Muchos pastores y pocas ovejas

El día que Eliécer llegó al templo, le pareció que el panorama lucía prometedor. Todos iban detrás del líder. Lo trataban con afabilidad y, terminada la conferencia, querían acercarse a él. “Es un hombre de Dios”, le dijo sonriente la mujer que estaba a su lado en la silla: “Aquí lo queremos mucho”.

Salió del lugar con un convencimiento: –Ya se lo que quiero ser en esta vida: pastor de iglesia-, dijo.

Adalberto forma parte de un grupo de teatro que evangeliza en las calles. Utilizan el arte para compartir las Buenas Nuevas. Un día, camino de una reunión, me confesó:–He pensado que este asunto del desempleo en Santiago de Cali alcanza límites insostenibles. Voy a hablar con los directivos de la iglesia para que estudien la posibilidad de que me permitan ser pastor. Por otro lado ya no se consigue trabajo.—

Dos hechos aislados con un común denominador: la concepción errada de que ser pastor es lo más importante en la iglesia. Todos quieren estar en el estrado, a la vista de todos; pocos quieren ser ovejas. Definen en su mente un esquema sencillo: pastores son aquellos que tienen reconocimiento, ovejas son las que obedecen. Tremendo error.

La responsabilidad del pastor

Ante el preocupando crecimiento del síndrome de la “pastoritis” que se caracteriza por un afán desmesurado de muchos cristianos de ser pastores o pastoras, asociando ese rótulo con un estatus especial que trae determinados privilegios o reconocimiento especial, resulta de suma importancia que revisemos la percepción sobre la función pastoral que tenía el Señor Jesús:

La Biblia relata que: “Jesús recorría todos los pueblos y aldeas enseñando en las sinagogas, anunciando las buenas *nuevas del reino, y sanando toda enfermedad y toda dolencia.36 Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor.”(Mateo 9:35, 36, Nueva Versión Internacional)

Se evidencia en el Hijo de Dios y deben aflorar en quienes nos proclamamos sus discípulos, por lo menos tres características distintivas: la primera, compartir las Buenas Nuevas fuera del templo. Ir hasta donde se pierden las almas. La segunda, sensibilidad a las necesidades emocionales, espirituales y en general, físicas de las multitudes, y la urgente necesidad de ofrecerles una alternativa a través de las Buenas Nuevas; y la tercera, la imposibilidad de enviar obreros a proclamar el evangelio ya que la demanda de hombres y mujeres comprometidos, excede la oferta. Muchos quieren ser pastores y desarrollar sus misiones en las cuatro pareces del templo.

Se requieren ovejas que ganen almas, no pastores que amparados en una credencial, se limiten a dar órdenes a los demás desde la comodidad de sus oficinas, olvidando que son siervos de Jesucristo y no generales que ganan batallas desde los escritorios. Hay muchos pastores y pocas ovejas…

Ningún esfuerzo será jamás suficiente

Aun cuando comparto mi responsabilidad eclesial con un trabajo secular para la manutención de mi familia, lo que me obliga a pasar largas horas—incluso en la noche y la madrugada—preparando material, considero que nada de lo que haga jamás será suficiente nen el compromiso de quienes desempeñamos el ministerio pastoral. Siempre faltará “una milla más”.

El Señor Jesús compartió una conmovedora parábola cuando compartió a sus discípulos y a nosotros hoy: “»¿Qué les parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará las noventa y nueve en las colinas para ir en busca de la extraviada? Y si llega a encontrarla, les aseguro que se pondrá más feliz por esa sola oveja que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Así también, el Padre de ustedes que está en el cielo no quiere que se pierda ninguno de estos pequeños. ”(Mateo 18:12-14, Nueva Versión Internacional)

Siempre he pensado y lo sostengo públicamente que el ejercicio pastoral no debe circunscribirse a predicar un sermón desde el púlpito. Aunque suene como una herejía, me atrevo a afirmar que es la tarea más fácil. Lo verdaderamente complejo, y que no podemos eludir, es esforzarnos hasta el límite por una sola alma.

El hecho de que una persona haya sido ganada para Cristo y se asegure su continuidad en los caminos del Señor, evidencia que hemos avanzado de manera significativamente. Lamentablemente hay quienes se tornan “ejecutivos de púlpito”, ocupados en reuniones, ajenos a la tarea de esforzarse, con ayuda de Dios, para alcanzar a millares de hombres, mujeres y niños que precisamente ahora, mientras usted y yo estamos en este texto, irán a la eternidad sin Cristo porque no hubo nadie que les predicara. Hay muchos pastores pero pocas ovejas

Disponibilidad permanente

Con frecuencia escucho críticas porque todos los artículos y materiales que escribo y publico, incluyen el número del teléfono móvil. “¿Es que no tienes familia para dedicarles tiempo?¿Acaso no consideras justo y apenas natural que un pastor o líder saque tiempo para la privacidad?”, me dicen. Mi respuesta les desconcierta como tal vez a usted ahora: “Los ministros de Jesucristo tenemos un llamamiento a tiempo completo, que exige dedicación las veinticuatro horas del día”.

Por favor, no me malinterprete. Soy consciente de la necesidad de disfrutar tiempo junto con mi esposa y mis hijos, incluso hasta con mi nieto Nicolás, como también de la soledad que generalmente dedico a escribir y leer. Lo que no concibo es que un pastor o líder no tenga tiempo para las ovejas.

A través del profeta Ezequiel, Dios hizo una tremenda advertencia a los líderes de Israel—hace 700 años antes de Cristo—y a nosotros hoy: “El SEÑOR me dirigió la palabra: «Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza y adviérteles que así dice el SEÑOR omnipotente: “¡Ay de ustedes, pastores de Israel, que tan sólo se cuidan a sí mismos! ¿Acaso los pastores no deben cuidar al rebaño? Ustedes se beben la leche, se visten con la lana, y matan las ovejas más gordas, pero no cuidan del rebaño. No fortalecen a la oveja débil, no cuidan de la enferma, ni curan a la herida; no van por la descarriada ni buscan a la perdida. Al contrario, tratan al rebaño con crueldad y violencia. Por eso las ovejas se han dispersado: ¡por falta de pastor! Por eso están a la merced de las fieras salvajes. Mis ovejas andan descarriadas por montes y colinas, dispersas por toda la tierra, sin que nadie se preocupe por buscarlas.”(Ezequiel 34:1-6, Nueva Versión Internacional)

La denuncia divina a los pastores, la misma que cobra tanta importancia hoy día, se orienta en tres direcciones: la primera, la insensibilidad de líderes que se ocupan de sus propios intereses antes que de los asuntos del reino de Dios; la segunda, la desfachatez de pastores que viven de las ovejas, sacando la mejor partida; la tercera, no fortalecer ni ocuparse de las ovejas con problemas, aquellas que necesitan luz en medio de las crisis por las que atraviesan, lo que trae consecuencias que describe el Señor en Ezequiel 34:7-10.

¡Hay alternativas? Sin duda que sí. Asumir una actitud reflexiva, de autocrítica pero también con un carácter correctivo que nos lleve a considerar hasta cuándo permitiremos que prosiga la carrera desenfrenada por posiciones de relevancia al interior de la iglesia.

¿Cuándo llegará el límite para quienes trabajan para engrandecerse y alcanzar su propio reino antes que glorificar a Dios, desestimando todo aquello que recuerda a los pastores y líderes que si de veras son siervos útiles de Jesucristo, seguirán siendo “ovejas que ganan ovejas” hasta que mueran?

Sólo Dios sabe cuánto necesitamos hombres y mujeres que jamás olviden su llamado de “ovejas”, aunque alcancen el grado de pastores o líderes. Cristianos realmente comprometidos con la obra de extensión del reino de Dios; que no se ocupen tanto de los “rótulos” y las credenciales, como sí de salir de las cuatro paredes a ganar almas.

Siervos auténticos, que no digan “Vayan a predicar” sino que antepongan la invitación de “vamos juntos”, dando ejemplo, yendo primero. ¿Comprende ahora por qué digo que debe terminar el síndrome de “pastoritis” que se evidencia en la existencia de muchos pastores y pocas ovejas?

Contacte al Autor: pastorfernandoalexis [arroba] gmail.com Ministerio: Alianza Cristiana y Misionera Colombiana

Fuente: www.centraldesermones.com