La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo:
Jeremías es enviado a llamar al pueblo judío a un verdadero arrepentimiento, para evitar la cautividad, Jer 7:1-7.
Rechaza la falsa confianza del pueblo, Jer 7:8-11.
Les amenaza por su idolatria, Jer 7:17-20.
Dios no acepta los sacrificios de los desobedientes, Jer 7:21-28.
Las abominaciones en Tofet, Jer 7:29-31;
y el juicio, Jer 7:32-34.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Este pasaje (llamado el Sermón del Templo) marca el advenimiento de una serie de cuatro oráculos que tratan de las religiones falsas, desde el culto en el templo de Jerusalén a la aberrante adoración de dioses extranjeros. El Sermón del Templo ataca la teología popular de los días de Jeremías, en la que Jerusalén y el templo de Jehová eran inviolables. Actualmente hablamos al respecto como «la herejía del culto del Templo». La actividad en cuanto a sacrificios floreció y la actividad profética era próspera. El pueblo suponía que la copiosa actividad de ritual aseguraba la santidad y seguridad de Jerusalén y su centro de adoración. Pero su ritual estaba desprovisto de la devoción del corazón, y se descuidaban las demandas éticas del pacto. Generalmente se acepta como fecha de esta proclamación el año 609 a.C en el comienzo del reinado de Joacim (pasaje paralelo en Jer 26:1-24). El pasaje esta estructurado como sigue.
(1) introducción y localización (Jer 7:1, Jer 7:2);
(2) llamado al arrepentimiento (vv. Jer 7:3, Jer 7:4);
(3) estipulaciones (vv. Jer 7:5-7);
(4) acusación (vv. Jer 7:8-11); y
(5) advertencia contra la desobediencia (vv. Jer 7:12-15). Con la muerte del rey Josías, Jeremías reconoció que las reformas religiosas iniciadas por el piadoso rey estaban muertas. El pueblo volvió a su idolatría.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Palabra de Jehová que vino a Jeremías era un mensaje directo de Dios en los atrios del Templo.
Ponte a la puerta: El paralelo en Jer 26:2 sugiere que la proclamación se hacía en el atrio exterior del Templo, donde Jeremías tendría la garantía de una gran audiencia.
adorar sugiere la idea de postrarse en servicio y obediencia a un dios, rey o sacerdote. Al inclinarse, el adorador se comprometía a la obediencia de las demandas del dios al que se honraba (Jer 22:9).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
7. La simple presencia del templo no es garantía de Seguridad.
Con este capítulo se abre una nueva sección en el libro, que comprende los c.7-10. Las alusiones a cultos astrales parecen suponer que esta sección sería compuesta en tiempos del rey Joaquim (609-598), el cual, bajo influencia babilónica, permitía las nuevas tendencias religiosas de importación mesopotámica. Con todo, aquí encontramos diversos fragmentos de distintos discursos reunidos artificialmente más tarde, sin unidad lógica ni cronológica estricta.
La vana confianza en el templo (1-7).
1 Palabra de Yahvé que llegó a Jeremías, diciéndole: 2 Ponte a la puerta del templo y pronuncia estas palabras y di: Oíd la palabra de Yahvé todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Yahvé. 3 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y yo moraré con vosotros en este lugar. 4 No pongáis vuestra confianza en palabras engañosas, diciendo: ¡Oh el templo de Yahvé, el templo de Yahvé! ¡éste es el templo de Yahvé! 5 Pues si mejoráis vuestros caminos y acciones, si hacéis justicia entre unos y otros, 6 si no oprimís al peregrino, al huérfano y a la viuda; si no vertéis en este lugar sangre inocente, si no os vais tras de dioses extraños para vuestro mal, 7 entonces yo permaneceré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres por los siglos de los siglos.
Yahvé ordena a Jeremías ponerse a la puerta del templo (v.1), seguramente la del atrio exterior, que daba acceso al atrio interior, probablemente la “oriental,” en la que se congregaba más gente para asistir a los sacrificios. Esta puerta se hallaba sobre las gradas que daban acceso al atrio interior; así se concibe que Jeremías, en lo alto junto a la puerta, dominara a las gentes que se aproximaban por la explanada circunstante: Oíd la palabra de Yahvé todos los de Judá que entráis por estas puertas para adorar a Yahvé (v.2). El profeta exige atención en nombre del mismo Dios al que van a adorar. Yahvé consiente morar con su pueblo en el supuesto de que se cumplan sus preceptos. Los contemporáneos de Jeremías se creían al abrigo de todo peligro por el hecho de la presencia sensible del templo en Jerusalén, morada de Yahvé. En consecuencia, su Dios no podía permitir que la Ciudad Santa cayese en manos de sus enemigos, porque guardaba el santuario de Yahvé. De ahí la jactanciosa exclamación: ¡Oh templo de Yahvé! (v.4), que parecía resumir la confianza fetichista en el santuario material. Pero éstas eran palabras engañosas, que daban pie para una falsa seguridad. En realidad, para que Dios more con ellos en Jerusalén deben practicar las exigencias de la justicia social (v.6). Dios vela por los derechos de los débiles y desheredados. Entre éstos estaba el peregrino o forastero, el huérfano y la viuda l. Sobre todo debían abstenerse de violencias sangrientas: si no vertéis sangre inocente. Posible alusión a los sacrificios cruentos de niños a Moloc o simplemente a los atropellos violentos que se cometían contra los que predicaban el cumplimiento de los deberes. El profeta, pues, exige un mínimum de un código moral para que Yahvé permanezca en la tierra que había dado a sus padres.
Contra la insinceridad religiosa (8-11).
8 He aquí que confiabais en palabras engañosas, que de nada sirven. 9 Pues ¿qué? ¡Robar, matar, adulterar, perjurar, quemar incienso a Baal e irse tras dioses ajenos que no conocíais, 10 y venir luego a mi presencia en esta casa, en que se invoca mi nombre, diciendo: Ya estamos salvos, 11 para luego hacer todas estas abominaciones! ¿Es acaso a vuestros ojos esta casa, donde se invoca mi nombre, una cueva de bandidos? Mirad, también yo lo veo, oráculo de Yahvé.
De nuevo el profeta insiste en que es muy peligroso confiar en palabras engañosas (v.8). En realidad no puede compaginarse ese culto meramente externo en la casa de Yahvé y entregarse a todas las abominaciones (v.11), como son robar, matar. (v.8). Por tanto, es presuntuosa esa supuesta seguridad, ya estamos salvos, (v.10), basada en un mero ritualismo externo. Esta actitud es semejante a la de los salteadores, que se esconden en una gruta para ocultar el fruto de su rapiña: ¿Es acaso a vuestros ojos esta casa, donde se invoca mi nombre, una cueva de bandidos? (v.11). Del mismo modo, los israelitas contemporáneos del profeta creían encubrir sus atropellos refugiándose en el templo, dando de lado a sus deberes ético-religiosos y cubriéndose externamente con prácticas de mero ritualismo cultualista 2. Esto es un insulto a la justicia divina, ya que se busca la inmunidad de sus crímenes con pretextos religiosos3. Por eso Yahvé, en ese caso, considera a su templo como profanado y, en consecuencia, desvinculado de El, de forma que ya no se ve obligado a protegerlo. Se han empeñado en convertirlo en cueva de bandidos, y así aparece a los ojos divinos: También yo lo veo; y obrará en consecuencia.
El templo de Silo y el de Jerusalén (12-15).
12 Id, pues, a mi lugar de Silo, donde al principio establecí mi nombre, y ved lo que hice con él por las impiedades de mi pueblo Israel. 13 Pues ahora, por haber hecho estas cosas – oráculo de Yahvé – y porque os amonesté a tiempo repetidas veces y no me escuchasteis, os llamé y no respondisteis, 14 haré de esta casa en que se invoca mi nombre, en que confiáis vosotros, y de este lugar que di a vosotros y a vuestros padres, lo que hice de Silo; 15 y os arrojaré de mi presencia, como arrojé a vuestros hermanos, a toda la progenie de éfraím.
Dios quiere probarles por la historia que la confianza ciega en la presencia material del templo es vana como defensa contra la invasión extranjera. El recuerdo de la liberación milagrosa de Jerusalén de las tropas de Senaquerib un siglo antes (701) 4 había creado una falsa confianza, como si Yahvé, el Dios nacional, se viera obligado a salvar la ciudad por estar necesitado de los sacrificios y actos de culto del templo de Jerusalén. Esta concepción es totalmente gratuita y no está en consonancia con los hechos de la historia. Por eso Yahvé, para traerlos a razón, les invita en este oráculo a visitar las ruinas de Silo (v.12), centro en otro tiempo del culto a Yahvé, en la época de los jueces y de Samuel 5. Silo es una localidad que está a unos 30 kilómetros al norte de Jerusalén, la actual Seilun, y fue la capital religiosa de Israel, en sentido amplio – en tiempo del régimen federal de las tribus – , después de la conquista de Canaán por Josué; allí se instaló durante mucho tiempo el tabernáculo con el arca de la alianza, símbolo de la presencia de Yahvé en su pueblo. Con la victoria de los filisteos, el arca fue capturada, y la ciudad de Silo destruida, siendo llevado el tabernáculo a Nobe, junto a Jerusalén 6.
La historia, pues, demostraba que la simple presencia del tabernáculo – símbolo de la presencia de Yahvé en su pueblo – no bastaba para garantizar la permanencia de la localidad en que estaba establecido. Dios amenaza ahora hacer otro tanto con Jerusalén, y todo ello por las transgresiones de sus habitantes a pesar de las amonestaciones divinas transmitidas por los profetas (v.13-14). Judá, pues, sufrirá la suerte de la progenie de éfraím (v.16), ya que han incurrido en los mismos pecados que las tribus del Norte, entre las que destacaba éfraím, el símbolo del reino de Israel. En efecto, Samaría, capital del reino del Norte, fue tomada en 721, y sus habitantes fueron llevados en cautividad; ésta será también la suerte de los habitantes de Jerusalén: os arrojaré de mi presencia, como arrojé a vuestros hermanos (v.15).
Aberraciones idolátricas de los israelitas (16-20).
16 Y tú no me ruegues por este pueblo ni eleves por ellos clamor y súplica, no me porfíes, porque no te oiré. 17 Porque ¿no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén? 18 Los hijos recogen la leña, los padres prenden el fuego, y las mujeres amasan la harina para hacer tortas a la reina del cielo y libar a los dioses extraños para ofenderme. 19 Pero ¿me ofenden a mí, oráculo de Yahvé? ¿No es más bien a ellos, para su vergüenza? 20 Por tanto, así dice el Señor Yahvé: He aquí que mi ira y furor se derramarán sobre este lugar, sobre hombres y animales, sobre arboledas y campos y sobre los frutos de la tierra, y arderán y no se extinguirán.
Una de las misiones principales de los profetas era interceder por su pueblo 7. Pero ahora Yahvé quiere que Jeremías cese en sus súplicas: no niegues, (v.16), porque la obstinación de Judá ha llegado a su colmo, y la justicia divina no puede tolerar más lo que hacen en las ciudades y plazas (v.17). En Exo 32:10 se dice a Moisés: “Deja que castigue a este pueblo.” El espectáculo de la idolatría reinante es un desafío a la majestad divina, y, por tanto, merece su castigo. Ahora en todas las plazas y ciudades se alzan altares a dioses extraños. Todos son cómplices en esta apostasía general: los hijos recogen la leña. y las mujeres amasan la harina para hacer tortas a la reina del cielo (v.18). Parece que el profeta alude aquí a cultos astrales, sobre todo al culto de Astarté, la diosa de la fecundidad y reina del cielo, título que en efecto se aplica en la literatura cuneiforme a Istar, identificada con el planeta Venus 8. Ya en tiempos de Manases este culto de tipo asirio había entrado en Jerusalén 9. Con estas aberraciones ofenden a Yahvé, pero sobre todo se llenan ellos mismos de vergüenza y confusión (v.19), pues la ira de Dios se derramara sobre hombres y animales (v.20). Como toda la naturaleza fue asociada al culto idolátrico, será también castigada en su totalidad 10.
Obediencia, no sacrificios (21-28).
21 Así dice Yahvé de los ejércitos, Dios de Israel: Añadid vuestros holocaustos a los sacrificios y comed la carne. 22 Cuando yo saqué de Egipto a vuestros padres, no fue de holocaustos y sacrificios de lo que les hablé y ordené, 23 sino que les di este mandato: Oíd mi voz y seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y seguid los caminos que yo os mando, y os irá bien. 24 Pero ellos no (me) escucharon, no (me) dieron oídos, y siguieron sus consejos en la dureza de su mal corazón, y se pusieron detrás, no delante de mí. 25 Desde el día que vuestros padres salieron de Egipto hasta hoy, os he enviado a mis siervos, los profetas, día tras día sin cesar, 26 pero no me escucharon, no me prestaron oído, y endurecieron su cerviz y obraron peor que sus padres. 27 Dirás todo esto, y no escucharán; los llamarás, y no te reprenderán. 28 Diles, pues: Es una nación que no oye la voz de Yahvé, su Dios; que no acepta corrección; ha perecido la fidelidad y ha desaparecido de su boca.
El profeta vuelve de nuevo a condenar el culto puramente formulista. Yahvé habla irónicamente: Añadid vuestros holocaustos a los sacrificios y comed la carne (v.21), e.d., podéis comer todo lo que sacrificáis, pues a mí no me interesa; esas ofrendas no son consideradas como sagradas por Dios, si por ello le son indiferentes. En los holocaustos, la víctima se quemaba totalmente a Yahvé, mientras que en los sacrificios pacíficos sólo se quemaban las partes grasas y entrañas de la víctima a Yahvé n. Yahvé aquí renuncia a todo lo que le pueda pertenecer de ellas, porque esos sacrificios no van acompañados de las debidas disposiciones de entrega del corazón, que es lo que le interesa en los miembros del pueblo elegido. Porque, en realidad, la legislación relativa a los holocaustos y sacrificios era muy secundaria en comparación con la obediencia a los mandatos de Yahvé: Seguid los caminos que yo os mando (v.23). Esa doctrina está expresada de modo antitético absoluto, en expresiones radicales que no han de tomarse al pie de la letra 12. Ya Oseas, un siglo antes, había dicho: “piedad y no sacrificios, conocimiento de Yahvé más que holocaustos”13. En este segundo hemistiquio se concreta y puntualiza el sentido radical contrapuesto del primero: “piedad quiero y no sacrificios.” Así, la primera negación tiene un valor relativo, en cuanto que lo que se quiere urgir es el “conocimiento de Yahvé” frente a lo más secundario, que son los sacrificios. Del texto, pues, de Jeremías no puede deducirse que la legislación del Levítico fuera posterior a Moisés y aun al profeta. Sabemos que en la predicación de Amos, Oseas e Isaías – profetas anteriores en un siglo a Jeremías – aparecen mencionados estos sacrificios del Levítico 14. Jeremías, pues, habla en sentido enfático e hiperbólico para hacer resaltar más su idea sobre la inutilidad de los sacrificios como tales, si se prescinde de las disposiciones internas del corazón a Yahvé. San Pablo emplea el mismo radicalismo de expresión en una cuestión paralela: “Cristo no me mandó a bautizar, sino a predicar” 15; sin embargo, sabemos que bautizó a varios. Lo que quiere destacar es que su misión de apóstol es ante todo la predicación. Del mismo modo podemos decir respecto de la frase de Jeremías (“. no fue de holocaustos y de sacrificios de lo que os hablé.”), que lo que quiere afirmar es que Yahvé, al hacer la alianza del Sinaí, no insistió tanto en los ritos de sacrificios cuanto en la necesidad de que cumplieran los israelitas su voluntad 16.
Duelo y desolación de Judá (29-34).
29 Córtate tu larga cabellera y tírala, y entona por las desoladas alturas una lamentación, pues ha echado Yahvé de sí y repudiado a la generación que provocó su ira. 30 Pues hicieron los hijos de Judá la maldad ante mis ojos, oráculo de Yahvé. Han instalado sus abominaciones en la casa en que se invoca mi nombre, profanándola. 31 Y edificaron los altos de Tofet, que está en el valle de Ben-Hinom para quemar allí sus hijos y sus hijas, cosa que ni yo les mandé ni pasó siquiera por mi pensamiento. 32 Por eso he aquí que vienen días – oráculo de Yahvé – en que no se le llamará más Tofet y valle de Ben-Hinom, sino valle de la mortandad, y se enterrará en Tofet por falta de lugar, 33 y los cadáveres de este pueblo serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante. 34 Y haré que deje de oírse en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén el son de los cantos de alegría y de regocijo, los cantos del esposo y de la esposa, porque no habrá más que desolación en esta tierra.
El profeta invita a Jerusalén – personificada en una doncella (la hija de mi pueblo) – a hacer señales de luto, a cortarse la cabellera 17. Sión debe andar en duelo como una virgen, con los cabellos rasurados, por las desnudas alturas (v.29) sobre las que se ha dado culto a los ídolos 18. Quizá haya una alusión al rito de duelo que practicó la hija de Jefté antes de ser inmolada por su padre 19. La razón del duelo o lamentación es porque Yahvé ha repudiado (v.29) a la generación que provocó su ira, a los contemporáneos del profeta, cuyas transgresiones de la Ley llegaron a su colmo; y el pecado máximo es la idolatría, pues por doquier se han instalado las abominaciones (v.30), o ídolos astrales, desde los tiempos del rey Manases 20, que había seguido el ejemplo de su abuelo Acaz, importador de cultos asirios 21. Su hijo Ezequías había purificado el templo de estas abominaciones idolátricas 22, pero su hijo Manases volvió a introducirlas. En tiempo de Jeremías, el rey Josías había purificado de nuevo el templo 23; pero bajo su hijo Joaquim se reanudaron las infiltraciones idolátricas mesopotámicas. Estos ritos astrales iban acompañados de ritos infamantes, lo que constituía realmente una profanación de la majestad de Yahvé (v.30). El profeta menciona especialmente los cultos idolátricos en los altos de Tofet (v.31), en la confluencia del Cedrón y el valle de Ben-Hinom, más tarde llamado Gehenna24, al sur de Jerusalén. Era el lugar donde se habían ofrecido sacrificios humanos a Moloc; por ello era objeto de aversión para los judíos 25. Moloc parece ser una divinidad infernal, causante de las pestes y flagelos, a la que se procuraba aplacar con víctimas inocentes. Es un dios de origen canaeo.
En la Biblia se cuenta con aversión cómo el rey Acaz quemó a su propio hijo, y después Manases hizo lo mismo 26. Por eso las palabras de Jeremías aquí son muy realistas: para quemar allí a sus hijos (v.31), abominación que jamás Yahvé había prescrito. Y, en consecuencia, Dios va a enviar un castigo terrible, de forma que aquel lugar será llamado valle de la mortandad (v.32) o de la matanza que va a realizar. Ese lugar se convertirá en sitio de enterramiento general, porque no habrá suficiente espacio para los cadáveres en los lugares habituales de enterramiento: y se enterrará en Tofet por falta de lugar (v.33). Sabemos que el rey Sedecías huyó en 586 a.C. por la puerta meridional de la ciudad – que da a Tofet – al entrar las tropas de Nabucodonosor, y sin duda que en aquella zona debió de haber gran carnicería entre el pueblo que se agolpaba allí al escaparse de los babilonios, que atacaban por el norte de la ciudad. La carnicería será tal que los cadáveres. serán pasto de las aves del cielo (v.33). Quedar sin sepultura era el mayor baldón y castigo, pues se creía que, mientras el cuerpo no fuera entregado a la tierra, el espíritu del difunto debía andar vagando como fantasma por el mundo, sin hallar reposo 27. El profeta anuncia ese terrorífico castigo, que traerá como consecuencia el duelo general, pues no se oirán cantos de alegría (v.34) en Judá ni en Jerusalén, ni siquiera los tradicionales de las nupcias del esposo ;y de la esposa, porque todo será desolación en la tierra.
1 Cf. Jer 5:28; Exo 22:21-24; Deu 10:8-18; Exo 24:17; Exo 27:19. – 2 Cf. Exo 21:13. – 3 Jesucristo parece aludir a este texto al echar a los vendedores del templo; cf. Mat 21:13. Mar 11:17; Luc 19:46. – 4 Cf. Isa 37:363. – 5 Cf. Jos 22:12; Jue 16:31; 1Sa 1:3.9.24; Sal 78:60. – 6 1Sa 5:1; 1Sa 21:1. – 7 Cf. Jer 7:11-14; Jer 14:11-19s; Eze 13:5; Eze 22:30. – 8 Cf. M. J. Lagrange, Les religions sémitiques p.120. En los textos cuneiformes se llama a Istar sarrat same, que significa exactamente “reina de los cielos.” La palabra hebrea que traducimos por “tortas” (Kawenim) es una transcripción dialectal del asirio Kamani o Ka-wani, que son precisamente los grandes “panes” que se ofrecían a Istar. – 9 Cf. 2Re 21:35; 2Cr 32:23. – 10 Cf. Jer 4:235; Jer 5:25; Ose 4:3; Miq 7:13. – 11 Cf. Levc.1-3. – 12 Cf. Gen 29:30; Mal 1:2. – 13 Ose 6:6. – 14 Cf. Amo 5:22; Ose 6:6; Isa 1:11s. – 15 1Co 1:17. – 16 Cf. Jer 11:4; Jer 24:7; Jer 24:30, Jer 24:22; Jer 31:1s; Eze 11:20; Eze 36:28; Eze 37:23; Zac 2:11; Zac 8:8. – 17 Cf. Jer 16:6; Jer 48:37; Isa 15:2; Miq 1:16. – 18 Cf. Jer 2:20; Jer 3:2. – 19 Cf. Jue 11:37ss. – 20 Cf. 2Re 21:5-7. – 21 Cf. 2 Re ló.ios. – 22 Cf. 2Re 18:4; 2Re 21:4. – 23 Cf. 2Re 23:43. – 24 De Ge-Hinnom (“valle de Hinnom”). Hinnom debió de ser primero un nombre propio de persona que dio nombre a esa localidad, heredad suya o de sus hijos (Ben-Hinnom). La expresión aítos de Tofet tiene aquí un sentido amplio, pues originariamente esos lugares de culto estaban en las “alturas” o colinas, pero después quedó como sinónimo de “altares,” que podían estar en las depresiones o valles, como en este caso. Sobre la localización de Tofet véase H. Vincent, Jérusalem t.1 (1912) p. 127. – 25 Cf. 2Re 21:8s. – 26 Cf, 2Re 21:6. – 27 Cf. 2Re 21:8s.
Fuente: Biblia Comentada
Palabra … que vino. Este fue el primer sermón de Jeremías en el templo (v. Jer 7:2). Otro se encuentra en el capítulo Jer 26:1-24. Dios fue provocado por los pecados que menciona en los vv. Jer 7:6 y Jer 7:19, en especial porque su templo había sido convertido en una cueva de ladrones (v. Jer 7:11). El punto de este mensaje, no obstante fue que si Israel se arrepentía, incluso en esta hora tan avanzada, Dios impediría la entrada del conquistador (vv. Jer 7:3; Jer 7:7). Debían rechazar mentiras como la esperanza falsa de que la paz era algo garantizado con base en que el Señor jamás traería calamidad sobre su propio templo (v. Jer 7:4). También debían apartarse de sus pecados (vv. Jer 7:3; Jer 7:5; Jer 7:9) y poner fin a su hipocresía (v. Jer 7:10).
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
Jer 7:1-15 : Discurso sobre Templo: Este discurso contra el Templo está en conexión con la crítica al culto en Jer 6:20. El Señor no estaba sometido incondicionalmente al culto de su pueblo, como si fuera un ídolo cualquiera. Jeremías nos ofrece aquí una nueva teología del Templo.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
7.1-10.25 Al inicio de esta sección, Dios envía a Jeremías a las puertas del templo para enfrentar la falsa creencia de que Dios no permitiría que dañasen el templo y a los que vivieran cerca de él. Jeremías reprende al pueblo por su falsa e inútil religión, su idolatría y la conducta desvergonzada del pueblo y sus líderes. Judá, dice él, está listo para el juicio y el cautiverio. Esto sucedió durante el reinado de Joacim, un títere de Egipto. La nación, conmocionada por la muerte de Josías, atravesaba un trastorno espiritual que dañó mucho del bien que Josías hizo. Los temas de esta sección son la falsa religión, la idolatría y la hipocresía. Casi matan a Jeremías a causa de este sermón, pero los oficiales de Judá lo salvaron (véase capítulo 26).7.2, 3 El pueblo siguió un ritual de adoración, pero mantuvo un estilo de vida pecaminoso. Era una religión sin compromiso personal con Dios. Nosotros podemos fácilmente hacer lo mismo. Asistir a la iglesia, tomar la cena, enseñar en la Escuela Dominical, cantar en el coro: todos estos son ejercicios vacíos, a menos que lo hagamos verdaderamente para Dios. Es bueno realizar estas actividades, no porque tengamos que hacerlas para la iglesia, sino porque queremos hacerlas para Dios.7.9-11 Estos son algunos paralelos entre cómo el pueblo de Judá veía su templo y cómo muchas personas en la actualidad ven sus iglesias: (1) No hacían al templo parte de su vida diaria. Asistimos a iglesias hermosas muy bien preparadas para la adoración, pero a menudo no llevamos la presencia de Dios con nosotros a lo largo de la semana. (2) La imagen del templo se volvió más importante que la esencia de la fe. La imagen de asistir a la iglesia y pertenecer a un grupo se puede volver más importante que la esencia de una vida cambiada por Dios. (3) El pueblo utilizó el templo como un santuario. Muchos emplean la afiliación religiosa como un escondite, pensando que los protegerá del mal y los problemas.7.11, 12 Jesús utilizó las palabras del versículo 11 al limpiar el templo (Mar 11:17; Luk 19:46). Este pasaje se aplica tanto al mal que había en el templo en los días de Jesús como en los de Jeremías. El tabernáculo de Dios permaneció en Silo, pero al parecer se abandonó a Silo (Psa 78:60; Jer 26:6). Si Dios no preservó a Silo porque el tabernáculo se encontraba allí, ¿por qué preservaría a Jerusalén con su templo?7.15 Efraín es otro nombre dado a Israel, el reino del norte, que Asiria llevó al cautiverio en 722 a.C.7.18 «La reina del cielo» era un nombre para Istar, la diosa mesopotámica del amor y la fertilidad. Después de la caída de Jerusalén, los refugiados de Judea que huyeron a Egipto continuaron adorándola (44.17). Un papiro del siglo V a.C, encontrado en Hermópolis, Egipto, menciona a la reina del cielo entre los dioses honrados por la comunidad judía que vivía allí.7.19 Este versículo responde a la pregunta: «¿Quién se daña cuando nos apartamos de Dios?» ¡Nosotros! Separarnos de Dios es como apartar a una planta verde de la luz del sol y del agua. Dios es nuestra única fuente de fortaleza espiritual. Apártese de esa fuente y se apartará de la vida misma.7.21-23 Dios estableció un sistema de sacrificios para alentar al pueblo a que lo obedeciera (véase el libro de Levítico). Demandaba que el pueblo hiciera estos sacrificios, no porque estos por sí mismos lo agradaran, sino porque hacían que el pueblo reconociera sus pecados y se centrara en vivir para Dios. Fielmente llevaron a cabo los sacrificios, pero olvidaron el porqué los ofrecían y por lo tanto desobedecieron a Dios. Jeremías recordó al pueblo que llevar a cabo rituales religiosos carecía de significado a menos que estuvieran preparados para obedecer a Dios en todas los aspectos de la vida. (Véase el cuadro en Oseas 7.)7.25 Desde los tiempos de Moisés hasta el final del período del Antiguo Testamento, Dios envió muchos profetas a Israel y Judá. Por malas que fueran las circunstancias, Dios siempre tuvo un profeta que habló en contra de sus apáticas actitudes espirituales.7.31, 32 Los lugares altos (los altares) de Tofet (que significa «ardiendo» o «inmundicia») estaban localizados en el valle del hijo de Hinom, lugar donde se botaban el escombro y la basura de la ciudad. Este altar se utilizaba para adorar a Moloc, un dios que demandaba sacrificios de niños (2Ki 23:10). Su valle de sacrificios se transformaría en valle de matanza a manos de los babilonios. En el mismo lugar en que el pueblo mató a sus hijos en pecaminosa idolatría, él también sería masacrado.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Véase Jer 1:1, n: “Jeremías”.
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
TM registra distintas añadiduras. Se sigue LXX → §194.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
[10] Jer 54, 18; 1 Mac 1, 12.[11] Mat 21, 13; Luc 19, 46.[12] 1 Sam 2, 22.[13] Prov 1, 24; Is 65, 12.[22] Les di el Decálogo.[26] Jer 16, 12.[30] Ez 21, 3.