OIDO

v. Oír
Exo 19:5 si diereis o a mi voz, y guardareis mi
1Sa 3:11 a quien la oyere, le retiñirán ambos o
Job 12:11 ciertamente el o distingue las palabras
Job 29:11 o que me oían me llamaban bienaventurado
Psa 34:15 ojos .. atentos sus o al clamor de ellos
Psa 40:6 agrada; has abierto mis o; holocausto y
Psa 94:9 el que hizo el o, ¿no oirá? .. ¿no verá?
Psa 116:2 ha inclinado a mí su o; por tanto, le
Pro 15:31 el o que escucha las amonestaciones
Pro 20:12 el o que oye, y el ojo que ve, ambas
Pro 21:13 el que cierra su o al clamor del pobre
Ecc 1:8 nunca se sacia el ojo de ver, ni el o de
Isa 6:10 agrava sus o, y ciega sus ojos, para que
Isa 42:20 no advierte, que abre los o y no oye?
Isa 59:1 salvar, ni se ha agravado su o para oir
Jer 5:21; Eze 12:2 y no ve, que tiene o y no oye
Mat 10:27; Luk 12:3 lo que oís al o, proclamadlo
Mat 11:5; 13:9


órgano auditivo del hombre y de los animales, 1 S 3, 11; Is 35, 5; Hch 7, 57. El intelecto y la obediencia operan en función del o., Job 12, 11; Is 55, 3. El hablar en los o. de otro significa hablar enérgicamente y en voz alta, Gn 20, 8, pero descubrir algo al o. es revelar un secreto importante, 1 S 22, 8. Es digno de elogio el que tapa su o. ante las palabras o propuestas necias, Is. 33, 15.

Oreja y o. son inseparables en el contexto del A. T. Como un antropomorfismo, se dice que Dios tiene o. diferente del de los í­dolos, Sal 135, 17; Is 59, 1.

Dos costumbres se destacaban: una consistí­a en clavar la oreja del esclavo a la puerta de la casa del amo, en señal de servidumbre perpetua y voluntaria. La otra consistí­a en poner la sangre del sacrificio en el lóbulo de la oreja derecha del sacerdote, Lv 8, 23-24.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

ver OREJA

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

tip, TIPO

vet, El órgano del oí­do se usa frecuentemente en sentido simbólico en las Escrituras. Cuando un siervo, cuyo tiempo de servicio habí­a expirado, preferí­a quedarse con su señor, diciendo: “Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre”, su oí­do era horadado con una lezna junto a la puerta, y su oí­do pertenecí­a a perpetuidad a su dueño: debí­a dar oí­do sólo a él como señor: tipo de Cristo y Su amor hacia la Iglesia (Ex. 21:5, 6; Dt. 15:17). De Cristo se dice también: “Has abierto mis oí­dos” (Sal. 40:6), citado en He. 10:5 de la LXX: “Me preparaste cuerpo”, significando ambas citas que El fue el siervo obediente. El Señor dijo a Sus seguidores y a cada una de las iglesias de Asia: “El que tenga oí­dos para oí­r, oiga.”. También se dice cuando se da adoración a la bestia, que representa el futuro poder romano, lo que significa que se precisa de un discernimiento espiritual para comprender el significado de lo que se decí­a (Mt. 13:9, 43; Ap. 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22; 13:9).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

A veces tiene puramente un sentido fí­sico: oreja (Mt 26,51; Mc 14,47; Lc 22, 50.51; Jn 18,10.26). Con frecuencia significa el sentido del oí­do con clara connotación simbólica de la inteligencia, de la comprensión. Tener oí­dos para oí­r (Mt 11,15; 13,9; Mc 7,16) es tener aptitudes para comprender. Tener cerrados los oí­dos para no oí­r es no querer aceptar una doctrina, no querer entender ni comprender (Mt 13,15). Cuando Jesucristo hace oí­r a los sordos (Mt 11,15; Lc 7,22; Mc 7,34), se cumplen las profecí­as mesiánicas (Lc 4,18-21). Los ojos y los oí­dos designan a veces la totalidad del ser humano; y pueden ser dichosos y bienaventurados por saber ver y oí­r las obras y las palabras de Jesucristo (Mt 13,16). En contraposición a hablar públicamente en plazas y terrazas, está el hablar al oí­do, en secreto (Mt 10,27; Lc 12,13). ->fe; obediencia.

E. M. N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

í“rgano sensorial de la audición, diseñado y creado por Jehová Dios. (Sl 94:9; Pr 20:12.) Se puede dividir en tres partes: oí­do externo, oí­do medio y oí­do interno. El oí­do medio es una pequeña cámara que empieza en el tí­mpano y lleva al laberinto de conductos que constituyen el oí­do interno. Además de su función auditiva, en este también radica el sentido del equilibrio y del movimiento. El emplazamiento del oí­do a ambos lados de la cabeza es una gran ayuda para localizar la fuente y dirección de los sonidos.
El oí­do humano detecta sonidos dentro de una escala que va de los 20 a los 20.000 ciclos por segundo. El oí­do de muchos animales es sensible a tonos más altos, imperceptibles al oí­do humano. La escala de energí­a sonora percibida por el oí­do humano es extraordinaria. El sonido más alto que el oí­do puede tolerar sin peligro es dos billones de veces más fuerte que el menos perceptible. El oí­do tiene la máxima sensibilidad que es práctica para el hombre, pues si los oí­dos fuesen algo más sensibles, responderí­an a los movimientos moleculares incesantes de las partí­culas del aire.
Como el Hacedor del oí­do puede oí­r, la Biblia dice, de manera simbólica, que posee oí­dos. (Nú 11:18; Sl 116:1, 2.) Por medio de este simbolismo, Jehová puede decir que sus oí­dos están abiertos a las oraciones, peticiones y clamores de los justos. (Sl 10:17; 18:6; 34:15; 130:2; Isa 59:1; 1Pe 3:12.) Aunque oye las murmuraciones de los quejumbrosos y el habla inicua de sus enemigos (Nú 11:1; 2Re 19:28), rehúsa oí­r sus llamadas de angustia cuando la ejecución del juicio los alcanza. (Eze 8:18.) Aunque las imágenes idolátricas pueden tener orejas talladas o grabadas, no pueden oí­r ni contestar las oraciones de sus adoradores. (Sl 115:6.)

Uso figurado. La palabra †œoí­do† se usa en la Biblia en sentido figurado para referirse al proceso completo de la audición. Se usa con respecto a ese proceso y al acto posterior de sopesar la veracidad y el valor de lo que se ha hablado. (Job 12:11; 34:3.) El modo de usar las expresiones †œpresta oí­do† o †˜inclinar el oí­do de uno†™ da a entender prestar atención con miras a actuar en armoní­a con lo que se ha oí­do. (Sl 78:1; 86:6; Isa 51:4.) El que a alguien †˜se le abran los oí­dos†™ significa que recibe entendimiento o iluminación sobre un asunto. (Isa 50:5.) La expresión †˜destapar el oí­do†™ puede que tenga su origen en la costumbre oriental de retirar parcialmente el tocado con el fin de oí­r con más claridad. Tanto esta expresión como la frase †˜revelar al oí­do†™ se refieren a dar información en privado o revelar un secreto o algo que no se conocí­a previamente. (1Sa 9:15; 20:2, 12, 13; 2Sa 7:27.)
Un †˜oí­do despierto†™ es aquel que se dispone a escuchar. (Isa 50:4.) Dicho oí­do puede pertenecer a una persona que en principio haya estado entre los †œsordos [espiritualmente] aunque tienen oí­dos [literales]†. (Isa 43:8.) La Biblia dice que el hombre justo es el que escucha a Dios pero cierra su oí­do a la iniquidad. (Isa 33:15.) De manera similar, la palabra griega para †˜escuchar†™ puede tener el sentido de †˜prestar atención, entender y actuar en consecuencia†™, como cuando Jesucristo dijo: †œMis ovejas escuchan mi voz† y †œa un extraño de ningún modo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños†. (Jn 10:27, 5.)
Por otra parte, se dice que los oí­dos de los rebeldes se hacen †œindispuestos a responder†, †œduros† (BJ), y que †˜oyen con molestia†™. (Isa 6:10; Mt 13:15; Hch 28:27.) Se compara a estas personas inicuas a la cobra que tapa su oí­do para no escuchar la voz del encantador. (Sl 58:4.)
Jehová dijo por medio de sus siervos que los tercos y desobedientes israelitas tení­an †˜oí­dos incircuncisos†™ (Jer 6:10; Hch 7:51), es decir, cerrados con algo que les impedí­a oí­r. No los habí­a abierto Jehová, quien da oí­dos de entendimiento y obediencia a los que le buscan, pero permite que el oí­do espiritual de los desobedientes se embote. (Dt 29:4; Ro 11:8.) El apóstol Pablo predijo un tiempo en que algunos cristianos profesos apostatarí­an de la fe verdadera y no querrí­an oí­r la verdad de la Palabra de Dios, sino que desearí­an que se les †˜regalara†™ los oí­dos con cosas agradables, y por lo tanto escucharí­an a maestros falsos. (2Ti 4:3, 4; 1Ti 4:1.) Los oí­dos también pueden †˜retiñir†™ debido a noticias sorprendentes, especialmente noticias calamitosas. (1Sa 3:11; 2Re 21:12; Jer 19:3.)

Cuando una luz sobrenatural cegó a Saulo de Tarso, ¿oyeron sus acompañantes la voz que él oyó?
Un ejemplo en el que se diferencia oí­r un sonido y oí­r con entendimiento se halla en el relato de la conversión de Saulo de Tarso y en lo que él mismo dijo más tarde. (Hch 9:3-8; 22:6-11.) El relato de Hechos 9:7 dice que los hombres que iban con Pablo oyeron †œla voz† (BJ) o †œel sonido de una voz† (NM). Sin embargo, en Hechos 22:9 Pablo dice que los hombres que iban con él no oyeron la voz. Cuando se entiende bien lo que se dice en cada uno de estos dos versí­culos, no se observa ninguna contradicción. La palabra griega †œvoz† (fo·ne) de Hechos 9:7 está en genitivo (fo·nes), y en este versí­culo comunica la idea †˜oí­r de†™ una voz, es decir, oí­r el sonido, pero no entender el significado. En Hechos 22:9 fo·ne está en acusativo (fo·nen): los hombres †œno oyeron la voz†, es decir, aunque oyeron el sonido de una voz, no entendieron las palabras, el significado; no entendieron lo que Jesús le decí­a a Saulo, solo lo entendió él. (Hch 9:4.) Este conocimiento del uso bí­blico de la idea de †˜oí­r†™ en ambos sentidos ayuda a aclarar lo que de otro modo parecerí­an discrepancias.
Cuando se instaló el sacerdocio en Israel, se le mandó a Moisés que tomara un poco de la sangre del carnero de la instalación y la pusiese sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón y de cada uno de sus hijos, así­ como sobre la mano derecha y el pie derecho, indicando que lo que oyesen, lo que hiciesen y el modo de comportarse, todo deberí­a verse afectado directamente por lo que allí­ estaba sucediendo. (Le 8:22-24.) La Ley también decí­a que en el caso de un leproso que llegara a estar limpio de su mal, el sacerdote tení­a que poner algo de la sangre del carnero ofrecido como ofrenda por la culpa y parte del aceite sobre el lóbulo de la oreja derecha del leproso. (Le 14:14, 17, 25, 28.) Se hací­a algo similar cuando un hombre deseaba continuar en esclavitud a su amo hasta tiempo indefinido. En ese caso, se debí­a llevar al esclavo al poste de la puerta, donde su amo le agujereaba la oreja con un punzón. Esta marca visible en el órgano auditivo debí­a representar el deseo del esclavo de seguir prestando atención obediente a su amo. (Ex 21:5, 6.)
Con respecto a la gran necesidad que tiene el hombre, no de ver a Dios, sino de oí­rle, en el sentido de prestar cuidadosa atención y obedecer sus palabras según indica la Biblia, R. C. Dentan observa: †œEn la Biblia, la palabra clave de la relación del hombre con Dios es †˜oí­r†™ más bien que †˜ver†™ […]. En las religiones mistéricas la experiencia religiosa más elevada era †˜ver†™ al dios; pero la Biblia, que preconiza como actitud religiosa fundamental la obediencia a la palabra divina, coloca el énfasis en †˜oí­r†™ su voz. La fórmula más importante de la religión de Israel se caracteriza por la expresión: †˜Oye, oh Israel†™. †˜El que es de Dios†™ no es el mí­stico que ha tenido una visión, sino el que †˜oye las palabras de Dios†™ (Juan 8:47)†. (The Interpreter†™s Dictionary of the Bible, edición de G. A. Buttrick, 1962, vol. 2, pág. 1; véase SORDERA.)

Fuente: Diccionario de la Biblia