Comentario de Lamentaciones 4:11 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Agotó Jehovah su furor; derramó el ardor de su ira. Prendió fuego en Sion, el cual devoró sus cimientos.
Cumplió Jehová su enojo. Lam 4:22; Lam 2:8, Lam 2:17; Deu 32:21-25; Jer 6:11, Jer 6:12; Jer 7:20; Jer 9:9-11; Jer 13:14; Jer 14:15, Jer 14:16; Jer 15:1-4; Jer 19:3-11; Jer 23:19, Jer 23:20; Jer 24:8-10; Eze 20:47, Eze 20:48; Eze 22:31; Dan 9:12; Zac 1:6; Luc 21:22.
encendió en Sion fuego. Deu 32:22; Jer 21:14.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Lam 2:2-3+; Lam 2:20+.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
“Se ha cumplido tu castigo”
El enfoque cae ahora sobre la ira del Señor (11). No sólo el pueblo en Judá sino también otras naciones, se nos dice (12), habían pensado que Jerusalén era invencible y un enemigo poderoso, Senaquerib, había fracasado dramáticamente en tomarla a pesar de superioridad numérica (2 Rey. 18:13-19:37). Todos éstos, sin embargo, no contaban con la determinación del Señor de mostrar su propia justicia, que era ella misma parte de su pacto (13).
El tema que ahora se desarrolla es el de la falsa confianza. Los dirigentes religiosos habían tenido una responsabilidad especial en difundir esto, y deben, por lo tanto, soportar mucho de la culpa. La crítica del poeta a ellos (que es de algún modo como la de Jeremías; cf. Jer. 23:9-40) continúa en los próximos versículos. Cuando el pueblo fuera esparcido entre otras naciones en el exilio, aun allí sus dirigentes serían especialmente condenados al ostracismo, y privados del honor que habían considerado como su derecho (16).
También se había puesto falsa confianza en alianzas con otras naciones (17), lo que implicaba un reconocimiento de los dioses de esas naciones y una falta de confianza en sólo el Señor. La confianza en aquellas naciones pronto se tornó en ataque salvaje a mano de ellas (18, 19). El peligro de confiar en poderes extranjeros había sido bien ilustrado por la política del rey Acaz de Judá, que en una generación anterior había pedido ayuda a Asiria, sólo para que su sucesor Ezequías se diese cuenta de que Asiria era un amigo falso (2 Rey. 16:7-19; 18:13-16).
Un objeto final de falsa confianza fue el rey mismo, el ungido de Jehovah (20), por la suposición del pueblo de que la antigua promesa a David significaba una garantía incondicional de protección de enemigos.
Una parte importante de la intención de Dios al llevar a su fin al Estado de Judá era mostrar que él mismo era el único objeto apropiado de la confianza del pueblo. Lam. aparece como un testigo contra la falsa confianza en cualquier institución, incluso una iglesia, para la salvación.
La última palabra del capítulo, sin embargo, es una de esperanza. Aunque los enemigos de Judá puedan gozarse brevemente de la caída del pueblo, el día de castigo vendría para ellos también, para Edom tanto como para otras naciones (cf. Jer. 25:15, 20; 49:7-22; Abdías). Y el castigo de Judá terminaría en un nuevo día de gracia (22; cf. Isa. 40:2).
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
y 309 Deu 28:20; 2Cr 36:16; Jer 6:11; Jer 9:11; Eze 22:31; Dan 9:12; Zac 1:6
z 310 Lev 26:28; Jer 7:20
a 311 Deu 32:22; 2Re 25:9
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
ha encendido un fuego. El fuego es a menudo símbolo de la destrucción (cp. 2:3, 4; Dt 32:22; Is 10:17; Jer 17:27).