NUMERO

Psa 147:4 él cuanta el n de las estrellas; a todas
Hos 1:10 el n de los hijos de Israel como la arena
Joh 6:10 se recostaron .. en n de cinco mil varones
Act 11:21 gran n creyó y se convirtió al Señor
Rom 9:27 si fuere el n de los hijos de Israel como
Rev 7:4 oí el n de los sellados: 144,000 sellados
Rev 13:18 cuente el n de la bestia .. n de hombre


tip, TIPO

ver, ALFABETO

vet, No hay evidencia que los antiguos hebreos hayan empleado signos especiales para representar las cifras, porque se hallan escritos en letras en el texto heb. de las Escrituras, en la inscripción de Siloé y en la Estela de Mesa. Por ello, ya en la época de los Macabeos, los israelitas empezaron a utilizar las letras del alfabeto para designar números: “alef” para 1, “bet” para 2, etc. En los papiros de Elefantina se dan las cifras con signos (datando especialmente del siglo V a.C.). Las inscripciones nabateas del siglo I dan por lo general los números en palabras enteras, pero en ocasiones van representados en trazos verticales (para las unidades inferiores). El 5 es semejante a la cifra árabe actual, aunque sin la barra horizontal. Las inscripciones arameas de Palmira, de la misma época, presentan también signos. En Ní­nive, en el siglo VIII a.C., los mercaderes arameos se serví­an de pesos en forma de león en los que unos trazos verticales indicaban las unidades, y un trazo horizontal la decena. En épocas aún más remotas, los asirios y babilonios indicaban los números mediante signos cuneiformes. (a) Números simbólicos. Está claro que se usan números en las Escrituras en sentido simbólico. Al comparar los casos en los que se emplea un número, puede deducirse la idea escondida tras el número. El significado de algunos de los números es demasiado evidente para que haya error; en otros no hay tanta certeza. Se dan sólo unas pocas referencias para cada número. UNO Supremací­a, exclusividad: Un Jehová (Dt. 6:4; Is. 42:8; Zac. 14:9). Un Dios y Padre (1 Co. 8:6; Gá. 3:20; Mr. 12:29; Ef. 4:6; 1 Ti. 2:5). No hay más que un Dios, y un Señor, Jesucristo (1 Co. 8:4, 6; Ef. 4:5). Un Espí­ritu Santo (1 Co. 12:11, 13). Un mediador (1 Ti. 2:5). Un cuerpo (1 Co. 12:12, 13; Ef. 4:4). Una esperanza, una fe, un bautismo (Ef. 4:4, 5). Una ofrenda que ha perfeccionado para siempre a los santificados (He. 10:14). DOS Distintividad, y por ello un testimonio adecuado, y comunión en caso de acuerdo. Para testimonio se precisa de dos testigos (Dt. 19:15; 2 Co. 13:1). Caleb y Josué dieron testimonio de la tierra (Nm. 14:6-9). Fueron dos los espí­as enviados al otro lado del Jordán (Jos. 2:1). Dos olivos tipifican los dos testigos (Zac. 4:3; Ap. 11:3, 4). La palabra de Dios y Su juramento muestran la inmutabilidad de Su consejo (He. 6:17, 18). Dos tienen que estar de acuerdo al pedir (Mt. 18:19). Dos o tres pueden reunirse al nombre de Cristo (Mt. 18:20). TRES Plenitud divina y, por ende, perfección en testimonio. Dios: Padre, Hijo y Espí­ritu. Esta plenitud se plació en morar en el Hijo de Su amor (Col. 1:19). Tres veces vino la voz del cielo con respecto al Señor Jesús (Mt. 3:17; 17:5; Jn. 12:28). El Señor Jesús es Profeta, Sacerdote y Rey. Tres son los que dan testimonio, el Espí­ritu, el agua y la sangre (1 Jn. 5:7, 8). Las Escrituras, compuestas por la Ley, los Profetas y los Salmos, dan testimonio de Cristo (Lc. 24:44). Los elementos de la vida cristiana en esta escena son la fe, la esperanza y el amor. Un cordón de tres dobleces no se rompe pronto (Ec. 4:12), y se corresponde con la perfección en el testimonio; tres es también expresión de una experiencia llevada a la perfección (Lc. 13:32; Gn. 22:4; Hch. 9:9). CUATRO La integridad de aquello que ha sido creado o establecido por Dios. Cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo (Jer. 49:36). Los cuatro ángulos de la tierra (Ap. 20:8). En el ordenamiento del campamento de Israel habí­a cuatro banderas (Nm. 10:14-25). Ezequiel vio cuatro seres vivientes, y cada uno de ellos tení­a cuatro caras, cuatro alas y cuatro manos (Ez. 1:5-8; cfr. los cuatro seres vivientes en Ap. 4:6). CINCO La debilidad humana en su reconocimiento de obligación. En la dedicación del tabernáculo, cada prí­ncipe ofreció como ofrenda de paces dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabrí­os y cinco corderos (Nm. 7:17-83). Debilidad en contraste con el poder del enemigo: cinco perseguirí­an a cien (Lv. 26:8). Los discí­pulos sólo pudieron presentar cinco panes de cebada y dos peces pequeños cuando habí­a cinco mil para alimentar (Jn. 6:9). Pablo dijo que preferirí­a hablar cinco palabras para enseñar a otros que diez mil palabras en una lengua desconocida (1 Co. 14:19). En la parábola de las ví­rgenes habí­a cinco sabias y cinco necias (Mt. 25:2). SEIS Falta, imperfección (una unidad menor que el número perfecto de siete). Salomón tení­a seis gradas que ascendí­an a su gran trono (1 R. 10:19); no fue lo suficientemente elevado para preservarlo de idolatrí­a. Seiscientos sesenta y seis talentos de oro era lo que recibí­a cada año (1 R. 10:14), y sin embargo tuvo que confesar que todo era vanidad y aflicción de espí­ritu. Los judí­os en Caná tení­an seis tinajas de agua para la purificación (Jn. 2:6), pero expresaban lo insuficiente de las ordenanzas para suplir las necesidades del hombre. El número de la bestia imperial será seiscientos sesenta y seis (Ap. 13:18), imperfección en todos los aspectos. SIETE Integridad espiritual, generalmente en lo bueno, pero ocasionalmente en sentido negativo. Es la suma de tres y cuatro, y el número indivisible más alto dentro de la decena. Siete dí­as en una semana, siendo cada dí­a séptimo para descanso, cada año séptimo era para reposo de la tierra, y cada siete veces siete años introducí­a el jubileo. La creación quedó finalizada para el séptimo dí­a, introduciendo el reposo de Dios. Habí­a siete lámparas en el candelero de oro (Nm. 8:2; cfr. Zac. 4:2). La sangre era rociada delante del Señor siete veces (Lv. 4:6, 17; 8:11). El cristiano es exhortado a guardar la fiesta de siete dí­as después de la pascua, lo que hace que sea para él una fiesta perpetua (1 Co. 5:7, 8). Juan habla de los siete Espí­ritus delante del trono de Dios (Ap. 1:4). Hay siete abominaciones en el corazón del hombre (Pr. 26:25). La primera bestia tiene siete cabezas y diez cuernos (Ap. 13:1). En Apocalipsis el número “siete” aparece con frecuencia; se encuentra allí­ más de siete veces siete. El perdón tiene que ser otorgado “setenta veces siete” (Mt. 18:22). OCHO Un nuevo comienzo traerá del orden de la creación, aunque relacionado con él, en resurrección. La circuncisión era al octavo dí­a, cuando se entraba en una nueva comunión. Fueron ocho las almas salvadas en el arca, para dar comienzo a un nuevo mundo (1 P. 3:20; 2 P. 2:5). La nueva forma del futuro imperio romano será la octava (Ap. 17:11). El dí­a de la resurrección puede ser llamado el octavo, el que sigue al séptimo, el sábado judí­o. DIEZ Base completa de responsabilidad humana. Faraón fue visitado por diez plagas (Ex. 7-12). Los Diez Mandamientos (Ex. 34:28). Abraham dio el diezmo del botí­n a Melquisedec (Gn. 14:20). Los israelitas daban una décima parte a los levitas, y ellos daban una décima a los sacerdotes (Nm. 18:21, 26). Diez ví­rgenes fueron a encontrar al esposo (Mt. 25). Eran diez los siervos a los que se les confió las minas (Lc. 19:13). En la última fase del imperio romano habrá diez reyes (Ap. 17:12, 16). DOCE Integridad administrativa, esto es, en lo que se establece o exhibe para el hombre. (El más divisible de los primeros números.). Hubo doce patriarcas, antecesores de las doce tribus, que eran conmemorados en los doce panes de la proposición, en las doce piedras en el pectoral y en los doce nombres en los hombros del sumo sacerdote; en las doce piedras sacadas del Jordán, y en las otras doce puestas en el lecho del rí­o; también en la mujer con la corona con las doce estrellas (Ap. 12:1). Mediante los doce apóstoles, el Señor alimentó a multitudes hambrientas. Los doce apóstoles se sentarán sobre doce tronos juzgando a las doce tribus (Mt. 19:28). La nueva Jerusalén tendrá doce fundamentos para sus muros con los nombres de los doce apóstoles; tendrá doce puertas hechas de doce perlas, con los nombres de las doce tribus inscritas en ellas, siendo las doce puertas guardadas por doce ángeles (Ap. 21:12-21). El dí­a tiene doce horas, en las que los hijos de luz pueden caminar (Jn. 11:9). La flexibilidad de la perfección administrativa se puede ver en: Seis-dos: Dos apóstoles en cada una de las seis compañí­as enviadas a predicar. Dos-seis: Seis panes en cada una de las dos hileras de panes de la proposición. Tres-cuatros: Cuatro hileras de tres nombres en el pectoral. Cuatro-tres: Tres puertas en cada uno de los cuatro lados de la nueva Jerusalén. CUARENTA (10 x 4). Prueba completa sacando a la luz el bien o el mal. Moisés estuvo cuarenta años en el desierto, siendo probado él mismo; estuvo en el monte durante dos perí­odos de cuarenta dí­as, que fueron tiempos de prueba para los israelitas (Ex. 24:18; 34:28). Los espí­as estuvieron cuarenta dí­as explorando la tierra (Nm. 13:25). Las tribus fueron probadas cuarenta años en el desierto (Hch. 13:18). Goliat desafió a Israel durante cuarenta dí­as (1 S. 17:16). Saúl, David, Salomón y Joás fueron probados en sendos reinados de cuarenta años. El tiempo de prueba de Elí­as en Horeb fue de cuarenta dí­as. Ní­nive recibió cuarenta dí­as de plazo para que se arrepintiera (Jon. 3:4). El Señor Jesús fue tentado cuarenta dí­as (Mr. 1:13). Se apareció a sus discí­pulos durante cuarenta dí­as después de su resurrección (Hch. 1:3). SETENTA (7 x 10) Plenitud y totalidad. Se mencionan setenta miembros de la familia de Jacob (Gn. 46:27). Setenta ancianos de Israel (Ex. 24:1). Exilio de setenta años (Jer. 25:11). El enví­o de los setenta discí­pulos (Lc. 10:1). El perdón dado setenta veces siete (Mt. 18:21). Se podrí­an dar otros ejemplos análogos. Si bien los números tienen valor espiritual, es necesario tener equilibrio para no caer en exageraciones acerca de su simbolismo. Hay quien se ha dedicado a hacer extraños cálculos acerca de los 318 siervos de Abraham (Gn. 14:14) y sobre los 153 peces de la última pesca milagrosa (Jn. 21:11), por no citar más que estos dos casos. (b) El número de la Bestia: Seiscientos sesenta y seis. Los griegos y romanos, lo mismo que los hebreos de la época tardí­a, empleaban las letras del alfabeto como signos numéricos (véase ALFABETO). La adición de estos signos puede dar un cierto total, y se ha hallado, como ejemplo, una inscripción que dice: “La que yo amo tiene el número 545”. Este método, aplicado a 666, ha permitido presentar nombres como Nerón, Mahoma, el Papa, Lutero, Napoleón, Hitler, etc. Ello demuestra que este tipo de cálculos no es válido. Hay, sin embargo, una siniestra premonición con el advenimiento del ordenador y de la transferencia electrónica de dinero. Hay un código ideado para su aplicación universal, y que puede ser tatuado, que consta de tres grupos de seis dí­gitos. Un dictador mundial que pudiera conseguir el control de este sistema tendrí­a a su merced a todos, mediante la manipulación de la posibilidad de acceso al sistema informatizado (cfr. Ap. 13:16-18). Parece que el futuro ya empieza a perfilarse ante nuestros ojos. Bibliografí­a: Bullinguer, E. W.: “Cómo entender y explicar los números en la Biblia”, (Clí­e, Terrassa, 1990).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Los números tienen en la Biblia un valor aritmético exacto o aproximativo; pero muchas veces tienen un valor simbólico, que, con frecuencia, es muy difí­cil de precisar. El 1 a veces es el único, Dios (Mt 19,17; 23,9; Mc 12,29); el 2 puede signifimr unos cuantos (Núm 9,22; Dt 32,30); el 3 es una comunidad (Mt 18,20); el 4 significa la totalidad cósmica (Act 21,23); el 5 es a veces un número aproximativo (Mt 14,17.21; Lc 12,6; Jn 4,18); el 6 indica los dí­as de trabajo (Lc 13,14); el 7 es número relativamente elevado y sí­mbolo de la perfección como el número 8 (Lc 2,36; Act 22,6; Lc 1,59; 2,21; 9,28; Jn 20,26); el 10 es un número nemotécnico, como los diez dedos de las manos (Mt 25,1; Lc 15,8; 19,13); el 12 es también una cifra perfecta, como las doce lunaciones, hay doce tribus y doce apóstoles (Mt 10,1; 19,28; Mc 3,14; Lc 22,30); 40 es el número de años de una generación, cuarenta años pasa Israel en el desierto, Jesucristo ayuna cuarenta dí­as y cuarenta noches (Mt 4,2; Mc 1,13; Lc 4,2; Act 7,30.36.42; 13,18), etc.

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

En hebreo antiguo los números se escribí­an con todas las letras. Después del exilio en Babilonia, los judí­os empezaron a usar las letras del alfabeto como sí­mbolos numéricos. Sin embargo, esta costumbre no se refleja ni siquiera en los manuscritos bí­blicos hebreos posteriores al exilio. Uno de los ejemplares más antiguos que existen de escritura hebrea es la inscripción hallada en el túnel de agua de Siloam (probablemente del tiempo del reinado de Ezequí­as [745-717 a. E.C.]), en la que las dimensiones están escritas en letras. Su costumbre de escribir en letras los números da más garantí­a de la exactitud y confiabilidad de los manuscritos de las Escrituras Hebreas, que se han copiado muchas veces, ya que por lo general es más fácil equivocarse al copiar un número que una palabra.
En hebreo, los números superiores a diez están compuestos de varias palabras —por ejemplo: doce (dos y diez) (Gé 14:4)—, excepto los múltiplos de diez, como veinte, que es el plural de diez; treinta, una palabra plural derivada de tres; cuarenta, una palabra plural derivada de cuatro, etc. Cien es una sola palabra y doscientos, la forma dual de la misma. Los demás múltiplos de cien se componen de dos palabras (por ejemplo: tres cientos). En hebreo, veinte mil es el número más alto expresado por una sola palabra, que es la forma dual de diez mil (mirí­ada). Los números más altos son una combinación de palabras. Por ejemplo: en 1 Crónicas 5:18 el número 44.760 es literalmente cuarenta y cuatro mil, siete cientos y sesenta. Un millón se escribe como mil miles. (2Cr 14:9.) La familia de Rebeca la bendijo con las palabras: †œOh tú, hermana nuestra, que llegues a ser millares de veces diez mil [literalmente, †œmillares de mirí­adas†]†; y, efectivamente, la descendencia de Rebeca llegó a ascender a muchos millones. (Gé 24:55, 60.) En la visión de Daniel se representa a Jehová con †œdiez mil veces diez mil [literalmente, †œuna mirí­ada de mirí­adas†]† que seguí­an de pie directamente delante de él. (Da 7:10.)
De vez en cuando los números se usan con un sentido aproximado, como números redondos. Por ejemplo: en el Salmo 90:10, donde el salmista habla acerca del lí­mite de edad del hombre; posiblemente también en 1 Reyes 19:18 (siete mil que no se habí­an inclinado ante Baal), así­ como en 2 Crónicas 14:9 (el millón de etí­opes derrotados por Asá).
En las Escrituras Griegas Cristianas los números generalmente se expresan con palabras. El número de la †œbestia salvaje† aparece escrito con letras en los manuscritos Sinaí­tico y Alejandrino. (Rev 13:18.)

Su uso en la Biblia no es numerologí­a. Dado que la Biblia es un libro histórico y profético, los números que en ella se emplean pueden ser literales o simbólicos. Por lo general, el contexto permite determinar el sentido que ha de dársele al número que se cita. A menudo se dan números en la Biblia con un valor ilustrativo, figurado o simbólico, por lo que en esos casos es muy importante entender su significado para poder comprender el texto bí­blico. Sin embargo, no debe confundirse este uso que hace la Biblia de los números con la numerologí­a, que consiste en atribuir un sentido mí­stico oculto a determinadas cifras, combinaciones de cifras y totales. Al parecer, esta práctica tuvo su origen en la antigua Babilonia, y Dios la condena junto con otras formas de adivinación. (Dt 18:10-12.)
A continuación se comentan algunos de los usos figurados que reciben determinados números, que ocupan un lugar destacado en el texto bí­blico.

Uno. Cuando se usa en sentido figurado, este número transmite la idea de individualidad y singularidad, así­ como de unidad y acuerdo en propósito y acción. Moisés dijo: †œJehová nuestro Dios es un solo Jehovᆝ. (Dt 6:4.) Tan solo El es Soberano y único. No comparte su gloria con otro, como ocurre en el caso de los dioses trinitarios paganos. (Hch 4:24; Rev 6:10; Isa 42:8.) Jehová y Jesucristo tienen unidad de propósito y acción (Jn 10:30), y, de la misma manera, la unidad de los discí­pulos cristianos con Dios y su Hijo, y entre ellos mismos, debe ser completa. (Jn 17:21; Gál 3:28.) Esta clase de unidad se ejemplifica en la institución del matrimonio. (Gé 2:24; Mt 19:6; Ef 5:28-32.)

Dos. El número 2 aparece con frecuencia en un marco legal. Los relatos coincidentes de dos testigos añaden fuerza al testimonio. Se precisaban dos testigos, o incluso tres, para probar un asunto ante los jueces. Este principio también se aplica en la congregación cristiana. (Dt 17:6; 19:15; Mt 18:16; 2Co 13:1; 1Ti 5:19; Heb 10:28.) Dios se adhirió a este principio cuando presentó a su hijo a la nación como el salvador de la humanidad. Jesús dijo: †œEn la propia Ley de ustedes está escrito: †˜El testimonio de dos hombres es verdadero†™. Yo soy quien doy testimonio acerca de mí­ mismo, y el Padre que me envió da testimonio acerca de mí­†. (Jn 8:17, 18.)
Hacer algo por segunda vez —por ejemplo: repetir una declaración o una visión, aunque solo fuese un paralelismo— daba seguridad y veracidad al asunto (como en el sueño que tuvo Faraón acerca de las vacas y las espigas, Gé 41:32). La poesí­a hebrea bí­blica está llena de pensamientos paralelos, lo que fija en la mente de manera más firme las verdades declaradas y al mismo tiempo facilita la comprensión. (Véanse Sl 2, 44 y otros.)
La bestia que tení­a †œdos cuernos† de la profecí­a de Daniel simbolizaba dualidad en la gobernación del Imperio medopersa. (Da 8:20, 21; compárese con Rev 13:11.)

Tres. A pesar de que el testimonio de dos personas acerca del mismo asunto suministraba prueba suficiente para tomar acción legal, el hecho de que lo hiciesen tres conferí­a más fuerza al testimonio. El número 3, por lo tanto, se usa a veces para representar intensidad, énfasis o más fuerza: †œUna cuerda triple no puede ser rota en dos pronto†. (Ec 4:12.) De modo que la pregunta que por tres veces Jesús formuló a Pedro, después que este le negó tres veces, denotaba intensidad o énfasis. (Mt 26:34, 75; Jn 21:15-17.) La visión por la que se comunicó a Pedro que podí­a comer de toda clase de animales, incluso de aquellos que según la Ley eran inmundos, se le dio de forma intensificada, es decir, tres veces. Seguramente este hecho hizo más fácil que Pedro entendiera que el que Cornelio y su casa aceptaran las buenas nuevas indicaba que Dios habí­a vuelto su atención hacia la gente incircuncisa de las naciones, a quienes los judí­os consideraban inmundos. (Hch 10:1-16, 28-35, 47, 48.)
La santidad y limpieza perfectas de Jehová se recalcan con el carácter enfático de la declaración de las criaturas celestiales, que dicen: †œSanto, santo, santo es Jehovᆝ. (Isa 6:3; Rev 4:8.) Cuando Jehová predijo la caí­da del último rey del linaje daví­dico, dijo: †œRuina, ruina, ruina la haré. En cuanto a esta también, ciertamente no llegará a ser de nadie hasta que venga aquel que tiene el derecho legal, y tengo que dar esto a él†. De esa manera manifestó que ningún otro rey daví­dico se sentarí­a sobre el trono de Jerusalén en su nombre —el trono permanecerí­a vacante— hasta que llegase el tiempo señalado de Dios para colocar en el poder del Reino a su Mesí­as. (Eze 21:27.) La intensidad de los ayes que les sobrevienen a los habitantes de la Tierra también se representa mediante la repetición triple de la interjección †œay†. (Rev 8:13.)

Cuatro. Cuatro es un número que puede expresar universalidad o configuración cuadrangular en simetrí­a y forma. Aparece tres veces en Revelación 7:1. En este texto, los †œcuatro ángeles† (a cargo de los †œcuatro vientos†, listos para destrucción total) estaban de pie en los †œcuatro ángulos† de la Tierra (podrí­an soltar los vientos oblicua o diagonalmente y no se librarí­a ninguna de las cuatro partes del planeta). (Compárese con Da 8:8; Isa 11:12; Jer 49:36; Zac 2:6; Mt 24:31.) La Nueva Jerusalén †œse extiende en cuadro†, es decir, es igual en todas sus dimensiones, por lo que su forma es cúbica. (Rev 21:16.) Otras expresiones figuradas que usan el número 4 se hallan en Zacarí­as 1:18-21; 6:1-3; Revelación 9:14, 15.

Seis. Este número a veces representa la imperfección. El número de la †œbestia salvaje† es 666; se le llama †œnúmero de hombre†, lo que indica que tiene relación con el hombre imperfecto y caí­do, y parece simbolizar la imperfección de lo que representa la †œbestia salvaje†. El número 6 elevado al tercer grado (el 6 aparece en la posición de las unidades, decenas y centenas) pone de relieve la imperfección y deficiencia de lo que la bestia representa o prefigura. (Rev 13:18.)

Siete. El 7 se usa con frecuencia en las Escrituras para indicar la calidad de completo. En algunas ocasiones se refiere a llevar a feliz término un trabajo. También puede hacer referencia a un proceso completo dispuesto por Dios o permitido por El. Al completar su trabajo con respecto a la Tierra en seis dí­as creativos y descansar en el séptimo, Jehová puso el modelo para todo lo que tení­a que ver con el sábado: desde la semana de siete dí­as hasta el año de Jubileo, que seguí­a a cada ciclo de siete veces siete años. (Ex 20:10; Le 25:2, 6, 8.) Asimismo, tanto la fiesta de las tortas no fermentadas como la fiesta de las cabañas duraban siete dí­as. (Ex 34:18; Le 23:34.) El número 7 aparece frecuentemente en relación con las normas leví­ticas para las ofrendas (Le 4:6; 16:14, 19; Nú 28:11) y para la limpieza. (Le 14:7, 8, 16, 27, 51; 2Re 5:10.)
Las †œsiete congregaciones† de Revelación, con sus caracterí­sticas, dan un cuadro completo de todas las congregaciones de Dios sobre la Tierra. (Rev 1:20–3:22.)
Las †œsiete cabezas† de la †œbestia salvaje† (Rev 13:1) muestran el lí­mite al que se le permitirí­a desarrollarse a la bestia. Si bien a la †œbestia salvaje de color escarlata† se le llama un †œoctavo† rey, proviene de los siete y no existe aparte de la bestia salvaje de siete cabezas (Rev 17:3, 9-11), lo mismo que ocurre con la †œimagen† de la †œbestia salvaje†. (Rev 13:14.) De manera similar, la †œbestia salvaje† de dos cuernos coexiste con la †œbestia salvaje† original, cuya †œmarca† trata de poner sobre todas las personas. (Rev 13:11, 16, 17.)
Jehová tuvo gran paciencia con Israel, pero les advirtió que si, a pesar de su disciplina, lo ignoraban, los castigarí­a †œsiete veces† —completamente— por sus pecados. (Le 26:18, 21, 28.)
En algunos de los relatos históricos de las Escrituras, con el 7 se indica la calidad de completo o el hecho de consumar un trabajo. Los israelitas ejercieron plena fe y obediencia al marchar durante siete dí­as alrededor de Jericó, y caminar alrededor de ella siete veces en el séptimo dí­a, después de lo cual el muro de la ciudad se desplomó. (Jos 6:2-4, 15.) También Elí­as mostró fe completa en la eficacia de su oración a Dios al ordenar a su siervo en la cima del monte Carmelo que mirase al cielo siete veces antes de que apareciese una nube de lluvia. (1Re 18:42-44.) Naamán el leproso debió bañarse siete veces en el rí­o Jordán. Este poderoso general sirio tuvo que desplegar gran humildad para llevar a cabo las instrucciones del profeta Eliseo, pero como lo hizo obedientemente, Jehová lo limpió. (2Re 5:10, 12.) La pureza, integridad, perfección y excelencia de los dichos de Jehová se comparan, con fuerza poética e intensidad, a †œplata refinada en un horno de fundición de tierra, clarificada siete veces†. (Sl 12:6.) La misericordia de Jehová se enaltece en la declaración: †œPues puede que el justo caiga hasta siete veces, y ciertamente se levantarᆝ. (Pr 24:16.) El hecho de que El merece toda la alabanza se desprende de la declaración del salmista: †œSiete veces al dí­a te he alabado†. (Sl 119:164.)
El libro de Revelación abunda en referencias simbólicas al número 7 relacionadas con Dios y su congregación, y con Su adversario, Satanás el Diablo, y la guerra abierta que mantiene contra Dios y su pueblo. (Rev 1:4, 12, 16; 5:1, 6; 8:2; 10:3; 12:3; 13:1; 15:1, 7; 17:3, 10; y otros.)
Asimismo, los múltiplos de siete se utilizan para dar a entender la calidad de completo. El número 70 (diez veces siete) se emplea proféticamente en las †œsetenta semanas† de la profecí­a de Daniel que trata sobre la venida del Mesí­as. (Da 9:24-27; véase SETENTA SEMANAS.) Jerusalén y Judá yacieron desoladas setenta años debido a su desobediencia a Dios: †œHasta que la tierra hubo pagado [completamente] sus sábados†. (2Cr 36:21; Jer 25:11; 29:10; Da 9:2; Zac 1:12; 7:5.)
Setenta y siete, repetición de siete, equivalí­a a decir †œindefinidamente† o †œsin lí­mite†. Jesús aconsejó a los cristianos que perdonasen a sus hermanos hasta ese grado. (Mt 18:21, 22.) Puesto que Dios habí­a dictaminado que cualquiera que matase al asesino Caí­n deberí­a †œsufrir venganza siete veces†, Lamec, quien al parecer mató a un hombre en defensa propia, dijo: †œSi siete veces ha de ser vengado Caí­n, entonces Lamec setenta veces y siete†. (Gé 4:15, 23, 24.)

Ocho. El número 8 se usaba para destacar la calidad de completo de algo (era una unidad mayor que el 7, el número que se empleaba habitualmente para indicar la calidad de completo). En algunas ocasiones, el número 8 daba a entender abundancia. Jehová le aseguró a su pueblo que lo librarí­a de la amenaza de Asiria diciéndole que tendrí­an que levantarse en contra de los asirios †œsiete pastores, sí­, [no solo siete, sino] ocho adalides de la humanidad†. (Miq 5:5.) Como punto culminante y final de la fiesta del año sagrado, la fiesta de las cabañas, el octavo dí­a tení­a que ser una convocación santa, una asamblea solemne, un dí­a de descanso completo. (Le 23:36, 39; Nú 29:35.)

Diez. Diez es un número que indica plenitud, totalidad, el conjunto completo, la suma de todo lo que existe de algo. Puede notarse también que cuando los números 7 y 10 se emplean juntos, el 7 representa lo que es más elevado o superior, y el 10, algo de naturaleza subordinada.
Las diez plagas derramadas sobre Egipto expresaron en su totalidad los juicios de Dios sobre aquel paí­s, y eran todo lo que se necesitaba para humillar por completo a los dioses falsos de Egipto y acabar con el dominio egipcio sobre Israel, el pueblo de Dios. Las †œDiez Palabras† constituí­an las leyes básicas del pacto de la Ley, mientras que el resto, unas 600 leyes más, sirvieron para ampliar, aclarar y explicar la aplicación de dichas leyes básicas. (Ex 20:3-17; 34:28.) Jesús usó el número 10 en varias de sus ilustraciones para indicar totalidad, número completo. (Mt 25:1; Lu 15:8; 19:13, 16, 17.)
Una de las bestias de la visión de Daniel, así­ como otras descritas en Revelación, tení­a diez cuernos, que deben representar todos los poderes o †œreyes† de la Tierra que componen la bestia simbólica. (Da 7:7, 20, 24; Rev 12:3; 13:1; 17:3, 7, 12.) La plenitud de la prueba o del perí­odo de prueba que Dios determina para sus siervos o permite que experimenten se expresa en Revelación 2:10: †œNo tengas miedo de las cosas que estás para sufrir. ¡Mira! El Diablo seguirá echando a algunos de ustedes en la prisión para que sean puestos a prueba plenamente, y para que tengan tribulación diez dí­as†.

Doce. El patriarca Jacob tuvo doce hijos, que fueron los fundamentos de las doce tribus de Israel. Jehová organizó a sus descendientes bajo el pacto de la Ley como Su nación. Por lo tanto, el número 12 parece representar una estructura completa, equilibrada, constituida divinamente. (Gé 35:22; 49:28.) Asimismo, Jehová escogió doce apóstoles, que forman los fundamentos secundarios de la Nueva Jerusalén, que está edificada sobre Jesucristo. (Mt 10:2-4; Rev 21:14.) También son doce las tribus de †œlos hijos de Israel [espiritual]†, cada una compuesta de 12.000 miembros. (Rev 7:4-8.)
En algunas ocasiones los múltiplos de doce también son significativos: David formó veinticuatro divisiones en el sacerdocio para servir por turno en el templo que posteriormente edificó Salomón. (1Cr 24:1-18.) Este hecho ayuda a identificar a los †œveinticuatro ancianos† que están sentados alrededor del trono de Dios, vestidos con prendas exteriores de vestir blancas y que llevaban coronas. (Rev 4:4.) A los seguidores fieles de Jesucristo —sus hermanos espirituales— se les promete la regencia y el sacerdocio con él en los cielos. Esos ancianos no podí­an ser únicamente los apóstoles, pues estos solo eran doce. Por lo tanto, deben representar a todo el cuerpo del †œsacerdocio real†: los ciento cuarenta y cuatro mil (representados por las veinticuatro divisiones sacerdotales que serví­an en el templo) en sus posiciones en los cielos, como reyes coronados y sacerdotes. (1Pe 2:9; Rev 7:4-8; 20:6.)

Cuarenta. En ciertas ocasiones, los perí­odos de juicio o castigo estaban relacionados con el número 40 (Gé 7:4; Eze 29:11, 12), como, por ejemplo, los cuarenta dí­as que se le dieron a Ní­nive para arrepentirse. (Jon 3:4.) Uno de los paralelos entre las vidas de Moisés y Jesucristo es que ambos ayunaron por cuarenta dí­as, siendo el primero un tipo del segundo. (Ex 24:18; 34:28; Dt 9:9, 11; Mt 4:1, 2.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Arithmos (ajriqmov”, 706), número (cf. en castellano aritmética, etc.). Aparece en Luk 22:3; Joh 6:10; Rom 9:27: Aparece también cinco veces en Hechos, diez veces en Apocalipsis. Notas: (1) Para plethos, traducido “gran número” en Act 5:14; “número” en 17.4, en sentido de una muchedumbre, multitud, véase MULTITUD, Nº 2, etc.; (2) el verbo plethuno, acrecentar, se traduce “como creciera el número de los discí­pulos” en Act 6:1; véase ACRECENTAR; (3) juperbalontos, más allá de medida (juper, sobre, más allá; balo, arrojar; para el verbo juperbalo, véase EMINENTE), se traduce “sin número” en 2Co 11:23 (RV, RVR, RVR77; VM: “sobre medida”; Besson: “excesivamente”; LBA: “un sinnúmero de veces”).¶

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

I. Uso general

Israel compartía con la mayoría de sus vecinos mediterráneos y del Cercano Oriente, p. ej. Asiria, Egipto, Grecia, Roma, y Fenicia, el sistema decimal para contar. Los números que aparecen en el texto heb. del AT están escritos en palabras, como en general lo están las cifras en el texto gr. del NT. Los números también aparecen en forma de palabras en la piedra moabita y en la inscripción de Siloé.

En heb. el número uno es adjetivo. Una serie de sustantivos denota los números 2 a 10. Combinaciones de dichos números con 10 dan 11 a 19. Después de 20 las decenas se forman sobre la base de un esquema similar al que se usa en castellano, e.d. 3, 30. Una palabra independiente indica 100; 200 es la forma dual de la anterior, y de 300 a 900 hay nuevamente un esquema similar al que tenemos en el sistema numeral en español. El número más alto que se expresa con una sola palabra es 20.000, la forma dual de 10.000.

Hay papiros arm. procedentes de Egipto entre los ss. VI y IV a.C., endosos arameos sobre tablillas cuneiformes de Mesopotamia, y óstraca y pesas hebreas que aportan pruebas de la existencia de un sistema primitivo de notación numérica en el período veterotestamentario. Se usaban trazos verticales para los dígitos y trazos horizontales para las decenas, escritos uno sobre otro para los múltiplos de diez, a menudo con un trazo hacia abajo a la derecha. Un mem estilizado representaba los 100, con rasgos verticales para las centenas adicionales. Se usaba una abreviatura de la palabra “mil” para indicar dicha cifra. Se considera que el material heb. muestra que un signo parecido al lambda gr. representaba 5, y un signo semejante a un gimel primitivo representaba 4. Véase Y. Yadin, Scripta Hierosolymitana, 8, 1961, pp. 9–25. (* Pesos y medidas )

H. L. Allrick (BASOR 136, 1954, pp. 21–27) entiende que originalmente las listas en Neh. 7 Esd. 2 fueron escritas en la notación numeral heb.-arm. primitiva, y piensa que una explicación de ciertas diferencias entre las listas podría encontrarse en este hecho. Véase A. R. Millard, TynB 11, 1962, pp. 6–7, para testimonios sobre los signos numéricos hebreos.

La idea de usar letras del alfabeto como numerales se originó bajo influencia gr., o por lo menos durante el período de influencia gr., y, hasta donde pueda saberse, primero apareció en monedas macabeas. Véase empero G. R. Driver, Textus 1, 1960, pp. 126s; 4, 1964, pp. 83, para información de origen anterior. Las primeras nueve letras se usaron para los números 1 a 9, las decenas de 10 a 90 se representaban mediante las nueve siguientes, y las centenas de 100 a 400 por las restantes cuatro letras. El número 15, sin embargo, se indicaba por una combinación de teth (9) y waw (6), ya que las dos letras yod (10) y he (5) eran las consonantes de Yah, forma del nombre sagrado de Yahvéh. Otros números se indicaban por una combinación de letras. Hay números ordinales de 1 a 10 en el heb. bíblico, después de los cuales se usan los números cardinales. También hay palabras para fracciones, desde una mitad hasta una quinta parte. En el gr. bíblico los números siguen el esquema utilizado en el gr. helenístico.

Una indicación del concepto matemático de la infinidad puede encontrarse en la afirmación de Ap. 7.9, donde los redimidos constituyen “una gran multitud, la cual nadie podía contar”. Este concepto se expresa en el AT mediante una figura concreta en, p. ej., Gn. 13.16. Cf. tamb. Gn. 15.5.

Los procedimientos elementales de la aritmética se registran en el AT, p. ej. la suma, Nm. 1.17s y 1.45; la resta, Lv. 27.18; la multiplicación, Lv. 25.8.

En ciertos pasajes es evidente que los números se usan en sentido aproximado. Los números “2”, “2 ó 3”, “3 ó 4”, “4 ó 5”, se usan a veces con el sentido de “unos cuantos”, p ej. 1 R. 17.12, donde la viuda de Sarepta dice, “ahora recogía dos leños”, y tamb. en Lv. 26.8, cinco de vosotros perseguirán a ciento”. Usos similares pueden verse en 2 R. 6.10; Is. 17.6; para “tres o cuatro” véase Am. 1.3ss y Pr. 30.15ss. Del NT podemos citar el uso de cifras redondas por Pablo en 1 Co. 14.19. “Pero en la iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida.” Cf. tamb. Mt. 18.22.

Parecería que “10” se usaba como equivalente de “un buen número de veces”, y podemos usar como ejemplo las palabras de Jacob en Gn. 31.7, donde se indica que Labán le cambió el salario “diez veces”; cf. tamb. Nm. 14.22. El que se diga de Saúl, David, y Salomón que reinaron 40 años, y la declaración constante en el libro de Jueces de que la tierra había descansado 40 años (Jue. 3.11; 5.31; 8.28), parece indicar que el número 40 se usaba para representar una generación, o un número o un período de tiempo considerables. Cien, p. ej. en Ec. 6.3, sería igual a un número grande, y 1.000, 10.000 (Dt. 32.30; Lv. 26.8), y 40.000 (Jue. 5.8) proporcionan ejemplos de números redondos que indican un número indefinidamente grande. En el caso de números grandes para el poderío de los ejércitos, p. ej. 2 Cr. 14.9, se trata muy probablemente de estimaciones aproximadas, como también parecería ser el caso con el número del censo de David (2 S. 24.9; cf. 1 Cr. 21.5), y quizá las 7.000 ovejas sacrificadas en Jerusalén (2 Cr. 15.11).

II. Cifras grandes en el Antiguo Testamento

Las grandes cifras registradas en ciertas partes del AT han ocasionado considerables dificultades. Estas se relacionan principalmente con la cronología de los períodos más tempranos de la historia veterotestamentaria, donde el problema se complica más todavía por la presencia de cifras diferentes en los diversos textos y versiones, con los números de los israelitas en la época del éxodo, y las cantidades de guerreros en diversos ejércitos, y especialmente de la cantidad de muertos de las fuerzas enemigas. Con respecto al primer problema, se puede citar como ejemplo el que el texto heb. da 1.656 años como el tiempo entre la creación y el diluvio, la LXX 2.262 años y el samaritano 1.307. O para la edad de Matusalén, el texto heb. tiene 969 años y el samaritano 720. (* Genealogía; * Cronología del Antiguo Testamento.) Un problema similar existe en el NT con respecto al número de personas que había en el barco en el que Pablo viajó a Roma. Algunos ms(s). tienen 276 y otros 76 (Hch. 27.37). Por otra parte el número de la bestia (Ap. 13.18) se indica diversamente como 666 y 616.

Una indicación de que los números pueden sufrir corrupción textual en la trasmisión se encuentra en las diferencias que aparecen en textos paralelos, p. ej. la edad que se le asigna a Joaquín al comienzo de su reinado es 18 en 2 R. 24.8 y 8 en 2 Cr. 36.9.

Los descubrimientos arqueológicos han aportado una considerable informadon básica sobre la época del éxodo, la conquista de Palestina, y la población contemporánea. Teniendo en cuenta que los israelitas eran menos numerosos que los cananeos, como puede inferirse de Ex. 23.29 y Dt. 7.7, 17, 22, es necesario investigar las cifras del censo de Nm. 1 y 26 que suponen una población de 2–3 millones.

Se han propuesto interpretaciones divergentes de las cifras, desde su aceptación literal, p. ej. NBC, 1953, pp. 165, hasta J. Bright, A History of Israel², 1972 (en cast. La historia de Israel, 960), pp. 130: “Estas listas … representan un período posterior de la historia de Israel.” También se ha tratado de volver a traducir las cifras y de esta manera reducirlas. La palabra heb. ˒elef, ‘mil’, puede traducirse “familia”, “grupo que ocupa una tienda”, o “clan”: p. ej. Jue. 6.15, mi familia (˒alpı̂) es pobre en Manasés (cf. °vm mg). También pueden consultarse las siguientes obras: F. Petrie, Epypt and Israel, 1911, pp. 42ss; G.E. Mendenhall, “The Census Lists of Numbers 1 and 26”, JBL 77, 1958, pp. 52ss; C. S. Jarvis, Yesterday and Today in Sinai, 1936; R. E. D. Clark, “The Large Numbers of the OT”, JTVI 87, 1955, pp. 82ss.

J. W. Wenham (TynB 18, 1967, pp. 19–53), que sigue a R. E. D. Clark, quien en lugar de hacer la repuntuación de ˒elef, ‘mil’, a ˒alluf, tradujo “oficial” o “guerrero entrenado”, e interpretando mē˒ôṯ, cientos’ como “contingentes”, sugiere que las grandes cifras individuales surgen de la unión de ambos términos en una proporción específica. El número de guerreros se reduciría entonces a 18.000, y tomando en cuenta a los levitas y a los que eran demasiado ancianos para luchar, tendríamos una población masculina estimada en 36.000, lo cual concuerda con la cifra para los primogénitos (22.273) en Nm. 3.43. El doble de esta cifra, que incluiría a las mujeres, nos da una población israelita calculada en 72.000.

La revocalización de ˒elef a ˒alluf ‘oficial’, ‘capitán’, ofrece una posible solución a las enormes cifras de los caídos en combate, registrados en miles, y concuerda con la práctica común en las batallas de la antigüedad, en las que los valientes y fuertes eran, mayormente, los que se ocupaban de pelear, p. ej. David y Goliat.

III. Números significativos

Los números también se utilizan con significado teológico o simbólico.

Uno se utiliza para trasmitir el concepto de la unidad y unicidad de Dios, p. ej. Dt. 6.4: “Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” La raza humana proviene de uno (Hch. 17.26). El pecado entró en el mundo por medio de un hombre (Ro. 5.12). El don de la gracia se obtiene por medio de un hombre, Jesucristo (Ro. 5.15). Su sacrificio cruento es una ofrenda que se hizo de una vez por todas (He. 7.27), y el es el primogénito de entre los muertos (Col. 1.18), las primicias de los que durmieron (1 Co. 15.20). “Uno” expresa también la unidad entre Cristo y el Padre (Jn. 10.30), la unión entre los creyentes y la deidad, y la unidad que existe entre los cristianos (Jn. 17.21; Gá. 3.28). “Uno” expresa también la unidad de propósito (Lc. 10.42). El concepto de unión se encuentra igualmente en el dicho de Jesús referente al matrimonio, “no son ya más dos, sino una sola carne” (Mt. 19.6).

Dos puede ser un número tanto de unidad como de división. El hombre y la mujer forman la unidad básica de la familia (Gn. 1.27; 2.20, 24). Los animales se asocian por pares y entran al arca de dos en dos (Gn. 7.9). Dos personas a menudo trabajan juntas en compañerismo, p. ej. los espías de Josué (Jos. 2.1), y los Doce y los Setenta discípulos fueron enviados de dos en dos (Mr. 6.7; Lc. 10.1). Además, en el Sinaí hubo dos tablas de piedra, y a menudo se ofrecían los animales para el sacrificio en pares. Por contraste, el dos se usa con fuerza de separación en 1 R. 18.21, como también se insinúa en los dos “caminos” de Mt. 7.13–14.

Tres. Es natural que asociemos el número tres con la trinidad de personas en la deidad, y entre otras encontramos las siguientes referencias: Mt. 28.19; Jn. 14.26; 15.26; 2 Co. 13.14; 1 P. 1.2, en las que se sugiere esta enseñanza. El número tres también va asociado con algunos de los actos portentosos de Dios. En el mte. Sinaí el Señor iba a descender para entregar su ley en el “tercer día” (Ex. 19.11). En la profecía de Oseas el Señor se proponía dar vida a su pueblo al “tercer día”, lo que probablemente quería significar poco tiempo Os. 6.2). En Lc. 13.32 hay un uso similar de “tres”, donde “tercer día” es la “forma poética de decir el momento en que algo se ha terminado, completado, y perfeccionado (N. Geldenhuys, Commentary on the Gospel of Luke, 1950, pp. 384, n. 4). Jonás fue liberado (Jon. 1.17; Mt. 12.40), y Dios resucitó a Cristo de los muertos, al tercer día (1 Co. 15.4). Tres de los discípulos disfrutama de condiciones especiales de intimidad con Cristo (Mr. 9.2; Mt. 26.37), y en el Calvario hubo tres cruces. Pablo pone el acento en tres virtudes cristianas (1 Co. 13.13). Otra instancia del uso de tres en relación con períodos de tiempo es la elección que se le ofrecio a David de tres días de peste, tres meses de derrotas, o tres años de hambre 1 Cr. 21.12). El despliegue del ejército de Gedeón nos da un ejemplo de división en tres (Jue. 7.16), y la fracción, una tercera parte, se emplea en Ap. 8.7–12.

Cuatro, el número de los lados de un cuadrado, es uno de los símbolos de lo completo en la Biblia. El nombre divino Yahvéh tiene cuatro letras en heb. (YHWH). Cuatro eran los ríos que salían del jardín de Edén (Gn. 2.10), y cuatro ángulos tiene la tierra (Ap. 7.1; 20.8), de donde soplan los cuatro vientos (Jer. 49.36; Ez. 37.9; Dn. 7.2). En su visión de la gloria de Dios, Ezequiel vio cuatro seres vivientes (cap. 1), que podemos comparar con los cuatro seres vivientes de Ap. 4.6.

La historia del mundo desde la época del imperio babilónico está dividida en cuatro reinos (Dn. 2; 7). Cuatro es un número prominente en el simbolismo profético y la literatura apocalíptica, como lo demuestran las siguientes referencias: cuatro carpinteros y cuatro cuernos (Zac. 1.18–21), cuatro carros (Zac. 6.1–8), cuatro cuernos del altar (Ap. 9.13), cuatro ángeles de destrucción (Ap. 9.14). Además, existen cuatro evangelios, y en la época en que el evangelio se extendió a los gentiles, Pedro vio en visión un lienzo bajado por sus cuatro puntas.

Cinco y diez, y sus múltiplos, aparecen frecuentemente debido a que en Palestina se empleaba el sistema decimal. En el AT se mencionan diez patriarcas antes del diluvio. Los egipcios sufrieron diez plagas, y hubo Diez mandamientos. Un décimo formaba el diezmo (Gn. 14.20; 28.22; Lv. 27.30; 2 Cr. 31.5; Mal. 3.10). En la parábola de Lc. 15.8 la mujer poseía diez dracmas, y en la parábola de las minas se hace mención de diez minas, diez sirvientes, y diez ciudades (Lc. 19.11–27). De las diez vírgenes, cinco eran prudentes y cinco insensatas (Mt. 25.2). Cinco pajarillos se vendían por dos cuartos (Lc. 12.6); el hombre rico tenía cinco hermanos (Lc. 16.28); la mujer junto al pozo había tenido cinco maridos (Jn. 4.18), y en la alimentación de los cinco mil el muchacho tenía cinco panes. Existen diez poderes que no pueden separar al creyente del amor de Dios (Ro. 8.38s), y diez pecados que excluyen del reino de Dios (1 Co. 6.10). El número diez, por lo tanto, también significaba lo completo; diez ancianos forman una compañía (Rt. 4.2).

Seis. En el relato de la creación Dios creó al hombre y a la mujer en el sexto día (Gn. 1.27). Seis días se le asignaron al hombre para trabajar (Ex. 20.9; 23.12; 31.15; cf. Lc. 13.14). El siervo heb. tenía que servir durante seis años antes de ser liberado. El número seis, en consecuencia, se halla íntimamente asociado con el hombre.

El siete ocupa un lugar eminente entre los números sagrados en las Escrituras, y está asociado con la idea de consumación, cumplimiento, y perfección. En el relato de la creación Dios descansó de su obra en el séptimo día, y lo santificó. Esto sirvió de modelo para el día de reposo judío, en el que el hombre debía abstenerse de trabajar (Ex. 20.10), para el año sabático (Lv. 25.2–6), y también para el año de jubileo, que seguía a un período de siete veces siete años (Lv. 25.8). La fiesta del pan sin levadura y la fiesta de los tabernáculos duraban siete días (Ex. 12.15, 19; Nm. 29.12). El día de la expiación correspondía al séptimo mes (Lv. 16.29), y el número siete aparece frecuentemente en relación con el ritual veterotestamentario, p. ej. el rociamiento de la sangre del becerro siete veces (Lv. 4.6) y el holocausto de siete corderos (Nm. 28.11); el leproso purificado era rociado siete veces (Lv. 14.7), y Naarnán tuvo que lavarse siete veces en el Jordán (2 R. 5.10). En el tabernáculo, el candelero tenía siete brazos (Ex. 25.32).

Otras referencias dignas de mención son: la madre de siete hijos (Jer. 15.9; 2 Mac. 7.1ss); siete mujeres para un hombre (Is. 4.1); una nuera amante es preferible a siete hijos varones (Rt. 4.15). Los saduceos propusieron un caso de matrimonio por levirato con siete hermanos (Mt. 22.25). Los sacerdotes dieron siete vueltas a Jericó (Jos. 6.4). El sirviente de Elías miró al mar siete veces en busca de lluvia (1 R. 18.43). El salmista alababa a Dios siete veces al día (Sal. 119.164), y Gn. 29.18; 41.29, 54 y Dn. 4.23 mencionan siete años (tiempos). La iglesia primitiva tenía siete diáconos (Hch. 6.3), y Juan se dirige a siete iglesias en el libro de Apocalipsis, en donde se mencionan siete candeleros de oro (1.12) y siete estrellas (1.16). En la alimentación milagrosa de los 4.000 con siete panes y unos pocos panecillos (Mr. 8.1–9), las siete canastas que se recolectaron posteriormente pueden indicar que Jesús es capaz de satisfacer completamente. Siete demonios efectuaron la completa posesión de María Magdalena (Lc. 8.2); el dragón de Ap. 12.3 y la bestia de Ap. 13.1; 17.7 tienen siete cabezas.

Ocho, 1 P. 3.20 cuenta que ocho personas se salvaron en el arca de Noé. La circuncisión del varón judío se llevaba a cabo al octavo día (Gn. 17.12; Fil. 3.5). En la visión que tuvo Ezequiel del templo nuevo los sacerdotes sacrificaban en el octavo día (43.27).

Diez. Véase Cinco.

Doce. El año heb. estaba dividido en doce meses, el día en doce horas (Jn. 11.9). Israel tuvo doce hijos (Gn. 35.22–27; 42.13, 32), y las tribus de Israel, el pueblo de Dios, eran doce (Gn. 49.28). Cristo eligió doce apóstoles (Mt. 10.1ss). El doce, por lo tanto, está ligado a los propósitos electivos de Dios.

Cuarenta tiene que ver con casi todas las manifestaciones nuevas en la historia de los portentosos actos de Dios, especialmente los de salvación, p. ej. el diluvio, la redención de Egipto, Elías y la era profética, el advenimiento de Cristo y el nacimiento de la iglesia. Podemos mencionar los siguientes períodos de cuarenta días: las cataratas de agua durante el diluvio (Gn. 7.17); el envío del cuervo (Gn. 8.6); los ayunos de Moises en el monte (Ex. 24.18; 34.28; Dt. 9.9); la exploración de la tierra de Canaán por los espías (Nm. 13.25); la oración de Moisés por Israel (Dt. 9.25); el desafío de Goliat (1 S. 17.16); el viaje de Elías a Horeb (1 R. 19.8); el tiempo que Ezequiel estuvo acostado sobre su lado derecho (Ez. 4.6); la predicación de Jonás a Nínive (Jon. 3.4); el tiempo que pasó Cristo en el desierto antes de su tentación (Mt. 4.2), y sus apariciones después de la resurreccion (Hch. 1.3).

Con respecto al período de cuarenta años, la cifra general para una generación, podemos mencionar lo siguiente: las divisiones principales de la vida de Moisés (Hch. 7.23, 30, 36; Dt. 31.2); la peregrinación del pueblo de Israel en el desierto (Ex. 16.35; Nm. 14.33; Jos. 5.6; Sal. 95.10); el modelo de servidumbre y liberación que se repite en la era de los jueces (p. ej. Jue. 3.11; 13.1); los reinados de Saúl, David, y Salomón (Hch. 13.21; 2 S. 5.4; 1 R. 11.42); la desolación de Egipto (Ez. 29.11).

Setenta se relaciona a menudo con la administración del mundo por parte de Dios. Después del diluvio el mundo fue repoblado por medio de setenta descendientes de Noé (Gn. 10); setenta personas bajaron a Egipto (Gn. 46.27) ; se nombraron setenta ancianos para ayudar a Moisés a administrar a Israel en el desierto (Nm. 11.16); el pueblo de Judá pasó setenta años de exilio en Babilonia (Jer. 25.11; 29.10); setenta semanas, “sietes”, fueron decretadas por Dios como el período en el que debía cumplirse la redención mesiánica (Dn. 9.24); Jesús envió a los Setenta (Lc. 10.1); y dijo que se debía perdonar “hasta setenta veces siete” (Mt. 18.22).

666 (ó 616) es el número de la bestia en Ap. 13.18. Se han propuesto muchas interpretaciones de este número, y por gematría, recurso en el cual se da a los números el valor de las letras correspondientes, el número 666 se ha identificado con los valores numéricos de los nombres de una variedad de personajes célebres, desde Calígula hasta Nerón, y otros posteriormente, y con conceptos tales como el monstruo del caos.

Para un análisis completo, como también sobre el término “mil”, véanse comentarios sobre el libro de Apocalipsis, especialmente °NCBR (en cast. °NCBR); H. B. Swete, The Apocalypse of St. John, 1906, pp. 175–176; J.-J. von Allmen, art. “Number” en Vocabulary of the Bible, 1958 (en cast. Vocabulario bíblico, 1973); D. R. Hillers, BASOR 170, 1963, pp. 65.

Ap. 7.4; 14.1 registra el número 144.000, “que fueron sellados”. Es el número doce, el número de elección, elevado al cuadrado y multiplicado por mil, número indefinidamente grande, y que simboliza el número total de santos de ambos pactos que son preservados por Dios.

Bibliografía. P. Grelot, “Simbolismo de los números”, °EBDM, t(t). V, cols. 561–562; R. Summer, Digno es el Cordero;

E. D. Schmitz, “Número”, °DTNT, t(t). III, pp. 183–187.

E. D. Schmitz, C. J. Hemer, M. J. Harris y C. Brown, NIDNTT 2, pp. 683–704 (amplia bibliografía).

R.A.H.G.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico