GRASA

v. Grosura
Deu 32:15 Jesurún .. engordaste, te cubriste de g
Psa 37:20 como la g de los .. serán consumidos


Véanse GROSURA, SEBO.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

La palabra española †œgrasa† se usa para traducir diversos términos hebreos que no solo aplican a la sustancia que su nombre indica, sino también a todo aquello que es carnoso y gordo. Estos términos también se pueden utilizar en sentido figurado para referirse a lo que es rico o fértil, o para dar la idea de insensibilidad de la mente y el corazón.
La palabra hebrea jé·lev se usa normalmente para referirse a la †œgrasa† como sustancia, tanto procedente de animales (Le 3:3), como del hombre. (Jue 3:22.) Para designar el sebo o grasa que está sobre los riñones o lomos en las ofrendas quemadas también se usa la palabra pé·dher. (Le 1:8, 12; 8:20.) La primera vez que aparece la palabra jé·lev es en Génesis 4:4, con relación al sacrificio que Abel hizo a Jehová de los †œtrozos grasos† de los primogénitos de su rebaño. También se usa jé·lev como metáfora de la porción más rica y mejor de algo. Un ejemplo de ello lo encontramos en Génesis 45:18, cuando Faraón extiende a José la invitación para que toda su familia coma †œla parte más rica [jé·lev] de la tierra†. De igual manera, Números 18:12 dice: †œTodo lo mejor [jé·lev] del aceite y todo lo mejor [jé·lev] del vino nuevo y el grano, […] te los he dado a ti†. (Véanse Sl 81:16; 147:14.)

La ley sobre la grasa. En el tercer capí­tulo de Leví­tico, Jehová dio instrucciones a los israelitas sobre el uso de la grasa en los sacrificios de comunión. Cuando ofrecieran reses vacunas o cabras, habrí­an de hacer que humearan sobre el altar la grasa que estaba alrededor de los lomos, de los intestinos y sobre los riñones, así­ como el apéndice graso que está sobre el hí­gado. En el caso de las ovejas, habí­a de ofrecerse igualmente la cola grasa entera. (Las ovejas de Siria, Palestina, Arabia y Egipto tienen colas gordas que a veces pesan hasta 5 Kg. o más.) La Ley decí­a especí­ficamente: †œToda la grasa pertenece a Jehová. […] No deben comer grasa alguna ni sangre alguna†. (Le 3:3-17.)
La grasa arderí­a rápidamente y se consumirí­a por completo sobre el altar. No habrí­a de dejarse hasta la mañana siguiente nada de la grasa que se hubiera ofrecido sobre el altar; existí­a la posibilidad de que se echara a perder y su olor fuera desagradable, algo absolutamente impropio para cualquier cosa que formara parte de las ofrendas sagradas. (Ex 23:18.)

No aplica a los cristianos. Cuando después del Diluvio se dio permiso a Noé y su familia para añadir la carne a su dieta, se les prohibió comer sangre, pero no se dijo nada sobre la grasa. (Gé 9:3, 4.) Esto ocurrió más de ochocientos cincuenta años antes del pacto de la Ley hecho con Israel, en el que se prohibí­a consumir tanto la sangre como la grasa. Más tarde, en el siglo I E.C., el cuerpo gobernante de la congregación cristiana reafirmó esta prohibición respecto a la sangre para los cristianos (Hch 15:20, 28, 29), pero al igual que en el caso de Noé y su familia, no se hizo ninguna observación sobre si los cristianos podí­an comer grasa. De todo ello se desprende que la ley que prohibí­a comer grasa se dio exclusivamente a la nación de Israel.

Por qué se dio esta ley. Bajo el pacto de la Ley, se consideraba que tanto la sangre como la grasa le pertenecí­an exclusivamente a Jehová. La vida está en la sangre, y solo Jehová es quien puede dar esta vida; por lo tanto, a El le pertenece. (Le 17:11, 14.) Se consideraba que la grasa era la parte más sabrosa de la carne del animal. Al ofrecer la grasa del animal, el adorador reconocí­a que las †œprimeras† o mejores partes le pertenecen a Jehová, quien provee con abundancia, y serí­a una demostración de su deseo de ofrecer lo mejor a Dios. Debido a que la ofrenda simbolizaba que los israelitas le entregaban lo mejor a Jehová, se decí­a que humeaba sobre el altar como †œalimento† y como un †œolor conducente a descanso† para El. (Le 3:11, 16.) Por consiguiente, comer la grasa era apropiarse ilegalmente de lo que estaba santificado a Dios, usurpar los derechos de Jehová. Estaba castigado con la pena de muerte. No obstante, a diferencia de la sangre, la grasa podí­a usarse para otros propósitos, por lo menos en el caso de un animal que muriese de muerte natural o que lo matase otra bestia. (Le 7:23-25.)

Alcance de la aplicación de la ley. Sobre la base de este último texto, muchos escriturarios han intentado limitar la prohibición de Leví­tico 3:17 a la grasa de aquellos animales aptos para ser ofrecidos en sacrificio, tales como los toros, las ovejas y las cabras. La enseñanza judí­a rabí­nica está dividida a este respecto. No obstante, el mandato acerca de la grasa que se da en Leví­tico 3:17 está enlazado con la ley sobre comer sangre, que incluí­a claramente la sangre de todos los animales. (Compárese con Le 17:13; Dt 12:15, 16.) En consecuencia, parece más lógico que la ley acerca de la grasa aplicase a todos los animales, incluso a aquellos que los israelitas matasen para su uso cotidiano.
El que la prohibición aplicase a toda la grasa no se contradice con el texto de Deuteronomio 32:14, que dice que Jehová dio a Israel †œgrasa de carneros† para comer. Esta es una expresión figurativa que hace referencia a lo mejor del rebaño o, tal como traduce la frase la Versión Popular, †œlo mejor de los corderos†. (Véanse también BR, Mod, TA.) Este sentido poético se indica además en las expresiones que vienen a continuación en este mismo versí­culo, referentes a †œla grasa de los riñones del trigo† y la †œsangre de la uva†. Lo mismo sucede en Nehemí­as 8:10, donde se le manda al pueblo: †œVayan, coman las cosas grasas†. Por esta declaración no podemos concluir que consumieron literalmente grasa. †œLas cosas grasas† es una expresión que hace referencia a las porciones suculentas, a las cosas que no estaban desprovistas de carne o eran secas, sino, más bien, sustanciosas, entre las que estaban los platos sabrosos que se preparaban con aceites vegetales. Por eso, otras versiones muestran que se les animaba a comer †œbuenas tajadas† (NBE), †œricos manjares† (Val, 1989) o †œbuenos platos† (EMN, 1988).
La ley mosaica no impedí­a cebar las ovejas y las reses. Por ello, el registro habla del †œtorillo cebado† que se mató para el hijo pródigo. (Lu 15:23.) El alimento de Salomón incluí­a †œcuclillos engordados† y †œreses vacunas gordas†. (1Re 4:23.) En 1 Samuel 28:24 aparece la palabra hebrea `e·ghel-mar·béq, que se traduce †œbecerro engordado†, y los términos mé·aj y merí­Â´ hacen referencia a un †˜animal bien alimentado†™ o a un †˜animal cebado†™. (Isa 5:17; Eze 39:18.) No obstante, esto no significa que se †˜engordara†™ a los animales con el propósito de producir sebo o capas de grasa, sino para que se hicieran robustos, fuertes. (Compárese con Gé 41:18, 19.)

Otros términos hebreos. Algunos de los términos hebreos que se usan para designar cualquier cosa que tuviese †œgrasa† son los derivados del verbo raí­z scha·mén. Aunque significa †œengordar† (Dt 32:15; Jer 5:28), también conlleva la idea de ser †œrobusto†. La Versión de Salvatore Garofalo traduce Isaí­as 6:10, donde aparece el término scha·mén: †œRecubre de grasa el corazón de ese pueblo†, o lo que es lo mismo, hazlo insensible y torpe, como si lo envolviera una capa de grasa. Por otra parte, en Jueces 3:29 se describe a ciertos moabitas como †œcada uno robusto [scha·mén, literalmente, †œgrueso†] y cada uno hombre valiente†. Una palabra emparentada con esta, sché·men, suele traducirse †œaceite†.
El verbo da·schén significa literalmente †œengordar†, pero también puede llevar la idea de prosperar. En ese caso, da·schén (y la palabra emparentada dé·schen), indica bienestar, fertilidad o abundancia. Por eso, Jehová dijo a Israel que los introducirí­a en una tierra †œque mana leche y miel, y ciertamente comerán y quedarán satisfechos y engordarán [wedha·schén]†. (Dt 31:20.) También se nos dice que los que son generosos, diligentes y confí­an en Jehová †˜serán engordados†™, es decir, disfrutarán de gran prosperidad, (Pr 11:25; 13:4; 28:25) y en Proverbios 15:30 se menciona que las buenas noticias †˜hacen engordar los huesos†™, los llena de médula o, en otras palabras, vigorizan todo el cuerpo. Por otra parte, dé·schen también transmite la noción de abundancia, como, por ejemplo, en el Salmo 36:8, donde se dice que los hijos de los hombres †œbeben hasta saciarse de la grosura [mid·dé·schen; †œabundancia†, Val]† de la casa de Dios. (Compárese con Jer 31:14.)
Cuando el nombre dé·schen se refiere a los desperdicios del altar para sacrificios en el tabernáculo, la mayorí­a de las versiones lo traducen por †œcenizas†. (Le 1:16; 4:12; 6:10, 11, MK, NC, VP.) Sin embargo, otros eruditos creen que †œcenizas† no refleja a cabalidad el significado de la raí­z en la lengua original. Por eso utilizan expresiones como †œgrasa incinerada† (BJ, 1972), †œcenizas de(l) sebo† (BAS, nota) o †œcenizas grasosas† (NM), porque entienden que la grasa derretida de los sacrificios empapaba la leña que ardí­a debajo.
La palabra ba·rí­Â´ expresa la idea de estar sano y bien alimentado. Se traduce †œgordo† (Eze 34:3, 20; Jue 3:17), †œsaludable† (Hab 1:16) y también †œgrueso†. (Gé 41:2, 7.)

Fuente: Diccionario de la Biblia