El hombre, nacido de mujer, es corto de días y lleno de tensiones.
El hombre nacido de mujer. Job 15:14; Job 25:4; Sal 51:5; Mat 11:11.
corto de días. Job 7:1, Job 7:6; Job 9:25; Gén 47:9; Sal 39:5.
y hastiado de sinsabores. Job 5:7; Ecl 2:17, Ecl 2:23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Job suplica a Dios su favor, por la brevedad de la vida y la certeza de la muerte, Job 14:1-6.
Él espera un cambio, Job 14:7-15.
Las criaturas están sujetas a la corrupción debido al pecado, Job 14:16-22.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Job está de acuerdo con la evaluación de Elifaz de que las personas nacen para los problemas. Enfatiza la miseria y brevedad de la vida a través de dos metáforas: el marchitar de una flor y la huida de una sombra.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
HASTIADO DE SINSABORES. Para el creyente, estar «hastiado de sinsabores» pudiera ser el resultado de la persecución, la injusticia, la pobreza, la enfermedad o la oposición de Satanás a su lucha de fe (véase el ARTÍCULO EL SUFRIMIENTO DE LOS JUSTOS, P. 657. [Job 2:7-8]). Dios quiere que todos los creyentes que están sufriendo y están oprimidos en esta tierra sepan que viene un día de resurrección (véase la nota siguiente) y de victoria, cuando ellos estarán con Dios para siempre (véanse Apo 21:1; Apo 21:4, notas). Entonces experimentarán directamente que «las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (véase Rom 8:18, nota).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
14. La miseria de la Vida Humana.
S iguiendo la consideración de la fragilidad humana, Job destaca el carácter efímero de la vida del hombre, su propensión al mal y su fin sin esperanza. En sus ansias de pervivencia desea ir al Seol hasta que pase el furor desencadenado de Dios. Pero su destino es desaparecer para siempre. Generalizando su caso, Job traslada su perspectiva a la del hombre en general; la suerte del ser humano es peor que la del árbol, pues éste, una vez cortado, reverdece, mientras que el ser humano no vuelve a recuperar la vida.
La brevedad de la vida humana (1-6).
1 El hombre, nacido de mujer, corto de días y harto de inquietudes, 2 brota como una flor y se marchita, huye como sombra sin pararse. 3 ¿Y sobre un tal abres tus ojos y le citas a juicio contigo? 4 ¿Quién podrá sacar pureza de lo impuro? Nadie” 5 Si sus días están determinados, si es conocido de ti el número de sus meses, si fijaste su límite, que no ha de traspasar, 6 aparta de él tu mirada y déjale hasta que como mercenario cumpla su jornada.
La vida del hombre es efímera y llena de miserias. Nacido de un ser frágil, la mujer 2, tiene contados los días de su existencia, y éstos están amasados en lágrimas e inquietudes (v.1). Su vida es tan inconsistente como una flor que brota tímidamente y con los primeros rayos solares se marchita y agosta; todo en él es cambio como la sombra pasajera. No pueden emplearse símiles más apropiados para reflejar el carácter efímero de la vida humana.
Supuesta esta fragilidad, resulta extraño que el Omnipotente, que permanece por siempre, ponga los ojos sobre él, citándolo a juicio (v.3). Por otra parte, el hombre, nacido de mujer, lleva ya una mácula de impureza, no sólo física, sino moral, por proceder de un ser que también lleva el sello de lo impuro. Los teólogos antiguos han visto en este versículo una alusión al pecado original, I pero nada en el contexto avala esta interpretación. En la literatura bíblica del A.T. es corriente la idea de que el hombre es propenso al mal y que recibe una naturaleza contaminada en cuanto que está inclinada desde el nacimiento al pecado 3; pero no se relaciona esto con el relato del pecado original4. La doctrina de la transmisión del pecado original encuentra su base primera en la argumentación de San Pablo en la Epístola a los Romanos 5.
Habida cuenta de la vida efímera del hombre, parece que Dios debiera dejarlo en paz para que como mercenario cumpliera su jornada, sin hacerle sufrir más de lo que implica ya su vida agitada y en constante tensión espiritual (v.6).
La suerte del hombre, peor que la del árbol (7-12).
7 Porque para el árbol hay esperanza: cortado, puede retoñar, sin que cesen sus renuevos; 8 aunque haya envejecido su raíz en la tierra y haya muerto en el suelo su tronco, 9 al olor del agua rebrota y echa follaje como planta nueva. 10 Pero el hombre, en muriendo, queda inerte, y expirando, ¿dónde está? 11 Se agotarán las aguas en el mar, secaráse un río y se consumirá; 12 pero el hombre, una vez que se acuesta, no se levantará jamás. Hasta la consumación de los cielos no se despertará, no surgirá de su sueño.
El árbol cortado vuelve a retoñar y sus renuevos surgen con nuevo vigor. En cambio, el hombre, una vez muerto, desaparece, sin volver a surgir sobre la tierra. Se secarán los ríos, desaparecerán las aguas del mar, se consumarán los cielos, pero el hombre no vuelve a aparecer, sino que seguirá en su sueño eterno. En estos versículos se echa de ver cómo en el libro de Job no hay perspectiva de supervivencia dichosa en ultratumba. La vida en el seol no merecía el nombre de tal, porque los difuntos llevan allí una existencia sin vigor ni consistencia, entregados a una especie de sopor de “sombras.” Sólo en el libro de la Sabiduría se encontrará la idea de la vida en Dios en un sentido más perfecto que la actual sobre la tierra 6.
Deseos de ocultarse en el seol mientras duren sus sufrimientos (13-17).
13 ¡Quién me diera que me escondieses en el “seol” y allí me ocultaras hasta que se aplacara tu ira, fijando un término para volver a acordarte de mí! 14 Si, muerto, el hombre reviviera, esperaría que pasara el tiempo de mi milicia hasta que llegara la hora del relevo. 15 Llamaríasme entonces, y yo te respondería, y te mostrarías propicio a la obra de tus manos. 16 Y, en vez de contar, como ahora, mis pasos, no espiarías más mis pecados. 17 Sellarías como en un saco mi transgresión y borrarías mi iniquidad.
En su deseo de supervivencia, Job ansia ser escondido temporalmente en la región de los muertos mientras se aplaca su ira. No quiere vivir en enemistad con su Dios, pues resulta insoportable su terrible cólera; sería feliz si pudiera temporalmente sustraerse a ella, aunque tuviera que vivir en la región tenebrosa de las sombras. Pero eso sólo en el supuesto de que fijara Dios un término para que de nuevo se acordara de él. Tiene ansias de vivir, pero reconciliado con Dios y disfrutando de los beneficios que otorga su amistad, como en otro tiempo de su próspera vida.
La esperanza de volver a la vida alegraría su existencia en el seol, y tomaría este lapso de tiempo en la región tenebrosa como el de su milicia, duro, pero que al fin se termina a la hora del relevo (v.14), que sería la hora de la reconciliación con Dios, El Creador volvería a recuperar su criatura y mostrarse propicio a la obra de sus manos, y entonces, en lugar de andar espiando sus pasos para castigarle, como hace ahora, se mostraría benevolente, cancelando sus transgresiones y sellando sus pecados para que no apareciesen a su vista, como cuenta ya pasada y saldada.
Pero no hay esperanza de salir del “Seol” (18-22).
18 Pero ¡ay! que el monte se desmorona, y se remueve de su lugar la roca, 19 y el agua corroe las piedras, y se lleva la inundación los terrones, y por modo semejante destruyes la esperanza del hombre. 20 Tú le asaltas, y se va para siempre; cambia su rostro, y lo despachas. 21 Tengan honores sus hijos, él no lo sabe; sean despreciados, él no lo advierte; 22 sólo él siente los dolores de su carne, sólo sobre sí llora su alma.
La esperanza, antes expresada, de volver a la vida después de la muerte, es una vana ilusión, pues la vida del hombre se desgasta paulatinamente como el monte que se desmorona. Los elementos materiales más duros y estables, como los montes y las rocas, se desgastan; hasta las piedras son corroídas lentamente por la acción persistente del agua que cae. Del mismo modo, la esperanza de vivir en el hombre se va evaporando a medida que pasan los días (v.19). Por fin llega el momento en que el ser humano recibe el asalto de Dios, que le arrebata el aliento vital, y se va para siempre; se convierte en cadáver (cambia su rostro) y desaparece de la escena de este mundo para entrar en la región tenebrosa del seol. Y todo porque Dios lo ha determinado así. Después el olvido oculta su recuerdo; el difunto no sabe nada de lo que pasa sobre la tierra, ni a sus mismos hijos (v.21). En la región de los muertos, el difunto piensa sólo en su triste suerte (v.22).
Con estas palabras se cierra el primer ciclo de discursos de Job y sus amigos. Elifaz invita a Job a volver a Dios en nombre de una revelación especial que ha recibido; Bildad supone que los hijos de Job han pecado, e invita a reflexionar sobre la experiencia de las generaciones pasadas; por fin, Sofar canta la grandeza de Dios y muestra que sólo el arrepentimiento de los pecados puede hacerle recuperar la felicidad pasada, y aun sobrepasarla. Job responde a estas argumentaciones, que son puras falacias y que, lejos de reconfortarle, no han hecho más que abrirle más la herida. En vista de que no le dan luces sobre su tragedia, él mismo va a tratar de esclarecerla ante el tribunal divino.
1 Así Dhorme y Bib. de Jér. TM: “que descanse*. – 2 Cf. Lev 15.195; 12:28. – 3 Cf. Isa 48:8 : “Tu nombre es prevaricador desde el seno”; Sal 58:4 : “los pecadores son pervertidos desde el seno.” – 4 Cf. Gen 3:1s. Sobre el pecado original en estos textos véase A.-M. Dudarle, Le peché originel dans V Ecriture (París 1958) p.22s. Véanse, además, W. Eichrodt, Theologie des Alten Testament III (1935) p.81-118; Procksch, Theologie des Alten Testament (1950) p.640. – 5 Cf. Rom 5:12-21. – 6 Cf. Sab 3:1s.
Fuente: Biblia Comentada
Toda esta sección es poesía, un dramático poema de discursos que intentan comprender el sufrimiento de Job.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Comienza el primer ciclo de discursos de Job y de sus tres amigos. Job fue el primero en romper el silencio de toda una semana con un lamento (Job 3:1-26).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Esta sección cubre los ciclos de discursos entre Job y sus bienintencionados amigos, incluyendo Eliú (caps. Job 32:1-22; Job 33:1-33; Job 34:1-37; Job 35:1-16; Job 36:1-33; Job 37:1-24).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Job respondió defendiéndose enérgicamente, completando el primer ciclo de discursos.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Job pasa a razonar con Dios (v. Job 13:3) y a exponer su causa.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
enfoque cambia aquí de Job mismo (como en 13:20-28) a la humanidad en general. Job está, por supuesto, todavía hablándose a sí mismo, pero, como lo hiciera antes, proyecta sus propios sentimientos y experiencias para incluir a toda la humanidad (cf. 3:20; 7:1-10). Lo que este capítulo puntualiza es que los seres humanos son demasiado insignificantes como para merecer la clase de escrutinio divino que Job mismo está experimentando. Dado que la vida humana es tan breve, Dios podría razonablemente pasar por alto sus pecados; difícilmente pueden éstos desafiar el orden del mundo (4).
7-12 El contraste entre la esperanza del árbol y la esperanza de la humanidad de una vida después de la muerte subraya el pensamiento del v. 5. La vida humana tiene un final fijo y no puede ser extendida. El árbol puede tener esperanza de una vida nueva (7); para los seres humanos no la hay hasta que no haya más cielos (12), lo cual significa nunca, hasta donde Job sepa. El pensamiento de Job vacila al borde de una esperanza de resurrección; si el Seol al menos pudiera ser un lugar de descanso final del cual no hay salida sino un lugar para esconderse del escrutinio y la ira de Dios (13), ¡un lugar de milicia que un día finalizaría (14)! Si al menos pudiera ser un lugar del cual Dios, complacido, trajera de vuelta a los seres humanos, habiendo dejado de buscar cualquier pecado que pudieran haber cometido, y habiendo sellado sus transgresiones en una bolsa (16, 17). Pero esa esperanza es vacía, dice Job y pregunta: Si el hombre muere, ¿volverá a vivir? (14). ¡No! Así como las montañas se erosionan y el polvo de la tierra es arrastrado por el agua, así la esperanza humana más firme es erosionada por la amarga realidad de la muerte (18, 19). Los seres humanos no tienen más esperanza que ser “vencidos” finalmente por Dios (20) y llevados al Seol en soledad, ni siquiera sabiendo qué está pasando sobre la tierra, ni siquiera si sus hijos alcanzan honra (21). En su aislamiento sienten sólo dolores de su propio cuerpo (22). La esperanza cristiana de la resurrección, a su manera, cumple el tembloroso deseo de Job. Aunque Job hubiera estado preparado para esperar una eternidad a fin de recibir su vindicación, en su relato, lo que sucede en esta vida es lo que cuenta.
Ha sucedido algo dramático en este discurso. Después de todas las demandas de Job de que todo terminará para él lo antes posible, y después de toda su afirmación de que es inútil disputar con Dios, hace lo peligroso e imposible. Job ahora formalmente insta a Dios a que le dé un informe de los crímenes por los cuales está siendo castigado. Y esa demanda, ahora que ha sido presentada, no puede ser retractada. Job no ha aparecido ante el tribunal para rogar por su vida o pedir misericordia, sino para demostrar su inocencia. No tiene fe en la bondad de Dios y poca fe en su justicia, pero tan seguro se siente de su inocencia que está convencido de que tarde o temprano será vindicado.
Todo este lenguaje legal es metafórico, por supuesto, pero eso no significa que sea meramente un lenguaje decorativo. Es el lenguaje del sentimiento, del sentimiento de cómo es no estar en armonía con Dios. Después de toda una vida piadosa, Job se ha visto destruido, y ha aprendido un lenguaje nuevo y más amargo para expresar la discordia en su universo. Ahora tiene que ser el lenguaje de la compulsión y división, de contención y fracaso.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
14.1ss La vida es breve y está llena de problemas, Job se lamenta en sus declaraciones finales. La enfermedad, la soledad, la desilusión y la muerte hicieron que Job dijera que la vida no era justa. Algunos entienden que los versículos 14 y 15 significan que, aun en su pesimismo, Job tenía la esperanza de la resurrección de los muertos. Si esto fuera cierto, entonces Job había entendido la única verdad que pondría su sufrimiento en perspectiva. La solución de Dios para los creyentes que viven en un mundo injusto es garantizarles vivir con El para siempre. No importa cuán injusto parezca su mundo presente, Dios le ofrece la esperanza de estar en su presencia por toda la eternidad. ¿Ha aceptado esta oferta?14.7-22 El Antiguo Testamento no nos dice mucho acerca de la resurrección de los muertos. Esto no debe sorprendernos, ya que Jesús aun no había conquistado la muerte. El pesimismo de Job acerca de la muerte es comprensible. Lo que es notorio es su esperanza floreciente (14.14). ¡Si Dios lo escondiera con los muertos y luego lo volviera a sacar a la vida! ¡Si pudiera morir y volver a vivir! Cuando tenemos que soportar el sufrimiento, tenemos una ventaja sobre Job, sabemos que los muertos resucitarán. Tenemos esperanza que se basa en la promesa de Cristo en Joh 14:19.14.22 El profundo discurso de Job en este capítulo ilustra una gran verdad: no basta con tener un conjunto correcto de doctrinas. Saber en qué creer no es todo lo que se requiere para agradar a Dios. La verdad que no se ha probado por medio de las experiencias de la vida puede volverse estática e inactiva. El sufrimiento puede traer una calidad dinámica a la vida. Al igual que la sequía lleva las raíces de un árbol a buscar agua en la profundidad, así el sufrimiento nos puede llevar más allá de la aceptación superficial de la verdad a la dependencia en Dios para una esperanza y para la vida misma.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) O: “El hombre terrestre”. Heb.: ’a·dhám.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 367 Sal 51:5; 1Co 11:12
b 368 Sal 39:5; Sal 90:10; Stg 4:14
c 369 Gén 3:19; Gén 47:9; Ecl 2:23
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
corto de días y lleno de turbaciones. Job insiste en que la vida del hombre es corta y al mismo tiempo llena de problemas.
Fuente: La Biblia de las Américas
[4] Algunos padres de la Iglesia creen que alude al pecado original.[12] Rom 8, 19; Hebr 1, 11; 2 Pe 3, 7.[14] Luc 20, 27; 1 Cor 15, 42-52; 1 Tes 4, 15-16.