Comentario de Génesis 45:5 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese el haberme vendido acá, porque para preservación de vida me ha enviado Dios delante de vosotros.
no os entristezcáis. Isa 40:1, Isa 40:2; Luc 23:34; 2Co 2:7, 2Co 2:11.
me envió Dios. Gén 45:7, Gén 45:8; Gén 47:25; Gén 50:20; 1Sa 1:19; 2Sa 12:12; 2Sa 16:10-12; 2Sa 17:14; Job 1:21; Sal 105:16, Sal 105:17; Hch 2:23, Hch 2:24; Hch 4:24-28; Hch 7:9-15.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Tiernamente, José tranquilizó a sus hermanos.
para preservación de vida me envió Dios: Jehová obró a través de las malas y despreciables acciones de los hermanos de José, no sólo para que preservara a su propia familia, sino también la vida de muchas personas del antiguo mundo. Este mismo trabajo de Yahvé de obrar a través de malas conductas, lo podemos ver durante toda la historia de las Escrituras y llega a su clímax con la muerte y resurrección de Jesucristo. Esto es justamente el punto principal del sermón de Pedro en ese domingo de Pentecostés cuando Dios creó la Iglesia. Mientras que incrédulos oficiales judíos y débiles soldados romanos conspiraban para matar a Jesús, ya estaba todo «entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios» (Hch 2:23). De la misma manera, las acciones bárbaras de los hermanos de José, prepararon el escenario para la obra salvadora del Dios vivo (Gén 50:20).
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
ME ENVIO DIOS. José da a conocer que muchas veces Dios usa las malvadas acciones de los humanos a fin de cumplir voluntad.
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
ARTÍCULO
La providencia de Dios
Gén 45:5 Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.
Después que el Señor Dios creó los cielos y la tierra (Gén 1:1), Él no abandonó el mundo para que anduviera por su cuenta. Más bien, sigue participando en la vida de su pueblo y en el cuidado de su creación. Dios no es como un relojero que formó el mundo, le dio cuerda y ahora deja que lentamente se le acabe la cuerda; más bien, Él es el Padre amoroso que cuida lo que ha hecho. A ese continuo cuidado de Dios por su creación y su pueblo se le llama, en términos doctrinales, su providencia.
ASPECTOS DE LA PROVIDENCIA. Hay al menos tres aspectos de la providencia de Dios.
(1) Preservación. Con su poder Dios preserva el mundo que ha creado. Después de exaltar a Dios como el Creador de los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos, Nehemías declara: «Tu vivificas todas estas cosas» (Neh 9:6). La confesión de David es igualmente clara: «Tu justicia es como los montes de Dios, tus juicios, abismo grande. Oh Jehová, al hombre y al animal conservas» (Sal 36:6). Ese poder preservador de Dios se manifiesta por medio de su Hijo Jesucristo, como Pablo declara en Col 1:17 : Cristo «es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten». El verbo «subsistir» (gr. sunistemi) significa «unir, mantener junto»; por el poder de Cristo se mantienen juntas incluso las más pequeñas partículas de vida.
(2) Provisión. Dios no sólo preserva el mundo que ha creado, sino que también suple para las necesidades de sus criaturas. Cuando Dios creó el mundo, creó las estaciones (Gén 1:14) y dio alimentos para los seres humanos y los animales (Gén 1:29-30). Después que el diluvio hubo destruido la tierra, Dios renovó esa promesa de provisión con estas palabras: «Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche» (Gén 8:22). Varios salmos dan testimonio de la bondad de Dios al suplir para todas sus criaturas (e.g., Sal 104:1-35; Sal 145:1-21). Dios mismo le reveló su poder creativo y sustentador a Job (Job 38:1-41; Job 39:1-30; Job 40:1-24; Job 41:1-34), y Jesús afirmó sin lugar a dudas que Dios provee para las aves del cielo y los lirios del campo (Mat 6:26-30; Mat 10:29-30). Su cuidado no sólo abarca las necesidades físicas del género humano, sino también las espirituales (cf. Jua 3:16-17). La Biblia revela que Dios manifiesta un amor y cuidado especial por su propio pueblo, a quien Él le da un gran valor (e.g., Sal 91:1-16; véase Mat 10:31, nota). Pablo les escribe sin ambages a los creyentes de Filipos: «Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús» (Flp 4:19, véase nota). Según el apóstol Juan, Dios desea que su pueblo «prospere, y que tenga salud» (3Jn 1:2, véase nota).
(3) Gobierno. Además de la preservación de Dios de su creación y de la provisión para ella, Él también gobierna el mundo. Como Dios es soberano, los acontecimientos históricos suceden bajo su vigilancia y voluntad permisiva; a veces Él interviene directamente según su propósito redentor (véase el ARTÍCULO LA VOLUNTAD DE DIOS, P. 966. [Isa 53:10]). No obstante, hasta que Dios consuma la historia, Él ha limitado su poder y gobierno supremo en este mundo. Las Escrituras afirman que Satanás es «el dios de este siglo» (2Co 4:4) y ejerce considerable control en este presente siglo malo (véase 1Jn 5:19, nota; cf. Luc 13:16; Gál 1:4; Efe 6:12; Heb 2:14). En otras palabras, ahora el mundo no es obediente al poder gobernante de Dios, sino que está en rebeldía contra Él y es esclavo de Satanás. Sin embargo, obsérvese que esa autolimitación por parte de Dios es sólo temporal; en el momento que Él ha determinado con su sabiduría, Él destruirá a Satanás y a todas las huestes de maldad (Apo 19:1-21; Apo 20:1-15).
LA PROVIDENCIA DE DIOS Y EL SUFRIMIENTO HUMANO. La revelación bíblica muestra que la providencia de Dios no es una doctrina abstracta, sino que está relacionada con el vivir de cada día en un mundo malvado y caído.
(1) Todo el mundo experimenta el sufrimiento algunas veces en su vida, e inevitablemente se pregunta: «¿Por qué?» (cf. Job 7:17-21; Sal 10:1; Sal 22:1; Sal 74:11-12; Jer 14:8-9; Jer 14:19); tales experiencias suscitan las inquietudes sobre el problema del mal y su lugar en el plan de Dios.
(2) Dios permite que los seres humanos sufran las consecuencias del pecado que entró en el mundo mediante la caída de Adán y Eva. José, por ejemplo, sufrió mucho por causa de la envidia y la crueldad de sus hermanos. Fue entregado a la esclavitud por sus hermanos y se convirtió en esclavo de Potifar en Egipto (Gén 37:1-36; Gén 39:1-23). Mientras vivía una vida devota en Egipto, fue injustamente acusado de inmoralidad, metido en la cárcel (Gén 39:1-23), y mantenido allí por más de dos años (cf. Gén 40:1-23; Gén 41:1-14). Nótese, sin embargo, que Dios puede usar tales acciones para hacer cumplir su voluntad. Según el testimonio de José, Dios estaba obrando mediante los pecados de sus hermanos a fin de preservarles la vida (Gén 45:5; Gén 50:20).
(3) No sólo se sufre a consecuencia de los pecados de otros, sino que también se sufren las consecuencias de los propios actos pecaminosos. Por ejemplo, el pecado de inmoralidad y adulterio a menudo da por resultado el fracaso del matrimonio y de la familia. El pecado del enojo desenfrenado contra otra persona puede llevar a una grave herida o incluso al asesinato de uno o de ambos de los implicados. El pecado de la avaricia pudiera resultar en una sentencia de prisión para alguien que ha robado o desfalcado.
(4) También hay sufrimiento en el mundo porque a Satanás, el dios de este mundo, se le permite hacer su obra al cegar la mente de los incrédulos y dominar su vida (2Co 4:8; Efe 2:1-3). El NT está lleno de ejemplos de personas que experimentaron el sufrimiento por causa de los demonios, que las atormentaron ya sea con aflicción mental (e.g., Mar 5:1-14) o con dolencias físicas (Mat 9:32-33; Mat 12:22; Mar 9:14-22; Luc 13:11; Luc 13:16; véase el ARTÍCULO PODER SOBRE SATANÁS Y LOS DEMONIOS, P. 1354. [Mar 3:27]).
Decir que Dios permite el sufrimiento no significa que Dios causa el mal que ocurre en este mundo, ni que decrete todas las tragedias de la vida. Nunca Dios es el instigador del mal o de la impiedad (Stg 1:13). Con todo, a veces Él lo permite, lo dirige y lo vence a fin de cumplir su voluntad, para llevar a cabo su propósito redentor y hacer que todas las cosas contribuyan al bien de los que son fieles a El (véase Mat 2:13, nota; Rom 8:28, nota; véase el ARTÍCULO EL SUFRIMIENTO DE LOS JUSTOS, P. 657. [Job 2:7-8]).
RELACIÓN DEL CREYENTE CON LA PROVIDENCIA DE DIOS. A fin de experimentar el cuidado providencial de Dios en su vida, la Biblia revela que el creyente tiene ciertas responsabilidades.
(1) Debe obedecer a Dios y su voluntad revelada. Con José, por ejemplo, es claro que por cuanto José honró a Dios mediante su vida de obediencia, Dios lo honró al estar con él (véase Gén 39:2-3; Gén 39:21; Gén 39:23). Asimismo, a fin de que Jesús mismo experimentara el cuidado protector de Dios haciendo frente al intento sanguinario del rey Herodes, los padres de Jesús tuvieron que obedecer a Dios y huir a Egipto (véase Mat 2:13, nota). Los que temen a Dios y lo reconocen en todos sus caminos tienen la promesa de que Dios dirigirá todos sus pasos (Pro 3:5-7).
(2) En su providencia, Dios dirige los asuntos de la iglesia y de cada uno de sus siervos. El creyente debe estar constantemente en armonía con la voluntad de Dios para su vida mientras le sirve a Él y les ministra a otras personas en su nombre (cf. Hch 18:9-10; Hch 23:11; Hch 26:15; Hch 27:23).
(3) El creyente debe amar a Dios y someterse a Él mediante la fe en Cristo si quiere que todas las cosas contribuyan a su bien (véase Rom 8:28, nota).
(4) A fin de experimentar el cuidado de Dios en medio de la aflicción, hay que pedirle en persistente oración y fe. Mediante la oración y la confianza se experimenta la paz de Dios (Flp 4:6-7), se recibe fortaleza del Señor (Efe 3:16; Flp 4:13) y se recibe misericordia, gracia y ayuda de Dios en tiempos de necesidad (Heb 4:16; véase Flp 4:6, nota). Tales oraciones de fe pudieran ser por sí mismo o por los demás (véanse Rom 15:30-32; Col 4:3, nota; véase el ARTÍCULO LA INTERCESIÓN, P. 1156. [Dan 9:3]).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
— fue Dios quien me ha enviado aquí… para salvar vidas: En esta frase se condensa el sentido profundo de toda la historia de José. El desenlace final muestra, por un lado, que cada acontecimiento formaba parte de un plan providencial de Dios y, por otro, que Dios puede valerse hasta de los fallos y pecados de los seres humanos para llevar a cabo sus designios de salvación (ver v. Gén 45:8).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
REFERENCIAS CRUZADAS
f 2042 2Co 2:7
g 2043 Gén 47:25; Gén 50:20; 1Sa 2:6; Sal 33:19; Sal 105:17
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
para preservar vidas me envió Dios. José interpreta el significado de la acción cruel de sus hermanos en términos del propósito de Dios en cuanto a la promesa. Esta perspectiva excluye la venganza y la amargura.
Fuente: La Biblia de las Américas
José dio un testimonio claro del control providencial de Dios sobre su vida. Obsérvese el v. Gén 45:8, no vosotros… sino Dios. José fue padre de Faraón en el sentido de ser su consejero.
Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie
Se sigue LXX.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
Lit., ni os enojéis en vuestros ojos
Fuente: La Biblia de las Américas
Lit. no os enojéis ante vuestros ojos.