PERSIA

v. Media
Est 1:3 de él a los más poderosos de P y de Media
Est 1:19 se escriba entre las leyes de P y de Media
Dan 6:8 conforme a la ley de Media y de P, la cual
Dan 10:13 el príncipe del reino de P se me opuso
Dan 11:2 aún habrá tres reyes en P, y el cuarto


Persia (heb. y aram. Pâras; persa antiguo, P~rsa; bab. Parsu; egip. tardí­o, Prs). Persia aparece por 1ª vez en los anales de la historia (s VII a.C.) como una región cercana a la costa noreste del Golfo Pérsico, limitada al este por Carmania, al norte por Media y al oeste por Susiana (Elam). Pareciera que las tribus persas se concentraron alrededor de Anshan, que fue identificada en 1972 con Tell-i-Maly~n, a unos 46 km al norte de Shiraz, por inscripciones encontradas en ese sitio. A Fraortes (c 647-c 625 a.C.), uno de los primeros reyes de Media conocidos en la historia, se le atribuye haber subyugado a las tribus persas, y desde ese tiempo hasta Ciro el Grande, Persia formó parte del reino medo, aunque el gobernante de los persas continuó llevando el tí­tulo de “rey de Anshan”. Mapa XII, D/E-9/10. Su historia en realidad comenzó con Ciro* el Grande (c 553-530 a.C.). Aunque se conocen 4 generaciones de sus antecesores reales, no hay registros históricos ni han sobrevivido tradiciones acerca de sus gobiernos. Aquemenes, el tatarabuelo de Ciro, como también antepasado de Darí­o por otro linaje, fue considerado el fundador de la dinastí­a. En consecuencia, los reyes persas del perí­odo del antiguo imperio son conocidos como Aqueménidas. Por otro lado, los que gobernaron sobre grandes sectores del este, desde el 208 d.C. hasta el 641 d.C., son llamados Sasánidas, nombre derivado del de su familia. Mapa XII. 407. Soldados persas en un relieve sobre piedra encontrado en Persépolis. Cambises (530-522 a.C.), no mencionado en la Biblia, siguió a su padre en el trono. Su principal logro fue la conquista de Egipto (525 a.C.). Quedó en ese paí­s por 3 años y organizó el valle del Nilo en una sólida satrapí­a persa. Sin embargo, antes de salir hacia Egipto hizo asesinar a su hermano Bardiya (a quien los griegos llamaron Esmerdis) por temor de que usurpara el trono durante su ausencia, ya que era mucho más popular que él. En el 522 a.C., mientras Cambises todaví­a estaba en Egipto, Gaumata, un mago medo, pretendió ser Bardiya (Esmerdis) y usurpó el trono. Cambises se apresuró a volver a Persia, pero murió en el camino de regreso, ya sea por suicidio 926 o como resultado de un accidente. No dejó heredero, pero Darí­o, un pariente lejano, se levantó como pretendiente del trono (522- 486 a.C.) y mató al falso Bardiya, después que éste reinó sólo 6 meses (para mayores detalles, véase Darí­o 1). Luego vinieron Jerjes I (Asuero*), el hijo de Darí­o I, que fue un gobernante débil comparado con su padre, y sufrió derrotas severas en Grecia, aunque tuvo éxito en reprimir rebeliones en Egipto y en Babilonia; y Artajerjes* I, el hijo de Jerjes I, que tomó el trono cuando su padre fue asesinado. Por último, después de un corto intervalo llegó al trono Darí­o II (durante el cual Jerjes II, y quizá también Sogdiano, gobernó brevemente antes de ser eliminado por la fuerza). Parece que Darí­o II es el último gobernante persa mencionado en el AT, siendo tal vez el “Darí­o el persa” de Neh 12:22, de cuyo reinado tenemos las últimas listas del personal del templo dadas en la Biblia. Véase Darí­o 2. Otros 4 gobernantes ocuparon el trono de los Aqueménidas: Artajerjes II (405/04-359/58 a.C.), Artajerjes III (359/58-338/37 a.C.), Arses (338/37-336/35 a.C.) y Darí­o III (336/35-331 a.C.). Durante el reinado de ellos el imperio perdió mucho de su poder y de su territorio, incluyendo Egipto, mientras Macedonia se levantó para desafiar a Persia. En su lucha contra Alejandro Magno, Darí­o III perdió una batalla tras otra, hasta que pocos años más tarde todo el imperio cayó en manos del joven macedonio (Darí­o fue muerto por sus propios cortesanos mientras huí­a). Así­ el imperio, de 2 siglos de duración, desapareció y fue reemplazado por el poder greco-macedónico. Véase Grecia (II). Las capitales o, mejor dicho, las residencias reales de los emperadores persas fueron: 1. Ecbatana (Acmeta), la de verano, situada en las frescas tierras altas del Irán. 2. Susa, la de invierno, ubicada cerca del extremo norte del Golfo Pérsico. En este lugar hací­a demasiado calor en el verano, pero era agradablemente cálida en invierno. 3. Pasargada, la “ciudad de Ciro”, donde éste, y quizá también Cambises, fue sepultado; la más gloriosa de los persas. 4. Persépolis, donde se guardaban los tesoros, con hermosos palacios, construida en el desierto por los Aqueménidas. Parece que este lugar no fue usado como ciudad residencial por mucho tiempo; sin embargo, todos los gobernantes, desde Darí­o I en adelante, hicieron construir sus tumbas en las rocas cerca de ella. Los primeros 3 reyes del imperio también residieron un tiempo en Babilonia. Pasargada y Persépolis no se mencionan en la Biblia. La religión persa del perí­odo del imperio fue la más ética de las religiones paganas que existieron. Su fundador fue Zoroastro (Zaratustra). Tení­a un sólo dios, Ahura Mazda u Ormuzd, “el sabio señor”, el principio básico de todo lo bueno, el sabio espí­ritu creador que se reveló a sí­ mismo en luz y fuego. El principio del mal estaba encarnado en Angra Mainyu (Ahriman), el jefe de todos los demonios, que se oponí­a a todo lo que el dios de la luz creaba. Como el hombre estaba involucrado en esta lucha de los poderes espirituales, tení­a la tarea de ayudar al principio del bien a alcanzar la victoria por medio de la pureza y la verdad. Todo tipo de falsedad era despreciado y debí­a ser evitado. Por pureza, Zoroastro entendí­a salud, vida, fuerza, honestidad, lealtad, agricultura, crí­a de ganado, protección de los animales útiles y destrucción de las alimañas, que eran considerados la creación del maligno. La contaminación era cansada por la pereza, la deshonestidad o por el contacto con un cadáver. Zoroastro elevó así­ el código de ética de su pueblo y los educó como para llegar a ser los portadores de una elevada cultura moral, que se extendió por todo el imperio. Bib.: A. T. Olmstead, History of the Persian Empire [Historia del Imperio Persa] (Chicago, 1948); R. Ghirshman, Iran [Irán] (Baltimore, MD, 1954), pp 127-205.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

en el segundo milenio a. C., los arios ocuparon la llanura iraní­; la tribu de los medos se estableció en la parte noroeste, y la de los parsas, llegados desde Parsua, al oeste del lago Urmia, que se asentaron en el sur de la llanura, que llamaron Parasama o Parsuma. El primer lí­der conocido de los persas fue Aquemenes, que vivió ca. 681 a. C., fundador del pequeño reino de Parsuma. Los persas estuvieron bajo el poder de los medos hasta cuando tomó el poder persa Ciro el Grande, quien se rebeló contra el rey meda Astiages, a quien derrocó, ca. 556 a. C. Derrotó al rey Creso y conquistó el reino de Lidia, en el 546 a. C.; en el 539 a. C. se apoderó del reino de Babilonia, con los que surgió el Imperio persa. Su hijo Cambises II amplió los territorios persas y conquistó a los egipcios en el 525 a. C. Darí­o I, quien tomó el poder en el 521 a. C., llegó hasta el rí­o Indo, construyó un canal desde el Nilo al mar Rojo y reorganizó todo el Imperio, por lo que fue llamado Darí­o el Grande. Entre el 499 y el 493 a.C., sofocó la rebelión de los jonios, y atacó a los griegos por su apoyo a los rebeldes. Pero fue derrotado en la batalla de Maratón, en el año 490 a. C.

Cuando intentaba de nuevo ir contra los griegos murió y le sucedió su hijo Jerjes I, quien también fue vencido en la batalla naval de Salamina, en el 480 a. C., en la terrestre de Platea y en la naval de Micala, en el año 479 a.C. En el reinado de Artajerjes I, los egipcios, apoyados por los griegos, se rebelaron contra Persia, siendo contenidos en el año 446 a. C. Aunque esta revuelta no tuvo éxito, significó el comienzo de la decadencia persa.

Posteriormente Alejandro Magno derrotarí­a a Darí­o III en una serie de batallas, entre el 334 y el 331 a. C., apoderándose del Imperio persa.

Los reyes persas se distinguieron por el respeto a la religión de los pueblos bajo su dominio. Persia se menciona por primera vez en la Biblia en Ez 27, 10 y 38, 5. Luego, en los libros de Ester, Daniel, Esdras y Nehemí­as. En el año 538 a.C., Ciro el Grande, rey de Persia, dictó el decreto permitiendo a los judí­os volver a su patria, reconstruir la ciudad de Jerusalén y su Templo, Esd 1, 1.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Como expresión geográfica, Persia puede referirse a la planicie de Irán, limitada por el valle del Tigris al oeste y al sur, el valle Indo al este y por la cadena de los montes de Armenia y el mar Caspio en el norte, con una superficie total aprox. de 2,5 millones de m2. El Imperio Persa del AT se le vantaba sobre las ruinas de Babilonia y puede verse en la vida de Ester.

También forma parte del escenario en que se producen los hechos descriptos en los libros de Esdras y Nehemí­as.

Ciro estableció a los persas como tribu dominante en el 549 a. de J.C. Luego avanzó hacia el oeste para conquistar al Imperio Lidio de Creso en el 545 y, hacia el sur, para derrotar a Nabonidus de Babilonia en el 538. La conquista de Lidia le permitió a Ciro ganar el Asia Menor; la derrota de Babilonia le dio el dominio de la llanura del Eufrates, Asiria, Siria y Palestina. Fue la primera de las grandes organizaciones imperiales del mundo, en preparación de lo que serí­a Roma; fue bastante humanitaria, si se la compara con el Imperio Asirio. El conflicto entre Samaria y Jerusalén, descripto en la vida de Nehemí­as, es una muestra de los problemas que se producí­an en un imperio tan grande.

Nehemí­as trabajaba por decreto real, pero fue atacado por fuerzas armadas. El temor de Esdras (Ezr 8:22) sugiere la existencia de similares focos de anarquí­a. Los cuatro libros del AT en los que Persia sirve de escenario (Esdras, Ester, Ezequiel y Daniel) ilustran la tendencia real de delegar una autoridad especial en determinados individuos para tareas especí­ficas.

Será útil hacer una lista de los reyes persas cuyos reinados tuvieron influencia en la historia del AT:

1. Ciro, 538-529 a. de J.C. (2Ch 36:22-23; varias citas en Esdras 1—5; Isa 44:28; Isa 45:1; Dan 1:21; Dan 6:28; Dan 10:1).
2. Cambises, 529-522 a. de J.C. Se ha sugerido que Cambises es el misterioso Darí­o el medo (Dan 5:31; Dan 6:9, Dan 6:25; Dan 9:1; Dan 11:1). Otros creen que este oscuro personaje era Gobrias, gobernador de Media, que ejercí­a autoridad delegada por Ciro en Babilonia.

3. Gaumata, 522-521 a. de J.C. Un usurpador que reinó por un breve perí­odo, hasta que Darí­o lo destituyera.

4. Darí­o I (Histaspis), 521-486 a. de J.C. El gran imperialista cuyo ataque marí­timo a Grecia fracasó en Maratón en el 490. Este es el Darí­o (que Esdras menciona) bajo cuya protección se otorgó el permiso para construir el templo.

5. Jerjes I (Asuero), 486-465 a. de J.C. (Est 1:1-2; Est 2:16). Este rey insano quiso vengar la derrota de Maratón en una poderosa operación combinada y fue vencido por los griegos en Salamis (480) y Plataea (479).

6. Artajerjes I (Longimano), 464-424 a. de J.C. Fue el monarca que permitió que Esdras fuera a Jerusalén a poner en orden los asuntos de la comunidad judí­a (Esdras 7—8) y que 13 años más tarde promovió la misión de su copero Nehemí­as. Darí­o el persa (Neh 12:22) es Codomano, el último rey de Persia, a quien Alejandro le arrebató el poder en el 330.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

El fundador del ejército persa ascendió al trono de una pequeña provincia elamita en Anshan ca. 559 a. de J.C. Aprovechando la rebelión en el ejército medo, Ciro derrotó a Astyages, rey de los *medos y entró en su ciudad capital, *Ecbatana. En sorprendentemente corto tiempo, Ciro extendió sus lí­mites hacia el occidente y hacia el norte. Amenazó al fabulosamente rico reino de *Lydia en Asia Menor, cuyo rey, Creso, buscó una alianza con *Nabonido de Babilonia y Amasis II de Egipto. Antes que la ayuda pudiera llegar, Ciro atacó y añadió Lydia a sus dominios. Esto trajo a Ciro en contacto con los griegos del Asia Menor. Más tarde, Persia tratarí­a de conquistar a Grecia misma, pero por el momento Ciro regresó al oriente hacia los valles del Tigris-Eufrates y se movió en dirección a *Babilonia. Después de una serie de victorias al norte de la capital, Babilonia cayó ante los ejércitos persas en el 538 a. de J.C. No hubo pelea y Ciro fue recibido como libertador por quienes estaban descontentos con las polí­ticas de Nabonido y Belsasar.
Ciro se propuso revertir ciertas polí­ticas básicas de sus predecesores. A los pueblos cautivos se les permitió regresar a sus territorios y los í­dolos que habí­an sido llevados a Babilonia fueron restaurados a sus altares locales. Ciro concedió permiso a los judí­os para regresar a Jerusalén y reedificar su templo (Esd. 2:1-3.)
Bajo Cambises (530–522 a. de J.C. ), el hijo y heredero de Ciro, el poder persa alcanzó hasta Egipto. El faraón Psamtick fue derrotado en Pelusium (525 a. de J.C. ) después de lo cual Cambises saqueó la capital en Menfis. La derrota de los egipcios por Cambises marcó el fin del Egipto faraónico. Después de haber gobernado el Asia occidental, Egipto llegó a ser vasallo de los persas, griegos, romanos y sus sucesores. Después de sus victorias en Egipto, Cambises se enteró de ciertas revueltas domésticas y se apresuró a regresar a Persia para asegurar su trono. Murió en el camino, habiéndose, posiblemente, suicidado.
El perí­odo de confusión que marcó los últimos dí­as de Cambises se terminó cuando Darí­o Hystaspes (522–486 a. de J.C. ) aplastó toda oposición y llegó a ser uno de los monarcas persas más fuertes. Ciro habí­a tratado de gobernar con una polí­tica benévola; pero Darí­o creyó necesario ejercer poder absoluto. Su eficiente organizacido hizo de Persia un estado centralización en el cual todo poder era ejercido por el rey. Habí­a sido el sueño de todos los reyes persas, desde Ciro, conquistar a los griegos. Darí­o emprendió una campaña europea subyugando a Tracia y Macedonia al norte de Grecia, con poca dificultad. El se movilizó a Grecia, pero la derrota en Maratón (490 a. de J.C. ) fue un revés mayor y le privó a Darí­o del premio que más buscaba. Durante el reinado de Darí­o se les permitió a los judí­os continuar el trabajo en su templo, y en le año sexto de su reinado el segundo templo fue dedicado en Jerusalén (Esd. 6:15).
Jerjes I fue el hijo de Darí­o y Atossa, una hija de Ciro. En los primeros dí­as de su reinado (486–465 a. de J.C. ) él aplacó una rebelión en Egipto, después de la cual se preparó para la invasión de Grecia. La campaña tuvo un buen comienzo. Los bravos espartanos fueron derrotados en la batalla de Termópilas (480 a. de J.C. ) y Atenas misma fue ocupada y saqueada. En Salamis, sin embargo, los persas perdieron su flota y el curso de la batalla cambió. Jerjes entregó el comando de su ejército a un general, Mardonio, y regresó al Asia. Mardonio fue impotente para recobrar la iniciativa en la lucha contra los griegos y Jerjes fue asesinado por uno de sus propios guardias.
Artajerjes, uno de los hijos de Jerjes, le sucedió en el trono (465–423 a. de J.C. ). Durante su reinado Esdras, †œel escriba†, condujo a un grupo de exiliados de regreso a Jerusalén y Nehemí­as, el copero del rey, consiguió permiso para ausentarse a fin de animar a los judí­os a reconstruir las murallas de Jerusalén. El imperio era difí­cil de gobernar durante el reino de Artajerjes. El tuvo éxito en aplacar la rebelión; pero las concesiones que tuvo que hacer con los griegos indicaron una debilidad que iba a hacerse más pronunciada entre sus sucesores. La declinación en el poder persa data del reinado de Artajerjes.
Los 90 años entre la muerte de Artajerjes I y la derrota de Darí­o III en Isus (333 a. de J.C. ) muestran una serie de seis gobernadores persas, ninguno de los cuales fue capaz de restaurar a Persia a su antigua grandeza. La disputa dinástica más célebre del perí­odo fue la rebelión de Ciro el Joven, un prí­ncipe persa que empleó un ejército de griegos mercenarios (†œlos mil†) para apoyar su causa en oposición a Artajerjes II. Ciro murió en la batalla de Cunaxa (401 a. de J.C. ). Jenofonte, uno de los †œdiez mil†, quien fue forzado a defender su retirada, contó la historia de sus esfuerzos durante esa retirada de Persia en la obra Anabasis. Hostigados por los persas, los mercenaIrios griegos, costearon el Tigris hasta Armenia, atravesaron las montañas y descendieron hasta las playas del mar Negro en Trebizond (Trapezus). De allí­ pudieron continuar su camino hasta Grecia.
Aunque hubo perí­odos temporales de esplendor, los últimos reyes de Persia vivieron durante tiempos de intriga, rebelión y derramamiento de sangre. En el 334 a. de J.C. , Alejandro de Macedonia invadí­o el Asia Menor y al año siguiente derrotó a las fuerzas persas en Issus al norte de Siria. En 331 a. de J.C. , el imperio persa llegó a su fin con la victoria de Alejandro en Gaugemala, en la Mesopotamia. El último de los reyes persas huyó a Bactria donde fue asesinado por su propio primo. Véase también ELAM, BISITUN.
BIBLIOGRAFIA: R. Ghirshman, Iran, Penguin Books, Baltimore, 1954. A. T. Olmstead, The History of the Persian Empire, University of Chicago Press, Chicago, 1948. Richard N. Frye, The Heritage of Persia, World Publishing, Cleveland, 1962.

Fuente: Diccionario Bíblico Arqueológico

Los persas habitaban un territorio que hoy ocupa el Irán, un paí­s que coincidirí­a con la provincia de Fars. Muchos israelitas habí­an sido deportados allí­ por los asirios en tiempos de Tiglat-pileser III. En el siglo VII a.C. los persas se reconocí­an como súbditos de los medos, los cuales, aliados a Babilonia, habí­an destruido el poder asirio. El rey persa Ciro II se rebeló contra el rey medo Astiages y lo venció en el año 550 a.C. En las visiones de Daniel aparece un †œcarnero que herí­a con los cuernos al poniente, al N y al S†, indicándose que †œéstos son los reyes de Media y de Persia† (Dan 8:4, Dan 8:20), una referencia al imperio que se formarí­a por la unión de estos dos pueblos bajo Ciro.

Este gobernante atacó el reino de Lidia, y venció a su rey Creso en 547 a.C. Luego conquistó Babilonia, cuyo rey titular era Nabonido en el 539 a.C. Cambises, el hijo de Ciro, llevó sus conquistas hasta más allá de Egipto. De manera que el imperio persa llegaba †œdesde la India hasta Etiopí­a† (Est 1:1).
la muerte de Cambises hubo una guerra civil, y resultó vencedor Darí­o I. Seis generaciones de descendientes directos de este rey gobernarí­an el imperio, hasta que Darí­o III lo perdió frente a Alejandro Magno. Los principales reyes persas de este perí­odo fueron: Ciro (559-530 a.C.), Cambises (530-521 a.C.), Darí­o I (521-486 a.C.), Jerjes I (486-465 a.C.), Artajerjes (465-424 a.C.), Jerjes II (424-423 a.C.), Darí­o II (423-404 a.C.), Artajerjes II (404-359 a.C.), Artajerjes III (359-338 a.C.), Arses (338-336 a.C.) y Darí­o III (336-330 a.C.). Darí­o I, en el año 490 y Jerjes I en el 480-479, intentaron infructuosamente la conquista de Grecia. Ciro se distinguió por una polí­tica de tolerancia hacia los pueblos vencidos. Emitió el famoso edicto que lleva su nombre, permitiendo el retorno a Jerusalén de los judí­os que estaban en Babilonia. Esto fue posible porque †œJehová despertó el espí­ritu de Ciro† para ello y para que se edificara †œcasa en Jerusalén, que está en Judᆝ (2Cr 36:22-23; Esd 1:1).
rey persa tení­a un poder absoluto sobre la vida y bienes de sus súbditos, gobernando en nombre de †œAhuramazda†, su supremo dios. Sus decretos, una vez emitidos no podí­an ser revocados (Est 8:8; Dan 6:8). Pero era práctica que el rey consultara con sus asesores, como puede verse en Esd 7:14 (†œPorque de parte del rey y de sus siete consejeros eres enviado…†) y en Est 1:13-20, donde †¢Asuero escucha el consejo de los sabios sobre qué hacer en el caso de la reina †¢Vasti.
reyes persas siguieron la práctica heredada de los asirios en cuanto a usar el †¢arameo como idioma de la administración por todo el imperio. El territorio se dividió en satrapí­as. La expresión †œel otro lado del rí­o†, con la cual se dice que Tatnai era gobernador en Esd 5:3, es una alusión al nombre de una satrapí­a (Abar-Nahara, más allá del rí­o), que incluí­a los dominios más allá del éufrates hasta el Mediterráneo. El antiguo reino de Judá quedaba dentro de esa jurisdicción. Nehemí­as era gobernador de esa porción o provincia. Los persas imponí­an un fuerte tributo a los paí­ses dominados, lo cual obligaba a los sátrapas al cobro de muchos impuestos (Esd 4:13; Esd 7:24; Neh 5:4).
trabajos de reconstrucción del †¢templo y los muros de Jerusalén en tiempos de Esdras y Nehemí­as se realizaron †œpor orden del Dios de Israel, y por mandato de Ciro, de Darí­o, y de Artajerjes rey de Persia† (Esd 6:14). En la tradición judí­a, entonces, se conserva una buena memoria de la dominación persa, puesto que la misma produjo unos dos siglos de paz y tranquilidad. Varios libros y porciones de libros del AT fueron escritos durante ese tiempo, como Esdras, Nehemí­as, Ester, Hageo, Zacarí­as, Daniel, Malaquí­as, los libros de las Crónicas, etcétera.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano