NINIVE

Jon 1:2; 3:2


Ní­nive (heb. Nînewêh; asir. Ninua y Ninâ; hit. Ninuwa; gr. Nineue, Ninéui; la etimologí­a y el significado son inciertos). Ciudad en la orilla oriental del Tigris, junto a la desembocadura de un pequeño tributario ahora conocido como Khosr (frente a la actual ciudad de Mosul; (fig 383), fundada por Nimrod (Gen 10:11). Mapa XI, B-5. Las excavaciones han mostrado restos que llegan hasta épocas muy antiguas. Sin embargo, su historia temprana es oscura, porque durante el 1er milenio de Asiria parece haber desempeñado sólo un papel secundario, mientras que otras ciudades, como Assur y Cala, fueron importantes como capitales del paí­s. La patrona de Ní­nive fue Ishtar, a quien Manishtusu de Acad construyó un templo en el s XXIII a.C. El culto a esta diosa llegó a ser muy popular entre los horeos y los hititas; incluso llegó a Egipto. Salmanasar I (c 1274-c 1244 a.C.) construyó el 1er palacio en Ní­nive, aunque mantuvo a la ciudad de Asur como sede de su gobierno, a unos 80 km al sur. Reyes posteriores le añadieron edificios públicos y, algunos, como Asurnasirpal II (884-859 a.C.) y Salmanasar III (850-824 a.C.), fijaron en ella su residencia durante partes de su reinado. Probablemente fue en tiempos de Adad-nirari III (810-782 a.C.) que Jonás predicara su mensaje de advertencia en las calles de Ní­nive, y como resultado del arrepentimiento temporario de sus habitantes se pospusiera la destrucción predicha de la malvada ciudad (Jon_1-4; cf 2Ki 14:25). El perí­odo más glorioso de Ní­nive comenzó con Senaquerib (705-681 a.C.). Desde ese tiempo fue la indiscutida capital del paí­s hasta su destrucción en el 612 a.C. Construyó una gran plataforma dentro de la ciudad y edificó su palacio sobre ella. Levantó un 2º palacio en otra parte de la misma, reconstruyó el sistema de fortificaciones y hermoseó las 15 puertas de acceso, cuyos nombres conocemos por un texto cuneiforme. Su hijo Esar-hadón (681-669 a.C.) añadió un nuevo palacio, y también lo hizo Asurbanipal (669-627? a.C.), el gran amante de los libros, que instaló en su palacio la 1ª gran biblioteca privada de la que tenemos registro (ahora conservada en el Museo Británico), y que nos dio más información acerca del mundo antiguo que cualquier otro descubrimiento individual hecho alguna vez en las tierras bí­blicas. Los sucesores de Asurbanipal, Asur-etililani y Sin-shar-ishkun (aunque es posible que los 2 nombres pertenecieron a la misma persona), no fueron lo suficientemente fuertes como para mantener intacto el imperio, y pronto pasaron a la defensiva por el ataque de Nabopolasar, que se estableció como rey de Babilonia (626 a.C.) y de los medos. En el 614 a.C., Asur cayó ante estos, como probablemente también Cala, y 2 años más tarde (612 a.C.) las fuerzas combinadas de Babilonia y de los medos sitiaron Ní­nive, que no habí­a visto ejércitos hostiles por siglos. Después de 3 meses, la ciudad cayó, y Sin-shar-ishkun murió con todo su séquito en las llamas de su propio palacio, al que, de acuerdo con las fuentes griegas, él mismo prendió fuego. Así­ comenzaron a cumplirse las profecí­as 842 383. Mapa de la Ní­nive antigua. 843 de Nahum (Nah_2 y 3) y la de Sofoní­as (Sof. 2:13-15), quienes váticinaron la suerte de Ní­nive. La gran ciudad no sólo fue totalmente destruida, sino que en poco tiempo fue completamente olvidada. Cuando Jenofonte con sus fuerzas armadas pasó cerca de sus ruinas 2 siglos más tarde, ni siquiera pudo saber el nombre de la gran metrópoli que habí­a florecido allí­. Por muchos siglos nadie supo dónde habí­a estado Ní­nive, aun cuando, con el paso del tiempo, algunos visitantes de Asiria hicieron sugerencias correctas cuando vieron los enormes montones de ruinas frente a Mosul, del otro lado del rí­o. Las excavaciones modernas han solucionado el misterio de la ubicación de Ní­nive. En un esfuerzo por descubrir el lugar, el francés Emile Botta comenzó excavaciones en 1842 en el montí­culo de la antigua ciudad, pero cuando vio pocos resultados de sus esfuerzos, se fue a Khorsabad, la antigua Dur-Sharrukin, y descubrió el palacio de Sargón, pensando que habí­a hallado Ní­nive. Austen Henry Layard comenzó a excavar Nimrûd, la antigua Cala, en 1845, también pensando que estaba sobre la antigua capital asiria. Ambos hombres estaban equivocados. Sólo más tarde, cuando Layard dirigió su atención a Kuyunjik, uno de los montí­culos de ruinas dentro de los confines de la histórica ciudad, empezaron a aparecer los templos y palacios de Senaquerib y Asurbanipal de la verdadera Ní­nive. Layard y Hormuzd Rassam fueron los arqueólogos de mayor éxito, desenterrando incontables tesoros de los montí­culos de escombros y tierra. Más tarde, Ross, Loftus y George Smith trabajaron en el lugar, y en el s XX, Budge, King, Thompson, Hutchinson y Mallowan hicieron posible la publicación de un libro que lleva por tí­tulo Un siglo de exploración en Ní­nive (por R. Campbell Thompson y R. W. Hutchinson [Londres, 1929]). Sin embargo, todo el trabajo se limitó a Kuyunjik, uno de los 2 montí­culos de la antigua ciudad; el otro, la colina de Neb§ Yunus (fig 287), sobre la cual hay una aldea moderna con una mezquita que los musulmanes creen que es la tumba del profeta Jonás (por tanto, inviolable), apenas ha sido tocada por los arqueólogos. Se sabe que debajo están las ruinas del palacio de Esar-hadón pero son inaccesibles para ellos. Varias de las puertas originales de la ciudad antigua han sido recientemente restauradas y, junto con partes de uno de los palacios excavados, son las únicas estructuras antiguas que todaví­a quedan en Ní­nive. Los que desean ver los objetos que antiguamente hermoseaban esta maravillosa ciudad deben ir a los museos de Europa, pero los que quieren ver con sus propios ojos el cumplimiento literal de las profecí­as del AT con respecto a esta metrópolis pueden hacerlo sencillamente vagando por sobre los montones cubiertos de polvo de esa antigua capital. El tamaño de Ní­nive se conoce fuera de toda duda, porque los muros de la ciudad son claramente visibles todaví­a. Sus ruinas forman largas y bajas colinas, con depresiones donde una vez estuvieron las puertas (fig 384). La longitud total de las antiguas murallas era de unos 12 km. La superficie encerrada por ellas, más bien triangular, era de unas 664 ha (fig 383). Si concedemos unos 42 m2 por persona, la antigua población dentro de los muros se puede estimar en unos 160.000 habitantes; muchos también habrí­an vivido fuera de la ciudad. Algunos consideran que el número de 120.000 personas que “no saben discernir entre su mano derecha y su mano izquierda” (Jon 4:11) es una referencia a los niños que no podí­an diferenciar entre ambas manos, y han calculado que la población de la ciudad era de por lo menos 600.000 habitantes. Este número parece demasiado grande para el tamaño de la ciudad que conocemos. Parece mejor pensar que la expresión del v 11 es metafórica, indicando que toda la población poseí­a sólo un conocimiento imperfecto de la diferencia entre el bien y del mal. La afirmación de Jon 3:3, de que Ní­nive era “ciudad grande en extremo, de tres dí­as de camino”, probablemente significa que a un hombre le llevarí­a 3 dí­as recorrer todas las calles y detener se a predicar en suficientes lugares como para alcanzar a toda la población dentro de sus muros. También el pasaje que afirma que “comenzó Jonás a entrar por la ciudad, camino de un dí­a, y predicaba” (v 4), difí­cilmente pueda significar que anduvo todo un dí­a antes de empezar a dar su mensaje de advertencia. Sencillamente puede señalar su primer dí­a del trabajo. Por ello, no es necesario recurrir a la suposición de que la antigua Ní­nive incluí­a las ciudades de Dur-sharrukin (ahora Khorsabad), a unos 19 km al noreste de Ní­nive, y Cala (ahora Nimrûd), a unos 32 km al sur. Estas nunca formaron parte de la capital, hasta donde se sepa; cada una tení­a su propia administración y su propio muro de protección, y estaban separadas una de otra por muchos kilómetros de campos cultivadHos_844 Pero Ní­nive, de todos modos, era una ciudad muy grande de acuerdo con los cánones de la época. Bib.: A. Parrot, Nineveh and the Old Testament [Ní­nive y el Antiguo Testamento] (Nueva York, 1955). 384. Ruinas de los muros de la ciudad de Ní­nive antigua como se las ve desde el este.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

una de las más grandes ciudades de Mesopotamia, capital del reino de Asiria, fundada por Nimrod. Situada al oriente del rí­o Tigris desde 704 hasta su destrucción por los neobabilonios y los medos en 612 a. C. N. es considerada altiva y abyecta, sí­mbolo del poder pagano y de la suntuosidad, So 2, 15. Sus habitantes llegaban a ser más de ciento veinte mil, Jon 4, 11. Los profetas Nahúm, 1, 9-3, 19, y Sofoní­as, 2, 13-15, anunciaron su destrucción. Jonás se mostró decepcionado e irritado al ver que los habitantes de N. se mostraban arrepentidos y que Dios no destruí­a la ciudad como anteriormente habí­a determinado, Jon 3 y 4.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Una de las ciudades más antiguas del mundo, fundada por Nimrod (Gen 10:11-12), un bisnieto de Noé, y que permaneció hasta el año 612 a. de J.C. Ní­nive estaba situada sobre las orillas del Tigris y fue la capital del gran Imperio Asirio. Desde el tiempo de David hasta el de Ezequí­as y Manasés, Ní­nive y sus reyes ocuparon un lugar preponderante. Dios envió a Jonás a advertir a la gente de Ní­nive acerca del juicio inminente (Jon 3:4), pero Dios le concedió a Ní­nive una suspensión temporal de su juicio de casi 200 años. Aprox. en el año 623, Ciaxares, rey de los medos, realizó su primer ataque contra Ní­nive, y probablemente haya sido esta la ocasión de la profecí­a de Nahúm. Su libro no tiene fecha, pero en 3:8 se habla de Tebas (en hebreo, †œNo Amón†) en tiempo pasado (fue destruida en el año 663 a. de J.C.) y de la destrucción de Ní­nive como algo futuro, de modo que debe haber sido escrito alrededor de este tiempo.

Ní­nive fue excavada (en gran parte por Botta y Layard desde 1843 a 1845 d. de J.C.), y de entre sus ruinas cubiertas de tierra se ha logrado descubrir el gran palacio de Sargón con su maravillosa biblioteca de escrituras cuneiformes y las aún impactantes ornamentaciones de sus paredes. Debido a que el nombre Sargón no estaba incluido en algunas de las antiguas listas de reyes, algunos de los eruditos hicieron mofa (alrededor de 1840) de Isa 20:1, cuando Sargón rey de Asiria lo envió. Se cuenta que cuando Botta envió a Berlí­n algunos ladrillos antiguos con el nombre Sargón cocido con el barro, ¡los †œeruditos† dijeron que él habí­a falsificado los ladrillos!

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El cazador y constructor de ciudades Nimrod aparece en Gen 10:11 como el padre de Ní­nive. El texto podrí­a apuntar a un rey fundador de ciudades, cuya imagen se convirtió en una deidad dominadora de los dragones; y el dragón es el Tigris. Ní­nive se alzaba en la ribera oriental del Tigris medio.
En el ciclo de las historias bí­blicas, Ní­nive apareció hacia el año 1350 a.C., al ser conquistada por los asirios; bajo los mismos la ciudad se llamó Ninua o Nina (tal vez con la significación de †œvivienda†); Nin(i)ve es la transcripción hebrea.
El rey asirio Sanherib o Senaquerib (705-681 a.C.), sucesor del destructor de Samarí­a, hizo de Ní­nive su residencia preferida y la adornó con construcciones suntuosas. En su perí­odo de esplendor, desde aproximadamente el 700 a.C., la capital debió de ocupar una extensión Deu 6:25 km2.
Las excavaciones han sacado a la luz en la biblioteca del rey asirio Assurbanipal (668-625 a.C.) un material de incalculable valor para el estudio comparativo de la Biblia. En 25 000 tablillas de arcilla nos han llegado cartas y contratos del rey, léxicos, gramáticas, textos, de oraciones, sentencias oraculares, descripciones astronómicas y astrológicas, exposiciones geográficas, códigos y textos literarios. En dicha biblioteca se encontró también la Epopeya de Gilgamés y un texto babilónico sobre la creación.
El año 612 a.C. Ní­nive fue conquistada por los medos y los babilonios.
En el libro profético de Jonás, Ní­nive es la ciudad en que Jonás ha de predicar. En el caso de ser ese personaje el mismo que el profeta Jonás del rey israelita del norte, Yeroboam II (783-743 a.C.), Jonás habrí­a sido enviado (¿por Yeroboam II?) a una Ní­nive que todaví­a no era la capital preferida de los asirios, cosa que sólo lo fue después de la destrucción de Samarí­a. De ahí­ que la relación Jonás-Ní­nive habrí­a que verla así­:
El Jonás histórico fue enviado a Asirí­a, tal vez a Kalah, al sur de Ní­nive, con un cometido polí­tico. Como el rey no residí­a en Ní­nive, Jonás no se encaminó allí­. Cuando se escribió el libro de Jonás, al tiempo de la cautividad de Babilonia, como un libro con intenciones misioneras, como libro del anuncio de la vocación de los gentiles, se le relacionó con el Jonás histórico (es decir, †œpaloma,† el que mora en la casa) y, en la narración, se le envió a Ní­nive. Pero el narrador no se preocupó ni de la relación histórica correcta de Ní­nive y el profeta, ni de la Ní­nive histórica en sí­. Para el narrador Ní­nive habí­a pasado a ser el sí­mbolo de la ciudad deslumbrante e impí­a y el exponente del gentilismo alejado de Dios, que pese a todo ha de confiar en la misericordia divina.
Según Tob 1:10, en Ní­nive vivió también el anciano Tobit.

Fuente: Diccionario de Geografía de la Biblia

Ní­nive, una de las más antiguas ciudades establecidas de la humanidad, es una ciudad cuya historia permaneció enterrada en sus montones de ruinas hasta que los arqueólogos excavaron sus secretos enterrados y los lingüistas descifraron sus fascinantes tabletas de arcilla. Las ruinas de Ní­nive se encuentran a lo largo del rí­o Tigris, al otro lado de Mosul, ca. 354 kms. un poco más al noroeste de Bagdad en un punto donde el Tigris tiene ca. 122 mts. de ancho en su curso sinuoso. Entre el rí­o y la región montañosa en donde se origina hay una llanura ondulada cortada profundamente por las corrientes de las aguas de los riachuelos desde las montañas hasta el rí­o. Uno de estos riachuelos corrí­a a través de la antigua Ní­nive y en el dí­a de hoy divide sus ruinas en dos distintos promontorios, Kuyunjik al noroeste y Nebi-Yunus al sureste. Estos promontorios se encuentran a corta distancia del Tigris. La alteración del curso del rí­o en los siglos pasados con toda probabilidad explica por qué no está más cerca de la ribera oriental del rí­o.
Los promontorios de ruinas del antiguo Ní­nive están en una parte nivelada de la llanura cerca del rí­o. El riachuelo que corre entre ellos es el Khoser. Estos son los dos promontorios más grandes entre una cantidad de pequeños promontorios ubicados en un área de ca. 729 ha. por una muralla en ruinas de 12 kms. de largo que varí­a de 3 a 6 mts. de alto. Austen Henry Layard, entre los primeros excavadores, reconoció esta área en 1845 e informó que estos dos promontorios estaban cerca de la muralla occidental que medí­a 4178 mts. de largo. La muralla del norte medí­a 2.135 mts. , la muralla del sur 915 mts. y la muralla oriental 4.880 mts.
La apariencia y construcción de estos 2 promontorios son similares a las de los otros promontorios mesopotámicos, por ejemplo, Khorsabad y Nimrud. Kuyunjik, †œel castillo de Ní­nive†, es el más grande de los dos, tal vez uno de los más grandes entre los tells asirios. Desde la distancia tiene la apariencia de una eminencia natural que se levanta abruptamente a una altura de 27 mts. sobre el nivel de la llanura en la cual se encuentra. Tiene ca. 2 kms. de largo y 595 mts. de ancho, muy empinado en todos sus lados desde su base hasta la cima; su base cubre ca. 40 ha. Los primeros exploradores a menudo encontraron ladrillos, pedazos de pavimento y otras ruinas saliendo de sus lados. R. Campbell Thompson estima que hay allí­ 13.151.500 toneladas de escombros en Kiyunjik y que se necesitarí­an mil hombres, cada uno cerniendo 108.840 toneladas por año, 124 años para examinar el promontorio entero.
Nebi-Yunus, †œel profeta de Jonás†, es así­ llamado debido a la tradición que considera este lugar como el lugar del entierro de Jonás. Es considerablemente más pequeño que Kuyunjik, unos 30 mts. de altura pero mide sólo 131 mts. de oriente a occidente y 108 mts. de norte a sur. En su superficie hay un cementerio, una mezquita (antiguamente era un templo cristiano) de la que se afirma que contení­a la tumba de Jonás y una villa alrededor de la mezquita. Desde el comienzo d e la arqueologí­a mesopotámica Kuyunjik ha estado disponible a las herramientas del arqueólogo; ha sido el sitio de notables y aun fabulosos descubrimientos. Nebi-Yunus, un lugar sagrado considerado el presunto sitio del entierro de Jonás, ha sido territorio prohibido, excepto en 2 ocasiones: Layard negoció con uno de los administradores nacionales excavar apartamentos de verano subterráneos con el entendimiento de que él se quedarí­a con todos los objetos antiguos descubiertos. En 1954, el Director General de Antigüedades de Iraq dirigió una excavación en Nebi-Yunus encontrándose con algunos interesantes hallazgos.
En Jon. 4:11 hay una afirmación a menudo interpretada como significando que hubo en Ní­nive 120.000 niños menores de siete años de edad. Esto se toma a menudo como una indicación de que habí­a una población total ca. 600.000. La exploración moderna con ayuda de antiguos historiadores ha brindado apoyo tanto directo como indirecto a la Biblia concerniente al gran tamaño de la antigua Ní­nive.
Ní­nive, †œuna ciudad extremadamente grande†, puede entenderse mejor como la gran Ní­nive, es decir, Ní­nive propiamente dicha con sus suburbios y ciudades vecinas. El geógrafo antiguo Diodorus Siculus, creí­a que Ní­nive consistí­a en un área en forma de un cuadrángulo con un perí­metro de 86, 4 kms. Layard, aparentemente influido por Siculus, creyó que Ní­nive era un inmenso paralelogramo, sus esquinas marcadas por Nimrod (al sudoeste), Kuyunjik (al noroeste), Khorsabad (al noreste) y Karamles (al sudeste). La longitud de los cuatro lados del paralelogramo totalizan aproximadamente los 86, 4 kms. del antiguo geógrafo.
Otros, después de Layard, han propuesto revisiones del área en cuestión; pero han conservado la idea de la gran Ní­nive. André Parrot habla de la Gran Ní­nive en términos del triángulo asirio (Nineveh and the Old Testament, pág. 86). La Ní­nive propiamente dicha (Kuyunjik y Nebi-Yunus) hasta Khorsabad, una distancia de 23 kms. ; Khorsabad a Nimrod (Cala; Gn. 10:11), 42 kms. y de Nimrod a Ní­nive, 37 kms. Parrot estima que la población de Ní­nive era ca. 174.000, la de Nimrod ca. 65.000. El concluye que †œla cifra de Jonás 4:11 (más de 120.000) está indirectamente confirmada†. Karl Friedrich Keil (Keil-Delitzsch Commentary sobre Jonás 4:11; pág. 416), aunque no discute el así­ llamado triángulo asirio hace todaví­a más claro cómo los 600.000 podrí­an bien haber sido la población total de la Gran Ní­nive.
Ní­nive, la que fue una vez una ciudad grande y próspera, fue completamente destruida y pasó al olvido. Aunque difí­cil de comprender, las profecí­as de Nahum, †œNí­nive es asolada† (Nah. 3:7) y de Sofoní­as, †œY convertirá a Ní­nive en asolamiento y en sequedad como un desierto† (Sof. 2:13) se cumplieron al pie de la letra. La destrucción fue tan completa que su lugar fue olvidado pronto por casi todos.
Desde 1820, Ní­nive ha sido el lugar intermitente de exploración y excavación. Claudius James Rich, residente de la compañí­a de la India Oriental en Bagdad, visitó muchos sitios alrededor del 1820. A él se le atribuye la descripción y plan de las ruinas de Ní­nive.
Paul Emile Botta, cuyo interés fue despertado por el informe de Rich, llegó a Mosul en 1842 como vicecónsul francés. Su nombramiento incluí­a el trabajo de arqueólogo. Desanimado por los pocos resultados después de tres meses de labor en Kuyunjik, fue a Khorsabad en donde descubrió el palacio de Sargón II. La carrera arqueológica de Botta terminó en 1848 cuando fue transferido de Mosul a Jerusalén y luego a Trí­poli.
Austen Henry Layard, un inglés de descendencia hugonote, estuvo entre aquellos cuyo interés y entusiasmo por la arqueologí­a de la Mesopotamia habí­a sido despertado por Botta. El llegó a Mosul en 1845 siendo sostenido económicamente por unos cuantos amigos. Excavó en Nimrod al sur de Mosul a lo largo del Tigris y descubrió un palacio similar al encontrado por Botta en Khorsabad. Como resultado de esto fue comisionado por los sí­ndicos del Museo Británico para que trabajara para ellos. En 1849, excavó durante varios meses en Kuyunjik descubriendo partes del palacio de Senaquerib.
Desde 1852, después de un perí­odo de competencia feroz entre los arqueólogos franceses y británicos, Ní­nive ha sido excavada en su mayor parte por los arqueólogos británicos o aquéllos auspiciados por los británicos. Los que han excavado posteriormente han sido H. Rassam (1852–54), Boutcher y Loftice (1854–55), George Smith (1872–73, 1876), H. Rassam (1878–82) y E. W. Budge (1888–91). En 1903 L. W. King llegó a Ní­nive, en donde más tarde se le unió R. Campbell Thompson. Juntos intentaron establecer un procedimiento ordenado en lo que habí­a sido excavado de una manera muy desordenada y poco sistemática. Se propusieron asociar los materiales previamente excavados con su debido patrón arquitectónico y su trasfondo arqueológico.
En 1927, R. Campbell Thompson regresó como director de una expedición, teniendo como ayudantes a Hutchinson, Hamilton y Mallowan. Aplicando métodos recientemente desarrollados continuaron su investigación desde 1927 hasta 1932. Examinaron cuidadosamente las áreas que habí­an sido previamente excavadas, haciendo exploraciones estratigráficas, comenzando en la superficie y yendo capa por capa desde la época asiria hasta los tiempos protohistóricos y finalmente alcanzando el suelo virgen. En 1954, el director de Antigüedades de Iraq emprendió una pequeña excavación en Nebi-Yunus.
Ninive y la Biblia. Los 27 o más mts. de escombros de Kuyunjik al ser excavados estratigráficamente por R. Campbell Thompson y sus colaboradores, resultaron ser el entierro de los restos de Ní­nive que se extendí­a desde 612 a. de J.C. hasta los tiempos protohistóricos, entre 4000 a 5000 a. de J.C. En muchos puntos a lo largo de su extenso perí­odo de tiempo la historia de Ní­nive toca la historia bí­blica ya sea directa o indirectamente.
Ní­nive se menciona en la tabla de las naciones de Génesis junto con Cala y otras ciudades como una de las ciudades que fundó Nimrod, el primer edificador de imperios (Gn. 10:10-12). La Biblia presenta a Ní­nive en la tierra de Babilonia y Asiria junto con las ciudades construidas por el hombre primitivo. Esto ha sido considerablemente apoyado por medio de la identificación y exploración de los promontorios los cuales han sido las tumbas de los más antiguos restos de Ní­nive y de otras ciudades antiguas de la Mesopotamia.
Al asignar fechas los historiadores antiguos en algunos casos han sugerido que Nimrod (o tal vez Asur) edificó Ní­nive ca. 2230 a. de J.C. Esto, sin embargo, serí­a demasiado tardí­o desde el punto de vista de lo que ahora se conoce acerca de los primeros comienzos de Ní­nive. Los primeros materiales hechos por el hombre de Ní­nive se recobraron del fondo de un pozo de 20 por 15 mts. excavado en la esquina noroccidental del templo de Istar en el promontorio de Kuyunjik. Estos materiales han sido principalmente fragmentos de una loza rústica, pobremente cocida, gris clara sin esmalte y con algunas marcas incisivas —principalmente pequeñas ranuras en patrones paralelos o de puntos de espiguilla. Además, se han encontrado lozas con incisiones y simples diseños pintados junto con alguna loza pintada de negro y otra de rojo.
Esta cerámica ha sido analizada como neolí­tica, de la fase Hassuna, mejor representada por materiales encontrados en *Hassuna, un sitio estratificado no lejos de Mosul, y en Ní­nive. Se remonta a algún tiempo entre el 5000 y el 4000 a. de J.C. y es la cerámica más antigua que se ha encontrado, exceptuando tal vez la de Jericó. Al dar una descripción general de la cultura representada por la loza hassuna, Ann Perkins (Comparative Archaeology of Early Mesopotamia, pág. 15), afirma que era una cultura de una villa neolí­tica, de un tiempo de plantas y animales domésticos, de casas de barro y de considerable desarrollo técnico. Entierros con objetos indican algún concepto de la vida del más allá.
Las fuentes escritas en particular señalan con claridad que Ní­nive estaba dedicada en su primera etapa a la diosa Istar (o Inanna), la diosa del amor y de la guerra, quien fue venerada particularmente como una guerrera. Esto es lo que tal vez explica la sed de sangre de Ní­nive y su lujuria de conquista.
Una *tableta de Capadocia del siglo XXI a. de J.C. constituye una de las fuentes más antiguas que menciona a Ní­nive. Fue hallada en Jultepe y cuando se descifró fue reconocida como parte de la correspondencia sostenida entre los mercaderes semitas colonizadores de allí­ y los asirios del antiguo Asur. El nombre Ní­nive aparece en esta tableta en forma de ideograma, un pescado en el centro de una ciudad. Se reconoce como una alusión a Istar, la diosa de Ní­nive, cuyo emblema era la figura de un pez.
El Código de *Hamurabi (1728–1683) también menciona a Ní­nive. En el prólogo del Código, Hamurabi se describe como †œel rey, quien hizo el nombre de Inanna glorioso en Ní­nive †¦†
Una inscripción de Samsi-Adad del antiguo Asur (1748–1716) muestra que la adoración a Istar en Ní­nive se remonta al siglo XXIII a. de J.C. Esta inscripción se refiere al estado ruinoso del templo de Inanna en la tierra de Emash-mash (ideograma para Ní­nive) y afirma que este antiguo templo fue construido por Manishtusu (2295–2281 a. de J.C. ), hijo de Sharrukin (Sargón), rey de Acad.
Los materiales excavados suplementan estas fuentes. Los restos de un templo dedicado a Istar fueron descubiertos en Kuyunjik, junto con los de un templo dedicado al dios Nabú. Nabú era el dios de la escritura, de las artes y de las ciencias. La devoción a él está notablemente ilustrada por los miles de textos encontrados en Ní­nive.
Ní­nive ha tenido siempre un lugar de prominencia durante la larga historia de las muchas dinastí­as asirias que gobernaron desde allí­ y varias otras ciudades por más de dos mil años. Junto con Nimrod y Asur fue intermitentemente la ciudad palacio de los reyes del primero, medio y último imperios: Salmanasar I (1265–1236), Tiglat-pileser I (1116–1078), Adadnirari II (912–892), Tukultiminurta II (891–885) y Asurnasir-pal II (884–860). Su esplendor igualó al de Asur y al de Nimrod y no fue superado por ninguna otra ciudad real hasta que Sargón II (722–706) edificó, cerca de Dur Sharrukin (la villa de Sargón o Khorsabad), una ciudad palacio enteramente nueva. Sin embargo, Senaquerib (705–682) pronto la restauró a un primer lugar entre las ciudades asirias, convirtiéndola en una ciudad de gran esplendor y belleza.
Aunque no fue permanentemente la capital hasta el tiempo de Senaquerib, Ní­nive fue, sin embargo, una ciudad importante que contó con gobernadores asirios que amenazaron, impusieron tributos y finalmente derrocaron a Samaria del reino del norte (Israel). Los anales e inscripciones de estos gobernantes por más de un siglo se refieren extrañamente a los gobernadores de Israel como Bit Humria (la casa de Omri); además, la mención de nombres y descripciones de eventos coinciden en muchos puntos con los pasajes de la Escritura, especialmente con los de segundo de Reyes.
*Senaquerib puede ser llamado correctamente el gobernador asirio más poderoso. Aparentemente fue una persona vigorosa, ambiciosa y fuerte. Luchó diligentemente para hacerse conocer como edificador, guerrero y patrocinador de las letras. Tuvo éxito y fama en los tres campos.
Como edificador hizo de Ní­nive y su palacio real, una maravilla arquitectónica. Layard encontró los restos de éste en 1847 y los desenterró extensamente desde 1849 a 1851. Su palacio fue sin lugar a dudas fascinante tanto en su tamaño como en el impresionante trabajo de arte. Estaba construido sobre una plataforma muy por encima del nivel de la ciudad. Escaleras de mármol conducí­an por los cuatro costados a magní­ficas entradas decoradas con figuras colosales de piedras, tales como bueyes con cabezas humanas y esfinges aladas. El palacio mismo era un edificio enorme. Tení­a 2 pasillos grandes de 12 mts. de ancho y 55 mts. de largo que conducí­an al interior formado por un gran número de grandes patios y más de setenta espaciosos cuartos. Sus paredes estaban bellamente adornadas con losetas esculpidas. Se ha calculado que contení­a 3.000 mts. de paredes decoradas. Además, los toros alados de 9 a 27 toneladas de peso cada uno y leonesesfinges inmensos formaron un aspecto prominente de la decoración. En una parte del palacio estos toros y esfinges enmarcaban o guardaban por lo menos 27 portales. En estos y otros aspectos del palacio de Senaquerib era verdaderamente una galerí­a de arte. Se aproximaba, o tal vez igualaba, al gran templo-palacio de Karnak en tamaño y esplendor.
En otros aspectos de su interés como edificador, Senaquerib rodeó su ciudad con una impresionante muralla. Quince fuertes puertas bastiones conducí­an desde la ciudad principal de adentro a los suburbios de otras ciudades de la gran Ní­nive. El también construyó un *acueducto de 48 kms. a través de las colinas y sobre llanuras a fin de traer agua dulce a su ciudad. Estas y otras actividades formaron la base para la jactancia de Senaquerib en una inscripción que él, Senaquerib †¦ †œrey del universo, rey de Asiria†, habí­a extraí­do de la piedra caliza para los protectores y poderosos bueyes colosos, y habí­a reunido muchos otros materiales para su residencia magní­fica.
Sus múltiples éxitos militares se conocen por los relatos de numerosas campañas descritas en cilindros y prismas de arcilla. El prisma Taylor del Museo Británico, considerado como la edición final de sus anales, da un relato de 8 o más campañas militares. Relata sus movimientos contra Merodac-baladán de Babilonia quien se rebeló contra él, el mismo Merodac-baladán quien envió emisarios al rey Ezequí­as (véase Is. 39; 2 R. 20:12–19) —Berodac-baladán (la diferente inicial labial se debe tal vez a la manera de copiar las letras).
El prisma de Taylor relata cómo Senaquerib atacó a Laquis, lo cual también está ilustrado por una escultura que lo muestra recibiendo los despojos de guerra de los prisioneros de la ciudad capturada (véase 2 R. 18:13, 17). Da detalles del sitio de Jerusalén y del botí­n demandado a Ezequí­as. Varios de estos detalles son iguales a los de la Biblia (2 R. 18:13-25), con obvias diferencias. La catástrofe que Senaquerib experimentó en Jerusalén, tal vez después de un segundo ataque, no está aclarada en la Biblia, y no se menciona, por razones obvias, en sus anales. Después de esta abrumadora derrota regresó a Ní­nive y fue asesinado por sus dos hijos mayores y reinó su hijo favorito, Esar-Haddon, a quien él habí­a designado como su sucesor (véase 2 R. 19:36, 37).
El templo de Senaquerib en Nabú demuestra su interés literario. En la primavera de 1851 Layard y Rassam se encontraban excavando su palacio. Habí­an encontrado ocasionalmente tabletas cuneiformes o fragmentos. En el curso de la excavación de dos cuartos, uno que comunicaba con el otro, encontraron tabletas de arcilla sobre el piso de estos cuartos apiladas a una altura de más de treinta centí­metros. Muchas estaban completas mientras que muchas otras estaban rotas, aparentemente se rompieron cuando el piso y la parte superior del edificio cedieron debido al fuego. Estos cuartos fueron parte del templo de Senaquerib a Nabú; las tabletas eran una porción de su biblioteca real dedicada a Nabú a quien los asirios consideraban el creador de las artes y de las ciencias, y quien dominaba todos los secretos de la literatura y de la escritura. Las miles de tabletas de este templo llegaron a ser parte de los valiosos materiales enviados al Museo Británico.
Los más destacados sucesores de Senaquerib en Ní­nive fueron Esar-Haddon y Asurbanipal (el Asnapar de Esdras 4:10). El palacio de Esar-Haddon fue descubierto durante las cortas excavaciones de Layard en Nebi-Yunus. Como caudillo militar pudo exclamar orgullosamente que el era †œRey de reyes de Egipto†. Asurbanipal condujo muchas campañas militares con éxito; pero a él se le recuerda principalmente por sus aficiones culturales, particularmente por su gran biblioteca. Rassam y sus hombres limpiaron la galerí­a de la †œcacerí­a del león† y después procedieron a limpiar el pasaje por una puerta a una bóveda de cielo raso alto. Tanto en el cuarto de la galerí­a como en el cuarto de la bóveda encontraron el piso cubierto de pilas de tabletas de arcilla. Habí­an descubierto la mayor parte de la biblioteca de *Asurbanipal, decenas de miles o más ejemplares (tal vez más de 100.000). Entre éstas estaban los relatos babilónicos de la creación y del gran diluvio.
La caí­da de Ní­nive y poco tiempo después la disolución total de Asiria llegaron rápidamente. Gobernadores débiles siguieron a Asurbanipal en el trono de Ní­nive. Al mismo tiempo, un descendiente de Merodac-baladán, Nabopolassar, un caldeo, ascendió al poder en Babilonia. Nabopolassar gobernó desde el 625 hasta el 605 a. de J.C. De acuerdo con la crónica babilónica, conocida como B. M. 21901, Ní­nive cayó en el año catorce de Nabopolassar. Los babilonios, los medos y los escitas unieros sus fuerzas para atacar y sitiar la gran ciudad de Ní­nive; después de soportar el sitio desde mayo hasta agosto al final cayó. La caí­da ocurrió en 612 a. de J.C. Sus despojos fueron divididos entre sus conquistadores. Otro rey trató de retener Harán; pero pronto fue derrotado por sus enemigos. Asiria, con sus monarcas poderosos de otro tiempo y sus ciudades fabulosas de antaño, cesó de existir.
BIBLIOGRAFIA: Joseph Bonomi, Nineveh and Its Palaces, Ingram Cooke and Co., 1853. C. Gadd, The Fall of Nineveh, 1923. Austen H. Layard, Discoveries in the Ruins of Nineveh and Babylon, G. P. Putnam and Co., New York, 1853. Daniel David Luckenbill, The Annals of Sennacherib, The University of Chicago Press, Chicago, 1924. A. Leo Oppenheim, †œBabylonian and Historical Texts†, Ancient Near Eastern Texts, ed. James B. Pritchard, Princeton University Press, Princeton, 1953. Ann Perkins, The Comparative Archaeology of Early Mesopotamia, Studies in Ancient Oriental Civilization, No. 25, The University of Chicago Press, Chicago, 1949. André Parrot, Nineveh and the Old Testament, trans. B. E. Hooke, SCM Press, London, 1955.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

La capital del imperio asirio quedaba localizada a unos 2 km de la actual ciudad de Mosul, al E del Tigris, en Irak. La Biblia da como fundador de N. a †¢Nimrod, junto con otras ciudades de Mesopotamia (Gen 10:10-12). El libro de Jonás la describe como una †œciudad grande en extremo, de tres dí­as de camino† (Jon 3:3). Añadiendo que en ella viví­an †œmás de ciento veinte mil† niños (Jon 4:11), lo que da una idea aproximada de lo numerosa que debí­a de ser su población adulta.

N. tuvo su perí­odo de mayor gloria a partir del reinado de †¢Senaquerib (705-681 a.C.). Este rey plantó un jardí­n botánico cerca de la ciudad, trayendo árboles de todas partes del imperio, así­ como magní­ficos palacios. Al que construyó para su uso personal le llamó †œel palacio sin igual†. En lo que queda de los muros de éste todaví­a pueden apreciarse hermosos murales en forma de relieve, que describen escenas sobre la misma construcción del edificio, así­ como otras de guerra, entre ellas una que trata de la conquista de †¢Laquis. Después de la muerte de Senaquerib (2Re 19:36-37), su sucesores, †¢Esar-hadón y †¢Asurbanipal construyeron también palacios en los cuales se han encontrado magní­ficos relieves. Asurbanipal logró formar una extensa biblioteca con interesantes documentos cuneiformes sobre la literatura asiria, la ciencia, la mitologí­a, la historia y otras disciplinas.
cabeza del imperio de los asirios, que invadieron a Israel, conquistaron a Samaria y exiliaron buena parte de su población, N. era vista por los israelitas como sí­mbolo de opresión y oprobio. El profeta Sofoní­as profetizó su destrucción (†œY extenderá su mano sobre el norte, y destruirá a Asiria, y convertirá a N. en asolamiento y en sequedal como un desierto† [Sof 2:13]). Todo el libro de †¢Nahúm es una profecí­a en contra de N., a la cual se llama †œciudad sanguinaria, toda llena de mentira y de rapiña† (Nah 3:1), y se anuncia su destrucción, la cual tuvo lugar en el verano del año 612 a.C. por una combinación de fuerzas de los medos y los caldeos, y quedó totalmente abandonada.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, CIUD

sit, a4, 385, 52

vet, Capital del imperio de Asiria. Los heb. daban el nombre de “Ní­nive, aquella gran ciudad” a la aglomeración que rodeaba la capital y ocupaba el distrito situado en la confluencia del Tigris y del Gran Zab (Gn. 10:11, 12; Jon. 1:2; 3:3; Jdt. 1:1). En un sentido más propio, Ní­nive era la ciudad que se elevaba sobre la ribera izquierda del Tigris, en la confluencia de este rí­o y un pequeño afluente llamado actualmente el Khoksr, a unos 43 Km. por encima de la confluencia del Zab y del Tigris. Los fundadores de Ní­nive fueron babilonios (Gn. 10:11). Manishtusu, de la dinastí­a semí­tica de Acad (hacia 2425-2245 a.C.) construyó un templo dedicado a Ishtar, divinidad tutelar de Ní­nive. Varios otros pueblos propagaron este culto hasta Egipto y al suroeste del Asia Menor. Assur, a unos 95 Km. al sur de Ní­nive sobre la ribera opuesta, fue al principio la sede del gobierno. Pero cuando Salmansar construyó un palacio en Ní­nive (1280-1260 a C.) esta vino a ser la capital. Assurbanipal y su sucesor Salmansar (885-825 a.C. aprox), ejercieron un gobierno bicefálico durante algún tiempo; tení­an palacios residenciales en Ní­nive y en Calah. Sus sucesores, aunque tení­an su capital en Ní­nive, tení­an también palacios en Calah, en Dur-sharrukin y en Tarbisu. Asiria, nación guerrera, embelleció su capital merced a los botines de sus conquistas. Ní­nive era asimismo un centro literario. Hacia el año 650 a.C., Assurbanipal creó una gran biblioteca de tabletas de arcilla cubiertas de inscripciones cuneiformes relativas a la historia, liturgia, encantamientos, astronomí­a, astrologí­a, matemáticas. Se trata sobre todo de copias de obras antiguas que provení­an de Babilonia. Ní­nive se merecí­a el calificativo de “ciudad sanguinaria” que le dio el profeta Nahum (Nah. 3:1). A través de la historia guerreó contra las naciones vecinas, y usó la más feroz crueldad contra los vencidos. Después de sus victorias, Assurbanipal se dedicaba a cortar las manos, pies, nariz y oí­dos de sus prisioneros; les sacaba los ojos y levantaba montes de cabezas humanas. Cuando el imperio asirio inició su decadencia (625 a.C.), Nebopolasar, gobernador de Babilonia, se proclamó independiente. En el año 612 a.C., los Uman-mandá, aliados de Nebopolasar, descendieron sobre la llanura y acometieron, en solitario, la conquista de Ní­nive, que destruyeron. Una repentina crecida del Tigris se abatió sobre las fortificaciones de la ciudad, y ayudó a los asaltantes. La devastación de la ciudad fue tan grande que después de la época griega y romana llegó a considerarse la misma existencia de la ciudad como un mito. Pero yací­an ruinas muy importantes, escondidas bajo las masas de escombros. En 1820 un funcionario inglés en Bagdad, llamado Rich, examinó el tell de Kouyoundjik, sobre la orilla izquierda del Tigris, y se quedó convencido de que bajo él se hallaban las ruinas de Ní­nive. En 1842, Botta, cónsul de Francia en Mosul en la ribera derecha del Tigris, comenzó las excavaciones. Pronto quedó atraí­da su atención a Korsabad, a 16 Km. de Mosul, localidad de Dur-sharrukin, donde descubrió el palacio de Sargón. Desde 1845 a 1850, el inglés Laylard exploró Nimrod, a 29 Km. al sur de Kouyoundjik, excavando a continuación este lugar, que resultó ser el lugar de Ní­nive, donde Senaquerib habí­a construido un espléndido palacio con 71 salas y cámaras con muros decorados por esculturas. En este mismo lugar descubrió Rasam, en 1853, el palacio de Assurbanipal con su famosa biblioteca. Se ha podido establecer cuál era el plan de las fortificaciones (de 12 a 15 m. de altura) de la ciudad propia, y pudo deducir que tení­a 5 Km. de longitud y alrededor de 2,5 de anchura. Pero ya se ha mencionado que los heb., y posiblemente otros pueblos, designaban con el nombre de Ní­nive una vasta aglomeración que englobaba Calah, a 29 Km. al sur; Resen, entre Calah y Ní­nive; Rehobot-Hir, un gran distrito de la ciudad, posiblemente el mismo que Rebit-Nina, situado al noreste de la ciudad. Gn. 10:11, 12 enumera estas cuatro localidades, cuyo conjunto formaba “la gran ciudad”. Habí­a otras ciudades de los alrededores unidas a esta área metropolitana. Yarimdja marca el emplazamiento de una de ellas, junto al rí­o, inmediatamente al sur de Ní­nive. Cerca del Tigris, a más de 4,5 Km. rí­o arriba, se hallaba Tarbisu; su palacio real marcaba el comienzo de una serie de bellas localidades y ciudades fortificadas que bordeaban el rí­o hacia el sur en dirección a Calah. Detrás del rí­o, al noreste de Ní­nive, y más allá de Rebit-Nina, se elevaba Dur-sharrukin, al pie de los montes orientales. Esta ciudad fuerte, construida hacia el año 707 a.C. por Sargón, tení­a una extensión casi como la de Calah, y poseí­a el vasto palacio descubierto por Botta. A más de 11 Km. al sureste de Dur-sharrukin, al pie de la cadena oriental, se hallaba otra ciudad importante, cuyo nombre antiguo se desconoce; su emplazamiento está cercano a Baasheihah. Diez Km. más al sur la localidad de Birtelleh marca asimismo el emplazamiento de una localidad antigua. Keremlis, a 5 Km. más al sur, se halla sobre el emplazamiento de una población antigua. Por fin, a más de 10 Km. más hacia el sur, se halla Imgurbel, cuyo palacio y templo fueron adornados por Assurbanipal. Este lugar se halla a 14 Km. al noreste de Cala. Otras ciudades y pueblos estaban dispersas por la llanura. En el siglo I a.C. Diódoro de Sicilia, fundándose en una tradición auténtica, afirma que Ní­nive tení­a una forma de rectángulo, con unas dimensiones de 150 por 90 estadios; por ello, su perí­metro era de 480 estadios, o 90 Km. Años más tarde, Estrabón afirmaba que Ní­nive habí­a sido mucho mayor que Babilonia. Todo ello confirma plenamente la declaración de Jonás 3:3: “Y era Ní­nive ciudad grande en extremo, de tres dí­as de camino.” En cuanto a los argumentos de Voltaire ante esta afirmación, sólo demostró su ignorancia al afirmar la imposibilidad de que una metrópolis tan grande pudiera desaparecer totalmente.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[012]
Ciudad a orillas del rí­o Tigris en su parte alta, cerca de Mosul. Fue capital del Imperio asirio, el cual destruyó el reino de Israel y arrasó Samaria el 721. El apogeo del imperio (705-612 a. C.) fue el final de los reinos mesopotámicos, aunque luego fue destruida por el imperio neobabilónico. Pero pronto el imperio persa reorganizó toda la región en satrapí­as y Asiria quedó como una demarcación más de las 120 existentes.

Quedan de ella dos grandes tells, o colinas de restos: Quyunyik y Nabi Yunas, las cuales siguen siendo objeto de investigaciones arqueológicas. Los restos de las murallas de la ciudad llegan a 12 kms. de perí­metro, lo que indica su grandeza. Su riqueza provení­a de ser confluencia de rutas comerciales.

Los ninivitas adoraban divinidades que frecuentemente son aludidas en la Biblia (Jonás, Tobí­as, 2 Reyes): sobre todo, la diosa Istar. Tení­an una cultura amplia y documentada. Sargón II (722-705 a.C) fundó una biblioteca, que después imitarí­an los griegos. Senaquerib (705-681 a.C.) puso su capital en Calach (hoy Nimrud). Assurbanipal organizó la administración el Imperio.

Al ser vencidos los asirios por los babilonios y medos en el 612 a.C. los palacios y las riquezas fueron saqueados y ya nunca más volvió la ciudad a recobrar su grandeza.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

Hoy montón de ruinas en la ribera oriental del rí­o Tigris, frente a la actual Motul. El libro bí­blico de Jonás nos habla del profeta del mismo nombre, que fue a predicar la penitencia y la conversión a la ciudad de Ní­nive, que, en bloque, se convierte a Dios, lo que hace traslucir la generosidad de los pueblos paganos (cf. el libro de Jonás; Mt 12,41).

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Ya se ha indicado que Asur fue la primera capital y que Ní­nive fue la capital más tarde, durante el perí­odo de gloria del imperio. Ní­nive era de tanta gloria e importancia que frecuentemente se hablaba de ella como refiriéndose al imperio entero. Debemos saber de la ciudad que fue el centro de influencia de una nación que causó tanta dificultad a Israel, y que ocupa un lugar tan grande en las narraciones de la Biblia.
La ciudad fue fundada por Asur o Nimrod, un famoso cazador, 3000 a. de J.C.
(Génesis 10:11). Estaba situada en la ribera oriental del rí­o Tigris al lado opuesto de la ciudad actual de Mosul, a unos 402 Kms. al norte de Babilonia y a
885 Kms. del golfo Pérsico. Era un pueblo pequeño sin importancia, hasta que fue ensanchado por Ninus II por el año 1230 a. de J.C.; entonces se constituyó en la ciudad más grande del mundo. Su gloria más grande la adquirió durante el reinado de grandes reyes tales como Senaquerib, Esarhadón, Assur-bani-pal, Salmanasar, y Tiglath-Piliser V.
Era oblonga, con unos 96 ó 112 Kms. de perí­metro. El gran muro que la protegí­a era de 30 ms. de alto, y tan ancho que sobre él podí­an transitar tres carrozas lado a
lado. Sobre su muro habí­a 1500 torres de 60 ms. de alto. Los muros probablemente cercaban grandes parques y campos, así­ como también los edificios de la ciudad. Senaquerib dijo que la ciudad en los tiempos antiguos tení­a un perí­metro de 9.300 codos, pero que él añadió 12.515 codos y edificó un gran muro de 30 ms. de alto, cuyo fundamento descendí­a hasta el nivel del agua. Quizá gran parte de la ciudad estaba afuera de este muro, y es probable que varias ciudades cercanas como Cala
(Génesis 10:12) y Dursargina, que eran dominadas por Ní­nive frecuentemente, hayan sido incluidas en las descripciones de ella.
En el libro de Jonás se describe Ní­nive como una gran ciudad de “tres dí­as de camino”, también se nos dice allí­ (Jonás 4:11) que habí­a en la ciudad 120.000 personas que no distinguí­an su mano derecha de la izquierda. Si esto se refiere a niños, como piensan la mayor parte de los estudiantes de la Biblia, la población habrí­a sido por lo menos de 600.000 habitantes. En una ocasión el ejército de Ní­nive o Asiria excedí­a en número al de sus enemigos, que tení­an 3.000.000 de infanterí­a, 500.000 de caballerí­a y 2.000 carrozas.
Ya se ha mencionado que esta gran ciudad fue completamente destruida y nada queda ahora sino ruinas. Entre estas ruinas están los restos de un número de templos edificados y restaurados por varios reyes, los palacios de varios de estos reyes, porciones de los muros de la ciudad, un obelisco esculpido con referencias a Siria e Israel, y dos grandes baluartes, uno de 29 ms. de alto, que cubre 40 hectáreas; el otro de 30 ms. de alto, cubre 16 hectáreas.
Anotamos aquí­, sin ningún esfuerzo por agruparlos ni clasificarlos, los siguientes pasajes de las Escrituras, tomados de libros históricos y proféticos que tienen que ver con el paí­s, su capital, sus reyes y generales, sus empresas y, especialmente, incidentes que se refieren a Israel.
Su fundación, Génesis 10:11.
Manahem, rey de Israel, dio 1.000 talentos de plata y 50 ciclos de oro a Pul o
Tiglath-Pileser, para que se retirase de Israel, 2 Reyes 15:17-22.
Acaz, rey de Judá, se sometió voluntariamente a Tiglath-Pileser, rey de Asiria y le dio los tesoros de la casa de Dios. Asiria conquistó a Damasco y salvó a Judá del poder de Siria, 2 Reyes 16.
Salmanasar V, rey de Asiria, conquistó Samaria e hizo rey a Oseas, uno de sus súbditos. Cuando este se sublevó y conspiró con Só, rey de Egipto, en contra del rey de Asiria (probablemente Sargón). Este capturó Samaria y llevó cautivo a Israel a Asiria, y trajo extranjeros a Samaria para gobernarla, 2 Reyes 17:1-18;
Isaí­as 20:1; Miqueas 5:5, 6; Esdras 4:2.
Senaquerib invadió a Judá y tomó ciertas ciudades, y después de recibir regalos de Ezequí­as, rey de Judá, sitió Jerusalén. Después de las amenazas y las palabras jactanciosas de Rabsaces, Dios obró de una manera especial matando a 185.000 de sus soldados. Entonces Senaquerib volvió a Ní­nive y fue matado, 2 Reyes
18:13-19:37; Isaí­as 36, 37.
Ezequí­as confió en la ayuda de Egipto en contra de Asiria, 2 Reyes 18:21;
Isaí­as 30:1-7; 31:1-3; 36:4-6.
La destrucción de Asiria y Ní­nive profetizada. Nahúm 1-3; Sofoní­as 2:13-15. Jonás predica y Ní­nive se arrepiente, Libro de Jonás.
Jesús se refiere a ella, Mateo 12:39-41.
Referencias especiales: Jonás 1:2; 2:2-7; 3:3; 4:11; Nahúm 1:8; 2:6; 3:18;
Isaí­as 37:37; 2 Reyes 19:36.

Fuente: Diccionario Geográfico de la Biblia

Ciudad de Asiria que fundó Nemrod, †œpoderoso cazador en oposición a Jehovᆝ. Junto con Rehobot-Ir, Cálah y Resen, constituí­a la †œgran ciudad†. (Gé 10:9, 11, 12; Miq 5:6.) Mucho tiempo después llegó a ser la capital del Imperio asirio. Como tal, era una †œciudad de derramamiento de sangre† (Na 3:1), puesto que los asirios libraron muchas guerras de conquista y emplearon métodos brutales para matar a los guerreros que capturaban. Sin duda, las campañas militares contribuyeron notablemente a la riqueza de la ciudad. (Na 2:9.) La deidad principal de Ní­nive parece haber sido Istar, diosa del amor y de la guerra.

Investigación arqueológica. Quyunjiq y Nebi Yunus (†œProfeta Jonás†), dos montí­culos situados en la orilla oriental del rí­o Tigris, frente a Mosul, al N. de Irak, marcan el lugar de lo que en una ocasión fue la gran ciudad de Ní­nive. Hoy, un pueblo moderno, con un cementerio y una mezquita, ocupa Nebi Yunus. Por eso este montí­culo, que cubre un palacio de Esar-hadón, no se ha investigado a fondo. Sin embargo, en Quyunjiq las excavaciones han sacado a la luz muchos objetos que testifican de la gloria pasada de Ní­nive. Los hallazgos incluyen miles de tablillas cuneiformes de la biblioteca de Asurbanipal, así­ como las ruinas del palacio de Senaquerib y el de Asurbanipal. Estos palacios eran construcciones impresionantes. Tomando como base estos hallazgos, Austen Layard escribió:
†œEl interior del palacio asirio debe haber sido imponente a la par que majestuoso. He conducido al lector a través de sus ruinas, de modo que puede hacerse una idea de cómo estaban dispuestas sus salas a fin de impresionar al extraño de antaño que entraba por primera vez en la residencia de los soberanos asirios. Se le hací­a penetrar a través de un portal custodiado por gigantescos leones o toros de alabastro albo. En la primera estancia se hallaba rodeado de los registros esculpidos del imperio. Batallas, sitios, triunfos, hazañas de caza, ceremonias religiosas…, todos ellos aparecí­an en las esculturas de alabastro que, coloreadas con magnificencia, recubrí­an las paredes. Debajo de cada escena habí­a grabadas inscripciones con caracteres rellenos de cobre brillante que narraban los hechos. Sobre las esculturas habí­a pintadas otras escenas: el rey, asistido por sus eunucos y guerreros, recibe a sus prisioneros, pacta alianzas con otros monarcas o realiza algún deber sagrado. Tales representaciones se hallaban enmarcadas por cenefas coloreadas de diseño elegante y complejo. Entre los diversos ornamentos sobresalí­an el árbol simbólico, los toros alados y los animales espantosos. En el extremo superior de la sala se hallaba la imagen colosal del rey, que adora al dios principal o recibe de mano de su eunuco la copa sagrada. Le asistí­an los guerreros que le llevaban las armas, así­ como los sacerdotes o los dioses principales. Su ropaje y el de sus seguidores estaba adornado con grupos de figuras, animales y flores, todo ello pintado con colores llamativos.
†El extranjero andaba sobre losas de alabastro, cada una con una inscripción que contení­a los tí­tulos, genealogí­a y logros del gran rey. Gran número de corredores, formados por colosales leones o toros alados, o por esculturas de dioses guardianes, conducí­an a otras estancias, que, a su vez, desembocaban en otros salones más distantes. En cada uno de ellos aparecí­an nuevas esculturas. Algunos de sus muros estaban decorados con procesiones de figuras colosales: hombres armados y eunucos que siguen al rey, guerreros que portan el despojo, conducen a los prisioneros o llevan presentes y ofrendas a los dioses. En otras paredes se representaban sacerdotes alados o divinidades principales, de pie ante los árboles sagrados.
†Los techos que quedaban sobre el espectador estaban divididos en compartimientos cuadrados, pintados con flores o con figuras de animales. Algunos tení­an incrustaciones de marfil y cada uno de ellos estaba circundado por elegantes cenefas y molduras. Puede que las vigas y los laterales de las cámaras tuvieran un baño de oro y plata; y en el enmaderado se utilizaron las maderas más exquisitas, entre las que destacaba la de cedro. Las lucernas cuadradas de los techos de las cámaras permití­an que entrase la luz diurna.† (Nineveh and Its Remains, 1856, parte II, págs. 207-209.)

En el tiempo de Jonás. Jonás, el profeta de Jehová, declaró en el siglo IX a. E.C. un juicio inminente contra Ní­nive como consecuencia de la iniquidad de sus habitantes. Sin embargo, debido al arrepentimiento del rey y del pueblo, Jehová perdonó a la ciudad. (Jon 1:1, 2; 3:2, 5-10.) En ese tiempo Ní­nive era una gran ciudad, †œcon distancia de tres dí­as de camino† (Jon 3:3) y con una población que ascendí­a a más de 120.000 hombres. (Jon 4:11.) Estos datos bí­blicos no contradicen los descubrimientos arqueológicos. André Parrot, conservador en jefe de los museos nacionales franceses, hace la siguiente observación:
†œEn la misma forma que el Parí­s actual, en lo que es interior de su antiguo recinto, difiere extraordinariamente de lo que acostumbra a denominarse †˜el gran Parí­s†™ —fórmula que comprende todos los suburbios y engloba una superficie mucho más considerable—, ¿no es posible suponer también que muchos de los que viví­an lejos de Asiria consideraban como †˜Ní­nive†™ lo que llamamos hoy †˜el triángulo asirio†™ […], que comprendí­a, de Khorsabad, al norte, hasta Nimrud, al sur, el rosario casi ininterrumpido de sus aglomeraciones que alcanzaban la longitud de unos 40 kilómetros?
†[…] Félix Jones calculaba que la población de Ní­nive podí­a alcanzar la cifra de 174 000 habitantes, y últimamente, durante las excavaciones de Nimrud, M. E. L. Mallowan encontró una estela de Assurnazirpal en la que se daba cuenta de haber invitado en un banquete la cantidad fabulosa de 69 574 comensales. El arqueólogo inglés consideraba que, después de deducidos los forasteros, la población de Kalah (Nimrud) debí­a estimarse en unos 65 000 habitantes. Pues bien, la superficie de Ní­nive es doble, y así­ puede constatarse que la cifra indicada en Jonás (4:[11]) obtiene con ello una confirmación indirecta aunque valiosa.† (Ní­nive y el Antiguo Testamento, traducción de Sebastián Bartina, 1962, págs. 68, 69; véanse JONíS núm. 1; JONíS, LIBRO DE.)

Su destrucción cumple profecí­a. Aunque los ninivitas se arrepintieron debido a la predicación de Jonás (Mt 12:41; Lu 11:30, 32), reincidieron, de modo que reemprendieron sus caminos inicuos. Algunos años después del asesinato del rey asirio Senaquerib en Ní­nive, en la casa de su dios Nisroc (2Re 19:36, 37; Isa 37:37, 38), Nahúm (1:1; 2:8–3:19) y Sofoní­as (2:13-15) predijeron la destrucción de esa malvada ciudad. Sus profecí­as se cumplieron cuando las fuerzas conjuntas del rey Nabopolasar de Babilonia y de Ciaxares el medo sitiaron y capturaron Ní­nive. Parece ser que la ciudad fue incendiada, puesto que muchos relieves asirios están estropeados o manchados por el fuego y el humo. Una crónica de Babilonia informa con referencia a Ní­nive: †œSe llevaron el gran despojo de la ciudad y el templo y [convirtieron] la ciudad en un montí­culo de ruinas†. (Assyrian and Babylonian Chronicles, de A. Grayson, 1975, pág. 94; GRABADO, vol. 1, pág. 958.) Hasta este dí­a Ní­nive es una extensión desolada, y en la primavera los rebaños pastan cerca o encima del montí­culo de Quyunjiq.

Fecha de la caí­da de Ní­nive. La fecha de la caí­da de Ní­nive —el año decimocuarto de Nabopolasar— está borrada de la tablilla cuneiforme existente que relata este acontecimiento, pero a pesar de eso, puede deducirse del contexto. También es posible situar la destrucción de Ní­nive en el marco de la cronologí­a bí­blica: según una crónica de Babilonia, los egipcios fueron derrotados en Carquemis en el año vigésimo primero del reinado de Nabopolasar, y la Biblia muestra que este acontecimiento tuvo lugar en el año cuarto del reinado de Jehoiaquim, en 625 a. E.C. (Jer 46:2.) Por lo tanto, la destrucción de Ní­nive (unos siete años antes), en el año decimocuarto del reinado de Nabopolasar, ocurrió en 632 a. E.C. (Véase ASIRIA [La caí­da del imperio].)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Una de las ciudades principales, y la última capital, de Asiria. Las ruinas están señaladas por los montículos denominados Kuyunjik y Nabi Yunus (“profeta Jonás”) que se encuentran a orillas del río Tigris, del otro lado de Mosul, en el N de Irak.

I. Nombre

El heb. nı̂newēh (gr. Nieuē; clásico Ninos) representa el as. Ninnuā (bab. ant. Ninuwa), que es una versión del nombre sumerio más antiguo Nina, nombre de la diosa Istar, escrito con un símbolo que muestra un pez encerrado. A pesar de la comparación con la historia de Jonás, probablemente no haya ninguna relación con la palabra heb. nūn, “pez”.

Según Gn. 10.11 Nínive fue una de las ciudades septentrionales fundadas por *Nimrod o Asur después de abandonar Babilonia. Las excavaciones realizadas hasta los 25 m de profundidad, hasta llegar a tierra virgen, demuestran que este lugar fue ocupado desde tiempos prehistóricos (ca. 4500 a.C.). La alfarería de tipo ubaidano (y Samarra), y los edificios de barro apretado podrían indicar influencia meridional. Si bien se menciona por primera vez en las inscripciones de Gudea de Lagás, que hizo campañas en la zona ca. 2200 a.C., los textos de Tukulti-Ninurta I (ca. 1230 a.C.) mencionan que restauró el templo de la diosa Istar de Nínive fundada por Manistusu, hijo de Sargón, ca. 2300 a.C.

Ya para los primeros años del 2º milenio la ciudad estaba en contacto con la colonia asiria de Kanis en Capadocia, y cuando Asiria se independizó bajo Samsi-Adad I (ca. 1800 a.C.) el mismo templo de Istar (denominado E-mas-mas) fue nuevamente restaurado. Hamurabi de Babilonia (ca. 1750 a.C.) adornó el templo, pero la expansión de la ciudad siguió al resurgimiento de la buena fortuna de Asiria bajo Salmanasar I (ca. 1260 a.C.), y para el reinado de Tigat-pileser I (1114–1076 a.C.) constituía una residencia real alternativa con Asur y Cala. Tanto Asurnasirpal II (883–859 a.C.) como Sargón II (722–705 a.C.) tuvieron palacios allí. Por lo tanto, es probable que haya sido a Nínive misma que se llevó el tributo de Manahem en el 744 a.C. (2 R. 15.20) y de Samaria en el 722 a.C. (Is. 8.4).

Senaquerib, con la ayuda de su reina semítica occidental de nombre Naqia-Zakutu, reedificó considerablemente la ciudad, sus muros de defensa, sus puertas, y su suministro de agua. Construyó un canal de 48 km que comenzaba en un dique en el río Gomel al N, y controló el caudal del río Khasr, que pasaba por la ciudad, construyendo para ello otro dique en Ajeila al E. También levantó nuevos edificios administrativos y construyó parques, Las paredes de su nuevo palacio estaban decoradas con relieves que representaban sus victorias, incluido el exitoso sitio de *Laquis. El tributo recibido de Ezequías de Judá (2 R. 18.14) fue enviado a Nínive, ciudad a la que *Senaquerib mismo había regresado después de la campaña (2 R. 19.36; Is. 37.37). Es posible que el templo de *Nisroc, donde fue asesinado, se encontrara en Nínive. Su relato del ataque a Ezequías en Jerusalén se registra en prismas de arcilla empleados como inscripciones fundacionales en Nínive.

Asurbanipal (669-ca. 627 a.C.) volvió a hacer de Nínive su residencia principal, habiendo vivido allí como príncipe heredero. Los bajos relieves que representan una cacería de leones (Museo Británico), que se hicieron para su palacio, constituyen los ejemplos más importantes de este tipo de arte asirio. La caída de la gran ciudad de Nínive, tal como fue predicha por los profetas Nahúm y Sofonías, ocurrió en agosto del 612 a.C. La Crónica babilónica relata la forma en que una fuerza combinada de medos, babilonios, y escitas sitió la ciudad, la que cayó como consecuencia de las brechas abiertas en las defensas por los ríos desbordados (Nah. 2.6–8). La ciudad fue saqueada por los medos, y el rey Sin-sar-iskún pereció en las llamas, aunque su familia logró escapar. La ciudad fue abandonada y se convirtió en el montón de ruinas ahandonadas que las caracteriza en la actualidad (Nah. 2.10; 3.7), y es zona de pastoreo para el ganado (Sof. 2.13–15), lo cual le da al montículo de la ciudadela su nombre moderno de Tell Kuyunjik (“montículo de muchas ovejas”). Cuando Jenofonte y el ejército gr. en retirada pasaron por allí en el 401 a.C. ya era una masa irreconocible de escombros.

En la cúspide de su prosperidad Nínive estaba circundada por un muro interior de unos 12 km de circunferencia dentro de la cual, según el estudio hecho por Félix Jones en 1834, pueden haber vivido más de 175.000 personas. La población de “aquella gran ciudad” de la historia de Jonás (1.2; 3.2) se especifica como 120.000 personas que no sabían la diferencia entre el bien y el mal. Esto se ha comparado con las 69.574 personas de *Cala (Nimrud) en 865 a.C., que entonces era una ciudad de aproximadamente la mitad del tamaño de Nínive. Los “tres días de camino” pueden no indicar necesariamente el tamaño de la ciudad (Jon. 3.3) ya sea por su circunferencia o distrito administrativo total. Podría referirse al día de camino desde los suburbios al centro (cf. 3.4), día destinado a actividades comerciales, para luego regresar. La traducción heb., al usar la palabra nı̂newēh en cada caso, no podía diferenciar entre el distrito (as. ninua[ki]) y la metrópoli ([al]ninuā). No hay pruebas externas del arrepentimiento del pueblo de Nínive (Jon. 3.4–5), a menos que este hecho esté reflejado en un texto de Guzanu (* Gozán) del reinado de Asur-dan III, cuando a un eclipse solar total en 763 a.C. siguieron inundaciones y hambre. Tales señales serían interpretadas por los asirios como factores que debían afectar al rey, quien solía descender temporariamente del trono (Jon. 3.6). Estos portentos, incluido un terremoto que se hizo sentir aproximadamente en la época de Jonás hijo de Amitai (2 R. 14.25), bien pueden haber hecho que los ninivitas adoptaran la medida que fue alabada por Jesús (Lc. 11.30; Mt. 12.41).

III. Exploración

Los informes presentados por algunos viajeros primitivos, tales como John Cartwnght (s. XVII), y los planos confeccionados por C. J. Rich en 1820, despertaron nuevamente el interés en el descubrimiento de la ciudad veterotestamentaria. Las excavaciones estuvieron primeramente a cargo de P. E. Botta (1842–3), pero con poco éxito, por lo que abandonó el lugar, creyendo que Jorsabad (16 km al N) era la Nínive bíblica. Sin embargo, las excavaciones de Layard y Rassam (1845–54), que dieron por resultado el descubrimiento de los relieves de los palacios de Senaquerib y Asurbanipal, juntamente con muchas inscripciones, hicieron que la ubicación quedara definitivamente confirmada. Tras el descubrimiento, entre las 25.000 tablillas inscritas de las bibliotecas de Asurbanipal y del templo de Nabu (* Asiria), de un relato bab. del diluvio (épica de Gilgamés) en 1872, el Museo Británico reinició las excavaciones bajo G. Smith (1873–6); E. A. W. Budge (1882–91); L. W. Kinz (l903-5), y R. Campbell Thompson (1927–32). El gobierno iraquí ha continuado los trabajos en el lugar (1963, 1966–1974). El montículo de Nabi Yunus, que cubre un palacio de Esar-hadón, ha sido poco explorado aun, porque sigue estando habitado.

Nínive, con sus muchos relieves e inscripciones, ha contribuido mucho más que cualquier otro sitio asirio a dilucidar la historia antigua de *Asiria y *Babilonia, mientras que los relatos épicos, las historias, los textos gramaticales y científicos, además de las cartas, han obrado de modo tal que la literatura asiria es hoy mejor conocida que la de cualquier pueblo semita de la antigüedad, con excepción de la de los hebreos (* Arqueología; * Escritura).

Bibliografía. °A. Parrot, Nínive y el Antiguo Testamento, 1962; id., “Nínive”, °EBDM, t(t). V, cols. 526–531; R. Fernández Valbuena, Egipto y Asiria resucitados, 1985; C. F. Pfeiffer, “Nínive”, °DBA, pp. 486–493; G. Contenau, La vida cotidiana en Babilonia y Asiria, 1958; M. Noth, El mundo del Antiguo Testamento, 1976.

R. Campbell Thompson y R. W. Hutchinson, A Century of Exploration at Nineveh, 1929; A Parrot, Nineveh and the Old Testament, 1955. La exploración de Nínive se describe detalladamente en A. H. Layard, Nineveh and its Remains, 1849; G. Smith, Assyrian Discoveries, 1875; R. Campbell Thompson (y otros), Liverpool Annals of Archaeology and Anthropology 18, 1931, pp. 55–116; 19, 1932, pp. 55–116; 20, 1933, pp. 71–186; Archaeologia 79, 1929; Iraq 1, 1934, pp. 95–105; Sumer 23, 1967, pp. 76–80.

D.J.W.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico