mejor en la gente. Las circunstancias, desesperantes algunas veces, evocan acciones desesperadas y en tales casos debemos tener comprensión. Sin embargo, hay ocasiones, como en este oráculo, cuando el caos y la ruina se tratan simplemente como momentos de oportunidad por personas codiciosas y crueles.
23–29 La palabra de Jehovah a Ezequiel es, en otras palabras: †œLas personas viviendo en las ruinas en la tierra de Israel piensan que ahora ellas son sus propietarias (24, 25). Proclámales: †™Vosotros lleváis a cabo prácticas paganas y violentas; ¿tomaréis posesión de la tierra? (25, 26). A causa de lo que hacéis, la tierra será desolada. Entonces sabréis que yo soy Jehovah†™ (27–29).†
30-33 Nuevamente a Ezequiel: †œTú eres un tema de conversación entre tus compatriotas. Ellos se reúnen para escucharte, pero sólo de labios para afuera aceptan lo que dices. Eres como un animador para ellos. Sin embargo, cuando tus proclamas se cumplan ellos sabrán que ha habido un profeta entre ellos.†
Notas. 24 Abraham era sólo uno: Su razonamiento era que si Abraham, un individuo solo, pudo tomar posesión de la tierra, entonces no serí­a problema para ellos hacerlo, que eran mucho más numerosos. 33 La señal de un profeta verdadero era que lo que él pronosticó ciertamente se cumplió.

34:1-48:35 PROFECIAS DE RESTAURACION

Las profecí­as de los caps. 34–48 tienen un tema completamente distinto al de las más tempranas. En tanto que los oráculos de los caps. 1–33 eran principalmente advertencias del desastre que vendrí­a sobre el pueblo de Israel o sus vecinos, el énfasis en 34es sobre restauración y esperanza. Jerusalén y el templo habí­an sido destruidos. El pueblo habí­a sido llevado al exilio. Pero aún hay esperanza.
Los lectores modernos hallan estos caps. difí­ciles de interpretar, en parte debido a las figuras poco comunes, y en parte por una tendencia a buscar un evento moderno especí­fico que se relacione con lo que las profecí­as describen. Es importante recordar que estos oráculos son esencialmente de carácter similar a aquellos que aparecen en la primera parte del libro. Muchos de los rasgos de los últimos caps. tienen contrapartes en unos anteriores, p. ej.p. ej. Por ejemplo, la promesa de un nuevo pacto (16:60), el regreso a la tierra (28:25), el uso simbólico de números (4:5, 6; 14:21; 29:13) y la identificación de una nación por su gobernante (29:1–6; 31:2–18). Hay referencias que deliberadamente parecen vagas o simbólicas, p. ej.p. ej. Por ejemplo, David y Gog, o que señalan a un tiempo final, p. ej.p. ej. Por ejemplo, †œDavid será su gobernante para siempre† (37:25). Tales referencias han llevado a comentaristas a clasificar a Eze. como †œprotoapocalí­ptico†.
Para nosotros las figuras pueden ser distantes y difí­ciles de representar. Sin embargo, para los exiliados han de haber tenido dolorosas asociaciones. La descripción detallada del templo (40–48) nos es difí­cil de seguir, pero habrá traí­do abundantes recuerdos para aquellos que habí­an conocido el templo y adorado allí­. Las figuras del valle de los huesos secos (37), de ovejas dispersas (34), de edificios arruinados y desolaciones (35, 36), de una tierra sembrada de armas destruidas (39), y de animales salvajes devorando el cuerpo de soldados muertos (39) son todas imágenes de guerra. Son cuadros de una tierra tan asolada que los muertos yací­an sin sepultar, sus cadáveres pudriéndose y sus armas herrumbrándose. Estas figuras habrán sido dolorosamente reales para aquellos que habí­an sido testigos de la destrucción militar de Israel.
Estas profecí­as fueron, en primer lugar, para el pueblo del tiempo de Ezequiel. Su contenido fue expresado en términos que la gente de entonces conocí­a y entendí­a. La determinación de las profecí­as no ha de verse como hechos aislados, sino como un proceso. Su propósito era el de traer esperanza cuando toda esperanza se habí­a agotado, y traer consejo cuando la razón misma para vivir no era evidente. Su cumplimiento comenzaba el dí­a en que se entregaban. El pueblo de Dios nunca serí­a abandonado, no importa qué calamidad pudiera confrontarle.
Esto no significa llegar a la conclusión de que tales profecí­as no tienen significado para nosotros hoy. Como hemos visto, la caí­da de las naciones y las devastaciones de la guerra son noticias tan familiares en nuestras pantallas de TV como lo fueron para las profecí­as de Ezequiel. No obstante, sobre todas las cosas, el mismo Dios nos extiende la misma esperanza de futura restauración.

34:1-31 Los pastores de Israel denunciados

La figura del pueblo de Dios como un rebaño de ovejas aparece varias veces a través de la Biblia. En este oráculo los pastores de la época, es decir los gobernantes de Israel, son reprendidos por su egoí­smo y falta de cuidado por sus súbditos. Además, algunas ovejas habí­an engordado a expensas de otras, es decir, algunas personas habí­an adquirido riqueza y poder oprimiendo a otras que eran más pobres y más débiles. Ezequiel advierte que la justicia será restablecida.
La advertencia se torna en una promesa para el futuro (21–24). El Señor no sólo salvará a sus ovejas, sino que también levantará a su siervo David para que las apaciente, y hará un pacto de paz con ellas. Como en otros oráculos, el nombre es simbólico. La referencia a David no significa que el antiguo rey David será lit.lit. Literalmente resucitado y establecido como gobernante. Su valor primordial es que el futuro gobernante tendrá los atributos ejemplares de David, alguien en quien el Señor se deleitaba y que triunfaba sobre los enemigos de Israel. También hay referencia a David en 37:24–26, donde su gobierno se describe como durando para siempre. El mismo pasaje también hace referencia al pacto eterno de paz que el Señor hará con su pueblo, un tema casi idéntico a aquel de 34:25–30.
Ambos pasajes están claramente mirando hacia adelante, no sólo al futuro inmediato de Israel sino también a su futuro lejano. Dios hará la paz con el pueblo, y levantará a un pastor para que las gobierne.
El oráculo trae una promesa de esperanza. Aun si el pueblo de Dios fuese esparcido y oprimido, un dí­a recibirí­a justicia. Los lectores del NTNT Nuevo Testamento verán ese dí­a como el tiempo del regreso de Jesucristo, una promesa sellada por su primera venida, muerte y resurrección.
1–31 Ezequiel ha de proclamar a los pastores de Israel, en otras palabras: †œÂ¡Ay de vosotros, pastores de Israel! Vosotros no habéis cuidado de mis ovejas. Han sido esparcidas por toda la faz de la tierra. Vosotros sólo os cuidasteis a vosotros mismos (2, 5–8). Yo estoy en contra de los pastores. Serán tenidos por responsables del rebaño, pero serán quitados de sus puestos. Ya no se alimentarán más de mis ovejas (10). Rescataré a mi rebaño disperso. Lo juntaré de las naciones y lo traeré a buenos pastos en la tierra de Israel. Yo mismo lo apacentaré y seré un pastor justo (11–15). Juzgaré entre una oveja y otra. Algunas han engordado a expensas de otras. El rebaño no será saqueado más (17–22). Pondré a mi siervo David como pastor de las ovejas. Seré el Dios de ellas y David será su prí­ncipe (23, 24). Haré un pacto de paz con ellas. Ellas habitarán seguras en una tierra fértil. Serán rescatadas de esclavitud. Entonces sabrán que yo su Dios estoy con ellas, y que ellas son mi pueblo (25–31).†
Notas. 13 Las reuniré †¦ las traeré: la promesa de restauración toma énfasis especial en los caps. 34–48. No obstante, también ocurre en oráculos anteriores: 11:17; 16:60; 20:34, 42; 28:25. 25 Pacto de paz: el nuevo pacto prometido (cf.cf. Confer (lat.), compare Jer. 31:31–34).

35:1-36:15 Profecí­as y montes: advertencias a Edom y aliento para Israel

Es importante notar que los caps. 35 y 36:1–15 forman un solo oráculo. La figura que corre a través de él es la de montes. El monte de Edom, monte Seí­r, será desolado (35:7, 14), en tanto que los montes de Israel se tornarán fructí­feros (36:8, 9) y repoblados (36:10–12).
Edom era vecino de Israel y antiguo rival. Las dos naciones eran étnicamente cercanas, no obstante, mantení­an viejas enemistades. La tierra de Edom estaba situada sobre la frontera oriental de Israel, extendiéndose al sur del mar Muerto. El monte asociado con Edom —monte Seí­r— dominarí­a con su visión el flanco oriental de Israel. Cuando cayera, los edomitas podrí­an ver la miseria de Israel.
Edom es condenado basándose en varias acusaciones. Primera, aparentemente habí­a traicionado a Israel en su hora de necesidad (35:5). Segunda, los edomitas se habí­an regocijado ante la destrucción de Israel (35:12, 15; 36:5). Tercera, habí­an aprovechado la oportunidad para saquear parte de la tierra de Israel durante este tiempo de disturbio (35:12; 36:2, 5). Enemistades de larga data entre vecinos son a menudo difí­ciles de borrar. Es fácil gozarse y aun aprovechar los infortunios de un vecino malquerido. No obstante, nuestros tratos deben ser justos, aun cuando los hallemos difí­ciles.
Edom puede ser tomado como un sí­mbolo de la incesante hostilidad entre el pueblo de Dios y el †œmundo†. Por cuanto David fue el rey que conquistó y subyugó a Edom (ver comentario sobre 34:21–24 y 2 Sam. 8:12–14), y David es simbólico del triunfo de Israel, así­ la caí­da de Edom simboliza el comienzo de un nuevo orden. El regreso de †œDavid† nos recordará de la venida del Mesí­as y el establecimiento del nuevo orden, el reino de los cielos, que Jesucristo vino a proclamar.
35:1–15 Ezequiel debe profetizar contra Edom, en otras palabras: †œYo estoy contra ti, Edom. Cuando te convierta en desolación, sabrás que yo soy Jehovah (3, 4). Tu prolongada hostilidad te llevó a traicionar a Israel en su hora final (5). Por tanto, el derramamiento de sangre te perseguirá, y quedarás desolada. Entonces sabrás que yo soy Jehovah (6–9). Pensaste que tomarí­as posesión del territorio de Israel y Judá cuando fueron desolados. También te insolentaste contra mí­. Porque te gozaste cuando Israel se convirtió en un desierto, te convertirás en un desierto (10–15). Entonces sabrás que yo soy Jehovah (4, 9, 15).†
36:1–15 Pero a los montes de Israel Ezequiel ha de profetizar: †œEl enemigo pensó que tomarí­a posesión de ti y te saquearí­a (36:1–4). Has sufrido la afrenta de las naciones pero las naciones que te rodean sufrirán afrenta también (36:5–7). Sin embargo, tú llegarás a ser fértil y próspera, con muchos poblados. Entonces conocerás que yo soy Jehovah. Mi pueblo vendrá a poseerte como heredad (36:8–12). Los montes de Israel nunca más privarán a los hijos de su pueblo (36:12–15).†
Notas. 35:10 Dos naciones: es decir, Israel y Judá. 36:2 Las alturas eternas: mucho de Israel y Judá quedaba en la región montañosa entre el mar Muerto y el Mediterráneo. 36:13 Tú devoras hombres y privas de hijos a tu nación: aquí­ se presenta a los montes como contribuyendo a la destrucción del pueblo. La expresión puede ser puramente poética; sin duda muchos perecieron en escaramuzas bélicas en las zonas montañosas.

36:16-38 La restauración de Israel

Este oráculo forma el corazón del libro de Eze. Su mensaje es un resumen del libro. Israel habí­a ofendido a Dios con derramamiento de sangre e idolatrí­a (18). Su castigo significaba dispersión entre las naciones, es decir, exilio (19). No obstante, el Señor no les dejarí­a allí­. Regresarí­an a su tierra (24). El los purificarí­a y transformarí­a, y ellos le seguirí­an (25–28). La tierra y su pueblo florecerí­an nuevamente (29–38). Las naciones vecinas sabrí­an que Jehovah habí­a obrado (36).
El porqué el Señor traerí­a a su pueblo de regreso de su exilio está expresado claramente. No tení­a nada que ver con una bondad innata o mérito en el pueblo mismo. Tení­a que ver más bien con el deseo de Dios de que su nombre no fuera profanado. El hecho mismo de que Israel estuviera en el exilio llevaba a otros a pensar que el Dios de Israel o era incapaz o no querí­a cuidar de su propio pueblo. Esta situación era denigrante para el carácter de Dios, y por esta razón Dios restaurarí­a a su pueblo (20–23).
Este oráculo trae esperanza a todos nosotros. Dios actúa para salvar, no sobre la base de nuestra dignidad, sino por las riquezas de su misericordia.
16–38 Dios dice a Ezequiel, en otras palabras: †œCuando Israel habitaba en su propia tierra, ellos la contaminaron con su iniquidad. De modo que los dispersé por otras naciones. Sin embargo, su dispersión profanó mi nombre, que es de interés para mí­ (16–21). Por lo tanto, la palabra de Dios para Israel es: Por causa de mi nombre mostraré mi santidad a las naciones por medio de vosotros. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (22, 23). Os traeré de vuelta a vuestra propia tierra y os purificaré. Vuestro corazón de piedra será reemplazado por un corazón de carne. Pondré mi espí­ritu en vosotros y haré que guardéis mis leyes. La tierra será fructí­fera, y llegarás a detestar y avergonzarte de tu conducta pasada. No es por causa de vosotros que yo hago esto (24–32). Cuando os purifique de todos vuestros pecados, las ciudades serán reedificadas y la tierra cultivada nuevamente. Las naciones que quedaron alrededor sabrán entonces que la he restaurado toda (33–36). El pueblo de Israel será tan numeroso como ovejas. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (37, 38).†
Notas. 25 Esparciré †¦ agua pura: una acción ceremonial de limpieza. 26 Corazón de carne: el uso del término carne aquí­ no debe ser confundido con su uso en otras partes de la Biblia, donde a menudo denota flaqueza o corrupción. En este pasaje corazón de carne es contrastado con corazón de piedra, implicando que la naturaleza frí­a como la piedra y dura de corazón del pueblo serí­a reemplazada por una espiritualidad cálida y viva.

37:1-14 El valle de los huesos secos

Después de la caí­da de Jerusalén el pueblo habrí­a estado disperso y desalentado. El oráculo tení­a un mensaje sencillo: que la nación muerta de Israel serí­a reavivada un dí­a, y regresarí­a a su propia tierra. Los huesos secos se transformaron en soldados vivientes. Una transformación igualmente poderosa serí­a aplicada a Israel un dí­a.
El vigor de esta visión ha traí­do esperanza a muchos en el curso de los siglos. El poder de Dios puede cambiar aun las vidas y situaciones más desesperanzadas.
1–11 Ezequiel tiene una visión en la cual es transportado al centro de un valle lleno de huesos secos. El Señor le dice que profetice a los huesos y les diga que serán cubiertos con carne y vivirán. El lo hace, y mientras está profetizando los huesos haciendo ruido se juntan. Carne, nervios y piel los cubren, pero todaví­a están muertos (1–8). Se le dice que ordene al viento que sople sobre los cuerpos. Cuando lo hace, aliento entra en ellos y viven: un ejército inmenso (9, 10). El Señor le explica, en otras palabras: †œEstos huesos representan a Israel, que dice que su esperanza se ha secado† (11).
12–14 Ezequiel ha de profetizar a todo el pueblo de Israel: †œOs llevaré de vuestros sepulcros a la tierra de Israel. Entonces sabréis que yo soy Jehovah (12, 13), pondré mi espí­ritu en vosotros y os colocaré en vuestra tierra. Entonces sabréis que yo, Jehovah, lo dije y lo hice (14).†
Notas. 1 La mano de Jehovah: esta expresión indica que Ezequiel estaba por experimentar una visión intensa en vez del acostumbrado mensaje más †œverbal†. 5, 14 Espí­ritu: esta palabra puede significar en heb. †œespí­ritu† o †œEspí­ritu†.

37:15-28 La reunión de Israel

El pueblo de Israel se habí­a separado en dos reinos, Israel y Judá, desde el fin del reinado de Salomón casi tres siglos antes. No sólo ellos serí­an restaurados, como se prometió en el oráculo anterior, sino que además llegarí­an nuevamente a ser una nación.
Tendrí­an un gobernante, que se describe aquí­ como mi siervo David. (Ver comentario sobre 34:1–31 donde el término se utiliza también.) Al llamar al nuevo gobernante David, la profecí­a implica que tendrí­a todos los dignos atributos del rey David y todos sus privilegios de linaje, derecho al trono y posición ante Dios a la luz de sus promesas. El futuro de Israel se presenta como una versión idealista de su pasado. Aun las más profundas heridas de la historia pueden ser sanadas mediante el poder de Dios.
15–23 Se le instruye a Ezequiel: †œToma dos varas. Escribe sobre una: Para Judá y sus compañeros. Escribe sobre la otra: Para José (vara de Efraí­n) y para toda la casa de Israel, sus compañeros. Junta ambas varas en tu mano para que sean una (16, 17). Cuando alguien te pregunte, explica el significado de este acto, que es: Yo, Jehovah, juntaré las varas de Israel y de Judá para que sean una (18, 19). Muéstrales las varas (20) y proclama: Tomaré a Israel de entre las naciones de regreso a su propia tierra. Ellos tendrán un rey y nunca más estarán divididos en dos reinos. No se contaminarán más; yo los purificaré. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios (21–23).†
24–28 †œMi siervo David será rey sobre ellos para siempre. Guardarán mis estatutos. Ellos y sus descendientes habitarán en su tierra ancestral para siempre (24, 25). Haré un pacto eterno con ellos. Su número se multiplicará (26). Mi santuario será colocado entre ellos para siempre. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Las naciones sabrán entonces que yo, Jehovah, santifico a Israel, porque mi santuario estará para siempre con ellos (27, 28).†
Notas. 16 Vara de Efraí­n: el nombre Efraí­n era menos ambiguo que †œIsrael†. Efraí­n era claramente del reino del norte, en tanto que Israel podí­a haberse aplicado al pueblo de ambos reinos. 26 Mi santuario: la promesa concerniente al santuario es ampliada en los caps. 40–48.

38:1-39:29 Profecí­a contra los que se oponen a Israel

No sabemos con certeza acerca de un gobernante histórico llamado Gog. Las tierras que él gobernó, Magog, Mesec y Tubal, han de ubicarse probablemente en la región de Asia Menor y el mar Negro (ver nota al v. 1). Estas tierras estarí­an entonces en las regiones más lejanas del mundo del Medio Oriente. Bien puede ser que Gog y sus naciones son simbólicos de la gente del mundo que presenta acusaciones contra el pueblo de Dios. (El libro de Apoc. se refiere a Gog y a Magog en este sentido, 20:8.) Visto así­, el oráculo llega a ser una advertencia que, aun después del regreso del exilio, el pueblo de Israel experimentarí­a al mismo tiempo fuerzas inmensas en su contra. No obstante, estas fuerzas serí­an derrotadas, y su destrucción serí­a grande.
La intensidad de las figuras en el oráculo, p. ej.p. ej. Por ejemplo, los grandes ejércitos y las cantidades enormes de caí­dos, han llevado a algunos intérpretes a ver este oráculo como pronosticando una batalla final especí­fica. Sin embargo, si comparamos este oráculo con, p. ej.p. ej. Por ejemplo, aquellos contra Egipto en 32:1–16 y Tiro en 28:11–19, hallamos una extravagancia similar de simbolismo.
La implicación del oráculo es que en dí­as futuros el pueblo de Dios experimentará las máximas fuerzas del mal alineadas contra ellos. La superioridad de éstas parecerí­a insuperable, pero el poder de Dios protegerí­a a su pueblo. El enemigo serí­a derrotado. Esta victoria para nosotros está aún en el futuro, pero el golpe crucial ha sido dado en la cruz del Calvario.
38:1–23 El Señor le dice a Ezequiel que profetice a Gog, en otras palabras: †œYo estoy contra ti, oh Gog. Tú y tus aliados sufrirán una derrota (38:2–5). Alí­state, porque en años venideros tú y tus hordas invadirán la tierra de Israel (38:7–9). Para ese tiempo urdirás saquear y despojar una tierra rica, pací­fica (10–13). Tú y tus numerosos aliados avanzarán desde el lejano norte. Yo te traeré para que las naciones me conozcan (14–16). Yo hablé de ti en el pasado por medio de mis siervos los profetas (17). Cuando ataques a Israel, habrá un terremoto aterrador acompañado de violentas tormentas. Al afligirte con éstos me haré conocer a muchas naciones. Entonces sabrán que yo soy Jehovah (18–23).†
39:1–16 †œSobre los montes de Israel haré que caigan tus armas de tus manos. Allí­ caerás y serás comida para las aves y animales de rapiña (39:1–5). Haré conocer a Israel mi santo nombre. Las naciones sabrán que yo soy Jehovah, el santo de Israel. Esto seguramente sucederá (6–8). Durante siete años usarán como combustible para sus fuegos las armas caí­das (8–10). El lugar para sepultura de Gog será llamado el valle de Hamón-Gog. Tomará al pueblo de Israel siete meses para sepultarlos a todos y limpiar la tierra (11–16).†
39:17–29 Ezequiel debe también proclamar y llamar a todas las aves y animales: †œPreparaos para el gran sacrificio. Comeréis carne y beberéis la sangre de estos ejércitos hasta hartaros (17–20). Las naciones verán lo que he hecho. Israel sabrá que yo soy Jehovah su Dios, y las naciones sabrán que ellos (Israel) fueron al exilio por causa de sus pecados (21–24). Restauraré a Israel de la cautividad y así­ me mostraré santo. Entonces sabrán que yo soy Jehovah su Dios. Derramaré mi Espí­ritu sobre ellos (25–29).†
Notas. 38:2 Mesec y Tubal probablemente estaban situadas en Asia Menor (cf.cf. Confer (lat.), compare v. 6). El nombre Magog aparece como uno de los hijos de Jafet en Gén. 10:2; 1 Crón. 1:5, y es así­ el nombre de un pueblo. La palabra Magog puede significar simplemente †œtierra de Gog†. 38:5 Etiopí­a: o Egipto del norte. 38:6 Gomer: un paí­s en Asia Menor. Bet-togarma: Armenia. Puede notarse que los hijos de Jafet en Gén. 10:2 incluí­an a Gomer, Magog, Tubal y Mesec. 38:12 El centro de la tierra: Jerusalén (cf.cf. Confer (lat.), compare 5:5). 38:17 ¿Eres tú aquel de quien hablé †¦ ?: Esta pregunta puede tomarse como otra indicación de que Gog es simbólico. La implicación aquí­ es que Israel ya habí­a sido advertido de tal acontecimiento. 39:9 Siete años: el número siete (también en 39:12, †œsiete meses†) simboliza lo completo del evento. 39:12 Enterrando †¦ para purificar la tierra: cualquiera que tocase un cadáver quedaba ceremonialmente inmundo (Núm. 19:11). 39:18 Basán: región al este de Galilea, renombrada por la calidad de su ganado y robles. 39:25–29 Esta sección no denota otra reunión de Israel todaví­a. Se puede ver como un resumen de las intenciones de Dios para su pueblo.

40:1-48:35 Visiones del templo nuevo y la tierra nueva

Este último oráculo es el más extenso de todo el libro. Pertenece a ese grupo de oráculos que Ezequiel introduce con la expresión vino sobre mí­ la mano de Jehovah (40:1). Es una de esas visiones que Ezequiel experimenta fí­sicamente; dentro de la visión él se siente transportado a otro lugar.
La fecha de la visión fue alrededor de abril, 573 a. de J.C.a. de J.C. Antes de Jesucristo (40:1). Tanto Jerusalén como el templo habí­an sido devastados más de 12 años antes. El pueblo de Israel estaba disperso en el exterior o viviendo en la pobreza en su propia tierra arruinada. La lí­nea real habí­a desaparecido. Habí­a escasa indicación de que su antiguo modo de vida volverí­a.
Es en esta ocasión que Ezequiel experimenta su visión. Es una mezcla de lo ideal y lo real. Es llevado a y conducido alrededor de un nuevo templo. Ve la gloria de Jehovah entrar al templo y oye al Señor declarar que estará allí­ para siempre. Ve el altar y se le instruye acerca de las reglas respecto al gobernante, los sacerdotes, las ofrendas especiales y los dí­as festivos. Ve un rí­o milagroso brotar desde debajo del templo, siempre ensanchándose, refrescando la tierra y hasta reavivando el mar Muerto. Se especifican luego los lí­mites y divisiones de la tierra. El oráculo concluye con la nota triunfal de que el nuevo nombre de la ciudad será †œJEHOVAH ESTA ALLI† (48:35).
Es importante recordar que este capí­tulo representa una visión. Este oráculo no era meramente una revelación de una nueva enseñanza, ni era una predicación de hechos venideros (aunque algunos creen que este templo será edificado un dí­a). Era también un recordatorio de lo que la religión de Israel habí­a sido y debiera ser.
La visión así­ matiza lo descriptivo con lo prescriptivo, lo simbólico con lo apocalí­ptico. Entre los detalles acerca de las dimensiones del templo y las reglas concernientes a los sacerdotes está el relato de la gloria de Jehovah regresando al templo. Las estipulaciones respecto a las ofrendas y las reglas ordenando la distribución de la tierra están separadas por un pasaje describiendo un rí­o asombroso que fluye del umbral del templo y reaviva aun al mar Muerto.
La mezcla de simbolismo y detalle práctico ha de haber llevado a los israelitas a reflexionar sobre su pasado y a renovar su determinación de cambiar el presente. Sólo abandonando a los dioses de sus conquistadores y regresando a la fe de sus padres podrí­a Israel esperar hacer suya la promesa de la nueva Jerusalén.
Descripción del área del nuevo templo. 40:1–4 Ezequiel tiene una visión en la cual es transportado a un monte alto. Un hombre llevando instrumentos para medir instruyó a Ezequiel para que transmitiera a Israel todo lo que está por ver.
40:5-16 El hombre midió el muro que rodeaba el área del templo. Fue entonces a su entrada oriental (es decir, al frente) y midió todos sus detalles. 40:17-27 Llevó a Ezequiel a través de la entrada al atrio exterior. Habí­a otras dos entradas al atrio, una en el lado norte y otra en el lado sur. Tení­an las mismas dimensiones que la entrada oriental.
40:28-37 Dentro del atrio exterior estaba un atrio interior, que también tení­a entradas en los lados sur, este y norte. Tení­an el mismo tamaño que las exteriores. 40:38-43 Cerca de estas entradas interiores habí­a cámaras donde se lavaban los sacrificios. Habí­a también mesas y utensilios para la matanza de los animales sacrificados. 40:44-47 Otras dos cámaras estaban asignadas a los sacerdotes a cargo del templo y el altar.
40:48—41:4 Dentro del atrio interior estaban el edificio del templo y el altar (el altar estaba frente al templo). El hombre llevó a Ezequiel al vestí­bulo del templo y midió sus dimensiones. El entonces condujo a Ezequiel al santuario exterior y midió su entrada. Fue más allá, entrando al santuario interior y midiéndolo también. Este santuario era el lugar santí­simo. 41:5–26 El luego midió la pared del templo y sus partes contiguas. El templo mismo estaba sobre una base elevada y tení­a piso de madera. Sobre las paredes y puertas habí­a decoraciones de querubines y palmeras. En el santuario exterior estaba un altar de madera. 42:1–20 A ambos lados del templo, frente al atrio del mismo, estaban las cámaras de los sacerdotes. Los sacerdotes debí­an consumir allí­ las ofrendas más santas. Las cámaras eran santas.
43:1-11 El hombre llevó a Ezequiel a la puerta oriental. Vio la gloria de Dios viniendo desde el oriente y llenando el templo. Se le dijo, en otras palabras: †œEste es el lugar de mi trono. Habitaré aquí­ en Israel para siempre. No profanarán otra vez mi santo nombre. Que se vuelvan de sus pecados y yo viviré con ellos para siempre. Describe el templo a Israel. Si sienten vergüenza por sus pecados, diles los detalles de su diseño y los estatutos que lo acompañan. Registra todo esto de modo que puedan ser fructí­feros al implementarlos.†
Disposiciones para la adoración en el templo: los papeles de sacerdotes y gobernante. 43:13–27 Se dan las medidas del altar, y luego se describe la manera de su dedicación.
44:1-4 La puerta oriental ha de permanecer cerrada. Ezequiel es llevado al frente del templo. Allí­ ve la gloria de Jehovah llenando el templo. 44:5-9 Ningún extranjero ha de entrar al santuario, a diferencia de previos actos de profanación. 44:10-16 Los levitas que previamente habí­an seguido la idolatrí­a podrán aún servir en el santuario, pero los sadoquitas podrán acercarse al Señor para ofrecer sacrificios. 44:17-31 Se dan las reglas respecto a la apariencia y conducta de los sacerdotes.
45:1-9 Los sacerdotes han de habitar en aquella parte de la tierra que se aparta para el Señor. El gobernante tendrá tierra apartada también. Ya no oprimirá más a Israel, quitándole su propiedad.
45:10—46:15 Se usarán balanzas justas. Se especifican las porciones para sacrificios. Se establecen los procedimientos para los sacerdotes, gobernante y pueblo en dí­as santos y festivos.
46:16-18 El gobernante sólo puede legar su propiedad particular a sus propios descendientes. 46:19-24 Se describe la cocina y el área de los sacerdotes para cocinar.
La tierra más allá del templo. 47:1–12 Se le muestra entonces a Ezequiel un gran rí­o que fluye del templo hacia el mar Muerto. El agua en el mar Muerto se sanea por el rí­o, y rebosa de peces. Sobre las riberas del rí­o crecen árboles frutales, pero los pantanos permanecen salados.
47:13-23 Se da a Ezequiel una descripción de los lí­mites de la tierra que se divide entre las tribus de Israel. 48:1-29 Además, se separan zonas para los sadoquitas, los levitas, la ciudad y sus linderos. 48:30-34 La ciudad ha de tener doce puertas, tres de cada lado. Las puertas llevarán los nombres de las tribus de Israel. 48:35 La ciudad será llamada JEHOVAH ESTA ALLI.
Notas. 40:2 Visiones de Dios: una expresión usada también en otros oráculos visuales (1:1; 8:3). 40:3 Cordel de lino: se usaba para medir (cf.cf. Confer (lat.), compare 47:3). 40:6–43:17 Ezequiel es llevado en una visita guiada del nuevo templo, aunque permanece fuera del santuario interior. Sólo un sumo sacerdote podí­a entrar al santuario interior (Lev. 16; cf.cf. Confer (lat.), compare Heb. 9:7). 43:2 La gloria de Dios retorna al templo en esta visión. En una visión anterior (11:22, 23) la gloria de Dios habí­a abandonado el templo. La implicación aquí­ es que Dios estaba regresando a su pueblo. 43:10, 11 En estos dos versí­culos se explica el significado de los caps. 40–48. El pueblo de Israel ha de contemplar el plan del templo. Si se avergüenza de sus acciones pasadas, entonces deben ser animados a observar las leyes y reglas adjuntas. No se dice explí­citamente que debieran reedificar un templo conforme al plan dado aquí­. 43:19; 44:15 Sadoc: fue sacerdote en la época de David (2 Sam. 15:24–29). Los sacerdotes no sadoquitas serí­an castigados por su desobediencia pasada al ser privados de las funciones más elevadas del sacerdocio. 45:1–48:29 Se contempla una nueva distribución de la tierra. 47:10 En-guedi: una población en la costa occidental del mar Muerto. En-eglaim puede estar al norte de En-guedi. 48:35 JEHOVAH ESTA ALLI: las últimas palabras del libro representan a la vez el nombre de la nueva Jerusalén y una esperanza brillante para el pueblo de Dios. El Señor estará no sólo en el templo, no sólo en Jerusalén, sino por su Espí­ritu, en los corazones de todo adorador verdadero alrededor del mundo y por todo el tiempo y la eternidad.
L. John McGregor

Fuente: Introducción a los Libros de la Biblia

(heb. yeḥezqē’l, ‘Dios fortalece’). Este nombre se encuentra en su forma heb. aproximada en 1 Cr. 24.16 para el jefe de una de las órdenes sacerdotales.

Ezequiel, hijo de *Buzi, fue deportado a Babilonia, casi seguramente con Joaquín en el 597 a.C. (2 R. 24.14–17). Fue ubicado en la aldea de Tel-abib a orillas del río *Quebar. Cinco años después recibió su llamado como profeta (Ez. 1.2), posiblemente a la edad de 30 años (1.1), aunque esta interpretación es negada por muchos sin ofrecer otra más satisfactoria. Vivió por lo menos otros 22 años (29.17).

Tenemos poca información sobre su vida. Aunque poseía un conocimiento detallado del templo de Jerusalén y su culto, no hay pruebas de que haya servido en él. Incluso los que, como Cooke (ICC), p. ej., sugieren que buena parte de los cap(s). 1–24 se pronunció en Jerusalén, no hablan de que haya servido en el templo. Su pensamiento, más que el de cualquier otro profeta, está influido por el simbolismo sacerdotal. Sus profecías fueron mal recibidas (3.25), pero pronto lo encontramos ocupando una posición honrosa (8.1; 14.1; 20.1), debido posiblementc al rango de su familia; la mayoría apenas si tomaba en serio su mensaje (33.30–32; °vrv2 ofrece una idea equivocada en el vv. 30; cf. °vm). Su mujer murió repentinamente el día en que Nabucodonosor cercó Jerusalén (24.1–2, 15–18); no hay mención de hijos.

H. Klostermann, Theologische Studien und Kritiken, 1877, procuró mostrar mediante pasajes tales como 3.23–4.8 que sufría de una enfermedad nerviosa orgánica, que llamó catalepsia. Si bien fue popular por un tiempo, hoy esta opinión es poco aceptada. Existe considerable discusión sobre la forma en que hay que interpretar las acciones simbólicas de Ezequiel. Algunos, p. ej. A. B. Davidson, Ezekiel (CBSC), pp. xxx, y J. Skinner, HDB, 1, pp. 817a, han sostenido que tuvieron lugar puramente en la mente del profeta. Más usual es el concepto de que, aunque se cumplieron, en nuestra comprensión de las mismas debemos hacer lugar a un elemento metafórico que no se corresponde con una interpretación puramente literal. Véase tamb. el art. que sigue.

H.L.E.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Ezequiel, cuyo nombre, Yehézq’el significa “fuerte es Dios”, o “A quien Dios hace fuerte” (Ez 1,3; 3,8), fue el hijo de Buzi, y fue uno de los sacerdotes quienes, en el año 598 A.C., habían sido deportados de Jerusalén como prisioneros junto con Joaquín (II Re. 24,12-16; Cf. Ez 33,21; 40,1). Con los otros exiliados se estableció en Tell-Abib cerca del Quebar (Ez 1,1; 3,15) en Babilonia, y parece haber pasado el resto de su vida allí. En el quinto año después del cautiverio de Joaquín, y de acuerdo a algunos, el trigésimo año de su vida, Ezequiel recibió su llamado como profeta (Ez 1,2; 1,4, etc) en la visión que describe al inicio de su profecía (Ez 1,4; 3,15). De Ez 29,17 parece que profetizó durante por lo menos veintidós años.

Ezequiel fue llamado para profetizar la fidelidad de Dios en medio de tribulaciones, así como el cumplimiento de sus promesas. Durante el primer período de su ministerio, profetizó la completa destrucción del reino de Judá, y la aniquilación de la ciudad y el Templo. Después del cumplimiento de estas predicciones, se le ordenó anunciar el futuro retorno del exilio, el restablecimiento del pueblo en su propio país y, especialmente, el triunfo del Reino Mesiánico, el segundo David, de modo que el pueblo no se abandonara a la desesperación y pereciera como nación, por el contacto con los Gentiles, cuyos dioses aparentemente habían triunfado sobre el
Dios de Israel. Este es el tema principal de la profecía de Ezequiel, que está dividida en tres partes. Después de la introducción, la visión del llamado del profeta (Ez 1-3,21), la primera parte contiene las profecías contra Judá antes de la caída de Jerusalén (Ez 3,22-24,27). En esta parte el profeta declara inútil la esperanza de salvar la ciudad, el reino, y el templo, y anuncia que se acerca el juicio de Dios sobre Judá. Esta parte puede ser subdividida en cinco grupos de profecías.

• Después una segunda revelación, en la que Dios comunica al profeta Su forma de actuar (3,22- 27), el profeta pronostica por hechos simbólicos (Ez 4-5) y en palabras (Ez 6-7), el sitio y captura de Jerusalén, y el destierro de Judá.

• En una visión profética, en presencia de los ancianos de Israel, Dios le revela las causas de estos castigos. En espíritu atestigua la idolatría practicada en y cerca del templo (Ez 8); Dios ordena que el culpable sea castigado y el fiel dispensado (Ez 9); La majestad de Dios proviene del templo (Ez 10), y también, después del anuncio de culpabilidad y castigo, de la ciudad. Con esto termina el juicio que el profeta comunica a los exiliados (Ez 11).

• En un tercer grupo (Ez 12-19) se reúnen muchas diferentes profecías, cuya única conexión es la relación que asumen de la culpabilidad y castigo de Jerusalén y Judá. Ezequiel profetiza por hechos simbólicos el exilio del pueblo, la huída de Sedecías, y la devastación de la tierra (Ez 12,1-20). Entonces siguen revelaciones divinas respecto a la creencia en falsas profecías, y a la incredulidad en la presencia real de la profecía verdadera. Esta fue una de las causas de los horrores (Ez 13,21-14,11) impuestos sobre el resto de los habitantes de Jerusalén (Ez 14,12-23). El profeta asemeja Jerusalén al tronco muerto de la parra, que es destinado al fuego (Ez 15); en una elaborada denuncia representa a Judá como una prostituta desvergonzada, que sobrepasa a Samaria y Sodoma en maldad (Ez16), y en un nuevo símil, condena al Rey Sedecías (Ez 17). Después un discurso sobre la justicia de Dios (Ez 18), sigue una lamentación adicional sobre los príncipes y el pueblo de Judá (Ez 19).

• En presencia de los ancianos el profeta denuncia a todo el pueblo de Israel por las abominaciones que practicaron en Egipto, en el desierto, y en Canaán (Ez 20). Por estas Judá será consumido por el fuego, y Jerusalén será exterminada por la espada (Ez 21). Abominable es la inmoralidad de Jerusalén (Ez 22), pero Judá es más culpable de lo que Israel ha sido jamás (Ez 23).

• En el día en que inicia el sitio de Jerusalén, el profeta representa, bajo la figura de una olla oxidada, lo que iba a acontecer a los habitantes de la ciudad. En ocasión de la muerte de su esposa, Dios le prohíbe estar de luto abiertamente, para enseñar a los exiliados que deben estar dispuestos a perder lo que les es más querido sin afligirse por ello (Ez 24)

En la segunda parte (Ez 25-32), se reúnen profecías relacionadas con los Gentiles. Toma, primeramente, a los pueblos vecinos que habían estado exaltados por la caída de Judá, y que habían humillado a Israel. El destino de cuatro de ellos, los Amonitas, los Moabitas, los Edomitas, y los Filisteos, está condensado en el capítulo 24. Él trata más largamente de Tiro y de su rey (Ez 26 – 28,19), después de lo cual echa un vistazo en Sidón (Ez 28,20-26). Siguen seis profecías contra Egipto, de diferentes fechas (Ez 29 – 32) La tercera parte (Ez 33 – 48) se ocupa de las elocuciones divinas sobre la restauración de Israel. Como introducción, tenemos una disertación del profeta, en su capacidad de defensor autorizado de la misericordia y justicia de Dios, después de lo cual se dirige a los que permanecieron en Judá, y a los exiliados perversos (Ez 33) La manera en la que Dios restaurará a Su pueblo es indicada solo en forma general. El Señor causará la muerte de los malos pastores; Él reunirá, guiará, y alimentará las ovejas por medio del segundo David, el Mesías (Ez 34).

Aunque el monte Seír seguirá siendo un desierto, Israel volverá al suyo. Allí Dios purificará a su pueblo, animará la nación con un nuevo espíritu, y la reestablecerá en su antiguo esplendor para la gloria de su nombre (Ez 35 -37). Israel, aunque muerto, se levantará otra vez, y los huesos secos serán cubiertos con carne y dotados con vida antes de los ojos del profeta. Efraín y Judá, bajo del segundo David, serán unificados en un reino, y el Señor morará en medio de él (Ez 37). La invencibilidad y la indestructibilidad del reino restaurado son presentadas simbólicamente en la guerra sobre Gog, su derrota ignominiosa, y la aniquilación de sus ejércitos (Ez 38 – 39). En la anterior visión profética, Dios muestra el nuevo templo (Ez 40 – 43), el nuevo culto (Ez 43 – 46), el retorno a su propia tierra, y la nueva división de esta entre las doce tribus (Ez 47 – 48), como figura de Su fundación de un reino en donde Él morará entre su pueblo, y donde será servido en Su tabernáculo de acuerdo a reglas estrictas, por sacerdotes de Su elección, y por el príncipe de la casa de David.

De esta revisión de los contenidos de la profecía, es evidente que la visión profética, las acciones simbólicas y los ejemplos, constituyen una porción considerable del libro. Lo completo de la descripción de la visión, acción y símiles, es una de las muchas causas de la oscuridad del libro de Ezequiel. Es a menudo difícil distinguir entre lo que es esencial para el asunto representado, y lo que sirve simplemente para hacer la imagen más viva. En razón de esto sucede que, en las descripciones circunstanciales, se usan palabras, cuyo significado, como aparecen solo en Ezequiel, no está determinado. Debido a esta oscuridad, errores de copista han sido arrastrados en el texto, y eso desde fecha temprana, puesto que los Setenta tiene algunos de ellos en común con el texto hebreo más antiguo que tenemos. La versión griega, sin embargo, incluye varias lecturas que ayudan a fijar el significado. La autenticidad del libro de Ezequiel es generalmente concedida. Algunos pocos consideran los capítulos 60-68 como apócrifos, porque el plan allí descrito para la construcción del templo no fue seguido, pero pasan por alto el hecho que Ezequiel aquí da una representación simbólica del templo, que era encontrar la realización espiritual en el nuevo reino de Dios. El carácter Divino de las profecías era reconocido desde el tiempo de Jesús el hijo de Sira (Eclo 49,10-11). En el Nuevo Testamento, no hay citas textuales, sino alusiones a la profecía y son sobresalientes las figuras tomadas de esta. Comparar Jn 10, etc. con Ez 34,11 etc.; Mt 22,32 con Ez 17,23. En particular San Juan en el Apocalipsis, ha seguido a veces a Ezequiel. Comparar Ap 18-21 con Ez 27, 28 etc., Ez 47 etc.

Fuente: Schets, Joseph. “Ezekiel.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 5. New York: Robert Appleton Company, 1909.

http://www.newadvent.org/cathen/05737b.htm

Traducido por José Luis Fernández

Fuente: Enciclopedia Católica