RESCATE

v. Precio, Redención
Exo 21:30 dará por el r de su persona cuanto le
30:12


Rescate (las raí­ces hebreas que dan la idea de rescate son g’I, kpr y pdh; gr. antí­lutron, apolútrí‡sis, lútron; tales vocablos significan “cobertura”, “rescate”, “compra”, “precio de rescate”). Moisés recibió instrucciones de que cuando se tomara un censo nacional cada persona numerada debí­a dar medio siclo como “rescate [“cobertura”] de su persona… para que no haya en ellos mortandad” (Exo 30:12). Se fijó un precio de rescate como compensación por la vida de una persona muerta por un buey en ciertas circunstancias (21:29, 30). El salmista afirma que ningún hombre puede rescatar (o redimir) su propia alma de la muerte (Psa 49:7-9); sólo el Cordero de Dios puede compramos con su propia sangre (Rev 5:6, 9). Cristo vino a la tierra para dar su vida como rescate por todos (1 Tit 2:6; cf Mat 20:28: Mar 10:45).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

Ver redención.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(heb., cofer, peduyim, rescate, gaal, redimir; gr., lutrón, rescate, antilutrón, precio de rescate). Es el precio pagado por la redención de un esclavo (Lev 19:20); una reparación pagada por un perjuicio o daños (Exo 22:10-12); una matrí­cula, multa o un gravamen fuerte impuesto a una persona como un sustituto por su propia vida (Exo 21:30). No hubo rescate estipulado para el asesino premeditado (Num 35:31). En el NT, el término significa el precio redentor ofrecido por Cristo sobre la cruz para la salvación de su pueblo (Mar 10:45; 1 Timoteo
2:6).Resonar.

El sonido de campanitas que las mujeres llevaban atadas a sus tobilleras. El resonar (Isa 3:16) era causado por la posición afectada y los pasos cortos y espasmódicos. En 1Co 13:1 el resonar es el ruido hecho por los cí­mbalos.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Cristo, Mat 20:28, 1Ti 2:6 Job 32:24, Isa 35:10, Jer 31:11, Ose 13:14.

Diccionario Bí­blico Cristiano
Dr. J. Dominguez

http://biblia.com/diccionario/

Fuente: Diccionario Bíblico Cristiano

tip, DOCT

ver, GOEL, REDENCIí“N

vet, En el AT es principalmente traducción del término “kopher”, Iit. “una cubierta”, palabra relacionada con “kaphar”, frecuentemente traducida “expiación”. “Ninguno… podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate” (Sal. 49:7). Pero Dios sí­ puede decir: “Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención (esto es: “rescate”, Jb. 33:24). Este término aparece asimismo en Ex. 30:12; Jb. 36:18; Pr. 6:35; 13:8; 21:18; Is. 43:3). En el NT los términos son “lutron” o “antilutron”, de “soltar”, “liberar”. Cristo se dio a Sí­ mismo, Su vida, en rescate de muchos. La preciosa sangre de Cristo da testimonio de que toda demanda de la justicia de Dios contra los creyentes ha quedado totalmente satisfecha (Mt. 20:28; Mr. 10:45; 1 Ti. 2:6). (Véanse GOEL, REDENCIí“N.)

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

Precio que se paga para recuperar algo o liberar a alguien de una obligación o circunstancia indeseable. La idea fundamental de †œrescate† es la de un precio que cubre (como, por ejemplo, en el pago por daños o para cumplir con la justicia), mientras que †œredención† pone de relieve la liberación conseguida como resultado del rescate pagado. El precio de rescate más importante de todos los tiempos ha sido la sangre derramada de Jesucristo, que hizo posible que la descendencia de Adán tuviera liberación del pecado y de la muerte.
Los diferentes términos hebreos y griegos que se traducen †œrescatar† y †œredimir† tienen en común la idea de dar un precio o algo de valor para efectuar el rescate o redención. Por lo tanto, comparten el sentido de canje, así­ como el de correspondencia, equivalencia o sustitución. Es decir, se da una cosa a cambio de otra, satisfaciendo las demandas de la justicia y equilibrando la situación. (Véase RECONCILIACIí“N.)

Un precio que cubre. El sustantivo hebreo kó·fer viene del verbo ka·fár, que significa básicamente †œcubrir†, como cuando Noé cubrió el arca con alquitrán. (Gé 6:14.) Sin embargo, ka·fár se usa casi siempre para designar el hecho de cumplir con la justicia cubriendo o expiando los pecados. El sustantivo kó·fer hace referencia a lo que se da para lograr este fin, es decir, el precio de rescate. (Sl 65:3; 78:38; 79:8, 9.) Una cubierta corresponde con la cosa que cubre, sea en su forma (como en el caso de una tapadera material: la †œcubierta [kap·pó·reth]† del arca del pacto; Ex 25:17-22) o en su valor (como en el pago efectuado para compensar los daños infligidos).
Como medio para equilibrar la justicia y enderezar los asuntos con su pueblo Israel, Jehová señaló en el pacto de la Ley diversos sacrificios y ofrendas para expiar o cubrir los pecados, bien de los sacerdotes y los levitas (Ex 29:33-37; Le 16:6, 11), de otras personas o de la nación entera (Le 1:4; 4:20, 26, 31, 35), así­ como para purificar el altar y el tabernáculo, haciendo expiación por los pecados del pueblo que estaba a su alrededor. (Le 16:16-20.) En realidad, la vida de la ví­ctima animal se presentaba en vez de la del pecador, y su sangre hací­a expiación sobre el altar de Dios, aunque de modo limitado. (Le 17:11; compárese con Heb 9:13, 14; 10:1-4.) El †œdí­a de expiación [yohm hak·kip·pu·rí­m]† podrí­a también llamarse correctamente el †œdí­a de los rescates†. (Le 23:26-28.) Estos sacrificios eran necesarios para que la nación y su adoración gozaran en todo momento de la aprobación del Dios de justicia.
La ley concerniente al toro del que se sabí­a que acorneaba ilustra bien el sentido de un canje redentor. Si el dueño dejaba al toro en libertad y este mataba a alguien, se tení­a que dar muerte al propietario, que pagaba con su propia vida la vida de la persona muerta. Sin embargo, como no habí­a matado deliberada o directamente a la persona, los jueces podí­an optar por imponerle en su lugar un †œrescate [kó·fer]†, que tení­a que hacer efectivo. Se consideraba que la suma pagada tomaba el lugar de su propia vida y compensaba la vida perdida. (Ex 21:28-32; compárese con Dt 19:21.) Por otro lado, no se podí­a aceptar ningún rescate por el asesino deliberado; solo su propia vida podí­a compensar la muerte de la ví­ctima. (Nú 35:31-33.) Cuando se hací­a un censo, todos los varones de veinte años de edad para arriba tení­an que entregar a Jehová un rescate (kó·fer) de medio siclo (1,10 dólares [E.U.A.]) por su alma sin importar que fueran ricos o pobres, debido, seguramente, a que los censos tení­an que ver con vidas humanas. (Ex 30:11-16.)
Como a Dios, al igual que al hombre, le desagrada cualquier violación de la justicia, el rescate o compensación podí­a tener el efecto adicional de mitigar o calmar la cólera. (Compárese con Jer 18:23; también con Gé 32:20, donde ka·fár se traduce †œaplacar†.) Sin embargo, el esposo enfurecido con el hombre que comete adulterio con su esposa rechaza cualquier †œrescate [kó·fer]†. (Pr 6:35.) El término también se puede usar con respecto a los que deberí­an ejecutar justicia, pero que en lugar de ello aceptan un soborno o regalo como †œdinero con que se compra el silencio [kó·fer]†, para esconder el delito de su vista. (1Sa 12:3; Am 5:12.)

La redención o liberación. El verbo hebreo pa·dháh significa †œredimir†, y el nombre relacionado pidh·yóhn significa †œprecio de redención†. (Ex 21:30.) Estos términos ponen de relieve la liberación que se logra con el precio de redención, mientras que ka·fár coloca el énfasis en la calidad del precio y en su eficacia en equilibrar las balanzas de la justicia. Se puede liberar o redimir (pa·dháh) de la esclavitud (Le 19:20; Dt 7:8), de otras condiciones angustiosas u opresivas (2Sa 4:9; Job 6:23; Sl 55:18) o de la muerte y la sepultura. (Job 33:28; Sl 49:15.) En repetidas ocasiones se menciona que Jehová redimió a la nación de Israel de Egipto para que fuera su †œpropiedad particular† (Dt 9:26; Sl 78:42), y que muchos siglos después los redimió del exilio en Asiria y Babilonia. (Isa 35:10; 51:11; Jer 31:11, 12; Zac 10:8-10.) En esos casos la redención también implicaba un precio, un canje. Al redimir a Israel de Egipto, obviamente Jehová hizo que el precio lo pagase Egipto. Israel era el †œprimogénito† de Dios, y Jehová le advirtió a Faraón que tendrí­a que pagar su terca negativa de liberar a Israel con la vida de su primogénito y la de los primogénitos de todo Egipto, tanto hombres como animales. (Ex 4:21-23; 11:4-8.) De manera similar, a cambio de que Ciro conquistara Babilonia y liberara a los judí­os del exilio, Jehová dio a †œEgipto como rescate [una forma de kó·fer] por [su pueblo], a Etiopí­a y Sebᆝ en lugar de ellos. Por lo tanto, más tarde el Imperio persa conquistó esas regiones, y así­ †˜se dieron grupos nacionales en lugar de las almas de los israelitas†™. (Isa 43:1-4.) Estos cambios están en armoní­a con la declaración inspirada de que el †œinicuo es [o sirve de] rescate [kó·fer] para el justo; y el que obra traidoramente toma el lugar de los rectos†. (Pr 21:18.)
Otro término hebreo relacionado con la redención es ga·´ál, que básicamente transmite la idea de reclamar, recuperar o recomprar. (Jer 32:7, 8.) Su similitud con pa·dháh se ve por el uso paralelo de los dos términos en Oseas 13:14: †œDe la mano del Seol los redimiré [una forma de pa·dháh]; de la muerte los recobraré [una forma de ga·´ál]†. (Compárese con Sl 69:18.) Ga·´ál destaca el derecho de reclamar o recomprar, tanto por parte de un pariente cercano de la persona cuya propiedad o cuya mismí­sima persona tuviese que recomprarse o reclamarse, como por parte del propio dueño original o vendedor. Un pariente cercano, llamado go·´él, era, por lo tanto, un †œrecomprador† (Rut 2:20; 3:9, 13), o, en caso de asesinato, un †œvengador de la sangre†. (Nú 35:12.)
Cuando un israelita pobre se veí­a obligado a vender sus tierras hereditarias, su casa de la ciudad o incluso venderse a sí­ mismo en servidumbre, la Ley hací­a provisión para que †œun recomprador de parentesco próximo†, o go·´él, tuviese el derecho de †œrecobrar por compra [ga·´ál]† lo que su hermano hubiese vendido, o para que el propio vendedor pudiera hacerlo si conseguí­a los fondos necesarios. (Le 25:23-27, 29-34, 47-49; compárese con Rut 4:1-15.) Si un hombre ofrecí­a en voto a Dios una casa o un campo y luego deseaba recuperarlo, tení­a que pagar la valoración que se habí­a hecho de la propiedad más la quinta parte de ese valor estimado. (Le 27:14-19.) Sin embargo, no se admití­a canje alguno por una cosa †œdada por entero a la destrucción†. (Le 27:28, 29.)
En caso de asesinato, no se concedí­a protección al asesino en las ciudades de refugio designadas, sino que después de la audiencia judicial, los jueces lo entregaban al †œvengador [go·´él] de la sangre†, un pariente cercano de la ví­ctima, quien entonces le daba muerte. Como no se concedí­a ningún †œrescate [kó·fer]† por el asesino y el pariente cercano con derecho de recompra no podí­a reclamar o recuperar la vida de su pariente muerto, reclamaba con todo derecho la vida del que se habí­a apoderado de la vida de su pariente al asesinarlo. (Nú 35:9-32; Dt 19:1-13.)

No siempre era un precio tangible. Como se ha mostrado, Jehová †˜redimió†™ (pa·dháh) o †˜reclamó†™ (ga·´ál) a Israel de Egipto. (Ex 6:6; Isa 51:10, 11.) Más adelante, debido a que los israelitas continuaron †œvendiéndose a hacer lo que era malo† (2Re 17:16, 17), Jehová en varias ocasiones †˜los vendió en manos de sus enemigos†™. (Dt 32:30; Jue 2:14; 3:8; 10:7; 1Sa 12:9.) Su arrepentimiento hizo que Dios los recomprase o reclamase de la angustia o el exilio (Sl 107:2, 3; Isa 35:9, 10; Miq 4:10), y de este modo desempeñó la función de un Go·´él, un Recomprador emparentado con ellos, puesto que habí­a desposado a la nación consigo mismo. (Isa 43:1, 14; 48:20; 49:26; 50:1, 2; 54:5-7.) Cuando los †œvendió†, Jehová no recibió en cambio ninguna compensación material de las naciones. Su pago fue ver cumplidos su justicia y su propósito de corregirlos y disciplinarlos por su rebelión y falta de respeto. (Compárese con Isa 48:17, 18.)
De igual manera, Dios no tení­a que pagar nada tangible para efectuar una †˜recompra†™. Cuando Jehová recompró a los israelitas exiliados en Babilonia, Ciro los liberó voluntariamente, sin ninguna compensación tangible. Sin embargo, al redimir a su pueblo de las naciones opresoras que habí­an actuado con malicia contra Israel, Jehová exigió el precio a los mismos opresores, haciéndoles pagar con sus propias vidas. (Compárese con Sl 106:10, 11; Isa 41:11-14; 49:26.) Cuando fue vendido a naciones paganas, el pueblo de Dios no recibió †œnada† relativo a verdadero beneficio o alivio de los que les habí­an esclavizado, y, por lo tanto, Jehová no tuvo que pagarles nada en compensación. Más bien, efectuó la recompra por medio del poder de †œsu santo brazo†. (Isa 52:3-10; Sl 77:14, 15.)
Por lo tanto, la función de Jehová como Go·´él supuso la venganza de los males cometidos contra sus siervos y resultó en la santificación y vindicación de su nombre ante los que se valieron de la angustia de Israel como excusa para vituperarlo. (Sl 78:35; Isa 59:15-20; 63:3-6, 9.) Como el Gran Pariente cercano y Redentor tanto de la nación en conjunto como de cada uno de sus miembros, Dios dirigió su †œcausa judicial† para hacer justicia. (Sl 119:153, 154; Jer 50:33, 34; Lam 3:58-60; compárense con Pr 23:10, 11.)
Aunque Job vivió antes de que existiera la nación de Israel, dijo durante su enfermedad: †œYo mismo bien sé que mi redentor vive, y que, al venir después de mí­, se levantará sobre el polvo†. (Job 19:25; compárese con Sl 69:18; 103:4.) El rey de Israel tení­a que seguir el ejemplo de Jehová y servir de redentor de los humildes y los pobres de la nación. (Sl 72:1, 2, 14.)

El papel de Cristo Jesús como Redentor. La información precedente sienta la base para entender el rescate provisto para la humanidad por medio de Cristo Jesús, el Hijo de Dios. La humanidad precisaba un rescate debido a la rebelión de Edén. Adán se vendió a hacer el mal por el placer egoí­sta de seguir disfrutando de la compañí­a de su esposa, que se habí­a convertido en una pecadora, de modo que compartió con ella la misma condición de condenado ante Dios. Por esta acción, se vendió a sí­ mismo, así­ como a sus descendientes, a la esclavitud al pecado y a la muerte, el precio que requerí­a la justicia de Dios. (Ro 5:12-19; compárese con Ro 7:14-25.) Adán perdió la valiosa posesión de la perfección tanto para él como para toda su prole.
Según la Ley, que contení­a †œuna sombra de las buenas cosas por venir†, debí­an hacerse sacrificios de animales para cubrir los pecados. Sin embargo, esta cubierta era simbólica o de muestra, ya que tales animales eran inferiores al hombre; por eso, como dice el apóstol, †œno es posible que la sangre de toros y de machos cabrí­os quite [realmente] los pecados†. (Heb 10:1-4.) Aquellos sacrificios de animales tení­an que ser sin tacha, especí­menes perfectos. (Le 22:21.) Por consiguiente, el verdadero sacrificio de rescate, un ser humano que realmente pudiese quitar los pecados, también tení­a que ser perfecto, sin tacha. Debí­a corresponder con el perfecto Adán y tener perfección humana para poder pagar el precio de rescate que liberase a la prole de Adán de la deuda, la incapacidad y la esclavitud a la que los vendió su primer padre, Adán. (Compárese con Ro 7:14; Sl 51:5.) Solo de este modo podrí­a satisfacerse la justicia perfecta de Dios, que requiere igual por igual: †œalma por alma†. (Ex 21:23-25; Dt 19:21.)
La estricta justicia de Dios hací­a imposible que la humanidad suministrara su propio redentor. (Sl 49:6-9.) No obstante, este hecho enalteció el amor y la misericordia de Dios, pues satisfizo sus propios requisitos a un coste enorme para El, al dar la vida de su propio Hijo para proveer el precio de redención. (Ro 5:6-8.) A tal fin, fue preciso que su Hijo se hiciese hombre para corresponder con el perfecto Adán. Dios lo hizo posible al transferir la vida de su Hijo del cielo a la matriz de la virgen judí­a Marí­a. (Lu 1:26-37; Jn 1:14.) Puesto que Jesús no debí­a su vida a ningún padre humano que descendiera del pecador Adán, y, además, el espí­ritu santo de Dios †˜cubrió con su sombra†™ a Marí­a, seguramente desde la concepción hasta el nacimiento de Jesús, este nació libre de toda herencia de pecado o imperfección, como si fuese †œun cordero sin tacha e inmaculado† cuya sangre podrí­a ser un sacrificio aceptable. (Lu 1:35; Jn 1:29; 1Pe 1:18, 19.) Se mantuvo libre de pecado durante toda su vida, por lo que no se le descalificó. (Heb 4:15; 7:26; 1Pe 2:22.) Como †˜partí­cipe de sangre y carne†™, era un pariente próximo de la humanidad y tení­a el precio con el que recomprarla o emanciparla: su propia vida perfecta mantenida pura a través de pruebas de integridad. (Heb 2:14, 15.)
Las Escrituras Griegas Cristianas hacen patente que la liberación del pecado y la muerte depende en realidad del pago de un precio. Se dice que los cristianos son †œcomprados por precio† (1Co 6:20; 7:23) y tienen un †œdueño que los compró† (2Pe 2:1), y se presenta a Jesús como el Cordero que †˜fue degollado y con su sangre compró para Dios personas de toda tribu, lengua y nación†™. (Rev 5:9.) En estos textos se utiliza el verbo a·go·rá·zo, que significa simplemente †œcomprar en el mercado (a·go·rá)†. Pablo usa un término de la misma familia, e·xa·go·rá·zo (liberar por compra), al mostrar que Cristo liberó †œpor compra a los que se hallaban bajo ley† mediante su muerte en el madero. (Gál 4:5; 3:13.) Pero la idea de redención o rescate se expresa con más frecuencia y de manera más plena con la palabra griega lý·tron y otros términos de la misma familia.
Los escritores griegos usaban el vocablo lý·tron (del verbo lý·o, que significa †œdesatar†) especialmente para referirse a un precio pagado para rescatar prisioneros de guerra o liberar a los que estaban en cautiverio o esclavitud. (Compárese con Heb 11:35.) Las dos veces que se utiliza en las Escrituras se refiere a que Cristo da †œsu alma en rescate en cambio por muchos†. (Mt 20:28; Mr 10:45.) Otro término de la misma familia, an·tí­Â·ly·tron, aparece en 1 Timoteo 2:6. La obra Greek and English Lexicon to the New Testament (de Parkhurst, Londres, 1845, pág. 47) explica que significa †œrescate, precio de redención o, más bien, rescate correspondiente†. También cita las siguientes palabras de Hiperio: †œEn sentido estricto, significa el precio por el que se redimen los cautivos del enemigo; también, la clase de canje en el que la vida de uno se redime con la vida de otro†. Y concluye diciendo: †œAsí­ que Aristóteles emplea el verbo [an·ti·ly·tró·o] en el sentido de redimir vida por vida†. De modo que Cristo †œse dio a sí­ mismo como rescate correspondiente por todos†. (1Ti 2:5, 6.) Otras palabras de la misma familia son ly·tró·o·mai, †œliberar por rescate† (Tit 2:14; 1Pe 1:18, 19), y a·po·lý·tro·sis, †œliberación por rescate†. (Ef 1:7, 14; Col 1:14.) Es evidente la similitud que existe entre el uso de estas palabras y el de los términos hebreos examinados. Dichos términos no designan una compra o liberación ordinaria, sino una redención o rescate, una liberación efectuada por el pago de un precio correspondiente.
Aunque el sacrificio de rescate de Cristo está disponible a todos, no todos lo aceptan, por lo que †œla ira de Dios permanece† sobre ellos, así­ como sobre los que lo aceptan y luego lo rechazan. (Jn 3:36; Heb 10:26-29; contrástense con Ro 5:9, 10.) Estos no consiguen liberación de la esclavitud a los reyes Pecado y Muerte. (Ro 5:21.) La Ley no contemplaba rescate alguno para el homicida deliberado. Por su proceder voluntarioso, Adán trajo la muerte a toda la humanidad, de modo que fue un homicida. (Ro 5:12.) Por consiguiente, Dios no acepta como rescate por el pecador Adán la vida que Jesús sacrificó.
No obstante, Dios se complace en aprobar la aplicación del rescate para redimir a los hijos de Adán que se valen de tal liberación. Pablo declara: †œComo mediante la desobediencia del solo hombre muchos fueron constituidos pecadores, así­ mismo, también, mediante la obediencia de la sola persona muchos serán constituidos justos†. (Ro 5:18, 19.) Cuando Adán pecó y fue sentenciado a muerte, su prole o descendencia todaví­a estaba por nacer, †˜en sus lomos†™, y, por lo tanto, todos murieron con él. (Compárese con Heb 7:4-10.) Jesús, como hombre perfecto, †œel último Adán† (1Co 15:45), tení­a †˜en sus lomos†™ una descendencia o prole por nacer, y cuando murió en inocencia como sacrificio humano perfecto, esta prole en potencia murió con él. Jesús se abstuvo voluntariamente de producir una familia propia por medio de la procreación natural. En su lugar, se vale de la autoridad concedida por Jehová en virtud de su rescate, para dar vida a todos los que aceptan esta provisión. (1Co 15:45; compárese con Ro 5:15-17.)
Jesús fue en verdad un †œrescate correspondiente†, no para redimir al pecador Adán, sino para redimir a toda la humanidad descendiente de él. Al presentar el valor completo de su sacrificio de rescate al Dios de justicia absoluta en el cielo, recompró a los seres humanos para que pudieran llegar a ser su familia. (Heb 9:24.) De esta manera consigue una novia, una congregación celestial de seguidores suyos. (Compárese con Ef 5:23-27; Rev 1:5, 6; 5:9, 10; 14:3, 4.) Las profecí­as mesiánicas también muestran que tendrá †œprole† como †œPadre Eterno†. (Isa 53:10-12; 9:6, 7.) Para ser un †œPadre Eterno†, su rescate tiene que abarcar a otras personas aparte de los que componen su †œnovia†. Por lo tanto, además de estos que han sido †œcomprados de entre la humanidad como primicias† para formar esa congregación celestial, otros han de beneficiarse de su sacrificio de rescate y conseguir vida eterna por medio de la eliminación de sus pecados y la imperfección. (Rev 14:4; 1Jn 2:1, 2.) Como los de la congregación celestial son sacerdotes con Cristo y †œhan de reinar sobre la tierra†, los demás que también se benefician del rescate deben ser súbditos terrestres del reino de Cristo, y como son hijos de un †œPadre Eterno†, consiguen la vida eterna. (Rev 5:10; 20:6; 21:2-4, 9, 10; 22:17; compárese con Sl 103:2-5.) En conclusión, el rescate manifiesta en todos sus aspectos la sabidurí­a y justicia de Jehová, al equilibrar de manera perfecta la balanza de la justicia y al mismo tiempo mostrar bondad inmerecida y perdonar los pecados. (Ro 3:21-26.)

Fuente: Diccionario de la Biblia

Tres palabras hebreas básicas yacen tras la idea de rescate: (1) kōp̄er indica pago hecho en sustitución por la vida de otro. Sal 49:7 (un texto difícil) parece sugerir que nadie puede eludir la muerte por medio de pagar un rescate, cf. Is. 43:3. (2) En contraste con la naturaleza privada de la transacción implícita en el sustantivo kōp̄er, el verbo gāʾal se asocia primariamente con las relaciones familiares, con raíces en las obligaciones del vengador de sangre o gōʾēl descrito en Lv. 25:25ss. Así Is. 51:10 sugiere que Dios ha realizado el papel de pariente preocupado al rescatar a Israel (cf. Jer. 31:11). (3) La palabra pāḏāh, usada en Is. 35:10 y Os. 13:14 para indicar la gracia salvífica de Dios en general, expresa específicamente la redención de algo reclamado por Dios, como en Ex. 13:15, respecto de los primogénitos.

La LXX traduce estos conceptos en la mayoría de los casos con el verbo lutroun o el sustantivo lutron, en términos que pasan al NT. Por esto, la nota sustitucionaria, que se insinúa claramente en el AT, aparece en forma notable en el NT, en Mr. 10:45 (= Mt. 20:28): «El Hijo del hombre vino … para dar su vida en rescate por muchos». Aquí no parece enfatizarse ninguna práctica específica del AT, sino el concepto general de liberación lograda por el pago de un precio, quizás con acento en asociaciones helenísticas conectadas con la liberación de esclavos.

Véase también Satisfacción y Redención.

BIBLIOGRAFÍA

Arndt; F. Buechsel en TWNT.

Frederick William Danker

LXX Septuagint

TWNT Theologisches Woerterbuch zum Neuen Testament (Kittel)

Harrison, E. F., Bromiley, G. W., & Henry, C. F. H. (2006). Diccionario de Teología (526). Grand Rapids, MI: Libros Desafío.

Fuente: Diccionario de Teología