TIMOTEO

-Hijo amado- de Pablo, 1Co 4:17; 1Ti 1:2, 18


Timoteo (gr. Timótheos, “alguien que reverencia [honra] a Dios” o “adorando [honrando] a Dios”; aparece con frecuencia en inscripciones gr.). Converso de Pablo, además de su compañero de viaje y asistente. Se lo menciona por 1a vez en relación con la visita de Pablo a Listra en su 2° viaje misionero (c 49 d.C.), cuando Timoteo ya era creyente cristiano (Act 16:1). Parece que él y los miembros de su familia fueron convertidos por Pablo en ocasión de la la visita del apóstol a esa ciudad (Act 14:8-18; cf 1 Tit 1:2; 2 Tit 1:1, 2, 5). Era medio “judí­o” por parte de madre y medio “griego” por parte de padre (Act 16:1), pero fue bien instruido en materia religiosa y en las Escrituras del AT por 2 mujeres piadosas: su madre Eunice y su abuela Loida (Act 16:1; 2 Tit 1:5; 3:15). Como joven cristiano, Timoteo se habí­a ganado una excelente reputación entre los creyentes de Listra y de la cercana Iconio (Act 16:2), y, al ver en él un promisorio obrero para Dios, Pablo decidió vincularlo consigo como aprendiz de misionero. “Por causa de los judí­os que habí­a en aquellos lugares”, Pablo circuncidó a Timoteo para evitar conflictos innecesarios acerca de esos asuntos (v 3; parece que su padre se opuso). El joven acompañó a Pablo mientras éste volví­a a visitar las iglesias de la región (vs 4, 5), y también al penetrar en “Frigia y la provincia de Galacia” (v 6); asimismo cuando fue a Troas (vs 8, 9), y al llevar el evangelio a las grandes ciudades de Macedonia: Filipos, Tesalónica y Berea (cps 16:9-17:14). Al verse inesperadamente forzado a huir de Berea hacia Atenas, Pablo dejó a Timoteo y a Silas allí­ (17:14), pero en cuanto llegó a esta última ciudad les pidió que se unieran a él (vs 15, 16). El apóstol inmediatamente envió a Timoteo a Tesalónica para fortalecer a los nuevos conversos de esa ciudad (1Th 3:1, 2), por lo que Silas y Timoteo no se volvieron a encontrar con él hasta más tarde en Corinto (Act 18:5; 1Th 1:1; 3:6; 2Th 1:1). Es muy posible que Timoteo permaneciera en Grecia cuando Pablo regresó a Jerusalén al año siguiente. Volvemos a saber de Timoteo unos 4 ó 5 años más tarde, durante los 3 años que duró el ministerio de Pablo en Efeso, cuando el apóstol lo envió por el Mar Egeo para que tratara de solucionar ciertos problemas que habí­an surgido en la iglesia de Corinto (1Co 4:17); una misión que aparentemente no fue tan exitosa como se podrí­a haber esperado, dada la severidad del tono de la 2a parte de 2 Co. (cf 1Co 16:10). Lucas menciona que Timoteo y Erasto fueron enviados a Macedonia (Act 19:21, 22). Pablo los siguió poco después (2Co 1:1), y se reunieron en Corinto (Rom 16:21), quizá durante el invierno del 57 ó 58 d.C. En el curso de la primavera siguiente, el apóstol, Timoteo y otros comenzaron el viaje de regreso a Jerusalén, con lo que terminó el 3er viaje misionero (Act 20:4). No se sabe si Timoteo estuvo con Pablo durante la prisión del apóstol en Jerusalén y Cesarea, y durante su viaje a Roma. Nuevamente oí­mos sobre Timoteo durante el 1er encarcelamiento de Pablo en Roma (c 61-63 d.C.), tal vez hacia su fin, cuando el apóstol lo menciona, entre otros compañeros suyos, en las epí­stolas que escribió cuando se encontraba en la cárcel (Phi 1:1; 2:19-23; Col 1:1; FLam_1). Durante el perí­odo que transcurrió entre su 1er encarcelamiento y el 2° (c 63-66 d.C.), le escribió a Timoteo su 1a epí­stola, 1161 quizá c 64 d.C. Cuando Pablo se fue a Macedonia (1 Tit 1:3), le pidió que permaneciera en Efeso, aparentemente como pastor de la iglesia de esa ciudad; la epí­stola contiene las instrucciones que se le dan en vista de ese cargo. Pero c 66 d.C. Pablo fue detenido de nuevo y llevado a Roma, y hacia el fin de su 2° encarcelamiento le escribió por 2a vez instándolo a que se reúna con él pronto (2 Tit 4:9), puesto que sus otros compañeros habí­an salido para cumplir determinados cometidos en un lugar o en otro, y por lo menos uno de ellos lo habí­a abandonado (vs 10-13). En su 1a audiencia Pablo estuvo solo (v 16), y ahora, al sospechar que pronto serí­a ajusticiado (vs 6-8), anhelaba gozar de comunión con su “amado hijo” Timoteo. En Heb 13:23 se dice que Timoteo habí­a sido puesto en libertad, pero fuera de esta alusión nada sabemos acerca de ese encarcelamiento. Véanse Corintios, Epí­stolas a los; Cronologí­a (IX, 7). Timoteo, Epí­stolas a. Dos cartas que, junto con la de Tito, se conocen como “Epí­stolas Pastorales”, ya que fueron escritas para aconsejar e instruir a ministros jóvenes con respecto a la administración de los asuntos de las iglesias locales. En los manuscritos griegos más antiguos los tí­tulos de estas 2 epí­stolas se llaman Prós Timótheon A (“A Timoteo A”) y Prós Timótheon B (“A Timoteo B”). I. Autor. En términos generales, desde el mismo principio los primeros eruditos cristianos consideraron que estas epí­stolas eran efectivamente de Pablo. Clemente de Roma, hacia fines del s I d.C., y Policarpo, a mediados del s II d.C., usaron un lenguaje que implican familiaridad con estas cartas; e Ireneo, Tertuliano y otros, hacia fines de ese siglo, dieron testimonio del carácter genuino de estas epí­stolas al citarlas y considerarlas parte de las Escrituras y al atribuirlas al apóstol; el Canon Muratoriano (c 170 d.C.) las incluye entre las epí­stolas de Pablo. Sin embargo, muchos estudiosos modernos rechazan el concepto de que sea su autor, principalmente: 1. Por causa de la dificultad que tienen para encontrar algún lugar en su biografí­a que permita ubicar las alusiones históricas que se mencionan en 1 Tit 1:3, 2 Tit 4:20 y Tit. 3:12 (tal como aparecen en Hch. y en otros pasajes de las epí­stolas, cuya autenticidad es incontestable). 2. A causa del estado de desarrollo relativamente avanzado de la organización eclesiástica (según esos eruditos, era imposible que ya se viera durante el curso de la vida de Pablo). 3. Porque en algunos casos consideran que las advertencias contra los “argumentos” (gr. antí­thesis, oposición) “de la falsamente llamada ciencia” (1 Tit 6:20) aluden a una obra herética titulada Antitheses, escrita alrededor de mediados del s II d.C. por Marción, muchas de cuyas opiniones se parecí­an a las de los gnósticHos_4 Porque el estilo y el vocabulario de las cartas pastorales difieren notablemente del de otras epí­stolas de Pablo (acerca de cuya autenticidad no hay duda alguna), pues emplean una cantidad considerable de palabras que no figuran en ninguna de estas epí­stolas. Es verdad que las evidencias objetivas y concluyentes acerca de que Pablo sea el autor de estas epí­stolas no son tan definidas como en el caso de las otras que se le atribuyen, pero un examen cuidadoso de estas objeciones nos muestra que son muy subjetivas y carecen de pruebas sustanciales: 1. Se acepta, sin ambages, que las alusiones históricas de las cartas pastorales no concuerdan con el registro de la vida de Pablo tal como figuran en Hechos (cf Act 18:19-21; 19:22; 20:4; 2Co 1:1). Pero dicha objeción desaparece si se acepta que estas cartas se escribieron después del perí­odo abarcado por Hechos, que se detiene abruptamente en el momento cuando Pablo está en prisión en Roma por 2 años (Act 28:30), quizás entre el 61 y el 63 d.C. (sin decir nada acerca del resultado de la apelación que elevó al emperador romano). En las cartas escritas desde la prisión (Ef., Fil. Col. y Flm.), que se suele aceptar fueron redactadas durante la última parte de su 1er encarcelamiento, el apóstol anticipa claramente su inminente liberación (Phi 2:24; FLam_22). Por eso, cuando le escribe a los filipenses, alienta la esperanza de que los visitará bien pronto (Phi 2:24). Hay amplia evidencia en las epí­stolas pastorales de que durante el intervalo que transcurrió entre su 1er encarcelamiento y el 2o, Pablo viajó muchí­simo para visitar diversas comunidades cristianas en Asia Menor, Macedonia y Grecia (1 Tit 1:3; 2 Tit 4:13, 20; Tit. 1:5), y de que incluso llegara a España (Rom 15:24, 28). Ciertos pasajes se refieren claramente a personas que no habí­a mencionado antes, a lugares que acababa de visitar y a otras circunstancias que no concuerdan con detalles de su vida anterior a su 1er encarcelamiento (2 Tit 1:15- 17; 4:6, 9, 13, 16, 17, 20, 21; Tit. 1:5; 3:12). Por tanto, hay buenas razones para creer que estas cartas fueron escritas durante el intervalo que transcurrió entre el 1er encarcelamiento de Pablo y su ejecución. 2. Carece de confirmación histórica la suposición de que el desarrollo bastante amplio de la organización de la iglesia, que se refleja en las epí­stolas pastorales, indicarí­a un perí­odo muy posterior a la época de Pablo. 3. Los 1162 recientes descubrimientos arqueológicos, los notables Rollos del Mar Muerto y la Biblioteca Gnóstica de Nag Hamadí­ (Chenobosción,*en Egipto) manifiestan que las enseñanzas gnósticas ya estaban bien desarrolladas en el s I d.C. 4. El argumento que se basa en las diferencias de estilo y vocabulario entre las epí­stolas pastorales y las que se le atribuyen innegablemente a Pablo, pierde mucho de su peso cuando se observa que los temas de esas cartas -diversos aspectos de la organización y la administración de la iglesia- apenas si se tocan en las otras cartas. Por otra parte, muchas de las iglesias que Pablo fundó ya habí­an estado funcionando por 15 ó 20 años. Es natural esperar que crecieran en feligresí­a y fuera necesario que tuvieran una organización más compleja. Además, la organización de la iglesia cristiana primitiva seguí­a generalmente el modelo de la sinagoga judí­a. Que ciertas personas nombradas en las epí­stolas pastorales (2 Tit 4:10, 13, 19, 21; Tit. 3:12, 13) no figuren en ninguna de las demás de Pablo, es otra evidencia de que estas cartas provienen de un perí­odo más reciente de la actividad del apóstol. Es inconcebible que un autor posterior fuera tan ingenuo como para introducir intencionalmente una cantidad de nombres que Pablo no menciona en ninguna parte, y pretender al mismo tiempo que esas cartas fueran escritas por él. II. Primera y Segunda epí­stolas. A. Ambientación. La 1a tal vez fue escrita hacia fines del intervalo entre el 1er encarcelamiento de Pablo y el 2o (c 63-66 d.C.), puesto que evidentemente se encontraba en libertad por cierto tiempo y habí­a estado visitando iglesias en las inmediaciones del Mar Egeo (acababa de partir de Efeso y habí­a dejado a Timoteo a cargo de la iglesia allí­). La 2a la escribió c 66 d.C., hacia fines de su 2o encarcelamiento, quizá no mucho antes de su ejecución, después de comparecer una vez ante el tribunal (2 Tit 4:16, 17) y mientras esperaba la sentencia de muerte (vs 6-9). El apóstol habí­a estado hací­a poco en Troas, donde aparentemente se produjo su 2o arresto (v 13). B. Temas. Como ya sabemos, en 1 y 2 Ti. Pablo se dirige al joven Timoteo, su “verdadero hijo en la fe” (1 Tit 1:2) y su “amado hijo” (2 Tit 1:2), a quien aconseja conducirse de manera aceptable ante Dios y para la edificación de la grey que Dios habí­a puesto a su cuidado. Estas exhortaciones a un liderazgo vigoroso pueden implicar que era de un temperamento apacible y menos agresivo que el que Pablo consideraba que debí­a tener. En 2 Ti., dándose cuenta de que su propio fin está cerca, el apóstol busca además fortalecer la fe de su joven colaborador por medio de la narración de su propio ejemplo y le advierte contra ciertas herejí­as, urgiéndole a sostener firme la Palabra inspirada y a permanecer fiel. C. Contenido. Las 2 cartas se pueden resumir así­: Después de los saludos (1 Tit 1:1, 2), Pablo encarga a Timoteo que amoneste a los maestros de doctrinas perversas (vs 3-20) y que desarrolle el concepto de que el cristianismo es una religión universal (cp 2). A continuación, destaca las cualidades que deben adornar a los obispos (3:1-7) y a los diáconos (vs 8-13), y establece un contraste entre el evangelio verdadero (vs 14-16) y el falso (4:1-5). Sigue con una serie de sugerencias prácticas relativas al ministerio eficaz. Timoteo tiene que concentrarse en la sana doctrina y evitar las especulaciones, siendo un ejemplo viviente del mensaje que proclama (vs 6-16). Tiene que prestar atención a su relación con diversos grupos definidos de miembros de iglesia (5:1-6:19). Al final, Pablo se refiere a los amos cristianos y a sus esclavos (6:1, 2), a los maestros de herejí­as (vs 3-5), a las riquezas mundanales (vs 6-10, 17-19) y a la responsabilidad de Timoteo de proporcionar un modelo viviente de carácter (vs 11-16). La epí­stola termina con un encargo personal para el destinatario (vs 20, 21). En la 2a carta Pablo saluda a su “amado hijo” en la fe, y recuerda con cariño su propio afecto por él (2 Tit 1:1-5). Insta a Timoteo a ser fiel, a usar bien sus derechos como ministro, y a permanecer firme y con valor en defensa del mensaje evangélico (vs 6-18). En el cp 2:1-6 el apóstol se detiene en los rasgos que deben adornar a un ministro ideal, y a continuación se espacia en el contenido del mensaje que su colaborador deberí­a predicar y en la forma como debe proclamarlo (vs 7-26). Inmediatamente después, le advierte acerca de los tiempos peligrosos que están por sobrevenir, y señala las Escrituras como una salvaguardia contra el error (3:1-17). Al 4o capí­tulo se le ha dado el nombre de “la última voluntad y el testamento” de Pablo. Allí­ insta a Timoteo a hacerse cargo de la antorcha de la verdad que él muy pronto va a deponer (4:1-22; véase CBA 7:293-295, 335, 336).

Fuente: Diccionario Bíblico Evangélico

griego temeroso de Dios. Nombre de varón. 1. Hijo espiritual, 2 Ti 2, 1, y colaborador y compañero del apóstol Pablo, Flp 2, 19-22. Destinatario de la epí­stola a los Tesalonicenses, 1 Ts 1, 1.

Nació en Listra; su madre Eunique, era judí­a, convertida al cristianismo, y su padre un griego de la misma ciudad, en Asia Menor, en la región de Licaonia. Pablo, en su primer viaje misionero, convirtió a T., tal vez cuando pudo presenciar los sufrimientos del apóstol, Hch 17, 14; 2 Ti 3, 11. En Atenas volvió a reunirse con el apóstol y éste lo envió a Tesalónica para saber sobre la situación de aquella Iglesia, 1 Ts 3, 1-5. En Corinto, se dedicó a anunciar la palabra de Dios junto con el apóstol de los gentiles, Hch 18, 4; 2 Co 1, 19. Acompañó a Pablo en su tercer viaje misionero. Predicó en Macedonia, junto con Erasto, otro auxiliar de Pablo, Hch 19, 22. Más tarde, fue a Efeso con el fin de nombrar a alguien que no enseñara doctrinas extrañas, ni se dedicara a predicar fábulas y genealogí­as interminables, 1 Tm 1, 3-4. Posteriormente, el apóstol Pablo lo llama para que se reúna con él en Roma, 2 Tm 4, 9. T. estuvo preso en Roma, Hb 13, 23. Luego fue investido como apóstol por las palabras proféticas pronunciadas sobre él y la imposición de manos del Colegio de presbí­teros, por lo que era participe de la gracia de Dios, 1 Tm 1, 18; 4, 14; 2 Tm 1, 6. Desde niño conocí­a las Sagradas Escrituras, 2 Tm 3, 15. Fue obispo de Efeso y murió en el martirio hacia el año 97. 2. Jefe del ejército seléucida. Fue derrotado por Judas Macabeo, quien lo aniquiló, 1 M 5, 6-7. 3. Hermano de Quereas y a Apolófanes. Jefe de las tropas seléucidas que junto con las de Báquides, fueron derrotadas por Judas Macabeo, 2 M 8, 30.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

epí­stolas a, dos libros del N. T. en los que se dirigen epí­stolas a Timoteo, el colaborador de Pablo en calidad de pastor o superior de una comunidad; por lo que se llaman también epí­stolas Pastorales. Ambas escritas por Pablo, aunque su autorí­a es discutida. Se desconoce el lugar donde fueron escritas, pero parece ser que fueron de la época posterior a los acontecimientos referidos en los Hechos de los Apóstoles.

Las Epí­stolas a Timoteo son importantes para la evangelización en los primeros tiempos del cristianismo. En su mayor parte están dedicadas a la organización eclesiástica, a las obligaciones del ministerio, a la homogeneización de la doctrina y a los códigos de conducta cristianos, 1 Tm. 3, 1-14.

En la Primera Epí­stola se encuentran escritos de Pablo animando a Timoteo en la fe, 1 Tm 1, 18-19, además le da instrucciones en cuanto al orden interno de la Iglesia, la oración pública, elección de lí­deres, cuidado de las viudas y lo pone en aviso en cuanto a falsos profetas.

La Segunda Epí­stola fue escrita por Pablo cuando se encontraba preso.

En ella le pide a Timoteo que lo visite, le lleve unos libros y su abrigo, pues se acercaba el invierno, 2 Tm 4, 9-13. Toda la epí­stola se refiere a la fidelidad a Cristo y a su evangelio. Está escrita a modo de testamento del apóstol Pablo, próximo a la muerte, pues tiene un carácter más personal.

Diccionario Bí­blico Digital, Grupo C Service & Design Ltda., Colombia, 2003

Fuente: Diccionario Bíblico Digital

(gr., Timotheos, temeroso de Dios). Hijo espiritual de Pablo (1Ti 1:2; 2Ti 1:2), más tarde compañero de viajes del Apóstol y su representante oficial. Su carácter era una mezcla de amabilidad y fidelidad, a pesar de una timidez natural. Uno debe leer Phi 2:19-22 para saber cuán elevada estima el Apóstol tení­a hacia su joven amigo. Ninguno de los compañeros de Pablo es mencionado tan a menudo, y está con él tan constantemente, como Timoteo. Que esta relación era de una naturaleza perdurable surge con claridad de 2Ti 4:9, 2Ti 4:21. Pablo sabí­a que podí­a contar con Timoteo. El era la clase de persona que, a pesar de su juventud (1Ti 4:12), su reserva y timidez natural (1Co 16:10; 2Ti 1:7) y sus frecuentes enfermedades (1Ti 5:23), estaba dispuesto a dejar su hogar para acompañar al Apóstol en viajes peligrosos, ser enviado en misiones difí­ciles y permanecer hasta el fin un siervo fiel de Cristo.

En la mente popular no está siempre clara la distinción entre Timoteo y Tito.

Estos dos hombres eran dignos compañeros de labor de Pablo, pero de distintas maneras. Tito era un lí­der; Timoteo un seguidor. Tito era un hombre ingenioso, un hombre de iniciativa en una causa buena. Uno halla en él algo de la agresividad de Pablo. (Ver TITO.) Timoteo, por otra parte, era tí­mido y reservado. Sin embargo él manifestó su completa prontitud aun cuando se le requirió hacer cosas adversas a su natural timidez.

Timoteo es mencionado por primera vez en Act 16:1, pudiendo inferirse de este texto que él viví­a en Listra (comparar Act 20:4). Era hijo de un matrimonio mixto: tení­a un padre griego, pagano, y una devota madre judí­a, Eunice (Act 16:1; 2Ti 1:5). Desde los dí­as de su infancia Timoteo habí­a sido instruido en las Sagradas Escrituras del AT (2Ti 3:15). Su abuela Loida y su madre Eunice le habí­an criado como devotas israelitas (2Ti 1:5). En el primer viaje misionero de Pablo los tres llegaron a ser seguidores de Cristo. Timoteo supo de las persecuciones y sufrimientos que los misioneros (Pablo y Bernabé) habí­an experimentado en ese primer viaje (2Ti 3:11), aun antes de unirse a Pablo en trabajo misionero activo. Timoteo fue ordenado por los ancianos, Pablo mismo tomando parte en esta solemne imposición de manos (1Ti 4:14).

Timoteo acompañó a los misioneros a Filipos y a Tesalónica. También les ayudó en Berea, el siguiente lugar al que llegaron. Aquí­ él y Silas quedaron para dar apoyo espiritual a la naciente iglesia, en tanto que Pablo seguí­a a Atenas (Act 17:10-15). Timoteo dejó Berea a pedido de Pablo y se le reunió en Atenas. Después fue enviado nuevamente a Tesalónica para fortalecer a los hermanos allí­ (1Th 3:1-2). Ambos, Silas y Timoteo, se unieron a Pablo en Corinto (Act 18:1, Act 18:5). Timoteo estuvo nuevamente con el Apóstol en el tercer viaje misionero durante el largo ministerio en Efeso.

De allí­ fue enviado a Macedonia y a Corinto (Act 19:21-22; 1Co 4:17; 1Co 16:10). Cuando Pablo llegó a Macedonia Timoteo se juntó con él (2Co 1:1). Después acompañó al Apóstol a Corinto (Rom 16:21), estuvo con él al regresar a Macedonia (Act 20:3-4), y le estuvo esperando en Troas (Act 20:5). Probablemente estuvo también con Pablo en Jerusalén (1Co 16:3). Durante la primera prisión de Pablo en Roma los dos estuvieron nuevamente en estrecho contacto (Phi 1:1; Col 1:1; Phm 1:1). Cuando Pablo esperaba ser puesto pronto en libertad, dijo a los filipenses que esperaba enviarles a Timoteo en breve (Phi 2:19).

Después encontramos a Timoteo en Efeso, donde el Apóstol se unió a él. Al irse, Pablo le pidió a Timoteo que se quedase allí­ (1Ti 1:3).

Mientras estaba en ese lugar, Timoteo recibió una carta de Pablo, la que hoy conocemos como 1 Timoteo. Más tarde, en otra carta, escribiendo desde Roma como prisionero que enfrenta la muerte, Pablo instó a su amigo a que viniera a él antes del invierno (2Ti 4:9, 2Ti 4:21). No hay constancia de que los dos hayan vuelto a verse jamás.

Fuente: Diccionario Bíblico Mundo Hispano

Colaborador del apóstol Pablo, que le conoció en su segundo viaje a †¢Listra. T. era †œhijo de una mujer judí­a creyente, pero de padre griego†. Más tarde, Pablo lo llamarí­a †œverdadero hijo en la fe† y reconocerí­a que T. habí­a recibido educación bí­blica de su abuela Loida y su madre Eunice, quienes le enseñaron las Escrituras †œdesde la niñez† (2Ti 1:5; 2Ti 3:15). Es posible que T. se convirtiera en el primer viaje a Listra del apóstol y fuera testigo de las persecuciones de que fue objeto allí­ y en Iconio (Hch 14:19-20).

Al †œbuen testimonio† de T. se unieron profecí­as que lo señalaban como destinado para obrero en †œla buena milicia† (1Ti 1:18). Es posible que fuera a esta ocasión que Pablo se refirió cuando más tarde le dijo: †œNo descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecí­a con la imposición de las manos del presbiterio† (1Ti 4:14). Pablo †œle circuncidó por causa de los judí­os† (Hch 16:1-3). Acompañó al apóstol en Tesalónica y Berea (Macedonia). Con motivo de un alboroto levantado por los judí­os en este último lugar, el apóstol tuvo que seguir hacia Atenas, pero †œSilas y T. se quedaron allí­† (Hch 17:14). Luego se reunieron con Pablo en Atenas (Hch 18:5).
el apóstol de los problemas en Corinto, envió a T., para ver si podí­an arreglarse las cosas (1Co 4:17; 1Co 16:10). Esta visita parece que no fue exitosa, porque el apóstol decidió entonces ir personalmente. En la epí­stola que conocemos como 2 Corintios, T. aparece como uno de los remitentes, junto con Pablo. Estaba con el apóstol en Corinto cuando éste escribió su carta a los Romanos (Rom 16:21).
recogerse la ofrenda para los santos, T. fue uno de los que la llevaron a Jerusalén (Hch 20:4-5). En las cartas a los Tesalonicenses, T. aparece entre los remitentes, junto con Pablo y Silvano (1Te 1:1; 2Te 1:1). Al parecer estuvo también acompañando a Pablo en Roma, pues su nombre aparece en las epí­stolas a los Colosenses, Filipenses y Filemón (Flp 1:1; Col 1:1; Flm 1:1). Las alabanzas de Pablo acerca de T. son frecuentes. Le llama †œverdadero hijo en la fe† (1Ti 1:2), †œmi hijo amado y fiel en el Señor† (1Co 4:17), †œmi colaborador† (Rom 16:21), †œ[siervo] de Jesucristo† (Flp 1:1), †œservidor de Dios y colaborador nuestro en el evangelio de Cristo† (1Te 3:2). Dice de él: †œHace la obra del Señor así­ como yo† (1Co 16:10). Da testimonio del interés de T. por los filipenses (†œ… a ninguno tengo del mismo ánimo, y que sinceramente se interese por vosotros†) y que le serví­a en el evangelio †œcomo hijo a padre† (Flp 2:19-24). Pablo le escribió dos epí­stolas (1 y 2 Ti.).
ún Eusebio, T. fue el primer obispo de éfeso y murió como mártir allí­ en el año 97 d.C.

Fuente: Diccionario de la Biblia Cristiano

tip, BIOG HOMB HONT

ver, HEBREOS

vet, = “que adora a Dios”. El apóstol Pablo llama a Timoteo “mi hijo amado y fiel en el Señor” (1 Co. 4:17) y “verdadero hijo en la fe” (1 Ti. 1:2), lo que indica que Pablo fue el instrumento en la conversión de Timoteo. Durante su primer viaje misionero, Pablo pasó a Listra, en Licaonia, donde llevó a Cristo a Eunice y a Loida, respectivamente la madre y la abuela de Timoteo. Este fue también ganado a la fe cristiana en esta época. Su madre era judí­a, y su padre griego (Hch. 16:1). Timoteo, que habí­a llegado a ser un cristiano activo, fue recomendado a Pablo por los hermanos de Listra y de Iconio, cuando el apóstol volvió a visitar Listra en el curso de su segundo viaje misionero (Hch. 16:2). Aunque ya en su infancia habí­a recibido las enseñanzas del AT (2 Ti. 3:15), Timoteo no estaba circuncidado (Hch. 16:3). Unas profecí­as revelaron que estaba destinado a un servicio particular (1 Ti. 1:18; 4:14). Pablo y los ancianos le impusieron las manos y lo consagraron a la evangelización (1 Ti. 4:14; 2 Ti. 1:6). Para no ofender a los judí­os, Pablo circuncidó a Timoteo. Ello fue una concesión a las ideas judí­as tradicionales, a causa de las circunstancias, por cuanto se podí­a alegar la ascendencia judí­a de Timoteo, pero no se implicaba con ello el abandono del principio de la libertad cristiana. Timoteo acompañó a Pablo por Galacia, y después a Troas, Filipos, Tesalónica y Berea. En este último lugar se quedó con Silas mientras Pablo se dirigí­a a Atenas (Hch. 17:14). Timoteo llegó después a esta ciudad. En 1 Ts. 3:1-2 se ve que Pablo lo volvió a enviar de Atenas a Tesalónica. No parece que Silas llegara a Atenas. Finalmente, él y Timoteo se reunieron con Pablo en Corinto (Hch. 18:5; 1 Ts. 3:6), donde Timoteo se quedó a continuación durante un tiempo con Pablo (1 Ts. 1:1; 2 Ts. 1:1). Aunque el texto no lo dice, es probable que fuera con el apóstol en su viaje de vuelta. Timoteo es mencionado después en relación con el ministerio de Pablo en Efeso. En 1 Co. 4:17, el autor nos confirma que, antes de escribir esta carta, habí­a enviado a Timoteo a Corinto para reprimir abusos. Sin embargo, no sabemos si Timoteo ya habí­a llegado en el momento de enviar la carta (1 Co. 16:10); en todo caso, parece que habí­a llegado a Efeso, porque, poco antes de abandonar esta ciudad, Pablo envió a Timoteo y Erasto a Macedonia (Hch. 19:22), donde el apóstol se reunió poco más tarde con su joven amigo (2 Co. 1:1). Se dirigieron los dos juntos a Corinto (Ro. 16:21). Timoteo figura entre los acompañantes de Pablo en su viaje de vuelta a Jerusalén, al término de su tercer viaje (Hch. 20:4). El texto no dice si Pablo subió a Jerusalén con su hijo espiritual. Tampoco se le menciona en relación con el encarcelamiento de Pablo en Cesarea ni con el viaje de Pablo a Roma. Pero su nombre es citado en las epí­stolas redactadas desde Roma (Fil. 1:1; 2:19-22; Col. 1:1; Flm. 1). Timoteo habí­a seguido al apóstol hasta la misma capital, y compartí­a sus trabajos. Cuando Pablo fue liberado, confió importantes misiones al joven Timoteo. La primera carta dirigida a él revela que el discí­pulo supervisaba la iglesia en Efeso (1 Ti. 4:12). Allí­ tení­a que refutar la falsa ciencia de ciertos doctores, nombrar cargos, organizar y disciplinar la iglesia como delegado de Pablo, que poco antes de morir le escribió una segunda epí­stola, considerada como su testamento espiritual. Faltándole poco para sufrir el martirio, Pablo esperaba la visita de su hijo espiritual (1 Ti. 4:9, 21). No sabemos si esta visita se llevó a cabo. La única otra mención a Timoteo se halla en He. 13.23, donde se lee que Timoteo habí­a sido encarcelado y liberado. Aceptando la paternidad paulina de Hebreos (véase HEBREOS [EPíSTOLA A LOS]), este encarcelamiento de Timoteo debió producirse entre la liberación de Pablo y su segundo encarcelamiento. No se sabe nada de los años posteriores de Timoteo. Una antigua tradición afirma que siguió dirigiendo la iglesia en Efeso, y que sufrió el martirio bajo Domiciano o Nerva.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado

[914](S. I)

Discí­pulo de S. Pablo y compañero en varios viajes. Era hijo de padre gentil y madre judí­a. Nació en Listra, Turquí­a de hoy, en la región de Licaonia. San Pablo le circuncidó por motivo de los judí­os (Hech. 16,3), pero después se arrepintió, pues ello no era ya preciso en el cristianismo. Pablo envió a Timoteo a las comunidades que fue estableciendo en Berea (Hech. 17. 13-14), Atenas, Tesalónica (1 Tes. 3. 1-6), Corinto, Efeso (1 Cor. 4.17 y 16. 10). Luego le remitió a Macedonia (Hech. 19. 21-22).

Estuvo en Jerusalén con Pablo (Hech. 20. 4). Al ser apresado el Apóstol y ser enviado a Roma siguió predicando, aunque fue a buscar a Pablo a Roma y tal vez regresó a Filipo con un mensaje (Filip. 2. 19).

El Apóstol le remitió dos cartas (1 y 2 Tim) y volvió a juntarse con él en Asia Menor. Esas dos cartas son la fotografí­a del buen pastor de alma y han sido consideradas en la piedad cristiana como el retrato de lo que debe ser el Obispo.

Timoteo se quedó en Efeso, en donde su figura se pierde después de la muerte del Apóstol y una vez que la persecución de Nerón ensangrentó la Iglesia. La tradición lo hace obispo de Efeso y mártir por haber condenado un festejo pagano.

Pedro Chico González, Diccionario de Catequesis y Pedagogí­a Religiosa, Editorial Bruño, Lima, Perú 2006

Fuente: Diccionario de Catequesis y Pedagogía Religiosa

(Que Honra a Dios).
Hijo de una mujer judí­a llamada Eunice y de un griego cuyo nombre no aparece en las Escrituras. Desde muy joven, Timoteo habí­a sido instruido en †œlos santos escritos† por su madre y, probablemente, por su abuela Loida. (Hch 16:1; 2Ti 1:5; 3:15.) No se sabe con exactitud cuándo abrazó el cristianismo. Sin embargo, a finales de 49 o principios de 50 E.C., cuando el apóstol Pablo llegó a Listra (donde al parecer viví­a Timoteo) en el transcurso de su segundo viaje misional, †œlos hermanos de Listra y de Iconio daban buenos informes† acerca del discí­pulo Timoteo (que para entonces estarí­a en la adolescencia o tendrí­a poco más de veinte años). (Hch 16:2.)
Puede que en este tiempo, como resultado del funcionamiento del espí­ritu de Dios, se expresasen ciertas profecí­as o predicciones concernientes a Timoteo. Después que el espí­ritu santo indicó de esta manera el futuro de Timoteo, los ancianos de la congregación se unieron al apóstol Pablo en imponer las manos sobre Timoteo, apartándolo, por lo tanto, para un servicio en particular con relación a la congregación cristiana. (1Ti 1:18; 4:14; 2Ti 1:6; compárese con Hch 13:3.) Pablo escogió a Timoteo como compañero de viaje, y, a fin de no ser una causa de tropiezo para los judí­os, lo circuncidó. (Hch 16:3.)

Viaja con Pablo. Timoteo participó con Pablo en actividades cristianas en Filipos, Tesalónica y Berea. (Hch 16:11–17:10.) Cuando el apóstol Pablo tuvo que partir de Berea debido a la oposición que levantaron judí­os fanáticos, dejó a Silas y a Timoteo atrás para que cuidaran del nuevo grupo de creyentes que habí­a allí­. (Hch 17:13-15.) Parece ser que, posteriormente, Pablo aconsejó a Timoteo, que aún estaba en Berea, que visitase a los hermanos de Tesalónica para estimularlos a permanecer fieles a pesar de la tribulación. (1Te 3:1-3; véase ATENAS [Actividad de Pablo en Atenas].) Cuando Timoteo se reunió con Pablo, probablemente en Corinto, llevó buenas nuevas acerca de la fidelidad y amor de los cristianos tesalonicenses. (Hch 18:5; 1Te 3:6.) En la carta que Pablo envió a continuación a los tesalonicenses, incluyó los nombres de Silvano (Silas) y Timoteo en el saludo, como también hizo en su segunda carta. (1Te 1:1; 2Te 1:1.)
Timoteo volvió a acompañar a Pablo durante el tercer viaje misional de este (c. 52-56 E.C.). (Compárese con Hch 20:4.) Estando en Efeso (1Co 16:8), Pablo escribió en su primera carta a los Corintios: †œLes enví­o a Timoteo, puesto que él es mi hijo amado y fiel en el Señor; y él les recordará mis métodos relacionados con Cristo Jesús, así­ como yo estoy enseñando en todas partes en toda congregación†. (1Co 4:17.) No obstante, hacia la conclusión de su carta, Pablo indicó que habí­a la posibilidad de que Timoteo no pudiese ir a Corinto: †œSi llega Timoteo, vean que quede libre de temor entre ustedes, porque él está haciendo la obra de Jehová, así­ como yo†. (1Co 16:10.) Si Timoteo llegó a visitar Corinto, debió haber sido antes de que él y Erasto saliesen de Efeso en dirección a Macedonia, puesto que Timoteo y Pablo estaban juntos en Macedonia cuando se escribió la segunda carta a los Corintios (basada en el informe de Tito, no de Timoteo). (Hch 19:22; 2Co 1:1; 2:13; 7:5-7.) Quizás la visita que Timoteo querí­a hacer no se materializó. Esto parece indicarse en la segunda carta de Pablo a los cristianos de Corinto, pues en esta no se hace mención alguna de que Timoteo les haya visitado, salvo en compañí­a del propio Pablo. (2Co 1:19.) Más tarde, cuando Pablo escribió a los Romanos, al parecer desde Corinto (la casa de Gayo), Timoteo estaba con él. (Compárese con Ro 16:21, 23; 1Co 1:14.)
El nombre de Timoteo está incluido en los saludos de las cartas escritas por Pablo a los Filipenses (1:1), Colosenses (1:1) y Filemón (1) durante el primer encarcelamiento del apóstol en Roma. Parece ser que Timoteo también estuvo encarcelado en Roma durante algún tiempo entre la escritura de la carta a los Filipenses y la carta a los Hebreos. (Flp 2:19; Heb 13:23.)

Responsabilidades y cualidades. Después que Pablo fue liberado, Timoteo volvió a participar con el apóstol en el ministerio, permaneciendo en Efeso bajo su dirección. (1Ti 1:1-3.) Puede que para ese tiempo (c. 61-64 E.C.) Timoteo tuviese unos treinta años. Poseí­a autoridad para nombrar superintendentes y siervos ministeriales en la congregación. (1Ti 5:22.) Estaba plenamente capacitado para encargarse de esas pesadas responsabilidades, como habí­a demostrado al trabajar codo a codo con el apóstol Pablo durante once años o más. Pablo pudo decir con respecto a él: †œPorque no tengo a ningún otro de disposición como la de él, que genuinamente cuide de las cosas que tienen que ver con ustedes. […] Ustedes saben la prueba que él dio de sí­ mismo, que, cual hijo con su padre, sirvió como esclavo conmigo en el adelanto de las buenas nuevas†. (Flp 2:20-22.) Y a Timoteo le escribió: †œNunca ceso de acordarme de ti en mis ruegos, y noche y dí­a anhelo verte —pues recuerdo tus lágrimas— para llenarme de gozo. Porque recuerdo la fe que hay en ti sin hipocresí­a alguna†. (2Ti 1:3-5.)
Aunque Timoteo estaba enfermo con frecuencia debido a problemas estomacales (1Ti 5:23), gustosamente se gastó a favor de otros. Debido a sus excelentes cualidades, se hizo querer por el apóstol Pablo, quien deseó vivamente su compañí­a cuando vio que la muerte era inminente. (2Ti 4:6-9.) Puede que Timoteo haya sido tí­mido y haya titubeado en hacer valer su autoridad debido a su relativa juventud. (Compárese con 1Ti 4:11-14; 2Ti 1:6, 7; 2:1.) Esto muestra que no era orgulloso, sino que reconocí­a sus limitaciones.

Fuente: Diccionario de la Biblia

Hijo de un matrimonio mixto; la madre, que evidentemente lo instruyó en las Escrituras, era judía, y el padre griego (Hch. 16.1; 2 Ti. 1.5). Era nativo de Listra (Hch. 16.1), y altamente estimado por sus hermanos cristianos tanto allí como en Iconio (Hch. 16.2). No se especifica cuando se hizo cristiano, pero resulta razonable inferir que fue convertido por Pablo en su primer viaje misionero, en el que estaba incluida Listra, y que en esa ocasión fue testigo de los sufrimientos de Pablo (2 Ti. 3.11). No se sabe con seguridad cuándo se hizo cristiana su madre Eunice; tal vez antes que Timoteo mismo, pero por cierto que antes del segundo viaje misionero de Pablo.

El apóstol sentía una gran simpatía para con el joven Timoteo, y aun cuando hacía poco que había remplazado a Bernabé por Silas como compañero de viaje, apregó a Timoteo a la partida, quizá como sustituto de Juan Marcos, al que se había negado a aceptar (Hch. 15.36s). Esta elección parece haber sido apoyada por otros, porque Pablo más tarde se refiere a manifestaciones proféticas que confirmaron el que Timoteo debía ser apartado para esta obra (cf. 1 Ti. 1.18; 4.14). En ese momento habría recibido una dotación especial para su misión, comunicada mediante la imposición de manos de los ancianos y Pablo (1 Ti. 4.14; 2 Ti. 1.6). Para aquietar cualquier oposición innecesaria por parte de los judíos del lugar, Timoteo fue circuncidado antes de iniciar sus viajes.

Primeramente se le encomendó una misión especial a Tesalónica, con el fin de alentar a los cristianos que estaban siendo perseguidos. Se lo asocia con Pablo y Silvano en los saludos en las dos epístolas enviadas a dicha iglesia, y estuvo presente con Pablo durante su misión de predicación en Corinto (2 Co. 1.19). Se lo vuelve a mencionar durante el ministerio del apóstol en Éfeso, cuando fue enviado con Erasto a cumplir otra misión importante en Macedonia, de donde debía seguir viaje a Corinto (1 Co. 4.17). Timoteo era de carácter tímido, evidentemente, porque Pablo insta a los corintios a que contribuyan a que se sienta cómodo y a no despreciarlo (1 Co. 16.10–11; cf. 4.17ss). Por la situación que se suscitó en Corinto (véase 2 Co.) se ve que la misión de Timoteo no tuvo éxito, y resulta significativo que, aun cuando su nombre estaba asociado con el de Pablo en los saludos de esta epístola, es Tito y no Timoteo el que ocupa el lugar de delegado apostólico. Acompañó a Pablo en el otro viaje a Corinto, porque estaba con él como colaborador cuando se escribió la epístola a los Romanos (Ro. 16.21).

Timoteo fue, también, en el viaje de Pablo a Jerusalén con la ofrenda (Hch. 20.4–5), y se lo vuelve a mencionar cuando Pablo, ya prisionero, escribió Colosenses, Filemón, y Filipenses. En esta última epístola es calurosamente elogiado, Pablo se propone mandarlo pronto a visitarlos, con el fin de asegurarse de su bienestar espiritual. Cuando el apóstol fue liberado de la prisión y encaró nuevas actividades misioneras en el E, como lo indican las epístolas pastorales, parecería que Pablo dejó a Timoteo en Éfeso (1 Ti. 1.3) y le encomendó que se ocupara de los falsos maestros y supervisara el culto público y la designación de autoridades en la iglesia. Si bien Pablo evidentemente esperaba poder reunirse con Timoteo, el temor de que pudiera verse demorado lo movió a escribirle la primera carta, y esta fue seguida por otra cuando Pablo no sólo fue arrestado nuevamente sino que estaba siendo juzgado, con peligro de tener que enfrentar una sentencia de muerte. Timoteo recibió el encargo de apresurarse a ir a su encuentro, pero no es posible determinar si llegó a tiempo o no. Más tarde Timoteo mismo fue hecho prisionero, como lo demuestra He. 13.23, pero no se dan detalles, y no se sabe nada concreto en cuanto a lo que le ocurrió posteriormente.

Era un hombre afectuoso (2 Ti. 1.4) pero muy temeroso (2 Ti. 1.7ss), que necesitó más de una admonición de parte de su padre espiritual; se le advierte que no debe dar lugar a los deseos juveniles (2 Ti. 2.22), y que no debe avergonzarse del evangelio (2 Ti. 1.8). Sin embargo, ninguno de los otros compañeros de Pablo es elogiado tan calurosamente por su lealtad (1 Co. 16.10; Fil. 2.19ss; 2 Ti. 3.10ss). Resulta apropiado que la carta final escrita por el apóstol fuese dirigida tan afectuosamente a este sucesor casi renuente, cuyas debilidades son tan evidentes como sus virtudes.

D.G.

Douglas, J. (2000). Nuevo diccionario Biblico : Primera Edicion. Miami: Sociedades Bíblicas Unidas.

Fuente: Nuevo Diccionario Bíblico