PRIMOGENITO

v. Hijo
Gen 27:19 y Jacob dijo a su .. Yo soy Esaú tu p
Exo 4:22 Jehová ha dicho así: Israel es .. mi p
Exo 11:5 y morirá todo p en tierra de Egipto
Exo 12:29; Psa 78:51; 105:36


Primogénito (heb, bekôr, bekôrâh; gr. protótokos, “primogénito”). Primer hijo de hombre o bestia. Como expresión figurada, el término también puede indicar superioridad de tamaño, rango, fortaleza, etc., o preeminencia de carácter o de posición. La palabra primerizo se usa a menudo para los animales, y primicia* para los frutos. Entre los antiguos hebreos, el hijo primogénito tení­a una posición de importancia especial, de acuerdo con costumbres bien definidas 945 y leyes dadas por Dios (cf Gen 48:13, 14, 17, 18; Deu 21:15-17; 2Ch 21:3). Esta posición estaba í­ntimamente ligada al derecho de la primogenitura* y sus privilegios especiales, que incluí­an no sólo una porción favorecida de la herencia* sino también ciertas bendiciones y responsabilidades espirituales en la familia. Después de la experiencia de la Pascua y de la muerte de los primogénitos de los egipcios, Jehová enfatizó la posición especial del hijo mayor al ordenar que todos, tanto de hombres y como de bestias, debí­an ser especialmente consagrados a él (Exo 13:2, 12; Num 3:13). El hijo primogénito debí­a ser redimido con el pago de un rescate (Exo 13:13, 15; Num 18:15, 16). Parece que la dedicación del hijo mayor a Dios tení­a la intención de ser una consagración especial a su servicio, pero este aspecto fue más tarde modificado por el llamamiento de la tribu de Leví­ en lugar de los primogénitos (Num 3:12, 45). Por todo ello los israelitas tení­an que recordar la liberación de éstos dentro del pueblo de Dios durante la noche de la Pascua en Egipto (Exo 12:22, 23, 29), lo que debí­a señalar a Cristo, el primogénito simbólico. El término también se usaba en sentido figurado en frases como “el primogénito de la muerte” (Job 18:13), que quizá se referí­a a una enfermedad tan virulenta que se la consideraba la principal de todas las enfermedades fatales, y “los primogénitos de los pobres” (Isa 14:30), que significaba “el más pobre de los pobres”. Estos casos explicarí­an cómo David pudo llegar a ser el “primogénito” (Psa 89:27), aun cuando en realidad era el menor de los hijos de Isaí­ (1Sa 17:14). Lo que aparentemente se querí­a decir era que tendrí­a un lugar distinguido y excelencia especiales. En forma similar, cuando Jehová designó a la nación de Israel como “mi primogénito” (Exo 4:22), hací­a referencia a su preeminencia entre las naciones a los ojos de Dios, así­ como el hijo mayor ocupa una posición distinguida entre sus hermanos. Del mismo modo, “la congregación de los primogénitos” destaca la condición exaltada de los santos (Heb 12:23). Cuando Cristo es llamado “el primogénito de toda creación” (Col 1:15), se destaca su superioridad sobre todos los seres creados. Pablo habla de él como “el primogénito de entre los muertos” (v 18), después de lo cual añade esta significativa explicación: “Para que en todo tenga la preeminencia”; véase también Rom 8:29, donde se habla de Cristo como el “primogénito entre muchos hermanos”. En Heb 1:6 y Rev 1:5 la expresión “primogénito” se usa quizá con el sentido figurado de preeminencia. Además de este empleo como un calificativo de Cristo, también se lo aplica en sentido literal cuando se refiere a Jesús como el “hijo primogénito” de Marí­a (Mat 1:25; Luk 2:7).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

(heb., bekhor; gr., prototokos). Se usa la palabra hebreo principalmente para los hombres pero también para los animales (Exo 11:5). Porque se salvaron los primogénitos de los israelitas en la ocasión de la primera Pascua, cada varón primogénito de los hombres y los animales era consagrado a Dios (Exo 13:2; Exo 34:19); se sacrificaban las bestias, mientras que los hombres eran redimidos (Exo 13:13, Exo 13:15; Exo 34:20; comparar Lev 27:6; comparar Luk 2:27). En el Sinaí­ los levitas tomaron el lugar de los primogénitos (Num 3:12, Num 3:41, Num 3:46; Num 8:13-19).

Entre los israelitas, el varón primogénito tení­a privilegios especiales. Heredaba del padre el puesto como cabeza de la casa y recibí­a como su parte de la herencia una porción doble. Israel era el primogénito del Señor (Exo 4:22) y como tal tení­a derecho a privilegios especiales en comparación con otros pueblos. Se describe a Jesús como el primogénito (Rom 8:29; Corintios 1:15; Heb 1:6; comparar Psa 89:27).

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Se usa en la Biblia en dos sentidos.

1- El hijo varón que nace primero, aunque después no nazcan otros: Así­ se llama a Jesús en Mat 1:25, Lc,Mat 2:7, ¡cuando acababa de nacer!, así­ es que no tení­a otros hermanos. De hecho, después, Jesús nunca tuvo ningún otro hermano carnal. Ver “Hermanos”.

El “Primogénito” era muy importante para los hebreos, porque sucedí­a al padre como cabeza de familia. si era “unigénito”, heredaba todo, y si habí­a otros hermanos, heredaba doble parte que los demás: (Deu 12:17, Deu 21:15, Gen 43:33, 2Cr 21:3).

Este primogénito se “dedicaba” al Senor, Exo 13:2, Exo 13:12, Exo 22:29, Exo 34:19. y así­ dedicaron a Jesús, en Luc 2:23, : (a los 40 dí­as de haber nacido, ¡no otro hermano!
– Todos los primogénitos de Egipto fueron matados por el ángel del Senor el dí­a de la Pascua: (Exo 11:4, Exo 12:29).

2- E1 otro sentido, es el religioso espiritua: A Jesús se le llama el Primogénito entre muchos hermanos, ¡millones!, en Rom 8:29; el “primogénito” de toda criatura en Cristo: (CoL1:15); el primogénito de los que tienen sus nombres escritos en los cielos: ( Heb 12:23); al “primogénito de los muertos resucitados”: (Rev 1:5, Heb 1:6). Primogenitura.

– Despreciada por Esaú, por un plato de lentejas, Gen 25:31, Gen 27:36, Heb 12:16
– Ruben la pierde, 1Cr 5:1.

– La de Manassés, trastocada, Gen 48:17.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, LEYE

ver, PASCUA, LEVITAS, PRIMOGENITURA

vet, Los primogénitos de los hombres y de las bestias son declarados pertenecientes a Dios, que no sólo los ha dado (cfr. Gn. 4:4), sino que los ha rescatado en Egipto de la esclavitud y del juicio. Durante la décima y última plaga, los primogénitos de Egipto fueron muertos, en tanto que los primogénitos de los israelitas eran salvados gracias a la sangre puesta sobre el dintel y los postes de las puertas de sus casas (Ex. 12:12, 13, 23, 29; véase PASCUA). Los primogénitos, objetos de tal redención, pertenecí­an así­ por partida doble a Jehová. Todo varón primogénito de hombre o de animal era puesto aparte para el Señor (Ex. 13:2; 34:19); el hombre no tení­a derecho alguno sobre ellos. El primogénito de los animales estaba destinado al sacrificio, pero el primogénito de hombre era rescatado (Ex. 13:13, 15; 34:20, cfr. Lv. 27:6). Por esta razón era llevado al santuario y presentado a Jehová (Lc. 2:22; cfr. Nm. 18:15). Más tarde, los levitas tomaron el lugar de los primogénitos de los israelitas (Nm. 3:12, 41, 46; 8:13-19; cfr. Ex. 32:26-29) y fueron asignados al servicio del culto (véase LEVITAS). Entre los primogénitos de los animales igualmente consagrados al Señor se hací­an distinciones. El primogénito de los animales puros era sacrificado. Los animales impuros, de los que se cita el asno como espécimen tí­pico, podí­an ser desnucados, o ser redimidos con un cordero (Ex. 13:13, 15; 22:29, 30; 34:20). La grasa del animal debí­a ser consumida con fuego, y la carne entregada al sacerdote. El animal impuro era rescatado o vendido (Lv. 27:27; Nm. 18:15-18). Más tarde, debido a las nuevas circunstancias que se podí­an prever del establecimiento del pueblo en la tierra de Canaán, y debido a que el desplazamiento al único santuario central podí­a ser difí­cil y costoso, se dio la norma de retrasar la presentación del primogénito. Se permitió que transcurrieran más de los ocho dí­as inicialmente prescritos al inicio, y esperar a una de las fiestas anuales. La carne, en lugar de ser entregada al sacerdote, quedaba para el peregrino que habí­a llevado el animal al santuario. El israelita y su familia lo consumí­an allí­ (Dt. 15:19, 20). Los animales con tachas no eran llevados al santuario. Eran comidos en casa, sin ceremonia cultual alguna (Dt. 15:21-23). Con respecto a los privilegios legales del primogénito, véase PRIMOGENITURA.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[365]
El primer hijo nacido, el cual adquiere una significación singular en los padres, en la familia y en la sociedad (el hijo mayor) que se reflejó en la Sda. Escritura (Gen. 49.3; Deut 21. 17 y Ex. 13. 2). Los gestos de distinción quedaban en la práctica de la doble herencia (Deut. 21.17), pues se heredaba la jefatura familiar a la muerte del padre (Gen. 27. 29-37 y 49.8) y se recibí­a bendición singular. (Gen. 27. 33-36)

El primogénito se consagraba a Dios (Ex. 13. 11-16 y Num 3.12) y debí­a, o podí­a, ser rescatado con un don especial (Ex. 34.20 y Num. 3.41).

El término “primogénito” en el Nuevo Testamento (prototokon), el primer engendrado, aparece diez veces, nueve de ellas en referencia a Cristo (Luc. 2.7; Rom 8.29; Col 1.15; Hebr. 1.6; Ap. 1.5). Se alude con él a su dignidad singular y a su sentido de predilecto y elegido por Dios para una misión de salvación. Por eso se ve a Isaac ante el sacrificio de su padre Abraham como el prototipo de Jesús ante su ofrenda en la cruz.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

En Israel, a causa de la poligamia, se hablaba del primogénito del varón (Gén 49, 3; Dt 21, 17) y del primogénito de la mujer (el que rompe el seno materno: Ex13, 2). El de la mujer tení­a que ser consagrado a Dios (Ex 13, 2. 11-16; 22, 28), pero podí­a ser rescatado por una ofrenda (Ex 13, 13; Lc 2, 7. 22-23). Esto se hací­a en recuerdo de la liberación de los primogénitos de Israel en Egipto (Ex 13, 14-16; Núm 3, 12; 8, 17). Los primogénitos machos de los animales también debí­an ser ofrecidos al Señor (Ex 13, 2; 34, 19). La palabra “primogénito” de suyo no excluye ni exige otros hermanos; puede ser el “único” hijo (Lc 2, 7). Jesucristo es el primogénito entre muchos hermanos (Rom 8, 29), primogénito de toda la creación (Col 1, 15), primogénito de entre los muertos (Col 1, 18; Ap 1, 5).

E.M.N.

FERNANDEZ RAMOS, Felipe (Dir.), Diccionario de Jesús de Nazaret, Editorial Monte Carmelo, Burbos, 2001

Fuente: Diccionario de Jesús de Nazaret

Fundamentalmente, el primogénito es el hijo mayor del padre, más bien que el de la madre; es decir, el comienzo de la facultad generativa del padre. (Dt 21:17.) Este término también se aplica al primer macho nacido de los animales. (Gé 4:4.)
El primogénito disfrutó desde tiempos remotos de una posición honorable dentro de la familia, era el que continuaba con la jefatura de la familia y recibí­a una parte doble de la herencia paterna. (Dt 21:17.) José sentó a Rubén en una comida de acuerdo con el derecho de primogénito que le correspondí­a. (Gé 43:33.) No obstante, la Biblia no siempre otorga honra al primogénito según el orden de nacimiento, sino que el primer lugar suele otorgarse al más prominente o fiel de los hijos. (Gé 6:10; 1Cr 1:28; compárese con Gé 11:26, 32; 12:4; véanse HERENCIA; PRIMOGENITURA.)
La primogenitura desempeñó un papel importante cuando Jehová libró a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Para los egipcios los primogénitos eran sagrados y estaban dedicados al dios-sol Amón-Ra, quien supuestamente los protegí­a. La décima plaga que Jehová envió sobre los egipcios desacreditó a este dios y mostró que era incapaz de proteger a los primogénitos. Por haber obedecido las instrucciones de Dios relativas a matar una oveja y salpicar los postes y la parte superior de la entrada de las casas con su sangre, los primogénitos israelitas se salvaron de la muerte, a diferencia de los primogénitos egipcios, que murieron todos, hombres y bestias. (Ex 12:21-23, 28, 29.) Esta expresión debí­a hacer referencia al hijo primogénito y no al cabeza de la casa, quien podrí­a también haber sido a su vez el primogénito. Es probable que el propio Faraón fuese un primogénito, y sin embargo a él no se le quitó la vida. No obstante, puede que no hubiese un primogénito literal en toda casa egipcia (como, por ejemplo, en el caso de una pareja casada que no tuviese hijos o cuando el primogénito hubiese muerto con anterioridad). Debido a que Exodo 12:30 dice que †œno habí­a casa en que no hubiera un muerto†, la aniquilación pudo haber alcanzado al principal de la casa que ocupaba la posición del primogénito.
Puesto que los hijos primogénitos de los israelitas serí­an los cabezas de las diversas casas, representaban a la entera nación. En realidad, Jehová llamó a toda la nación su †œprimogénito†, por ser su nación primogénita debido al pacto abrahámico. (Ex 4:22.) Por haber conservado la vida a los primogénitos, Jehová mandó que le fuera santificado †œtodo primogénito varón que abre cada matriz entre los hijos de Israel, entre hombres y bestias†. (Ex 13:2.) De modo que todos los hijos primogénitos fueron dedicados a Dios.
Luego Jehová tomó a los varones de la tribu de Leví­, seguramente sin contar los 300 primogénitos de esta tribu (compárese Nú 3:21, 22, 27, 28, 33, 34 con 3:39), en lugar de los hijos primogénitos de Israel que tení­an más de un mes de edad. Por cada uno de los 273 israelitas que excedí­a el número de los levitas, habrí­a que dar a Aarón y a sus hijos un precio de rescate de cinco siclos (11 dólares [E.U.A.]). Jehová también tomó a los animales domésticos de los levitas en lugar de los animales domésticos primogénitos de las otras tribus. (Nú 3:40-48.) Desde entonces en adelante, el hijo primogénito deberí­a presentarse a Jehová en el tabernáculo o en el templo una vez que hubiera concluido el perí­odo de inmundicia de la madre, y se le redimirí­a mediante el pago del valor estimado para los niños de un mes a cinco años de edad, †œcinco siclos de plata, según el siclo del lugar santo†. (Le 12:1-3; 27:6; Nú 18:15, 16.)
Los primogénitos machos de los animales limpios —el toro, el cordero o la cabra— no habrí­an de redimirse. No se tendrí­a que hacer trabajar a ese toro ni esquilar a esa oveja. En cambio, serí­an sacrificados a Jehová en el tabernáculo o en el templo al octavo dí­a de su nacimiento. (Ex 22:30; Nú 18:17; Dt 15:19, 20.) Ahora bien, si el animal tení­a un defecto grave, el dueño no debí­a sacrificarlo a Jehová, sino comerlo en su morada. (Dt 15:21-23.)
El primogénito de un asno no podí­a sacrificarse, pues era un animal inmundo, por lo que tení­a que ser redimido o recomprado y reemplazado por una oveja. En caso contrario, tendrí­a que quebrársele la cerviz, puesto que pertenecí­a a Jehová y el hombre no tení­a derecho a utilizarlo. (Ex 13:12, 13; 34:19, 20.) No obstante, Leví­tico 27:27 dice: †œSi es de las bestias inmundas y él tiene que redimirlo conforme a la valoración, entonces tiene que dar por añadidura a ella la quinta parte de ella. Pero si no se recobra por compra, entonces tiene que venderse conforme a la valoración†. Algunos comentaristas ven en este texto una modificación de la ley anterior sobre la redención de un asno. Sin embargo, parece ser que Leví­tico 27:27 se refiere a otra cuestión: más que a un animal inmundo, como el asno, la expresión †œsi es de las bestias inmundas† quizás se refiera a un animal que era inmundo en el sentido de que no era apto para sacrificio debido a que tení­a algún defecto.

¿Por qué llama Jehová primogénito a †œDavid mi siervo† si no era el primer hijo?
Cuando en el Salmo 89 Jehová habla de †œDavid mi siervo† y repasa el pacto para el reino que hizo con él, dice entre otras cosas: †œYo mismo lo pondré como primogénito, el altí­simo de los reyes de la tierra†. (Sl 89:20, 27.) David no era hijo primogénito (1Cr 2:13-15), por lo que parece que Jehová se referí­a de manera profética al †œprimogénito celestial† de Dios, representado por David, y a quien El confiere una dignidad real superior a la de cualquier otro gobernante humano. (Compárese con Eze 34:24, donde se llama al Mesí­as †œmi siervo David†.)
Cuando se dice que Jesucristo es †œel primogénito de toda la creación† y †œel primogénito de los muertos†, no solo se indica que es el más distinguido entre los que Dios ha creado o resucitado, sino que fue el primero en ser creado y el primero en ser resucitado de entre los muertos a vida eterna. (Col 1:15, 18; Rev 1:5; 3:14.) Cuando estuvo en la Tierra, fue el hijo primogénito de Marí­a, y lo presentaron en el templo según requerí­a la ley de Dios. (Lu 2:7, 22, 23.) El apóstol Pablo llama a los seguidores de Jesucristo que han sido matriculados en los cielos †œla congregación de los primogénitos†, los primeros que Dios aceptó como hijos sobre la base de su fe en el sacrificio de Jesús y los primeros de los seguidores de Jesús que serí­an resucitados sin que tuvieran que morir de nuevo. (Heb 12:23.)
La expresión †œprimogénito de la muerte†, que se emplea en Job 18:13, se utiliza para aludir a la más mortí­fera de las enfermedades.

Fuente: Diccionario de la Biblia

prototokos (prwtovtoko”, 4416), primer nacido (de protos, primero, y tikto, engendrar). Se utiliza de Cristo como primogénito de la virgen Marí­a (Luk 2:7); en su relación con el Padre, se usa para expresar su prioridad sobre, y preeminencia por encima de, la creación, no en el sentido de ser el primero en nacer. En el AT se utiliza ocasionalmente de superioridad posicional; véase Exo 4:22; Deu 21:16, 17, donde la prohibición es la de asignar la posición privilegiada del primogénito a uno nacido con posterioridad al primer hijo. Los cinco pasajes del NT que con respecto al uso de este término tienen que ver con Cristo pueden exponerse cronológicamente de la siguiente manera: (a) Col 1:15, donde está a la vista su relación eterna con el Padre, y la cláusula significa a la vez que El era el primogénito antes que toda creación, y que El mismo es quien ha llevado a cabo la obra de la creación (siendo que el caso genitivo es objetivo, como lo hace patente el v. 16); (b) Col 1:18 y Rev 1:5, con referencia a su resurrección; (c) Rom 8:29, su posición en relación con la Iglesia; (d) Heb 1:6, su Segunda Venida (la VM: “Y cuando otra vez vuelve a traer al primogénito al mundo”, pone “otra vez” en su relación correcta con el resto de la frase, implicándose con ello el contraste con su primera venida, su nacimiento); cf. Psa 89:27: Este término se utiliza en plural, en Heb 11:28, de los primogénitos de las familias egipcias, y en 12.23, de los miembros de la iglesia.¶ Nota: Cf. (a) con Joh 1:30, “el cual es antes de mí­”, lit., “El era primero (protos) de mí­”, esto es, “en relación a m”, donde se expresa todo lo que se involucra en su preexistencia y prioridad.

Fuente: Diccionario Vine Nuevo testamento

La primogenitura, el derecho exclusivo de herencia perteneciente al primogénito, se puede seguir hasta su origen en el período patriarcal. Ismael, aunque era el hijo mayor de Abraham, no fue considerado primogénito porque su madre era una esclava (Gn. 21:10). Esaú vendió su primogenitura y quedó expuesto a la acusación de profano, porque había despreciado su derecho de herencia (Gn. 25:33).

En el NT, prōtotokos expresa la idea de primogénito, y aparece ocho veces; la mayor parte de ellas con referencia a Cristo, algunas veces en forma histórica y otras en sentido figurado. La versión griega del Sal. 89:27 sugiere que la palabra es un título mesiánico. El NT se refiere a Cristo como el primogénito en tres aspectos. En Col. 1:15 se dice que es el «primogénito de toda creación», y Heb. 1:6 también lo describe por medio de esta palabra. Los arrianos usaban estos pasajes como evidencia de que nuestro Señor era un ser creado, pero la interpretación correcta está implícita en el contexto de Colosenses que se refiere al Cristo preencarnado. Además, la palabra declara que Cristo es el Señor de la creación porque como primogénito es el heredero del orden creado. En segundo lugar, Col. 1:18 y Ap. 1:5 usan primogénito en un sentido similar a (véase) primicias de 1 Co. 15:20. Cristo es el primogénito de los muertos porque fue el primero en resucitar. En tercer lugar, Ro. 8:29 enseña que Cristo es el «primogénito entre muchos hermanos», lo cual afirma que los creyentes se han unido a una familia de la cual Cristo es el Hijo mayor. Heb. 12:23 proyecta la idea de tal modo que da a entender que todos los que creen reciben el mismo estado de hijos primogénitos y por lo tanto, son herederos de Dios.

David H. Wallace

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (488). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología

I. En el Antiguo Testamento

La raíz heb. bkr, que se encuentra en muchos idiomas semíticos, tiene el significado general de “(llegar) temprano”. beḵôr, ‘primogénito’ (fem. beḵı̂râ), se emplea para personas y animales. Términos relacionados se utilizan para las primicias, y los privilegios y responsabilidades del primogénito se conocen como su “derecho de primogenitura” (beḵôrāh). En Gn. 25.23 se le llama rab al hijo mayor, descripción que, aparte de la cita mencionada, se emplea solamente en textos cuneiformes del 2º milenio. Se considera al primogénito como “el comienzo de (su) vigor” (rē˒šı̂ṯ ˒ôn: Gn. 49.3; Dt. 21.17; cf. Sal. 78.51; 105.36) y “el que abre la matriz” (peṭer reḥem: Ex. 13.2, 12, 15, Nm. 18.15; etc.), poniendo de esta manera el acento tanto en la línea paterna como en la materna. La categoría especial del primogénito también se acordó a Israel (Ex. 4.22) y a la linea davídica (Sal. 89.27).

En el Cercano Oriente de la antigüedad se reconocía ampliamente la posición especial del primogénito, aunque usualmente no abarcaba a los hijos de las concubinas o esclavas (cf. Gn. 21.9–13; Jue. 11.1–2). Los privilegios que acompañaban a esta posición eran sumamente valorados, y en el AT incluyen mayor herencia, bendición paterna especial, jefatura de la familia, y lugar de honor durante las comidas (Gn. 25.5–6; 27.35–36; 37.21ss; 42.37; 43.33; Dt. 21.15–17). La doble herencia de Dt. 21.15–17, aunque aparentemente desconocida para los patriarcas (Gn. 25.5–6), se menciona en varios documentos babilónicos antiguos, asirios medios, y de Nuzi, y se alude a ella en otras partes del AT (2 R. 2.9; Is. 61.7).

Estos privilegios normalmente podían perderse únicamente por la comisión de ofensas serias (Gn. 35.22; 49.4; 1 Cr. 5.1–2) o por venta (Gn. 25.29–34), aunque la preferencia paterna ocasionalmente prevalecía en los casos de sucesión real (1 R. 1–2; 2 Cr. 11.22–23; cf. 1 Cr. 26.10). También existía un interés marcado, especialmente en Génesis, en el hijo menor (Jacob, Efraín, David; cf. Isaac, José) ; pero estos casos ciertamente iban contra la costumbre (Gn. 48.17ss; 1 S. 16.6ss).

Cuando no existían hijos varones, la hija mayor tomaba la responsabilidad de cuidar a sus hermanas menores (Gn. 19.30ss). Era costumbre de los arameos (Gn. 29.26), y quizás también de los israelitas (1 S. 18.17–27), que la hija mayor se casara primero. Un texto ugarítico menciona la transferencia de derechos de nacimiento de la hija mayor a la menor.

En el ritual israelita, el primogénito del hombre y de la bestia ocupaban un lugar especial. El primogénito varón pertenecía a Yahvéh (Ex. 13.2; 22.29b–30; Nm. 3.13), concepto que recibió realce con la protección acordada a Israel en la última plaga. En la generación del éxodo los niños fueron redimidos por los levitas (Nm. 3.40–41), y más tarde, cuando el niño tenía cinco meses, mediante el pago de cinco siclos (Nm. 18.16; cf. 3.42–51). Ocasionalmente se menciona el sacrificio de un primogénito, siguiendo la práctica cananea (2 R. 3.27; Ez. 20.25–26; Mi. 6.7; cf. 1 R. 16.34), pero se trataba de una mala interpretación de Ex. 22.29. Se sacrificaban los primogénitos de animales limpios (Nm. 18.17–18; Dt. 12.6, 17), mientras que los animales imperfectos se comían en las ciudades (Dt. 15.21–23). Los primogénitos de animales impuros se redimían (Nm. 18.15), aunque un asno se redimía con un cordero, o se le quebraba la cerviz (Ex. 13.13; 34.20).

Bibliografía. °R. de Vaux, Instituciones del Antiguo Testamento, 1985; Tsevat, “bekor” (primogénito), °DTAT, 1978, pp. 651–659.

I. Mendelsohn, BASOR 156, 1959, pp. 38–40; R. de Vaux, Ancient Israel², 1965, pp. 41–42, 442–445, 488–489; id., Studies in OT Sacrifice, 1964, pp. 70–73; J. Henninger, en E. Gräf (eds.), Festchrift W. Caskel, 1968, pp. 162–183; M. Tsevat, TDOT 2, pp. 121–127.

M.J.S.

II. En el Nuevo Testamento

Jesús fue el primogénito (prōtotokos) de su madre (Mt. 1.25; Lc. 2.7), frase que abre la posibilidad, aunque no lo exige, de que María haya tenido otros hijos posteriormente (cf. Mr. 6.3; * Hermanos del Señor). Como tal, Jesús fue llevado al templo por María y José para ser presentado a Dios (Lc. 2.22–24); como Lucas omite mencionar el precio pagado por la redención del niño, puede haber sido su intención mencionar el incidente como la dedicación del primogénito al servicio de Dios (cf. 1 S. 1.11, 22, 28). Jesús es, también, el primogénito de su Padre celestial. Es el primogénito de toda creación, no en el sentido de ser él mismo un ser creado, sino que, como Hijo de Dios, fue su agente en la creación y, en consecuencia, tiene autoridad sobre todas las cosas creadas (Col. 1.15–17). En forma similar, es el primogénito de la nueva creación, por haber sido el primero en ser levantado de entre los muertos, y por lo tanto es el Señor de toda la iglesia (Col. 1.18; Ap. 1.5). De esta manera, es el primogénito de toda la familia de los hijos de Dios destinados a ser hechos conforme a su imagen (Ro. 8.29). Puede haber un eco del Sal. 89.27 en He. 1.6, en el que el Hijo de Dios es objeto de la adoración de todos los ángeles con motivo de su venida al mundo (aunque no está claro si se refiere a la encarnación, la resurrección, o la segunda venida). Finalmente, el pueblo de Dios, tanto los vivos como los muertos, pueden describirse como los primogénitos que están inscritos en los cielos, ya que participan de los privilegios del Hijo (He. 12.23).

Bibliografía. Varios autores, “Primero, primogénito”, °DTNT, 1983, t(t). III, pp. 407–412.

O. Eissfeldt, Erstlinge und Zehnten im Alten Testament, 1917; W. Michaelis, TDNT 6, pp. 871–881; K. H. Bartels, NIDNTT 1, pp. 667–670.

I.H.M.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

Aunque casualmente en la Sagrada Escritura la palabra se toma en sentido metafórico, es usada por los escritores sagrados para designar el primer hijo varón en cada familia. En las Biblias inglesas se le llama “primogénito” al primer animal engendrado macho. Las primeras tribus semitas nómadas comúnmente consideraban que el primogénito, tanto animal como humano, pertenecía a Dios de modo especial, pues era considerado el mejor representante de la raza debido a que su sangre fluye muy pura y fuerte en ellos. Muy probablemente surgió de ahí la costumbre de sacrificar los primogénitos de los animales y también las prerrogativas del hijo primogénito; de ahí, posiblemente, incluso algunas de las prácticas supersticiosas que desfiguran unas pocas páginas de la historia de Israel.

Entre los hebreos, al igual que entre otras naciones, el primogénito disfrutaba privilegios especiales. Además de tener la mayor parte del afecto paterno, tenía dondequiera el primer lugar después de su padre (Génesis 43,33) y una especie de autoridad directiva sobre sus hermanos más jóvenes (Gén. 37,21-22.30, etc.); se le reservaba una bendición especial a la muerte de su padre, y lo sucedía como jefe de la familia, recibiendo doble porción entre sus hermanos (Deut. 21,17). Además, el derecho de progenitura, hasta el tiempo de la promulgación de la Ley, incluía el derecho al sacerdocio. Por supuesto, este último privilegio, como también la jefatura de familia al cual iba adherido, continuaba en vigor sólo durante el tiempo que los hijos vivieran bajo un mismo techo; pues, tan pronto formaban una familia aparte y separada, cada uno se convertía en cabeza y sacerdote de su propia casa.

Cuando Dios escogió para sí la tribu de Leví para desempeñar el oficio del sacerdocio en Israel, Él no deseaba perder sus derechos sobre el primogénito. Por lo tanto ordenó que todo primogénito fuese redimido, un mes después de su nacimiento, por cinco ciclos (Núm. 3,47; 18,15-16). Este impuesto de redención, calculado también para recordarle a los israelitas la muerte infligida a los primogénitos de Egipto como castigo por la terquedad del Faraón, (Éxodo 13,15-16), iba al fondo del clero. Sin embargo, ninguna ley establecía que el primogénito debía ser presentado al Templo. Sin embargo, parece que después de la restauración los padres a menudo tomaban ventaja de la visita de la madre al santuario para llevar el niño allí. Esta circunstancia aparece registrada en el Evangelio según San Lucas, en referencia a Cristo (2,22-38). Se debe notar aquí que San Pablo refiere el título “primogenitus” a Cristo (Hebreos 1,6), el “primogénito” del Padre. El sacrificio mesiánico eran las primicias de la Expiación ofrecida a Dios para la redención del hombre. Sin embargo, se debe recordar que contrario a lo que se afirma muy a menudo y parece, ciertamente, denotado por los textos litúrgicos, que el “par de tórtolas, o dos pichones” mencionados a este respecto, eran ofrecidos por la purificación de la madre, y no por el niño, respecto al cual no se prescribía especialmente nada.

Como la poligamia estaba en boga entre los israelitas, por lo menos en tiempos primitivos, se promulgaban regulaciones precisas para definir cuál de los hijos gozaría del derecho legal a la primogenitura, y cuál sería redimido. El derecho de primogenitura pertenecía al primer hijo varón nacido en la familia, ya fuera de la esposa o de la concubina; sería redimido el primer hijo de una mujer que tuviese un estatus legal en la familia (esposa o concubina), siempre y cuando el hijo fuese un varón.

Como el primogénito, así los primogénitos de Egipto fueron heridos por la espada del ángel destructor, mientras que los de los hebreos fueron perdonados. Como señal de reconocimiento, Dios declaró que todos los primogénitos le pertenecían a Él (Éxodo 13,2; Números 3,3); por lo tanto debían ser inmolados. En el caso de animales puros, como el becerro, el cordero o un niño (Núm. 18,15-18), al cumplir el año, se traían al santuario y eran ofrecidos en sacrificio; la sangre se rociaba al pie del altar, se quemaba la grasa y la carne pertenecía a los sacerdotes. Sin embargo, los animales impuros que no podían ser inmolados al Señor, se redimían con dinero. Sólo se hacía excepción con el primogénito del asno, que se redimía con una oveja (Ex. 34,20) o su propio precio (Josefo, Ant. Jud., IV, IV, o de otro modo sería desnucado (Ex. 13,13; 34,20) y enterrado en el suelo. Los primogénitos sacrificados en el Templo debían ser inmaculados; los “cojos o ciegos, o desfigurados o enfermos en alguna parte” se comerían incondicionalmente dentro de los portones de la ciudad del dueño.

Fuente: Souvay, Charles. “First-Born.” The Catholic Encyclopedia. Vol. 6. New York: Robert Appleton Company, 1909.
http://www.newadvent.org/cathen/06081a.htm

Traducido por L H M

Fuente: Enciclopedia Católica