HERMANO

Hermano (heb. ‘âj; gr. adelfós). Esta palabra se usa en varios sentidos: 1. Persona de sexo masculino con respecto a su relación con cualquier otra persona que tiene los mismos padres (por ejemplo, Jacob y Esaú; Gen 27:6), o en común uno de los padres (Jdg 8:19). 2. Hombre que tiene relación de sangre más o menos cercana. Así­, Lot es llamado hermano de Abrahán (Gen 13:8; 14:14, 16), aunque en realidad era sobrino. 3. Persona de una raza o nación emparentada. Moisés llamó “hermano” de los hebreos al edomita (Deu 23:7). Dentro de la raza hebrea, todos los hombres eran considerados hermanos (Neh 5:7; Jer 34:9). 4. Cualquier ser humano, ya que todos descienden del mismo antepasado. En este sentido, el Señor enseñó la verdadera relación fraternal (Mat 5:22, 24; 7:3). 5. Creyente, como lo indican Mat 23:8, Joh 21:23, Act 6:3 y Gá. 1:2. Cristo mismo se presenta como hermano de aquellos a quienes salva (Rom 8:29). Hermanos de Jesús. Se mencionan 4 hombres -Jacobo, José, Simón y Judas- como hermanos de Jesús (Mat 13:55; Mar 6:3). Ha habido mucha discusión a través de los siglos acerca de la relación exacta entre ellos y Cristo. Se han planteado 3 propuestas principales: 1. Que eran hermanos carnales del Señor; es decir, hijos de José y de Marí­a (y por lo tanto, menores que Jesús). 2. Que eran hermanastros; esto es, hijos de José de un matrimonio anterior (y por lo tanto todos ellos mayores que Cristo, sin relación de sangre con él). 3. Que eran primos de Jesús por parte de Marí­a, de acuerdo con algunos, o por parte de José, según otros. Los que sostienen la primera posición arguyen que esta es la forma más natural de comprender las diversas referencias a estos hermanos, y que es la intención más obvia de Mat 1:25 y Luk 2:7 Los que afirman la segunda posición argumentan que la ética familiar del Oriente no permitirí­a que los hermanos menores molestaran a los mayores como los hermanos de Jesús lo hicieron con él (Mar 3:31; Joh 7:3, 4). Señalan, además, que el dejar Jesús a su madre al cuidado del apóstol Juan (Joh 19:26, 27) y no de alguno de sus hermanos, implica con fuerza que Marí­a no tuvo otros hijos. La tercera posición (que estos hermanos eran primos de Jesús por parte de José) sólo se basa en conjeturas. De que eran primos por Jesús de parte de Marí­a se basa en la identidad insegura de “Marí­a, la mujer de Cleofas” como la hermana de Marí­a (Joh 19:25; cf Mar 15: 40), y en la identidad no demostrada de “Cleofas” (Joh 19:25) con Alfeo (Mar 3:18; véase CBA 5:389). Se menciona que los hermanos del Señor lo acompañaron junto con su madre a Capernaum después de las bodas de Caná (Joh 2:12). Más tarde, Marí­a y estos hermanos pidieron una audiencia con Jesús (Mat 12:46-50; Mar 3:31-35; Luk 8:19-21). Hacia el fin del ministerio de Cristo se menciona que sus hermanos querí­an que él demostrara que era el Mesí­as, de lo que ellos mismos dudaban (Joh 7:3-5). Es claro que más tarde se convirtieron, porque se los describe en Hechos junto a los discí­pulos y otros en “oración y ruego” antes de Pentecostés (1:13, 14). Pablo sugiere que 533 todos ellos eran casados (1Co 9:5). Muchos comentadores sostienen que el autor de la Epí­stola de Judas, que se identifica como el “hermano de Jacobo” (Jud_1), era uno de los hermanos de Jesús. También se acepta generalmente que el dirigente de la iglesia de Jerusalén era Jacobo, el hermano del Señor (Act 12:17; 15:13). Esto parece estar confirmado por la referencia de Pablo a su visita a la ciudad al afirmar que vio sólo a Pedro y a “Jacobo el hermano del Señor” (Gá. 1:18, 19; cf 2:9). De acuerdo con Josefo, Jacobo, el hermano del Señor, fue apedreado. Bib.: FJ-AJ xx.9.1.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

1. Persona masculina relacionada a otra u otras personas por tener el mismo padre y madre (Gen 27:6), el mismo padre (Gen 28:2) o la misma madre (Jdg 8:19).
2. Un hombre del mismo paí­s (Exo 2:11; Act 3:22).
3. Un miembro de la misma tribu (2Sa 9:12).
4. Un aliado (Amo 1:9).
5. Un pariente (Num 20:14).

6. Alguien que comparte la misma religión (Act 9:17; 1Co 6:6); con frecuencia, discí­pulos cristianos (Mat 23:8; Rom 1:13). Alguien espiritualmente afí­n (Mat 12:50).
7. Un compañero de oficio (Ezr 3:2).
8. Alguien de igual rango u oficio (1Ki 9:13).

9. Cualquier miembro de la raza humana (Mat 7:3-5; Heb 2:17).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

En la Biblia hay que andar con mucho cuidado con las palabras “hijo” y “hermano”.

Así­ a Jesús, en Mat 1:1, se le llama “Hijo de Abraham, hijo de David”: Obviamente no era “hijo”, sino “descendiente”.

Se llaman “hermanos”.

1- Los nacidos de los mismos padres.

2- Los “parientes” que viví­an en la misma tribu, o grupo de familias, que eran hijos de distintos matrimonios, que viví­an en un clan o tribu, y todos los conocí­an como los “hermanos Domí­nguez” por ejemplo, aunque fueran hijos de distintos padres. Así­ en Gen 14:12, Gen 14:14, Gen 14:16, dice que Lot era “sobrino” de Abraham, y después lo llama “hermano” dos veces seguidas. Lo mismo ocurre con Jacob y Labán en Gen. 29. Jacob era hijo de Isaac y Labán hijo de Najar, pero los llama “hermanos” dos veces: (versos 5,12,15). Lo mismo ocurre en Lev 10:4, 2 R.10.

13, 2Cr 23:21-23. y con Jesus en el N.T. muchas veces, como ahora veremos.

3- Los miembros de una misma religión se llaman “hermanos” espirituales, no nacidos de la misma madre. Así­ en Hec 1:14-15, los “hermanos” de Jesús eran 120.

Hermanos de Jesús El N.T. menciona, al menos 25 veces, los hermanos de Jesús. En ninguna ocasión son hermanos carnales, sino hermanos de religión o parientes del mismo clan o tribu: En Hec 1:14-15 : Los hermanos son en número de unos 120; son “hermanos de religión” ¡la Virgen nunca tuvo 120 hijos!.

En Gal 1:20 : Menciona a Santiago, el “hermano del Senor”: De los dos Santiagos, uno era hijo de Zebedeo, “primo” de Jesús; el otro, era hijo de Marí­a la de Cleofás, también “primo” de Jesús, y todos viví­an en la misma tribu o clan; los conocí­an como “hermanos”, aunque eran hijos de distintos padres.

(Mar 15:40).

En Mar 6:3 : Menciona a Jesús, el carpintero, el hijo de Marí­a: No dice el mayor o menor, sino “el hijo”, porque no habí­a confusión, ¡sólo tení­a uno!. Después menciona los nombres de 4 “hermanos” de Jesús. y en Mar 15:40 dice que Santiago y José eran hijos de Marí­a la de Cleofás, hermana carnal de la Virgen, por lo tanto “primos” de Jesús. Judas, él mismo nos dice en su carta que era “hermano” de Santiago, así­ es también “primo” de Jesús. En Mat 13:55 y 27:56 nos muestra lo mismo que en las citas anteriores de San Marcos.

En 1Co 9:5 llama “hermana” a la “esposa”, que no era hermana carnal, sino de religión; y menciona a los “hermanos del Senor”, que no eran “hermanos carnales”, sino de tribu, “primos”, como los anteriores.

En Jua 7:3, Jua 7:5, Jua 7:10 se mencionan 3 veces los “hermanos” de Jesús, que eran los mismos “parientes” antes mencionados.

En Mat 12:46-50 se mencionan 6 veces los hermanos de Jesús: 2 veces son parientes, y 4 veces son “hermanos de religión”. Y el mismo pasaje to describen Mar 3:31-35 y Luc 8:19-21, con la misma explicación.

Rom 8:29 dice que Jesús es “el primogénito entre muchos hermanos”, ¡entre millones!, porque todos los cristianos somos “hermanos de Jesús”, y “hermanos entre sí­”. ¡y no sólo hermano de Padre, sino de Padre y de Madre!, para gloria de Dios. Ver “Madre”.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

vet, (a) Del mismo padre y de la misma madre (Gn. 27:6), o del mismo padre (Gn. 28:2), o de la misma madre (Jue. 8:19). (b) Uno que tiene la misma ascendencia, sobrino (p. ej., Gn. 14:16), o de la misma raza o de una nación salida de un mismo antepasado que los israelitas (Dt. 23:7; Neh. 5:7; Jer. 34:9). (c) Aliado (Am. 1:9) o correligionario (Hch. 9:17; 1 Co. 6:6; 2 Co. 2:12, 13). El plural designa frecuentemente a los discí­pulos de Cristo (Mt. 23:8; Ro. 1:13). Los que son nacidos de nuevo son doblemente hermanos, y como tales deben tratarse (Hch. 15:23; 1 Co. 16:20). (d) Hombre al que se ama con tanto afecto como al propio hermano o al que uno se dirige respetuosamente con este tratamiento (2 S. 1:26; 1 R. 20:32). (e) Sin exclusiones. todos los miembros de la gran fraternidad humana (Gn. 9:5; Mt. 5:22; 18:35).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

DJN
 
Los hermanos, miembros de una familia, deben vivir en amor y en armoní­a (Lc 15,27). Pero el cristiano es un hombre libre y, por tanto, no debe estar atado por los lazos de sangre familiar. Cuando se ofrezca un banquete, no hay que invitar a los hermanos y a los parientes (Lc 14,12.26); el que deja la familia, padres y hermanos, por seguir a Jesucristo, heredará aquí­ el ciento por uno y luego la vida eterna (Mt 19,29; Mc 10,29-30; Lc 14,26; 18,29). Llegará un tiempo en que se harán la guerra hermanos a hermanos, padres a hijos e hijos a padres (Mt 10,21; Mc 13,12; Lc 21,16). En la otra vida no habrá hermanos y hermanas, esposos y esposas; todos constituiremos una familia universal, como los ángeles del cielo (Mt 22,24-30; Mc 12,19-25; Lc 20,28-36).

de Jesús. – Los evangelios hablan de hermanos y hermanas de Jesús (Mt 12,46-47; 13,55-56; Mc 13,31-32; 6,3; Lc 8,19-20; Jn 2,12; 7,3.5.10). ¿Qué significado hay que dar aquí­ a la palabra “hermano”? Los crí­ticos acatólicos afirman que se trata de verdaderos hermanos, hijos del mismo matrimonio; hay católicos que defienden que se trata de hermanos de padre y que San José tuvo en un matrimonio anterior. Ni una ni otra afirmación pueden ser probadas. Nosotros sabemos que la Santí­sima Virgen concibió virginalmente a Jesús por obra del Espí­ritu Santo y que permaneció siempre virgen. Digamos que el que Jesús sea llamado el “primogénito” sólo quiere decir que fue el primer hijo, pero no implica que la madre tuviera otros hijos. Digamos también que la palabra griega adelfos tiene prácticamente la significación de nuestra lengua: hermanos son los hijos del mismo matrimonio. Pero hemos de decir también que adelfoi traduce la palabra hebrea ah, la cual tiene el significado amplio de pariente de sangre, consanguí­neo en el grado que sea. Así­ tenemos que a Lot se le llama indistintamente sobrino y hermano de Abrahán (Gén 13,8 y Gén 14,14). Aparte de estos hermanos, digamos mejor “parientes” de Jesús, hay otros, a los que el mismo Jesús llama hermanos, que somos todos los hombres, pero de una manera especial los pobres y los humildes (Mt 25,40), los apóstoles (Mt 28,10; Jn 20,17) y los que hacen la voluntad de su Padre (Mt 12,48-50; Mc 3,33-35; Lc 19,21).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Fuente: Diccionario Vine Antiguo Testamento

adelfos (ajdelfov”, 80) denota hermano o pariente cercano; en forma plural, una comunidad basada en una identidad de origen o vida. Se usa de: (1) hijos varones de los mismos padres (Mat 1:2; 14.3); (2) descendientes varones de los mismos padres (Act 7:23,26; Heb 7:5); (3) hijos varones de la misma madre (Mat 13:55; 1Co 9:5; Gl 1.19); (4) personas de la misma nacionalidad (Act 3:17,22; Rom 9:3). Con “varones” (aner, varón), como prefijo, se usa solo en discursos (Act 2:29,37, etc.); (5) cualquier hombre, un vecino (Luk 10:29; Mat 5:22; 7.3); (6) personas unidas en un interés común (Mat 5:47); (7) personas unidas por una común vocación (Rev 22:9); (8) la humanidad (Mat 25:40; Heb 2:17; Joh 20:17); (10) los creyentes, con abstracción de su sexo (Mat 23:8; Act 1:15; Rom 1:13; 1Th 1:4; Rev 19:10 la palabra “hermanas” se usa de creyentes solo en 1Ti 5:2); (11) creyentes, con aner, varón, como prefijo, y con “o hermana” añadido (1Co 7:15; Jam 2:15, varón en distinción a mujer; Act 1:16; 15.7,13, pero no 6.3) (de Notes on Thessalonians, por Hogg y Vine, p. 32). Notas: (1) Palabras relacionadas son adelfotes, primariamente, una relación fraternal, y por ello, la comunidad poseyendo esta relación, una hermandad (1Pe 2:17; 5.9), véase FRATERNIDAD;¶ filadelfos (de fileo, amar, y adelfos, hermano), afectuoso con los hermanos (1Pe 3:8), se traduce “amándoos fraternalmente” (RV, RVR);¶ filadelfia, “amor fraternal” (Rom 12:10; 1Th 4:9; Heb 13:1; 1Pe 1:22); en 2Pe 1:7 se traduce “afecto fraternal”;¶ el término pseudoadelfos significa “falsos hermanos” (2Co 11:26; Gl 2.4).¶ (2) En Luk 6:16 y Act 1:13, la RV, RVR y RVR77 tienen “hermano” frente a “hijo” en LBA.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

(adeiphos)

En casi todos sus empleos paulinos (133 entre 343 en el Nuevo Testamento), este término significa el parentesco espiritual de los cristianos, miembros de una misma “Iglesia de Dios”. Este parentesco se basa en el acto por el que Dios, a los que conoció de antemano, los destinó también desde el principio a reproducir la imagen de su Hijo, llamado a ser el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8,29, en donde imagen de su Hijo significa el ser mismo del Hijo con el que los cristianos tienen que conformarse). Es su exaltación junto al Padre lo que hace que Cristo, el primogénito de los salvados, se convierta en hermano suyo. Pablo se hace eco de este modo de una tradición atestiguada en Mt 28,10; Jn 20,17; Heb 2,11-12. El uso paulino de “hermanos” muestra que, en el apóstol, la eclesiologí­a es fundamentalmente cristológica.

M. G.

AA. VV., Vocabulario de las epí­stolas paulinas, Verbo Divino, Navarra, 1996

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas

La palabra “hermano”, en el sentido más fuerte, designa a los hombres nacidos de un mismo seno materno (Gén 4,2). Pero en hebreo, como en otras muchas lenguas, se aplica por extensión a los miembros de una misma familia (Gén 13.8; Lev 10,4; cf. Mc 6,3), de una misma tribu (2Sa 19,13), de un mismo pueblo (Dt 25, 3; Jue 1,3), por oposición a los *extranjeros (Dt 1,16; 15,2s), y finalmente a los pueblos descendientes de un mismo antepasado, como Edom e Israel (Dt 2,4; Am 1,11). Al lado de esta fraternidad fundada en la carne conoce la Biblia otra, cuyo ví­nculo es de orden espiritual: fraternidad por la fe (Act 2,29), la simpatí­a (2Sa 1,26), la función semejante (2Par 31,15; 2Re 9,2), la alianza contraí­da (Am 1,9; l Re 20.32; I Mac 12,10)… Este uso metafórico de la palabra muestra que la fraternidad humana, como reajidad vivida, no se limita al mero parentesco de sangre, aun cuando ésta constituya su fundamento natural. La revelación no parte de la reflexión filosófica sobre la “comunidad de naturaleza” que hace a todos los hombres hermanos. No ya que rechace el ideal de fraternidad universal, sino que sabe que es irrealizable y considera engañosa su prosecución mientras no se lo busca en Cristo. Además, en éste pone ya la mira el AT a través de las comunidades elementales, familia, pueblo, religión; y finalmente el NT comienza a realizarlo en la comunidad de la Iglesia.

AT. HACIA LA FRATERNIDAD UNIVERSAL. 1. En los orí­genes. Al crear Dios el género humano “de un solo principio)) (Act 17,26; cf. Gén 1-2), depositó en el corazón de los hombres la aspiración a una fraternidad en *Adán; pero este sueño no se hace realidad sino a través de larga preparación. En efecto, para comenzar, la historia de los hijos de Adán es la de una fraternidad rota : Caí­n mata a Abel por envidia; no quiere ni siquiera saber dónde está su hermano (Gén 4,9). Desde Adán era la humanidad pecadora. Con Caí­n se desenmascara en ella un rostro de *odio, que ella misma tratará de velar tras el mito de una bondad humana original. El hombre debe reconocer que el pecado está agazapado a la puerta de su corazón (Gén 4,7): tendrá que triunfar de él si no quiere que él lo domine.

2. La fraternidad en la alianza. Antes de que Cristo asegure este triunfo, el pueblo elegido va a pasar por un largo aprendizaje de la fraternidad. No ya de golpe la fraternidad con todos los hombres, sino la fraternidad entre hijos de *Abraham, por la fe en el mismo Dios y por la misma *alianza. Tal es el ideal tropieza siempre con la dureza dad israelita, tal como la ven los amarás a tu *prójimo” (Lev 19,17s). ¡Nada de disputas, de rencores, de venganzas! Asistencia positiva, como la que exige la ley del levirato a propósito del deber esencial de *fecundidad: cuando un hombre muere sin hijos, el pariente más próximo debe “suscitar posteridad a su hermano” (Dt 25,5-10; Gén 38,8.26). Las tradiciones patriarcales refieren hermosos ejemplos de esta fraternidad : Abraham y Lot evitan las discordias (Gén 13,8), Jacob se reconcilia con Esaú (33,4), José perdona a sus hermanos (45,1-8).

Pero la puesta en práctica de tal ideal definido por la ley de santide los corazones humanos. La sociedad: “No odiarás a tu hermano…, profetas, dista bastante de esta meta. Nada de amor fraterno (Os 4,2); “nadie tiene consideraciones con suhermano” (Is 9,18ss); la injusticia es universal, ya no hay confianza posible (Miq 7,2-6); no puede uno “fiarse de ningún hermano, pues todo hermano quiere suplantar al otro” (Jer 9,3), y Jeremí­as mismo es perseguido por sus propios hermanos (Jer 11,18; 12,6; cf. Sal 69,9). A este mundo duro hacen presentes los profetas las exigencias de la *justicia. de la bondad, de la compasión (Zac 7,9s). El hecho de tener a su creador por *padre común (Mal 2,10), ¿no confiere a todos los miembros de la alianza una fraternidad más real todaví­a que su común descendencia de Abraham (cf. Is 63,16)? Igualmente los sabios ensalzan la verdadera fraternidad. Nada más doloroso que el abandono de los hermanos (Prov 19, 7; Job 19,13); pero un verdadero hermano ama siempre, aunque sea en la adversidad (Prov 17,17); no se lo puede cambiar por oro (Eclo 7, 18), pues “un hermano ayudado por su hermano es una plaza fuerte” (Prov 18,19 LXX). Dios odia las querellas (Prov 6,19), ama la concordia (Eclo 25,1). “¡Oh! ¡qué bueno y agradable es vivir los hermanos juntos!” (Sal 133,1).

3. Hacia la reconciliación de los hermanos enemigos. El don de la ley divina no basta, sin embargo, para rehacer un mundo fraterno. A todos los niveles se echa de menos la fraternidad humana. Más allá de las querellas individuales ve Israel disolverse el ví­nculo de las tribus (cf. IRe 12,24), y el cisma tiene como consecuencia guerras fratricidas (p.e., Is 7,1-9). Al exterior tropieza con los pueblos-hermanos más próximos, como Edom, al que tiene el deber de amar (Dt 23,8), pero que por su parte no tiene la menor consideración con él (Am 1, 11; cf. Núm 20,14-21). ¿Qué decir de las naciones más alejadas, divididas por un *odio riguroso? En presencia de este pecado colectivo, los profetas se vuelven a Dios. El solo podrá restaurar la fraternidad humana cuando realice la *salvación escatológica. Entonces reunirá a Judá y a Israel en un solo pueblo (Os 2,2s.25), pues Judá y Efraí­m no se tendrán ya envidia (Is 11,13s); reunirá a Jacob entero (Miq 2,12), será el Dios de todos los clanes (Jer 31,1); los “dos pueblos” caminarán de acuerdo (Jer 3,18), gracias al *rey de justicia (23,5s), y ya no habrá sino un solo reino (Ez 37,22). Esta fraternidad se extenderá finalmente a todas las *naciones: reconciliadas entre sí­, recobrarán la *paz y la *unidad (Is 2,1-4; 66,18ss).

NT. TODOS, HERMANOS EN JESUCRISTO. El sueño profético de fraternidad universal se convierte en realidad en Cristo, nuevo *Adán. Su realización terrena en la Iglesia, por imperfecta que sea todaví­a, es el signo tangible de su cumplimiento final.

1. El primogénito de una multitud de hermanos. Con -u muerte en la *cruz vino a ser Jesús el “primogénito de una multitud de hermanos” (Rom 8,29): *reconcilió con Dios y entre ellas a las dos fracciones de la humanidad: el pueblo *judí­o y las *naciones (Ef 2,11-18). Juntas tienen ahora acceso al *reino, y el hermano mayor, el pueblo judí­o, no debe tener celos del pródigo, regresado por fin a la casa del Padre (Le 15,25-32). Pero para entrar en esta nueva fraternidad no basta ya ser hijo de Abraham según la carne : por la *fe y por el cumplimiento de la *voluntad del Padre viene uno a ser hermano de Jesús (Mt 12.46-50 p; cf. 21, 28-32). Fraternidad real y profunda que permite al resucitado designar a sus *discí­pulos como sus hermanos (Mt 28,10; cf. Jn 20,17); pero él mismo es quien la ha recreado, al hacerse por su muerte semejante en todo a ellos (Heb 2,17).

2. La comunidad de los hermanos en Cristo. Jesús mismo, mientras viví­a, echó los fundamentos y enunció la ley de la nueva comunidad fraternal: reiteró y perfeccionó los mandamientos concernientes a las relaciones entre hermanos (Mt 5,21-26), dando un lugar importante a la corrección fraterna (Mt 18,15ss). Si este último texto deja entrever una comunidad limitada, de la que se puede excluir al hermano infiel, en otro pasaje se puede ver que está abierta a todos (Mt 5,47): cada uno debe ejercitar su amor para con el más pequeño de sus hermanos desgraciados, pues en ellos encuentra siempre a Cristo (Mt 25,40). Después de la resurrección, una vez que Pedro ha “fortalecido a sus hermanos” (Le 22,31s), los discí­pulos constituyen, pues, entre ellos una “fraternidad” (lPe 5,9). Al principio continúan, sí­, dando el nombre de “hermanos” a los judí­os, sus compañeros de raza (Act 2,29; 3,17…). Pero Pablo no ve ya en ellos sino a sus hermanos “según la carne” (Rom 9,3). En efecto, una nueva raza ha nacido á partir de los judí­os y de las naciones (Act 14, Is), reconciliada en la fe en Cristo. Nada divide ya entre sí­ a los miembros, ni siquiera la diferencia de condición social entre amos y esclavos (Flm 16); todos son *uno en Cristo, todos hermanos, fieles muy amados de Dios (p.e., Col 1,2). Tales son los verdaderos hijos de Abraham (Gál 3,7-29): constituyendo el *cuerpo de Cristo (lCor 12,12-27) han hallado en el nuevo *Adán el fundamento y la fuente de su fraternidad.

3. El amor fraterno. El *amor fraterno se practica en primer lugar en el seno de la comunidad creyente. Esta “filadelfia sincera” no es una mera filantropí­a natural: no puede proceder sino del “nuevo *nacimiento” (lPe 1,22s). No tiene nada de platónico, pues si trata de alcanzar a todos los hombres, se ejerce en el interior de la pequeña comunidad: huida de las disensiones (Gál 5,15), apoyo mutuo (Rom 15,1), delicadeza (1Cor 8,12). Este amor fraterno es el que consuela a Pablo a su llegada a Roma (Act 28,15). En su epí­stola parece Juan haber dado a la palabra “hermano” una extensión universal que otras veces se reserva más bien a la palabra “*prójimo”. Pero . su enseñanza es la misma y el autor sitúa netamente el amor fraterno en los antí­podas de la actitud de Caí­n (Un 3,12-16), haciendo de él el signo indispensable del amor para con Dios (1Jn 2,9-12).

4. Hacia la fraternidad perfecta. Sin embargo, la comunidad de los creyentes no se realizó jamás perfectamente ya aquí­ en la tierra : en ella pueden hallarse indignos (1Cor 5,11), pueden introducirse falsos hermanos (Gál 2,4s; 2Cor 11,26). Pero sabe que un dí­a el diablo, el acusador de todos los hermanos delante de Dios, será derrocado (Ap 12,10). La comunidad, en tanto llega esta victoria final, que le permitirá realizarse con plenitud, da ya testimonio de que la fraternidad humana está en marcha hacia el *hombre nuevo, por el que se suspiraba desde los orí­genes.

-> Amor – Iglesia – Enemigo – Odio – Prójimo – Unidad – Venganza.

LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Teologí­a Bí­blica, Herder, Barcelona, 2001

Fuente: Vocabulario de las Epístolas Paulinas