MARTA

Luk 10:38 una mujer llamada M le recibió en su
10:41


Marta (gr. Mártha; del aram. Martâ’,”dama” y “señora”). Hermana de Marí­a y de Lázaro de Betania (Joh 11:1, 2). Probablemente era la mayor de los 3, pues su casa, adonde Jesús iba con frecuencia como amigo í­ntimo de la familia, es llamada la casa de Marta (Luk 10:38). Como buena dueña de casa, estaba muy preocupada por el bienestar fí­sico del Maestro y sus necesidades materiales, y le pidió que le dijera a su hermana Marí­a que la ayudara. Jesús, sin embargo, aunque apreciaba su diligencia, le contestó con palabras bondadosas que Marí­a en su afán por el alimento espiritual habí­a hecho una decisión sabia (vs 38-42). Ambas hermanas eran fervientes creyentes en Cristo (Joh 11:21-32). Cuando Jesús asistió al banquete en casa de Simón el leproso en Betania (Mat 26:6; Mar 14:3), Marta serví­a (Joh 12:2): ya sea como servidora doméstica, como algunos opinan, o como la esposa de Simón, como creen otros, pero no hay ninguna indicación en un sentido u otro en la narración bí­blica. Martillo. Traducción del: 1. Heb. maqqebeth y maqqâbâh, el martillo de carpintero, herrero o albañil (1Ki 6:7; Isa 44:12; Jer 10:4), así­ como la maza para clavar estacas en el suelo (Jdg 4:21). 2. Heb. halmûth (Jdg 5:26, “mazo”, RVR; “martillo de carpintero”, BJ). 3. Heb. pattîsh, el martillo del herrero (ls. 41:7) o del picapedrero (Jer 23:29), usado en forma figurada para los caldeos bajo Nabucodonosor (50:23). 4. Heb. kêlappôth (tomado del ac. kalapâti), que designa una barra o barrote más bien que un martillo (Psa 74:6). 5. Heb. mappêts, un “garrote” o cachiporra antes que un martillo (Jer 51:20). Era un arma de guerra muy común entre los egipcios primitivos y las naciones mesopotámicas. 6. Heb. mêÆ’its, emparentada 757 con la anterior (Pro 25:18). 7. Heb. sâgar, traducido en la RVR como “cerrar” (“pica”, en la BJ; Psa 35:3), pero que se compara mejor con el hacha doble de los escitas y los persas, llamada sagaris por Herodoto. El martillo como instrumento de guerra, un arma muy importante entre las naciones antiguas (como los hititas), no fue de gran importancia entre los israelitas y, por tanto, rara vez lo mencionan. Bib.: AWBL 11-13, 40-43, 59, 60, 77, 78; Herodoto i.215. 342. Cabeza de un martillo-hacha de guerra encontrado en Palestina.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hermana de Marí­a y Lázaro, residente en Betania. M. se quejó ante Jesús, de visita en su casa, porque su hermana Marí­a no le ayudaba en los oficios domésticos, y el Señor le dijo que se agitaba por muchas cosas, pero que una sola era necesaria, la escogida por Marí­a, lo espiritual, Lc 10, 38-42. Cuando la resurrección de su hermano Lázaro, Jesús le reveló lo importante de la fe para participar con él en la resurrección; M. le respondió: †œSí­, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo†, Jn 11, 17-27. M. serví­a la mesa cuando M. ungió los pies del Señor, Jn 12, 1-3.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(arameo dama, señora). Hermana de Lázaro y Marí­a de Betania.

Lucas menciona una visita de Jesús al hogar de Marta en una cierta aldea (Luk 10:38). Se infiere por esto que los queridos amigos de Jesús habí­an vivido en Galilea antes de mudarse a Betania. Las hermanas sabí­an que Jesús tení­a la habilidad de obrar milagros (Joh 11:3, Joh 11:5). El sin duda fue un huésped en el hogar de ellos durante sus últimos dí­as antes de ir al calvario (Mat 21:17; Mar 11:1, Mar 11:11). Marta era una anfitriona cuidadosa y tení­a suficiente confianza en Jesús como para quejarse con él de la conducta de su hermana (Luk 10:38-42) y de su demora en venir cuando Lázaro estaba enfermo (Joh 11:1-3, Joh 11:21). Ella le dio al Maestro la ocasión de presentar la gran declaración sobre la resurrección (Joh 11:25).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(senora).

Hermana de Lázaro y Marí­a, que viví­a en Betania, Luc 10:34-41, Jua 11:19-40.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

Fue la mujer de †¢Betania, hermana de †¢Marí­a y †¢Lázaro. Todo parece señalar que era la mayor de la familia, porque fue ella quien †œrecibió en su casa† al Señor y se le ve muy afanada en los preparativos para atenderle, junto con los demás invitados. Al quejarse al Señor porque su hermana Marí­a no le ayudaba, recibió una cariñosa amonestación por su exagerada preocupación por los detalles materiales (Luc 10:38-42). La iniciativa de M. volvió a manifestarse cuando oyó que el Señor vení­a para su casa a la muerte de su hermano, pues salió inmediatamente a recibirle (Jua 11:20), ocasión en la cual el Señor Jesús le animó a una maravillosa confesión de fe en él (Jua 11:27). Después de la resurrección de Lázaro M. serví­a feliz en una cena en Betania a la cual habí­an venido muchas personas para conocer el caso. Fue entonces que su hermana Marí­a ungió al Señor Jesús (Jua 12:1-8).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG MUJE MUNT

ver, MARíA (NT)

vet, (aram.: “dama, señora”). Hermana de Marí­a y de Lázaro de Betania (Jn. 11:1, 2), todos ellos muy adictos a Jesús. Marta quiso testimoniarle su afecto recibiéndolo de una manera digna. Marí­a, más contemplativa que su hermana, sólo deseaba escuchar al Señor. Marta pidió a Jesús que la reprendiera. El Señor le hizo comprender a Marta que el hambre espiritual de sus discí­pulos era más importante que las cargas que asumieran en devoción (Lc. 10:38- 42). Las dos hermanas tení­an una fe viviente (Jn. 11:21-32). La casa que ellos tení­an en Betania recibe el nombre de “casa de Marta” (Lc. 10:38). Durante otra comida en casa de Simón el leproso en Betania (Mt. 26:6; Mr. 14:3), estaba presente Lázaro, y de nuevo hallamos a Marta sirviendo. Esta fue la ocasión en que Marí­a ungió los pies de Jesús (Jn. 12:1-3). De estos hechos se puede deducir que Marta podí­a ser la esposa o viuda de Simón el leproso.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

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Hermana de Lázaro y Marí­a, cuya casa Jesús tomaba como hospedaje cuando acudí­a a Jerusalén (Jn. 11.1-44; Lc. 10. 38-42). En la piedad cristiana pasó siempre como modelo de mujer afanosa y llena de amor a Jesús, por cuyo bienestar se preocupaba. (Ver Mujer 2)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Primera confesión de fe cristiana (Jn 11,1-45) (-> Magdalena, Marta y Marí­a, resurrección). La tradición lucana (Lc 10,38-40) conoce a dos hermanas que, en gesto de amistad y servicio, reciben a Jesús, como ha señalado el tema anterior (Marta* y Marí­a). El evangelio de Juan conserva el recuerdo de Marta la trabajadora, que sirve en el banquete que ofrecen a Jesús en Betania, mientras Lázaro (tercer hermano) se sienta a comer y Marí­a queda libre para realizar su gesto profético de amor y servicio, ungiendo a Jesús para la muerte (Jn 12,1-8).

(1) Las funciones de Marta. El evangelio de Juan ha introducido otra escena (sobre la muerte y resurrección de Lázaro*) en la que Marta tiene una función propia, iniciando un diálogo con Jesús en el que pueden distinguirse tres momentos, (a) Reconoce el poder de Jesús, diciéndole: “Señor, si hubieras estado aquí­ no hubiera muerto mi hermano; pero aún ahora sé que Dios te concederá todo lo que le pidieres” (Jn 11,21-22). Ella entiende a Jesús como alguien que hace milagros: cura a los enfermos y resucita a los muertos, (b) Fe judí­a. Jesús responde a Marta diciéndole que su hermano resucitará y ella lo ratifica, pero desde la perspectiva tradicional del judaismo: “Resucitará en la resurrección del último dí­a” (Jn 11,23-24). Esta es la fe básica de los judí­os (por lo menos de los fariseos), tal como recuerda Pablo, presentando a Abrahán como padre y modelo de fe “porque creyó en el Dios que vivifica a los muertos y que llama al ser a las cosas que no existen” (Rom 4,17). (c) Fe cristiana. Pero a Jesús no le basta la respuesta judí­a que le empieza ofreciendo Marta, y así­, ante la tumba de Lázaro, el amigo y hermano muerto, él revela a Marta su misterio: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí­, aunque muera vivirá; y todo el que vive y cree en mí­ no morirá para siempre” (Jn 11,26). Esta es la fe cristiana (cf. Rom 4,24), expresada de forma cristológica. Lo que define el Evangelio no es una pura esperanza (¡habrá resurrección final para los justos!), sino la unión de los creyentes con el Cristo ya resucitado.

(2) La fe de Marta. La escena nos sitúa así­ en un lugar fronterizo, en la ruptura de nivel donde, superando la fe común de la escatologí­a judí­a (apoyada en la resurrección futura de los muertos), emerge la fe especí­ficamente cristiana: Jesús mismo es la resurrección ya realizada, el culmen de la historia, la revelación de Dios. Este es un misterio que Jesús proclama ante la tumba del amigo muerto y que Marta ratifica, proclamando así­ la primera confesión de fe especí­ficamente cristiana del Evangelio. Jesús le ha preguntado, en fórmula expresa: “¿Crees esto?”, ella ha respondido: “Sí­, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que ha venido a este mundo” (Jn 11,27). Al contestar así­, Marta aparece como la primera cristiana verdadera: reconoce a Jesús como el Cristo, Vida de Dios que está presente sobre el mundo. Ciertamente, ella sigue siendo servidora de los otros, como indica el texto posterior (Jn 12,2). Pero, desde el fondo de ese servicio, ella aparece como la primera en expresar y expandir la fe completa. Por eso, Juan no la tiene que presentar ya en los relatos de la pascua: ella no corre hacia la tumba vací­a (como hará la Magdalena), ni busca al cadáver del Señor en el jardí­n de la muerte como ella (cf. Jn 20,1.1118). Ha confesado su fe en Jesús que es vida de los hombres y su confesión permanece como tipo y modelo de fe para todos los creyentes. La resurrección de Lázaro su hermano, que vendrá después de su confesión, servirá como signo para confirmar la fe más honda y duradera de Marta en el Jesús, que es la resurrección y la vida, en el principio de la Iglesia.

Cf. M. Navarro, Ungido para la vida. Exégesis narrativa de Mc 14,3-9 y Jn 12,1-8, Verbo Divino, Estella 1999.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

“Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose dijo: Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude”. Lucas 10:40.

Léase Juan 11:1-45. Nos es difí­cil pensar en Marta sin traer a Marí­a a escena. Las dos son diferentes, es verdad. Marí­a era una cristiana quieta, que gustaba de escuchar a Jesús, sentada a sus pies. Marta estaba en continuo trají­n, afanándose por servir mejor al Maestro. Serí­a un error hacer el contraste entre las dos como de luz y tinieblas, bien o mal.

Jesús le dijo a Marta, cuando esta le instó a que ordenara a su hermana que la ayudara, que Marí­a habí­a escogido la buena parte, es decir algo mejor a la actividad incesante de Marta. Podrí­amos comparar diciendo que la una trabajaba con oro, y la otra con plata. Pero no hemos de olvidar que Dios en su soberana elección habí­a llamado a cada una a un servicio distinto. Isaí­as era un profeta, lo mismo Amós. Pero no se confundí­an. Juan era un evangelista; lo mismo Marcos, pero el Evangelio de Juan es distinto del de Marcos, como el mensaje de Isaí­as es distinto del de Amós. Cada uno cumplió su responsabilidad siguiendo su camino señalado.

Jesús no reprendió a Marta por que estaba ocupaba. La reprendió por que querí­a arrancar a Marí­a de los pies de Jesús, la porción que habí­a escogido su hermana. Marta probablemente miraba con desdén a su hermana arrobada escuchando a Jesús, no comprendiendo su quietud y misticismo. Para ella la vida era actividad y servicio. Pero, el servicio de ministrar misericordia y ayuda no lo es todo. En la iglesia hay también el ministerio de la palabra. El diácono que visita enfermos no puede menospreciar al pastor que predica la Palabra, pensando que serí­a mejor que él también visitara enfermos.

Marta, pues, tení­a su trabajo particular, y estaba orgullosa de hacerlo bien. Aquí­ es donde tiene su punto flaco. Era una mujer í­ntegra, que amaba ardientemente a Jesús, que se ocupaba de lo humilde para servir al maestro. En la vida se necesitan mujeres capaces y dispuestas como Marta, mujeres que puedan aceptar toda clase de responsabilidades. En la familia son absolutamente indispensables.

Marí­a escuchaba a Jesús, la mejor parte. Pero luego, todos ellos se sentaron a la mesa, bendecida por el Señor, pero servida por Marta.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1. ¿Queda justificado estimar en poco a Marta?
2. ¿Cómo podemos comparar el rango de Marta con el de Marí­a su hermana?
3. ¿Hay lugar en la Iglesia de Cristo para Martas?

Fuente: Mujeres de la Biblia

Mujer judí­a de Betania, hermana de Lázaro y de Marí­a. (Jn 11:1, 2.) Al parecer, Cristo visitaba a menudo su casa cuando estaba en las inmediaciones de Jerusalén. Le uní­an a estos tres hermanos lazos afectivos, pues se dice especí­ficamente: †œAhora bien, Jesús amaba a Marta y a su hermana y a Lázaro†. (Jn 11:5.)
Lucas informa que cuando Jesús entró en †œcierta aldea†, †œcierta mujer, de nombre Marta, lo recibió en la casa como huésped†. (Lu 10:38.) Sobre la base de Mateo 26:6, Marcos 14:3 y Juan 12:1-3, se ha dicho que Marta era la esposa, la viuda o incluso la hija de Simón el leproso. Sin embargo, en las Escrituras no se halla ninguna declaración especí­fica que apoye esta opinión.
En una ocasión, cuando Jesús visitó la casa de Lázaro, Marta y Marí­a, esta †œse sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra†, mientras que Marta †œestaba distraí­da atendiendo a muchos quehaceres†. Marta intentó que Marí­a la ayudara, diciendo: †œSeñor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender las cosas? Dile, por lo tanto, que me ayude†. Obviamente Marta estaba interesada en satisfacer las necesidades materiales de Jesús. Cristo aprovechó la ocasión para recalcar el sobresaliente valor de las cosas espirituales y con bondad la reprendió: †œMarta, Marta, estás inquieta y turbada en cuanto a muchas cosas. Son pocas, sin embargo, las cosas que se necesitan, o solo una. Por su parte, Marí­a escogió la buena porción, y no le será quitada†. (Lu 10:38-42.) Cristo hubiera estado satisfecho con una sola cosa para comer, con tal que Marta también obtuviese un mayor beneficio de su enseñanza.
Aunque pudiera parecer que Marta estaba excesivamente preocupada por las cosas materiales, no se deberí­a suponer que no tení­a interés en los asuntos espirituales. Después de la muerte de Lázaro, fue Marta quien acudió al encuentro de Jesús cuando este se dirigí­a a Betania, mientras que al principio Marí­a se quedó sentada en casa (posiblemente debido al pesar o por causa de los muchos amigos que los visitaban). Marta demostró fe en Cristo cuando dijo que Lázaro no hubiera muerto si él hubiese estado presente. También reconoció: †œYo sé que se levantará en la resurrección en el último dí­a†, mostrando que creí­a en la resurrección. Durante aquella conversación, Jesús explicó que él es †œla resurrección y la vida†, y que en caso de que muriese alguien que ejerciese fe en él, volverí­a a vivir. Cuando Cristo le preguntó a Marta: †œ¿Crees tú esto?†, ella claramente mostró su fe al responder: †œSí­, Señor; yo he creí­do que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, Aquel que viene al mundo†. (Jn 11:19-27.) Naturalmente, esto no descarta la posibilidad de que tuviese alguna duda respecto a lo que Jesús podí­a hacer o harí­a en el caso de su hermano muerto. (Compárese con la actitud de los apóstoles según se relata en Lu 24:5-11.) En la tumba de Lázaro, cuando Cristo ordenó que quitasen la piedra, Marta dijo: †œSeñor, ya debe oler mal, porque hace cuatro dí­as [que murió]†. Jesús le preguntó entonces: †œ¿No te dije que si creí­as habrí­as de ver la gloria de Dios?†. Ella fue testigo de esta gloria cuando se resucitó a su hermano. (Jn 11:39-44.)
Después de la resurrección de Lázaro, Cristo partió de allí­. Más tarde, volvió a Betania y se reunió con varias personas, entre ellas Marta, Marí­a y Lázaro, en casa de Simón el leproso. Se habí­a preparado una cena y de nuevo †œMarta estaba sirviendo†. Lázaro estaba en la mesa, y fue en aquella ocasión cuando Marí­a ungió a Jesús con un costoso aceite perfumado. (Jn 12:1-8; Mt 26:6-13; Mr 14:3-9.) Las Escrituras guardan silencio sobre los últimos años de la vida de Marta y cuándo y en qué circunstancias murió.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Este nombre se deriva de una forma arm. que no se encuentra en heb., y que significa “dama” o “señora”. Solamente aparece en el NT, y se aplica a una sola persona (Lc. 10.38–41; Jn. 11.1, 5, 19–39; 12.2). Marta era hermana de María, la que ungió al Señor poco antes de su muerte (Mt. 26.6ss, y pasajes paralelos); y Lázaro, a quien Jesús resucitó de entre los muertos (Jn. 11), era hermano de ellas. Según Jn. 11.1 la familia era de Betania, una aldea que probablemente se encontraba a unos 4 km de Jerusalén, en el camino a Jericó. De acuerdo con la forma en que narra los acontecimientos, Lucas parece sugerir que la casa de Marta estaba en Galilea (Lc. 10.38). Esta dificultad desaparece, sin embargo, si aceptamos la posibilidad de que el incidente está cronológicamente desubicado en Lucas (como opina HDB, 3, pp. 277), o, más razonablemente, si suponemos que se trataba de uno de los varios viajes de Jesús a Jerusalén durante los últimos seis meses de su vida terrenal (cf. Jn. 10.22).

Mateo, Marcos y Juan concuerdan todos en que nuestro Señor fue ungido en Betania, y Mateo y Marcos especifican (si suponemos que se refieren a la misma ocasión) que tuvo lugar en la casa de Simón el leproso. Como en el relato de Lucas, Jesús fue recibido en casa de Marta, quien sirvió la cena que tuvo lugar en casa de Simón el leproso en Betania, durante la cual María ungió a nuestro Señor, se ha supuesto que Marta era mujer (o quizás viuda) de Simón. Como en ambas ocasiones es ella quien toma la iniciativa, quizás podamos llegar a la conclusión de que ella era la hermana mayor.

En el relato de Lucas (10.38ss), el Señor reconviene suavemente a Marta por su impaciencia con su hermana y su excesiva preocupación por los detalles prácticos de la comida (v. 40). No era menos consagrada a Jesús que María (cf. su fiel respuesta al Señor, que registra Jn. 11.27), pero no logró comprender cuál forma de recibirlo le agradaría más: “sólo una cosa es necesaria”. Algunos de los ms(s). más antiguos tienen aquí, “pocas son las cosas necesarias, o más bien una” (así °vha). “Pocas” se refiere presumiblemente a provisión material, y “una” a comprensión espiritual.

Véase J. N. Sanders, “Those whom Jesus loved”, NTS 1, 1954–55, pp. 29ss; y el comentario sobre Lc. 10.38–42 en E. E. Ellis, The Gospel of Luke², 1974, pp. 161s (* María, 4).

S.S.S.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico