Comentario de Nehemías 8:5 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Esdras abrió el libro a la vista de todo el pueblo, porque él estaba más alto que todo el pueblo. Y cuando lo abrió, todo el pueblo se puso de pie.
Abrió, pues, Esdras. Luc 4:16, Luc 4:17.
todo el pueblo estuvo atento. Jue 3:20; 1Re 8:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Cuando Esdras desenrolla el pergamino, el pueblo estuvo atento, lo que indica su reverencia por la Palabra. Este gesto después será característico del pueblo judío en el servicio de la sinagoga.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ARTÍCULO
La adoración
Neh 8:5-6 Abrió, pues, Esdras el libro a ojos de todo el pueblo, porque estaba más alto que todo el pueblo; y cuando lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. Bendijo entonces Esdras a Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió: ¡Amén! ¡Amén! alzando sus manos; y se humillaron y adoraron a Jehová inclinados a tierra.
La adoración constituye las acciones y actitudes que reverencian y honran la dignidad del gran Dios del cielo y de la tierra. Por lo tanto, la adoración se concentra en Dios, no en el hombre. En la adoración cristiana el creyente se acerca a Dios en gratitud por lo que ha hecho por él en Cristo y por medio del Espíritu Santo. Ella exige una entrega de fe a Él y un reconocimiento de que El es Dios y Señor.
BREVE HISTORIA DE LA ADORACIÓN AL VERDADERO DIOS. Los seres humanos han adorado a Dios desde el principio de la historia. Adán y Eva habían tenido comunión regular con Dios en el huerto del Edén (cf. Gén 3:8). Caín y Abel trajeron ofrendas (heb. minjah, «regalo, tributo», traducida «oblación» en Lev 2:1) a Jehová (Gén 4:3-4); los descendientes de Set invocaron «el nombre de Jehová» (Gén 4:26). Noé edificó un altar a Jehová para un holocausto después del diluvio (Gén 8:20). Abraham llenó el paisaje de la tierra prometida de altares para los holocaustos al Señor (Gén 12:7-8; Gén 13:4; Gén 13:18; Gén 22:9) y habló íntimamente con Él (Gén 18:23-33; Gén 22:11-18).
Sin embargo, la adoración pública no se formalizó hasta después del éxodo, cuando se construyó el tabernáculo en el monte de Sinaí. De allí en adelante, los sacrificios regulares se efectuaron cada día y especialmente el día de reposo, y Dios estableció varias fiestas religiosas anuales como ocasiones para la adoración pública de los israelitas (Éxo 23:14-17; Lev 1:1-17; Lev 2:1-16; Lev 3:1-17; Lev 4:1-35; Lev 5:1-19; Lev 6:1-30; Lev 7:1-38; Lev 16:1-34; Lev 23:4-43; Deu 12:1-32; Deu 16:1-22). Esa adoración más tarde llegó a centralizarse alrededor del templo en Jerusalén (cf. los planes de David como se indican en 1Cr 22:1-19; 1Cr 23:1-32; 1Cr 24:1-31; 1Cr 25:1-31; 1Cr 26:1-32). Cuando fue destruido el templo en 586 a.C., los judíos edificaron sinagogas como lugares de instrucción y adoración mientras estuvieron en el exilio y dondequiera que se establecían. Se siguieron usando esos edificios para la adoración incluso después de la construcción del segundo templo bajo el liderazgo de Zorobabel (Esd 3:1-13; Esd 4:1-24; Esd 5:1-17; Esd 6:1-22). Había sinagogas en Palestina y en todo el mundo romano durante la época del NT (e.g., Luc 4:16; Jua 6:59; Hch 6:9; Hch 13:14; Hch 14:1; Hch 17:1; Hch 17:10; Hch 18:4; Hch 19:8; Hch 22:19).
La adoración en la iglesia primitiva tenía lugar tanto en el templo de Jerusalén como en hogares particulares (Hch 2:46-47). Fuera de Jerusalén, los cristianos adoraron, mientras se les permitió, en las sinagogas; cuando ya no se permitió eso, se reunían en otros lugares para la adoración, por lo general en casas particulares (cf. Hch 18:7; Rom 16:5; Col 4:15; Flm 1:2), aunque algunas veces en edificios públicos (Hch 19:9-10; Hch 20:8).
MANIFESTACIONES DE LA ADORACIÓN CRISTIANA.
(1) Dos principios clave rigen la adoración cristiana,
(a) La verdadera adoración tiene lugar en espíritu y en verdad (véase Jua 4:23, nota), es decir, la adoración debe tener lugar conforme a la revelación de Dios de sí mismo en el Hijo (Jua 14:6). Asimismo, abarca el espíritu humano y no sólo la mente, así como también las manifestaciones del Espíritu Santo (1Co 12:7-12).
(b) La práctica de la adoración cristiana debe corresponder a la norma del NT para la iglesia (véase Hch 7:44, nota). Hoy los creyentes deben desear, procurar y esperar como la norma para la iglesia todos los elementos que se encuentran en la experiencia de adoración del NT (cf. el principio hermenéutico examinado en la introducción a Hechos).
(2) La característica clave de la adoración del AT era el sistema de sacrificios (véase Núm 28:1-31; Núm 29:1-40). Como el sacrificio de Jesucristo en la cruz satisfizo ese sistema, ya no hay necesidad alguna del derramamiento de sangre como parte de la adoración cristiana (véase Heb 9:1-28; Heb 10:1-18). Mediante el sacramento de la Cena del Señor, la iglesia del NT incesantemente conmemoró este sacrificio definitivo de Cristo (1Co 11:23-26). Además, se exhorta a la iglesia a que ofrezca «siempre a Dios… sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre» (Heb 13:15), y a presentar el cuerpo como «sacrificio vivo, santo, agradable a Dios» (véase Rom 12:1, nota).
(3) La alabanza a Dios es indispensable para la adoración cristiana. Fue un elemento clave en la adoración a Dios de parte de Israel (e.g., Sal 100:4; Sal 106:1; Sal 111:1; Sal 113:1; Sal 117:1-2), así como también en la adoración de la iglesia primitiva (Hch 2:46-47; Hch 16:25; Rom 15:10-11; Efe 5:19-22; Heb 2:12; véase el ARTÍCULO LA ALABANZA, P. 714. [Sal 9:1-2]).
(4) Una manera decisiva de alabar a Dios es cantando salmos, himnos y cánticos espirituales. El AT abunda en exhortaciones a cantar al Señor (e.g., 1Cr 16:23; Sal 95:1; Sal 96:1-2; Sal 98:1; Sal 98:5-6; Sal 100:1-2). En el momento del nacimiento de Jesús, todo el ejército celestial prorrumpió en un canto de alabanza (Luc 2:13-14), y la iglesia del NT era una comunidad que cantaba (1Co 14:15; Efe 5:19; Col 3:16; Stg 5:13). Las canciones de los creyentes del NT se cantaban con la mente (i.e., con un idioma humano conocido) o con el Espíritu (i.e., en lenguas; véase 1Co 14:15, nota). Bajo ningunas circunstancias ellos consideraron el canto como un medio de entretenimiento.
(5) Otro elemento importante en la adoración es buscar el rostro de Dios en oración. Los santos del AT se comunicaban constantemente con Dios mediante la oración (e.g., Gén 20:17; Núm 11:2; 1Sa 8:6; 2Sa 7:27; Dan 9:3-19; cf. Stg 5:17-18). Los apóstoles oraron constantemente después de la ascensión de Jesús al cielo (Hch 1:14), y la oración llegó a formar parte regular de la adoración cristiana colectiva (Hch 2:42; Hch 20:36; 1Ts 5:17; véase el ARTÍCULO LA ORACIÓN EFICAZ, P. 464. [1Re 18:42-45]). Esas oraciones pudieran ser por ellos mismos (e.g., Hch 4:24-30), o pudieran ser oraciones intercesoras por otras personas (e.g., Rom 15:30-32; Efe 6:18). En todo momento la oración cristiana debe ir acompañada de acción de gracias a Dios (Efe 5:20; Flp 4:6; Col 3:15; Col 3:17; 1Ts 5:18). Al igual que en el canto, se podía orar en idiomas humanos conocidos o en lenguas (1Co 14:13-15).
(6) La confesión de pecado fue obviamente parte importante de la adoración del AT. Dios había establecido el día de la expiación para los israelitas como un tiempo para la confesión nacional de pecado (Lev 16:1-34; véase el ARTÍCULO EL DÍA DE LA EXPIACIÓN, P. 164. [Lev 16:33]). En su oración en la dedicación del templo, Salomón reconoció la importancia de la confesión de pecado (1Re 8:30-36). Cuando Esdras y Nehemías comprendieron cuán lejos se había apartado el pueblo de la ley de Dios, guiaron a toda la nación de Judá en una intensa oración pública de confesión (Neh 9:1-38). Asimismo, en el padrenuestro, Jesús les enseña a los creyentes a pedir el perdón de los pecados (Mat 6:12). Santiago les ordena a los creyentes que confiesen sus pecados unos a otros (Stg 5:16); mediante tal confesión se recibe seguridad del perdón misericordioso de Dios (1Jn 1:9).
(7) También la adoración debe incluir la lectura pública de las Escrituras y su fiel proclamación. En la época del AT, Dios había ordenado que cada siete años, en la Fiesta de los Tabernáculos, todos los israelitas debían reunirse para una lectura pública de la ley de Moisés (Deu 31:9-13); el ejemplo más claro de ese elemento de la adoración del AT se produjo durante la época de Esdras y Nehemías (véase Neh 8:1-12). La lectura de las Escrituras llegó a formar parte regular de la adoración de la sinagoga el sábado (véanse Luc 4:16-27; Hch 13:15-49; Hch 18:4). Asimismo, cuando los creyentes del NT se reunían para adorar, también oían la Palabra de Dios (1Ti 4:13; cf. Col 4:16; 1Ts 5:27) junto con la enseñanza, predicación y exhortación basadas en ella (1Ti 4:13; 2Ti 4:2; cf. Hch 19:8-10; Hch 20:7-11).
(8) Cada vez que el pueblo de Dios del AT venía a los atrios del Señor, se le instruía a que trajeran los diezmos y las ofrendas (Sal 96:8; Mal 3:10). Asimismo, Pablo les escribió a los creyentes de Corinto en cuanto a la colecta para la iglesia en Jerusalén: «Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado» (1Co 16:2). La genuina adoración de Dios debe por lo tanto proporcionar la oportunidad de presentar los diezmos y ofrendas al Señor.
(9) Un elemento único en su género en la congregación del NT era la misión del Espíritu Santo y sus manifestaciones. Entre sus manifestaciones en el cuerpo de Cristo estaban la palabra de sabiduría, la palabra de conocimiento, las manifestaciones especiales de fe, los dones de sanidad, el obrar milagros, la profecía, el discernimiento de espíritus, el hablar en lenguas y la interpretación de lenguas (1Co 12:7-10). La naturaleza carismática de la adoración cristiana primitiva se describe con amplitud en las instrucciones de Pablo: «Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo… doctrina… lengua… revelación… interpretación» (1Co 14:26). En su correspondencia con los corintios, Pablo da principios por los cuales regular ese aspecto de la adoración (véanse 1Co 14:1-33, notas). El principio dominante era que cualquier uso de los dones del Espíritu Santo durante la adoración tenía que edificar y ayudar a toda la congregación (1Co 12:7; 1Co 14:26; véase el ARTÍCULO DONES ESPIRITUALES PARA LOS CREYENTES, P. 1632. [1Co 12:7]).
(10) El otro elemento único en su género en la adoración del NT era la celebración de los sacramentos: el bautismo y la Cena del Señor. La Cena del Señor (o «el partimiento del pan», véase Hch 2:42) parece haberse observado diariamente entre los creyentes inmediatamente después de Pentecostés (Hch 2:46-47), y luego al menos semanalmente (Hch 20:7; Hch 20:11; 1Co 11:20-29). El bautismo, como lo ordenó Cristo (Mat 28:19-20), sucedió siempre que hubo conversiones y personas que se habían añadido a la iglesia (Hch 2:41; Hch 8:12; Hch 9:18; Hch 10:48; Hch 16:30-33; Hch 19:1-5).
LAS BENDICIONES DE DIOS PARA LOS VERDADEROS ADORADORES. Cuando tiene lugar la verdadera adoración, Dios tiene reservadas muchas bendiciones para su pueblo. El promete:
(1) estar en medio de ellos (Mat 18:20) y sentarse y cenar con ellos (Apo 3:20);
(2) cubrir a su pueblo con su gloria (cf. Éxo 40:35; 2Cr 7:1; 1Pe 4:14);
(3) bendecir a su pueblo con abundantes bendiciones (Eze 34:26), sobre todo con Paz (Sal 29:11; véase el ARTÍCULO LA PAZ DE DIOS, P. 1028. [Jer 29:7]):
(4) impartir abundancia de alegría (Sal 122:1-2; Luc 15:7; Luc 15:10; Jua 15:11),
(5) responder a las oraciones de los que oran con fe sincera (Mar 11:24; Stg 5:15; véase el ARTÍCULO LA ORACIÓN EFICAZ P. 464. [1Re 18:42-45]);
(6) llenar nuevamente a su pueblo de su Espiritu Santo y de valor (Hch 4:31); a su pueblo (1Co 12:7-13);
(8) guiar a su pueblo a toda la verdad por medio del Espiritu Santo (Jua 15:26; Jua 16:13);
(9) santificar a su pueblo por medio de su Palabra y de su Espiritu (Jua 17:17-19);
(10) consolar, alentar y edificar a su pueblo (Isa 40:1; 1Co 12:7; 1Co 14:26; 2Co 1:3-4; 1Ts 4:18; 1Ts 5:11);
(11) convencer a los pecadores de pecado, justicia y juicio por medio del Espíritu Santo (véase Jua 16:8, nota), y así salvarlos en cultos de adoración (1Co 14:22-25).
OBSTÁCULOS PARA LA VERDADERA ADORACIÓN. El hecho de que quienes dicen ser el pueblo de Dios se hayan reunido para la adoración no es ninguna garantía de que esté teniendo lugar la verdadera adoración ni que Dios esté aceptando su alabanza y oyendo sus oraciones.
(1) Si la adoración a Dios es una simple expresión de los labios, y el corazón del pueblo de Dios está lejos de Él, entonces Dios no acepta su adoración. Cristo criticó severamente a los fariseos por su hipocresía: seguían la ley de Dios de manera legalista, mientras que su corazón estaba lejos de Él (Mat 15:7-9; Mat 23:23-28; Mar 7:5-7). Nótese la censura similar que Él pronunció contra la iglesia de Éfeso que siguió adorando al Señor pero en realidad ya no lo amaba de manera suprema (Apo 2:1). Pablo advierte a los creyentes que quienes participan de la Cena del Señor sin apartarse del pecado ni reconocer el cuerpo de Cristo en los hermanos y las hermanas en la fe (cf. 1Co 10:16), comen y beben juicio para si mismos (1Co 11:28-30; véase v. 1Co 11:27, nota). Por eso se puede esperar que Dios se acerque al hombre y acepte su adoración solo si su corazón está en buenas relaciones con Él (Stg 4:8; cf. Sal 24:3-4).
(2) Otro obstáculo a la verdadera adoración es un estilo de vida de pecado, inmoralidad y adaptación al mundo Dios se negó a aceptar los sacrificios del rey Saúl porque éste desobedeció su orden (1Sa 15:1-23). Isaías critica severamente al pueblo de Dios como «gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos» (Isa 1:4); al mismo tiempo, sin embargo, ellos estaban ofreciendo sacrificios y celebrando sus días santos. Por eso el Señor declaro por medio de Isaías: «Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis oración, vuestras manos» (Isa 1:14-15). Del mismo modo en la iglesia del NT, Jesús exhorto a los adoradores en Sardis a ser vigilantes, porque «no he hallado tus obras perfectas delante de Dios» (Apo 3:2). Asimismo, Santiago indica que Dios no oirá las oraciones egoístas de los que no hayan separado del mundo (Stg 4:16; véase el ARTÍCULO LA ORACION EFICAZ, P. 464. [1Re 18:42-45]). El pueblo de Dios puede esperar que Él se acerque y acepte su adoración solo si tienen manos limpias y corazón puro (Stg 4:8; cf. Sal 24:3-4).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
estuvo atento. O «todo el pueblo se puso de pie». Por respeto a la lectura de la Palabra de Dios, como si estuvieran en presencia del mismo Dios, el pueblo estuvo en pie todas las horas de su exposición.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
REFERENCIAS CRUZADAS
r 469 Luc 4:17
s 470 1Re 8:14
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
abrió Esdras el libro. Sin duda el libro era un rollo, porque el formato del libro no estaba en uso en esa época. Un rollo del Torah podía tener unos 53 cm de ancho y 9 o más metros de largo (se han encontrado rollos de papiro de más de 30 metros de largo).
todo el pueblo se puso en pie. En las sinagogas y en algunas iglesias todavía es costumbre de ponerse en pie para la lectura de las Escrituras como una señal de respeto.