LLAVE

(heb., maphteah, abridor). Una llave oriental era hecha de madera, con clavos o ganchos de madera que cabí­an en orificios correspondientes en el cerrojo que mantení­a la puerta cerrada (Jdg 3:25). Figurativamente, un sí­mbolo de autoridad, llevado sobre el hombro (Isa 22:20-22). El término gr., klei, significa algo que cierra (Luk 11:52); simbólico de la autoridad dada a Pedro (Mat 16:19), pero que Jesús retiene (Rev 1:18; Rev 3:7); la llave que mantiene a las fuerzas destructivas (Rev 9:1) y a Satanás (Rev 20:1) en el abismo sin fondo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(abridor).

Es sí­mbolo de autoridad en la Biblia.

Hay 3 clases de llaves en la Biblia.

1- Las del Cielo, que son las que le prometió Jesús a Pedro, Mat 16:19. 2- Las llaves del Infierno, Rev 1:18.

3- Las llaves de la muerte, Rev 1:18. Jesús sólo le prometió a Pedro las: llaves del Cielo, pero se guardó para El las llaves de la muerte y las del Infierno, por eso la Iglesia puede decir quién está en el Cielo, quiénes son “Santos”, pero no puede decir, ni saber quiénes están en el Infierno, ni el dí­a, ni la hora de la muerte, porque las llaves del Infierno y las de la muerte se las reserva Cristo para E
(Rev 1:18).

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Para asegurar sus puertas, los israelitas utilizaban mayormente una pieza de madera puesta en tal forma que impedí­a que se abrieran. Por lo general, esta pieza se poní­a horizontalmente, cruzando las hojas de la puerta e incrustándose a ambos lados de la pared en huecos hechos al efecto. En caso de fortalezas o murallas la pieza podí­a ser de hierro (Neh 3:3). Las cerraduras eran mecanismos que se poní­an en las puertas para mover un pivote interno que las aseguraba. El pivote podí­a ser movido a voluntad desde el exterior por medio de una l. (Jue 3:25), la cual casi siempre era bastante grande. Podí­an ser de 18 cm hasta 70 cm de largo. Posiblemente esto explique parte de la expresión: †œPondré la l. de la casa de David sobre su hombro; y abrirá, y nadie cerrará; cerrará, y nadie abrirᆝ (Isa 22:22). A eso se añade el hecho de que el tener la l. era utilizado en el lenguaje corriente para simbolizar autoridad y poder.

Las palabras del Señor Jesús a los †œintérpretes de la ley†, diciéndoles que habí­an †œquitado la l. de la ciencia† son una figura que indica que los escribas actuaban y enseñaban de tal modo que ni entraban ellos al reino de los cielos, ni dejaban que los demás lo hicieran (Luc 11:52). Sin embargo, a Pedro le prometió el privilegio de abrir las puertas de ese reino por medio de la predicación del evangelio (†œY a ti te daré las l. del reino de los cielos† [Mat 16:19]). El Señor Jesús es quien tiene †œlas l. de la muerte y del Hades† (Apo 1:18) y †œla l. de David†. él es quien †œabre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre† (Apo 3:7).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, UTEN TIPO

ver, CERRADURA

vet, En Oriente (Jue. 3:25) era una pieza de madera que serví­a para levantar o mover la barra que cerraba la puerta por detrás. La llave no se giraba. (Véase CERRADURA.) Se poní­a en la cintura o, en ocasiones, debido a su gran tamaño, se cargaba sobre el hombro. Podí­an medir de 15 a 60 cm. de longitud (cfr. Is. 22:22). Simbólicamente se usan de la autoridad de abrir y cerrar. Eliaquim, en el ya citado pasaje de Is. 22:22, es un tipo del Señor Jesús tal como aparece en Ap. 3:7, que tiene las llaves del Hades y de la muerte (Ap. 1:18). A Pedro le fueron dadas las llaves del reino de los cielos (Mt. 16:19). Cumplió su función abriéndolo a los judí­os (Hch. 2) y a los gentiles (Hch. 10). El Señor acusó a los doctores de la ley de quitar la llave de la ciencia (Lc. 11:52). Esto lo hicieron mediante sus tradiciones y dificultando a aquellos que hubieran querido entrar en las bendiciones ofrecidas y logradas por Cristo. Bibliografí­a: Para una mayor consideración del verdadero significado de “las llaves” dadas a Pedro, ver: Lacueva, F.: “La Iglesia, cuerpo de Cristo” (Clí­e, Terrassa, 1973, PP. 63-64) y “Catolicismo Romano” (Clí­e, Terrassa, 1972).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Instrumento que sirve para abrir o cerrar una cerradora. Desde tiempos muy antiguos los hombres han buscado e ideados diversos sistemas y artilugios para defender sus propiedades e impedir el acceso a ellas de extraños. La llave se convierte así­ en un signo de intimidad, de propiedad y de dominio en la propia realidad.

Cuando Jesús promete a Pedro darle “las llaves (keio) de los cielos, para abrir y cerrar” (Mt, 16.19) está aludiendo al poder y al servicio de proteger y dirigir.

Cuando echa en cara a los fariseos haberse apoderado de las “llaves de la ciencia” les está afeando la pretensión de tener una autoridad o pretendido poder que no viene de Dios y el no reconoce (Lc. 11.52; Mt 23.13). Cuando Jesús recomienda “cerrar la puerta con llave para orar en el propio aposento” (Mt.6.6), está pidiendo dominio de si mismo y cultivo de la intimidad.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

La palabra †œllave† se usa en la Biblia tanto de manera literal como figurada para referirse a un utensilio que se utiliza para cerrar o abrir puertas.
En tiempos bí­blicos la llave solí­a ser una pieza de madera plana con unos dientes que se correspondí­an con ciertos agujeros de un cerrojo o barra colocado en el lado interior de la puerta de la casa. La llave serví­a para desplazar hacia un lado esta barra o cerrojo del lado interior de la puerta, y no se hací­a girar dentro de la cerradura como en el caso de la llave moderna. A menudo se llevaba en el cinto o se ataba a algún otro objeto y se llevaba sobre el hombro. (Isa 22:22.)
Las llaves egipcias de bronce o hierro que se han hallado consisten en una tija recta de aproximadamente trece centí­metros de longitud, con tres o más dientes salientes en el extremo. Los romanos también usaban llaves de metal, algunas incluso del tipo que se hace girar dentro de la cerradura. En Palestina también se han descubierto llaves de bronce.
El rey moabita Eglón tení­a una cerradura con llave en la puerta de su cámara del techo. (Jue 3:15-17, 20-25.) Después del exilio, se encargó a ciertos levitas el servicio de guardia del templo, y se les puso como †œencargados de la llave, aun de abrir de mañana en mañana†. (1Cr 9:26, 27.)

Uso figurado. La Biblia emplea el término †œllave† en sentido figurado para simbolizar autoridad, gobierno y poder. Cuando Eliaquim ascendió a un puesto de confianza y honor, se dice que le pusieron †œla llave de la casa de David sobre su hombro†. (Isa 22:20-22.) En tiempos más recientes, en el Oriente Medio poner una llave grande sobre el hombro de un hombre indicaba que se trataba de una persona importante o distinguida. Antiguamente, el consejero del rey al que se le encargaban las llaves podí­a tener supervisión general de las cámaras reales y también podí­a decidir respecto a los candidatos para el servicio del rey. En el mensaje angélico a la congregación de Filadelfia se dice que el ensalzado Jesucristo tiene la †œllave de David† y que él es †œel que abre de modo que nadie cierre, y cierra de modo que nadie abra†. (Rev 3:7, 8.) Como Heredero del pacto daví­dico para el Reino, a Jesucristo se le ha encomendado el gobierno de la casa de la fe y la jefatura del Israel espiritual. (Lu 1:32, 33.) Por medio de su autoridad, simbolizada por †œla llave de David†, puede abrir o cerrar puertas figurativas, es decir, oportunidades y privilegios. (Compárese con 1Co 16:9; 2Co 2:12, 13.)

¿De qué manera utilizó Pedro †œlas llaves del reino† que se le confiaron?
Jesús le dijo a Pedro: †œYo te daré las llaves del reino de los cielos, y cualquier cosa que ates sobre la tierra será la cosa atada en los cielos, y cualquier cosa que desates sobre la tierra será la cosa desatada en los cielos†. (Mt 16:19.) Para desentrañar el significado de estas llaves, hay que basarse en otra información bí­blica. Jesús hizo otra referencia a llaves cuando dijo a los lí­deres religiosos versados en la Ley: †œÂ¡Ustedes […] quitaron la llave del conocimiento; ustedes mismos no entraron, y a los que estaban entrando los estorbaron!†. (Lu 11:52.) Al comparar este texto con Mateo 23:13, se ve que el †˜entrar†™ al que se refiere tiene que ver con la entrada al †œreino de los cielos†. Por consiguiente, el que Jesús empleara la palabra †œllave† en su comentario a Pedro indicarí­a que este tendrí­a el privilegio de dar comienzo a un programa de enseñanza por medio del que se abrirí­an oportunidades especiales relacionadas con el Reino celestial.
A diferencia de los lí­deres religiosos hipócritas de aquel tiempo, Pedro sí­ se valió del conocimiento provisto por Dios para ayudar a otras personas a †˜entrar en el reino†™, y lo hizo en tres ocasiones señaladas. La primera fue en el Pentecostés de 33 E.C., cuando bajo inspiración reveló ante una multitud de personas que Jehová Dios habí­a resucitado a Jesús y lo habí­a ensalzado a su propia diestra en los cielos, y que este habí­a derramado el espí­ritu santo sobre sus discí­pulos congregados desde esa posición real. Como resultado de este conocimiento y por su respuesta al llamamiento de Pedro, al decirles: †œArrepiéntanse, y bautí­cese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados, y recibirán la dádiva gratuita del espí­ritu santo†, unos 3.000 judí­os y conversos al judaí­smo decidieron hacerse miembros en perspectiva del †œreino de los cielos†. A este primer grupo le siguieron otros miembros del pueblo judí­o que imitaron su ejemplo. (Hch 2:1-41.)
Una segunda ocasión fue cuando enviaron a Pedro y a Juan a los samaritanos, que aunque habí­an sido bautizados, no habí­an recibido el espí­ritu santo. Una vez entre ellos, los dos apóstoles †œoraron† y †œse pusieron a imponerles las manos† y aquellos discí­pulos recibieron el espí­ritu santo. (Hch 8:14-17.)
La tercera ocasión en que se dirigió a Pedro de manera especial con el fin de extender a otras personas los privilegios propios de los herederos del Reino se produjo cuando Dios le envió a la casa de un gentil llamado Cornelio, por entonces centurión romano. Por revelación divina, Pedro puso de manifiesto la imparcialidad de Dios con relación a los judí­os y los gentiles, e indicó que si la gente de las naciones temí­a a Dios y obraba justicia, podí­a ser tan aceptable a Dios como los judí­os. Mientras Pedro exponí­a este conocimiento a los gentiles, espí­ritu santo cayó sobre todos ellos y milagrosamente se pusieron a hablar en lenguas. A continuación fueron bautizados, y así­ llegaron a ser los primeros miembros gentiles en perspectiva del †œreino de los cielos†. A partir de entonces, permanecerí­a abierta para los creyentes gentiles la oportunidad de llegar a formar parte de la congregación cristiana. (Hch 10:1-48; 15:7-9.)
Mateo 16:19 se puede traducir con exactitud gramatical: †œCualquier cosa que ates sobre la tierra será la cosa atada [o, la cosa ya atada] en los cielos, y cualquier cosa que desates sobre la tierra será la cosa desatada [o, la cosa ya desatada] en los cielos†. Por ello, algunas versiones leen: †œTodo lo que ates en la tierra habrá sido atado en el cielo, y lo que desates en la tierra habrá sido desatado en los cielos† (Val, 1989). †œLo que tú no permitas en la tierra, no ha de haber sido permitido en el cielo, y lo que permitas en la tierra, ha de haber sido permitido en el cielo† (TNV; véanse también NTI y Val, nota). Dado que otros textos explican con claridad que el verdadero Cabeza de la congregación cristiana continuaba siendo el resucitado Jesús, es obvio que su promesa a Pedro no significaba que este apóstol dictarí­a a los cielos lo que deberí­a desatarse o no, sino que, más bien, se le utilizarí­a como instrumento del cielo para abrir o desatar cosas determinadas de antemano. (1Co 11:3; Ef 4:15, 16; 5:23; Col 2:8-10.)

†œLa llave del abismo.† En Revelación 9:1-11 se presenta la visión de una †œestrella† caí­da del cielo a la que se da la †œllave del hoyo del abismo† y abre ese hoyo para liberar a un enjambre de langostas cuyo rey era el †œángel del abismo†. Puesto que según Romanos 10:6, 7, el abismo debe incluir el Hades (aunque no se limita al Hades), parece ser que la †œllave del hoyo del abismo† comprende también las †œllaves de la muerte y del Hades†, que según Revelación 1:18 posee el resucitado Jesucristo. Estas †œllaves† simbolizan la autoridad que Jesús tiene de liberar a las personas de un confinamiento cuyo poder no puede doblegar nadie salvo el propio Dios o su representante autorizado. Por consiguiente, la autoridad que las †œllaves† representan incluye tanto el poder de resucitar en sentido literal, como el poder de liberar a los que se encuentran en una condición de muerte figurativa. (Jn 5:24-29; compárese con Rev 11:3-12; véase MUERTE [Cambio en la condición espiritual].) La última vez que se habla del uso de la †œllave del abismo† es en el pasaje de Revelación 20:1-7, donde la visión representa a un ángel que, provisto de esa llave, arroja a Satanás en el abismo y a continuación lo cierra y sella sobre él por mil años. Al final de ese perí­odo, se libera a Satanás de su †œprisión†, para lo que habrá de emplearse la †œllave† de autoridad. (Véase ABISMO.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

kleis (kleiv”, 2807), llave. Se usa metafóricamente: (a) de “las llaves del Reino de los cielos”, que el Señor dio a Pedro (Mat 16:19), y mediante las cuales él iba a abrir la puerta de la fe, como lo hizo para los judí­os en Pentecostés, y para los gentiles en la persona de Cornelio, actuando bajo una comisión de Cristo, mediante el poder del Espí­ritu Santo. Tuvo precedencia en esto sobre sus condiscí­pulos, no en autoridad, sino cronológicamente, sobre la base de su confesión de Cristo (v. 16); esta misma autoridad fue también dada a los demás (Mat 18:18); (b) de “la llave de la ciencia” (Luk 11:52), esto es, del conocimiento de la voluntad revelada de Dios, mediante el cual las personas entraban en la vida que complace a Dios. Esta llave la habí­an quitado presuntuosamente los lí­deres religiosos del judaí­smo, de manera que ni entraban ellos ni permití­an que entrasen sus oyentes; (c) de “las llaves de la muerte y del Hades” (Rev 1:18, véase HADES), lo que indica la autoridad del Señor sobre los cuerpos y las almas de los hombres; (d) de “la llave de David” (Rev 3:7), referencia a Isa 22:22, hablando de la deposición de Sebna y de la investidura de Eliaquim, en términos evidentemente mesiánicos, siendo la metáfora la del derecho a la entrada en base de autoridad administrativa; la mención de David es simbólica de soberaní­a total; (e) de “la llave del pozo del abismo” (Rev 9:1). Aquí­ el simbolismo es el de autoridad competente; el abismo representa un pozo o entrada profunda a la región (véase ABISMO), de donde salió humo, sí­mbolo de engaño cegador; (f) de “la llave del abismo” (Rev 20:1); se tiene que distinguir de (e). El simbolismo es aquí­ el de la total supremací­a de Dios sobre la región de los perdidos y donde Satanás está destinado a quedar encerrado durante mil años.¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

Véase Atar Y Desatar.

Fuente: Diccionario de Teología

(heb. maftēaḥ, ‘abridor’; gr. kleis, ‘llave’). En su sentido literal esta palabra aparece solamente en Jue. 3.25; una llave era “un pedazo plano de madera con espigas correspondientes a los agujeros de un pestillo hueco. El pestillo se encontraba del lado de adentro, que encajaba en una cavidad en el marco de la puerta y se aseguraba con espigas que caían en los orificios del pestillo desde un trozo vertical de madera (la cerradura) asegurado a la parte interior de la puerta. Para abrir la puerta se metía la mano por un agujero en la misma (cf. Cnt. 5.4) y se levantaban las espigas en el pestillo por medio de las correspondientes espigas en la lave” (F. F. Bruce en °NCBR, pp. 260 [en cast. véase °NCBR]). En el sentido bíblico, más usual, este término es sinónimo de poder y autoridad (p. ej. Mt. 16.19; Ap. 1.18; Is. 22.22.

Véase tamb. el art. que sigue.

J.D.D.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico