Comentario de Salmos 50:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
(Salmo de Asaf) Jehovah, el Dios de dioses, ha hablado; ha convocado a la tierra desde donde sale el sol hasta donde se pone.
(Título).
Salmo de Asaf. Sal 73:1; Sal 83:1; 1Cr 15:17; 1Cr 16:37; 1Cr 25:2, 1Cr 25:6; 2Cr 29:30.
El Dios de dioses. Sal 145:3-6; Gén 17:1; Jos 22:22; Neh 9:6, Neh 9:32; Isa 9:6; Jer 10:6; Jer 32:18, Jer 32:19.
Jehová. 1Re 18:21, 1Re 18:36, 1Re 18:37; Isa 37:20; Isa 54:5.
ha hablado. Isa 1:2; Amó 3:8.
y convocado la tierra. Sal 49:1, Sal 49:2; Sal 113:3; Mal 1:11; Mat 25:32.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La majestad de Dios en su pueblo, Sal 50:1-4.
Su orden de congregar sus santos, Sal 50:5, Sal 50:6.
Dios no se complace en las ceremonias, Sal 50:7-13,
sino en la sinceridad de la obediencia, Sal 50:14-23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
es un salmo de sabiduría, es el primero de los doce poemas atribuidos a Asaf, uno de los principales músicos nombrados por David. Este salmo contrasta las distinciones del justo y del malo a los ojos de Dios, un tema constante de los autores de sabiduría. En el pensamiento bíblico, la verdadera sabiduría se basa en el «temor de Dios», una respuesta apropiada a la sobrecogedora naturaleza de Dios. En este salmo, se retrata a Dios como el gran Juez (Sal 96:1-13; Sal 97:1-12; Sal 98:1-9). La estructura del salmo es:
(1) una alabanza a Dios que resplandece desde Sion (vv. Sal 50:1-3);
(2) una visión de la venida de Dios, el gran Juez (vv. Sal 50:4-6);
(3) la instrucción del gran Juez a su pueblo con relación al sacrificio (vv. Sal 50:7-15);
(4) La condena del gran Juez a los malos (vv. Sal 50:16-21);
(5) las palabras del gran Juez sobre la condenación y la salvación (vv. Sal 50:22, Sal 50:23).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
El texto hebreo usa los tres términos el Dios de dioses y Jehová, como una sorprendente introducción a este poema. Este lenguaje sugiere un gran despliegue del propio Dios en medio de su pueblo (Sal 18:7-9).
De Sion: La gloria de Dios resplandece desde su santuario en Jerusalén.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Salmo 50 (Vg 49): El Culto Aceptable a Dios.
E sta composición salmódica es, por su contenido, muy afín al de la predicación profética: se rechaza el formalismo externo del culto cuando va desprovisto de un espíritu de compunción y de fidelidad a la Ley, con sus preceptos relativos a los derechos de Dios y del prójimo 1. El salmo se divide en tres partes: a) preludio: el poeta describe una teofanía de Yahvé, que se manifiesta en su majestad aterradora para destacar más la urgencia de cumplir lo que va a comunicar (1-6); b) el culto formalista externo no tiene valor si no va acompañado de sentimientos religiosos internos, respetando los derechos de Dios (7-15); c) deben guardarse, ante todo, los preceptos de justicia y caridad con el prójimo (16-23).
El estilo es el de los oráculos profetices, haciendo hablar al propio Dios. La introducción recuerda la teofanías del Sinaí, que quedaron como modelo literario estereotipado para describir las terroríficas apariciones del Dios de Israel 2. Se apostrofa a los cielos y a la tierra, se interroga, amenaza, todo lo cual está dentro del estilo característico de los profetas. Es, pues, este salmo una composición didáctico-profética. “El salmo anterior, 49, era un eco del “sabio,” mientras que éste lo es de los profetas; conforme al método característico “sapiencial,” el autor se dirige a “todos los pueblos”; aquí, según el característico método profético, se dirige al “pueblo de Yahvé” 3. La doctrina versa sobre los deberes hacia Dios y hacia el prójimo, conforme a la distribución general del Decálogo. Ya a Samuel se había dicho que Dios prefiere la “bondad a los sacrificios, y la obediencia a los holocaustos.”4 La doctrina del salmo se relaciona con lo expuesto en Isa 1:11s y Miq 6:6s. Esta verdad aparece después en la literatura sapiencial5. El valor de los sacrificios es inferior a los deberes morales, y, sobre todo, aquéllos no tienen valor sin el cumplimiento de éstos.
En el título el salmo se atribuye a Asa/, que era músico de David 6. Como hay cierta dependencia literaria respecto de los grandes profetas, hemos de suponer que es posterior al rey-poeta; así, puede ser eco cíe la predicación profética del siglo VIII al VI a.C. No pocos críticos prefieren rebajar la época de composición a los tiempos posteriores al destierro babilónico en razón de algunos supuestos arameísmos7.
Introducción: teofanía de Yahvé, que viene a juzgar. a Israel (1-6)
1 Salmo de Asaf. El Dios de dioses, Yahvé, habla, convoca a la tierra desde el levante al poniente. 2 Desde Sión, dechado de hermosura, Dios se mostró esplendoroso. 3Viene nuestro Dios, y no en silencio; le precede un fuego devorador, en su derredor cruje furiosa tempestad, 4 Convoca desde arriba a los cielos y a la tierra para juzgar a su pueblo: 5 “¡Reunid a mis piadosos, que sellaron con un sacrificio mi alianza!” 6 Que los cielos promulguen su justicia, porque es Dios el que juzga.
En esta teofanía de Yahvé se le presenta viniendo del centro de la teocracia, Sión, y mostrándose en su majestad fulgurante como en el Sinaí 8. Es presentado a los lectores de modo sobrecogedor para conseguir un efecto psicológico de temblor: la misma tierra es invitada a comparecer ante el Juez soberano, Yahvé, Dios de dioses. Los nombres de la divinidad se acumulan para impresionar más a los destinatarios: Yahvé es, bajo este nombre, el Dios vinculado a los destinos de Israel como colectividad nacional; con su nombre de Elohim, que traducimos por el genérico de Dios, dice relación a toda la obra de la creación y a toda la humanidad. El mismo Dios de la alianza- – Yahvé- – es el Creador y Soberano de la historia humana 9. Como tal, está por encima de todos los supuestos dioses de las gentes. Para el salmista, el Dios nacional Yahvé es la realidad suprema de las cosas, que ahora se le manifiesta para juzgar al pueblo elegido por sus infidelidades. Su morada oficial en la tierra es Sión, a la que se califica como aechada de hermosura, es la “delicia de toda la tierra” de Sal 48:3 10. En 1Ma 2:12, el templo es llamado “nuestra beldad y nuestra gloria.” Yahvé habita en el templo, sobre los querubines 11, y de esa morada oficial sale ahora, revestido de majestad y fulgor, a juzgar a su pueblo prevaricador. Y convoca a toda la tierra en toda su latitud – desde el levante al poniente – para que sea testigo de este juicio que va a hacer sobre el pueblo elegido.
La manifestación de Dios no es en silencio, sino ruidosa en extremo, pues lleva por escolta el fuego abrasador y la furiosa tempestad, sembrando el terror por doquier 12 y barriendo con sus rayos a todos los que se opongan a su paso. El profeta Habacuc describe así la teofanía de Yahvé: “Su majestad cubre los cielos, y la tierra se llena de su gloria. Su resplandor es como la luz: de sus manos salen rayos, con que vela su poder. Delante de él va la mortandad, y a su zaga el azote. Si se detiene, hace temblar la tierra, y si mira, conmueve las naciones. Los montes eternos se resquebrajan, se abajan los eternos collados, sus antiguos caminos”13. Pero el salmista no hace venir a Yahvé del Sinaí, como es ley en esta literatura cíe teofanías, sino del propio templo de Jerusalén, para mostrar que, si bien mora en medio de ellos y los gobierna plácidamente, “como mansamente descienden las aguas de Siloé” 14, cuando llega el momento de la justicia, sale de su templo a castigar a los transgresores.
Por exigencias de su naturaleza tiene que vivir en una atmósfera de “santidad,” y por ser el “Santo de Israel” no puede tolerar habitar en medio de un ambiente de infidelidad religiosa 15. Los cielos y la tierra deben ser testigos de su intervención judicial, pues toda la creación debe apercibirse de las exigencias de su justicia ultrajada; y, en concreto, los cielos y la tierra han sido testigos de las defecciones de Israel a través de la historia 16. El poeta, en un arranque oratorio, invita a la naturaleza muda a asistir al juicio contra el pueblo pecador. En el cántico de Moisés 17 se toma a los cielos y a la tierra como testigos de las acusaciones que el profeta va a lanzar. Isaías invita también a los cielos y a la tierra a escuchar las palabras de Yahvé, ya que su pueblo no quiere escuchar 1S. El salmista da a los cielos y a la tierra.categoría de jueces, pues cita a los acusados ante ellos y les pide que den sentencia conforme a las exigencias de Dios (v.6).
Como a jueces, pide a los cielos y a la tierra que hagan comparecer a los piadosos que sellaron con un sacrificio la alianza (v.5), es decir, a los israelitas, que, como tales, están teóricamente vinculados a Dios y son objeto de su especial providencia y protección. Desde los tiempos del Sinaí, Israel quedó obligado a su Dios, y sus deberes quedaron sancionados por el sacrificio de la alianza 19. Esta práctica se repitió a través de las nuevas generaciones: los sacrificios del templo eran como una reiteración implícita de la alianza y de sus obligaciones. En el “Libro de la alianza” se sancionó la práctica ritual de los sacrificios como expresión de reconocimiento de la soberanía del Dios de Israel 2°. Yahvé aquí, en el salmo, recuerda este rito para hacer ver la obligación que tienen los israelitas de cumplir sus preceptos, que formaban parte esencial de la alianza sellada con el sacrificio.
El poeta pone de nuevo por testigos a los ciélos para que den su veredicto (promulguen su justicia…) sobre la conducta infiel de los que se habían comprometido con una alianza solemne sellada con sacrificios. Los cielos son la morada por excelencia de la divinidad, y, por tanto, aparecen asociados al Dios que juzga, el único que en realidad puede dar un veredicto de justicia (v.6).
Los sacrificios externos solos no son aceptos a. Dios (7-15)
7 ¡Oye, pueblo mío, que te hablo yo; que testimonio contra ti, oh Israel! Yo soy Elohim, tu Dios. 8 No te reprendo por tus sacrificios ni por tus holocaustos, que están siempre ante mí. 9 No tomaré becerros de tu casa, n1 Machos cabríos de tus apriscos; 10 porque mías son todas las bestias de la selva y los miles de animales de los montes. 11Yo conozco todas las aves de los cielos 21, y todo lo que en el campo se mueve me pertenece. 12 Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo y cuanto lo llena. 13 ¿Como yo acaso la carne de los toros? ¿Bebo acaso la sangre de los cabritos? 14 Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y cumple tus votos al Altísimo. 15 E invócame en el día de la angustia; yo te libraré y tú me glorificarás.
Como en los oráculos proféticos, Yahvé pide aquí atención a sus palabras, enunciando su contenido general 22. Dios es aquí el acusador y el juez, como en el exordio anterior los cielos y la tierra eran a la vez testigos y jueces. En los esquemas literarios son posibles estas aparentes anomalías jurídicas, porque los autores juegan con diversos planes de enfoque del tema, y según el matiz de cada uno dramatizan el desarrollo de las ideas. Así, enfáticamente, Yahvé se presenta como el Dios nacional de Israel, con lo que insinúa sus derechos a ser atendido, no sólo como Creador, sino como plasmador en la historia de la conciencia nacional israelita dentro de una organización teocrática solemnemente sancionada con una alianza. Yahvé habla aquí a Israel como colectividad histórica, como pueblo elegido con una misión concreta. Por eso testimonia contra su conducta; Yahvé es, pues, a la vez testigo, acusador, fiscal y juez 23.
Su requisitoria empieza con la declaración de que no se queja por la falta de sacrificios ofrecidos, que diariamente están ante El (v.8). En la legislación se imponían ciertos sacrificios como homenaje a Yahvé, pero en el supuesto de que estos actos de culto externo incluyeran la obediencia a sus mandatos. Ahora los israelitas cumplen sólo la primera parte: la ofrenda de sacrificios. Por ello no les reprende bajo este aspecto, sino por la falta de religión interior y de moral. Mañana y tarde se ofrecían sacrificios en el templo 24, y esta práctica subsistió hasta la destrucción del recinto sagrado y aun después de su reconstrucción.
Pero este cumplimiento de la Ley en lo referente a los sacrificios es lo menos importante en la apreciación divina, ya que Yahvé no tiene necesidad de nada, pues de El son todas las bestias y animales del campo. Los sacrificios, unos eran públicos y otros de devoción privada. En los holocaustos se quemaba toda la víctima en el altar, y por ello eran los más perfectos 25. Al lado de éstos estaban los pacíficos y los expiatorios por el delito y por el pecado 26. Los israelitas, por su cuenta, hacían sacrificios de diversa índole según las circunstancias lo reclamaran. Aquí Yahvé supone que los israelitas cumplen normalmente con sus obligaciones sacrificiales particulares, aparte cíe los sacrificios públicos – el cotidiano por la mañana y por la tarde, y otros en los novilunios y fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos -, que ofrecía oficialmente la clase sacerdotal en nombre de la nación 27. El salmista no concreta el tipo de sacrificios a que alude, pero no interesa para resaltar la idea general de que Dios no se queja del incumplimiento de la obligación de ofrecer sacrificios (v.8).
Los v.9-13 insisten sobre el hecho de que Dios no necesita víctimas sacrificiales, pues suyos son todos los vivientes que pueden servir para el altar. No se quiere condenar los sacrificios culturales del templo – en el v.5 se afirma el valor de la alianza santificada por los sacrificios, y en los v.14 y 23 se recomiendan los sacrificios eucarísticos -, sino destacar que son algo accesorio en comparación a las exigencias del código religioso y moral del Decálogo. La sustancia de la alianza del pueblo con Yahvé radica en el cumplimiento de las cláusulas de la misma en sus líneas esenciales ético-religiosas. Los israelitas creían que Yahvé estaba irritado con ellos porque no le ofrecían suficientes sacrificios que tuvieran la virtud de aplacarle, pero Dios sale al paso de esta conjetura, diciendo que no está irritado con ellos por falta de sacrificios, pues no los reprende sino por la falta de la entrega íntima y sincera del corazón 28.
Los espíritus simplistas creían que Yahvé tenía necesidad de las víctimas, como si tuviera hambre, como los seres humanos. Si así fuera, le bastaría echar mano de los animales de la selva, que le pertenecen (y. 12). Según los pueblos gentiles, sus divinidades tenían necesidad de alimentos materiales. El salmista reacciona contra esta concepción burda, que parece tenía eco en el pueblo, contagiado por los otros cultos idolátricos: los sacrificios no son alimento de Yahvé (v.13), sino un mero reconocimiento externo de su soberanía, pero en el supuesto de que la conducta moral vaya en consonancia con esta manifestación exterior de acatamiento a la soberanía divina 29. En ese supuesto, se invita a los israelitas a ofrecer sacrificios de alabanza o de acción de gracias, cumpliendo puntualmente los votos hechos al Altísimo (v.14). Esto supone en la perspectiva del salmista un reflejo de mayor interioridad del alma 30. En todo caso, aun sin sacrificios, Yahvé está dispuesto a ayudar a los suyos cuando le invocan en los momentos de angustia31; después de ser liberado de esa situación, debe glorificar a Yahvé, reconociendo sus beneficios. La panorámica del salmista es muy espiritualista, y, sin rechazar los sacrificios cruentos, no les otorga un valor talismánico para aplacar a Dios; al contrario, cree que hay otras manifestaciones religiosas más íntimas y aceptas al Altísimo.
Contra la hipocresía religiosa (16-23).
16 Pero al impío di cele Dios: ¿Quién eres tú para enumerar mis mandamientos y tomar en tu boca mi alianza, 17tú que aborreces la disciplina y echas a la espalda mis palabras? 8 Si ves a un ladrón, corres con él, y tienes tu parte con el adúltero. 19 Abandonas tu boca al mal, y tu lengua urde el engaño. 20 Sentado hablas contra tu hermano, y contra el hijo de tu madre esparces la calumnia. 2l Esto haces, y ¿voy a callarme? ¿Creíste que era yo como tú? Yo quisiera corregirte, poniendo esto ante tus ojos. 22 Entended, pues, los que os olvidáis de Dios, no sea que os destroce, sin que haya quien os libre. 23 El que me ofrece sacrificios de alabanza me glorifica; y a quien sigue el camino, le mostraré la salvación de Dios.
En esta sección segunda, el salmista considera las relaciones con el prójimo, como en la anterior se hablaba de las relaciones del israelita con Dios. El que hace caso omiso de los mandamientos de Dios no tiene derecho a hacer gala de ellos, repitiéndolos con hipocresía ante los demás (v.16). Ellos son las palabras de Dios, y la síntesis de su alianza 32. El salmista tiene en su mente a los que se dedican a estudiar la Ley divina, pero que hacen caso omiso sistemáticamente de ella; es el eterno divorcio del dogma y la moral en la vida práctica de una sociedad que padece inflación religiosa, como en la teocrática de Israel. El credo religioso impone una disciplina y modo de obrar en consonancia con los principios teóricos aceptados. En la sección anterior se reprobaba el formulismo litúrgico externo, vaciado de vida interior; ahora se declara la inconsecuencia del que hipócritamente hace gala de su religión y hace tabla rasa de los mandamientos divinos, y se enumeran las transgresiones contra los preceptos de la segunda tabla del Decálogo, relativos a los deberes con el prójimo 33: robo, adulterio, difamación… Ni se respetan las relaciones de sangre, pues se difama al hermano 34. ¡A tal estado de degeneración ha llegado la sociedad! Todo esto está clamando por la intervención justiciera de Yahvé, que no puede callarse (v.21). Dios no es un juez venal, que se deja comprar por dádivas – los sacrificios -, para cerrar los ojos a todos los desórdenes morales de los que hipócritamente invocan sus palabras. Ante todo están las exigencias de su justicia insobornable, y por eso tiene que corregir, declarando ante los ojos de los malvados su falsa conciencia. En consecuencia, si viven olvidados de Dios, su intervención punitiva terminará por destrozarlos, sin posibilidad de salvación. Aquí Dios es comparado a una fiera salvaje, que ataca a la presa y la desgarra despiadadamente 35. El salmista termina por declarar las dos condiciones necesarias para conseguir la salvación de parte de Dios: ofrecer sacrificios de alabanza o de acción de gracias (los sacrificios “pacíficos,” que iban seguidos de un convite de comunión con la divinidad) 36, y seguir el camino trazado por sus preceptos relativos a los deberes para con el prójimo (v.2s).
1 Cf. Isa 1:10-20; Jer 7:3-28; Ain 5:21. – 2 Cf. Ex 9; Deu 33:3; Jue 5:4; Hab 3:3-6; Job 38:1; Job 40:6; Sal 18:8-13. – 3 A. F. Kirkpatrick, o.c., 276. – 4 Sam 15:22. – 5 Cf. Pro 21:3; Eco 35:1-7; Sal 40:7; Sal 41:17s; Sal 69:31s; 15; Sal 24:25. – 6 Cf. 2Cr 29:30 : se le considera como profeta. Los asuj’itas eran cantores y timbalistas leí templo (cf. 2Cr 35:15; Esd 2:41; Esd 3:10). Doce salmos se atribuyen a Asaf, de familia evítica. levítica. – 7 Cf. E. Podechard, O.C., 229. – 8 Cf. Exo 13:16s. – 9 En Jos 22:22 encontramos la misma combinación de nombres divinos (cf. Deu 4:31; Gen 33:20; Gen 46:3; Deu 6:15; Deu 7:9). – 10 Cf. Lam2,rs. – 11 Cf. Sal 80:2. – 12 Cf. Deu 4:24; Deu 9:3; Heb 12:29; Sal 58:10; Isa 29:5; Exo 19:16.18; Sal 18:8s; Sal 97:35. – 13 Rab 3:4s. – 14 Isa 8:6. – 15 Cf. Is 6:2s. – 16 Cf. Deu 4:26.32; Deu 31:28; Deu 32:1; Isa 1:2; Miq 1: Sal 2:6 :1-2. – 17 Cf. Deu 31:28. i” Isa 1:2. – 19 Cf. Exo 24:53. – 20 Cf. éxo 20:245. – 21 El TM dice “aves de los montes.” Los LXX y antiguas versiones dicen “aves del cielo,” lo que se adapta mejor al contexto. – 22 Cf. Isa 1:10; Isa 28:14; Isa 44:1; Isa 48:1; Isa 51:1; Jer 2:4; Miq 3:1; Gen 15:7; Exo 3:6. – 23 Cf. 8éxo 50:9. – 24 Cf. Num 28:35. – 25 Cf. Lev 1:1s. – 26 Cf. Lev 4:1 s. – 27 Cf. Levó.is. – 28 En la tradición popular se medía la piedad religiosa por el número de los sacrificios (cf. 2Sa 6:13.17; 1Re 8:5.62-65; 1Cr 15:2; 1Cr 16:1; Esd 6:17; Neh 10:33-40). – 29 Cf. Sal 69:305; Ose 14:2. – 30 Cf. Lev 7:16; Sal 61:7. – 31 Cf. Sal 20:2. – 32Cf. Exo 20:1 ; Deu 5:19. – 33 Cf. Miq 7:6; Jer 9:4. – 34 Gen 27:29. – 35 Cf. Sal 7:3. – 36 Cf. Lev 7:19-21.
Fuente: Biblia Comentada
El Dios de dioses, Jehová. Se presenta al Juez divino con tres significativos nombres del AT. Los dos primeros son las formas corta y larga de la palabra más común para «Dios» en el AT y el tercero es el nombre por excelencia para el Dios de Israel, es decir, Yahweh, Jehová (cp. su origen histórico en Éxo 3:14). Desde el nacimiento del sol hasta donde se pone. Un común modismo del AT comunicando la idea de este y oeste, es decir, por todo el planeta.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
:Título Este es el primer salmo titulado «Salmo de Asaf» (cp. Sal 73:1-28; Sal 74:1-23; Sal 75:1-10; Sal 76:1-12; Sal 77:1-20; Sal 78:1-72; Sal 79:1-13; Sal 80:1-19; Sal 81:1-16; Sal 82:1-8; Sal 83:1-18 en el libro III de Salmos). Para referencias a «Asaf», (cp. 1Cr 6:39; 1Cr 15:16 ss; 1Cr 16:5 ss; 1Cr 25:1 ss; 2Cr 5:12; 2Cr 29:30; Esd 2:40; Neh 12:46). En ocasiones, el simple «Asaf» puede significar la expresión más larga de «los hijos de Asaf». Se debe examinar cada ocasión para ver qué relación pudiera haber entre un salmo determinado y «Asaf», es decir, compuesto por, transmitido por, cantado por este especial coro levítico. Muchos antiguos comentaristas creen que el Sal 50:1-23 fue redactado por el original «Asaf».
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
A lo largo del salmo se cita al mismo Dios. Por consiguiente, su forma se parece a los escritos proféticos que se especializaban en comunicar oráculos divinos. Su principal carga es bosquejar la naturaleza de la verdadera adoración (es decir, «adorar en espíritu y en verdad» cp. Jua 4:24). El salmista desarrolla de forma competente esta carga de una forma polémica con sus denuncias de la hipocresía. Jehová Dios, el Juez supremo, presenta dos acusaciones de delito contra su profeso pueblo.
I. Introducción: El Juez supremo comparece para presidir (Sal 50:1-6)
II. El Juez supremo presenta dos acusaciones (Sal 50:7-21)
A. Primera acusación: Ritualismo (Sal 50:7-15)
B. Segunda acusación: Rebelión (Sal 50:16-21)
III. El Juez supremo ofrece una solución (Sal 50:22-23)
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Salmo 50 (49): Con el estilo característico de las exhortaciones proféticas (ver Isa 1:1-31; Isa 58:1-14; Amó 5:1-27), este salmo presenta la acusación que Dios dirige contra su pueblo por haber sido infiel a la alianza. El proceso judicial que aquí se inicia tiene su continuidad lógica en el Sal 51:1-19.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Deu 10:17.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Salmo 50. ¡perdonado con Una Advertencia!
La escena es el día del Juicio, habiendo sido convocada toda la tierra (1) para aparecer ante Dios. El pueblo del pacto en particular (4, 5) es llamado a comparecer ante el Juez divino (6). Son acusados en dos grupos: los que aman los ritos religiosos (8) pero descuidan la gratitud, obediencia y oración (14, 15), y los que que recitan la ley (16) pero no la cumplen (17-21). El Salmo termina (22, 23) llamando a estos dos grupos a que se corrijan. La sección central (7-21) tiene la misma “forma” del Culto del Pacto en Exo. 24:3-8 donde el ritual del sacrificio y la sangre (vv. 4-6) es seguido por la recitación de la ley (vv. 7, 8). Por ello, el Salmo es muy adecuado para un festival de renovación del pacto, ya que provee una estructura que facilita el autoexamen personal.
1-6 El tribunal convocado. Cuando el Juez, los acusados y el lugar de la sesión han sido anunciados (1, 2), hablan por turno tres voces: que Dios viene para hablar (en juicio, 3); que viene como el Dios santo del Sinaí en el fuego y la tempestad (cf. Exo. 19:16-18) y que el juicio está por comenzar en la casa de Dios (4; cf. 1 Ped. 4:17). Cuando ya el tribunal está en sesión, el Juez convoca a su pueblo (5, 6). 1 Jehovah, el Dios de dioses, en realidad: “El Todopoderoso, Dios, el Señor.” Esta triple fórmula aparece únicamente aquí y en Jos. 22:22 cuando las tribus transjordánicas fueron acusadas de apostasía y la usaron como una afirmación. En ese sentido concuerda con este Salmo donde se cuestiona la realidad de la lealtad. 3 No callará. El juicio no será un acto sin explicaciones donde el pueblo podría o no reconocerlo como obra de Dios. Todo se declarará abiertamente. 4 Cielos … tierra (cf. Deut. 4:26; 1 Crón. 16:31; Sal. 69:34 s.; Isa. 1:2; Jer. 2:12). Aquí, el orden creado asiste como un testigo del demandante, habiendo observado silenciosamente todo lo ocurrido (ver 6). 5 Fieles. La palabra combina “amados (por Dios)” y “consagrados (a Dios)”. Pacto … sacrificio (Exo. 24:3 ss.). 6 Si los cielos han sido testigos de las faltas humanas (4), también lo han sido de la justicia divina y pueden afirmar la aptitud del Señor como Juez.
7-21 La acusación. La convocatoria (7) va seguida de dos acusaciones (8-15, 16-21). El v. 7 está lleno de temas del éxodo: Pueblo mío trae a la mente Exo. 7:16, el pueblo escogido; Israel es el “primogénito” del Señor, el objeto de la redención (Exo. 4:22); Dios, el Dios tuyo, refleja Exo. 20:2, el título del Dios redentor.
8-15 Formalismo ritual. Hace referencia a los que se deleitaban en hacer sacrificios (8) pero se equivocaban en el propósito de ellos, pensando que por su intermedio de alguna manera estaban enriqueciendo a Dios (9-13), pero no vivían responsablemente ante Dios dándole acciones de gracias, obediencia y oraciones de fe (14, 15). 8 El Señor no reprochará lo que ha ordenado y en cuanto a lo que se refiere al material usado en sacrificio nada tiene que reprochar. El ritualista es siempre puntilloso. 9-13 Pero caían en dos errores: que Dios necesitaba lo que ellos tenían (9-11) y que Dios dependía de lo que ellos le daban (12, 13). Creían que la religión era el hombre llegando a Dios, sirviéndole, ministrándole; lo cual es el más profundo de los errores religiosos. 13 Las religiones paganas alrededor de Israel creían que sus dioses eran nutridos por los sacrificios que ellos ofrecían. Se comete el mismo error toda vez que el mero quehacer de la vida religiosa se convierte en algo importante en sí. 14, 15 Por el contrario, la religión verdadera es responder con gratitud (por su gracia, bondad, etc.), obedientemente (en cumplimiento del voto del pacto de guardar su palabra, Exo. 24:7), en oración (dependiendo de que él sea suficiente en cada dificultad) y con devoción (dándole el honor que él merece).
16-21 Formalismo en las creencias. Es la expresión que define a las personas cuidadosas en decir todo muy correctamente (16), pero cuyas vidas contradicen lo que profesan (17-21). Los acusa: detestas la palabra de Dios (17) y desobedecen sus mandamientos (18a [octavo mandamiento]), 18b [séptimo], 19 [noveno]); lo ofenden con su formalismo vacío en la iglesia, con su desobediencia intencional en su vida, con la falsedad en sus relaciones, la corrupción de su hablar y su falta de amor en el hogar. Y para remacharlo, edifican su teología sobre el silencio aguantador de Dios (21), creyendo que el Señor es moralmente tan indiferente como ellos.
22, 23 La advertencia. La misericordia divina aguanta. La sentencia merecida todavía es cosa del futuro y la puerta de la salvación permanece abierta (21-23). 22 va dirigido a aquellos (16-21) cuyas vidas desdicen su profesión. El problema de ellos no es que no tengan en cuenta la ley sino que os olvidáis de Dios como alguien presente con ellos, consciente de su conducta ofensiva, como el Santo, ordenando a su pueblo a ser como él (Lev. 19:2). 23 Va dirigido a aquellos (8-15) cuya religión es meramente puntillosa: a ellos se les recuerda que la religión verdadera es sensible a lo que Dios ha hecho (cf. 14), y cuidadosa en su manera de vivir (23, “el que actúa cuidadosamente en [su] camino [de vida]”). Por último, el Salmo que empezara con Jehovah convocando a juicio (1-6) termina con él ofreciendo salvación (23).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
50.1ss Dios juzga a quienes lo toman a la ligera. Primero, habla a la gente que aparenta ser religiosa y que realiza sus sacrificios solo en forma automática (50.1-15). No honran a Dios con una alabanza y gratitud verdaderas. Segundo, reprende a las personas duras de corazón y malvadas ya que sus palabras perversas salen de bocas mentirosas y vidas inmorales (50.16-22). A los que son superficialmente religiosos les pide una confianza y gratitud sinceras. A los malvados les advierte considerar sus obras, para que no les destruya en su enojo.50.1-4 Este salmo comienza como si Dios al fin estuviera listo para juzgar a los malvados de la tierra. Pero de repente, leemos que la gran furia de Dios se dirige contra su propio pueblo (o al menos hacia los que dicen ser suyos). El juicio de Dios debe comenzar con los suyos (1Pe 4:17).50.5-9 La naturaleza moral perfecta de Dios demanda el juicio del pecado con la muerte. Una persona podía ofrecer un animal a Dios como un sustituto de sí mismo, simbolizando así su fe en la misericordia y el perdón de Dios. Sin embargo, ¡el pueblo ofrecía sus sacrificios y se olvidaba de su significado! El propio acto del sacrificio mostraba que alguna vez estuvieron de acuerdo en seguir a Dios con todo el corazón. Pero ahora sus corazones ya no estaban allí. Nosotros podemos caer en este mismo patrón cuando participamos en actividades religiosas, diezmos, o asistimos a la iglesia por hábito o por conformismo y no por obediencia y amor sinceros. Dios quiere justicia y no rituales vacíos.50.16-22 Algunas personas recitan sin reflexión las leyes de Dios, pero están llenas de engaño y maldad. Reclaman las promesas de Dios, pero se niegan a obedecer sus leyes. Esto es pecado y Dios las juzgará por ello. También nosotros somos hipócritas cuando no vivimos conforme a lo que decimos ser. Permitir que esto suceda muestra que no somos verdaderos seguidores de Dios.50.21 En ocasiones pareciera que Dios guarda silencio. Este silencio no significa que pasa por alto el pecado o es indiferente ante él. En realidad retarda el castigo merecido, dando tiempo para que la gente se arrepienta (2Pe 3:9). Dios no se agrada de la muerte del impío y quiere que se vuelva de su mal (Eze 33:11). Pero este silencio no es para siempre, llegará el momento del castigo.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) “El Divino, Dios, Jehová.” O: “El Dios de dioses, Jehová”. Heb.: ’El ’Elo·hím Yehwáh. Véase Jos 22:22, n: “Jehová”.
(2) “Y la tierra empieza a temer”, por un cambio en M.
REFERENCIAS CRUZADAS
a 1653 1Cr 15:17
b 1654 Jos 22:22; Isa 46:9; Jer 32:18
c 1655 Sal 95:3
d 1656 Amó 3:8
e 1657 Isa 1:2
f 1658 Isa 45:6
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
Salmo 50 Este Salmo es una reprensión a los adoradores de Dios en el templo que le deshonran con su insinceridad e inconsistencia de vida. Es un Salmo de integridad de la fe. El Salmo tiene dos partes principales: una introducción (vers. 1-6) y el cuerpo central (vers. 7-23). La introducción tiene dos partes: 1) Dios se aparece en una teofanía para dirigirse a los adoradores (vers. 1-3); y 2) Dios anuncia su propósito al aparecerse, que es el juzgarlos (vers. 4-6). El cuerpo del Salmo consiste de dos acusaciones y dos ordenanzas. En los vers. 7-15, Dios acusa al pueblo que lo adora (no al pueblo de Israel en general) de deshonrarle, ofreciendo sacrificios impropios y demandando sacrificios de acción de gracias. En los vers. 16-23, El los acusa de deshonrarle al recitar el pacto divino sin guardarlo y nuevamente demanda sacrificios de acción de gracias. Una relación de pacto con Dios exige ambos elementos: proclamación de la fe y la práctica de la misma. El Salmo muestra conexiones claras con el pacto sinaítico. Se pudiera comparar: 1) el fuego y la tormenta (vers. 3) con la teofanía (aparición en el Sinaí; Ex 19:16-19); 2) los dos temas relacionados con la ética y la adoración con los mandatos de Dios orientados hacia la adoración y la alabanza (vers. 7-15). El Señor que se apareció en el Sinaí ahora se aparece en Sion, la perfección de hermosura (vers. 2) para aplicar la verdadera naturaleza de la relación de pacto. La ley era leída a todo el pueblo cada siete años (Dt 31:9-13), y los que la recibían tenían acceso al templo al haber observado sus demandas (véanse Sal 15 y 24).
Fuente: La Biblia de las Américas
Esta advertencia de Asaf anuncia una manifestación de Dios para juicio (vv. Sal 50:1-6) y presenta una acusación de Dios a su pueblo por los sacrificios engañosos (vv. Sal 50:7-13), con instrucción para la corrección (vv. Sal 50:14-15) y una acusación por las prácticas inmorales (vv. Sal 50:16-21), con instrucción para la corrección (vv. Sal 50:22-23). Asaf también escribió los Sal 73:1-28; Sal 74:1-23; Sal 75:1-10; Sal 76:1-12; Sal 77:1-20; Sal 78:1-72; Sal 79:1-13; Sal 80:1-19; Sal 81:1-16; Sal 82:1-8; Sal 83:1-18 (véase nota en Esd 2:41).
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Elohim, Elohim… Lit. ´El, Elohim → §001.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Fuente: La Biblia de las Américas
SALMO 50 (49)[3] La aparición de Dios en Jerusalén es una manifestación esplendorosa o teofanía.