Comentario de Proverbios 3:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Hijo mío, no te olvides de mi instrucción, y guarde tu corazón mis mandamientos;

no te olvides de mi ley. Pro 1:8; Pro 4:5; Pro 31:5; Deu 4:23; Sal 119:93, Sal 119:153, Sal 119:176; Ose 4:6.

y tu corazón guarde. Deu 4:9; Deu 6:6-9; Deu 8:1; Deu 30:16-20; Sal 119:11, Sal 119:16, Sal 119:34, Sal 119:47, Sal 119:48; Isa 51:17; Jer 31:33; Jua 14:21-24.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Varias exhortaciones, Pro 3:1-12.

Beneficios de la sabiduría, Pro 3:13-26.

Exhortación a hacer el bien, Pro 3:27-32.

La diferente condición del impío y el justo, Pro 3:33-35.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

ley y mandamientos son palabras que, como en Pro 1:8, llaman la atención a la conexión que existe aquí entre la sabiduría y la Ley de Moisés. Además, los proverbios son la aplicación de la propia Ley.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

3. Mas Beneficios y Excelencias de la Sabiduría.

Bondad Fidelidad Confianza Temor de Dios.
Primicias (3:1-12).
1 Hijo mío, no te olvides de mis enseñanzas, conserva mis preceptos en tu corazón, 2 porque te darán vida larga, largos días de vida y prosperidad. 3 Que no te abandonen jamás la bondad y la fidelidad; átatelas al cuello, escríbelas en tu corazón, 4 y hallarás favor y buena opinión ante Dios y ante los hombres. 5 Confía en Yahvé de todo corazón y no te apoyes en tu prudencia. 6 En todos tus caminos piensa en El, y El allanará todas tus sendas. 7 No te tengas por sabio, teme a Dios y evita el mal; 8 que será sanidad para tu carne y refrigerio para tus huesos. 9 Honra a Dios de tu hacienda, de las primicias de todos tus frutos, 10 y estarán llenos tus graneros y rebosará de mosto tu lagar” 11 No desdeñes, hijo mío, las lecciones de tu Dios; no te enoje que te corrija, 12 porque al que Dios ama le corrige, y aflige al hijo que le es más caro.

El sabio continúa sus exhortaciones en el mismo tono paternal que antes l, como queriendo grabar más y más profundamente sus enseñanzas en el corazón de sus discípulos. Advertimos una notable diferencia en la manera de proponer sus exhortaciones los profetas y los sabios. Aquéllos las ponen en boca de Yahvé, y habrían cometido un delito digno de muerte haber hablado en nombre propio 2; los sabios, en cambio, las proponen como fruto de sus observaciones y reflexiones. El profeta es el hombre de Dios y habla en su nombre; el sabio reflexiona y descubre la sabiduría que Dios ha derramado sobre las obras todas de la creación y ha revelado de una manera especial en su Ley.
Los frutos que aquí promete el sabio a quienes siguen sus enseñanzas son largos años de vida y prosperidad, lo que incluye la idea de una vida feliz. Es la recompensa tantas veces prometida por Dios en el Antiguo Testamento a los israelitas que observasen la Ley, y que coincide con el “habitar la tierra”3. Cuando la vida individual y familiar está regulada por las enseñanzas de la sabiduría, reina la paz entre todos sus miembros, y ello lleva consigo la felicidad’ y la prosperidad.
Exigencias de la sabiduría son los sentimientos de bondad para con Dios y para con el prójimo y la fidelidad a las obligaciones que respecto de ambos tenemos. Ambos términos unidos aparecen muchas veces en el Antiguo Testamento y significan perfección moral en las relaciones de Dios para con el hombre4, del ser humano para con Dios5, de los seres humanos entre sí6. Las imágenes con que el sabio las recomienda, empleadas en el Deuteronomio para recomendar los mandamientos de Yahvé 7, y que los fariseos materializaron en las filacterias, indica a sus discípulos que las han de llevar continuamente en su mente y corazón para cumplirlas en todo momento. Frutos suyos serán el favor de Dios, con los beneficios que de ello derivan, y la estima de los hombres, que admirarán su conducta. Junto a la bondad y fidelidad, la sabiduría quiere una gran confianza en Dios, con la consiguiente desconfianza en sí mismo. Es un principio que repite la ascética cristiana. La vida es tan compleja, que no hay prudencia humana capaz de salir a flote en tantas complicadas circunstancias como presenta la vida. El ser humano debe estudiar los consejos de los sabios y esforzarse por obrar conforme a ellos, pero debe a la vez poner toda su confianza en Dios y esperar de El el éxito de sus obras, pues “lo que Dios ha hecho ya por nosotros es suficientemente grande como para que podamos esperar lo demás con fe y confianza,” escribe Bossuet 8. Y San Bernardo dice que “quien a sí mismo se constituye en maestro propio, de un necio se hace discípulo.”9 Semejante confianza era recomendada por los profetas aun en el mismo orden político 10.
El v.7 contiene una triple recomendación: la humildad, el temor de Yahvé y la huida del mal. Hay entre ellas íntima relación. La práctica de la humildad, que la ascética cristiana considera como base y fundamento de la vida espiritual, remueve el principal obstáculo que se alza contra la sabiduría bíblica, la soberbia. Dios resiste a los soberbios y no da su gracia sino a los humildes n. El teme a Dios y evita el mal encierra toda la sabiduría práctica y la ética de los Proverbios; “el temor de Dios – dice el libro de Job -, ésa es la sabiduría; apartarse del mal, ésa es la inteligencia.”12 La humildad lleva de la mano al temor de Dios, y éste lógicamente aparta al hombre del mal (16:4). La recompensa se indica en términos que se refieren expresamente al cuerpo; es claro que la religión con la práctica de las virtudes, la continencia, la castidad y la huida de los vicios, favorece la salud corporal. Pero no se limita a él; también el alma recibe como fruto una profunda paz y alegría interior, que repercute ella misma en el buen estado del cuerpo 13. Llama la atención la recomendación que a continuación hace sobre las primicias, pues es el único pasaje de los Proverbios en que se recomienda expresamente el culto a Yahvé, del que sólo se habla incidentalmente en unos cuantos lugares 14. La Ley mandaba ofrecer las primicias de los frutos 15, con lo que los israelitas debían reconocer a Dios como autor de todos los bienes temporales. Los sabios, más que en declarar la obligación del culto exterior, insisten en recomendar la rectitud moral, que consiste en la práctica de las virtudes morales y la huida de los vicios a ellas opuestos. A su cumplimiento promete abundantes frutos de la tierra. Es Dios quien da las buenas cosechas y las malas, que son, en último término, consecuencia y castigo del pecado. Si Yahvé está contento por las ofrendas de los israelitas, su bendición se derramará sobre los campos, conforme estaba prometido en la Ley 16. Mientras que en el Nuevo Testamento las bendiciones son más bien de orden espiritual, sin que el Señor se desentienda de las cosas humanas que nos son necesarias 17, en el Antiguo Testamento son más bien de orden material18; pero en los libros sapienciales se van “desmaterializando” para dar paso a un concepto de vida feliz en el que se insiste mucho más en la virtud que en los bienes materiales, con lo que nos colocan a medio camino entre la Ley y el Evangelio.
Concluye la perícopa el sabio resolviendo una dificultad que se plantearía todo israelita privado de la revelación sobre la vida de ultratumba frente a las afirmaciones precedentes: ¿no dice la experiencia que muchas veces quienes honran a Dios tienen mucho que sufrir? Ciertamente, responde el autor, pero se trata de una excepción, cuya razón de ser está precisamente en el amor que Dios siente hacia ellos. Lo afirmaría también San Juan, que pone en boca del Señor estas palabras: Yo reprendo y corrijo a cuantos amo 19, y lo confirma el caso de Job. No hay justo tan perfecto que no se desvíe alguna vez o tenga peligro de apartarse del camino recto; el castigo divino le ayudará entonces notablemente a arrepentirse y continuar caminando por la senda de la virtud. Quiere además el Señor que el justo se justifique cada vez más 20, y nos enseña el apóstol San Pablo que es en medio de las contrariedades donde las virtudes se perfeccionan 21. Los cristianos conocemos el valor satisfactorio del sacrificio por nuestros pecados, conforme a la enseñanza del concilio Tridentino 22; al darnos ocasión de expiar en esta vida el reato de nuestras culpas, nos adelanta la hora del gozo eterno, evitando o acortando al menos los sufrimientos del purgatorio. Y San Pablo afirma el valor apostólico de las tribulaciones; Jesucristo llevó a cabo la redención por medio del sacrificio y el dolor, pero la aplicación de la misma a las almas no se hará sino mediante nuestras oraciones y sacrificios 23.

Excelencia y frutos de la sabiduría (3:13-26).
13 Bienaventurado el que alcanza la sabiduría y aquel que alcanza inteligencia, 14 porque es su adquisición mejor que la de la plata y de más provecho que el oro. l5 Es más preciosa que las perlas y no hay tesoro que la iguale. l6 Lleva en su diestra la longevidad y en su siniestra la riqueza y los honores, “De su boca brota la justicia y lleva en la lengua la ley y la misericordia” (LXX). 17 Sus caminos son caminos deleitosos y son paz todas sus sendas. 18 Es árbol de vida para quien la consigue; quien la abraza es bienaventurado. 19 Con la sabiduría fundó Yahvé la tierra, con la inteligencia consolidó los cielos. 20 Con su ciencia hizo brotar las fuentes y por ella los cíelos destilan el rocío. 21 Hijo mío, no la pierdas nunca de vista, guarda siempre la prudencia y el consejo, 22 que serán vida para tu alma y gracia para tu cuello. 23 Entonces irás confiado tu camino y no tropezará tu pie. 24 Guando te acostares, no sentirás temor; te acostarás y dormirás dulce sueño. 25 No tendrás temor de repentinos pavores ni de la ruina de los impíos cuando venga. 26 Porque Yahvé será tu confianza y preservará tu pie de quedar preso.

Quien alcanza la sabiduría puede sentirse realmente dichoso; los beneficios que lleva consigo superan a los más preciados metales. La frecuencia con que a éstos es antepuesta por los sabios nos recuerda la margarita preciosa del Evangelio, por la que vale la pena de venderlo todo 24. La sabiduría es digna de todos los esfuerzos y sacrificios precisos para conseguirla. Salomón lo entendió muy bien, por lo que no pidió a Dios oro ni plata, sino un corazón sabio e inteligente para gobernar a su pueblo25.
En efecto, ella es quien proporciona la vida larga, que los sabios presentan como efecto normal de la sabiduría 2ó; las riquezas mismas y los honores, que son fruto de la inteligencia, de la prudencia en la administración de la casa, de la honradez y virtudes que comprende la sabiduría. El rey sabio, que había pedido sólo la sabiduría, obtuvo con ella vida larga, riquezas y honores como el que más. Los LXX contienen una adición, probablemente de un anotador que echó de menos la glorificación de la Ley. De la boca de la sabiduría brota la justicia, en cuanto que la práctica de sus enseñanzas hace al hombre justo. Lleva en su lengua la Ley, porque sus prescripciones coinciden con sus mandamientos, y la misericordia de Dios, que los sabios prometen a quienes siguen sus consejos 27. Los caminos de la sabiduría dan también esa paz interior de que gozan los justos al cumplir la voluntad de Dios, que le manifiestan los dictámenes de la sabiduría, y la paz exterior o tranquilidad frente a las perturbaciones y peligros externos, de que los libra la protección de Dios. De una y otra carecen los malvados, conforme a la afirmación del profeta Isaías: “no hay paz para los impíos” 28. El v.18 añade que la sabiduría es árbol de vida para quien la consigue. Es una alusión al árbol de la vida del paraíso, cuyos frutos conferían la inmortalidad 29. La sabiduría confiere beneficios análogos a quienes practican sus enseñanzas: vida larga y feliz 30. Esta afirmación, contrastada con la de la muerte prematura, castigo de los malvados, deja entrever, a juicio de algunos31, en la mente del autor una suerte diferente en el más allá para el justo y el impío. Cierto que no la vio con la claridad precisa para utilizarla como motivo estimulante para una buena conducta.
Al hacer el elogio de la sabiduría y poner de relieve sus frutos, el sabio se remonta a la sabiduría divina, que acompañó a Dios en la creación y quedó plasmada en todas sus obras. La tierra y los cielos, las fuentes y el rocío, copioso en Palestina, cantan a voces la sabiduría que dirigió al Creador en su obra 32. El autor supone aquí la concepción del Génesis sobre el universo 33: la tierra es una superficie plana que flota sobre las aguas apoyada en sólidas columnas que sostiene el abismo; los cielos, una sustancia sólida y resistente, como de bronce fundido, que en forma de bóveda envuelve la tierra, cuyos extremos sostienen las cimas de las montañas 34.
La última parte de la perícopa contiene una nueva exhortación a mantenerse firme en la práctica de la sabiduría (v.21); otra enumeración de algunos de los frutos ya indicados, vida larga 35, gracia y agrado ante los demás 36, y se extiende más en afirmar la confianza y seguridad que la sabiduría da a quien sigue sus instrucciones: allana sus sendas, lo libra de los tropiezos y caídas y lo fortalece en cualquier tribulación, y puede contemplar sin temor alguno la ruina de los impíos, que no se extenderá a él. “Tanto cuando camina como cuando permanece parado, cuando trabaja como cuando duerme, tanto durante el día como durante la noche, siempre y en todas partes estará seguro, intrépido, contento y alegre” (A Lapide) 37.

Atenciones debidas al prójimo (3:27-35).
27 No niegues un beneficio al que lo necesita, siempre que en tu poder esté el hacérselo. 28 No le digas al prójimo: “Vete y vuelve, mañana te lo daré,” si lo tienes a mano. 29 No trames mal alguno contra tu prójimo mientras él confía en ti, 30 No pleitees con nadie sin Tazón si no te ha hecho agravio. 31No envidies al injusto ni sigas sus caminos, 32 porque el perverso es abominado de Yahvé, que sólo tiene sus intimidades con el justo. 33 En la casa del injusto está la maldición de Yahvé, que bendice la morada del justo. 34 Escarnece a los escarnecedores y da su gracia a los humildes. 35 Da honra a los sabios y reserva la infamia para los necios.

Después del elogio de la sabiduría y sus beneficios, el sabio da unos consejos sueltos respecto del comportamiento con el prójimo. Los primeros se refieren a la caridad, tan recomendada por el Deuteronomio y los profetas 38. Prescribe la caridad para con los necesitados y señala en seguida una cualidad que ha de acompañarla, la prontitud, que revela una disposición de ánimo que hace el don doblemente agradable. Desaconseja después dos cosas que, además de entrañar una falta contra la caridad, ofenden la justicia y la fidelidad: tramar un mal contra el prójimo mientras confía en ti (v.29), lo que arguye una vileza de ánimo que resulta detestable a los ojos de cuantos abrigan en su corazón sentimientos nobles; y el pleitear sin fundamento alguno para ello, lo que arguye ligereza o malicia en el pleiteante; Jesucristo recomendaría incluso ceder en el propio derecho antes de llevar a tu prójimo a juicio 39.
En los versos siguientes enseña al justo que no ha de envidiar al injusto. No es raro que los malvados, utilizando medios injustos, prosperen en sus negocios. Esto puede suponer una fuerte tentación para el hombre honrado y virtuoso, que puede sentirse tentado a seguir los caminos de aquéllos. El sabio le presenta los motivos por los que no ha de ceder a tal sugestión: el perverso es abominable a los ojos de Dios, que tiene sólo sus intimidades con el justo (v.32); pensamiento afirmado ya por el profeta David y repetido por los autores de los Proverbios 40. El salmista afirma que “Yahvé descubre sus secretos a los que le temen y les da a conocer su alianza”41, y la historia de los patriarcas, de los caudillos fieles a Dios y de los profetas, demuestra la veracidad de la segunda afirmación. La Sabiduría encarnada llamaría amigos y comunicaría sus secretos a sus apóstoles42, y nos revelaría que la Santísima Trinidad establecería su morada en el alma del justo 43.
En efecto, la maldición de Dios, que lleva consigo la perdición y la ruina, pesa sobre los impíos, mientras que la bendición de Yahvé, que es fuente de prosperidad y bienestar, se reserva para quienes le son fieles. Quienes hacen con sus palabras y con sus hechos escarnio de los justos, serán a su vez objeto de burla por parte de Dios, mientras que los humildes recibirán su gracia. El Evangelio, al describir la diversa conducta de Jesucristo con los fariseos y las gentes sencillas, escribió un comentario inspirado a esta afirmación. A los sabios, que comprendieron los preceptos de la sabiduría y los llevaron a la práctica, Dios dará honra y gloria ante los hombres; pero quienes no cumplieron la ley divina recibirán menosprecio cuando la sabiduría descubra los secretos de cada uno y dé a todos su merecido. “El conjunto de los motivos de este capítulo, que no están exentos de intereses personales y materiales, supone, sin embargo, una concepción espiritual y moral muy elevada de la persona humana, de sus relaciones con Dios, de la belleza de la virtud. Ella sobrepasa mucho las concepciones formalistas de los sabios paganos” (Renard) 44.

1 1:8; 2:1 – 2 Deu 18:20; Eze 13:2-3 – 3 Exo 20:13. Deu 6:2; Deu 30:32 – 4 Exo 34:6 Sal 25:6 – 5 Ose 4:1 – 6 Gen 24:49; Jos 2:12 – 7 6:8; 11:18 – 8 Cit. en Girotti o.c, p 23 – 9 Cit. en Girotti o.c, p 23 – 10 Isa 10:20; Jer 9:12; Sal 118:8-14 – 11 3:34; 8:13; Stg 4:6 – 12 28:28. – 13 15:30; 17:22 – 14 7:14; 15:25; 21:3-27 – 15 Exo 29:19; Deu 18:4. – 16 Lev 26:3-5; Deu 28:8. – 17 Mat 6:25-34. – 18 Lev 26:3-13; Deu 11:7-15; Deu 28:2.6.8, etc. – 19 αρDeu 3:19. – 20 Rev 22:11. – 21 2Co 12:9. – 22 Ses.14 9:.9. – 23 Col 1:16. – 24 Mat 13:45-46. – 25 1 Re 3:1Re 9:12. – 26 3:2; 8:18; 11:30; 12:4. – 27 3:5-10; 12:2; 15:9; Sab 3:9; Sab 11:24; Eco 2:7.13; Eco 16:2. – 28 48:22; 57:21. – 29 Gen 2:9; Gen 3:22. – 30 Cf. v.2 y 16. – 31 A Lapide, Κν., Renard. – 32 3:22-31. – 33 1:1-31 – 34 Cf. también Isa 51:13; Job 9:6; Job 26:11; Sal 19:7; Sal 25:2; Sal 105:5; Sal 136:6. – 35 3:3.16.18. – 36 1:9; 3-4, – 37 o.c., p.95 – 38 Deu 15:7-18; Deu 24:10-22; Ose 7:1-2; Ose 5:10-12. – 39 Mat 5:40. – 40 6:6; 11:1.20; 12:22; 15:8.26; 16:5; 22:12. – 41 25:14- – 42Jn 1:15 :15. – 43Jn 1:14 :23. – 44 O.c., p.58. Cf. Duesberg, o.c., p.123-124.

Fuente: Biblia Comentada

mi ley. Heb. «Torah», del verbo «lanzar, distribuir o enseñar», y de ahí «enseñanzas». Se usa de la ley de Dios (Pro 29:18), pero aquí, como en Pro 2:1, se usa de los mandamientos y principios que Dios dio por medio de Salomón. corazón. vea la nota sobre Pro 4:21-23.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Salomón enseña que la sabiduría está: 1) arraigada en la sana enseñanza (vv. Pro 3:1-4); 2) reposa en la confianza en Dios (vv. Pro 3:5-6), y 3) recompensa a los que obedecen (vv. Pro 3:7-10). En tanto que la sabiduría demanda disciplina, trae profundos beneficios (vv. Pro 3:13-18), y su importancia está clara por cuanto fue el fundamento de la creación de Dios (vv. Pro 3:19-20).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Esta larga sección presenta la alabanza paterna de la sabiduría en forma de discursos didácticos. Estos capítulos preparan al lector para los proverbios propiamente dichos que comienzan en Pro 10:1 ss.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Aquí se recomienda a todos el estudio de la verdad que conduce a la sabiduría. Esto va reforzado con un contraste entre los destinos de los sabios y de los malvados.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Pro 4:10; Pro 6:21; Pro 7:3; Pro 9:11; Deu 4:40; Deu 6:8; Deu 8:1; Deu 11:18.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Recomendación respecto a actitudes hacia Dios

Al igual que 1:8-19, esta sección incluye una introducción común instando a la atención por causa de los beneficios que ella brinda (1, 2); sigue luego una serie de recomendaciones directas sobre un tema particular, con el agregado de sus propias promesas (3-12).

En contraste con 1:8 y 2:1 (ver el comentario), el v. 1 usa sólo el vocabulario de la Torah (instrucción y mandamientos). Esto nos prepara para el hecho de que el consejo específico de los vv. 3-12 es más directamente religioso que los de otras secciones; abajo se señalan relaciones específicas con Deut. En verdad los vv. 3-12 se ocupan con advertencias respecto a la sabiduría más que con alabanzas a ella: el interés por la sabiduría se extralimita si pierde contacto con Dios. Pero, en primer lugar, la introducción en el v. 2 hace sus propias promesas respecto al valor de su enseñanza. El bienestar de que habla es shalom, el concepto bíblico de amplio alcance de paz, felicidad, integridad y plenitud en esta vida (cf. v. 17).

Se nos recomiendan con ahínco cinco actitudes específicas. Primera, debemos ser firmes en nuestro compromiso (3, 4; cf. con Deut. 6:8; 11:18). Misericordia y verdad constituyen una pareja clave de palabras en el AT sugiriendo el hacer y guardar compromisos. Tales características pertenecen a Dios, y constituyen las metas para la respuesta humana a Dios y a otras personas (p. ej. 14:22; 16:6; 20:28; Sal. 25:10; 40:10, 11).

Segunda, debemos ser dependientes en nuestro pensamiento (5, 6). Confía y apoyes sugieren ambos la experiencia física de apoyarse en algo o alguien en total e impotente confianza y entrega.

Tercera, debemos ser humildes en nuestra obediencia (7, 8). Sabio en tu propia opinión denota no meramente orgulloso de tu propia sabiduría sino autosuficiente en ella y, por tanto, no sintiendo ne cesidad de remitir las cosas a Dios (sin duda una tentación dominante para los que están entregados a hallar sabiduría).

Cuarta, debemos ser pródigamente generosos en nuestras ofrendas (9, 10; cf. Deut. 26).

Quinta, hemos de ser sumisos al experimentar aflicción (11, 12; cf. Deut. 8:5).

Podemos ser estas cosas porque ellas nos traerán gracia (4), dirección (6), salud (8) y prosperidad (10), y porque aquel a quien nos sometemos en es tas diversas sendas es nuestro Padre amoroso (12). Sobre preguntas que estas promesas puedan suscitar, ver sobre 10:1-11:1.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

3.3 La misericordia y la verdad son dos cualidades importantes del carácter. Ambas involucran acciones así como también actitudes. Una persona misericordiosa no solo siente amor, además actúa con lealtad y responsabilidad. Una persona veraz no solo cree la verdad, también trabaja para lograr justicia para otros. Palabras y pensamientos no son suficientes, nuestras vidas revelan si en verdad somos misericordiosos y veraces. ¿Están sus acciones a la altura de sus actitudes?3.5, 6 Apoyes da la idea de poner todo su peso sobre algo, descansando y confiando en esa persona o cosa sobre la cual uno se apoya. Cuando tenemos alguna decisión importante que tomar, a veces nos sentimos que no podemos confiar en nadie, ni siquiera en Dios. Sin embargo, El sabe lo que es mejor para nosotros. ¡Incluso juzga mejor que nosotros para saber lo que queremos! Debemos confiar en El completamente en todas las decisiones que tomemos. Esto no significa que debamos dejar de pensar con cuidado ni menospreciar la capacidad de razonamiento que Dios nos ha dado. Significa, sin embargo, que no nos creamos sabios ante nuestros ojos. Siempre debemos estar dispuestos a escuchar y a que la Palabra de Dios y consejeros sabios nos enmienden. Lleve en oración sus decisiones a Dios. Utilice la Biblia como guía y luego siga la dirección de Dios. El hará sus caminos derechos al encaminarlo y protegerlo.3.6 Para recibir la dirección de Dios, dice Salomón, debemos colocarlo a El en el primer lugar de nuestra vida. Esto significa entregarle cada esfera de la vida. Alrededor de mil años después, Jesús enfatizó esta misma verdad (Mat 6:33). Analice sus valores y prioridades. ¿Qué es importante para usted? ¿En qué esferas reconoce a Dios? ¿Cuál es el consejo de El? Quizás usted ya reconoció a Dios en varios aspectos de su vida, pero las que intenta restringir o pasar por alto su influencia son las que le causarán dolor. Mantenga a Dios en el primer lugar en todo lo que haga. Entonces El le guiará debido a que usted trabaja para llevar a cabo sus propósitos.3.9, 10 Primicias se refiere a la práctica de dar para el uso de Dios la primera y mejor porción de la cosecha (Deu 26:9-11). Muchas personas le dan a Dios las sobras. Si pueden donar algo, lo hacen. Muchos quizás sean sinceros y contribuyan con agrado, pero su actitud, sin embargo, indica lo contrario. Es mejor dar a Dios la primera parte de nuestras entradas. Esto demuestra que Dios, no las posesiones, tienen el primer lugar en nuestra vida y que nuestros recursos pertenecen a El (solo somos administradores de los recursos de Dios). Dar primero a Dios nos ayuda a conquistar la ambición, administrar debidamente los recursos de Dios y nos abre la puerta para recibir sus bendiciones especiales.3.11, 12 Para muchas personas, castigo tiene una connotación negativa debido a que algunos de los que los aplican no son moderados. Dios, sin embargo, es la fuente del amor. No nos castiga porque disfrute hacernos sufrir, sino porque está muy preocupado por nuestra madurez. Sabe que para lograr ser moralmente fuertes y buenos, debemos aprender la diferencia entre el bien y el mal. Su amorosa disciplina nos permite hacerlo.3.11, 12 Es difícil saber cuándo Dios nos ha estado disciplinando, hasta que más tarde volvemos a mirar la situación pasada. Por supuesto, no todas las cosas malas que nos suceden provienen de Dios directamente. Pero si nos rebelamos en contra de Dios y nos negamos a arrepentirnos cuando El identifica algún pecado en nuestra vida, es posible que Dios use la culpabilidad, las crisis y las malas experiencias para llevarnos de nuevo a El. A veces, sin embargo, los tiempos difíciles surgen cuando no hay algún pecado flagrante en nuestra vida. Entonces nuestra respuesta debe ser paciencia, integridad y confianza de que Dios nos mostrará qué hacer.3.16, 17 Proverbios tiene muchas declaraciones de gran peso sobre los beneficios de la sabiduría que incluyen una larga vida, riqueza, honra y paz. Si esto no le sucede a usted, ¿significa que tiene poca sabiduría? No necesariamente. En lugar de garantías, estas declaraciones son principios generales. En un mundo perfecto, la conducta sabia siempre llevará a estos beneficios. Incluso en nuestro mundo problemático, vivir con sabiduría casi siempre trae como resultado bendiciones obvias, pero no siempre. En ocasiones el pecado interviene y las bendiciones deben postergarse hasta que Jesús vuelva para establecer su Reino eterno. De ahí que «por fe andamos, no por vista» (2Co 5:7). Podemos estar seguros de que la sabiduría, al final, nos llevará a donde hay bendiciones.3.27, 28 Postergar hacer lo bueno es una falta de consideración e injusticia, ya sea que se trate del pago de un préstamo, la devolución de una herramienta o el cumplimiento de una promesa. Retener lo que no nos corresponde destruye la confianza y crea grandes problemas. Sea tan entusiasta en hacer el bien como lo es para recibir el que le hacen a usted.SABIDURIA : VERDAD APLICADAEl libro de Proverbios nos habla de personas que tenían sabiduría y disfrutaron sus beneficios.Proverbios 3; 4 : Es leal Beneficios: Vida larga, prósperaInstrucción de un padre : Es bondadosa Beneficios: Apoyo de Dios y de la gente Confía en el Señor Beneficios: Reputación de buen juicio Coloca a Dios en primer lugar Beneficios: Exito Da las espaldas al mal Beneficios: Salud, vitalidad Distingue el bien del mal Beneficios: Riquezas, honor, placer, paz Escucha y aprende Beneficios: Protección Hace lo buenoProverbios 8; 9 : Posee conocimiento y discreción Beneficios: Riquezas, honor Aborrece la soberbia, la arrogancia y la mala conducta Beneficios: Justicia Rectitud Respeta y teme a Dios Beneficios: Vida Da buenos consejos y tiene sentido común Beneficios: Favor de Dios Aprendizaje constante Ama la disciplina y es fácil de enseñar Beneficios: Entendimiento Conoce a Dios

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 111 Deu 4:23; Ose 4:6

b 112 Deu 4:6; Sal 119:34

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

no te olvides…guarde. Un desliz mental fácilmente conduce a un desliz moral (cp. Dt 8:11– 14).

Fuente: La Biblia de las Américas

enseñanzas… Heb. torahSal 1:2 nota.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

O, ley

Fuente: La Biblia de las Américas

[9] Tob 4, 7; Luc 14, 13.[12] Hebr 12, 5; Ap 3, 19.[22] Gen 41, 42.[30] 1 Cor 6, 7.[34] Los Setenta traducen El Señor resiste a los soberbios, y da gracias a los humildes. Sant 4, 6; 1 Pe 5, 5.

Fuente: Notas Torres Amat