Porque como la lluvia y la nieve descienden del cielo y no vuelven allá sino después de haber saciado la tierra y de haberla hecho germinar, producir y dar semilla al que siembra y pan al que come,
como desciende … la lluvia. Isa 5:6; Isa 30:23; Isa 61:11; Deu 32:2; 1Sa 23:4; Sal 65:9-13; Sal 72:6, Sal 72:7; Eze 34:26; Ose 10:12; Apo 11:6.
y da semilla al que siembra. 2Co 9:9-11.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
producir: Una referencia similar se encuentra en 2Co 9:10. La palabra del Señor es como la lluvia; produce frutos (Sal 147:15-20). Tal como el agua revitaliza y fortalece una rosa marchita, la palabra de Dios hace brotar vida en los corazones de los pecadores.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ARTÍCULO
La Palabra de Dios
Isa 55:10-11 Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
LA NATURALEZA DE LA PALABRA DE DIOS. La frase «la palabra de Dios» (también «la palabra de Jehová», o incluso simplemente «la Palabra») se refiere a una diversidad de cosas en las Escrituras.
(1) Es evidente que se refiere ante todo a cualquier cosa que Dios haya dicho directamente. Cuando Dios les habló a Adán y a Eva (e.g., Gén 2:16-17; Gén 3:9-19), lo que Él dijo era la palabra de Dios. De una manera parecida, Dios les comunicó su palabra a Abraham (e.g., Gén 12:1-3), a Isaac (e.g., Gén 26:1-5), a Jacob (e.g., Gén 28:13-15) y a Moisés (e.g., Éxo 3:1-22; Éxo 4:1-31). También Dios le habló a toda la nación de Israel en el monte de Sinaí cuando promulgó los Diez Mandamientos (véase Éxo 20:1-19); las palabras que ellos oyeron eran sus palabras.
(2) Además de hablar de manera directa, también Dios hablaba por medio de los profetas (véase el ARTÍCULO EL PROFETA EN EL ANTIGUO TESTAMENTO, P. 916. [Isa 6:8-9]). Cuando se dirigían al pueblo de Dios, por lo general iniciaban sus declaraciones con «Así dice Jehová» o «Vino a mí la palabra de Jehová». Así que cuando los israelitas estaban oyendo las palabras de un profeta, estaban escuchando la palabra de Dios.
(3) Lo mismo es cierto en cuanto a lo que dijeron los apóstoles en el NT. Aun cuando no iniciaban sus comentarios con «Así dice el Señor», lo que hablaron y proclamaron era en efecto la palabra de Dios. Por ejemplo, el sermón que Pablo predicó al pueblo de Antioquía de Pisidia (Hch 13:16-41) causó tal sensación que «el siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios» (Hch 13:44). Pablo mismo les dijo a los tesalonicenses que «cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios» (1Ts 2:13; cf. Hch 8:25).
(4) Además, todo lo que habló Jesús fue la palabra de Dios, porque después de todo, Él es Dios (Jua 1:1; Jua 1:18; Jua 10:30; 1Jn 5:20). Lucas, el escritor del tercer Evangelio, declara explícitamente que cuando las personas oían a Jesús, oían la palabra de Dios (Lev 5:1). Obsérvese que a diferencia de los profetas del AT, quienes por lo general comenzaban con alguna forma de «Así dice Jehová», Jesús comenzaba sus dichos con «De cierto os digo» (e.g., Mat 5:18; Mat 5:20; Mat 5:22; Mat 5:26; Mat 5:32; Mat 5:39; Mat 11:22; Mat 11:24; Mar 9:1; Mar 10:15; Luc 7:47; Luc 10:12; Luc 12:4; Jua 5:19; Jua 6:26; Jua 8:34). En otras palabras, Él tenía autoridad divina en sí mismo para hablar la palabra de Dios. Es tan importante escuchar las palabras de Jesús que «el que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación» (Jua 5:24). En realidad, Jesucristo está tan estrechamente identificado con la palabra de Dios que a Él se le llama en efecto «la Palabra» (traducido «el Verbo» en la versión Reina-Valera) (Jua 1:1; Jua 1:14; 1Jn 1:1; Apo 19:13-16; véase Jua 1:1, nota).
(5) La palabra de Dios es el registro escrito de lo que han dicho los profetas, los apóstoles y Jesús, es decir, las Escrituras. En el NT, no importaba si un escritor empleaba la frase «Moisés dijo», «David dijo», «el Espíritu Santo dice», o «Dios dice» (véanse Hch 3:22; Rom 10:5; Rom 10:19; Heb 3:7; Heb 4:7); lo que estaba escrito en la Biblia era la palabra de Dios (véase el ARTÍCULO LA INSPIRACIÓN Y LA AUTORIDAD DE LA BIBLIA, P. 1756. [2Ti 3:16-17]).
(6) Aunque no en igual nivel de autoridad que la Escritura misma, a la proclamación hablada de los predicadores o profetas de la iglesia actual pudiera llamársele la palabra de Dios,
(a) Pedro indicó que lo que sus lectores recibían mediante la predicación de la palabra era la palabra de Dios (1Pe 1:25), y Pablo exhortó a Timoteo a «predicar la palabra» (2Ti 4:2). Sin embargo, tal predicación nunca debe ser independiente de la Palabra escrita de Dios, En realidad, la prueba para determinar si se está predicando la palabra de Dios en un sermón o mensaje es si corresponde o no a la Palabra escrita de Dios (véase el ARTÍCULO FALSOS MAESTROS, P. 1374. [Mar 13:22]).
(b) En cuanto a una persona que recibe una profecía o revelación en un ambiente de adoración (1Co 14:26-32), ¿está ella recibiendo la palabra de Dios? La respuesta a esa pregunta es un «sí» pero con condiciones. Pablo afirma que tales mensajes están sujetos a la evaluación de otros profetas; así que es posible que esas profecías no sean la palabra de Dios (véase 1Co 14:29, nota). Hoy sólo se puede mencionar en un sentido secundario a profetas que hablan bajo la inspiración del Espíritu Santo; hoy nunca se debe elevar la revelación de un profeta hasta el punto de la infalibilidad (véanse 1Co 14:31, nota; y los ARTÍCULOs DONES ESPIRITUALES PARA LOS CREYENTES, P. 1632. [1Co 12:7], y LOS DONES DE MINISTERIO DE LA IGLESIA, P. 1690. [Efe 4:11]).
EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS. La palabra de Dios permanece para siempre en el cielo (Sal 119:89; Isa 40:8; 1Pe 1:24-25). Pero no es una palabra estática; es dinámica y poderosa (cf. Heb 4:12), y realiza grandes cosas (Isa 55:11).
(1) La palabra de Dios es la palabra creadora. Según el relato de la creación, las cosas llegaron a ser cuando Dios dijo su palabra (e.g., Gén 1:3-4; Gén 1:6-7; Gén 1:9). Este proceso lo resumen el salmista que escribió: «Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos» (Sal 33:6; cf. v. Sal 33:9), y el escritor de la Epístola a los Hebreos que dijo: «Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios» (Heb 11:3; 2Pe 3:5). Nótese que, según Juan, la Palabra que Dios usó para crear todas las cosas fue Jesucristo (Jua 1:1-3; véase el ARTÍCULO LA CREACIÓN, P. 6 [Gén 1:1]).
(2) También la palabra de Dios tiene el poder de sostener la creación. Otra vez empleando las palabras del escritor de la Epístola a los Hebreos, Dios «sustenta todas las cosas con la palabra de su poder» (Heb 1:3; véase también Sal 147:15-18). Como la palabra creadora de Dios, esta palabra se refiere a Jesucristo, porque Pablo insiste en que «todas las cosas en él [Jesucristo] subsisten» (i.e., se mantienen juntas, Col 1:17).
(3) La palabra de Dios tiene el poder de impartir vida nueva. Pedro asevera que los creyentes nacen de nuevo «por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre» (1Pe 1:23; cf. 2Ti 3:15; Stg 1:18). Por esa razón se le llama a Jesús mismo el «Verbo de vida» (1Jn 1:1).
(4) También la palabra de Dios pone en acción la gracia, el poder y la revelación por los cuales crecen los creyentes en su fe y en su entrega a Jesucristo. Isaías usa una imagen vigorosa: así como el agua del cielo hace que las cosas crezcan físicamente, también la palabra que sale de la boca de Dios hace que el creyente crezca espiritualmente (Isa 55:10-11). Pedro repite el mismo pensamiento cuando escribe que, al beber la leche no adulterada de la palabra de Dios, se crece en la salvación (1Pe 2:2).
(5) La palabra de Dios es igualmente la espada que Dios ha dado para poder luchar contra Satanás (Efe 6:17; cf. Apo 19:13-15). Nótese que en el relato de la victoria de Jesús sobre las tentaciones de Satanás, cada vez Él derrotó a Satanás al afirmar «Escrito está» (i.e., «permanece como la Palabra infalible de Dios»; cf. Luc 4:1-11; véanse Mat 4:1-11, notas).
(6) Por último, la palabra de Dios tiene el poder de juzgar a los seres humanos. Los profetas del AT y los apóstoles del NT con frecuencia pronunciaron palabras de juicio recibidas del Señor. Jesús mismo dijo que lo que juzgará a los seres humanos en el día postrero es su palabra (Jua 12:48), y el autor de la Epístola a los Hebreos escribe que la poderosa palabra de Dios discierne (i.e., juzga) «los pensamientos y las intenciones del corazón» (véase Heb 4:12, nota). En otras palabras, los que optan por hacer caso omiso a la palabra de Dios un día la experimentarán como una palabra de condenación.
REACCIÓN HUMANA A LA PALABRA DE DIOS. La Biblia describe en lenguaje claro e inequívoco cómo se debe responder a la palabra de Dios en todas sus formas. Se debe oír ansiosamente la palabra de Dios (Isa 1:10; Jer 7:1-2; Hch 17:11) y procurar entenderla (Mat 13:23). Se debe alabar la palabra de Dios (Sal 56:4; Sal 56:10), amarla (Sal 119:47; Sal 119:113) y dejar que sea el deleite y regocijo del alma (Sal 119:16; Sal 119:47). Se debe aceptar lo que dice la palabra de Dios (Mar 4:20; Hch 2:41; 1Ts 2:13), guardarla profundamente en el corazón (Sal 119:11), confiar en ella (Sal 119:42) y poner la esperanza en sus promesas (Sal 119:74; Sal 119:81; Sal 119:114; Sal 130:5). Sobre todo, se debe obedecer lo que ella ordena (Sal 119:17; Sal 119:67; Stg 1:22-24) y vivir según ella (Sal 119:9). Dios llama a los que predican la palabra (cf. 1Ti 5:17) a usarla correctamente (2Ti 2:15) y a predicarla fielmente (2Ti 4:2). A todos los creyentes se les llama a proclamar el mensaje de la palabra de Dios dondequiera que vayan (Hch 8:4).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
lluvia … nieve … mi palabra. La humedad del cielo cumple sin excepción su propósito determinado para satisfacer las necesidades de los seres vivos. La Palabra de Dios también producirá sus resultados señalados y cumplirá los propósitos espirituales de Dios, en particular con respecto al establecimiento del reino de la simiente de David sobre la tierra (vv. Isa 55:1-5).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
2Co 9:10.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
i 2863 Sal 65:9; Isa 30:23
j 2864 2Co 9:10
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
O, empapan