Biblia

Comentario de Salmos 119:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Salmos 119:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Bienaventurados los íntegros de camino, los que andan según la ley de Jehovah.

ALEFBienaventurados. Sal 1:1-3; Sal 32:1, Sal 32:2; Sal 112:1; Sal 128:1; Mat 5:3-12; Luc 11:28; Jua 13:17; Stg 1:25; Apo 22:14.

los perfectos. 2Re 20:3; 2Cr 31:20, 2Cr 31:21; Job 1:1, Job 1:8; Jua 1:47; Hch 24:16; 2Co 1:12; Tit 2:11, Tit 2:12.

los que andan en la ley de Jehová. Eze 11:20; Ose 14:9; Luc 1:6; 1Ts 4:1, 1Ts 4:2.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Este Salmo contiene varias oraciones, alabanzas, y declaraciones de obediencia, Sal 119:1-176.

am 3560, Año 444 a.C. (Título) Este Salmo, que probablemente fue compuesto por Esdras, es otro Salmo alfabético: consiste en ventidós partes, correspondiente al número de las letras hebreas; cada parte se divide en ocho versos, y cada verso comienza con esa letra formando el octeto; es decir, los primeros ocho versos comienzan con [א,] los segundos ocho con [ב,] y así sucesivamente. Es una elegante, importante y útil composición; los temas principales son la excelencia de las leyes de Dios, y el gozo de aquellos que las observan.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

es un salmo de sabiduría, es el primero relativo a la Torá (Sal 19:1-14). Celebra la Palabra de Dios de forma casi exhaustiva. Este poema tan largo es un acróstico: hay ocho versos que comienzan con cada una de las veintidós consonantes del alfabeto hebreo. Dentro del salmo aparecen una y otra vez ocho palabras para la ley de Dios: ley; testimonios; promesa; preceptos; estatutos; mandamientos; juicios; palabra. El salmo usa el significado completo de todas estas palabras mientras amplía la aplicación de la ley de Dios tanto a la vida diaria de Israel como a su destino. La ley es específica y general, directiva y restrictiva, liberadora y abierta, misericordiosa y solemne; es tan compleja como el Dios que la dio. Nunca se considera la ley como una maldición; siempre se ve como un don de Dios. El efecto acumulativo de esta extensa celebración de la Palabra de Dios es impresionante: el salmista no puede dejar de alabar a Jehová por su misericordia y bondad al proveer las instrucciones para la vida del pueblo.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Entonces no sería yo avergonzado: La vergüenza siempre sigue a la trasgresión. Para escapar de ella tenemos que ser vigilantes y constantes al obedecer la Palabra de Dios.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

BIENAVENTURADOS. Dios promete derramar su bendición sobre los que han optado por vivir según su Palabra con todas sus normas e instrucciones. Ellos tendrán la presencia personal de Dios (cf. Gén 26:3), que les dará fortaleza, ayuda y protección (Efe 3:16; Col 1:11; véase Luc 24:50, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

BIENAVENTURADOS LOS PERFECTOS. Este salmo expresa un amor majestuoso por la Palabra escrita de Dios. Aborda la Palabra como promesa, mandamiento, dirección, testimonio, enseñanza, sabiduría, verdad, justicia y corrección. Se presenta como el consuelo del salmista, su protección, su tesoro, su guía en la vida, el deleite de su corazón y de su alma, y el recurso para todas sus necesidades.

(1) El salmista expresa un profundo amor por Dios al leer esa Palabra, meditar en ella y orar sobre ella. Él enseña a sus lectores que crecerán en gracia y justicia sólo mientras aumente en ellos el amor por esa Palabra.

(2) A este salmo se le llama un acróstico alfabético porque sus veintidós estrofas (o párrafos) de ocho versículos cada una corresponden a las veintidós letras del alfabeto hebreo. Cada versículo de los párrafos comienza con la letra característica de su estrofa.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

LA LEY. La ley (heb. torah) representa toda la enseñanza de Dios en su comunicación verbal y escrita para su pueblo. Puede también referirse al Pentateuco (los primeros cinco libros del AT) o al AT como un todo.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

Salmo 119 (Vg 118): Excelencias de la Ley Divina.
E n este salmo – el más extenso del Salterio – el poeta canta las alabanzas de la Ley de Dios, sin duda para responder a los escépticos de su tiempo, que procuraban olvidarla para vivir conforme a sus intereses y concupiscencias personales. Pero la Ley en sus labios “no tiene el sentido estricto de la legislación mosaica o del Pentateuco. La palabra hebrea Tórdh tiene una acepción más amplia; y aquí, como en los salmos i y 19, significa toda revelación divina como regla de vida… No es un código rígido de preceptos y de prohibiciones, sino un cuerpo de doctrina, cuya plena significación no puede ser comprendida sino gradualmente y con la ayuda de la instrucción divina” 1 . Por eso la palabra Ley es sinónima en este salmo de “revelaciones divinas, promesas y enseñanzas proféticas, sobre todo la voluntad de Dios, su beneplácito.”2 A través de la Ley se revela la misericordia divina, aun cuando corrige y castiga. El salmista se extasía ante las excelencias de la Ley, que refleja la voluntad divina para con los hombres. Por ello es el objeto constante de su meditación y a ella procura conformar totalmente su vida. Se siente débil y reconoce sus caídas, y, sobre todo, confiesa la necesidad de la gracia divina para mantener su fidelidad integral a la Ley. Por eso, constantemente afloran a sus labios los gritos de socorro y de súplica para no desviarse del verdadero sendero señalado por ella en la vida.
El cumplimiento de la Ley otorga ya una satisfacción íntima al alma piadosa: da ciencia, prudencia, sabiduría para conducirse en la vida, y, al mismo tiempo, procura consuelo, alegría íntima y conciencia tranquila. No obstante, el salmista se siente rodeado de gentes impías sin consideración alguna para sus valoraciones religiosas, lo que en su sensibilidad espiritual le causa profundo pesar. Algunas veces solicita verse libre de esta situación para poder vivir plenamente su vida espiritual. Cuando pide se le otorgue la vida, ha de entenderse en este sentido de “vivencia” plena de su personalidad espiritual: “No sólo pide ser librado de la muerte, sino de todo lo que, dentro o fuera, comprime y paraliza la vida y le impide hacer uso de ella y gozarla a placer; porque la “vida” incluye las ideas de luz, de alegría y de prosperidad. Encuentra su plena realización en la comunión con Dios” 3. No aparece la perspectiva luminosa de la vida en Dios en el más allá, pero su profundo espiritualismo lleva a las claridades de la panorámica evangélica. La revelación se ha ido perfilando y concretando gradualmente en las diversas etapas del A.T.; y son las almas selectas las que han sabido captar mejor el soplo íntimo del Espíritu, que inconscientemente las guiaba hacia las claridades de la plena eclosión neo-testamentaria. Así, la noción de “vida” en el salmo encontrará su completa significación en las revelaciones del evangelio de San Juan a la luz cegadora de la realidad del Verbo encarnado. Pero debemos respetar los estadios de la revelación en la historia y procurar captar el sentido gradual y relativo que en cada época tiene. “El salmo está penetrado de piedad filial, profunda y mística. Sus concepciones sobre el más allá son, sin duda, cortas y confusas. Pero su espíritu hace presentir el Evangelio. Es todo lo contrario del formalismo y del legalismo que caracteriza a los fariseos.”4
El poeta se esfuerza por inculcar las excelencias de la Ley, a la que designa con ocho sinónimos: testimonio, precepto, juicio, mandato, oráculo, estatuto, palabra, camino. Es la expresión de la voluntad divina, pero sin formulismos farisaicos. Toda ella está penetrada del sentimiento interior, sin que la formulación de la misma signifique una interferencia entre Dios y el alma piadosa. “El salmo es un reconocimiento de la gracia de la revelación, de la fuerza que la Ley da a Israel en medio del paganismo circundante y al fiel israelita en presencia de una laxitud prevalente de fe y moral. En un tiempo en que la voz de la profecía era raramente oída, o quizá se había callado, se comienza a sacar fuerza de la meditación sobre la revelación hecha a las pasadas generaciones… Es digno de notarse que el salmo, que emana del período en que la ley ritual era codificada y el templo se había convertido en centro de la religión de Israel, no contenga alusión alguna al ceremonial o al sacrificio. Sin duda que el salmista había incluido la ley ceremonial como parte de los mandamientos de Dios, pero evidentemente no lo considera como la parte principal de los mismos. Todo el salmo está animado por una profunda interioridad y espiritualismo, muy lejos del literalismo supersticioso de los tiempos posteriores. No incluye una tendencia a sustituir la observancia mecánica de las reglas por la aplicación viva de los principios. Tal obediencia, aunque se queda corta respecto de la libertad del Evangelio, es al menos un paso hacia ella.”5
La distribución estrófica es conforme a las 22 letras del alefato hebreo, comenzando cada una con una letra distinta. Cada estrofa tiene ocho versos. La ilación lógica entre los diversos versos no es siempre clara ni gradual, pues más bien cada verso tiene el aire de una jaculatoria con unidad propia. No obstante, cada estrofa tiene su idea central, que le da una cierta unidad. Se ha definido este salmo como “el alfabeto del amor divino.” San Agustín difirió la exposición de este salmo hasta después de haber comentado todo el Salterio: “non tam propter eius notissimam longitudinem quam propter eius profunditatem paucis cognoscibilem… quanto enim videtur apertior, tanto mihi profundior videri solet.”6
El salmista representa a la clase piadosa, y, por eso, muchas de sus expresiones trascienden sus problemas personales. Por el tono y el lenguaje parece que ha sido compuesto en los tiempos posteriores al destierro babilónico, y refleja la situación de la comunidad judía en los tiempos de Esdras o Malaquías (s.V a.C.) 7. Algunos autores suponen que el salmo es una especie de vademécum compuesto para las jóvenes generacionse, que surgían en un ambiente de laxitud moral y religiosa. La composición tiene una clara finalidad didáctica al estilo de los libros sapienciales.
Desde el punto de vista literario, la inspiración poética está sujeta a su finalidad didáctica y al encasillado forzoso alfabético. Las frases se repiten cansinamente, y las ideas siempre son las mismas. El paralelismo suele ser sintético, completándose el pensamiento en la segunda parte del dístico. El estilo es sencillo, sin metáforas pintorescas y sin mucha matización conceptual.

La dicha de los que guardan la Ley divina (1-8).
Alef 1 Bienaventurados los de conducta íntegra, los que caminan en la ley de Yahvé. 2 Bienaventurados los que guardan sus testimonios y con todo su corazón le buscan. 3 Los que no cometieron iniquidad alguna y marchan por sus caminos. 4 Tú has promulgado tus preceptos para que sean guardados con diligencia. 5 ¡Ojalá sean firmes mis caminos en la guarda de tus preceptos! 6 Entonces no seré confundido, cuando atienda a todos tus mandatos. 7 Te alabaré con rectitud de corazón, instruido en tus justos juicios. 8 Guardaré tus mandamientos; no me abandones del todo.

El poema acróstico se inicia, como en Sal i, declarando la dicha de los que procuran mantenerse íntegros en su proceder, conformándose con las exigencias de la Ley de Yahvé y cumpliendo sus prescripciones. Sólo la amistad con Dios puede atraer la felicidad al hombre, ya que éste depende en todo de su providencia. Dios sólo otorga su protección y beneficios al que es fiel a sus mandamientos, expresados en la Toráh, término que en este salmo aparece veinticinco veces. El deuteronomista declara enfáticamente: “¿Cuál es la gran nación que tenga leyes y mandamientos justos como esta Ley que yo os propongo hoy?” 8 La alianza del Sinaí y los preceptos de la Ley mosaica colocaban al pueblo hebreo en una situación privilegiada respecto de las otras naciones, pues era la expresión de la voluntad divina, y ningún pueblo podía gloriarse de tener un Dios tan cerca de él como lo estaba Yahvé de la nación israelita, su “heredad” particular entre todos los pueblos 9. Por ello, el autor del Deuteronomio pone en boca de Moisés estas palabras dirigidas a su pueblo: “Yo os he enseñado leyes y mandamientos, como Yahvé, mi Dios, me los ha enseñado a mí, para que los pongáis por obra… Guardadlos, pues en ello está vuestra sabiduría y vuestro entendimiento a los ojos de los pueblos, que, al conocer todas estas leyes, se dirán: Sabia e inteligente es en verdad esta gran nación.” 10
El salmista se hace eco de estas intimaciones, si bien para él la palabra Ley tiene un sentido amplio: instrucción, cuerpo de doctrina, palabra de Yahvé n; es la “revelación como guía de vida, exhortación profética y aun como dirección sacerdotal; es la suma del deber del israelita.” 12 Los preceptos de Yahvé son, en realidad, sus testimonios, en cuanto que son declaración oficial de su voluntad en el orden religioso y moral. En los textos del Pentateuco, la palabra “testimonio” es sinónimo del Decálogo 13; pero aquí tiene un sentido más amplio.
El conformarse con la Ley divina supone en primer lugar apartarse de toda iniquidad, pues el pecado no se compagina con los caminos que llevan a Dios 14; pero, además, supone una orientación positiva hacia todo lo que implique beneplácito divino: sólo los que le buscan con sinceridad de corazón podrán encontrar la íntima felicidad del alma.
La voluntad de Yahvé, expresada en sus preceptos, implica el deseo de que se cumplan y guarden con toda diligencia, conforme a la declaración de Deu 4:2 : “Guardad los mandamientos de Yahvé, vuestro Dios, que yo os prescribo.” Los israelitas, por el hecho de pertenecer al pueblo elegido, no son libres para desentenderse de los preceptos divinos. El salmista vive en un ambiente de abandono espiritual, y por eso recuerda la necesidad de observar la Ley divina como condición necesaria para agradar a Yahvé y ser objeto de su beneplácito.
Después de declarar la necesidad de adherirse a los preceptos divinos, el poeta piensa en su situación personal, ansiando mantenerse firme en sus propósitos de fidelidad a su Dios. Sólo así podrá sentirse seguro, pues al amparo de la omnipotencia divina nunca será defraudado en sus propósitos ni confundido ante sus adversarios, que se burlan de su confianza en Dios y de la fidelidad a sus preceptos. La guarda de los mandamientos divinos le preservará del abandono total de su Dios, que niega su protección a los impíos.

La fidelidad a Yahvé (9-16).
Bet 9 ¿Cómo mantendrá el joven la limpieza de su camino? Guardando tu palabra. 10 Yo te he buscado con todo mi corazón; no permitas que me aparte de tus preceptos. 11 He escondido en mi corazón tu oráculo para no pecar contra ti. 12 ¡Bendito seas, oh Yahvé! Enséñame tus preceptos. 13 Con mis labios he pregonado todos los decretos de tu boca. 14 Me he alegrado por el camino de tus testimonios más que por todas las riquezas. 15 Quiero meditar tus preceptos, prestar atención a tus sendas. 16Me deleitaré en tus estatutos, no olvidaré tu palabra.

El salmista se presenta ahora como un maestro experimentado que da sus consejos a la juventud desorientada. Nadie como el joven necesita de dirigir bien su vida por las sendas del Señor 15. Sólo guardando la palabra o ley de su Dios podrá mantenerse incólume en su conducta. El mismo maestro y experimentado en la virtud necesita el auxilio divino para no apartarse de sus preceptos (v.10). Esta desconfianza de sí mismo en el salmista contrasta con la autosuficiencia del fariseo, que se cree seguro con cumplir determinados preceptos formalísticos. No es, pues, este salmo un primer brote de legalismo farisaico, como algunos autores han insinuado. La Ley para el salmista es el cumplimiento de la voluntad divina en las insinuaciones más íntimas. Por otra parte, nadie puede gloriarse de estar seguro en el camino de la virtud. El salmista declara que procura guardar el oráculo divino – la Ley – como un preciado tesoro, para así evitar todo pecado.
El fiel a Yahvé se halla siempre en situación de aprendiz en el camino de la virtud, y, por ello, el salmista pide confiadamente a su Dios que le enseñe y haga penetrar los secretos de sus preceptos. En su vida ha procurado no sólo guardar los decretos de Yahvé, sino que los ha pregonado para hacer partícipes de su íntima dicha a sus conciudadanos. Los testimonios o mandamientos de Dios han constituido el centro de su corazón, y ha sentido más alegría en su cumplimiento que en el disfrute de las riquezas 16. Pero ansia penetrar más hondo en los preceptos que señalan los caminos que conducen a Dios. Con el conocimiento hondo de la voluntad divina sentirá un profundo deleite, de modo que nunca olvide su palabra o Ley.

La hostilidad de los impíos contra el justo (17-24).
Guímel.17 Concede a tu siervo vivir y que guarde tus preceptos. 18 Abre mis ojos para que contemple las maravillas de tu ley. 19 Soy peregrino en la tierra, no me encubras tus mandamientos. 20 Languidece mi alma, deseando en todo tiempo tus decisiones. 21 Tú increpas a los soberbios, y son malditos cuantos se desvían de tus mandamientos. 22 Aparta de mí el oprobio y el desprecio, pues he guardado tus testimonios. 23 Aunque se sienten príncipes hablando contra mí, tu siervo meditará tus estatutos. 24 Sí, tus testimonios son mis delicias, mis consejeros tus estatutos 17.

El salmista ansia continuar viviendo para mostrar su fidelidad a los preceptos divinos. En la región de los muertos, el difunto estaba desconectado de toda comunicación afectiva con Dios; por eso, los justos ansian que su vida se prolongue, pues aún no conocen el horizonte luminoso de la vida eterna. Esta idea aparece por primera vez claramente formulada en el libro de la Sabiduría 18, en el siglo ii. El salmista, ansioso de conocer las profundidades de la Ley, pide a su Dios que abra sus ojos, pues los mandatos divinos son un hontanar inagotable para las almas espirituales. Consciente de sus imperfecciones, se considera como un peregrino en tierra extraña, que debe ser adoctrinado en los caminos desconocidos, que en este caso son los mandamientos de Yahvé (v.19). El alma del justo se siente desfallecer por las ansias de conocer las decisiones de su Dios para no apartarse de ellas en nada.
Los soberbios y autosuficientes, que organizan su vida al margen de los mandamientos divinos, serán presa de la ira divina 19. En cambio, los que han guardado los testimonios de Yahvé se verán libres del oprobio y del desprecio, pues a la hora del juicio serán reconocidos en su virtud y premiados largamente por la justicia divina. El salmista se siente tan firme en sus principios de fidelidad a su Dios, que no cederá, aunque conspiren contra él los mismos príncipes y poderosos de la ciudad. Su mente continuará meditando sus estatutos, fuente de toda felicidad.

Súplica de protección divina (25-32).
Dálet 25 Pegada al polvo está mi alma: conserva mi vida según tu palabra. 26 Te expuse mis andanzas, y me escuchaste; ¡enséñame tus estatutos! 27Haz que entienda los caminos de tus mandamientos y pueda meditar sobre tus maravillas. 28 Se derrite mi alma de pesadumbre; levántame tú según tu palabra. 29 Aparta de mí el camino de la mentira y otórgame la gracia de tu ley. 30Elegí la senda de la verdad y no olvidé tus juicios20. 31Estoy adherido a tus testimonios; ¡oh Yahvé! no permitas que sea confundido. 32Correré por el camino de tus mandamientos, pues tú ensancharás mi corazón.

En un momento de postración y de prueba, el salmista declara sus sinceras intenciones de fidelidad, y pide a su Dios que le salve la vida, conforme a las promesas de protección al justo. Se siente próximo a la muerte – -su alma está pegada al polvo – ·, pero espera ser librado de ella, confiando en la palabra de Yahvé 21. Por experiencia sabe que Dios no le abandona, pues en lances semejantes expuso sus andanzas y peligros, y Yahvé le escuchó. Por eso, ahora mantiene la esperanza de alcanzar el auxilio salvador divino. Pero, aun en esa situación, no tiene otra obsesión que conocer los estatutos de Yahvé, que para él encierran maravillas, pues son los caminos que le llevan hacia la íntima felicidad: la vida de intimidad con su Dios.
De nuevo vuelve a reflejar su situación de pesadumbre ante un peligro de muerte; por eso suplica a Dios que le levante de su postración actual, conforme a sus promesas (v.28). En su sinceridad espiritual, declara que no quiere vivir según el camino de la mentira – todo lo que está fuera de la ley divina: deslealtad, avaricia -, sino conformarse en todo a su voluntad. Esta es la senda de la verdad, señalada por los juicios divinos. A pesar de hallarse en una situación de ansiedad, permanece adherido a sus testimonios, seguro de que no será confundido ante sus adversarios, que celebrarían su derrota como un triunfo propio al ver que Dios no se cuida de los suyos en los momentos de angustia y de peligro. La rehabilitación le dará más libertad para dedicarse con más fuerza y correr por el camino de los mandamientos divinos22. Será entonces el momento de ensanchar su corazón y de gozar de la paz plena de su espíritu.

La senda de los mandamientos (33-40).
He.33 Instruyeme, ¡oh Yahvé! en el camino de tus mandatos, para que los guarde hasta el fin. 34 Dame entendimiento para que guarde tu ley. y la guarde de todo corazón. 35 Haz que vaya por la senda de tus mandamientos, pues en ella me complazco. 36 Inclina mi corazón a tus testimonios, y no a la avaricia. 37 Haz que pasen sin ver la vanidad mis ojos, dame la vida con tu palabra 23. 38 Manten para con tu siervo tu oráculo, que (prometiste) a los que te temen. 39 Aparta de mí el oprobio que temo, pues tus juicios son para bien. 40 Mira que he anhelado tus preceptos; guarda mi vida en tu justicia.

Insistiendo en sus deseos anteriores, pide el salmista que le instruya en los secretos de sus mandatos, de forma que se amolde a ellos de todo corazón 24. El salmista teme desfallecer en sus buenos propósitos, dejándose llevar por la avaricia, en contra de los mandamientos divinos, que constituyen el testimonio de su voluntad. Los hagiógrafos están poseídos de la idea de que Dios lo domina todo, y, por tanto – sin distinguir causas segundas y primeras y voluntad positiva y permisiva -, creen que los puede inclinar al mal, como la avaricia. En el “Pater noster” leemos, traduciendo literalmente un arameísmo: “et ne nos inducas in tentationem,” que la versión española traduce muy bien: “no nos dejes caer en la tentación.” El salmista pide que se le evite dejarse llevar por lo pecaminoso y falso. Todas las cosas de esta vida son vanidad y engaño si se las desvincula de Dios, y, por eso, entregarse a ellas desmesuradamente es apartarse de los preceptos divinos 25.
Nuevamente vuelve a considerar su situación de postración, y por ello pide ansiosamente que Dios mantenga sus promesas a favor de los que le reconocen y temen, amoldándose a sus mandamientos. Si queda decepcionado en sus esperanzas de salvación, sus enemigos se burlarán de él, y esto constituirá para él un oprobio, ya que su virtud quedaría sin recompensa. Los mandamientos divinos no pueden decepcionar a los fieles, pues son para bien. La justicia divina tiene, pues, que corresponder a la fidelidad de los que le temen, otorgándoles continuar viviendo, para así mostrar a los impíos que no desampara a los suyos.

La piedad de Yahvé (41-48).
Wau. 41 Venga, pues, sobre mí tu piedad, ¡oh Yahvé! tu salvación según tu palabra, 42 para que pueda responder a los que me increpan que he esperado en tu palabra. 43 No quites jamás de mi boca las palabras de verdad, pues esperé en tus juicios. 44 Que guarde constantemente tu ley por siempre jamás. 45 Que marche con holgura, porque he buscado tus preceptos. 46 De tus testimonios hablaré ante los reyes, no me avergonzaré. 47Me deleitaré en tus mandamientos, que es lo que amo. 48 Alzaré mis manos a tus mandatos y meditaré en tus decretos.

Agobiado por las burlas de los adversarios, el salmista pide a su Dios que manifieste su piedad salvadora hacia él, como lo hizo en otras ocasiones. Sólo así podrá probarle que la palabra divina no defrauda a los que en El esperan. Recuperada su situación normal y su holgura, promete mantenerse fiel a sus mandamientos, pues la nueva situación próspera será fruto de esas ansias de vivir conforme a los preceptos divinos, ya que le han atraído la bendición divina. No se avergonzará de su fe, y está dispuesto a proclamarla ante los reyes y príncipes 26. Durante toda su vida meditará en los decretos salvadores de Yahvé.

La palabra de vida (49-56).
Zain. 49 Acuérdate de la palabra dada a tu siervo, en la cual me hiciste esperar. 50 Este es mi consuelo en mi aflicción: que tu palabra me da la vida. 51 Los orgullosos mucho se han burlado de mí, pero no me he apartado de tu ley. 52Me acuerdo de tus juicios de tiempo antiguo, ¡oh Yahvé! y me consuelo. 53 Se apodera de mí la indignación porque los impíos abandonan tu ley. 54 Fueron mis cantos tus estatutos en la casa de mi peregrinación. 55 De noche me acuerdo de tu nombre, ¡oh Yahvé! y guardo tu ley. 56 Esta ha sido mi suerte 27: guardar tus preceptos.

En medio de las pruebas, la ley de Yahvé ha sido para el salmista fuente de consuelo, de alegría y de esperanza. La palabra divina ha constituido la base de sus esperanzas cuando se sentía hostilizado por doquier. Las promesas de Yahvé son fuente de vida, pues son una prenda de que no le olvidará ni le dejará desamparado. Su fidelidad no puede ser olvidada, ya que el Señor corresponde a ella con la fidelidad a sus promesas. Los desaprensivos y protervos le han zaherido maliciosamente, considerándole perdido sin remedio; pero el justo ha permanecido fiel a la ley divina 28. Los juicios divinos se han manifestado desde antiguo en favor de sus fieles, y esto da fuerzas y energías al salmista en los momentos difíciles (v.52).
En su dura peregrinación en esta vida, incomprendido y forastero en medio de una sociedad materializada, los estatutos de Yahvé han sido para el salmista como melodiosos cantos que alegran su corazón y tonifican su espíritu 29. En realidad ha sido un ser privilegiado al centrar su existencia en torno a la guarda de los preceptos de Yahvé.

Amigo de los temerosos de Dios (57-64).
Jet.57 Mi porción es Yahvé; he resuelto guardar tu palabra. 58De todo corazón te imploro que me seas propicio según tu práculo. 59He considerado mis caminos, y vuelvo mis pies a tus testimonios. 60Me apresuro y no me retraso en guardar tus mandamientos. 6* Las ligaduras de los impíos me estrecharon, pero yo no me olvidé de tu ley. 62Me levanto a medía noche para alabarte por tus justos juicios. 63 Compañero soy de cuantos te temen y guardan tus preceptos. 64 La tierra está llena, ¡oh Yahvé! de tu piedad; enséñame tus estatutos.

Yahvé es la porción o “heredad” del salmista, y por eso ha decidido observar escrupulosamente su palabra30. En correspondencia, suplica que le sea propicio, conforme a las promesas de su oráculo. Durante toda su vida ha procurado reconsiderar su propia conducta para rectificar y adaptarla lo más posible a los testimonios de Yahvé (v.59). Sus adversarios han procurado entorpecer sus pies poniéndole ligaduras para hacerle volver de su camino recto; pero no han tenido éxito en sus maniobras, pues nunca ha olvidado la ley divina. Al contrario, para meditar más en ella interrumpe su sueño a media noche, dando gracias a Dios por sus justos juicios. Para fortalecerse en su virtud, procura rodearse de los que guardan los divinos preceptos, viviendo así en una atmósfera de piedad y de fidelidad a la ley de Yahvé. Todas las cosas predican la piedad y bondad de su Dios, y por eso ansia conocer mejor sus estatutos 31.

Confesión de culpabilidad (65-72).
Tet.65 Obraste benignamente con tu siervo, ¡oh Yahvé! según tu palabra. 66 Enséñame el buen sentido y la ciencia, pues creo en tus mandamientos. 67 Antes de ser afligido andaba descarriado, pero ahora guardo tu oráculo. 68 Tú eres bueno y bienhechor: enséñame tus estatutos. 69 Traman engaños contra mí los soberbios, pero yo guardo con todo corazón tus preceptos. 70 Craso está como sebo su corazón, pero yo tengo en tu ley mis delicias. 71 Bien me ha estado ser humillado para aprender tus estatutos. 72 Mejor me es la ley de tu boca que miles (de monedas) de oro y de plata.

La bondad de Yahvé se ha manifestado siempre en la vida del salmista, tanto en los momentos de prosperidad como en los de aflicción, conforme lo había prometido 32. Con todo, pide que le enseñe siempre el buen sentido, para saber distinguir lo recto de lo malo, para no apartarse de su Dios; y en esto consiste la verdadera ciencia: conocer la mano de la Providencia en todo, para ordenar la vida conforme a las insinuaciones de su voluntad, manifestada en sus mandamientos. Justamente, la aflicción enviada por Yahvé ha servido para reconocer sus anteriores desvarios, pues en la prosperidad se preocupaba menos de su Dios 33. Una vez más se ha manifestado como bueno y bienhechor para con su siervo, pues el sufrimiento y las contrariedades han servido para considerar de nuevo sus caminos.
Su actual conducta de fidelidad exaspera a sus enemigos soberbios, que incesantemente conspiran contra él fraudulentamente para hacerle salir del camino de la virtud; pero su corazón permanece apegado a sus preceptos. En realidad, están obcecados, sin tener la más mínima sensibilidad espiritual. Su corazón está craso y materializado, y por ello es incapaz de captar las impresiones espirituales que se desprenden de la meditación de la ley, en la que el justo tiene todas sus delicias 34. La pasada humillación le ha servido para comprender más a fondo los estatutos de Yahvé. Esta lección es de valor inestimable para ordenar su vida, mucho más que las riquezas.

Ansia de la compañía de los justos (73-80).
Yod.73 Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para aprender tus mandamientos. 74Los que te temen, me ven y se alegran porque he esperado en tu palabra. 75Conozco, ¡oh Yahvé! que son justos tus juicios, y que con razón me afligiste. 76Sírvame tu piedad de consuelo, según tu oráculo a tu siervo. 77Venga a mí tu misericordia y reviviré, porque tu ley es mi delicia. 78Confundidos sean los soberbios, que sin razón me afligen; pero yo meditaré en tus mandamientos. 79Vuelvan a mí los que te temen, y los que conocen tus testimonios. 80Sea íntegro mi corazón en tus estatutos para no ser confundido.

Puesto que Yahvé le ha modelado corporalmente35, debe completar su obra en el orden espiritual, perfeccionando su entendimiento para comprender mejor sus mandamientos. Su conducta de fidelidad completa a Yahvé ha servido para que los temerosos de Dios se alegren, pues han visto que su esperanza en la palabra divina no ha quedado defraudada. Sus mismas aflicciones han constituido una manifestación de los justos juicios de Dios, ya que por sus imperfecciones e infidelidades las había merecido 36. Pero necesita, en medio de la postración, ser reconfortado por la piedad divina para poder revivir con plenitud espiritual y material37. Está rodeado de gentes protervas, que injustamente le zahieren para apartarle del buen camino. Su consuelo está en la meditación de los mandamientos divinos y en la compañía de los que temen a Yahvé y aceptan sus testimonios, y por eso pide a Dios que le ayude a mantener su integridad espiritual, pues sólo así no será confundido ni avergonzado ante los que se burlan de su vida piadosa.

Ansias de justicia (81-88).
Kaf. 81 Desfallece mi alma (ansiosa) de tu salvación, confío en tu palabra* 82 Consúmense mis ojos por tu oráculo, diciendo: “¿Cuándo me consolarás?” 83 Porque estoy como odre puesto al humo, pero no olvido tus estatutos. 84 ¿Cuántos serán los días de tu siervo? ¿Cuándo harás justicia con los que me persiguen? 85 Cavaron los soberbios hoyas para mí, los que no son según tu ley. 86 Todos tus mandamientos son verdad, sin causa me persiguen. ¡Socórreme! 87Casi me han echado por tierra, pero yo no he abandonado tus preceptos. 8S Vivifícame según tu piedad para guardar el testimonio de tu boca.

El salmista parece estar en un momento de postración moral, y por ello ansia que pronto se manifieste la intervención salvadora de su Dios, conforme a las esperanzas puestas en su palabra. Está abandonado de todos en un ambiente de hostilidad e incomprensión, y sólo le resta esperar en el consuelo de lo alto 38. Se siente desfallecer y está desfigurado como odre puesto al humo 39; pero, con todo, sigue fiel a los estatutos de su Dios. Siente que su vida se gasta, y teme no poder asistir al castigo de los que injustamente le persiguen; por eso pregunta cuántos años le quedan de vida, pidiendo a Dios que acelere el momento de su intervención punitiva sobre sus enemigos (v.84). Estos, como sagaces cazadores, han cavado hoyas para hacer caer la presa 40, tratando de desviarle de los buenos caminos de la ley. En determinados momentos han estado a punto de echarle a tierra, consiguiendo sus malignos propósitos; pero se ha mantenido fiel a los preceptos divinos. El salmista, ante tanta hostilidad, pide socorro para que Dios le conforte y vivifique espiritualmente, no sea que al fin sucumba en contra de sus buenos propósitos.

La perennidad de la palabra divina (89-96).
Lamed. 89 Tu palabra, ¡oh Yahvé! es eterna, es estable como los cielos. 90 Es por generaciones y generaciones tu fidelidad; formaste la tierra, y perdura. 91 Por tu ordenación aún subsisten hasta hoy, pues todas las cosas están a tu servicio. 92 Si tu ley no fuera mi delicia, ya habría perecido en mi aflicción. 93 No me olvidaré jamás de tus preceptos, pues con ellos me has dado la vida. 94 Tuyo soy, ¡sálvame! pues busco tus preceptos. 95 Me acechan los impíos para perderme, pero yo pongo mi atención a tus testimonios. 96 A todo lo perfecto veo un límite, pero tus mandamientos son amplios sobremanera.

La grandeza y perennidad de la ley divina han servido de confortamiento al salmista en los momentos de postración y aflicción. La palabra de Yahvé está por encima de todo cambio y de todas las contingencias; permanece siempre la misma, como los cielos, y también su fidelidad a las promesas dadas a sus siervos41. La permanencia de la tierra es también una garantía de la estabilidad de las obras de Dios, entre las que están sus preceptos42. Los cielos y la tierra, con todo lo que tienen, obedecen, sumisos, a las ordenaciones divinas, y por ello permanecen en su puesto. La garantía de permanencia para el hombre está también en obedecer a la ley divina. El salmista ha podido salvar los momentos de su depresión moral precisamente meditando en la ley de Yahvé, que constituye toda su delicia. Ella le ha proporcionado vida espiritual en sus momentos difíciles 43. En realidad, es lo único que puede llenar la profundidad de su alma, ya que todas las cosas terrenas, por perfectas que sean, tienen un limite, mientras que los mandamientos de Yahvé son insondable e inagotables; y por ello llenan la capacidad de su alma, ansiosa de vida espiritual.

Las ventajas espirituales de la ley divina (97-104).
Mem. 97 ¡Cuánto amo tu ley! En ella medito todo el día. 98 Tus mandamientos me hacen más sabio que a mis enemigos, porque siempre están conmigo. 99 Me hacen más prudente que cuantos me enseñan, pues tus testimonios constituyen mi meditación. 100 Soy más entendido que los ancianos, porque guardo tus preceptos. 101 Retraje mis pies de todo mal camino para guardar tu palabra. 102 No me he apartado de tus juicios, porque me has instruido. 103 ¡Cuan dulces son a mi paladar tus oráculos 44, más que la miel para mi boca! 104 De tus preceptos saco inteligencia; por eso detesto toda falsa senda.

La ley es la fuente de la sabiduría para el salmista, que medita en ella día y noche. Ella es, como ha dicho antes, insondable, y, acomodándose a sus preceptos, se encuentra en una situación de superioridad frente a sus enemigos, que no saben ver la mano de Dios en esta vida. Cumpliendo sus preceptos es superior en sagacidad y experiencia a los mismos ancianos. Iluminado por ella, ha sabido desviarse de los malos caminos45. Pero, además, las promesas de los oráculos divinos resultan siempre dulces al que sabe cumplir los mandatos de Yahvé 46. Con la luz de los preceptos divinos puede el justo discernir las falsas sendas, escogiendo las que llevan a Dios.

Súplica en Medio del Peligro (105-112).
Nun. 105 Su palabra es para mis pies una lámpara, la luz de mi sendero. 106 He jurado, y quiero cumplirlo, guardar tus juicios justos. 107Estoy sobremanera afligido: joh Yahvé! vivifícame según tu palabra. 108 Acepta complacido, ¡oh Yahvé! las ofrendas voluntarias de mi boca y enséñame tus juicios. 109 Mi alma está en mis palmas; pero no he dado al olvido tu ley. 110 Me pusieron los impíos una trampa, pero no me desvié de tus preceptos. 111 Son mi heredad para siempre tus testimonios, pues constituyen el gozo de mi corazón. 112 Inclino mi corazón a cumplir tus estatutos por siempre jamás 47.

Siguiendo la idea expresada en la estrofa anterior, declara que la ley es en su vida una lampara que con su luz le descubre el sendero recto, guiándole de modo seguro en medio de los peligros de una sociedad materializada. Con toda decisión está resuelto a cumplir su juramento de ajustarse a los juicios divinos, que son siempre justos; pero ahora se halla sumido en la aflicción a causa de la hostilidad de sus enemigos, que conspiran contra él. Su vida está en peligro; la metáfora tener el alma en las palmas de las manos equivale a la nuestra “tener la vida en un hilo.”48 Por eso ruega a Yahvé que acepte sus ofrendas voluntarias – sus votos y plegarias49 -, para así contrarrestar la labor de sus enemigos, que, como cazadores avezados, le ponen una trampa para hacerle caer en la fosa. Justamente se oponen a él porque se mantiene incólume en su fidelidad a la ley. Pero el salmista declara que no se desviará de su conducta, porque los testimonios de Yahvé constituyen su heredad, o porción selecta que le ha caído en suerte, y le proporcionan el mayor go^o a su corazón lacerado. Por eso siempre está dispuesto a cumplir sus exigencias y estatutos, ya que son la expresión de la voluntad divina.

Dios no se complace en los impíos (113-120).
Sámec. 113 Detesto la doblez de corazón y amo tu ley. l14 Tú eres mi defensa y mi broquel, y espero en tu palabra. 115Apartaos de mí los malvados, que quiero guardar los mandamientos de mi Dios. 116Sostenme según tu oráculo y viviré, y no me avergüences en mi esperanza. 117Susténtame para que sea salvo, y me deleitaré siempre en tus estatutos50. 118Tú desprecias a cuantos se apartan de tus preceptos, porque sus designios son engañosos. 119 Escorias son para ti todos los impíos de la tierra; por eso yo amo tus testimonios. 12° Se estremece mi carne por temor a ti, y temo tus juicios.

El salmista contrapone la sinceridad de su corazón a la doblez engañosa de los que viven fuera de la ley divina. Sus contemporáneos hacían gala de religiosidad, pero al mismo tiempo no se preocupaban de amoldar su conducta a las exigencias de la ley de Yahvé; y esto choca con la sensibilidad espiritual de las almas selectas, que procuran vivir de su fe51. Por eso quiere vivir apartado délos malvados, evitando toda atmósfera viciada que pueda comprometer la guarda de los mandamientos de Yahvé, que es para él su defensa y protector52. Pero para mantenerse incólume en el camino recto necesita la ayuda divina, prometida en sus oráculos. En ella tiene toda su esperanza, y ansia no quedar defraudado53. Confiado en su Dios, espera verse libre de las asechanzas de los impíos 54, en los que no se complace. Dios los desecha como escorias sin valor 55. Los juicios de Yahvé son severos, y, por ello, hasta el justo se estremece al parar mientes en ellos, pues sus infidelidades pueden acarrearle castigos.

Súplica del auxilio divino (121-128).
Ayin 121 Practico el juicio y la justicia; no me abandones a mis opresores. 122 Responde por tu siervo para bien; no me opriman los soberbios. 123 Consúmense mis ojos por tu salvación y por el edicto de tu justicia. 124 Haz con tu siervo según tu piedad, y enséñame tus estatutos. 125 Siervo tuyo soy; dame entendimiento para conocer tus testimonios. 126 Tiempo es de obrar por Yahvé, pues han violado tu ley. 127 Por eso yo amo tus mandamientos más que el oro, que el oro purísimo. 128 He procedido rectamente conforme a tus preceptos 56 y he odiado todo camino falso.

El salmista confiesa su rectitud en el obrar conforme a las exigencias de la justicia, y por eso suplica confiado a su Dios que le libre de sus opresores 57. Es hora de que corresponda a sus promesas para salvarle de los soberbios, que desprecian su vida piadosa. Sus ojos se debilitan en espera de la manifestación salvadora de Yahvé en su favor y de la acción justiciera sobre sus enemigos (v.123).
La ley es el centro de su vida, y por eso desea que se le descubran todos sus secretos, pues son el sostén de su vida en las pruebas que atraviesa 58. Se siente obligado a obrar en favor de su Dios, pues los impíos han violado su ley, y es necesario contrarrestar su mala conducta con la entrega plena a los mandamientos divinos, que son para él más apreciables que el oro más refinado 59.

La palabra de Yahvé es luz para el justo (129-136).
Pe 129 Son admirables tus testimonios; por eso los guarda mi alma. 13° La explicación de tus palabras ilumina y da inteligencia a los sencillos. 131 Abro mi boca y suspiro, pues anhelo tus mandamientos. 132 Vuélvete a mí y séme propicio, como haces con los que aman tu nombre. 133 Afirma mis pasos con tu oráculo y no dejes que me domine iniquidad alguna. 134 Rescátame de la opresión de los hombres para que pueda guardar tus preceptos. 135 Haz resplandecer tu faz sobie tu siervo y enséñame tus estatutos. 136 Arroyos de agua caen de mis ojos porque no guardan tu ley.

La ley de Yahvé es una lámpara que ilumina la vida del justo y conforta a los sencillos, que procuran amoldarse a sus testimonios 60.
La fidelidad de Dios a sus promesas de protección sobre el justo da confianza al salmista para implorar su auxilio en reciprocidad a su buena conducta. Se siente en medio de un ambiente hostil a los valores religiosos, y por ello suplica que se afirmen sus pasos por el camino recto emprendido. En medio de las tinieblas espirituales y morales ansia ver resplandecer la faz de Yahvé en su favor, es decir, desea que se manifieste su poder protector y benevolente hacia él, que se siente hostilizado por doquier61. Su sensibilidad religiosa no puede tolerar la atmósfera de impiedad que le rodea, y por eso sus ojos se llenan de lágrimas a causa de su celo por la ley.

El celo por la causa de Dios (137-144).
Sade 137 Justo eres, ¡oh Yahvé! y rectos tus juicios. 138 Has impuesto justamente tus testimonios y con suma fidelidad 139 Mi celo me consume, porque dan al olvido tus palabras mis enemigos. 140 Acendrado del todo es tu oráculo, y tu siervo lo ama. 141 Pequeño y despreciable soy, pero no olvido tus preceptos. 142 Tu justicia es eterna y tu ley es verdad. 143 La angustia y la opresión han hecho presa sobre míj pero tus mandamientos son mis delicias. 144 Justos son por la eternidad tus testimonios; haz que los entienda y viva.

Siguiendo la idea de la estrofa anterior, el salmista declara la solicitud que siente por los juicios divinos, manifestados en su ley. Yahvé no es un Ser que hace uso libre de su fuerza de modo incontrolado, sino que se atiene a los imperativos de su justicia y rectitud, que, juntamente con la misericordia, constituyen su escolta de honor. Sus testimonios o preceptos responden a la fidelidad a sus promesas de protección al justo62. Por eso, el salmista se consume al ver el olvido de la ley por parte de sus enemigos, los impíos63. El oráculo divino es como oro acrisolado de la mejor ley; por ello es el objeto de las complacencias de su alma. Por insignificante que sea, está adherido a los preceptos de Yahvé, que reflejan su justicia eterna e indefectible. Las calamidades y hostilidades de los impíos no han bastado para apartarle de su camino.

Los mandamientos de Yahvé son eternos (145-152).
Qpf 145 Clamo con todo mi corazón; escúchame, ¡oh Yahvé! quiero guardar tus estatutos. 146 Clamo a ti, sálvame para que guarde tus testimonios. 147 Me adelanto al alba para implorar auxilio y espero en tu palabra. 148 Se anticipan a las vigilias mis ojos para meditar tu oráculo. 149 Oye mi voz según tu piedad, ¡oh Yahvé! y haz que viva conforme a tus juicios. 150 Acercáronse los que malignamente (me) persiguen, los que se alejaron de tu ley. 151Pero cercano estás tú, ¡oh Yahvé! y todos tus mandamientos son verdad. 152Mucho ha que entendí que tus mandamientos los estableciste para la eternidad.

Toda la vida del salmista es una incesante plegaria para mantenerse fiel a la ley divina en medio de una sociedad incrédula. Antes de que despierte el alba, ya está implorando el auxilio divino para que le conceda la perseverancia en la guarda de los testimonios de Yahvé; y se compara a un centinela que está despierto antes de que le toque la vigilia de guardia. Los hebreos dividían la noche en tres vigilias 64, y probablemente el salmista es un levita que tiene el tiempo señalado para servir en el santuario en determinadas vigilias: antes del tiempo en que le corresponde prestar servicio, ya está despierto pensando en la ley de Yahvé.
La presencia de su Dios le proporciona seguridad; pues, por muy cerca que estén sus perseguidores para caer sobre él, más cerca está Yahvé para prestarle auxilio65. Los impíos consideran la ley de Dios como ya caduca y sin obligatoriedad presente, pero, en realidad, los mandamientos divinos tienen una validez eterna.

La palabra de Yahvé es la verdad (153-160).
Res 153 Ve mi aflicción y líbrame, pues que no he olvidado tu ley. 154 Defiende mi causa y protégeme; según tu oráculo, dame vida. 155 Lejos está de los impíos la salvación, porque no buscan tus estatutos. 156 Muchas son, ¡oh Yahvé! tus misericordias: haz que viva según tus juicios. 157 Muchos son mis perseguidores y adversarios, pero no me aparté de tus testimonios. 158 Veo a los traidores y me dan fastidio, porque no guardan tu palabra. 159 Mira que amo tus preceptos. ¡Oh Yahvé! dame vida según tu piedad. 160 La suma de tu palabra es la verdad, y eternos son todos tus equitativos juicios.

De nuevo insiste el salmista en su situación angustiada actual, rodeado de enemigos que conspiran contra su vida de piedad. Yahvé es su go’el, y, en consecuencia, está obligado a defender su causa en un momento en que se halla comprometida su reputación y su vida espiritual66. Para los impíos no hay salvación, porque no pueden esperar el auxilio divino. Justamente, la seguridad de tener a su lado al Omnipotente le ha dado fuerza para no ceder ante los perseguidores; pero la impiedad de éstos causa fastidio a su sensibilidad espiritual67. Por su parte, se afirma en su posición de fidelidad, pues todos los preceptos divinos se resumen en la verdad, y, por tanto, tienen validez permanente como expresión de los juicios equitativos de Yahvé.

La Alabanza Constante de Yahvé (161-168).
Sin 161 Persiguiéronme sin causa los príncipes, pero mi corazón temía tus palabras. 162 Tan contento estoy con tu oráculo como quien halla abundante botín. 163 Odio y abomino la falsedad y amo tu ley. 164 Siete veces te alabo en el día por tus justos juicios. 165 Mucha paz tienen los que aman tu ley; no hay para ellos tropiezo. 166 He esperado, Yahvé, en tu salvación y he cumplido tus mandamientos. 167 Ha guardado mi alma tus testimonios, y los amo sobremanera. 168 Guardo tus preceptos y tus testimonios, porque todos mis caminos están ante ti.

A pesar de la hostilidad de las clases más representativas de la sociedad, no se ha apartado el salmista de su conducta de entrega a los preceptos divinos. Según su conciencia religiosa, es preferible temer a Dios que a los príncipes. La satisfacción del cumplimiento del deber le es superior a la del guerrero que se apodera de copioso botín68. Tan consustancial es para él la ley divina, que siente odio instintivo para todo lo que signifique falsedad y doblez de corazón. Su alma está en tensión constante espiritual, alabando continuamente a su Dios. La expresión siete veces indica multiplicidad y plenitud.
Para los seguidores de la ley, el premio es la paz interior y la seguridad de que no han de caer por un tropiezo. Bajo la protección divina están al abrigo de los peligros mortales que acechan a los impíos. El salmista se siente dichoso cumpliendo los mandamientos divinos, que le aseguran su paz interior. Toda su conducta – sus caminos – está patente a su Dios, que puede juzgar de la sinceridad de sus afirmaciones.

Súplica final (169-176).
Tau 169 Acerqúese mi grito a tu presencia, ¡oh Yahvé! y, según tu palabra, dame inteligencia. 170 Llegue mi deprecación ante tu faz, y, conforme a tu oráculo, sálvame. 171 Mis labios musitarán alabanzas porque me enseñas tus estatutos. 172 Cantará mi lengua tu oráculo, porque justos son todos tus mandamientos. 173 Sea conmigo tu mano para ayudarme, pues he elegido tus preceptos. 174 Anhelo tu salvación, ¡oh Yahvé! pues tu ley es mi deleite. 175 Viva mi alma para alabarte, y denme ayuda tus juicios. 176 Si errare como oveja perdida, busca a tu siervo, pues no me he olvidado de tus mandamientos.

La conclusión resume los diversos temas del salmo: súplica para entender mejor la ley divina, ansias de salvación y acción de gracias por los beneficios inestimables recibidos. El salmista desea penetrar los secretos de los preceptos divinos para captar mejor su voluntad, y, al mismo tiempo, pide que se cumplan sus promesas de protección para verse libre de los muchos peligros de toda índole en que se halla. Su súplica y promesa de acción de gracias se termina con una demanda final de auxilio en caso de que por su debilidad se extravíe y aparte de los preceptos divinos. A pesar de sus reiteradas afirmaciones de fidelidad, está expuesto a claudicar, y entonces sólo la gracia divina puede hacerle volver al buen camino. Yahvé es el buen Pastor, que debe buscar a la oveja descarriada para volverla al redil. Estas afirmaciones del salmista están muy lejos de la autosuficiencia de los fariseos, que se creían seguros en su estado superior de perfección. El salmista “es un peregrino por el desierto del mundo; como una oveja que ha sido separada del rebaño, está expuesto a peligros constantes, y por eso pide a Dios que no le abandone solo en su peregrinación, sino, conforme a su promesa 69, le busque, para que en medio de estos peligros no olvide la ley de Dios.”70

1 A. F. Kirkpatrick, o.c., 700. – 2 J. Calés, o.c., II 440. – 3 A. F. Klrkpatrick, O.C., 701. – 4 J. Calés, o.c., II 441. – 5 A. F. Kirkpatrick, o.c., 701. – 6 San Agustín, Expositio in Ps. 118 (119). – 7 Cf. Neh 0.5-6; Mal 3:13-15. – 8 Deu 4:8. – 9 Deu 4:7 – 10 Deu 4:2. – 11 Cf. Isa 1:10; Isa 2:3. – 12 A. F. Kirkpatrick, o.c., 704. – 13 Cf.Dt 4:45; 6:17. – 14 Cf. Exo 16:4; Lev 1:6. – 15 Cf. Sal 34,i2s. – 16 Cf. Pro 2:4; Pro 3:13s; Pro 8:8.11.18; Pro 16:16. – 17 Tus estatutos: falta en el TM, pero está en los LXX y es exigido por el contexto. – 18 Cf. Sal 3:1s. – 19 Cf. Sal 19:14; Deu 17:12-13; Mal 3:15; Mal 4:1. – 20 No olvidé según los LXX. El TM: “puse” (¿ante mis ojos?). Sir.: “he deseado.” – 21 Cf. Sal 44:26; Sal 7:6; Sal 22:16. – 22 Cf. Sal 25:17; Isa 60:5. – 23 Tu palabra: corrección según algunos rnss. y el Targum. El TM: “tu camino.” – 24 Cf. Sal 27:12; Sal 86:12. – 25 Cf. Isa 33:15; 1Jn 2:15-17. – 26 Cf. Mat 10:18; Hec 26:1-2. – 27 Lit. el TM: “Esto ha sido para mí.” – 28 Cf. Pro 21:24; Sal 1:2. – 29 Cf. Gen 47:9; 1Cr 29:15; Job 35:10. – 30 Cf. Sal 16:6; Sal 73:26; Sal 142:5. – 31 Cf. Sal 33:6; I45:9- – 32 Cf. Deu 6:24; Deu 10:13; Deu 30:9-15. – 33 Cf. Sal 118:18; Job 5:17. – 34 Cf. Sal 17:11; Sal 73:7; Isa 6:10. – 35 Cf. Job 10:8; Deu 32:6. – 36 Cf. Deu 8:2.3.16; 13:4- – 37 Cf. Jer 31:13; Is 513; Jer 66:13. – 38 Cf. Sal 69:3; Sal 84:2; Lam 4:17. – 39 Algunos autores creen que aquí se alude a la costumbre de los antiguos de poner el odre lleno de vino al humo para que mejore y tome sabor (“amphorae fumum bibere,” Horacio, Odas III 8.11). En ese caso, el salmista declararía que está siendo probado como odre al humo para aquilatar su virtud en medio de los sufrimientos. – 40 Cf. Sal 57:7; Jer 18:20.22. – 41 Cf. Sal 89:2. – 42 Cf. Sal 78:69. – 43 Cf. Isa 40:29-31. – 44 Oráculos: en pl. según los LXX. El TM lee en singular. – 45 Cf. Sal 86.li. – 46 Cf. Sal 19:11; Job 33:12; Jua 4:32.34. – 47 Lit.: “eternamente, hasta el fin.” – 48 Cf. Jue 12:3; Sam 19:5; 28:21; Job 13:14 – 49 Cf. Heb 13:15; Sal 19:15. – 50 Me deleitaré: así según los LXX, San Jerónimo, Targum y sir. El TM: “miraré.” – 51 Cf. 1Re 18:21; Stg 1:8. – 52 Cf. Sal 32:8; Sal 38:8. – 53 Cf. Sal 51:13; Sal 3:6; Sal 37:18. – 54 Cf. Sal 17:36; Sal 20:3; Sal 41:4; Sal 94:18. – 55 Cf. Jer 6:28-30; Eze 32:18.19. – 56 Así siguiendo la versión de los LXX. – 57 Cf. Sal 33:6; Sal 89:15. – 58 Cf. Sal 94.I3S. – 59 Cf. Sal 19 – 60 Cf. Sal 77:Sal 11:14. – 61 Cf. Sal 31:17. – 62 Cf. Dt 4:8:2Ti 2:13. – 63 Cf. Sal 69:10. – 64 Cf. Lam 2:19; Jue 7:19; Sam u,u. – 65 Cf. Sal 69:18; Sal 34:19; Deu 4:7. – 66 Cf,Deu 35:2; Deu 43:2; Isa 51:22. – 67 Cf. Sal 139:21. – 68 Cf. Isa 9:3. – 69 Cf. Eze 34:11s. – 70 A. F. Kirkpatrick, o.c., 733.

Fuente: Biblia Comentada

andan. Una pauta habitual de vida.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Bienaventurados … Bienaventurados. Semejante al Sal 1:1-3. En otros lugares, el salmista declara que las Escrituras son más valiosas que el dinero (vv. Sal 119:14; Sal 119:72; Sal 119:127; Sal 119:162) y que da más placer que la dulzura de la miel (v. Sal 119:103; cp. Pro 13:13; Pro 16:20; Pro 19:16).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Salmo 119 (118): Salmo de estilo sapiencial que desarrolla una extensa meditación en torno a la ley de Dios, medio de revelación de la voluntad divina. Recurriendo a una amplia gama de géneros literarios (alabanza, súplica, declaración de inocencia, lamentación, etc.), el autor exhorta al cumplimiento de la ley detallando las actitudes humanas exigidas, reflexiona sobre sus cualidades, alaba sus virtudes y celebra los dones que ofrece a quienes la respetan. Su estructura responde al procedimiento del acróstico alfabético que determina la división del salmo en veintidós estrofas de ocho versos, cada una de las cuales se inicia con una de las letras del alefato (= alfabeto) hebreo. Sus ciento setenta y dos versos incluyen, salvo contadas excepciones, un sinónimo de “ley”. A pesar de su espíritu legalista, la composición permite descubrir la relación personal que Dios establece con su pueblo por medio de la alianza.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Sal 112:1.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

— Felices: Bienaventuranza con carácter programático que vincula la dicha del ser humano a la observancia de la voluntad divina manifestada en sus mandatos.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Salmo 119. El Abc de Oro de la Palabra de Dios

Este, el ejemplo más grande del arte del Salmo alfabético (acróstico) (ver La poesía en la Biblia), tiene un tema digno de su habilidad. No sabemos cuándo fue compuesto y, por lo tanto, no podemos decir a cuánto material escrito se refiere cuando habla de la palabra del Señor, o sus mandatos, preceptos y promesas. Nuestro es el privilegio de cantar estas palabras en un día cuando contamos con toda la Escritura escrita; del salmista fue el privilegio celebrar la realidad fundamental de que, venga como viniera y en qué forma exista, la palabra de Dios es central a la vida del pueblo de Dios. Nuestro Dios es un Dios que habla y es la posesión de esa revelación verbal lo que diferencia a su pueblo de todos los demás sobre la tierra.

Al referirse a esta “palabra de Dios” (lo cual hace en casi todos sus 176 versículos) el Salmo utiliza nueve palabras principales. Estas pueden ser listadas en cinco grupos: (i) La palabra se originó en el hablar divino: Palabra(s) (heb. dabar, 9, 16, 17, 25, 28, 42, 43, 49, 57, 65, 74, 81, 89, 101, 105, 107, 114, 130, 139, 147, 160, 161, 169) y palabra/promesa(s) (heb. imrah, 11, 38, 41, 50, 58, 67, 76, 82, 103, 116, 123, 133, 140, 148, 154, 158, 162, 170, 172) se derivan ambas de verbos del habla. La “palabra” es lo que el propio Dios ha hablado; ya sea directamente, como a Abraham (Gén. 17:1) o a Moisés o por intermedio de él o de algunos de los otros profetas (p. ej. Exo. 3:5; 19:9; Amós 1:1, 3).

(ii) Se usan dos términos para afirmar que esta palabra expresa la mente de Dios: leyes (heb. mispat 7, 13, 20, 30, 39, 43, 52, 62, 75, 84, 91, 102, 106, 108, 120, 132, 137, 149, 156, 160, 164, 175) se deriva del verbo “dar juicio”, tomar una decisión sobre lo que es correcto o errado; testimonio(s) (heb. eda 2, 14, 22, 24, 31, 36, 46, 59, 79, 88); edut (95, 99, 111, 119, 125, 129, 138, 144, 152, 157, 167, 168) se deriva del verbo “dar testimonio”: en su palabra Dios “da testimonio” de sí mismo, su naturaleza y su verdad.

(iii) La importancia permanente de la palabra de Dios es expresada por leyes, en el sentido de “decretos” (heb. hoq 5, 8, 12, 16, 23, 26, 33, 48, 54, 64, 68, 71, 80, 83, 112, 117, 118, 124, 135, 145, 155, 171). Se deriva del verbo “grabar” y sugiere algo “grabado en la roca” a perpetuidad.

(iv) La autoridad de la palabra y el amor que la motivó se fusionan en la descripción ley (heb. torah, 1, 18, 29, 34, 44, 51, 53, 55, 61, 70, 72, 77, 85, 92, 97, 109, 113, 126, 136, 142, 150, 153, 163, 165, 174). Aunque la palabra es usada como una imposición autoritaria, básicamente significa “enseñar” y es específicamente (Prov. 3:1) la instrucción que un padre cuidadoso da a su hijo que ama.

(v) Por último, la palabra de Dios ha sido diseñada para una aplicación práctica a la vida. Es mandatos, mandamientos (heb. miswah, 6, 10, 19, 21, 32, 35, 47, 48, 60, 66, 73, 86, 96, 98, 115, 127, 131, 143, 151, 166, 172, 176). Si puede hacerse alguna distinción práctica entre esta palabra y la siguiente, es que mandato es la simple idea de “hacer lo se le manda” mientras que ordenanzas (heb. piqqud, 4, 15, 27, 40, 45, 56, 63, 69, 78, 87, 93, 94, 100, 104, 110, 128, 134, 141, 159, 168, 173) sugiere aplicar la palabra de Dios a las menudencias de la vida, y caminos (heb. derek, 3, 15, 37) es lo que ahora se denomina “estilo de vida”.
través de todas estas palabras existe un cierto énfasis continuo, por ejemplo, el amor a la palabra de Dios (16, 30, 54, 70, 127, 140, 159, 167), el compromiso de obedecerla (17, 34, 60, 100, 106, 129), la palabra a la cual uno resueltamente se aferra en los momentos de dificultad (51, 61, 83, 87, 95, 109, 110, 143, 157, 161). La preocupación por la palabra es motivo para rogar pidiendo compasión (77) y liberación (153); el Señor siempre cumple su palabra (41, 59, 65, 76, 116, 154, 170). Este Salmo es un tesoro sin fin. Es virtualmente un Salmo de oración de principio a fin, porque a lo largo de él se dirige al Señor y brota de un corazón realmente humano en toda su fragilidad y sus fallas. No importa cuán grandes sean nuestras aspiraciones para obedecer, para mantener la palabra del Señor muy viva en nuestras mentes y vidas, seguimos siendo hasta el final como oveja extraviada necesitando el cuidado del Pastor (176).
ocasionalmente escribiendo un terceto (48, 176) el poeta a lo largo del Salmo dedica, por turno, ocho parejas de dichos a cada letra del alfabeto. Pero, como siempre en la poesía hebrea, la forma está subordinada al pensamiento y cada sección alfabética es una declaración cuidadosamente compuesta.

1-8 Alef. El gran “si al menos”. Típico de todo el Salmo, la sección inicial afirma que la obediencia a la palabra de Dios es la clave de la vida. El gran clamor del v. 5 es el eje de la sección. Doblemente bienaventurados son los que viven según su palabra con constancia y consagración (1-3), porque es su palabra y su intención es que sea obedecida (4). Oh, que fuera yo así (5), porque entonces no habría esperanzas que terminen en desilusión (6) sino en alabanza (7). Con la ayuda de Dios obedeceré (8). 1-4 Son objetivos: esta es la realidad. Bienaventurados (1, 2) bajo la aprobación divina; íntegros de camino, una vida “integrada” alrededor de la ley del Señor, exterior (andan) e interiormente (corazón); no hacen, “han determinado no hacer nada”. Tú (4), enfático “tú, tú mismo”. 5-8 Son subjetivos: anhelos, expectaciones y resoluciones personales. Estables. Este es el ideal de “permanecer firme en nuestros caminos”. Avergonzado, encontrando que la vida es una desilusión. Tus leyes (8) es enfático, concordando con el tú del v. 4.

9-16 Bet. El corazón absorto. Alef expresó su anhelo (5), pero la manera práctica de seguir adelante es enfocar ese anhelo en la palabra de Dios y en el Señor mismo (10, 12). Se presenta el caso de un joven, o sea, una situación en que la vida de pureza está presionada constantemente. La posibilidad de una vida pura depende de la dirección de la voluntad (10), los contenidos de la mente y la memoria (11), las preocupaciones de la boca (13) y de las emociones (14, 16), los sujetos del pensamiento (15, 16). La vida exterior (camino), emana de factores interiores, todos absortos en la palabra y centrados en el Señor en alabanza e instrucción (12). 9 Con qué, una pregunta práctica: “¿De qué manera?” El problema es externo (9), pero la respuesta (10-16) es interna. 10 La dirección deliberada (he buscado) del corazón (todo el ser interior) volviéndose hacia Dios y la práctica de la oración específica. 11 El corazón repleto de la palabra es el antídoto contra el pecado. 13 El versículo comienza con labios humanos y termina con la boca divina: sea que hablemos solos o con otros, nuestra conversación rebosa de lo que Dios ha hablado. 15 Hasta este punto, los verbos principales han sido “perfectos de decisión” (“estoy decidido a buscar … guardar … contar … gozar”). Los pensamientos paralelos son ahora volcados en una oración: “Oh, por favor, permíteme meditar … considerar.” Nuestros compromisos deben estar saturados de oración. 16 Una silenciosa resolución se basa en un uso apropiado de las emociones y la memoria (16).

17-24 Guímel. El que depende del Señor. Los versículos van juntos en parejas: 17 y 18 (obras de Dios que hacen posible la obediencia) van en pareja con 21 y 22 (obras de Dios que castigan la desobediencia y recompensan la obediencia); 19 y 20 (el salmista es un extraño sobre la tierra) van en pareja con 23 y 24 (el salmista es reprochado); nuestras pasiones dificultan la vida de santidad (9); de la misma manera, dice Guímel, lo hacen nuestras circunstancias. La tierra es un lugar extraño (19); la sociedad contiene a los que abandonan la palabra (21), uno se encuentra con oposición personal, y aun oficial.

¿Cómo hemos de vivir la vida de Dios en las cortes de la tierra? Primero (17, 18), pidiendo acción divina. Haz bien, “provee totalmente para”. Abre. En la “completa provisión” buscada, se especifica una cosa: la habilidad de comprender la palabra en toda su maravilla. En segundo lugar (19, 20), reconociendo las realidades de la situación y manteniendo una auténtica prioridad. Peregrino, residente extranjero. Pero, no obstante las dificultades potenciales de una vida así, no es el bienestar terrenal, ni el que las necesidades sean suplidas, ni siquiera el regreso al hogar lo que se busca, sino el conocimiento de la palabra de Dios como un anhelo total. En tercer lugar (21 y 22), el equivalente negativo de lo anterior: anhelando la providencia divina que suple nuestras necesidades (17-20) haciendo juego con el tratar de evitar el desagrado divino por medio de una obediencia consagrada a él. En cuarto lugar (23 y 24); cueste lo que cueste (aun el desagrado de personas influyentes), la palabra del Señor domina la mente, las emociones y el consejo práctico que da dirección a la vida.

25-32 Dálet. Tiempo de dificultades, tiempo de … ? La situación descrita en Guímel, un extraño en un ambiente extraño, es real. La humillación (25), el cansancio (28), la tentación (29), los posibles desencantos (31) son parte de la vida. Las cosas “nos desaniman” (25, “mi alma se adhiere al polvo”), la vida ya no se aguanta (28, “mi alma no duerme por la depresión”). Pero, más que nada, el momento de dificultad debe ser el momento de oración.
ocho versículos contienen siete oraciones. Una oración pidiendo ser renovado (vivifícame, 25), un mayor conocimiento (26, 27), fuerza en la necesidad (28), gracia, favor divino hacia el necesitado que carece de méritos (29), pidiendo un resultado favorable (31). El momento de la dificultad es también el momento para una consagración especial, fijar la mente en su maravillosa palabra (27), escoger y mantenerse firme en su verdad (30), encarar la dificultad con obediencia (31, “me adhiero a tus estatutos”), hacer el esfuerzo (“correré”). Pero el momento de la dificultad es también el tiempo del descanso, porque Dios siempre será fiel a su palabra (25b, 28b, 29b, mejor “de acuerdo con tu ley”).

33-40 Hei. Renovación interior, el corazón permanece íntegro. El espíritu de dependencia continúa con nueve pedidos en ocho versículos. Pero la amenaza de algo que le impida correr en el camino de Dios (32) no es aquí el ambiente hostil (Guímel) ni las dificultades de la vida (Dálet) sino el corazón inconstante que quiere obedecer (34), pero puede fácilmente apartarse al ser atraído por propósitos egoístas (36) y cede a las tentaciones que entran por los ojos (37). Es así que hay una tensión en el corazón mismo: la lealtad del corazón amenazada por la deslealtad del corazón. La solución es la oración: sólo el Señor puede conservarlo obediente en el “camino” (33, guardaré, lit “el camino de tus decretos”), el corazón íntegro (34), nos dirige hacia la verdadera felicidad (35), nos salva de actividades indignas (36, 37), nos salva de la desilusión (39, oprobio) y renueva las fuentes de la vida (40, vivifícame). La sección es de tres partes: 33-35, consagración total, guardando la palabra de Dios con todo el corazón; 36, 37, amenazas interiores, el corazón dividido; 38-40, cuidado fiel y providencia divina.

41-48 Vav. Progreso firme. Cada versículo en esta sección empieza con “y” (omitido enteramente en la RVA y en el v. 42 traducido entonces). Esta no es meramente una técnica para poder incluir la letra Vav (que, como prefijo, significa “y”) sino que es toda la razón de la sección: hay cosas que siguen una secuencia. Las secciones anteriores han luchado con el problema de vivir una vida pura (Bet) y en un mundo extraño (Guímel) lleno de presiones (Dálet) y con un corazón dividido (Hei). Un ingrediente es más importante que todos los demás: el Señor ha prometido misericordia y salvación (41); la misericordia que conoce, se interesa, suple las necesidades y nunca falla y la salvación que interviene para librar en todo momento de necesidad. De allí la importancia de “y” en el v. 41, como si dijera “y por supuesto esto también”. Luego vienen las “cosas que acompañan a la salvación” (42-48). 42, 43 Estos versículos comparten el tema del testimonio hablado: los que conocen el amor y la salvación del Señor hablan de ellos. Se puede confiar en su palabra para que provea la respuesta aun del que cuestiona con hostilidad (42), pero (43) la palabra puede ser usada únicamente con consentimiento divino y tiene que haber, en todo momento, una dependencia sensible a la buena voluntad divina. 44-46 Están unidos por una forma de verbo que va más allá de “lo haré”, indicando “prometo que lo haré”. El testimonio requiere el contexto de una vida obediente (44), una vida que demuestra la verdadera libertad que produce la obediencia (45). De esa manera no hay vergüenza o temor de desilusión aun en testificar a los reyes (46). 47, 48 Están conectados por el amor (amado) a la palabra, porque la boca que habla la palabra (42, 43) y la vida que la ejemplifica (44-46) deben emanar del corazón que lo ama.

49-56 Zayin. Administrador de la verdad. Muchas cosas generan la reacción “¿para qué seguir preocupándonos?”: las dificultades (50), la oposición despreciativa (51) o porque a nadie parece importarle (53). En esos momentos, el salmista seguía centrando su vida en la palabra del Señor, encontrando que las promesas divinas generaban una renovación en él (50, vivificado), que el tiempo de la oposición era justamente el de tomarse firmemente de las enseñanzas del Señor (51), que sus juicios daban consuelo (52), que la oscuridad de la vida tiene que ser encarada con un resuelto “guardar” (el “guardar” de un siervo, 55) y constante conservación (56, guardé, lit. “mantuve intacto”), el guardar de un administrador. 49, 50 La palabra de esperanza y consuelo. Promesa … palabra, “habla”. La palabra se origina en la boca del Señor; en consecuencia comunica esperanza segura y es una fuerza estimulante (50, vivificado, “renueva”). 51, 52 La palabra defendida contra los burladores: la oposición descontrolada enfrentada con una consagración firme que da consuelo. 53, 54 La palabra en la tristeza y en el canto. El pueblo observa normas diferentes y el mundo es un lugar extraño (ámbito, 54 “vivir como un extraño”, ver el v. 19). Estas presiones no le hacen ceder sino que hacen que las alegrías de la palabra sean más preciosas. 55, 56 La palabra guardar, ver el comentario anterior. La sección Zayin equilibra cualquier impresión que haya creado la sección Vav en el sentido de que la vida es un triunfo sin interrupciones. La libertad que da la palabra (45), la audacia (46) y el deleite (47, 48) deben ser vigilados y protegidos por medio de tomarse resueltamente de la palabra.

57-64 Jet. El ordenamiento de la vida. La sección comienza y termina dirigiéndose al Señor, su suficiencia y su amor fiel que llena toda la vida. ¿Cómo reaccionamos al que es totalmente suficiente (57-60), y cómo vivimos en relación con aquel cuyo amor podemos encontrar en todas partes (61-64)? Somos como la tribu de Leví (Jos. 13:14, 33; 18:7) que no necesitaba otra fuente de bienes fuera del Señor. Nuestra respuesta a esto consta de cuatro partes: obediencia prometida (57), buscando de corazón su favor y su gracia inmerecida (58), cambio reflexivo de uno mismo (59) y obediencia inmediata (60). O sea, una vida consagrada a su palabra, confiando en sus promesas y conformándose a sus estatutos. Afuera están los enemigos a enfrentar (61), un programa que organizar (62), amigos que cultivar (63) porque en toda situación y lugar -sea hostil, secreto o corporativo- su amor (constante) está en todas partes. Por lo tanto, toda situación debe ser aprovechada para deleitarle: manteniendo su palabra en la adversidad (61), ordenando la vida para apartar un tiempo para deleitarse en la palabra (62), siendo amigo de los que siguen la palabra (63).

65-72 Tet. Graduación en la escuela del Señor. En Het se nos llama a un reordenamiento de la vida a la luz de lo que el Señor es; Tet se concentra en la nueva dirección que el Señor da a nuestras vidas. Somos alumnos en su escuela de aflicción (67, 70), él es el Director de la escuela y el premio de graduación es el tesoro de su palabra. 65-67 El sorprendente beneficio de la aflicción. El Señor ha cumplido su palabra haciendo bien a su siervo (65, lit. “tú has hecho bien … ”); esto induce al siervo a pedir más enseñanza (66), confiando en lo que el Señor manda aunque la escuela en que ha recibido el beneficio era la de la aflicción. 68-70 El beneficio de un corazón resuelto y gozoso. Pase lo que pase, porque el Señor es bueno puede hacer sólo lo bueno. Por lo tanto, podemos ser alumnos dispuestos en su escuela, consagrándonos a enfrentar los engaños, guardando su palabra de todo corazón (cf. 56) y desarrollar verdadera sensibilidad del corazón deleitándonos en su ley (70). 71, 72 Beneficios en la escuela de la aflicción. Fue en esta escuela que aprendió los decretos del Señor (o sea, su palabra diseñada para nuestra obediencia) y aprendió también qué tesoro es la ley (o sea, su palabra diseñada para nuestra instrucción). Nótese en esta sección la preponderancia de la idea de “bondadoso”: lo que el Señor ha hecho (65, ver lo anterior), lo que él es (68) y lo que nos otorga en su escuela (71, 72).

73-80 Yod. Convirtiendo el sufrimiento en testimonio. En la aflicción el salmista mismo recibió beneficios (según Tet), pero ahora nos encontramos que está preocupado por vivir en la aflicción de tal manera que el beneficio pueda también tocar a otros. Aparecen los mismos agentes humanos de la aflicción (78, cf. 69) pero él ora pidiendo poder aguantar la hostilidad de ellos de tal manera que los que te temen puedan tener gozo por medio de la constancia de su esperanza (74) y se acerquen en comunión a él (79). La sección comienza, sigue y termina con una oración pidiendo el bien personal; sigue orando por otros y la influencia del buen ejemplo; y equilibra los dos agentes en la aflicción: el Señor fiel y el pueblo hostil. 73 Me formaron es más bien “me establecieron”: por lo tanto “me has hecho lo que soy y puesto donde estoy”. Hicieron incluye todas las fuerzas por medio de las cuales modela nuestro carácter. Las “presiones” de la vida son las manos del Alfarero. Entender. La oración no es pidiendo enseñanza sino “discernimiento”, la habilidad de llegar al fondo de su verdad. Esta sección enfatiza la apreciación interior de la palabra: discernimiento y aprendizaje (73), confianza en el futuro (74), conocimiento (78) y un corazón íntegro (80), o sea un ser interior en quien toda capacidad se integra perfectamente porque se basa en la palabra. ¡Esta era su oración, su meta y consagración en un momento de aflicción (75) y dolor inmerecido (78)!

81-88 Kaf. En las últimas. La aflicción sigue. Sus opositores son los mismos (85, cf. 69, 78), el sufrimiento es inmerecido (86, cf. 69, 78) y ya no lo aguanta más. 81-84 Expresan urgencia y ruegan que el Señor cambie la situación. 85-88 Son una oración pidiendo ayuda y renovación (88, vivifícame, “renueva”) dentro de la situación. Toda la sección es una oración, alternando las declaraciones con los ruegos al colocar delante del Señor las realidades y las necesidades de la vida: y esta es la lección principal que aprender, que cuando uno está en las últimas, hay una salida llamada “oración”. Con frecuencia, la oración es la primera cosa que se pierde en el sufrimiento, cuando en realidad es el remedio más eficaz. Muchas veces el sufrimiento es largo -desfallece (81), desfallecen (82), cuántos son los días (84)- pero en las últimas siempre hay una salida llamada “esperanza” (81, 82) y otra llamada “obediencia” (83, 87). El sufrimiento puede ser extremadamente incómodo. Puede venir de personas hostiles y ser inmerecido, pero el quebrantamiento de la ley de Dios (85) debe ser vencido por nuestra obediencia (88). La palabra fiel sigue siendo nuestra regla para el presente (83, 87, 88) y nuestra esperanza para el futuro (81, 82).

89-96 Lámed. Palabra sin fin. La palabra heb. que se ha traducido para siempre (89) y nunca jamás (93), divide a la sección en dos partes: la palabra del Señor y la consagración a su palabra son iguales “para siempre”. El pensamiento avanza desde la palabra en el cielo (89) a la palabra disfrutada personalmente (92), y después desde la palabra disfrutada personalmente (93) a la palabra en su propia naturaleza sobremanera amplia (96). Tu palabra (89) que expresa la naturaleza y la voluntad del Señor es un punto fijo en el cielo. Pero el Señor es el mismo sobre la tierra (90). Su fidelidad, consistencia invariable, permanece fortaleciendo a generación tras generación de gente y dando estabilidad a la tierra que habitan. Por cierto que tal es su inmutabilidad permanente que es la misma hoy y tal es su dominio soberano total que todos -tanto buenos como malos- hacen su voluntad (91). En el nivel personal pasa lo mismo. La palabra permanente da durabilidad al que se deleita en ella. Esto naturalmente lleva a la consagración, porque la palabra que protegió de la muerte, de la misma manera produjo una renovación (vivificado, 93). Una consagración así a la palabra caracteriza a los que son del Señor (94). Aun en el mismo período de hostilidad (95, cf. 69, 78, 85), se dedicará a las ordenanzas del Señor (su palabra que declara quién es él y qué requiere). Este es el camino a la vida porque “en todo lo temporal veo un factor limitante pero tus mandatos significan la libertad verdadera” (paráfrasis del v. 96, cf. 45).

97-104 Mem. La palabra deleitosa. La esencia de esta sección está entre el paréntesis formado por las exclamaciones cuánto y cuán: 97, cuánto amo, deleite subjetivo en la palabra; 103, cuán dulces, deleite objetivo de la palabra. El v. 104 es un resumen y conclusión. Somos enseñados (97-100) que la palabra deleitosa informa a la mente: como el amor (amo) resulta en una prolongada meditación de la misma, imparte una sabiduría que es superior a los peligros (98), más grande que la sabiduría humana (99), superando a la tradición (100). Además, la palabra deleitosa da dirección a la vida (101-103): enseña lo que se debe evitar y lo que se debe hacer. Es la voz de enseñanza del Señor y es intrínsecamente deliciosa. En resumen (104), este es el camino de la mente santa (inteligencia, captando y discerniendo la verdad), de las emociones seguras (aborrezco) y del buen vivir (camino). Nótese la secuencia: la meditación constante (97, 98, 99) se convierte en obediencia (100), el poder de la palabra para cambiar nuestras vidas. La obediencia (101) que surge del reconocimiento de la autoridad divina que tiene la palabra (102) se convierte en delicia (103).

105-112 Nun. La palabra práctica. Las duras realidades de la vida, comunes a las secciones anteriores se encuentran presentes aquí como aflicciones (afligido, 107) y trampas de los impíos (110). Este es el contexto de lo que dice de la palabra. Es para la vida real en un mundo real. Como sucede con todas las secciones, ésta tiene una estructura claramente definida:

A1 (vv. 105, 106) La palabra como guía de la vida y una respuesta solemne: la luz y el voto.

B1 (vv. 107, 108) La palabra en la mano del Señor en medio de las dificultades de la vida, capaz de renovar y enseñar.
2 (vv. 109, 110) La palabra en manos humanas en medio de las dificultades, recordada y obedecida.

A2 (vv. 111, 112) Una respuesta gozosa y la palabra como guía de la vida: posesión y dirección.

105 Lámpara … lumbrera. Probablemente la lámpara para iluminar el próximo paso, la lumbrera para iluminar el camino que tiene por delante. 106 Jurado. La idea de una consagración deliberada es fuerte en esta sección. Los verbos en 109, 110 expresan decisión: “Estoy decidido a no olvidar … a no desviarme.” ¡No podemos esperar que por accidente seamos devotos de la palabra! 107 Vivifícame, “renueva”. 108 Ofrendas de mi boca, “ofrendas voluntarias”, devociones deliberadas que uno mismo se impone. 109, 110 Combinan los riesgos que uno necesariamente asume en el transcurso de la vida con los riesgos que implican la hostilidad de otros. De esta manera se incluye todo peligro posible: todo el precario transcurso de la vida debe mantenerse bajo y dentro de la palabra. 111, 112 El corazón que se regocija debe ser conectado con el “corazón dirigido” (112), lit.: “He inclinado, o dirigido mi corazón para cumplir tus decretos.” El gozo sin la obediencia es frivolidad; la obediencia sin gozo es moralismo.

113-120 Sámej. Perseverancia, no contemporizar. El salmista es lo contrario al indeciso, al malo, al descarriado y al impío. La diferencia observable es la palabra: amada (113, 119), conservada (115, cf. 56), el lugar de refugio y la razón de la esperanza (114), el centro de una mirada firme (117, lit.: “Siempre tendré,” u “Oh, que siempre tenga yo mi mirada clavada en … ”). Pero la realidad interior que lo distingue es el Señor: porque esperar en la palabra es refugiarse en el Señor (114); la palabra es los mandamientos de mi Dios (115); temer la palabra y temer al Señor van juntos (120).

Por el contrario, los contemporizadores y los impíos por rechazar la palabra son rechazados por el Señor (118): andando mal con su palabra, no pueden andar bien con él. De esta manera Sámej desarrolla el énfasis de consagración de Nun. Esa consagración no es opcional ni negociable, sino intrínseca a vivir con el Señor en comunión y paz. La estructura de la sección aclara su mensaje.

A1 (vv. 113, 114) Amor y refugio

B1 (v. 115) Separación decisiva

C1 (v. 116) Oración pidiendo sostén
2 (v. 117) Oración pidiendo sostén

B2 (v. 118) Rechazo divino

A2 (vv. 119, 120) Amor y temor

Es así que esta sección tiene que ver con una persona singular, mira su interior (113), su relación con el Señor (114) y su exterior (115); una vida que es sostenida, según la promesa (116), que trae liberación (117) y tiene que ver con un Dios que discrimina: razón por qué rechaza (118); una reacción diferente: amor (119), un temor real (120).

121-128 Ayin. Un plan para tiempos peligrosos. El siervo del Señor ve que, a pesar de su determinación de ser una luz en el mundo, las personas opresivas y arrogantes son las que dominan, ¿y por cuánto tiempo podrá aguantar (123)? La verdad divina se hace a un lado y, al final, lo que cuenta es que sólo la acción divina será suficiente (126). Actuar (126) es el mismo verbo que practicado (121), como diciendo “todos mis esfuerzos fracasan; hazte cargo tú”. De esta manera, el v. 126 es el clímax al cual llevan 121-125, pero es también un “eje” entre dos versículos de oración (124, 125) y dos versículos que prometen lealtad a Dios (121-123). Decir “no puedo más” (121-123) y “tú debes actuar” (126) dista mucho de ser escapismo. Las oraciones correctas del siervo pidiendo seguridad personal se expresan pidiendo aprender y comprender la verdad divina (125). Además, afirmar la necesidad de acción divina produce una consecuencia (por eso, 127a, 128a): Amar la Palabra del Señor como nuestro principal tesoro (127), aceptar que es totalmente correcta (128a, lit. “todos tus preceptos en todo concepto”) y aborrecer todas las demás alternativas (128b). ¿Aprendemos aquí en qué contexto el Señor, si es su voluntad, da avivamiento? La oración, conocimiento de su verdad y amor por ella, odio a todos los caminos falsos.

129-136 Pe. La luz de doble filamento. En Ayin los ojos exhaustos podían ver sólo una oscuridad que se acerca. Ahora una puerta se abre a la luz: la luz de la palabra (130) que, antes de que la sección llegue a su fin, ha llegado a ser la luz del Señor (135). No obstante, la situación es la misma: Su apreciación por la cualidad sobrenatural de la palabra del Señor dentro de un paréntesis en que muestra su dolor porque la palabra ha sido despreciada (136). Dentro de este paréntesis se encuentra:

A1 (v. 130) La luz de la palabra del Señor

B1 (vv. 131, 132) Misericordia divina, satisfaciendo el hambre de la palabra
2 (vv. 133, 134) Redención divina, liberando

A2 (v. 135) La luz del favor del Señor

129 Maravillosos, más bien como nuestra palabra “sobrenatural”. Guarda, “defiende, conserva, mantiene intacta” (cf. 56). Aquello que es singular requiere que se lo cuide. 130 Exposición, lit. “puerta, abertura”. Puede significar que cuando la palabra se abre como una puerta, la luz del Señor pasa hacia adentro. Esta es parte de la cualidad sobrenatural de la palabra. Ingenuos. Uno que, dejado a sus propios recursos, carecería de los principios para guiarle. 131, 132 El anhelo por la palabra y el amor por el Señor van mano a mano. Es únicamente por su misericordia (favor divino en pro del que no lo merece) que la palabra es ofrecida al alma hambrienta. 133 Enseñoree, “domine” de manera que la libertad para obedecer a la palabra sea coartada o destruida. 134 Redimir, “pagar el precio de rescate”, hacerse responsable de sea cual fuere el costo.

137-144. Tsade. Señor justo, palabra justa. ¿Cómo es que cuando la palabra alumbra el Señor alumbra (130, 135)? Tsade responde: Porque el Señor se expresa a sí mismo perfecta y eternamente en su palabra: Es justo (137) y su palabra es justicia, sus testimonios (138) son “ordenados en justicia” y (142) su justicia es eterna. La “unión” entre los dos es perfecta. 137, 138 La palabra expresa al Señor. Los juicios, las decisiones del Señor, revelando su pensamiento; sus testimonios, lo que “testifica” revelándose a sí mismo; que ha ordenado, “mandado”, revelando su voluntad. Es así que el que es justo da mandatos justos. El y su palabra son uno. 139, 140 La verdad cautiva al siervo de Dios. Encontrándose frente a sus enemigos, su primera preocupación es el prestigio de la palabra; encontrándose frente a la palabra en toda su refinada pureza (sumamente pura) su corazón se brinda con amor. 141, 142 La palabra es una preocupación en su mente. La posición (pequeño) y la reputación (despreciado) no son importantes comparadas con tener la palabra claramente en la mente. El Señor eternamente justo ha hablado y su palabra es la “verdad” misma. ¿Qué consideración personal podría ser más importante que esto? 143, 144 La palabra da vida. La calidad de vida se ve amenazada por aflicción y angustia (143, “adversidad y presión”) pero la palabra imparte una calidad distinta de deleite. En consecuencia, la meta de la oración es tener entendimiento, “discernimiento” porque éste es el camino a la vida que de veras es vida.

145-152 Qof. La presencia sentida. Las dos mitades de la sección Qof corresponden a Stg. 4:8, “acercaos a Dios” (145-148) “y él se acercará a vosotros” (149-152). Los vv. 145, 146 están unidos por una palabra que tienen en común: clamo; los vv. 147, 148 empiezan con el mismo verbo, lit. “me adelanto … mis ojos se adelantan … ” y juntos abarcan una sesión de 24 horas de oración y meditación bíblica. En el v. 149 la oración se basa no en promesas humanas sino en el amor del Señor; los vv. 150, 151 contrastan dos “cercanías” y el v. 152 completa la sección con la verdad de la palabra eterna. 145-148 Cerca del Señor. La oración es (i) inseparable de la obediencia. Sin una consagración moral seria, la intercesión es mero egoísmo; (ii) inseparable del negarse a sí mismo: no que nuestra urgencia haga que la oración sea eficaz sino que en la verdadera oración hay un elemento de consagración en sacrificios; (iii) inseparable de la palabra de Dios. Sin su palabra no sabemos qué podemos esperar o pedir. 149-152 El Señor cerca. Cuanto más cerca estén los peligros, más cerca está el Señor. Cercano (151) es una palabra que implica “pariente cercano”. El Señor ha prometido ser nuestro pariente cercano quien, en nuestra impotencia, hace suyas nuestras necesidades. Su cercanía entonces se relaciona con su misericordia, fidelidad cariñosa prometida; y nuestra seguridad de que él es nuestro pariente cercano se basa en su testimonio inmutable (testimonios, “estatutos”) de lo que él es y lo que hace. Pero además, porque el Señor y su palabra son identificados (ver Pe, Tsade), la palabra es su agente renovador de la vida (149, vivifícame).

153-160 Resh. Tres cosas dignas de confianza. El salmista digno de confianza, que no se olvida de la palabra (153), el Señor digno de confianza (154, 156, 159) y la palabra digna de confianza que nunca cambia (160). Pero la confiabilidad humana no se puede dar por sentado. La vida se caracteriza por la aflicción y la presencia desgastante de los malos y traidores. La vida necesita renovación constante que depende del amor, las promesas y decisiones del Señor. La oración reiterada pidiendo ser renovado constituye el corazón de esta sección.

153, 154 (A1) Mira mi necesidad. Defiende mi causa. Al salmista lo están acusando. Líbrame (como cercano, 151) pertenece al vocabulario relacionado con el pariente cercano: el “redentor” se identifica con su pariente afligido, toma y paga todas sus deudas, se hace cargo de todas sus necesidades. Dentro de esta situación problemática, sigue su fidelidad a la palabra. 155 (B1) Los impíos. Los que se disocian de la palabra no pueden esperar una intervención divina salvadora. 156, 157 (C) Muchas compasiones. Muchos enemigos. La misericordia es el amor del Señor que enseguida se conmueve. Grande es la misma palabra usada para indicar muchos. Su amor corre para encontrarnos y es tan grande como cualquier peligro. 158 (B2) Los traidores. No se puede confiar en ellos, no tienen ninguna consagración a la palabra. 159, 160 (A2) Observa mi amor. Habiendo recibido su advertencia por medio de la experiencia de los que hacen caso omiso a su palabra (158) y no pueden esperar liberación (155) el salmista afirma su amor por la palabra y la verdad eterna de la palabra.

161-168 Shin. Verdad atesorada, vida constante. Si seguimos la distribución de las letras iniciales: Sin y Shin, esta sección se divide en tres partes: 161-163, 164-166, 167, 168. Tratan, respectivamente, el amor constante (lo que teme, lo que atesora, lo que ama), la vida constante (que alaba, no tropieza, es obediente), y el constante en guardar (un “guardar” obediente que emana del amor, un “guardar” obediente que busca complacer). Amor aparece en cada sección: el corazón constante guarda con diligencia su amor por las enseñanzas del Señor (163) con un odio correspondiente por lo falso; la vida constante goza de paz (plenitud; paz con Dios, con la gente y paz en la mente; una vida completa) como consecuencia de amar la enseñanza del Señor (165); el “guardador” constante es motivado por el amor a lo que el Señor ha testificado de sí mismo (167). La vida que ha decidido ser constante -bajo presión y devota- resulta en su enriquecimiento y paz; pero también se topa con conflictos morales, porque no existe la constancia sin desafíos. La opción sobre qué amar y qué odiar; la lucha es por seguir pacientemente hasta que el Señor actúe. Pero es la obediencia la que caracteriza al amor y es la obediencia lo que complace al Señor (168).

169-176 Tav. ¡Desviándose pero obediente! 169, 170 Conectados por delante de ti, ambos son oraciones pidiendo ser oído y pidiendo al Señor que actúe según su palabra, obrando interiormente (entendimiento, “discernimiento”) y exteriormente (líbrame). 171, 172 Conectados por las referencias a labios y lengua, son ambos oraciones pidiendo respuesta, que la palabra sea enseñada y reconocida por lo que es. 173, 174 Piden y anhelan la acción divina, basando los pedidos en la respuesta (escogido … delicia) ya dada a la palabra. 175, 176 Enfoca necesidades personales, la impresión de que pierde vitalidad y la tendencia a desviarse. La clave para tener vitalidad y recobrarse es la palabra que sostiene y nunca es olvidada.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

119.1ss Este es el salmo y el capítulo más largo de la Biblia. Quizás Esdras lo escribió después de la reconstrucción del templo (Ezr 6:14-15) como una meditación repetitiva acerca de la belleza de la Palabra de Dios y de la forma en que nos ayuda a permanecer puros y a crecer en la fe. Este salmo tiene veintidós secciones estructuradas con esmero. Cada una corresponde a una letra diferente del alfabeto hebreo y cada versículo comienza con la letra que corresponde a su sección. Casi todos los versículos mencionan el término Palabra de Dios o un sinónimo. Tal repetición era común en la cultura hebrea. La gente no tenía copias particulares de las Escrituras para leerlas como lo hacemos nosotros, así que entre la gente común, la Palabra de Dios se memorizaba y trasmitía en forma oral. La disposición de este salmo permitió la fácil memorización. Recuerde, la Palabra de Dios, la Biblia, es la única guía segura para una vida pura.119.9 Nos ahogamos en un mar de impureza. A cualquier parte donde miremos, descubriremos que la tentación conduce a la vida impura. El salmista hizo una pregunta que nos preocupa a todos: ¿Cómo podemos permanecer puros en un ambiente impuro? No podemos hacerlo por nuestra propia cuenta, sino que debemos tener consejos y fortaleza mucho más dinámicos que las influencias tentadoras que nos rodean. ¿Dónde encontramos esa medida de fortaleza y sabiduría? Al leer la Palabra de Dios y al practicar lo que ella dice.119.11 Guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones es una fuerza de disuasión contra el pecado. Esto únicamente nos debe inspirar a querer memorizar las Escrituras. Pero la memorización por sí sola no nos impedirá pecar, debemos también poner en práctica la Palabra de Dios en nuestras vidas, haciendo de ella una guía vital para todo lo que hagamos.119.12-24 La mayoría nos irritamos con las reglas, ya que pensamos que nos limitan para hacer lo que queremos. A primera vista, entonces, parece raro escuchar al salmista hablar de que se regocija en las leyes de Dios más que en las riquezas. Sin embargo, las leyes de Dios se dieron para librarnos, poder ser todo lo que El quiere que seamos. Nos limitan para no hacer cosas que nos incapacitarían e impedirían sacar de nosotros lo mejor. Las leyes de Dios son principios que nos ayudan a seguir en su camino y a no vagar en caminos que nos conduzcan a la destrucción.119.19 El salmista dice: «Forastero soy yo en la tierra», por lo tanto, necesita dirección. Casi cualquier viaje requiere de un mapa o un guía. Cuando viajemos por la vida, la Biblia debe ser nuestro mapa de carreteras, señalándonos las rutas seguras, los obstáculos que debemos evitar y nuestro destino final. Debemos reconocer que somos peregrinos aquí en la tierra y que necesitamos estudiar el mapa de Dios para conocer el camino. Si pasamos por alto el mapa, vagaremos indefensos por la vida y nos arriesgaremos a perder nuestro verdadero destino.119.27, 28 Nuestras vidas están llenas de libros de reglas, pero los autores nunca vienen a ayudarnos a seguirlas. Dios sí. Esta es la singularidad de nuestra Biblia. Dios no solo proporciona las reglas y los principios, sino que viene personalmente todos los días a donde estamos para ayudarnos a vivir de acuerdo con esas leyes. Por supuesto, tenemos que invitarlo a hacerlo y responder a su dirección.119.36 En nuestro mundo actual, la gente muy a menudo codicia las ganancias económicas. El dinero representa poder, influencia y éxito. Para muchos el dinero es un dios. No piensan demasiado en otra cosa. En verdad, puede comprar ciertas comodidades y ofrecer alguna seguridad. El dinero se ha vuelto tan importante para algunos, que harían casi cualquier cosa para obtenerlo. Pero mucho más valiosa que la riqueza es la obediencia a Dios, debido a que es más un tesoro celestial que uno terrenal (Luk 12:33). Debemos hacer lo que Dios quiere a pesar de las implicaciones financieras. Haga suya la oración del salmista, pídale a Dios que lo ayude a preferir la obediencia antes que el dinero, a la larga será para su propio beneficio.119.44-46 El salmista habla acerca de guardar las leyes y aun así ser libre. Contrario a lo que muchas veces esperamos, obedecer las leyes de Dios no nos inhibe ni restringe. Por el contrario, nos libera para ser lo que El quiere que seamos. Al buscar la salvación y el perdón de Dios, somos libres del pecado y de su consiguiente culpabilidad opresora. Al vivir en el camino de Dios, tenemos libertad para cumplir el plan que El tiene para nosotros.119.97-104 La Palabra de Dios nos hace sabios. Más sabios que nuestros enemigos y que cualquier maestro que la olvida. La verdadera sabiduría va más allá de un conocimiento acumulado, es la aplicación de ese conocimiento para cambiar la vida. Las personas inteligentes o experimentadas, no son necesariamente sabias. Somos sabios cuando permitimos que nos guíe lo que Dios nos ha enseñado.119.105 Es obvio que si caminamos en la noche en medio del bosque necesitaremos una luz que nos impida tropezar con las raíces de algún árbol o caer en algunos hoyos. En esta vida, andamos a través de un bosque oscuro de maldad. No obstante, la Biblia puede ser la luz que nos muestre el camino hacia adelante para así no tropezar al caminar. Nos revela las raíces enredadas de filosofías y falsos valores. Estudie la Biblia para que pueda ver su camino con la suficiente claridad y así permanecer en la senda correcta.119.113 Los hipócritas no pueden decidirse entre lo bueno y lo malo. Cuando se tiene que obedecer a Dios, no existen términos medios, usted debe decidirse: le obedece o no. Hace lo que El quiere o hace lo que usted quiere. Decídase a obedecer a Dios y a decir junto con el salmista: «Amo tu ley».119.125 El salmista le pide a Dios entendimiento. La fe cobra vida cuando aplicamos las Escrituras a las tareas y preocupaciones diarias. Necesitamos entendimiento para discernir y también el deseo de aplicar las Escrituras donde necesitamos ayuda. La Biblia es como una medicina: solo actúa cuando la aplicamos en las áreas afectadas. Cuando lea la Biblia, esté alerta para las lecciones, mandamientos o ejemplos que puede poner en práctica.119.160 Una de las características de Dios es la veracidad. Personifica la verdad perfecta y, por lo tanto, su Palabra no puede mentir. Es verdadera y confiable para guiarnos y ayudarnos (véase Joh 17:14-17). La Biblia es completamente verdadera y digna de confianza.119.165 La sociedad moderna anhela paz mental. Aquí tenemos una instrucción muy clara de cómo llevarlo a cabo en la vida. Si amamos a Dios y obedecemos sus leyes, tendremos «mucha paz». Confíe en Dios. El es el único que está por encima de las presiones diarias de la vida y nos da seguridad total.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Enc. En esta sección de apertura cada v. comienza con la primera letra del alfabeto heb., ’Á·lef. Esta por lo general no se pronuncia, y se translitera como una comilla sencilla de cierre o una coma elevada ( ’ ).

(2) Este es un salmo acróstico, o alfabético, con 22 estrofas (secciones) que corresponden a las 22 letras del alfabeto heb.; cada estrofa (sección) contiene ocho v.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 4310 2Re 20:3; Job 1:1; Sal 32:2; Stg 5:11

b 4311 Sal 119:97; Sal 128:1; Rom 7:22; Stg 1:25

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Salmo 119 Este Salmo es una reflexión sobre la ley; el salmista ve su vida a la luz de ella. Aunque también usa la forma de lamentación, su énfasis en la ley tiene tanta influencia que se puede considerar el resultado como aplicación secundaria de la forma de la lamentación. La combinación de la meditación y lamentación resulta en la exhibición de un israelita de piedad ejemplar en varios sentidos: 1) En cuanto a la ley que piensa obedecer (vers. 4, 5, 8, 9, 17, 34, 44, 55, 57, 60, 63, 88, 106, 134, 146, 167, 168), guardar (vers. 2, 22, 33, 34, 56, 69, 115, 129, 145), en que medita (vers. 15, 23, 27, 48, 78, 97, 99, 148), aprender (vers. 7, 71, 73), entender (vers, 27, 34, 73, 100, 104, 144), en que se deleita (vers. 16, 24, 47, 70, 77, 92, 143, 174). La antítesis es olvidar (vers. 16, 61, 83, 93, 109, 141, 153, 176), abandonar (vers. 53, 87), o desviarse (vers. 10, 21); 2) reconoce humildemente que su corazón, que comete errores (vers. 5), depende de la iniciativa de Dios a buscarlo (vers. 176), y le pide entendimiento (10, 12, 18, 19, 26, 27, 29, 33-38, 43, 49, 64, 66, 68, 73, 108, 124, 135, 144, cp. 171). El salmista no guarda la ley para tener entendimiento, sino que quiere entendimiento para guardar la ley; 3) es un siervo sufriente que observa la ley, medita en ella y cuenta con ella, pero que también está despreciado (vers. 22), amenazado por príncipes (vers. 23), se postra en el polvo (vers. 25), rodeado de los lazos de los impíos (vers. 61), calumniado (vers. 69), agraviado (vers. 78), perseguido (vers. 84), etc. (vers. 19, 20, 28, 40, 42, 51, 53, 70, 81-87, 95, 107, 109, 110, 120, 123, 131, 136, 139, 141, 143, 145, 146, 147, 150, 157, 161, 174, 176). En vez de abandonar a Dios y sus leyes, ora por liberación, misericordia y vida (vers. 8, 22, 25, 28, 31, 39, 40, 41, 58, 78, 79, 80, 86, 88, 94, 107, 108, 116, 117, 121, 122, 132-134, 145, 149, 153, 154, 156, 169, 170, 173, 175); y 4) en medio de sufrimientos opresivos e injustos, el salmista confía en Dios (vers. 42, 66, 67,114,166) y en sus promesas expresadas en la ley para los que la guardan (vers. 30, 42, 49, 50, 52, 54, 74, 81, 105, 111, 114, 140, 147). No declara su inocencia, sino que confiesa sus pecados (cp. vers. 42, 44, 46, 68, 118-120, 137, 142, 151). Sus declaraciones de fidelidad a la ley refuerzan la confianza y a menudo se relacionan con la petición (cp. vers. 94) o el lamento (cp. vers. 157). Además de las declaraciones de fidelidad al Señor y a su ley, el Salmo incluye promesas de fidelidad (vers. 8, 15, 16, 44, 93, 106). Este tema reemplaza o se relaciona con la promesa esperada de alabanza (cp. vers. 171). En fin, la ley da dirección a la vida y la promesa de salvación en la angustia. Esta requiere fe y aquella obediencia. El salmista reorganiza su vida en el ocaso del caos y en las arenas movedizas de la muerte mediante su relación con Dios por medio de la ley que le ofrece luz y una base firme. Este abecedario de oro (Lutero) está gobernado por tres estructuras típicas: 1) la forma acróstica alfabética (cp. Sal 25, 34, 37, 111, 112, 145; Lm 1, 2, 3, 4; Pr 31:10-31); 2) el empleo de un sinónimo para ley en cada vers. excepto posiblemente en 3, 37, 90,122: i.e., ley, vers. 1; testimonios, vers. 2; preceptos, vers. 4; estatutos, vers. 5; mandamientos, vers. 6; juicios, vers. 7; palabra, vers. 9, 11; y 3) el uso del género del lamento personal. Algunos críticos aumentan los sinónimos de ley al incluir palabras como caminos, (heb., derek ), vers. 3, 37; fidelidad, vers. 90; y caminos (heb., ’ orach ), vers. 15 (v. también vers. 101,104,128). Para combinar la forma acróstica con las ocho palabras para ley, el salmista repite ocho veces cada letra sucesiva, haciendo así secciones de ocho vers.; pero sólo seis secciones ( He, Vav, Jet, Yod, Caf, Pe ) emplean las ocho palabras. Cada sección contiene al menos seis sinónimos de la palabra ley y las arregla en una secuencia distinta. Las veintidós letras abarcan todas las posibilidades para los ocho sinónimos de ley. Se puede proceder por el Salmo con la impresión de que la ley, que abarca toda la vida del santo, es examinada desde todo punto de vista. Además de ser agradable en el sentido estético, los acrósticos tienden a la instrucción (cp. vers. 1-4) o a la reflexión.

Fuente: La Biblia de las Américas

Este salmo, el más extenso del Salterio (176 vv.), está distribuido en 22 grupos de 8 vv. cada uno; tantos como las letras del alef-bet (alfabeto hebreo). Por ello es llamado salmo acróstico Sal 111:1 nota, en el que cada uno de los 8 vv. de cada grupo comienza con la misma letra, desde alef (א) a tav (ת), como se indica en el propio texto.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

camino… Lit. Camino intachable; ley… Heb. toráh. La primera y más importante de las ocho palabras claves (en cierto modo, sinónimos) de este salmo. Es importante entender que el vocablo toráh conlleva el significado primario de instrucción. Es obvio que para ordenar, Dios tiene primeramente que instruir.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, intachable

Fuente: La Biblia de las Américas

Este salmo, el más extenso del Salterio (176 vv.) está distribuido en 22 grupos de 8 vv. cada uno; tantos como las letras del alfabeto hebreo. Por ello es llamado salmo acróstico g Sal 111:1 nota, en el que cada uno de los 8 vv. de cada grupo comienza con la misma letra, desde alef al tav, como se indica en el propio texto.

119.1 Lit. Camino intachable.

119.1 Heb. torta (de toráh) = ley. La primera y más importante de las ocho palabras claves (en cierto modo, sinónimos) de este Salmo. El vocablo toráh = ley significa primordialmente instrucción o enseu241?anza, más bien que un elemento del sistema legal. Dios, para ordenar, primero instruye.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

Heb. torta(de toráh) = ley. La primera y más importante de las ocho palabras claves (en cierto modo, sinónimos) de este salmo. El vocablo toráh = leysignifica primordialmente instruccióno enseu241?anza, más bien que un elemento del sistema legal. Dios, para ordenar, primero instruye.

Fuente: La Biblia Textual III Edición

SALMO 119 (118)[1] Este salmo en su original es un acróstico del alfabeto hebreo, dividido en 22 estrofas de ocho versos cada una, que comienzan con la letra Alef y termina con Tau.[85] Según el texto hebreo, se debe traducir Los soberbios me proponían proyectos peligrosos y no se conformaban con tu ley.[141] 1 Rey 16, 11.[164] De aquí se originaron las siete horas canónicas del rezo eclesiástico.

Fuente: Notas Torres Amat