Comentario de Isaías 50:6 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Entregué mis espaldas a los que me golpeaban, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. No escondí mi cara de las afrentas ni de los esputos.
Di mi cuerpo a los heridores. Lam 3:30; Miq 5:1; Mat 5:39; Mat 26:67; Mat 27:26; Mar 14:65; Mar 15:19; Luc 22:63, Luc 22:64; Jua 18:22; Heb 12:2.
y mis mejillas a los que me mesaban. Neh 13:25.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Di mi cuerpo a los heridores: Las personas algunas veces herían los cuerpos de los tontos (Pro 10:13; Pro 19:29; Pro 26:3). Jesús sufrió esta humillación (Isa 42:2; Isa 49:4; Isa 53:12; Mat 27:26; Jua 19:1). El tirar la barba de alguien era signo de desprecio y de falta de respeto (2Sa 10:4, 2Sa 10:5; Neh 13:25).
de injurias y de esputos: Esta profecía se cumplió con el sufrimiento de Cristo (Mat 27:30).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
DI MI CUERPO A LOS HERI DORES. El Mesías soportaría sufrimiento, humillación y vergüenza en cumplimiento de su tarea de redención de la raza humana (cf. Mat 27:26; Mat 27:30; Mar 14:65; Mar 15:16-20; Jua 19:1).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
mi cuerpo … mis mejillas … mi rostro. El siervo permaneció obediente aunque fue provocado para rebelarse por medio del trato vil. Jesús cumplió esta profecía al permanecer en sumisión a la voluntad del Padre (Mat 26:67; Mat 27:26; Mat 27:30; Mar 14:65; Mar 15:19; Luc 22:63; Jua 18:22).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
— me insultaban y escupían: Esta figura doliente del Siervo es aplicada a Jesús en el NT (Mat 26:67; Mat 27:30 y par.).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Mat 26:67; Mat 27:30 y par.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
NOTAS
(1) O: “de insultos”.
REFERENCIAS CRUZADAS
s 2576 Lam 3:30; Miq 5:1; Luc 22:63; Jua 18:22
t 2577 Mat 26:67; Mar 14:65
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
no escondí mi rostro. Esta profecía fue cumplida por Jesús. El sufrió de buena voluntad, no haciendo nada para evitar los golpes que le daban. Las aflicciones mencionadas aquí eran tanto para humillar como para herir, pero Jesús, el Siervo, no hizo nada para defenderse (cp. 53:3, 4; Mt 26:67; 27:30).