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Comentario de Ezequiel 7:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Ezequiel 7:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

La desolación final de Israel, Eze 7:1-15.

El arrepentimiento y duelo de aquellos que escapan, Eze 7:16-19.

Los enemigos contaminan el santuario por las abominaciones de los israelitas, Eze 7:20-22.

Con el símbolo de una cadena se muestra la cautividad miserable de todas las clases de hombres, Eze 7:23-27.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Los tres usos de la palabra clave el fin destacan que el cumplimiento de la profecía estaba cerca. La palabra viene denota certidumbre.

los cuatro extremos de la tierra indican que todo el pueblo de Judá sería afectado, no solamente aquellos que estaban en Jerusalén.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

7. Castjgo de las Idolatrías.

Inminencia de la catástrofe (1-13).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Mira, hijo de hombre, así habla Yahvé: Es el fin para la tierra de Israel, viene el fin sobre los cuatro confines de la tierra. 3 Llega para ti el fin, y desencadenaré mi ira contra ti y te pagaré según tus obras; echaré sobre ti todas tus abominaciones. 4 No se apiadará de ti mi ojo, no tendré compasión, echaré tus obras sobre ti, y en tu seno tus abominaciones, y sabréis que yo soy Yahvé. 5 Porque así dice el Señor, Yahvé: Desdicha tras desdicha viene, 6 llega el fin, está amenazándote el fin, ya está ahí. 7 Ya te llega el fin, habitante de la tierra; ya viene el tiempo, ya llega el día del alboroto, pero no de alegría, en los montes. 8 Ahora en seguida voy a derramar sobre ti mi ira y satisfaré en ti mi furor, juzgándote según tus obras y echando sobre ti todas tus fornicaciones. 9 No se apiadará mi ojo, no tendré compasión, sino que echaré sobre ti tus obras, y pondré en tu seno tus abominaciones, y sabrás que yo, Yahvé, os hiero. 10 He ahí el día, ya viene, ya llega tu suerte, ya ha brotado la opresión, ha florecido la injusticia *. n La violencia se ha levantado como cetro de impiedad; nada quedará de ellos ni de su orgullo, nada de su estrépito, nada de su esplendor. 12 Llega el tiempo, viene el día en que no se alegre el que compra ni se entristezca el que vende, que sobre todos vendrá la ira. 13 Quien venda no recobrará lo vendido por más que viva, porque la visión sobre todos ellos no se revocará, y por las impiedades ninguno vivirá.

La manifestación de la ira vengadora de Yahvé no se hace esperar, pues sus abominaciones han sobrepasado toda medida y han de pesar sobre sus autores. La justicia de Dios será inexorable (v.4).
Es el día de Yahvé anunciado por los profetas, que, lejos de ser día de exultación y gozo 2, será día de alboroto, pero no de alegría, en los montes (v.7), lugares de tradicional alegría por estar en ellos los santuarios dedicados a los ídolos 3. Ha llegado la hora de pedir cuenta de las fornicaciones o idolatrías de Judá (v.8). Israel debe recibir en su seno el pago de sus abominaciones (v.8), pues la opresión y la injusticia (v.10) han florecido exuberantes en la sociedad, de tal forma que la violencia se ha levantado como cetro de impiedad, dominando como reina todas las manifestaciones de la vida cívica y social. Pero la ira divina barrerá toda manifestación aparatosa: no quedara nada de su estrépito y esplendor. Las transacciones serán acompañadas de alegría de parte del que las compra, que se aprovecha de la miseria del prójimo. Según la Ley, debían darse facilidades de rescate a los que vendían obligados por la necesidad y la miseria. Los acaparadores se aprovechaban de esta situación. Pero ahora no deben alegrarse de sus compras ni entristecerse los vendedores con sus ventas, porque llega la hora de la destrucción (v.12). La ruina alcanzará a todos. No volverán a rescatarse los bienes vendidos después de cincuenta años, como estaba prescrito 4. La ira divina sembrará la destrucción, y otros colonos vendrán al país de Israel a establecerse, siendo los moradores de Palestina llevados en cautividad (v.15). El castigo de Yahvé es irrevocable.

Desolación general (14-27).
14 Tocan las trompetas, todo está presto, pero nadie va al combate, porque se desencadena mi ira sobre su muchedumbre. 15 Fuera, la espada; dentro, la peste y el hambre; quien está en el campo morirá a la espada; quien esté dentro de la ciudad será devorado por el hambre y por la peste. 16 Quien de ellos escape huirá a los montes, y gemirán todos como gime la paloma, cada uno por su propia iniquidad. 17 Todas las manos están debilitadas, y todas las rodillas flaquean. 18 Cíñense de saco y cúbrense de terror; en todos los rostros se ve la confusión, y todas las cabezas están rapadas. 19 Tiran en las calles su plata, y su oro se les torna en estiércol; no los salvará su plata ni su oro el día de la ira de Yahvé. No saciarán su hambre y no llenarán su vientre con ellos, pues les fueron incentivo para el pecado. 20 Estaban muy orgullosos de sus brillantes joyas, y con ellas fabricaron sus abominables simulacros, sus ídolos. Por eso se los convertirá en estiércol, 21 y los daré al saqueo de manos extranjeras y en botín a los impíos de la tierra, para que lo contaminen. 22 Apartaré de ellos mi rostro, y será profanado mi tesoro; entrarán en él los invasores y lo profanarán. 23 Fabrícate cadenas, porque está la tierra Üena de sangre, y la ciudad llena de violencias. 24 Traeré gentes perversas para que se apoderen de sus casas, y pondré fin al orgullo de los poderosos, y serán profanados sus santuarios. 25 Viene el terror, pedirán paz, y no habrá paz. 26 Vendrá angustia sobre angustia, y el anuncio de una seguirá al de otra. Faltará la visión a sus profetas; los sacerdotes desconocerán la Ley, y los ancianos el consejo. 27 El rey se enlutará, y los príncipes estarán desolados, y temblarán las manos de toda la tierra. Yo los trataré según sus caminos y los juzgaré según su merecido, y sabrán que yo soy Yahvé.

El profeta refleja el momento del asedio de Jerusalén. Todo está presto para la defensa, tocan las trompetas (v.14), pero de nada sirve, pues un temblor se apodera de los combatientes, de tal forma que nadie va al combate. Es Yahvé el que ha enviado este retraimiento de las armas para cumplir los designios de su ira. La desolación y la muerte reinan por doquier (v.15), y nadie se atreve a salir al frente, pues todas las rodillas flaquean (v.17). El abatimiento general se muestra en manifestaciones generales de duelo: y cíñense de saco. todas las cabezas rapadas (v.18) 5. Los asediados, al ver que su plata y oro no sirven para conseguir los víveres necesarios, lo arrojan por las calles (v.19). Sus riquezas han sido un incentivo para el pecado i sobre todo para entregarse a la idolatría, dando sus metales preciosos para la construcción de simulacros, en lo que utilizaron sus brillantes joyas (v.20). Pero todo será botín de guerra para los invasores (v.21), para que lo contaminen, utilizando el oro y plata de los ídolos para fines triviales y profanos. Pero, sobre todo, la mayor calamidad es la profanación del tesoro de Yahvé, o templo de Jerusalén (v.22). Todos deben prepararse para la cautividad (fabrícate cadenas), pues el castigo es inminente, porque esta la tierra llena de sangre. (v.23); alusión a los homicidios y atropellos contra los que predicaban la sumisión a Babilonia, siguiendo las indicaciones de los profetas.
En la catástrofe que se avecina no habrá ninguno a quien acudir en petición de ayuda, ya que faltarán el sacerdote, el profeta y el sabio (v.25). Es interesante la claridad con que en este texto se especifica la misión de los distintos directores espirituales de la sociedad: la característica del profeta es la fisión, o revelación recibida directamente de Dios para transmitir un mensaje a la comunidad; la del sacerdote es la Ley, cuya enseñanza estaba obligado a compartir al pueblo; y la del sabio es el consejo, o deducción doctrinal por reflexión de las revelaciones anteriores. El sabio sustituyó al profeta cuando éste faltó, y sus enseñanzas no tenían la autoridad de los profetas, precisamente porque no tenían comunicación directa con Dios, sino que, por reflexión teológica, deducían conclusiones en orden al gobierno de la vida. Son los autores de los libros que llamamos sapienciales, que vienen a llenar el vacío de los oráculos proféticos.
Israel siempre ha vivido bajo una protección especial divina; así, primero suscitó Yahvé profetas para suplir la acción de los sacerdotes, que se limitaban a lo cultual, y después a los sabios para que dieran consejo y dirección a las nuevas generaciones. Ezequiel en este pasaje anuncia que, para colmo de males, Jerusalén se verá privada no sólo de los bienes elementales materiales, sino aun de los espirituales, ya que los que representaban los valores del espíritu, corno los sacerdotes, los profetas y los sabios, no estarán al alcance de los moradores de la Ciudad Santa. Y en la catástrofe, los primeros en sentir una profunda amargura serán las clases dirigentes: el rey se enlutara, y los príncipes estarán desolados. (v.27). Yahvé los castigará por su mala conducta, para que reconozcan de una vez su poder: ν sabrán que yo soy Yahvé.

1 El TM lee lit. “ha salido la corona, ha florecido el cetro.” Nuestra versión se basa en una ligera reconstrucción del texto. La Biblc de Jérus. traduce.: “el castigo está presto, se ha desarrollado el orgullo.” – 2 Cf. Amó 5:18s; Eze 30:3. – 3 Cf. Ez 6:2s; Jer 3:22-23. – 4 Cf. Lev 25:10.13. – 5 Cf. Jer 4:8; Jer 6:26; Lam 2:1; Eze 27:31; Amo 8:10; Isa 15:2; Jer 47:5; Eze 27:31.

Fuente: Biblia Comentada

Este lamento declaraba que toda la tierra de Israel estaba lista para ser juzgada. La paciencia de Dios había llegado a su fin y se anticipa la destrucción final de Jerusalén por parte de Nabucodonosor (586 a.C.).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Aquí se presenta la primera serie de profecías dadas en el transcurso de un año, acerca de la conquista de Jerusalén por parte de los babilonios en 586 a.C.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Advertencia de desastre inminente para Israel

El sentido de urgencia en esta profecía es agudo. La calamidad que está pronosticada para Israel está por suceder. Ya no hay tiempo alguno para cambiar de pensamiento. La guerra es inminente; Jerusalén será sitiada y su tierra desolada.

1-9 Proclama a la tierra de Israel, en otras palabras: “¡Ahora viene el fin sobre ti! No habrá compasión. Cuando hayáis recibido el pago de vuestras prácticas, entonces sabréis que yo soy Jehovah.” 10-14 “El día ha llegado.” 15-22 “Espada, peste y hambre os esperan. Los que sobrevivan estarán llenos de vergüenza y desesperación. De nada le servirán sus riquezas, serán saqueadas.”23-27 “Los más perversos de las naciones se apoderarán de sus propiedades. No habrá tregua. Hasta el rey estará de duelo. Serán juzgados conforme a sus propias normas. Entonces sabrán que yo soy Jehovah.”

Notas. 10 La vara ha echado brotes; ha reverdecido la arrogancia: la violencia y el orgullo traerán ahora su propia recompensa. 12 El que compra no se alegre: la crisis que se avecina hará que sea un disparate llevar a cabo actividades comerciales normales. 15 Afuera habrá espada; y adentro peste y hambre: los que queden fuera de la ciudad serán cortados por las tropas enemigas. Los que estén dentro de la ciudad sufrirán el sitio. El hambre y la enfermedad vendrán. 19 Plata … oro: al intensificarse el sitio el dinero no ayudará para obtener alimentos.23 Prepara cadenas: cadenas de cautiverio.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

7.10, 11 En el capítulo 7, Ezequiel predice la destrucción de Judá. Los malvados y los soberbios obtendrán lo que se merecen. Si le parece que Dios ignorara el mal y la soberbia de nuestros días, sepa que vendrá otro día de castigo, de la misma forma que le llegó al pueblo de Judá. Dios está aguardando pacientemente a que los pecadores se arrepientan (véase 2Pe 3:9), pero cuando venga su castigo «ninguno quedará de ellos». Lo que usted decida ahora acerca de Dios determinará su destino en ese entonces.7.12, 13 La nación de Judá confiaba en su propia prosperidad y posesiones en vez de confiar en Dios. Por lo tanto, Dios planeó destruir las bases de su prosperidad. Cada vez que comencemos a confiar en nuestros trabajos, en la economía, en un sistema político o en un poder militar para obtener seguridad, colocamos a Dios en el asiento trasero.7.19 El pueblo de Dios permitió que su amor al dinero lo llevara al pecado y por esto Dios lo destruiría. El dinero tiene el extraño poder de conducir a la gente hacia el pecado. Pablo dijo que «raíz de todos los males es el amor al dinero» (1Ti 6:10). Cuán irónico es que usemos la riqueza, un regalo de Dios, para comprar cosas que nos separan de El. Cuán trágico es que desperdiciemos tanto dinero buscando satisfacernos a nosotros mismos, y tan poco tiempo buscando a Dios, la verdadera fuente de satisfacción.7.20 Dios dio al pueblo oro para decorar el templo, pero lo utilizaron para hacer ídolos. Los recursos que Dios nos da deben ser utilizados para realizar su obra y llevar a cabo su voluntad, pero con demasiada frecuencia lo consumimos para satisfacer nuestros propios deseos. Cuando abusamos de los dones de Dios o utilizamos los recursos con propósitos egoístas nos perdemos el verdadero propósito que Dios tenía en mente. Esto es tan corto de vista como la idolatría.7.24 El pueblo de Jerusalén se vanaglorió en sus construcciones. El templo mismo fue una fuente de vanagloria (véase 24.20, 21). Esta soberbia sería aplastada cuando los malvados e impíos babilonios destruyeran las casa y lugares santos de Jerusalén. Si usted está pasando por una experiencia humillante es posible que Dios la esté empleando para eliminar la soberbia de su vida.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

[10] De los pecados de los hombres nacen los castigos que Dios envía.[14] Is 21, 5.[14] Deut 32, 30.[18] Is 15, 2: Jer 48, 37.[19] Prov 11, 4.

Fuente: Notas Torres Amat