VIBORA CORNUDA

(heb. `akj·schúv; schefi·fón).
Una de las culebras venenosas viperinas que viven en Palestina y que se distinguen por tener encima de cada ojo una escama córnea espinosa. La obra Historia Natural (Instituto Gallach, Barcelona, 1929, vol. 1, pág. 382), informa que la ví­bora cornuda (Cerastes cornutus) se halla en el N. de ífrica desde Argelia hasta Arabia y también en Palestina.
En vista de lo potente que es el veneno de la ví­bora cornuda (aunque no suele resultar fatal para los humanos), David habla apropiadamente de hombres violentos que han aguzado su lengua †œcomo la de una serpiente; la ponzoña de la ví­bora cornuda está debajo de sus labios†. (Sl 140:3; véase íSPID.)
La ví­bora cornuda mide como máximo 80 cm. y tiene una tonalidad pálida y arenosa que le permite esconderse en la arena, a la espera de su presa. Al ojo inexperto se le hace muy difí­cil reconocer a una ví­bora cornuda al acecho. Raymond Ditmars explica el comportamiento de algunas ví­boras cornudas que vio en cautividad en su libro Reptiles of the World (1953, págs. 234, 235): †œTal como hacen todas las ví­boras del desierto, continuamente intentaban echarse arena encima para ocultar su cuerpo. Si se poní­a en la jaula algunos centí­metros de arena fina, nada se veí­a de las serpientes durante el dí­a excepto la parte superior de su cabeza. Para levantar la arena, este reptil aplana su cuerpo de forma que el lado más bajo actúa a modo de pala, y luego, mediante una serie de ágiles movimientos ondulantes que le recorren el cuerpo por ambos lados, la serpiente se hunde en la arena o se la echa encima†.

Uso figurado. Hay informes de que la alerta ví­bora cornuda, de rápida mordedura, ha atacado incluso a caballos, por lo que es muy apropiada la comparación que se hace en Génesis 49:17 de la tribu de Dan con una †œculebra cornuda†. En este texto Jacob asemejó a Dan a una serpiente, una culebra cornuda †œque muerde los talones del caballo de modo que su jinete cae hacia atrás†. Esta comparación no era peyorativa, como si Dan fuese una vil culebra que solo serví­a para ser aplastada bajo el talón. Más bien, al actuar de manera semejante a una culebra, Dan desempeñarí­a un papel de importancia nacional. En efecto, al estar al acecho como la ví­bora cornuda, podí­a morder los talones del caballo del guerrero enemigo y hacer que se encabritara tirando hacia atrás a su jinete. Por tanto, aunque Dan era pequeña, serí­a como una peligrosa ví­bora cornuda para los que perturbasen a Israel.

Fuente: Diccionario de la Biblia