Biblia

Comentario de Génesis 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Génesis 29:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Jacob emprendió su camino y llegó a la tierra de los orientales.

Jacob. Sal 119:32, Sal 119:60; Ecl 9:7.

y fue a la tierra de los orientales. Gén 22:20-23; Gén 24:10; Gén 25:20; Gén 28:5-7; Núm 23:7; Jue 6:3, Jue 6:33; Jue 7:12; Jue 8:10; 1Re 4:30; Ose 12:12.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jacob llega al pozo de Harán, Gén 29:1-8.

Conoce a Raquel, Gén 29:9-12.

Labán lo hospeda, Gén 29:13-17.

Jacob hace arreglo por Raquel, Gén 29:18-22.

Labán lo engaña con Lea, Gén 29:23-27.

Se casa con Raquel, y sirve por ella siete años más, Gén 29:28-31.

Lea da a luz Rubén, Gén 29:32;

Simeón, Gén 29:33;

Leví, Gén 29:34;

y Judá, Gén 29:35.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La gente de la tierra de Oriente, no eran los cananitas.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

29. Jacob en Casa de Laban.

Encuentro de Jacob y Raquel (1-14).
1Volvió a emprender Jacob la marcha, y llegó a la tierra de los hijos de Oriente. 2Vio en el campo un pozo, junto al cual descansaban tres rebaños, pues era el pozo en que se abrevaban los ganados. 3Reuníanse allí, se quitaba una gran piedra que lo tapaba y se daba de beber al ganado, volviendo a poner en su lugar la piedra que cubría la boca del pozo. 4Jacob preguntó a los pastores: “¿De dónde sois, hermanos?” “De Jarrán somos,” le respondieron ellos. 5“¿Conocéis a Labán, hijo de Najor?” “Le conocemos,” contestaron. 6“¿Y está bien?,” siguió preguntando Jacob. “Sí, bien está; mirad, ahí viene Raquel, su hija, con su rebaño.” 7El les dijo: “Todavía es muy de día, no es tiempo de recoger el ganado. ¿Por qué no abreváis los rebaños y los volvéis a que pasten?” 8Ellos le respondieron: “No podemos hacerlo hasta que se reúnan todos los rebaños y se quite la piedra de la boca del pozo; entonces damos de beber al ganado.” 9Todavía estaba Jacob hablando con ellos, cuando llegó Raquel con el rebaño de su padre, pues ella era pastora. 10Y cuando vio Jacob a Raquel, hija de Labán, hermano de su madre, y el rebaño de Labán, hermano de su madre, se acercó, removió la piedra de sobre la boca del pozo y abrevó el rebaño de Labán, hermano de su madre. 11Besó Jacob a Raquel y alzó la voz llorando. 12Dio a saber a Raquel que era hermano de su padre e hijo de Rebeca, y ella corrió a contárselo a su padre. 13En cuanto oyó Labán lo que de Jacob, hijo de su hermana, le decía, corrió a su encuentro, le abrazó, le besó y le llevó a su casa. Contó Jacob a Labán lo que ocurría, 14y éste le dijo: “Sí, eres hueso mío y carne mía.” Y moró Jacob con Labán un mes entero.

Fortalecido con la visión celeste, continúa Jacob su viaje muy de otro modo de como lo había hecho el siervo de Abraham, con gran acompañamiento de siervos y camellos. El término de su viaje es señalado como el país de los hijos de Oriente (v.1), designación genérica que se aplica a las tribus arameas del desierto siroarábigo1. En su peregrinar llegó a un pozo, lugar de reunión de pastores y rebaños. Por lo que dice después, se trata de un pozo a ras del suelo cubierto con una gran piedra, que sólo se quitaba para abrevar a los rebaños. El régimen comunitario de las aguas de este pozo exigía que sólo se abriera cuando se hubieran reunido a determinada hora los distintos rebaños de la localidad (v.8). Jacob entra en conversación con los pastores, interrogándoles por su procedencia. Al oír que son de Jarrán, les pregunta por Labán, a quien ellos conocen. Precisamente ahora aparece una hija suya llamada Raquel, que avanza conduciendo sus rebaños (v.6). La escena es pintoresca y bucólica; la conversación se anima hasta que llega Raquel. Podemos suponer la emoción de Jacob al ver ante sí a su prima. Al punto se ofrece para remover la piedra que cubría el pozo, para que sus ganados fueran los primeros en ser abrevados (v.10); abraza efusivamente a su pariente y se echa a llorar de emoción, declarando su origen familiar. Inmediatamente Raquel corre hacia su padre a darle la noticia de la llegada de un pariente de Canaán. Labán sale al encuentro y abraza a Jacob, acogiéndole afectuosamente en su casa al ser reconocido como familiar próximo: tú eres hueso mío y carne mía (v.14).

Matrimonio de Jacob con Lía y Raquel (15-30).
15Pasado éste, le dijo Labán: “¿Acaso porque eres hermano mío vas a servirme de balde? Dime cuál va a ser tu salario.” 16Tenía Labán dos hijas: una, la mayor, de nombre Lía; otra, la menor, de nombre Raquel. 17Lía era tierna de ojos, pero Raquel era muy esbelta y hermosa. l8Amaba Jacob a Raquel, y dijo a Labán: “Te serviré siete años por Raquel, tu hija menor.” 19Y contestó Labán: “Mejor es que te la dé a ti que dársela a un extraño. Quédate conmigo.” 20Y sirvió Jacob por Raquel siete años, que le parecieron sólo unos días, por el amor que le tenía. 21Jacob dijo a Labán: “Dame mi mujer, pues se ha cumplido el tiempo y entraré a ella.” 22Reunió Labán a todos los hombres del lugar y dio un convite; 23y por la noche, tomando a Lía, su hija, se la llevó a Jacob, que entró a ella. 24Dio Labán a Lía, su hija, su sierva Zelfa, para que fuera sierva de ella. 25Llegada la mañana, vio Jacob que era Lía, y dijo a Labán: “¿Por qué me has hecho esto? ¿No te he servido por Raquel? ¿Por qué me has engañado?” 26Labán le respondió: “No es en nuestro lugar costumbre dar la menor antes que la mayor. 27Acabada esta semana, te daré también después la otra por el servicio que me prestes durante otros siete años.” 28Hízolo así Jacob, y, cumplida la semana, diole Labán a Raquel, su hija, por mujer, 29y con ella a Bala, su sierva, para sierva de ella. 30Entró también a Raquel Jacob, y la amó más que a Lía, y sirvió por ella otros siete años.

Labán en esta perícopa aparece como muy calculador y avaro aunque al principio se muestre generoso al ofrecer salario a su sobrino Jacob. Bien se había dado cuenta de los amores de éste por Raquel, su hija menor, y quiere aprovechar esto en su propio servicio. Tenía dos hijas, la mayor, Lía (“antílope”?)2, y Raquel (“oveja”?)3. La primera era “tierna de ojos”4, pero la segunda era “esbelta y hermosa” (v.17). Jacob, enamorado de Raquel, se ofrece a trabajar siete años para que se la dé por esposa, ya que no tiene dinero para dar la dote o mohâr correspondiente5. Labán acepta el contrato, pues resulta mejor negocio al no tener que darle salario, y colorea esta avaricia con el pretexto de que es preferible dar su hija a uno de la familia. Entre las tribus árabes, el primo tiene prioridad de derecho sobre su prima contra cualquier pretendiente6. Jacob acepta, pues considera el trabajo como muy llevadero al saber que al fin va a conseguir a su amada Raquel. Su amor hizo que los siete años “le parecieron días.”(v.20) Al fin del plazo, Jacob reclama a su prometida, y Labán accede, celebrando un festín. Ya de noche, conforme al ritual, entrega, en lugar de Raquel, a Lía cubierta con un velo7. Jacob la recibe sin apercibirse del engaño, y sólo a la luz de la mañana se da cuenta de que se le ha entregado a Lía, la hija mayor de Labán. Una vez consumado el matrimonio, hace la protesta a su tío, pero no insinúa el devolverla. Labán arteramente dice que no es costumbre entregar a la hija menor mientras no se haya casado la mayor. Jacob, que había engañado a su hermano, recibe ahora el merecido al ser defraudado en sus deseos de poseer a Raquel. Tanto Labán como Jacob son dos ejemplares acabados del beduino calculador y ladino, que mira sólo por sus intereses. El propio Abraham se había mostrado muy egoísta al comprometer el honor de su esposa, presentándola como hermana al faraón para salvar su vida. La moral evangélica estaba todavía muy lejos de ser el módulo de vida de los rudos patriarcas hebreos. No debemos olvidar esto para hacernos cargo de la moralidad, muchas veces baja, de su proceder.
El incidente se arregla prometiéndole Labán como esposa a Raquel, pero a condición de que le sirva otros siete años (v.27). Llevado de su amor, Jacob acepta la oferta. Terminados los siete días de fiestas nupciales por Lía 9, le entrega a Raquel, si bien deben cumplir el contrato de siete años de trabajo a su servicio. En Lev 18:18 se prohíbe el matrimonio con dos hermanas; pero en los tiempos patriarcales aún no regía la legislación mosaica, que suele ser más exigente que la que regía la vida de los patriarcas. Labán entrega con cada hija una esclava para servicio de ésta y para procurar hijos a Jacob en el caso de que sus hijas sean estériles. Los Santos Padres han visto en las dos hijas de Labán (Lía y Raquel) a la sinagoga y a la Iglesia, en cuanto que ésta es preferida por Dios a aquélla. Pero el símil no es exacto, ya que, según el texto bíblico, Dios dio hijos a Lía porque era menos amada que Raquel por Jacob.
Salta a la vista el modo diferente de llevar las negociaciones para la boda de Rebeca y para las hijas de Labán. Allí eran las leyes mesopotámicas las que regían, las cuales tienen en gran estima a la esposa y a la madre de familia; aquí, en cambio, son las leyes que aún rigen en el desierto, en las que es menos apreciada la mujer. Tal vez esta diferencia proceda, en parte al menos, de la manera de presentarse Jacob, pidiendo refugio sin posibilidad de espléndidas ofrendas, como las que presentó Eliecer, mayordomo de Abraham. Por otra parte, se ve el propósito del autor sagrado de poner de relieve la avaricia de Labán, a fin de mostrar la providencia divina sobre Jacob. Este debe comprar las dos esposas, y, a falta de dinero, las paga con trabajo. Las hijas de Labán no son consultadas por su padre sobre el matrimonio, sino que son dadas al marido, recibiendo cada una del padre una sierva como regalo de boda, sin duda para que pudieran darle hijos en caso de esterilidad, como hemos visto en el caso de Agar y Sara.

Los Primeros Hijos de Jacob (31-35).
31Viendo Yahvé que Lía era desamada, abrió su matriz, mientras que Raquel era estéril. 32Concibió Lía, y parió un hijo, al que llamó Rubén, diciendo: “Yahvé ha mirado mi aflicción, y ahora mi marido me amará.” 33Concibió de nuevo y parió un hijo, diciendo: “Yahvé ha oído que yo era desamada, y me ha dado éste más,” y le llamó Simeón. 34Concibió otra vez, y parió un hijo, diciendo: “Ahora mi marido se apegará a mí, pues le he parido tres hijos”; y por eso le llamó Leví. 35Concibió nuevamente, y parió un hijo, diciendo: “Ahora sí que he de alabar a Yahvé,” y por eso le llamó Judá. Y cesó de tener hijos.

En esta perícopa resalta la bendición de Dios, que había prometido multiplicar la descendencia de Jacob 9, y es precisamente la esposa desamada la que es particularmente fecunda por disposición divina, que tiene especial providencia de los desamparados10. La esterilidad era tenida por una afrenta en la sociedad israelita. Así, la esposa despreciada por Jacob es compensada con el nacimiento inmediato de cuatro hijos. Los nombres de cada hijo son acompañados de una explicación de la madre, que pretende ser el significado de los mismos. Pero se trata de etimologías populares que no tienen valor científico. Hemos de ver en todo esto el eco de tradiciones folklóricas que corrían en Israel para explicar los orígenes de cada tribu. Rubén: en hebreo Re’ ubên (relacionado con ra’ ah be ´oni: “[Yahvé] ha visto mi aflicción”)11. Simeón: la explicación es más sencilla: “Yahvé ha oído (yisma’) que yo era desamada.”(v.33)12 Leví: “mi marido se apegará a mí” (yillaweh: Lewi)13. Judá (heb. Yehudah). La explicación: “ahora sí que alabaré (‘odeh) a Yahvé.” Vemos, pues, en estas explicaciones juegos y asonancias de palabras al modo popular, pero que tienen un profundo sentido religioso.

1 Cf. Jue 6:2; Jue 6:33; Isa 11:14; Jer 49:28. Esta designación: “hijos de Oriente,” se atribuye al elohista (el yahvista: “Jarrán”; el sacerdotal: “Padán Aram”). – 2 En árabe, La’ ai significa antílope. – 3 En árabe, Rahil significa oveja. – 4 La palabra hebrea rakkot, que traducimos por “tiernos” (siguiendo a Símaco: άπαλοί), es traducida por los LXX “débiles” (άσθενεϊς). San Jerónimo dice de Lía: “erat lippis oculis.” Quizá fuera de ojos apagados, carentes de hermosura. – 5 Cf. Gen 34:12. – 6 Cf. Jaussen, Coutumes des Arabes…, p.49. – 7 Cf. Gen 34:65. – 8 Cf. Jue 14:12; Tob 14:21. – 9 Gen 28:14. – 10 Agar fugitiva: Gen 16:7-16; Gen 21:17-21. – 11 Heinisch propone como etimología Re’ ê ben (“¡Ved! ¡Un hijo!”) (Das Duch Genesis [Bonn 1930] p.305). – 12 Se le relaciona a Simeón con el árabe sim’u (un animal procedente del cruce de lobo y hiena). – 13 Hommel propone lavi’ u (sacerdote en las inscripciones mineas).

Fuente: Biblia Comentada

Con este encuentro tan oportuno al llegar a su destino, los pastores, que conocían tanto a Labán como a Raquel, fueron un reflejo de la mano de Dios en su vida, tal como le había sido prometido (Gén 28:15).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

La genealogía de Isaac.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Jacob se casa con Raquel y Lea

La protección que Dios prometió a Jacob pronto fue puesta a prueba. Jacob, al igual que los siervos de Abraham años antes (cap. 24), viajó al norte de Siria y allí conoció al lado de un pozo a su futura esposa. Y, como los siervos, permaneció en casa de sus primos. Sin embargo, mientras los siervos vinieron cargados con riquezas de Abraham, Jacob venía con las manos vacías y no era ni la mitad de atractivo para un Labán orientado hacia el dinero.

Pero él se había enamorado de Raquel (este es uno de los pocos matrimonios románticos en el AT.) e, impulsado por Labán, Jacob le preguntó si podría casarse con ella. Normalmente los esponsales eran sellados con el pago de un “precio matrimonial” (dote de matrimonio), dado por la familia del hombre a la familia de la novia (cf. la nota en 24:53). Jacob, sin apoyo alguno de su familia, no podía hacer los presentes correspondientes, de modo que él ofreció siete años de trabajo por la mano de Raquel.

Cuando los años pasaron, Labán parecía renuente de seguir con los planes de la boda, y Jacob tuvo que presionarlo (21). Poco se sabe de los procedimientos para una boda en los tiempos de la Biblia excepto de lo que se puede inferir de este pasaje y Jue. 14. Una fiesta de siete días para los amigos y familiares era el evento principal, pero sin duda había intercambio de votos y promesas (cf. Ose. 2:2, 16). En la primera tarde, la novia con velo era traída a su esposo. Sin duda que el velo, la oscuridad y el alcohol impidieron que Jacob se diera cuenta de que era Lea quien estaba en lugar de Raquel.

La indignación de Jacob es brevemente tratada en el v. 25 (véase sobre 29:31-30:24 abajo). A pesar del pecado humano, sin embargo, el plan de Dios siguió adelante, porque de Lea nacieron seis de las tribus de Israel, incluyendo Judá. Labán hizo una concesión a Jacob, le permitió casarse inmediatamente con Raquel, pero cruelmente demandó otros siete años de servicio por Lea. Estos últimos no pasaron tan rápidamente como los primeros siete (20; cf. 29:30 ss.).

Nota. 24 Era la costumbre universal en el oriente que la novia recibiera de su padre un gran presente de bodas. Esto era llamado la dote. Generalmente no se menciona, pero aquí sí, que la dote excepcional que recibió Lea incluía la sierva Zilpa. Zilpa y Bilha (29) también llegaron a ser madres de tribus israelitas (30:3-13).

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

29.18-27 Era la costumbre en ese tiempo que el hombre diera una dote, o un regalo importante, a la familia de su futura esposa. Esto se hacía para compensar a la familia por la pérdida de la muchacha. Como no tenía nada en efectivo que ofrecer, ofreció trabajar siete años para Labán. Pero había otra costumbre en esa tierra que Labán no le explicó a Jacob. La hija mayor tenía que casarse primero. El darle a Lea en lugar de Raquel fue una estratagema de Labán para que Jacob se sometiera a otros siete años de duro trabajo.29.20-28 La gente a menudo se pregunta si vale la pena esperar un largo tiempo por lo que uno desea. Jacob esperó siete años para casarse con Raquel. Cuando se vio engañado, acordó trabajar otros siete años por ella (aunque se casó con Raquel al poco tiempo). Las metas y los deseos más importantes bien valen la espera y el precio. El cine y la televisión han creado la ilusión de que la gente tiene que esperar sólo una o dos horas para resolver sus problemas o para conseguir lo que desean. No se deje atrapar al pensar que pasa lo mismo en la vida real. La paciencia es más difícil de conseguir cuando más la necesitamos, pero es la llave para alcanzar nuestras metas.29.23-25 Jacob se enfureció cuando supo que Labán lo había engañado. Se habían aprovechado del que se aprovechó de Esaú. Qué natural es para nosotros disgustarnos ante la injusticia que nos hacen mientras cerramos los ojos ante las injusticias que cometemos contra los demás. El pecado siempre se las arregla para atraparnos.29.28-30 Aun cuando Labán engañó a Jacob, este cumplió con su parte. Se trataba más que del dolor de Jacob. Tenía que pensar en Raquel, al igual que en el plan que Dios tenía con su vida. Cuando nos engañan, puede que todavía sea sabio cumplir con nuestra parte del trato. Hurgarnos las heridas o planear venganzas impide ver la perspectiva de Dios.RAQUELParece ser que la historia se repite aquí. Una vez más el pozo de una ciudad de Harán fue el sitio de sucesos importantes en la historia de una familia. Aquí fue donde Rebeca encontró a Eliezer, el siervo de Abraham, el que había ido a buscar esposa para Isaac. Casi cuarenta años después, Jacob el hijo de Rebeca, devolvió el favor al dar de beber a su prima Raquel y a sus ovejas del mismo pozo. La relación que se originó entre ellos no sólo nos recuerda que el romance no es un invento moderno, sino que además nos enseña algunas lecciones sobre la paciencia y el amor.El amor de Jacob por Raquel era paciente y práctico. Tuvo la paciencia de esperar siete años por ella, pero se mantuvo ocupado mientras tanto. Su compromiso con Raquel motivó una fuerte lealtad dentro de ella. Es más, su lealtad hacia Jacob se descontroló y se volvió autodestructiva. Se sentía frustrada por su esterilidad y desesperada por estar compitiendo con su hermana por el afecto de Jacob. Luchaba por obtener de Jacob lo que ya este le había dado: su amor incondicional.Los intentos de Raquel por comprar lo que no se puede comprar son un ejemplo de un error mucho mayor que todos podemos cometer. Como ella, nos sorprendemos a veces tratando de comprar, de una forma u otra, el amor: el amor de Dios. Si dejamos fuera la Biblia, concluimos con una de dos ideas falsas: o pensamos que hemos sido buenos y merecemos su amor, o reconocemos que no podemos comprar su amor y damos por sentado que no puede ser nuestro. Si la Biblia enfatiza algo es esto: ¡Dios nos ama! Su amor no tiene principio ni fin. Dios es increíblemente paciente. Lo único que tenemos que hacer es aceptarlo, sin tratar de comprar lo que se nos ofrece gratuitamente. Dios lo ha dicho de muchas formas: «Te amo. He demostrado ese amor con todo lo que he hecho por ti. Hasta he sacrificado a mi Hijo, Jesús, para pagar el precio de remoción de lo que es inaceptable en ti: tu pecado. Ahora, vive por mi amor. Acéptame; ámame con todo tu ser; entrégate a mí en acción de gracias, no como un pago». Vive una vida plena en la libertad que te da el saber que eres amado.Puntos fuertes y logros :– Mostró una gran lealtad a su familia– Fue madre de José y Benjamín después de haber sido estéril por muchos añosDebilidades y errores :– Su envidia e instinto de competencia estropearon su relación con su hermana Lea– Podía ser deshonesta cuando se extralimitaba en su lealtad– No podía comprender que la devoción de Jacob no dependía de su capacidad de darle hijosLecciones de su vida :– La lealtad debe ajustarse a lo que es verdadero y correcto– El amor se acepta, no se compraDatos generales :– Dónde: Harán– Ocupación: Pastora, ama de casa– Familiares: Padre: Labán. Tía: Rebeca. Hermana: Lea. Esposo: Jacob. Hijos: José y BenjamínVersículo clave :»Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba» (Gen 29:20).La historia de Raquel se relata en Génesis 29-Gen 35:20. También se la menciona en Rth 4:11. 29.32 En la actualidad, los padres ponen a sus hijos nombres que suenen bien, o que les toquen el sentimiento. Pero el Antiguo Testamento nos presenta un uso más dinámico de los nombres. Elegían nombres que reflejaran las circunstancias al momento de nacer. Algunas veces esperaban que sus hijos se desenvolvieran conforme al significado de sus nombres. Más tarde los padres podían mirar atrás y ver si sus hijos ya adultos habían vivido a la altura de sus nombres. Algunas veces se cambiaba el nombre de una persona cuando no iba bien con su carácter. Esto le sucedió a Jacob. Su nombre («el que toma por el calcañar», «el que engaña») fue cambiado a Israel (que significa «el que lucha con Dios»). El carácter de Jacob había cambiado tanto que ya no se le veía como un usurpador sino como un hombre que honraba a Dios.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Lit.: “a la tierra de los hijos del Este”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 1233 Jue 6:3; 1Re 4:30; Job 1:3

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

la tierra de los orientales. En las cercanías de Harán.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

de oriente… LXX añade: a Labán, el hijo de Betuel el sirio, hermano de Rebeca, madre de Jacob y Esaú.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

Lit., levantó sus pies

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit. levantó los pies.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

[11] Era costumbre saludar así a los parientes muy cercanos.[16] Lía es figura de la Sinagoga, Raquel de la Iglesia y Jacob de Jesucristo.[23] Pecaron gravemente Labán y Lía, mas a Jacob le excusó la ignorancia.

Fuente: Notas Torres Amat