RAHAB

Jos 2:1 entraron en la casa de una ramera .. R
Jos 6:17 solamente R la ramera vivirá, con todos
Heb 11:31 por la fe R la ramera no pereció
Jam 2:25 R la ramera, ¿no fue justificada por


Rahab (heb. Râjâb [1], “ancha [grande]”; gr. Rhajáb y Rhaáb; heb. Râhâb [2], “tormenta”, “violencia [tumulto]” o “arrogancia [insolencia]”). 1. Ramera cuya casa estaba sobre el muro de Jericó. Recibió a los espí­as hebreos y les ayudó a escapar. Por este acto de bondad los israelitas la recompensaron salvándole la vida y la de los miembros de su familia cuando Jericó y su población fueron destruidos (,Jos 2:1-24; 6:22-25; Heb 11:31; Jam 2:25). Parece que se casó con Salmón, y por él tuvo a Booz, con lo que fue antepasado del rey David y de Jesucristo (Mat 1:5; cf Rth 4:21, 22). 2. Designación de un gran poder maligno y, por ello, sí­mbolo de Satanás (Job 9:13, BJ; “soberbios”, RVR; 26:12, BJ; “arrogancia”, RVR; Psa 89:10; Isa 51:9), o un nombre figurado de Egipto (Psa 87:4; Isa 30:7, BJ; “fortaleza”, RVR), o un monstruo o dragón mitológico que el AT describe como sí­mbolo del mal y enemigo de Yahweh, por quien fue aplastado antes de la creación del mundo.

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

monstruo mitológico, personificación del caos marino; procedente de la mitologí­a babilónica. Alterna con Leviatán o Tanní­n.

Fue vencido por Dios Jb 9, 13; 26, 12; Sal 89, 11. A Egipto se le designa R., Is 30, 7; y el triunfo de Dios sobre R. se compara con la ayuda que Yahvéh prestó a los israelitas para pasar el mar Rojo, Is 51, 9.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(Espaciosa). Nombre de una persona y apelativo poético de un pueblo.

1. Mujer que viví­a en una casa sobre la muralla de Jericó y protegió a los espí­as enviados por los israelitas, a los cuales escondió †œentre los manojos de lino que tení­a puestos en el terrado†. Cuando el rey de la ciudad envió a buscarlos, R. despistó a las autoridades. Habló con los espí­as haciendo una asombrosa confesión de fe en Jehová y pidiendo protección para ella y su familia, lo cual le fue prometido. Hizo escapar a los espí­as, que bajaron por †œun cordón de grana† desde el muro. Los enviados de Josué le dijeron que cuando se realizara la conquista pusiera ese cordón en la ventana, una señal de que allí­ viví­a una persona amiga del pueblo de Dios. Así­ lo hizo y logró salvarse con toda su familia (Jos 2:1-24; Jos 6:25).

El término hebreo que se traduce como †œramera† podrí­a indicar también a una persona que tení­a una casa de huéspedes o mesón. Como era frecuente que esos lugares tuvieran cierta mala reputación, la palabra puede interpretarse en una u otra forma. De todos modos, es notorio que R. fue aceptada como parte del pueblo de Israel. Mateo pone a R. entre los antepasados del Señor Jesús, casada con †¢Salmón, de la tribu de Judá, madre de †¢Booz (Mat 1:5). Es interesante el énfasis del autor de los Hebreos al decir que †œpor la fe R. la ramera no pereció juntamente con los desobedientes† (Heb 11:31), mientras que Santiago resalta que fue †œjustificada por obras† (Stg 2:25). El origen de R. y su incorporación al pueblo son ejemplos del trato que reciben de Dios aquellos que se arrepienten. Tradiciones judí­as ponen a R. como una de las cuatro más hermosas mujeres del mundo. Además señalan, en una versión, que R. casó con Josué, llegando a ser antepasado de los profetas Hulda y Jeremí­as; y en otra, que R. no fue prostituta sino dueña de una casa de huéspedes.

2. Nombre poético de Egipto. Así­, la expresión †œtú quebrantaste a Rahab† (Sal 89:10) es una alusión al éxodo. Igualmente en Isa 51:9-10. Aparentemente la palabra es usada en otros pasajes, pero traducida al español como †œmonstruos† (Sal 74:13), o †œdragón† (Eze 29:3; Eze 32:2) y, por el contexto, se entiende como una alusión a Egipto.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG MUJE MUAT

ver, JERICí“

vet, (a) “insolencia”, “violencia”; nombre poético aplicado a Egipto (Sal. 87:4; 89:10; Is. 30:7; 51:9). (b) (Heb. “rahab”, “ancha”). Mujer ramera cuya casa se hallaba en la misma muralla de Jericó; dio hospitalidad a los espí­as enviados por Josué, salvándoles la vida al esconderlos, y facilitándoles la huida por una ventana que tení­a abierta sobre la muralla; así­, ellos pudieron llegar al campamento israelita (Jos. 2:1-24) Cuando Jericó cayó, a Rahab y su familia se les perdonó la vida, y fueron incorporados al pueblo de Dios (Jos. 6:22-25; He. 11:31; Stg. 2:25). Vino a ser la esposa de Salmón y madre de Booz, figurando así­ como antepasada del rey David y del Señor Jesús (Mt. 1:5). (Véase JERICí“.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

(-> Leviatán, Tanní­n, Tehorn). Monstruo femenino del caos; aparece también como serpiente de las aguas primigenias. Conforme al sentido hebreo del término, que significa “acosar, amotinarse, avasallar”, Rahab es la Amenazadora y puede tomarse como personi ficación del poder divino del caos, que se eleva contra el Dios bueno y que intenta avasallar a los hombres. Así­ aparece vinculada a la batalla primigenia en la que Yahvé, el Dios bueno, creador del orden, ha vencido y dominado a la divinidad femenina del caos (Tiamat*). El texto bí­blico más significativo donde aparece es Is 51,9-10, cuando el profeta invoca a Yahvé y le dice: “Despiértate, despiértate, ví­stete de poder, oh brazo de Yahvé; despiértate como en el tiempo antiguo, en los siglos pasados. ¿No eres tú el que cortó a Rahab, y el que hirió a Taní­n? ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?”. El texto ha vinculado así­ las “tres aguas enemigas”: las del Caos primero (Rahab-Taní­n), las del mar Rojo en el tiempo de la salida de Egipto (que Yahvé secó para que pasaran los hebreos) y las aguas que deben atravesar al final de los tiempos los rescatados de Dios. En este contexto se sitúa la victoria de Yahvé sobre Rahab. Siguiendo en esa lí­nea, el nombre de Rahab se evoca también en varios textos poéticos, en los que el mar viene a estar personificado como poder que se opone a Dios (cf. Job 26,12; Sal 89,11). Con ese mismo nombre se designa a Egipto (cf. Sal 87,4; Is 30,7), vinculando así­ el poder de Egipto con el monstruo maléfico de las aguas. En el Sal 40,5 se habla de unos misteriosos rehabim, que pueden interpretarse como poderes mí­ticosimbólicos que ayudan a Rahab.

PIKAZA, Javier, Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra, Verbo Divino, Navarra 2007

Fuente: Diccionario de la Biblia Historia y Palabra

“Por fe, Rahab la ramera, no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espí­as en paz.” (Hebreos 11:31)
Léase: JOSUE 2:1; 6:17-25; HEBREOS 11:31; SANTIAGO 2:25. Los rabinos, desde tiempo inmemorial y luego muchos intérpretes del Cristianismo han intentado demostrar que Rahab era una mujer distinta de lo que nos describen las Escrituras. Niegan que fuera una ramera. Rahab se casó con Salmón, fue la madre de Booz y, por tanto, está incluida en la lí­nea materna de los antecesores de Cristo. El apóstol Pablo la nombra entre la gran “nube de testigos” Es la única mujer, junto con Sara, que es designada como un ejemplo de fe. Además, el apóstol Santiago la menciona como una persona digna por sus buenas obras (2:25). ¿Cómo, se preguntan algunos, puede una mujer así­ haber sido una ramera? Es demasiado escandaloso. Especialmente difí­cil de creer para las personas pagadas de sí­ mismas, y que miran con desdén a los pecadores flagrantes. Repugna también a los que quieren hacer modelos de piedad y virtud a todos los caracteres de las Escrituras.

En consecuencia ha habido mucha discusión sobre el significado de la palabra hebrea “zoonah” traducida en nuestra versión como ramera. Algunos dicen que era la dueña de una posada, simplemente. Otras que Rahab habí­a sido una concubina, como Agar y Zilpa. Otros conjeturan que podí­a haber caí­do en su juventud, pero que cuando viví­a en Jericó era una mujer de buena reputación. Todas estas suposiciones se han hecho por no entender el consejo de Dios para la redención de los pecadores. Deforman la historia de Rahab porque quieren establecer un esquema de salvación a base de la bondad humana.

Pero las conjeturas no alteran los hechos. Rahab era una ramera. No hay manera de cambiar el significado de “zoonah”, ni el del griego “porne”. Aunque nos repugne admitirlo, hemos de recordar que no sólo Rahab, sino Tamar y Betsabé eran mujeres pecadoras, aunque constan en la genealogí­a de nuestro Salvador.

“Todos pecaron y han sido destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia.” Esta es la gran verdad que hemos de recordar al considerar la materia, y esto se aplica a Rahab o a toda mujer virtuosa hoy. Las Escrituras no hacen excepciones. Pero Rahab tuvo fe y se arrepintió de su pecado. Después que cayeron los muros de Jericó y ella fue salvada, se casó con un prí­ncipe de Israel. Por su fe, que nació cuando todaví­a viví­a una vida de pecado, su nombre ha sido inmortalizado por el apóstol.

Rahab, probablemente, oirí­a del extraño pueblo que se estaba acercando a Jericó, por algunos mercaderes, gente que. frecuentaban una casa como la suya. Por otra parte hemos visto que en el pueblo escogido el pecado era frecuente, habí­a una murmuración constante. (Recordemos a Marí­a la hermana de Moisés, nada menos.) Recordemos también a Sí­pora, la esposa de Moisés. Incluso el mismo Aarón pecó en numerosas ocasiones. Entretanto, Dios tuvo compasión de esta mujer y le concedió su gracia. Es indudable que habí­a centenares de mujeres incomparablemente más virtuosas en Jericó que Rahab. Todas ellas fueron pasadas por alto y el toque de gracia recayó sobre Rahab.

Es posible que la fe ya hubiera estado creciendo en su alma. Que hubiera oí­do de los milagros extraños que se realizaban entre aquel pueblo que peregrinaba por el desierto, cercano ya a Jericó. En este momento de su fe la visitaron dos representantes de Dios. Su entrada en la casa fue parte de la preparación para el camino de Dios en favor de su pueblo. Ahora la fe de Rahab se vuelve decisiva. Considera a sus visitantes como embajadores de Dios. Arriesga su vida por ellos. El peligro en que incurrió era grave en extremo. Sin embargo salva a aquellos dos hombres, no por simpatí­a humana, no porque le convino para su propia seguridad, sino porque habí­an sido enviados por el altí­simo Dios. –
Rahab hizo lo que hizo por amor a Dios. Los primeros frutos de su fe se hacen evidentes al instante. Su corazón antes de hielo se derrite y piensa en su padre y su madre, y pide si pueden ser salvados.

Los ejércitos de Israel se estacionaron alrededor de Jericó. Pero en toda la ciudad sólo hay una persona que reconoce en aquel ejército a los enviados de Dios. Abre la ventana y hace descender un cordón de grana. Rahab cree, y su redención es segura. Dios la incorpora en la lí­nea santa de su Hijo unigénito. Con ello Dios no aprueba los actos pecaminosos. Lo que hace es decirnos que El es omnipotente y que puede redimir incluso al más profundamente pecaminoso. Y nos dice, además, que por el hecho de que haya puesto fin al conflicto agudo del pecado en nosotros, no hemos de tenernos por santurrones, y mirar con desdén a los otros porque pecan.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1.¿ Por qué las vidas de tantas mujeres qué no pertenecieron a Israel son consignadas en la Palabra de Dios?
2.¿ Podí­an ser salvas estas mujeres, incluso en los dí­as del Antiguo Testamento?
3.¿Cómo podemos explicar el hecho que Rahab tuviera conocimiento del verdadero Dios?
4. ¿ Cuál fue el premio de su fe? ¿Reciben “las buenas obras” su recompensa?

Fuente: Mujeres de la Biblia

1. (Heb. Ra·jáv, posiblemente: Ancha; Espaciosa.) Prostituta de Jericó que se hizo adoradora de Jehová. En la primavera del año 1473 a. E.C., dos espí­as israelitas entraron en Jericó y se alojaron en su casa. (Jos 2:1.) No se dice cuánto tiempo permanecieron allí­, pero Jericó no era tan grande como para que tardaran mucho en espiarla.
Aunque en algunos cí­rculos, en especial entre los judí­os tradicionalistas, se ha negado que Rahab fuese una ramera o prostituta en el sentido común de la palabra, esta opinión parece carecer de fundamento. La palabra hebrea zoh·náh siempre se refiere a una relación ilí­cita, bien sexual, bien de infidelidad espiritual, y en todos los casos en los que se refiere a una prostituta, se traduce de esa manera, nunca por †œposadera†, †œmesonera† o algo similar. Hay que tener en cuenta que la prostitución no era un oficio con mala reputación entre los cananeos.
Cuando otros habitantes de la ciudad se dieron cuenta de que los dos invitados de Rahab eran israelitas, se lo informaron al rey, pero ella se apresuró a esconderlos entre los tallos de lino que se estaban secando sobre la azotea, de modo que, cuando las autoridades llegaron para detenerlos, los pudo dirigir a otra parte sin suscitar sospechas. Al actuar de esta manera, demostró mayor devoción al Dios de Israel que a su comunidad, que se hallaba bajo la condenación divina. (Jos 2:2-7.)
No se sabe con certeza cuándo se dio cuenta del propósito de los espí­as y de las intenciones de Israel con respecto a Jericó. Pero les confesó el gran temor y pavor que existí­a en la tierra debido a los informes en cuanto a cómo Jehová habí­a salvado a Israel en diversas ocasiones durante los pasados cuarenta años. Rahab pidió a los espí­as que le jurasen que conservarí­an vivos tanto a ella como a toda su familia: padre, madre y todos los demás. Los hombres accedieron a condición de que reuniese a toda la familia en su casa, colgase un cordón escarlata de la ventana y guardase silencio respecto a la visita; Rahab prometió cumplir con todas estas condiciones, volvió a protegerlos, les permitió escapar por una ventana (la casa estaba situada sobre el muro de la ciudad) y les dijo cómo podrí­an eludir a sus perseguidores, que habí­an salido hacia los vados del Jordán. (Jos 2:8-22.)
Los espí­as comunicaron a Josué todo lo que habí­a sucedido. (Jos 2:23, 24.) Cuando cayeron los muros de Jericó, la casa de Rahab, que quedaba †œen un lado del muro†, no fue destruida. (Jos 2:15; 6:22.) Josué ordenó que mantuvieran con vida a la familia de Rahab, y los mismos dos espí­as la llevaron a salvo. Después de estar aislados del campamento de Israel durante cierto tiempo, Rahab y su familia tuvieron permiso de morar entre los israelitas. (Jos 6:17, 23, 25.) Esta ex prostituta pasó a ser la esposa de Salmón y la madre de Boaz, de la lí­nea real de antepasados de los reyes daví­dicos. Es una de las cuatro mujeres mencionadas por nombre en la genealogí­a de Jesús que registra Mateo. (Rut 4:20-22; Mt 1:5, 6.) También es un ejemplo sobresaliente de alguien que, aunque no era israelita, demostró por sus obras una fe indivisa en Jehová. Pablo dice a este respecto: †œPor fe Rahab la ramera no pereció con los que obraron desobedientemente, porque recibió a los espí­as de manera pací­fica†. Del mismo tenor fue el comentario de Santiago, que dijo: †œDe la misma manera, también, Rahab la ramera, ¿no fue declarada justa por obras, después que hubo recibido hospitalariamente a los mensajeros y los hubo enviado por otro camino?†. (Heb 11:30, 31; Snt 2:25.)

2. (Heb. Rá·hav, de una raí­z que significa †œacometer con impertinencias†.) Término simbólico que se usa por primera vez en Job (9:13; 26:12), donde se traduce †œacometedor† (NM). En el segundo de estos pasajes, tanto el contexto como el paralelismo del versí­culo lo relacionan con un gran monstruo marino. De manera similar, Isaí­as 51:9 enlaza Rahab con un monstruo marino: †œ¿No eres tú el que hizo pedazos a Rahab, el que traspasó al monstruo marino?†.
Rahab, el †œmonstruo marino†, vino a simbolizar a Egipto y su Faraón, quien se opuso a Moisés e Israel. Isaí­as 51:9, 10 menciona cómo Jehová liberó a Israel de Egipto: †œ¿No eres tú el que secó el mar, las aguas de la vasta profundidad? ¿El que hizo de las profundidades del mar un camino para que pasaran los recomprados?†. En Isaí­as 30:7 de nuevo se enlaza †œRahab† con Egipto. Asimismo, en el Salmo 87:4 la palabra †œRahab† debe hacer referencia a Egipto, pues ese nombre es el primero de una lista de enemigos de Israel que incluye a Babilonia, Filistea, Tiro y Cus. Los targumes emplean †œlos egipcios† en este versí­culo, y en el Salmo 89:10 parafrasean †œRahab† de tal manera que enlazan ese término con el arrogante Faraón de Egipto a quien Jehová humilló.

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. rāḥāḇ, posiblemente relacionado con la raíz rḥb, ‘ancho’). Nombre de una ramera que vivía en una casa que formaba parte del muro de la Jericó de la edad del bronce tardía. Los espías de Josué se alojaron con ella. Cuando los buscaron ella los escondió debajo de unos tallos de lino que estaban secándose al sol en el terrado. Los perseguidores recibieron de ella indicaciones de una falsa pista, y cuando se fueron ella hizo arreglos con sus huéspedes. Sabía que Jericó debía caer en manos de los siervos de Yahvéh, de manera que solicitó protección para sí misma y su familia. Con su ayuda, los espías huyeron por una ventana. Cuando Jericó fue destruida, su familia se salvó, y Rahab se unió a los israelitas (Jos. 2.6, 17, 22–24).

En el NT el escritor de la carta a los Hebreos la incluye entre los antiguos ejemplos de fe en Dios (He. 11.31); además se la menciona en Stg. 2.25 como una de las personas que fue justificada por sus obras. Es muy probable que se la pueda identificar con Rahab (°vrv1 “Rahab”), esposa de Salomón y madre de Booz, antepasado de David, a quien se incluye en la genealogía de nuestro Señor en Mt. 1.5.

Bibliografía. P. J. Kearney, “Josué”, Comentario bíblico “San Jerónimo” 1971, t(t). I, pp. 356–358; R. Sánchez, “Rahab”, °EBDM, t(t). VI, col. 91.

D. J. Wiseman, “Rahab of Jericho”, THB 14, 1964, pp. 8ss.

M.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico

(heb. rahaḇ, lit. ‘orgullo’, ‘arrogancia’), la hembra del monstruo del caos (cf. Tiamat bab.), íntimamente asociada con *Leviatán. La contención de las fuerzas del caos (preeminentemente el revoltoso mar) en el acto de la creación se describe poéticamente sugiriendo que Dios hiere a Rahab (cf. Job 26.12, y en términos más generales Job 9.13; 38.8–11). Pero estas imágenes en el AT se transfieren generalmente de la historia de la creación al relato de la redención de Israel en Egipto, cuando Dios nuevamente demostró su supremacía sobre el mar y otras fuerzas opuestas a su voluntad; el éxodo se indica por las referencias al quebrantamiento de Rahab en Sal. 89.10; Is. 51.9 (cf. Sal. 74.12ss, donde el sentido es el mismo, aunque no se menciona expresamente a Rahab). A partir de este uso, Rahab comienza a emplearse en forma bastante general como sinónimo poético de Egipto, como en Sal. 87.4 (“Yo me acordé de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen”) e Is. 30.7 (“Rahab que está quieto” (°vrv2 mg, eds. Caribe); y su asociado el dragón se convierte en figura de Faraón (cf. Ez. 29.3).

F.F.B.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico