Comentario de Jeremías 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
La palabra de Jehovah que vino a Jeremías, diciendo:
Jeremías proclama el pacto de Dios, Jer 11:1-7,
reprende a los judíos por su desobediencia al pacto, Jer 11:8-10,
y profetiza que les sobrevendra mal, Jer 11:11-17;
Y sobre los hombres de Anatot, por el complot en contra de Jeremías, Jer 11:18-23.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Esta sección evidencia que el conocimiento que tiene Jeremías del pacto de Deuteronomio y la estipulación de bendiciones y maldiciones. Un pacto es un tratado legal o relación entre individuos, naciones, o en el caso de Israel entre una nación y su Dios. El pacto especificaba derechos, obligaciones, y responsabilidades de las partes que entran en el acuerdo. El bosquejo del pasaje es como sigue:
(1) exhortación a la obediencia (vv. Jer 11:1-7);
(2) desobediencia de Judá (vv. Jer 11:8-10);
(3) juicio de Judá (vv. Jer 11:11-14); y
(4) el rechazo del amado de Dios (vv. Jer 11:15-17). El pasaje probablemente data de los comienzos del reinado de Joacim, 609-605 a.C cuando el pueblo dejó de obedecer el pacto de Moisés.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
El mensaje de Jehová por medio de Jeremías se asocia firmemente con el libro de Deuteronomio. El término palabras es el nombre hebreo del libro de Deuteronomio (palabras, Deu 1:1); también se usa para referirse a las condiciones del pacto.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
11. Exhortación a la guarda de la alianza.
Conjuración contra el Profeta.
El contenido de este capítulo en su primera parte parece una alusión a la reforma emprendida por Josías con motivo del hallazgo del “libro de la Ley” en el 621, comúnmente identificado con el Deuteronomio. Podemos, pues, datar este fragmento de Jeremías de la época inmediata al hallazgo de dicho libro. Las alusiones que se hacen después a la idolatría reinante parecen indicar, por otra parte, que la última redacción es de la época posterior del rey Joaquim (609-598), bajo el cual volvieron a rebrotar los cultos idolátricos, prohibidos por la reforma del piadoso rey Josías, muerto trágicamente en la batalla de Megido en 609.
Exhortación a la observancia de la alianza (1-8).
1 Palabra que dirigió Yahvé a Jeremías, diciendo: 2Oíd las palabras de esta alianza y comunicádselas a los varones de Judá y a los moradores de Jerusalén. 3Decidles: Así habla Yahvé, Dios de Israel: Maldito el varón que desoiga las palabras de esta alianza, 4 que ordené a vuestros padres al tiempo de sacarlos de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciendo: Oíd mi voz y obrad según todo lo que os mando, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios, 5para que yo mantenga el juramento que hice a vuestros padres de darles una tierra que mana leche y miel, como (es) el día de hoy. Yo respondí diciendo: Así sea, ¡oh Yahvé! 6 Y me dijo Yahvé: Anuncia todas estas palabras en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, diciendo: Escuchad las palabras de esta alianza y cumplidlas, 7 pues con insistencia he amonestado a vuestros padres desde el día que os hice subir de la tierra de Egipto hasta hoy, y con toda diligencia les amonesté, diciendo: Escuchad mi voz. 8 Pero ellos no me escucharon, no me dieron oídos, y se fueron todos en pos de la dureza de su perverso corazón, e hice venir sobre ellos todas las palabras de esta alianza que les mandé cumplir y cumplieron.
El profeta tiene que proclamar en todo el territorio de Judá la necesidad de atenerse a las exigencias de la alianza *. Las palabras de la alianza (v.2) comunicadas por Dios a Jeremías son dirigidas en general a todo el pueblo, incluido el mismo profeta. Las palabras aquí son los términos concretos de la alianza, que ha sido oficialmente renovada por el pueblo bajo Josías después del hallazgo de la Ley 2. Las expresiones son casi idénticas a las del Deuteronomio: maldito el varón que desoiga las palabras de esta alianza (v.3). Todo el Deuteronomio está redactado a base de promesas y amenazas 3; desoír las prescripciones en él expuestas era abandonar a Yahvé. Yahvé hace resaltar el momento histórico en que les puso las prescripciones de la alianza: al tiempo de sacarlos de la tierra de Egipto (v.4). Israel debe su existencia como nación a la especialísima providencia de Yahvé, que los ha liberado de la opresión de Egipto, que era un horno de hierro, e.d., un lugar de gran aflicción, al ser tratados y exprimidos como el hierro en el horno. La metáfora está tomada del Deuteronomio 4.
Las ordenaciones de Yahvé a su pueblo tienen por fin hacer una alianza entre El e Israel: oíd mi voz. y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios (v.4). En la época patriarcal, Dios personalmente había hecho una alianza con el gran antecesor, padre del pueblo, Abraham5; en el desierto se renueva la alianza y se concretan más las cláusulas por las que Israel se constituye en teocracia bajo la inmediata dirección de Yahvé. Israel, por la alianza, se convertía en un pueblo aparte de todos los otros, con derecho a las bendiciones prometidas por su Dios nacional, Yahvé. Había sido escogido como “pueblo sacerdotal y nación santa”6. Y todo esto fue un acto gratuito por parte de Yahvé. Además, la finalidad de esa vinculación de Israel a El tenía por objetivo inmediato instalar a Israel en una nueva tierra: para que yo mantenga el juramento que hice a vuestros padres de darles una tierra que mana leche y miel (v.5). La promesa de Yahvé estaba condicionada a la fidelidad que los israelitas guardaran a las prescripciones de El7. Yahvé ha mantenido el juramento a pesar de las muchas infidelidades y transgresiones del pueblo. Y ahora se complace en constatar el hecho de que ha cumplido su palabra de darles la tierra de Ganaán: como es el día de hoy. Los oyentes de Jeremías eran testigos del cumplimiento de la palabra de Yahvé. La expresión que mana leche y miel 8 es hiperbólica y tiene un valor -relativo, pues en comparación de la estepa del desierto sinaítico, la tierra de Palestina es un vergel.
Jeremías acepta al punto la orden de Yahvé de predicar sus palabras: Así sea, ¡oh Yahvé! También en esta frase hay un eco del Deuteronomio, ya que, según Deu 27:15-26, a cada maldición el pueblo debía responder: “Amén.” La frase en labios de Jeremías puede referirse a la aceptación del encargo que le hace Yahvé de predicar sus palabras o simplemente de asentir a la frase de Yahvé: maldito el varón que desoiga. (v.3-4). La misión de Jeremías debe extenderse a todas las ciudades de Juda y plazas de Jerusalén (v.6), e.d., a todo el reino de Judá en general. Algunos han querido suponer que Jeremías formaba parte de las misiones volantes organizadas en tiempos de Josías para extender la reforma conforme al libro de la Ley hallado en el templo; pero no sabemos que la actividad de Jeremías se haya extendido más allá de Jerusalén y Anatot antes de la caída de Jerusalén. La orden de Yahvé tiene, pues, un alcance genérico. Los v.7-8 faltan en los LXX y son considerados por algunos críticos como glosa posterior. El contenido es similar a 7:24-26 9. Pero no tiene nada de particular que aparezcan repetidas fórmulas afines para expresar ideas fácilmente adaptables a parecidas situaciones del contexto. La desobediencia de Israel hizo que Yahvé les enviara todas las palabras de esta alianza (v.8), e.d., las amenazas anunciadas en el Deuteronomio contra los incumplidores de las cláusulas de la alianza 10. Las calamidades que históricamente sufrieron los israelitas eran en realidad castigos enviados por Dios por haber incumplido sus promesas de fidelidad para con lo prescrito en la alianza del Sinaí. En el 701, Jerusalén sufrió un cruel asedio de parte de los asirios, y en el 721, Samaría fue tomada por éstos, y su población, deportada. Son dos hechos culminantes en la historía de los israelitas, que hablaban bien claro del rigor de la justicia divina. Pero todo fue en vano: no cumplieron (v.8). Por eso Jeremías anuncia como próximos nuevos castigos. La impenitencia del pueblo elegido obligaba a la justicia divina a intervenir periódicamente para hacerle volver al buen camino.
Apostasía de los habitantes de Judá (9-14).
9 Y me dijo Yahvé: Se han confabulado los varones de Judá y los moradores de Jerusalén. 10 Han vuelto a las iniquidades de sus primeros padres, que rehusaron oír mis palabras, y se han ido tras dioses ajenos para servirles. La casa de Israel y la de Judá han roto el pacto que hice con sus padres, u Por eso dice Yahvé: He aquí que traeré sobre ellos males de que no podrán librarse, y clamarán a mí, y no les oiré; 12 e irán las ciudades de Judá y los habitantes de Jerusalén y clamarán a los dioses a quienes ellos sacrifican, y no los salvarán en el tiempo de su tribulación. 13 Porque cuantas son tus ciudades, tantos son tus dioses, Judá, y cuantas son las calles de Jerusalén, tantos fueron los altares alzados a la “ignominia,” altares para quemar incienso a Baal. 14 Y tú no me supliques por este pueblo y no eleves por ellos clamor ni oración, porque no oiré cuando ellos clamen a mí al tiempo de su aflicción.
La reforma de Josías no parece que haya tenido mucho éxito, pues a la primera ocasión el pueblo se volvió a la idolatría, como sabemos ocurrió bajo sus hijos Joacaz y Joaquim u. Quizá bajo este rey (609-598) se profirieron estos oráculos. La apostasía es masiva. En la época del impío rey Manases, las infiltraciones idolátricas llegaron a su colmo, deshaciendo éste toda la obra de reforma religiosa que antes había propugnado su padre Ezequías. Quizá a ese estado de idolatría aluda aquí Jeremías. Es el mayor pecado contra Yahvé, ya que supone un abierto desprecio 12 y una ingratitud suma al no reconocer sus beneficios. La casa de Israel es el reino del Norte, con Samaría como capital, conquistada por Sargón en el 721. La casa de Judá es el reino del Sur, con Jerusalén por capital. Josías había tratado de extender la influencia de la reforma religiosa en ciudades que habían antes pertenecido al reino del Norte 13. Aquí la expresión indica el pueblo elegido en general, que ha prevaricado en masa tanto en el norte como en el sur: han roto el pacto, e.d., la alianza del Sinaí, base de la vida religiosa y social de Israel, con Yahvé por Dios. Pero la magnanimidad de Yahvé tiene un límite, y va a llegar la hora de la justicia (v.1.11). Entonces acudirán a los ídolos, y de nada les servirán (v.12). La frase tiene un carácter irónico. El tiempo de la tribulación es la hora de probar la eficacia de los ídolos. Judá sentirá la amarga experiencia de verse sin ayuda alguna.
La proliferación de altares idolátricos en Jerusalén era exorbitante: cuantas ciudades, tantos los ídolos (v.15). La ignominia es un nombre despectivo para significar los ídolos14, sinónimo de Baal, dios cananeo, que variaba según las localidades, llegando a significar el nombre común de ídolo en la Biblia. La deserción es tan general e insensata, que Yahvé manda a Jeremías que no ore por el pueblo, que está colmando la copa de la ira divina (v.14).
Inutilidad de los sacrificios sin entrega interior (15-17).
15 ¿Qué tiene que hacer mi amado en mi casa, mientras comete iniquidades? ¿Es que los sacrificios y las carnes santificadas apartarán de ti tu maldad, de que te alegrabas? 15 16 “Olivo verde y hermoso, de magníficos frutos,” te había puesto Yahvé por nombre. Con gran estrépito, prendió fuego en él y se quemaron sus ramas. 17 Y Yahvé de los ejércitos, que te plantó, ha decretado la desgracia contra ti por los crímenes de la casa de Israel y de la casa de Judá, que han cometido para irritarme, ofreciendo incienso a Baal.
Esta sección parece un cántico breve que versa sobre la inutilidad de los sacrificios como medio de evitar la catástrofe nacional. El texto es difícil y oscuro en algunas frases. El pueblo de Judá es el amado de Yahvé16 (v.15). Aquí la denominación afectuosa tiene un aire irónico. Judá ha sido objeto de las predilecciones de Yahvé, y ahora se conduce de un modo impropio de su condición, pues mientras asiste a la casa o templo de Yahvé, comete iniquidades (v.15). Es una contradicción viviente, pues cree que cumple sus obligaciones para con su Dios con los ritos externos sacrificiales. Lo que ante todo quiere Yahvé es la entrega de su corazón. Un culto puramente formalístico y externo no puede aplacar a Yahvé (v.15b). Los pecados del pueblo de Judá no pueden ser borrados con sacrificios, sino con arrepentimiento y cambio de vida.
En su optimismo, los habitantes de Judá consideraban a su nación como un olivo verde y hermoso 17, siempre rejuvenecido. El olivo es de hoja perenne; por eso simboliza bien a Israel en las esperanzas populares. Quizá aquí la frase aluda a un cántico popular patriótico jubiloso que repetían en los momentos de exaltación nacional. Pero estas esperanzas son inconsistentes, y Yahvé va a destruir sus ilusiones, precisamente porque los frutos de ese olivo verde no responden a las esperanzas puestas en él. Por eso Yahvé va a hacerlo desaparecer prendiendo fuego con gran estrépito (v.16b), probable alusión al estruendo del ejército invasor, que se extiende como un incendio por Judá, quemando sus ramas, e.d., todo aquel follaje aparente de religiosidad superficial. El ν.17, en prosa, por su estilo convencional, es considerado generalmente como glosa explicativa. Yahvé mismo, que plantó el árbol de Israel como nación, al no recibir los frutos esperados, ha decretado la desgracia sobre él, condenándole a la desaparición, como había hecho con la “viña” de malos racimos 18.
Conjuración de los de Anatot contra el profeta (18.-23)
18 Yahvé me lo ha dado a conocer y yo lo he entendido. Entonces me hiciste ver sus acciones. 19 Estaba como manso cordero que sin saberlo era llevado a degollar, pues habían tramado contra mí una conjura, (diciendo): Destruyamos el árbol con su vigor y extirpémoslo de la tierra de los vivos, y no se hará más memoria de su nombre. 20 Mas ¡oh Yahvé de los ejércitos, juez justo, que escudriñas los ríñones y el corazón! que vea yo en ellos tu venganza, pues a ti te he confiado yo mi causa. 21 Por eso, así dice Yahvé contra los hombres de Anatot, que buscan tu vida, diciendo: No profetices en nombre de Yahvé si no quieres morir a nuestras manos. 22 Por eso así dice Yahvé de los ejércitos: He aquí que les voy a pedir cuentas. Los jóvenes morirán al filo de la espada; sus hijos y sus hijas morirán de hambre. 23 Y no quedará superviviente entre ellos, porque yo traeré la desdicha sobre los hombres de Anatot en el año de su castigo.
El profeta nos entera en estos versículos de un complot secreto tramado contra él por sus compatriotas de Anatot. También en esto Jeremías es tipo de Jesús, repudiado por sus conciudadanos de Nazaret. Seguramente las predicaciones pesimistas en contra de la opinión corriente del profeta comprometían a sus compatriotas de Anatot, poblado situado al nordeste de Jerusalén. En el c.26 se habla de otra conjura de los falsos profetas y sacerdotes contra Jeremías. Por una revelación especial recibida de Dios sabe los designios de sus enemigos (v.15). El profeta estaba totalmente ajeno a lo que se tramaba, y vivía pacíficamente entre los que tramaban contra su vida. Su actitud era la de un manso cordero que sin saberlo era llevado a degollar (v.19). Es la misma imagen aplicada al “Siervo de Yahvé” en Isa 53:7, el Mesías doliente. Jeremías refleja los pensamientos homicidas de sus conciudadanos: Destruyamos el árbol con su vigor (v.19). La frase parece un proverbio. Aquí parece aludir a Jeremías, que estaba ¿n toda su plenitud vital19. La frase siguiente: extirpémoslo de la tierra de los vivos, confirma esta interpretación. Jeremías confía su defensa a Yahvé directamente como protector: a ti he confiado mi causa (v.20b). Quiere asistir a la manifestación de la justicia divina. Aquí venganza tiene un sentido antropomórfico, pues expresa los efectos de la justicia divina al modo humano.
1 La expresión palabra que dirigió Yahvé a Jeremías indica que se inicia un nuevo oráculo o serie de oráculos. – 2 Cf. Deu 29:9; comp. con 2Re 23:3; 2Cr 34:31. – 3 Cf. Deu 27:26; Deu 4:9.25; Deu 8:11; Deu 11:28; Deu 28:15; Deu 29:25. – 4 Cf. Deu 4:20. – 5 Cf. Gen 15:755 – 6 Cf. Exo 19:6. – 7 Cf. Gen 15:18; Gen 17:8; Gen 17:50, Gen 17:24; Exo 3:8.17; Exo 13:5.11; Exo 32:13; Num 11:12; Num 14:16.23; Deu 1:8; Deu 4:31; Deu 6:10; Deu 18:23. – 8 Cf. Exo 3:8.17; Exo 13:5; Exo 33:3; Lev 20:24; Num 13:28; Deu 6:3; Deu 11:19. – 9 Cf. también Jer 17:13; Jer 24:26. – 10 Cf. Deu 11:265; Deu 27:15-26; Deu 28:15-68; Deu 29:20-28; Deu 30:153. – 11 Cf. 2 Re 23:Lev 32:-23 :37. – 12 Cf. Deu 5:7; Deu 6:14; Deu 7:4; Deu 8:19; Deu 11:16.28; Deu 13:2.6.13; Deu 17:3; Deu 28:14.36.64; Jer 5:19; Jer 7:6.9.18; Jer 13:10. – !3 Cf. 2Re 23:15-20. – 14 Cf. Jer 3:4. La frase altares a la ignominia falta en los LXX, y puede ser adición posterior. – 15 El texto es oscuro en algunas palabras. Nuestra traducción es parecida a la de la Bible de Jérusalem. – 16 Los LXX leen “amada,” en femenino. Entonces Judá es considerada como la “esposa” de Yahvé. Pero cf. Deu 33:12; Sal 127:2; Lev 60:7; Lev 108:7; Isa 5:1. – 17 Yahvé había comparado a Judá a una “viña”; cf. Jer 2:21. Para “olivo,” cf. Rom n,i7· – 18 Cf. Jer 6:9; Isa 5:53. La higuera estéril, Lev 13:63. – 19 El texto griego y la Vulgata leen: “Pongamos el leño en el pan,” que no parece dar sentido satisfactorio.
Fuente: Biblia Comentada
11.1-13.27 Esta sección corresponde al pacto quebrantado, una reprensión para los que volvieron a la idolatría después de la reforma del rey Josías. La reprimenda de Jeremías provocó una amenaza en contra de su vida por sus conciudadanos. Mientras sufría, Jeremías ponderó la prosperidad de los malvados. Al concluir con estas palabras, empleó un cinto de lino podrido y tinajas de vino como lecciones objetivas del juicio de Dios que vendría (véase la nota a 13.1-11).11.14 A primera vista este versículo es estremecedor. Dios dice a Jeremías que no ore y agrega que no escuchará a la gente que lo hace. Vendrá un tiempo cuando Dios deba aplicar justicia. El pecado trae su propia amarga recompensa. Si el pueblo no se arrepentía y seguía pecando, ni sus oraciones ni las de Jeremías evitarían el juicio de Dios. Su única esperanza era el arrepentimiento: dolor por el pecado, apartarse de él y buscar a Dios. ¿Cómo oramos para que Dios nos ayude si no hemos comprometido nuestras vidas a El? Sus bendiciones vienen cuando nos entregamos a El, no cuando con egoísmo nos asimos a nuestros caminos de maldad.11.18-23 Para sorpresa de Jeremías, el pueblo de Anatot, su pueblo natal, se estaba confabulando para matarlo. Querían silenciar su mensaje por diversas razones: (1) económica, esto dañaría el negocio de los fabricantes de ídolos; (2) religiosa, el mensaje de destrucción y fatalidad hizo que el pueblo se sintiera deprimido y culpable; (3) política, abiertamente reprendió su política hipócrita; y (4) personal, el pueblo lo odiaba por mostrarle que estaba equivocado. Jeremías tenía dos opciones: correr y esconderse, o clamar a Dios. Clamó y Dios respondió. Como Jeremías, nosotros podemos correr y escondernos cuando enfrentemos amenazas por nuestra fidelidad a Dios, o podemos pedirle ayuda. Escondernos compromete nuestro mensaje, clamar a Dios permite que El lo confirme.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
NOTAS
(1) Véase Jer 1:1, n: “Jeremías”.
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
[1] El tono dramático de los capítulos 11, 12 y 13 se refiere a la ruptura de la alianza con Dios.[7] Deut 4, 26.[8] Deut 28.[13] Jer 2, 28.