Comentario de Salmos 32:2 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Bienaventurado el hombre a quien Jehovah no atribuye iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño.
Jehová no culpa de iniquidad. Lev 17:4; Rom 5:13; 2Co 5:19-21.
y en cuyo espíritu no hay engaño. Jua 1:47; 2Co 1:12; 1Pe 2:1, 1Pe 2:2; Apo 14:5.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
callé: El silencio era una tenaz resistencia a admitir la culpa, una esperanza de que con el tiempo el pecado y su castigo se borrarían. Mientras más demoraba David su confesión, más sufría. David se dio cuenta que no era sólo su conciencia o sus sentimientos los que lo estaban asaltando, sino la pesada mano de Dios (Sal 38:1, Sal 38:6-8). Sin importar a quien más dañe, la principal ofensa de cualquier pecado es contra Jehová.
tú perdonaste: Las consecuencias del pecado de David con Betsabé persistían a pesar del perdón de Dios (2Sa 12:13-20). Pero en este punto, las buenas nuevas eran el perdón de Dios. Dios había restablecido su relación con David.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
NO CULPA DE INIQUIDAD. Rom 4:6-8 cita los Sal 32:1-2 para mostrar que Dios trata a los pecadores sinceramente arrepentidos como justos, no porque la justicia sea algo que obtengan mediante sus obras, sino más bien porque la reciben como un don cuando confiesan sus pecados y creen en el Señor (cf. Sal 32:5).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
— alberga engaño: Las bienaventuranzas que abren el salmo (Sal 32:1-2) proclaman la felicidad de sentirse perdonado por Dios, una idea que constituye el eje central de este canto.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Jua 1:47.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O léase: “hombre terrestre”. Heb.: ’a·dhám.
REFERENCIAS CRUZADAS
b 963 Lev 17:4; Rom 5:13; 2Co 5:19
c 964 Jua 1:47