FILIPOS

Act 16:12; Phi 1:1; 1Th 2:2.


Filipos (gr. Fí­lippoi, “ciudad de Filipo”). Ciudad en la Macedonia oriental. Está situada sobre una abrupta colina que domina el rí­o Gangites. Su nombre original, Crenides (“fuentes pequeñas”), derivaba de los numerosos manantiales que rodean la colina; hoy se llama Filibedjik. Fue fundada por atenienses en el s VII a.C., pero en el 358/357 a.C. fue capturada por Filipo II de Macedonia, quien la reedificó como su residencia y le puso su nombre. La ciudad adquirió importancia por las minas de oro y plata en las montañas vecinas del cordón Pangeus. Cuando el comandante romano Emilio Paulo derrotó a Perseo, el último rey macedonio (168 a.C.), Filipos y el resto del paí­s quedó en manos romanas. Entonces la ciudad llegó a ser parte del 1º de los 4 protectorados en que se dividió Macedonia (ésta se convirtió en provincia romana en el 146 a.C.). En el 42 a.C. se libró en la vecindad de Filipos la gran batalla entre Octaviano y Antonio (los vengadores del César) y Bruto y Casio (sus asesinos). Octaviano y Antonio salieron victoriosos y luego ensancharon la ciudad y la elevaron al estatus de colonia (Colonia Julia Philippensis). Más tarde se le otorgó el ius italicum, lo que significaba que sus habitantes recibí­an una forma de ciudadaní­a romana. Como muchos veteranos romanos se habí­an establecido allí­, en tiempos del NT más o menos la mitad de su población era de origen latino (cf Act 16:12, 21); la otra mitad la formaban macedonios y algunos inmigrantes, como los judí­os. Estos parecen haber formado sólo una pequeña minorí­a, porque no tení­an una sinagoga en la ciudad (v 13). Aunque Filipos no era la capital de la provincia ni del distrito -este honor le correspondí­a a Anfí­polis-, el hecho de ser un centro comercial y de estar en buena ubicación cerca de la Ví­a Ignacia, la carretera romana que cruzaba toda la Macedonia de oeste a este, la hací­a la ciudad más importante del este de Macedonia (v 12). Mapa XX, A-3. 221. Ruinas de una basí­lica en Filipos. Pablo fue a Filipos, en su 2º viaje misionero (c 50 d.C.), en respuesta a la visión recibida en Troas (Act 16: 9-12). Fundó una iglesia que llegó a serle muy querida. Fue la única de la cual más tarde aceptó ayuda financiera (Phi 1:3-8; 2:25; 4:10-16). Se vio obligado a dejar la ciudad por causa de las persecuciones (Act 16:38-40), pero sin duda visitó la iglesia otra vez durante su viaje de Efeso a Corinto (c 57 d.C.; 20:1, 2). En la primavera siguiente (hemisferio norte), en camino a Jerusalén, pasó la Pascua en Filipos (Act 20:6). Mientras estuvo en Roma, durante su 1er encarcelamiento, escribió una carta a la iglesia del lugar. Véase Filipenses, Epí­stola a los. 222. Ruinas de una antigua prisión en Filipos. Bib.: P. E. Davis, BA 26 (1963): 95-101.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ciudad de Macedonia que se convirtió en centro de la batalla en la que, en el año 42 a. de J.C., Antonio derrotó a Bruto y Casio. Era la ciudad principal de la provincia (Act 16:12) y, de acuerdo con la información que hasta el momento se dispone, fue la primera ciudad europea que escuchara a un misionero cristiano. El hecho de que Pablo la eligiera nos da una indicación sobre su estrategia para evangelizar.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Filipos estaba ubicada sobre la ví­a Egnatia en el oriente de Macedonia, a 16 kms. en el continente desde el Egeo. En el 356 a. de J.C. Felipe II de Macedonia engrandeció la antigua colonia llamada Krenides y la nombró en su honor —Filipos, la ciudad de Felipe. La muralla que Felipe construyó alrededor de la ciudad y sobre la *acrópolis puede aún notarse. Las ruinas del *teatro griego construido por Felipe están aún en la falda de la montaña. En el 335 a. de J.C. , Alejandro pasó a través de Filipos en su viaje de Amfí­polis a Tracia. La ciudad surgió a la historia nuevamente en el 42 a. de J.C. , cuando Antonio y Octavio derrotaron a Brutus y Casio al occidente de la ciudad. Después de la batalla de Filipos, Antonio ordenó a los soldados romanos que se radicaran en Filipos, la cual vino a ser una colonia romana. Como resultado, la ciudad llegó a tener una población mixta: los tracianos originales, los griegos y los romanos.
La Escuela Francesa de Atenas excavó Filipos entre 1914 y 1938. Descubrieron el foro en forma de un rectángulo de 91 mts. de largo y 40 mts. de ancho a lo largo de la ví­a Egnatia. En el centro del lado norte estaba un podio para los oradores. En las esquinas nororiental y noroccidental del foro estaban las ruinas de dos impresionantes templos. En otras partes de la ciudad habí­a una biblioteca, columnas, pórticos, fuentes y monumentos. Fueron descubiertos unos baños romanos con pavimentos de mosaico que datan de mediados del siglo III d. de J.C.
En Hch. 16:13, Pablo y sus acompañantes aparecen saliendo de la ciudad de Filipos hacia un lugar de oración donde las mujeres judí­as estaban reunidas. Aproximadamente a 2 kms. al occidente de Filipos están las ruinas de un arco romano, más allá del cual está el rí­o Gangites. La erección de tal arco a menudo acompañaba la fundación de una colonia. Este simbolizaba la dignidad de la ciudad y podí­a marcar el pomerium, una lí­nea que encierra un espacio vací­o fuera de la muralla de la ciudad dentro de la cual los edificios o entierros estaban prohibidos y los cultos extraños no podí­an introducirse. Puede ser que a los judí­os se les requerí­a reunirse más allá del arco, a causa de que su religión era considerada extraña por fundadores de la ciudad de Filipos. El arco bien pudo haber estado allí­ cuando Pablo visitó Filipos.
Anfí­polis era la ciudad principal del distrito; pero Hechos. 16:12 afirma que Filipos era †œla primera ciudad de la provincia de Macedonia y una colonia†. Variantes textuales en el Códice Vaticano y en el Códice Bezae han sido citadas para mostrar que el pasaje no fue bien entendido. Tal vez en el original Filipos fue descrito como †œuna ciudad del primer distrito de Macedonia, y una colonia†.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Ciudad en el NE de Macedonia, cerca de la frontera de Tracia, a unos 14 km de su puerto de mar, que era †¢Neápolis. En la antigüedad habí­a en sus cercaní­as minas de oro. Filipo, el padre de Alejandro Magno, le dio su nombre. En el año 42 d.C. las fuerzas de quien fuera luego †¢Augusto César vencieron a los ejércitos de Bruto y Casio cerca de F., por lo cual ésta fue hecha colonia romana (Hch 16:12), consiguiendo sus habitantes el derecho a la ciudadaní­a romana, lo que determinó que buena parte de su población en los dí­as de Pablo fuese de origen latino. Residí­an allí­, además, muchos veteranos de las legiones romanas.

La primera comunidad cristiana en territorio europeo nació cuando Pablo hizo caso a la visión del varón macedonio que pedí­a ayuda, y viajó a Neápolis y de allí­ a F. (Hch 16:9-12). La primera persona convertida fue †¢Lidia de Tiatira (Hch 16:13-15). Pablo sanó a †œuna muchacha que tení­a espí­ritu de adivinación†. Sus amos, que vieron perdidas sus ganancias, le llevaron †œa los magistrados†. éstos, sin averiguar ni percatarse de que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, les azotaron y les echaron en la cárcel. Su salida de allí­ y la conversión del carcelero se narran en Hch 16:23-40, destacándose la circunstancia de que Pablo exigiera el respeto a sus derechos como ciudadano romano. La iglesia de F. conservó lazos de afecto y solidaridad con el apóstol, enviándole ofrendas, lo que motivó la epí­stola a los Filipenses (2Co 8:1-6; 2Co 11:9; Flp 1:1-8).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

sit, a9, 268, 123

vet, Ciudad de Tracia, en la Macedonia oriental. Anteriormente “Krenides”, Filipo II, el padre de Alejandro Magno, la conquistó, fortificándola y dándole su nombre (356 a.C.). Fue la primera ciudad de Europa visitada por Pablo (52 d.C.). Su predicación tuvo como resultado la conversión de Lidia y de otros. Al echar de una joven un espí­ritu de pitón se ocasionó un tumulto; Pablo y Silas fueron azotados y echados a la cárcel, esto llevó a la conversión del carcelero (Hch. 16:12-40). Pablo volvió a visitar esta ciudad poco después (Hch. 20:6). Filipos se hallaba en el interior, a unos 16 Km. al noroeste de Neápolis. Una cadena de montes separaba ambas ciudades; para ir de una a otra se tení­a que pasar por un puerto de montaña de 487 m. por encima del nivel del mar. Al principio, Filipos ocupaba una pequeña eminencia en medio de la llanura. La ciudad se llama hoy Kavalla, y todo lo que queda de la ciudad antigua es una gran cantidad de ruinas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Filipos era una ciudad en Macedonia, en el camino Ignacio, y a 14 ms. de Neápolis, su puerto del mar. Su nombre antiguo era Crenides, así­ llamada por los manantiales de agua que alimentan el rí­o cercano, el Antiges y su pantano próximo; pero fue reestablecido por Filipo II de Macedonia, el padre de Alejandro el Magno, y de él tomó su nombre. El ascendió al trono en 359 a. de J.C. y la posesión de este sitio le pareció de suma importancia. Estaba bien regado, rodeado de gran fertilidad, y cerca de minas de oro. Además, sus conexiones de caminos por los cuales todo el
comercio y los comerciantes tení­an que pasar yendo del este al oeste, hizo de Filipos una ciudad estratégica para propósitos militares. El la capturó en 358 a. de J.C., echó fuera o reforzó a los habitantes, la ensanchó, la fortificó y le cambió su nombre. Diligentemente trabajó las minas de oro, sacando como 1.000 talentos anualmente. Esto añadió grandemente a sus triunfos militares, ganados por armas o por soborno. Muy poco se oye de ella por tres siglos, solamente que pasó a manos romanas después de la batalla de Pidna, en 169 a. de J.C. y pasó a ser una provincia romana en 146 a. de J.C. En 42 a. de J.C.Marco Antonio y Octavio derrotaron al gran Bruto y a Casio allí­, y, por consecuencia, derrocaron la oligarquí­a romana, después de lo cual Augusto (Octavio) fue hecho emperador.
Al principio del segundo siglo, Ignacio, obispo de Antioquí­a, pasó por Filipos en camino a Roma para ser echado a las bestias, y los cristianos filipenses mostraron bondad hacia él, se interesaron en él, y tuvieron correspondencia con la iglesia de Antioquí­a. De esto se descubre que la iglesia de Filipos estaba en ese tiempo probablemente en una condición satisfactoria. Tuvieron varios obispos en Filipos. De la destrucción de Filipos no sabemos nada. No hay nada ahora este sitio. Hay muchas ruinas, y Ecole Francaise d’Athenes hizo excavaciones de 1914 a 1938. Pablo y Silas (acompañados por Timoteo y Lucas) trabajaron allí­ en el segundo viaje misionero; Lidia y el carcelero se convirtieron, Hechos 16:11-40.
Puede ser que Lucas se hubiese quedado allí­ después de que Pablo se fue. Las secciones donde se usa el pronombre “nosotros” acaban en el capí­tulo 16 y aparecen cuando Pablo está allí­ otra vez, Hechos 20:5.
La presencia de Lucas allí­ durante estos cinco años, probablemente sea la razón de la fortaleza de esta iglesia, 2 Corintios 8:2; Filipenses 1:29, 30.
Los cristianos filipenses mandaron regalos a Pablo, 2 Corintios 11:9;
Filipenses 2:25; 4:10, 14, 16, 19.
Pablo escribió una carta a ellos, la carta a los filipenses.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Para el tiempo de la segunda gira misional del apóstol Pablo, esta era †œla ciudad principal [o primera] del distrito de Macedonia†, aunque no parece que fuese su capital. Estaba situada en la parte oriental del distrito, en el extremo N. del mar Egeo, no lejos del distrito de Tracia. Pablo vení­a en barco desde Troas, desembarcó en Neápolis, el puerto marí­timo de Filipos, y viajó unos 15 Km. hacia el NO. a lo largo de la ví­a Egnatia, la gran ruta comercial y militar que iba desde Asia a Roma, a través de un paso de montaña a unos 500 m. sobre el nivel del mar, y descendí­a por la explanada de Filipos. (Hch 16:11, 12.)
La ciudad estaba situada en una colina que se elevaba sobre la explanada, cerca del rí­o Gangites. Al S. se extendí­a una gran marisma. La acrópolis de Filipos se alzaba sobre una gran formación rocosa que estaba en la parte NE. de la ciudad. Las excavaciones de sus ruinas indican que la ví­a Egnatia discurrí­a por el centro de la ciudad y que una enorme tribuna se extendí­a junto a ella. Es posible que la capital del distrito fuese Anfí­polis, a unos 50 Km. al SO., la ciudad adonde Pablo viajó después de dejar Filipos. Desde Anfí­polis Pablo se dirigió a Apolonia, aproximadamente a unos 50 Km. al S., y desde allí­ se encaminó a Tesalónica, que estaba a unos 60 Km. al O., donde permaneció por tres semanas antes de ir hacia el SO. pasando por Berea para tomar un barco que lo llevara a Atenas.

Historia. Filipos se llamaba originalmente Crenides (Krenides), pero a mediados del siglo IV a. E.C. Filipo II de Macedonia (padre de Alejandro Magno) conquistó la ciudad a los tracios y le dio su nombre. En la región habí­a importantes minas de oro, y se acuñaron monedas con el nombre de Filipo. Hacia el año 168 a. E.C. el cónsul romano Lucio Emilio Paulo derrotó a Perseo, el último rey macedonio, y tomó Filipos y sus alrededores. En 146 a. E.C. toda Macedonia fue constituida una sola provincia romana. La batalla en la que Octavio y Marco Antonio derrotaron a los ejércitos de Bruto y Cayo Casio Longino, asesinos de Julio César, se peleó en la explanada de Filipos el año 42 a. E.C. Después, como conmemoración de su gran victoria, Augusto convirtió Filipos en †œcolonia† romana. (Hch 16:12.) Unos años más tarde, cuando Octavio fue proclamado César Augusto por el senado romano, llamó a esta ciudad Colonia Augusta Julia Philippensis.
Su designación como colonia romana libró a la ciudad de impuestos y le supuso otros privilegios, que tal vez incluyesen una clase secundaria de ciudadaní­a romana. Por lo tanto, los ciudadanos tení­an un apego y afecto más fuertes a Roma del que hubieran tenido de otra manera. Esto puede explicar por qué los amos de la muchacha de quien el apóstol Pablo exorcizó un demonio de adivinación hicieron destacar el hecho de que †œsomos romanos† en sus acusaciones contra Pablo y Silas ante los magistrados. (Hch 16:16-24.) También entenderí­an muy bien los cristianos de Filipos la posterior exhortación de Pablo a †˜portarse como ciudadanos†™, de una manera digna de las buenas nuevas acerca de Cristo, y su recordatorio de que †œnuestra ciudadaní­a existe en los cielos†, pues la ciudadaní­a romana mundana era algo muy apreciado en Filipos, algo de lo que jactarse. (Flp 1:27; 3:20, nota.)

La visita de Pablo. Filipos tuvo el privilegio de ser la primera ciudad de Europa que escuchó a Pablo predicar las buenas nuevas, alrededor del año 50 E.C., durante su segunda gira misional. El fue allí­ en obediencia a una visión que tuvo por la noche en Troas (Asia Menor), en la que un macedonio le suplicó: †œPasa a Macedonia y ayúdanos†. (Hch 16:8-10.) Pablo y sus compañeros, entre quienes debí­a estar el cronista Lucas, se quedaron allí­ varios dí­as, y el sábado salieron †œfuera de la puerta junto a un rí­o†, donde, según relata Lucas, †œpensábamos que habí­a un lugar de oración†. Hay quien cree que no habí­a ninguna sinagoga en Filipos debido al carácter militar de la ciudad, y que a los judí­os probablemente se les prohibió reunirse dentro de la ciudad para adorar. De todas formas, Pablo habló a las mujeres que habí­a reunidas, y halló una, de nombre Lidia, una adoradora de Dios, a quien †œle abrió el corazón ampliamente para que prestara atención a las cosas que Pablo estaba hablando†. Ella y los de su casa se bautizaron, y su aprecio y hospitalidad eran tan grandes que †˜sencillamente obligó†™ a Pablo y a sus compañeros a quedarse en su casa. (Hch 16:11-15.)
Después de responder al llamamiento para ir a Macedonia, Pablo se enfrentó a persecución ya en la primera ciudad, Filipos, mas esta vez no procedente de los judí­os, como habí­a sucedido en Galacia. Los magistrados de la ciudad se guiaron de las falsas acusaciones de los dueños de la muchacha endemoniada, que habí­an perdido sus ingresos debido a que ya no podí­a continuar con su práctica de predicción, de la que habí­an sacado mucha ganancia. Pablo y Silas fueron golpeados con varas, se les echó en prisión y se les aseguraron los pies en el cepo. (Hch 16:16-24.)
Sin embargo, a la mitad de la noche, mientras oraban y alababan a Dios con canción a oí­dos de los demás prisioneros, ocurrió un milagro. Un terremoto soltó las cadenas de los prisioneros y dejó las puertas abiertas. El carcelero, sabiendo que se enfrentaba a la pena de muerte por la pérdida de los prisioneros que se le habí­an encomendado, estaba a punto de quitarse la vida cuando Pablo clamó: †œÂ¡No te hagas ningún daño, porque todos estamos aquí­!†. Luego el carcelero y su casa escucharon a Pablo y a Silas, les lavaron sus heridas y llegaron a ser creyentes bautizados. (Hch 16:25-34; GRABADO, vol. 2, pág. 749.)
A la mañana siguiente, posiblemente cuando llegó a sus oí­dos el milagroso acontecimiento, los magistrados civiles ordenaron al carcelero que libertase a Pablo. Pero Pablo estaba interesado en vindicar, defender y establecer legalmente las buenas nuevas más que en una liberación inmediata. No se iba a conformar con ser liberado en secreto por alguna †œpuerta trasera† para que los magistrados salvaran las apariencias. ¡De ninguna manera! Llamó la atención a su propia ciudadaní­a romana y al hecho de que les habí­an golpeado públicamente a él y a Silas sin haber sido condenados. Tení­an que reconocer abiertamente que eran ellos, no los cristianos, quienes habí­an actuado ilegalmente. Al oí­r que Pablo y Silas eran romanos, los magistrados tuvieron temor, fueron a ellos personalmente, †œles suplicaron†, les soltaron y les solicitaron que partiesen de la ciudad. (Hch 16:35-40.)
No obstante, Pablo habí­a fundado una buena congregación en Filipos, por la que siempre tuvo mucho cariño. Los filipenses se desvivieron por él y atendieron sus necesidades, aun cuando estaba en otros lugares, demostrando el amor que le tení­an. (Flp 4:16.) Pablo volvió a visitar Filipos durante su tercera gira misional, y posiblemente lo hizo una tercera vez después de ser liberado de su primera estancia en prisión en Roma. (Hch 20:1, 2, 6; Flp 1:19; 2:24.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

En el curso de sus viajes apostólicos Pablo recibió en una visión la invitación del hombre de Macedonia que imploraba diciendo: “Pasa a Macedonia y ayúdanos” (Hch. 16.9). Interpretando este ruego como un llamado de Dios, Pablo y su comitiva navegaron hacia Neápolis, el puerto de Filipos, 13 km al S de la ciudad y punto terminal de la vía Egnatia, ruta militar que vinculaba a Roma con oriente como línea de comunicación de gran valor.

El arribo a Filipos se indica en Hch. 16.12 con una descripción de la ciudad: “La primera [principal] ciudad de la provincia de Macedonia, y colonia [romana].” Se pueden determinar las etapas por las que atravesó la ciudad hasta adquirir el rango acorde con esta noble descripción.

La ciudad deriva su nombre de Felipe de Macedonia, quien la arrebató de manos de los tasios alrededor del 360 a.C. Luego amplió el asentamiento y lo fortificó para defender sus fronteras contra los tasios. En esta época se dio comienzo a la minería aurífera, y se hicieron monedas con el nombre de Felipe, que recibieron amplio reconocimiento. Después de la batalla de Pidna en 168 a.C. fue anexada por los romanos; y cuando Macedonia fue dividida en cuatro partes, por razones administrativas, Filipos fue incluida en el primero de los cuatro distritos. Este hecho apoya la propuesta del vocablo prōtēs en lugar del prōtē del TR en Hch. 16.12, sugerido por F. Field y aceptado por F. Blass, quienes la explicaron tomando como base esta referencia a la división de Macedonia en cuatro distritos por Emilio Paulo en 167 a.C. (Livio, 45.17–18, 29); cf. comentarios sobre Hechos por H. Conzelmann y E. Haenchen, ad loc. Según esta lectura enmendada el versículo sería: “Ciudad de la primera división de Macedonia.” Si no se cambia el texto, la aspiración de Filipos de ser “la principal ciudad del distrito” puede aceptarse sólo en un sentido general, como observa A. N. Sherwin-White (Roman Society and Roman Law in the New Testament, 1963, pp. 93ss). El comentario posiblemente refleja el interés especial de Lucas en la ciudad, que puede haber sido su lugar de nacimiento.

En 42 a.C. tuvo lugar la famosa batalla de Filipos, con Antonio y Octavio alineados contra Bruto y Casio. Después de dicha fecha la ciudad fue ampliada, probablemente con la llegada de colonizadores; está comprobada la existencia del título Colonia Iulia en esa época. Esta prominencia recibió mayor realce cuando, después de la batalla de Accio en 31 a.C., en la que Octavio derrotó a las fuerzas de Antonio y Cleopatra, la ciudad “recibió un contingente de colonizadores italianos que había favorecido a Antonio y se había visto obligado a entregar sus tierras a los veteranos de Octavio” (Lake y Cadbury, pp. 187). Octavio le dio a la ciudad su notable título, Col(onia) Iul(ia) Aug(usta) Filip(pensis), que se ha encontrado en algunas monedas. De todos los privilegios que dicho título le concedía, la posesión del “derecho itálico” (ius Italı́cum) era lo de mayor valor. Significaba que los colonizadores disfrutaban de los mismos derechos y privilegios que si su tierra formara parte del suelo italiano.

El orgullo cívico de los filipenses (a quienes se otorga el equivalente de su nombre latino, filipenses, en la carta de Pablo, 4.15) es un rasgo del relato de Hechos, y reaparece en alusiones que hace el apóstol en la epístola. Véase Hch. 16.21; cf. 16.37. Se usan nombres oficiales (duoviri en 16.20, 22, y “lictores” o “alguaciles” en 16.35). La palabra gr. trad. “sin sentencia” en 16.37 probablemente refleja el latín re incognita o indicta causa, e. d. “sin examen”. En la carta a la iglesia de Filipos dos pasajes, 1.27 y 3.20, hablan de “ciudadanía”, término que tendría un atractivo especial para los lectores; y las virtudes enumeradas en 4.8 son aquellas que la mente romana habría de apreciar en forma especial.

Después de la primera visita del apóstol con su predicación, encarcelamiento, y liberación, su contacto posterior con la ciudad se infiere de las referencias en Hch. 20.1, 6; 1 Ti. 1.3.

Bibliografía. H. Metzger, Las rutas de san Pablo en el oriente griego, 1960; C. F. Pfeiffer, “Filipos”, °DBA, pp. 282–283; J. Holzner, San Pablo, 1946, pp. 165–183; A. Díez Macho, “Filipos”, °EBDM, t(t). III, cols. 553–556.

Hay detalles históricos en BC, 1, 4, 1933, ad loc.; R. P. Martin, Philippians, NCB, 1976, Introducción, sección 1, que describe el ambiente religioso de la ciudad en la época en que llegó Pablo; para información arqueológica podemos mencionar la obra de P. Collart, Philippes, ville de Macédoine, 2 t(t). que contiene láminas y texto, 1937, juntamente con W. A. McDonald, BA 3, 1940, pp. 18–24.

R.P.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(Griego Phílippoi, latín Philippi).

Filipos fue una ciudad de Macedonia, en las fronteras de Tracia, situada en la cima de una colina, que dominaba una llanura amplia y fértil, atravesada por la Vía Egnatia. Estaba al noroeste del Monte Pangea, cerca del río Gangites, y el Mar Egeo. En el año 358 a.C fue tomada, ampliada y fortalecida por el rey de Macedonia, Felipe II, de ahí su nombre Filipos. Octavio Augusto (42 a.C.) le confirió su jus Italicum ( Hch. 16,12), lo que la convirtió en una Roma en miniatura, y le concedió las instituciones y privilegios de los ciudadanos de Roma. Es por ello que encontramos en Filipos, junto con un remanente de los macedonios, colonos romanos junto con algunos judíos, estos últimos, sin embargo, tan pocos que no tenían sinagoga, sino sólo un lugar de oración (7rpoaeux7)).

Filipos fue la primera ciudad europea en la que San Pablo predicó la fe. Llegó allí con Silas, Timoteo y Lucas cerca de finales del 52 d.C., con motivo de su segundo viaje apostólico. Los Hechos mencionan en particular, una mujer llamada Lidia de Tiatira, vendedora de púrpura, en cuya casa San Pablo probablemente habitó durante su estancia en Filipos. Sus trabajos fueron recompensados por muchas conversiones (Hch. 16), las más importantes de las cuales se realizaron entre las mujeres de rango, que parecen haber conservado su influencia durante mucho tiempo. La Epístola a los Filipenses trata de una manera especial sobre una disputa que surgió entre dos de ellas, Evodia y Síntique (4,2). En un disturbio del populacho, Pablo y Silas fueron golpeados con varas y echados en la cárcel, de la que al ser liberados milagrosamente, se encaminaron a Tesalónica. Lucas, sin embargo, continuó trabajando durante cinco años.

Los filipenses permanecieron muy apegados y agradecidos hacia su apóstol y en varias ocasiones le enviaron ayuda pecuniaria (dos veces a Tesalónica, Flp. 4,14-16; una vez a Corinto, 2 Cor. 11,8-9; y una vez a Roma, Flp. 4-10-18); vea Epístola a los Filipenses). San Pablo regresó allí más tarde; él los visitó en su segundo viaje, alrededor del año 58, después de salir de Éfeso (Hch. 20,1-2). Se cree que escribió su Segunda Epístola a los Corintios en Filipos, a donde regresó en su camino de vuelta a Jerusalén, y pasó allí la semana de Pascua (Hch. 20,5-6). Él siempre se mantuvo en estrecha comunicación con los habitantes. Después de haber sido arrestado en Cesarea y llevado a Roma, él les escribió la epístola que tenemos en el Nuevo Testamento, en la que habla en detalle de su predilección por ellos (1,3.7; 4,1; etc.). Pablo probablemente les escribió más cartas de la que poseemos; San Policarpo, en su epístola a los Filipenses (II, 1 ss.), parece aludir a varias cartas (aunque la palabra griega, e7rarTsXat, se utiliza también al hablar de una sola carta), y el mismo Pablo (Flp. 3,1) parece referirse a escritos anteriores. Esperaba (1,26; 2,24) volver a visitar Filipos después de su cautiverio, y pudo haber escrito allí su Primera Epístola a Timoteo (1 Tim. 1,3). Poco se sabe de la historia posterior de la ciudad. Más tarde fue destruida por los turcos; hoy sólo quedan algunas ruinas.

Bibliografía: Vea la bibliografía en el artículo Epístola a los Filipenses.

Fuente: Vander Heeren, Achille. “Philippi.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 12. New York: Robert Appleton Company, 1911. 5 Oct. 2015
http://www.newadvent.org/cathen/12007b.htm

Traducido por Luz María Hernández Medina

Fuente: Enciclopedia Católica