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Comentario de Jeremías 14:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Jeremías 14:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

La palabra de Jehovah que vino a Jeremías con motivo de la sequía:

La sequía dolorosa, Jer 14:1-6,

hace orar a Jeremías, Jer 14:7-9.

El Señor no tendra compasión, Jer 14:10-12.

Los profetas mentirosos no son una excusa para ellos, Jer 14:13-16.

Jeremías se queja por ellos, Jer 14:17-22.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jer 15:1-21

Este extenso lamento sobre Judá se compone de una serie de endechas breves, oráculos de juicio, y confesiones, y concluye con una palabra de aliento y seguridad para el profeta de parte de Jehová.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Este lamento sobre la sequía y la pestilencia que habían caído sobre Judá responde al siguiente bosquejo:

(1) introducción (v. Jer 14:1);

(2) descripción de la sequía (vv. Jer 14:2-6);

(3) clamor a Jehová por liberación (vv. Jer 14:7-9); y

(4) acusación (v. Jer 14:10).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

la sequía se consideraba indicador del desagrado divino, como en los idolátricos días de Acab, Jezabel y Elías.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

CON MOTIVO DE LA SEQUÍA. Este capítulo trata de los desastrosos efectos de una sequía sobre el pueblo y la tierra. Dios envió ese desastre natural sobre Judá durante sus últimos años por causa de su infidelidad a Él y a su pacto (cf. Lev 26:18-19; Deu 28:22-24). El pueblo había rechazado a Dios —la fuente de agua viva (Jer 2:13)— y ahora perdería su provisión de agua natural.

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

14. La gran sequía. Castigo del pueblo. Oración.
El capítulo está integrado por piezas diferentes, yuxtapuestas por un redactor posterior: a) elegía por una gran sequía (1-10); b) diálogo de Yahvé y del profeta (11-16); c) lamentación por la catástrofe (17-18); d) súplica para que cese la sequía (19-22).

Elegía por una gran sequía (1-6).
1 Llegó la palabra de Yahvé a Jeremías a propósito de la sequía: 2 Judá está de duelo y sus puertas languidecen, se inclinan hacia tierra, y se alza el grito de Jerusalén. 3 Sus magnates mandaron a los subordinados por agua; fueron éstos a los pozos, no hallaron agua y se volvieron con sus cántaros vacíos. Están avergonzados, confundidos, con las cabezas cubiertas, 4 pues el suelo está consternado porque no hay lluvia en la tierra. Los labradores están avergonzados, se cubren sus cabezas. 5Aun las ciervas en el campo paren y abandonan (la cría) por falta de pastos. 6 Los asnos salvajes se paran sobre las colinas peladas, aspirando el aire como chacales, con los ojos consumidos, por falta de hierba.

No sabemos cuándo tuvo lugar esta calamidad cantada con elocuencia exquisita por el profeta. La sequía ha afectado a todo Judá, que esta de duelo (v.2). Una consternación general se apodera de todo el país. La vida de las ciudades, que se desarrollaba bulliciosa y animada en sus puertas, está desierta: las puertas languidecen (v.2).
Era el lugar de reunión de las caravanas que salían y entraban, y también el lugar del mercado y de las contrataciones 2. Ahora no se ven sino personas tristes y lánguidas. Mientras tanto, surge el llanto por doquier dentro de la ciudad: se alza el grito de Jerusalén. La situación es tan crítica, que los magnates, que tenían sus propias cisternas en casa, se ven obligados a enviar a sus subordinados a buscar agua a los pozos públicos por la campiña (v.3). Pero vuelven con los cántaros vacíos, ante la decepción general de los que ansiosamente les esperaban: están avergonzados, con las cabezas cubiertas, en señal de duelo y aflicción 3. La situación es trágica, ya que el suelo esta consternado al no recibir la lluvia bienhechora. Las mismas ciervas, consideradas en la antigüedad4 como los animales más afectuosos con sus hijos, abandonan (la cría) (v.5), pues por falta de pastos están ciegas buscando medios de subsistir. El instinto de conservación es en ellas superior al de reproducción. Los mismos asnos salvajes (onagros o cebras), que por morar en zonas desérticas están habituados a prescindir del agua a menudo, ahora se paran sobre las colinas aspirando el aire como chacales (v.6). En su deseo de refrigerar la garganta reseca, se suben a los lugares más altos para aspirar el viento, por si les trae una corriente de humedad, que tanto ansían. Los chacales suelen estar con la boca abierta hacia arriba, lanzando aullidos muy característicos.

Súplica de salvación a Yahvé (7-9).
7 Aunque nuestras maldades clamen contra nosotros, obra, Yahvé, por la gloria de tu nombre. Porque muchas son nuestras rebeldías. Hemos pecado contra ti. 8¡Oh esperanza de Israel, oh Yahvé 5, su salvador en el tiempo de la angustia! ¿Por qué has de ser como peregrino en el país, como viajero que se para para pernoctar? 9¿Por qué has de ser como hombre azorado, como guerrero incapaz de salvar? Pues tú, Yahvé, (habitas) en medio de nosotros, y tu nombre es invocado sobre nosotros, No nos desampares.

El profeta reconoce la culpabilidad de su pueblo, pero pide auxilio a Yahvé para que manifieste su gloria, su nombre, y no quede como impotente ante los pueblos paganos (v.7). Yahvé es en realidad la esperanza de Israel (v.8) y, por consiguiente, no debe conducirse como peregrino, que pasa por el país sin preocuparse de sus problemas. Israel es la heredad de Yahvé y, por consiguiente, debe preocuparse de las tragedias y problemas de su pueblo. Si no interviene en favor de Israel en los momentos críticos, los paganos considerarán a Yahvé como hombre azorado6, poseído del terror, que pierde sus fuerzas ante el peligro y no sabe reaccionar serenamente, castigando a los enemigos. Por otra parte, los paganos deben ser testigos de las proezas de Yahvé como guerrero que antiguamente salvó a su pueblo. Mucha era la fama de Yahvé como salvador, como héroe de su pueblo; pero, si ahora no sale en favor de éste, todos creerán que sus antiguas proezas no fueron sino invención de la imaginación popular y que en realidad es un guerrero incapaz de salvar (v.9a). Debe tener en cuenta Yahvé que mora en Israel y que da nombre a todos los descendientes de Abraham: tu nombre es invocado sobre nosotros (v.9b); son el pueblo de Yahvé ante los gentiles; como el esposo da nombre a la esposa, así ellos son denominados pueblo de Yahvé. Por eso, la catástrofe de Judá compromete el honor de su Dios. Yahvé había prometido proteger a su pueblo como el águila a sus polluelos 7, y ahora es el tiempo de mostrar su protección omnipotente.

Respuesta de Yahvé (10-12).
10 Esto habla Yahvé de este pueblo: Gustan de andar errantes de un lado para otro, no se contienen sus pies. Pero Yahvé no se complace en ellos; ahora se acordará de sus maldades y les pedirá cuenta de sus pecados, 11 Y me dijo Yahvé: No ruegues por este pueblo para su bien. 12 Aunque ayunaren, no escucharé sus clamores, y aunque ofrezcan holocaustos y oblaciones, no los aceptaré, sino que los consumiré con la espada, con el hambre y con la peste.

Yahvé responde a la súplica intercesora del profeta alegando que el pueblo sigue sus caminos perversos, alejado de su Dios. En vez de volver al camino señalado por su Dios, anda errante de un lado para otro (v.10). En lo religioso va tras de los ídolos; en lo moral sigue sus conveniencias y pasiones, y en lo político busca alianzas con pueblos extranjeros, como Babilonia y Egipto. Están tan inquietos y nerviosos, que no contienen sus pies. Por eso Yahvé no se complace en ellos, porque no puede aprobar tal conducta extraviada; y les pedirá cuenta de sus pecados. Ha llegado la hora de su intervención justiciera, y, en consecuencia, no quiere que Jeremías rue-gue por su pueblo para bien (v.11), como si la sentencia estuviera ya dada. Naturalmente, en estas frases hay que tener en cuenta que las profecías conminatorias en el A.T. son siempre condicionales, pues está supeditado su cumplimiento a la conversión o impenitencia de los destinatarios. Los ritos externos en el templo, con sus sacrificios y ofrendas, y los ayunos, no bastarán para detener la ira de Dios (v.12), que se va a manifestar con el hambre, la espada y la peste, la terrible trilogía del exterminio que quedará clásica en la literatura bíblica profética y apocalíptica. Son los tres flagelos que constituyen como los instrumentos de la justicia divina en todos los tiempos.

Contra los falsos profetas (13-16).
11 Y yo dije: ¡Ah, Señor, Yahvé! He aquí que los profetas les dicen: No veréis la espada ni tendréis hambre, pues paz auténtica os daré en este lugar. 14 Pero Yahvé me dijo: Mentidamente los profetas profetizan en mi nombre; yo no los he enviado, no les he mandado, no les he hablado. Falsas visiones, agüeros, vanidades y engaños de su corazón es lo que os profetizan. 15 Por eso dice Yahvé contra los profetas que profetizan en mi nombre, sin haberles yo enviado, diciendo: “No habrá en esta tierra espada ni hambre.” A la espada y por hambre perecerán esos profetas. 16 Y el pueblo a quien ellos profetizaron será arrojado a las calles de Jerusalén por el hambre y la espada, y no habrá quien les dé sepultura, ellos, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y haré caer sobre ellos su maldad.

Los profetas, por halagar al pueblo, lanzaban falsas promesas de paz: no veréis la espada. (v.13). Pero todo esto no es sino creación de su propia imaginación, ya que Yahvé no les habló (v.14). En Deu 18:15 se dan las normas para distinguir a los verdaderos de los falsos profetas, y entre ellas la más clara es que el que predique el culto idolátrico, separándose de Yahvé y de su Ley, no es verdadero profeta. Tal es el caso de los falsos profetas, que no se preocupan de ganar el corazón de sus oyentes, acudiendo a sortilegios, agüeros; pero todo son engaños de su corazón. Son unos impostores. Por eso, el castigo será terrible, pues se desencadenará una mortandad sobre todos ellos y los que les hicieron caso (v. 16).

Súplica del profeta (17-22).
17Y les dirás esta palabra: Derraman mis ojos lágrimas noche y día sin cesar, pues la virgen hija de mi pueblo ha sido quebrantada con gran quebranto, herida de gravísima plaga. 18 Si salgo al campo, he aquí muertos por la espada; si entro en la ciudad, sufrimientos por el hambre, pues hasta los profetas y sacerdotes andan errantes por un país que no conocen. 19¿Acaso has desechado del todo a Judá? ¿Ha detestado tu alma a Sión? ¿Por qué nos heriste sin que hubiera curación? Esperábamos paz, y no hay bonanza, y al tiempo del alivio sólo hay turbación. 20Reconocemos, ¡oh Yahvé! nuestra maldad y la de nuestros padres, pues hemos pecado contra ti. 21Por tu nombre no nos rechaces, no dejes profanar el trono de tu gloria. Acuérdate, no rompas tu alianza con nosotros. 22¿Hay entre los ídolos de las gentes quien pueda hacer llover? ¿O pueden los cielos dar la lluvia? ¿No eres tú, Yahvé, Dios nuestro? En ti esperamos, porque has hecho todo esto.

Un nuevo canto elegiaco sobre la ruina de Judá como pueblo. La mortandad es tan grande, que tanto en la campiña como en la ciudad no hay sino muertos por la espada y sufrimientos por el hambre (v.18). La expresión virgen hija de mi pueblo es sinónima de “pueblo” de Judá, personificado en una doncella, objeto de los amores de Yahvé 8. Los sacerdotes y profetas, que antes habían hecho creer que no habría guerra ni necesidades, se verán obligados a andar errantes por un país que no conocen (v.15c) en busca de alimentos para cubrir sus necesidades más elementales. Después de reflejar el estado de trágica ruina de su pueblo, el profeta se identifica con éste, lanzando una súplica angustiosa a Yahvé para que evite tanta desgracia: ¿Acaso has desechado a Judá? (v.19a). El profeta recuerda las relaciones íntimas que en otro tiempo hubo entre Yahvé y su pueblo en virtud de la alianza. Yahvé había prometido estar siempre con su pueblo, pero ahora apenas hay esperanza de salvación. Quizá haya cambiado Yahvé de sentimientos para con su pueblo: ¿Ha detestado tu alma a Sión? (v.16a). En otro tiempo los castigó, pero no tanto como ahora: ¿Por qué nos heriste sin que hubiera curación? (v.16b).
La catástrofe es tal, que no hay esperanza: en vez de paz y alivio, cada vez hay mayor turbación y angustia. Ciertamente que todo esto ha venido por los pecados de Judá, y el pueblo lo reconoce (v.20); pero al menos que no los rechace por su nombre. Es preciso que su nombre, e.d., su fama como omnipotente y protector de sus fieles, permanezca entre las gentes. Además, Jerusalén es el trono de su gloria (v.21), que sería profanado por las gentes si llegaran a ocupar la Ciudad Santa. Están, pues, en juego los intereses de Yahvé, y si bien el pueblo como pecador merece todo esto, sin embargo, el celo de su gloria debe salir en defensa de éste para que no sea objeto de burla entre las naciones. La derrota de su pueblo sería la derrota del prestigio de Yahvé entre los pueblos paganos. Y, como una última apelación, le recuerda la antigua alianza: acuérdate, no rompas tu alianza con nosotros (v.21b). Aunque el pueblo le había sido infiel, sin embargo, siempre subsistían las cláusulas de la alianza con Israel. Precisamente, por mantener las promesas de esta alianza, Yahvé había protegido milagrosamente a su pueblo en muchas situaciones críticas.
Por fin vuelve el profeta al tema de la sequía. Es Yahvé omnipotente y sólo él puede enviar la lluvia. Los ídolos no pueden hacer que los cielos envíen esto que tanto necesitan en estos momentos. Todo depende de Yahvé, y los cielos por sí mismos no pueden enviar la esperada lluvia. Y de nuevo lanza una apelación a las especiales relaciones que Yahvé tiene con su pueblo: ¿no eres nuestro Dios?

1 Así según el TM. Los LXX: “han cesado los trabajos de la tierra,” que hace buen sentido. La Bible de Jérusalem: “el suelo cesa de producir.” – 2 Cf. Isa 3:26. – 3 Cf. 2Sa 15:30; 2Sa 19:4; Isa 53:3. – 4 Cf. Plin., 8 0.32; Pro 5:19. – 5 Yahvé falta en el TM, pero está en los LXX. – 6 La palabra hebrea empleada es de significado incierto. Los LXX leen “hombre que duerme.” Schultens, siguiendo el árabe, traduce “atónito.” – 7 Cf. Deu 32:11. – 8 Cf. Isa 23:12 : “virgen hija de Sicidn”; Isa 47:1 : “virgen hija de Bdtuíom’a”; Jer 46:11 : “virgen hija de Egipto.”

Fuente: Biblia Comentada

sequía. Al parecer Jeremías dio la profecía de este capítulo durante un tiempo real de sequía en Judá (v. Jer 14:2-6).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

14.1ss La sequía fue un juicio con consecuencias devastadoras. Como siempre, cuando se sentían acorralados, el pueblo clamaba a Dios. Sin embargo, El rechazó su súplica porque no se arrepintió, solo quería que Dios lo rescatara. Ni siquiera las oraciones de Jeremías los ayudaría. Su única esperanza era volverse a Dios.14.1-15.21 Esta sección da inicio con la sequía que Dios envió a Judá y cómo El se negó a responder las oraciones que pedían lluvia. Continúa con la descripción que Jeremías hace del juicio venidero.14.14 ¿Qué llevó al pueblo a escuchar y apoyar a los falsos profetas? Decían lo que el pueblo quería escuchar. Los falsos maestros ganan fama y dinero por decirle a la gente lo que esta quiere escuchar, pero estos falsos maestros apartan a la gente de Dios. Si los alentamos, somos tan culpables como ellos.14.19-22 Al interceder por el pueblo, Jeremías le preguntó a Dios si lo ayudaría en caso que se arrepintieran. Pero Dios se negó en ir en su auxilio (15.1) debido a que el pueblo era falso, malvado y obstinado. Sabía que El los quería bendecir y sabía lo que debía hacer para recibir esa bendición. Quería que Dios hiciera su parte, pero Judá no quería hacer la suya. Es muy fácil expresar dolor por las malas acciones, sobre todo cuando queremos algo, pero debemos estar dispuestos a dejar de hacer esas malas acciones. Dios perdonará a los que se arrepienten de veras, pero la hipocresía la castigará con severidad.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) Véase Jer 1:1, n: “Jeremías”.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 810 Deu 28:24

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Una sequía que afectaba a los habitantes de la ciudad (vv. Jer 14:2-3), a los labradores (v. Jer 14:4) y aun a los animales (vv. Jer 14:5-6) con el propósito de que sirviese como un aviso de Dios, fue ignorado por el pueblo.

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[6] Efecto del hambre y de la sed, calamidades que agudiza la invasión.[10] Para ir de un ídolo a otro.[14] Jer 5, 12; 23, 17; 29, 9.[17] Lam 1, 16; 2, 18.[19] Jer 8, 15.

Fuente: Notas Torres Amat