REBECA

Gen 24:15-27:46


Rebeca (heb. Ribqâh, tal vez “vaca”, “lazada [lazo corredizo]”, “tender lazo [entrampar]” o “la que entrampa”; gr. Rhebékka). Hija de Betuel, sobrino de Abrahán (Gen 22:23). Viví­a en Padan-aram hasta que fue persuadida por el siervo de Abrahán, que habí­a sido enviado por su amo para buscar una esposa para Isaac, a que lo acompañara a Canaán con ese propósito (24:1-67). Finalmente, 20 años después de su casamiento, tuvo mellizos: Esaú y Jacob (25:19-26). En una ocasión, cuando la familia viví­a en Gerar, Isaac intentó hacer pasar a Rebeca por hermana (26:6-11), como lo habí­a hecho Abrahán con Sara muchos años antes (12:1-20). Favoreció a su hijo menor, Jacob (25:28), y lo indujo a engañar a su padre ciego para obtener la bendición paterna que Isaac iba a pronunciar sobre Esaú (27:1-29). Sabiendo que éste hací­a planes de matar a Jacob por haberle robado sus derechos. Rebeca se las ingenió para enviar a Jacob a Padan-aram, y le ayudó en su huida (vs 41-46). Parece que ella murió durante los 20 años de ausencia de Jacob, pero no se registraron las circunstancias de su muerte. Sin embargo, Jacob habla de su madre sepultada en la cueva de Macpela (49:31).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

hija de Betuel y esposa del patriarca Isaac, Gn 24, madre de los mellizos, que en su vientre se entrechocaban, por lo que R. consultó a Yahvéh y éste le dijo que llevaba en su vientre a dos pueblos. El parto se presento. Salió primero un niño rubicundo al que llamaron Esaú y luego salió el segundo, agarrado del talón de su hermano. Lo llamaron Jacob.

El favoritismo de R. por su hijo Jacob produjo resultados funestos en la familia, cuando ella consiguió engañar a Isaac haciendo que le diera la bendición destinada a Esaú, a su hijo preferido. R. instó a Jacob a huir de Esaú y nunca lo volvió a ver, Gn 27. R. murió y fue sepultada en la cueva de Makpelá, Gn 49, 31. Reconciliación, latí­n reconciliatio, acción de restituir relaciones quebrantadas. Griego katallagé cambiar por completo. Acción de restablecer la concordia entre los que estaban desunidos. En el A. T., era la expiación del hombre caí­do en pecado con el fin de eliminar su distancia de Dios. Se llevaba a cabo mediante el sacrificio prescrito por el culto, por ejemplo el Dí­a de la Expiación, enviando un macho cabrí­o al demonio del desierto, Azazel, después de haber cargado sobre él, simbólicamente, por imposición de manos, todos los pecados de Israel, Lv 16.

En el N. T. Jesús utilizó la palabra perdón por la de r. En las epí­stolas de Pablo, Cristo interpreta el acto de r. entre el hombre y Dios, como la creación de un hombre nuevo, reconciliado con Dios, siempre y cuando que el hombre esté dispuesto a reconciliarse, 2 Co 5, 20.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

Fue la hija de Betuel, la hermana de Labán, la esposa de Isaac, la madre de Esaú y de Jacob.

En Harán, Eliezer, el siervo de Abraham, encontró a Rebeca y con éxito la persuadió a que llegase a ser la esposa de Isaac (Génesis 24). Rebeca fue amada por Isaac (Gen 24:67), mas ella no le daba hijos por 20 años.

Fue únicamente después de una intercesión especial por Isaac que Dios les dio mellizos: Esaú y Jacob. Jacob llegó a ser el favorito de ella y esto la condujo a engañar al anciano y ciego Isaac. Disfrazado como su hermano Esaú, Jacob obtuvo la bendición (Gen 27:5-17). Cuando se hizo evidente que Jacob y Esaú no podí­an seguir viviendo bajo el mismo techo, a su sugerencia, Jacob huyó de su hogar al de los parientes de ella en Harán (Gen 27:42-46).

Rebeca nunca más vio a su hijo.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

(lazo).

Esposa de Isaac, madre de Jacob y Esau, ascendiente de Jesucristo, Gen 22:22-24, Gen 22:24, Gen 25:21-26.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

(Vaca). Esposa de Isaac. Hija de †¢Betuel. Nieta de †¢Nacor, el hermano de Abraham. Hermana de †¢Labán (Gen 22:23; Gen 24:15, Gen 24:29; Gen 25:20). †œEra de aspecto muy hermoso†. Abraham no querí­a que su hijo Isaac casara con una cananea, por lo cual mandó su siervo a †¢Harán a buscar una esposa para él. Por medio de la contestación a la oración, Dios mostró a este siervo que la elegida serí­a R. La familia de ésta recibió al siervo y éste dio el mensaje de Abraham y la explicación de su viaje, y narró, además, la forma en que Dios habí­a contestado su oración cuando encontró a R. Al preguntársele a R. si irí­a con el siervo para casarse con Isaac, ésta asintió. Así­, viajaron hasta donde estaba Isaac, que amó a R. desde que la vio (Gen 24:1-67).

Cuando Isaac habitaba en †¢Gerar tuvo miedo de decir que R. era su mujer porque su hermosura era tal que los habitantes del sitio podí­an matarlo para robarla. Por eso dijo que era su hermana. Pero †¢Abimelec, rey de los filisteos, los sorprendió en juegos amorosos y reconvino a Isaac por la mentira (Gen 26:1-10). R. resultó ser estéril, pero Dios oyó la oración de Isaac, y finalmente su mujer concibió. Recibió, además, un oráculo que hablaba del futuro de los dos hijos que tendrí­a. Dio a luz mellizos: Esaú y Jacob. Cuando éstos crecieron, R. amó más a Jacob, mientras que Isaac preferí­a a Esaú. R. oyó cuando Isaac habló con Esaú acerca de la bendición que le darí­a y aconsejó a su hijo Jacob para que engañara a Isaac y la recibiera en lugar de su hermano. Al descubrirse el engaño, Esaú hablaba de matar a Jacob, por lo cual R. aconsejó a éste que se fuera a Harán (Gen 27:1-46). Cuando R. murió fue enterrada en la cueva de Macpela (Gen 49:31).

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG MUJE MUAT

vet, = “una cuerda con nudo corredizo”, es decir, una mujer joven de belleza hechizadora. Hija de Betuel. Acudí­a a buscar agua a una fuente cercana a la ciudad de Nacor (Harán) en Mesopotamia. El siervo enviado por Abraham en busca de una esposa para su hijo Isaac pidió a Rebeca que le permitiera beber de su vasija. La joven le dio agua; abrevando además sus camellos. El siervo se dio cuenta así­ de que Dios le daba la señal que habí­a pedido: la joven era bella y generosa. De inmediato le hizo magní­ficos presentes, preguntándole su nombre, y si su padre lo albergarí­a. Labán, hermano de Rebeca, ofreció hospitalidad al siervo de Abraham, que expuso a Betuel el objeto de su viaje a Mesopotamia. A continuación pidió la mano de Rebeca para Isaac; Betuel y Labán aceptaron. Rebeca, acompañada de su nodriza, partió con el siervo y sus acompañantes; fue la mujer de Isaac, y dio a luz a los gemelos Esaú y Jacob (Gn. 24:1-27). Rebeca cometió el error de preferir Jacob a Esaú. A pesar de la profecí­a acerca de la preeminencia futura de su favorito, no dejó que Dios moviera el curso de la historia, sino que empujó a Jacob a obtener la bendición paterna usando de engaños (Gn. 25:28; 27:1; 28:5). Rebeca murió, seguramente, durante la estancia de Jacob en Mesopotamia, y fue sepultada en la cueva de Macpela (Gn. 49:31).

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[011]
Esposa de Isaac, traí­da por Eliezer, el criado de Abraham. (Gen. 24.1-67). Su intervención en la vida del Patriarca se diversificó a lo largo de su Historia. Especial relevancia ofrece la Escritura en su preferencia por Jacob, quien usurpó la primogenitura con la mentira tramada por la madre.

(Ver Predestinada. Marí­a 4)

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

“Y no sólo esto, sino también Rebeca cuando concibió de uno…” Romanos 9:10
Léase: Romanos 9:6-16. Se dice que Sara representa una figura regia. Comparada con ella pensamos en Rebeca como una mujer de su casa. En sus años jóvenes era, sin duda, hermosa, una doncella oriental. Una belleza sencilla. Sin ostentación. Era una joven simple, casi infantil. Obsérvese cómo recibió a Eliezer en el pozo, y cómo estuvo dispuesta a acompañar al siervo a Canaán sin haber visto a Isaac. Las mujeres orientales suelen ser pasivas e introspectivas. Rebeca no lo era. Aunque procedí­a de una familia de reputación, no tení­a miedo de ensuciarse los dedos. Ella misma iba a buscar agua en una vasija, ayudó a preparar la comida, y proveyó para los camellos de Eliezer. Debe de haber sido como su nombre indica, “una muchacha amable”.

No dio un ejemplo especial de fe, pero es evidente que ésta existí­a en su corazón. Por ejemplo, dejó la tierra idólatra de Arán en favor de las tiendas de Abraham. Lo confirma también el hecho que según Romanos 9:12 recibió una revelación directa del Señor. observemos también sus esfuerzos para asegurar la bendición del Mesí­as para su hijo predilecto Jacob.

Este tipo de mujer recatada, esencialmente femenina, puede recurrir a toda clase de medios domésticos para conseguir sus propósitos. No es orgullosa o jactanciosa, y quizá por ello tiende a arreglar las cosas a su manera. Esto evita descontento y contribuye a la armoní­a. Pero también pueden ser maniobreras: usar astucia para conseguir su propósito, confiando, por ejemplo que nadie lo va a notar.

Rebeca tení­a esta caracterí­stica. Esto nos da a entender por qué tení­a tanto aprecio a Jacob y en cambio, a veces, no podí­a tolerar a Esaú. Por otra parte, el mismo Jacob tení­a este mismo defecto antes de su conversión. Esto no es digno de elogio, en modo alguno, pero procedí­a, sin duda, de su madre.

Así­ vemos que en el asunto de la bendición patriarcal de Isaac, Rebeca no le habla a su marido directamente. No le recuerda la revelación de Dios, indicando el carácter desviado de Esaú, y sobre esta base le pide que bendiga a Jacob. En vez de ello, haciendo uso ya entonces de la idea que el fin justifica los medios, empieza sus maniobras. Jacob coopera con entusiasmo. El también está cortado por el mismo patrón. Su madre le ha entrenado con mano maestra. Cuando se hace evidente que Jacob tiene que huir, Rebeca vuelve a intervenir para preparar al marido. (Véase a partir de Génesis 27:42.)
Las Escrituras no se abstienen de dejarnos saber todas estas cosas, sino que las cuentan con detalles. Podemos suponer que Rebeca obraba astutamente, en parte inspirada por la fe de que la bendición del Mesí­as fuera para Jacob, pero no podemos decir que obrara justificadamente, y el resultado de estos engaños lo pagó ella misma, pues nunca vio otra vez a su hijo.

A pesar de sus cualidades Rebeca es un aviso para que la esposa no haga uso de engaños y astucias. Estos continuos engaños dan muestra de la relación de Rebeca con su esposo. Si hubiera habido confianza y sinceridad los resultados hubieran sido mucho mejores.

La consideración de las consecuencias de esta conducta es aleccionadora. Rebeca fomentó las tendencias de Jacob al engaño y para él el conflicto entre ellas y la fe se agudizó y se hizo más doloroso. En cuanto a Esaú, no contribuyó a alterar la base de su carácter.

En realidad Rebeca descartó a Esaú y se dedicó como madre exclusivamente a Jacób. El castigo lo pagó con las mujeres que Esaú trajo a su casa y que acabaron degradándole completamente. La negligencia de Rebeca en la educación de Esaú tuvo repercusiones más adelante para el pueblo de Israel, en las épocas de sus conflictos con Edom, que es lo mismo que Esaú. La ira de Esaú todaví­a hierve en Herodes que era idumeo, en el dí­a en que se burla del Varón de Dolores.

Preguntas Sugeridas Para Estudio Y Discusión:
1- ¿Cuál es la primera impresión que se nos da de la figura de Rebeca en la narración del Génesis?
2- ¿Qué nos enseñan las relaciones de Rebeca con sus hijos Esaú y Jacob, respecto a la educación de los hijos?
3- ¿Qué castigo recibió Rebeca por su falta de honradez?
4- ¿Qué promesa de Dios se cumplió en Rebeca?
5- ¿Quedan justificados los medios que usó Rebeca?

Fuente: Mujeres de la Biblia

(posiblemente: Vaca).
Hija de Betuel, el hijo de Nacor, y, por lo tanto, sobrina nieta de Abrahán. El nombre de su hermano era Labán. (Gé 22:20-23.)
Alrededor del año 1878 a. E.C., Abrahán envió al administrador de su casa, probablemente Eliezer, a buscar una buena esposa para su hijo Isaac (quien entonces tení­a cuarenta años). Este administrador fue a †œla ciudad de Nacor†, que estaba en la parte superior del valle de Mesopotamia. Allí­, junto a un pozo, oró para que la muchacha escogida por Jehová no solo le diese de beber cuando se lo pidiera, sino que además se ofreciese para dar de beber a sus diez camellos. (Gé 24:1-14.) Mientras oraba, Rebeca fue al pozo con un jarro de agua. Cuando le pidió un sorbo de agua, ella fue amable, le dio de beber y luego †œrápidamente vació su jarro en el abrevadero y corrió vez tras vez al pozo para sacar agua, y siguió sacando para todos los camellos de él. Entretanto, el hombre se quedó mirándola con fijeza, admirado, guardando silencio para saber si Jehová habí­a dado éxito a su viaje o no†. Rebeca fue amable, hospitalaria, modesta e industriosa; además, †œla joven era de apariencia muy atractiva†. (Gé 24:14-21.)
El siervo de Abrahán reconoció que su oración habí­a sido contestada, y le regaló a Rebeca una nariguera y dos hermosos brazaletes de oro (que hoy costarí­an unos 1.350 dólares [E.U.A.]). Ella se los enseñó a la casa de su madre y a su hermano Labán, quien a su vez mostró hospitalidad al visitante y a los servidores que estaban con él. (Gé 24:22-32.) No obstante, antes de comenzar a comer, el hombre comunicó su propósito. En respuesta, Labán y Betuel, su padre, dieron su consentimiento para que Rebeca se casase con Isaac. Luego, el siervo de Abrahán regaló a Rebeca y a su familia preciosos artí­culos de oro y plata, así­ como prendas de vestir finas, y después todos comieron juntos. (Gé 24:33-54.) Esta transacción constituyó un contrato matrimonial honorable, no entre Rebeca e Isaac, sino entre los padres de ambos, de acuerdo con la costumbre de la época. De esta forma Rebeca fue prometida a Isaac, y a partir de ese momento era su esposa a todos los efectos.
Con el consentimiento de Rebeca, la caravana salió a la mañana siguiente para el largo viaje hacia el Négueb, cerca de Beer-lahai-roí­, donde viví­a Isaac en aquel tiempo. Antes de partir, la familia de Rebeca la bendijo, diciendo: †œQue llegues a ser millares de veces diez mil, y que tu descendencia tome posesión de la puerta de los que la odien†. Con Rebeca fueron Débora, su nodriza, y otras servidoras, que al parecer jamás regresaron a su tierra. (Gé 24:55-62; 35:8.)
Cuando llegó a su destino, Rebeca se cubrió con una mantilla al acercarse Isaac, su esposo. Después que el siervo de Abrahán contó a Isaac todos los pormenores del viaje y cómo Jehová habí­a dirigido la selección, Isaac introdujo a Rebeca en la tienda de su madre para que pasase a ser su esposa. Isaac la amó profundamente y †œhalló [en ella] consuelo después de la pérdida de su madre†, Sara, quien habí­a muerto tres años antes. (Gé 24:63-67.)
Al igual que Sara, Rebeca permaneció estéril por un largo perí­odo de tiempo. Después de unos diecinueve años, durante los cuales Isaac suplicó de manera persistente a Jehová, concibió y dio a luz gemelos: Esaú y Jacob. Tan angustioso fue su embarazo, pues pugnaban el uno con el otro en la matriz, que Rebeca se preguntaba: †œ¿Exactamente por qué estoy viva?†. Como respuesta, Jehová le aseguró que serí­a la madre de dos grandes naciones, y que †œel mayor servirá al menor†. (Gé 25:20-26.) Pablo dice que esto fue para demostrar que la selección de la †˜descendencia de la promesa†™ dependí­a por entero de Dios. (Ro 9:6-13.)
Como Sara, Rebeca también encubrió su identidad en una ocasión, haciéndose pasar por la hermana de su esposo. Esto ocurrió cuando un hambre en la tierra obligó a su familia a establecerse temporalmente en territorio filisteo gobernado por el rey Abimélec. Para ese tiempo, Rebeca debí­a estar entrada en años; sin embargo, debido a su gran belleza, Isaac, el heredero designado del pacto abrahámico, suponí­a que estaba en peligro de morir si se sabí­a que era su marido. (Gé 26:1-11.)
Cuando Isaac, ya viejo, se dispuso a bendecir a Esaú, su primogénito, Rebeca inmediatamente tomó medidas para que Jacob fuera el bendecido. (Gé 25:28-34; 27:1-5.) No se dice si Rebeca sabí­a que Jacob tení­a derecho legal a la primogenitura por haberla comprado, pero era muy consciente de lo que Jehová le habí­a dicho, es decir, que el mayor servirí­a al menor. De modo que se aseguró de que Jacob obtuviera para sí­ la bendición de su padre. El resultado final estuvo en armoní­a con el propósito de Jehová. (Gé 27:6-29; véase JACOB.)
Más tarde, cuando Rebeca se enteró de los planes que tení­a Esaú de matar a Jacob, indujo a Isaac a que enviara a Jacob a la tierra natal de ella con el fin de que se buscase esposa. Tanto a ella como a Isaac les habí­a apenado mucho que Esaú hubiese tomado dos esposas de entre los odiados cananeos. (Gé 26:34, 35; 27:41-46; 28:1-5; 29:10-12.)
No se dice exactamente cuándo murió Rebeca, pero puede ser que falleciera antes de que Jacob regresase de Mesopotamia. (Gé 35:27.) La enterraron en la cueva familiar de Macpelá, con Abrahán y Sara, en el mismo lugar donde más tarde serí­an enterrados también Isaac, Lea y Jacob. (Gé 49:29-31; 50:13.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

(heb. riḇqâ, cf. el ár. ‘cuerda con lazo para atar animales jóvenes’ del vocablo rabaqa, atar firmemente’; gr. rhebekka). Mujer de Isaac, hija de Betuel, sobrino de Abraham (Gn. 22.23). El relato de la elección de Rebeca como esposa para Isaac (Gn. 24) destaca marcadamente la guía y providencia divinas. Abraham envió al principal criado de su casa, cuyo nombre no se menciona pero que probablemente era Eliezer, a su país natal a buscar esposa para su hijo. Después de orar, el mayordomo fue guiado directamente a Rebeca. Betuel y el hermano de ella, Labán, habiendo escuchado todas las circunstancias, dieron su conformidad al casamiento.

Durante los primeros veinte años de su vida casada Rebeca fue estéril. Isaac suplicó a Dios, y ella dio a luz varones mellizos, Esaú y Jacob, recibiendo de Yahvéh antes del nacimiento un oráculo en el cual se profetizaba sus respectivos destinos (Gn. 25.20–26). En Gn. 25.28 se anuncia el comienzo de tragedias. Leemos allí del favoritismo de Isaac y Rebeca por uno u otro de los hijos, lo cual ocasionó inevitablemente la destruccción de la unidad de la familia.

Reminiscente de Abraham y Sara fue el incidente durante la permanencia de Isaac en Gerar, cuando engañó a Abimelec y los filisteos simulando que Rebeca era su hermana (Gn. 26.1–11; cf. Gn. 20). Tanto Isaac como Rebeca lamentaron los casamientos de Esaú con mujeres hititas, o sea de raza extraña (Gn. 26.34s).

En la acción traicionera por medio de la cual Jacob suplantó a Esaú, y obtuvo la bendición de su anciano padre, la iniciativa fue tomada por Rebeca, quien planeó el engaño (Gn. 27.5–17). Al tener éxito este plan, temiendo que Esaú diera muerte a Jacob, le hizo huir y buscar refugio con su tío Labán en Padan-aram, justificando esta acción ante Isaac diciendo que Jacob debía buscar esposa entre su propia pueblo (Gn. 27.42–28.5).

Los últimos episodios de Rebeca de los cuales se tiene mención son la muerte de su ama Débora (Gn. 35.8), y su sepultura junto a Isaac en la tumba de la familia en la cueva de Macpela (Gn. 49.31).

En el NT la única referencia a Rebeca se encuentra en Ro. 9.10. Pablo se refiere al oráculo que recibió ella antes del nacimiento de Esaú y Jacob como ilustración de la elección divina por gracia.

Rebeca era una mujer de voluntad y ambición fuertes, dedicadas primeramente a su esposo, pero más tarde transfiriendo parte por lo menos de esa dedidación a su hijo menor, con resultados desastrosos para la unidad de la familia, aunque el resultado demuestra que aun esto fue aprovechado para el cumplimiento de los propósitos divinos. (Véase el árbol genealógico que acompaña a este artículo.)

Bibliografía. G. von Rad, El libro del Génesis, 1976; J. Caubet, “Rebeca”, °EBDM, t(t). VI, cols. 124–125.

G. von Rad, Genesis, 1961; W. Vischer, The Witness of the Old Testament to Christ, 1949, pp. 145–151.

J.G.G.N.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico