Sé que todo lo que Dios hace permanecerá para siempre. Sobre ello no hay que añadir, ni de ello hay que disminuir. Así lo ha hecho Dios, para que los hombres teman delante de él.
lo que Dios hace será perpetuo. Sal 33:11; Sal 119:90, Sal 119:91; Isa 46:10; Dan 4:34, Dan 4:35; Hch 2:23; Hch 4:28; Rom 11:36; Efe 3:11; Tit 1:2; Stg 1:17.
no se añadirá. Sal 76:10; Pro 19:21; Pro 21:30; Pro 30:6; Isa 10:12-15; Dan 8:8; Dan 11:2-4; Jua 19:10, Jua 19:11, Jua 19:28-37; Hch 5:39.
y lo hace Dios. Sal 64:9; Isa 59:18, Isa 59:19; Apo 15:4.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Las obras de Dios tienen un carácter perdurable. Como advierten Deu 4:2; Deu 12:32; Pro 30:6, nada puede ser añadido ni disminuido.
Teman: En la literatura sapiencial, el «temor» a Dios se refiere a la piedad verdadera y no al terror (Ecl 5:7; Ecl 12:13).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
que delante de él teman. El reconocimiento del trabajo permanente y perfecto de Dios viene a ser una razón para la reverencia, la adoración y el significado. Aparte de Dios, las obras del hombre son lastimosamente inadecuadas. El tema «el temor de Dios» aparece también en Ecl 5:7; Ecl 8:12-13; Ecl 12:13.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Ecl 2:24+; Sal 33:11.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
f 138 Sal 119:90; Efe 3:11
g 139 Pro 30:6; Rev 22:18
h 140 Deu 32:4
i 141 Sal 64:9; Isa 59:19; Jer 10:7; Rev 15:4
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
será perpetuo. A diferencia de las obras del hombre, las obras de Dios son perpetuas. El sentido de la eternidad en vers. 11 tiene apoyo aquí.
nada que añadirle…nada que quitarle. A diferencia de las acciones del hombre, las acciones de Dios son completas (cp. Dt 4:2; 12:32).
delante de El teman los hombres. El conocimiento de Dios por el hombre (vers. 11) y la incapacidad de éste para cambiar las obras de Dios, debieran influir en él constantemente (11:9). Este conocimiento debiera hacer que los hombres veneraran a Dios y confiaran en El.
Fuente: La Biblia de las Américas
O, le reverencien