Comentario de Job 2:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entonces tres amigos de Job—Elifaz el temanita, Bildad el sujita y Zofar el namatita— se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido y vinieron, cada uno de su lugar. Convinieron juntos en ir a él para expresarle su condolencia y para consolarle.
Y tres amigos. Job 6:14; Job 16:20; Job 19:19, Job 19:21; Job 42:7; Pro 17:17; Pro 18:24; Pro 27:10.
Elifaz temanita. Job 6:19; Job 15:1; Gén 36:11, Gén 36:15; Jer 49:7.
Bildad suhita. Job 8:1; Job 18:1; Gén 25:2; 1Cr 1:32.
vinieron cada uno. Job 42:11; Gén 37:35; Isa 51:19; Jua 11:19; Rom 12:15; 1Co 12:26; Heb 13:3.
para condolerse de él. Job 13:4; Job 16:2.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Elifaz el temanita era aparentemente un edomita de Temán en el norte de Edom (Gén 36:11). El término suhita se refiere al linaje de Bildad, o con más probabilidad a su origen geográfico, debido a que los otros dos amigos parecen identificarse por sus ciudades de origen.
Zofar, el naamatita, vendría de Naameh, un área montañosa al noroeste de Arabia.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
TRES AMIGOS DE JOB. Al enterarse de la adversidad de Job, tres de sus amigos fueron a consolarlo y a compadecerlo. El libro de Job registra los diálogos de ellos con el perjudicado. La perspectiva de ellos representaba una teología popular pero incompleta, porque creían que a los piadosos solo les suceden buenas cosas, mientras que la adversidad siempre indica pecado en la vida del que la sufre. Ellos trataron sinceramente de ayudar a Job al procurar que él admitiera algún pecado grave. Al final Dios los reprendió por su error (Job 42:7).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
temanita. Probablemente Temán era una ciudad de Edom (cp. Gén 36:4; Gén 36:11; Jer 49:7; Jer 49:20; Eze 25:13; Amó 1:12; Abd 1:8-9). suhita. Los suhitas descendían de Abraham con Cetura (Gén 25:2; Gén 25:6). naamatita. Residente de una localidad desconocida, probablemente en Edom o Arabia, aunque algunos han sugerido Naama, en el límite con Edom (cp. Jos 15:41).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Aquí tenemos una de las escenas más conmovedoras de toda la historia, cuando los amigos de Job acudieron a consolarlo y a conmiserar con él en su dolor, manifestando en ello todos los gestos tradicionales de dolor.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
REFERENCIAS CRUZADAS
s 69 Gén 36:34; Jer 49:7
t 70 Gén 25:2; 1Cr 1:32
u 71 Job 42:9
v 72 Amó 3:3
w 73 Gén 37:35
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
amigos…vinieron. Los amigos de Job vinieron de lejos para consolarlo. Su compasión es patente tanto en su llanto como en sus acciones de rasgarse las vestiduras y echarse polvo sobre la cabeza (vers. 12). Su deseo de ayudar a Job se ve también en su reacción inicial: se sentaron en el suelo con él por siete días y siete noches (vers. 13) sin decir palabra. Esta acción fue de más ayuda a Job que todas las palabras subsiguientes.
temanita. Edom, un lugar reconocido por su sabiduría (Jer 49:7; Ez 25:13; Am 1:12; Abd 8).
suhita. Un hijo de Abraham, Súa vivía en el oriente, probablemente en la región del río Eufrates (Gn 25:2, 6).
naamatita. Localizado en el este (1 R 4:30).
Fuente: La Biblia de las Américas
temanita. Elifaz era residente de la ciudad de Temán en Uz (Edom). Dicha ciudad se hizo famosa por sus sabios (Jer 49:7).
suhita. Bildad vivía en la región vecina, habitada por los descendientes de Súa, uno de los hijos de Abraham con Cetura (Gén 25:1-2).
naamatita. Zofar vivía también en la región cercana llamada Naamat. Los tres probablemente eran hombres destacados en su país de origen en aquel tiempo, ya que eran amigos del «varón más grande» entre los orientales (Job 1:3).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Sofar… Heb. Tsofar.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Heb. Tsofar.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
[.] Como lo notamos en la introducción, empieza aquí el diálogo sobre el sufrimiento, apartándose de la figura popular de Job, que, en el capítulo 2, aceptaba sin discusión la voluntad de Dios. Maldito el día en que nací (3). Estos primeros versos repiten las palabras que se le escaparon al profeta Jeremías (ver 20,14) en un momento de desesperación. Los amigos de Dios hablaron a veces en ese tono; otros, menos firmes, pensaron en suicidarse. ¿Para qué dar la vida si el hombre ya no encuentra su camino? (23). Por qué nacen niños lisiados y ciegos, o destinados a una muerte atroz? Pero sería un error pensar solamente en aquéllos o incluso fijarse en esas centenas de millones de hombres que hoy viven marginados y como sin esperanzas. Porque es en los mismos países en los que nada falta donde menos esperanza hay; es allí donde las parejas jóvenes hacen una puesta de muerte al no querer tener familia. Los hombres de siglos pasados eran llevados por la energía incontenible de la vida. Nuestros padres trabajaban y procreaban sin preguntar el porqué. Pero cuando un pueblo llega a la madurez de la reflexión crítica, necesita una respuesta a esta pregunta ¿por qué vivir, si la vida al final no llega a ninguna parte?