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Comentario de Ezequiel 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Ezequiel 11:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces el Espíritu me elevó y me llevó a la puerta oriental de la casa de Jehovah, la que da hacia el este. Y he allí, en la entrada de la puerta había veinticinco hombres, entre los cuales vi a Jazanías hijo de Azur y a Pelatías hijo de Benaías, magistrados del pueblo.

el Espíritu me elevó. Eze 11:24; Eze 3:12, Eze 3:14; Eze 8:3; Eze 37:1; Eze 40:1, Eze 40:2; Eze 41:1; 1Re 18:12; 2Re 2:16; Hch 8:39; 2Co 12:1-4; Apo 1:10.

por la puerta oriental. Eze 10:19; Eze 43:4.

y he aquí a la entrada. Eze 8:16.

vi a Jaazanías. 2Re 25:23.

y a Pelatías. Eze 11:13; Eze 22:27; Isa 1:10, Isa 1:23; Ose 5:10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La presunción de los príncipes, Eze 11:1-3.

Su pecado y juicio, Eze 11:4-12.

Ezequiel reclama, Dios le muestra su propósito al salvar un remanente, Eze 11:13-20;

y castigar a los malvados, Eze 11:21.

La gloria de Dios deja la ciudad, Eze 11:22-23.

Ezequiel es devuelto a la cautividad, Eze 11:24-25.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

En esta sección, el pueblo y los líderes políticos, que debieron poner el modelo de divinidad entre la comunidad, en el hogar y el trabajo, reciben un juicio de muerte a espada profetizado contra ellos.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Ezequiel vio veinticinco líderes cívicos en el Templo.

principales del pueblo denota oficiales públicos y políticos que solían servir en puestos judiciales, militares y reales (2Sa 8:15-18; 2Sa 20:23-26).

Jaazanías: Hijo de Azur, y no el mismo Jaazanías de Eze 8:11 (hijo de Safán). Estos hombres estaban dando mal consejo, e incluso fueron tan bajos que maquinaron perversidad contra su propio pueblo. Como estaban tratando de combinar la religión hebrea con la pagana, estos líderes se engañaron a sí mismos y a sus seguidores pensando que hablaban en nombre del Dios verdadero. En cuanto a Pelatías, que significa «uno librado por Jehová», véase el v. Eze 11:13.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

11. Profecías contra algunos jefes de Jerusalen. Promesa de Repatriación.
Continúa el anuncio del castigo de Jerusalén, ahora en sus jefes culpables. Precisamente en la puerta oriental, donde se había parado la gloria de Yahvé en su carro triunfal, el profeta distingue a varios de los responsables de la catástrofe, al anunciar al pueblo que Jerusalén debía resistir a los babilonios, porque estaba segura con sus defensas amuralladas. Es una presunción que no tolera la omnipotencia de Yahvé, que ve en ello un desafío a sus decretos sobre Jerusalén. En una segunda parte del capítulo se anuncia una restauración del pueblo a base de un resto disperso entre las naciones (v.14-21). Por fin, Yahvé abandona definitivamente su santuario.

Castigo de los jefes culpables (1-13).
1 Me elevó el espíritu y me llevó a la puerta oriental de la casa de Yahvé, la que mira a levante, y vi que había a la puerta veinticinco hombres, entre los cuales Jezanías, hijo de Azur, y Peltías, hijo de Banayas, jefes del pueblo. 2 Y Yahvé me dijo: Hijo de hombre, éstos son los que maquinan perversidades, y dan en la ciudad perversos consejos, 3 y dicen: ¿No se han reconstruido bien pronto las casas de la ciudad? Ella será la olla, nosotros la carne. 4 Por tanto, profetiza contra ellos, profetiza, hijo de hombre. 5 Y vino sobre mí el espíritu de Yahvé, y me dijo: Di: Así habla Yahvé: Vosotros habéis dicho eso, casa de Israel, y yo sé muy bien lo que pensáis. 6 Habéis multiplicado los muertos en esta ciudad, habéis llenado sus calles de cadáveres. 7 Por tanto, así dice Yahvé: Vuestros muertos, los que habéis dejado tendidos en medio de ella, ésos son la carne, y ella es la olla; pero yo os sacaré de ella. 8 Vosotros tenéis miedo a la espada, y yo haré venir la espada sobre vosotros, dice el Señor, Yahvé. 9 Yo os sacaré de en medio de ella y os entregaré en manos de los extranjeros, y haré justicia en vosotros. 10 Pereceréis a la espada; en los términos de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Yahvé. 11 No será ella para vosotros la olla, ni seréis vosotros en ella la carne; en los términos de Israel os juzgaré, 12 y sabréis que yo soy Yahvé, cuyos mandamientos no habéis seguido, cuyas leyes no habéis practicado, sino que habéis obrado siguiendo las costumbres de las gentes que os rodean. 13 Apenas había profetizado, cayó muerto Peltías, hijo de Banayas, y yo me eché rostro a tierra y grité con todas mis fuerzas: ¡Ah Señor! ¿vas a acabar del todo con lo que queda de Israel?

El profeta es transportado en fisión por el espíritu, o fuerza ca-rismática divina, a la puerta oriental del templo de Jerusalén, donde se había detenido la gloria de Yahvé antes de abandonar el santuario totalmente. Allí están veinticinco hombres partidarios de la resis tencia contra los invasores babilónicos, a pesar de las reiteradas profecías de Jeremías, en las que había comunicado de parte de Yahvé la conveniencia de entregarse a las tropas de Nabucodonosor como mal menor1. Los dos personajes que el profeta nombra no son desconocidos. Estos se sienten optimistas y pretenden animar a sus compatriotas para una desesperada resistencia, recordándoles que las antiguas ruinas del cerco anterior de 598 por los babilonios ya están restauradas (v.5); por otra parte, las defensas amuralladas de la ciudad son una garantía para organizar la resistencia. Ellos, dentro de los muros de Jerusalén, se sienten tan seguros como la carne en la olla (v.3). Por mucho que se caliente, el fuego no podrá pasar al interior 2.
Dios recoge la comparación de ellos y le da una nueva aplicación: en realidad, la carne afectada por la muerte son los muertos que ellos han hecho con sus arbitrariedades. Movidos de sentimientos ultranacionalistas, han ahogado en sangre toda voz de protesta. Y en esa situación de tragedia, la ciudad de Jerusalén ha resultado como una olla, de la que las víctimas inocentes no han podido salir para librarse del peligro (v.7). Sin embargo, Yahvé se encargará de sacar a los culpables de esta olla, para hacerlos caer bajo la espada en los términos de Israel (v.11), es decir, en los confines septentrionales de Israel, en la región siria de Ribla, donde está el cuartel general de Nabucodonosor y donde fueron matados los magnates de Judá ante los ojos del rey Sedecías 3.
Después de anunciar esto, el profeta vio en visión el cumplimiento de su profecía en la muerte de Jezonías. Ezequiel se sintió horrorizado ante la suerte de sus conciudadanos, y como antes, al contemplar la obra de los ángeles exterminadores, ahora grita angustiado: ¡Ah Señor! ¿vas a acabar del todo con la casa de Israel? (v.15). El profeta está obsesionado con el destino trágico de su amado pueblo y pide clemencia para sus compatriotas, para que no se deje llevar demasiado de su ira.

Repatriación de los exilados (14-21).
14 Me fue dirigida palabra de Yahvé, diciendo: 15 Hijo de hombre, tus hermanos, los de tu parentela, la casa de Israel toda entera, son aquellos a los que dicen los habitantes de Jerusalén: Alejaos de Yahvé, tenemos la tierra en posesión4. 16 Diles, por tanto: Así habla el Señor, Yahvé: Los he alejado entre las gentes, los he dispersado en tierras extranjeras, pero yo seré para ellos santuario por el poco tiempo que estarán en las tierras a que han emigrado. 17 Diles, pues: Así habla el Señor, Yahvé: Yo os recogeré de entre las gentes, y os reuniré de entre las tierras a que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel. 18 Y entrarán en ella y quitarán de ella todos sus ídolos y todas sus abominaciones” 19 Y les daré otro corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo, quitaré de su cuerpo su corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 20 para que sigan mis mandamientos, y observen y practiquen mis leyes, y sean mi pueblo y sea yo su Dios. 21 Pero a los que se complacen en sus ídolos, en sus abominaciones, yo les echaré sus obras sobre la cabeza, dice el Señor, Yahvé.

La respuesta del Señor es confortante en medio de la trágica suerte que espera a los judíos. El exterminio no será total, porque habrá un núcleo de restauración, un resto de bendición, que será la base de una nueva teocracia israelita. Ezequiel se halla en medio de compatriotas exilados, que son su parentela, de la que debe salir como fiador y rescatador o go’el de sus hermanos de sangre, pues tiene que dar cuenta de su suerte espiritual ante Yahvé 5. Estos se sentían alejados de su tierra como desheredados, y por ello se consideraban en plano de inferioridad respecto a los que habían quedado en Palestina, que bien podían decir de ellos: Alejaos de Yahvé, tenemos la tierra en posesión (v.15). El hecho de estar exilados parecía incluir en la mentalidad de entonces la orfandad de parte de Dios, ya que Yahvé sólo tenía especial providencia de los que habían quedado en su heredad 6.
Dios anuncia, por su parte, que el hecho de la dispersión entre las gentes no es obstáculo para que siga protegiendo a los exilados. Aunque estén lejos del templo de Jerusalén, sin embargo, Yahvé mismo será para los desterrados un santuario, al que pueden acogerse con toda confianza (v.16). Además llegará un tiempo en que serán repatriados en la tierra de Israel (v.17), inaugurando entonces una nueva vida, pues no volverán a caer en el inveterado pecado de la idolatría (v.15); para ello, Yahvé mismo les dará un nuevo corazón con un espíritu nuevo (v.19), de forma que, habiendo dejado el corazón de piedra, o rebelde y duro, serán dotados de un corazón de carne, sensible a las inspiraciones divinas. De este modo vivirán centrados en torno a los mandamientos de Yahvé. Es la misma promesa mesiánica de Jeremías: los nuevos ciudadanos tendrán escrito en sus “corazones” la nueva Ley, en sustitución de la antigua, esculpida en piedra 7. De este modo Yahvé volverá a ser en sentido verdadero su Dios (v.20).

La gloria de Yahvé se aleja de Jerusalén (22-25).
22 Los querubines desplegaron sus alas y les siguieron las ruedas, y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos, 23 y la gloria de Yahvé se alzó de en medio de la ciudad y se posó sobre el monte que está al oriente de la ciudad. 24 Me tomó el espíritu y me llevó a Caldea entre los cautivos en visión de espíritu de Dios, y desapareció la visión que había tenido. 25 Yo dije a los cautivos todo lo que Yahvé me había mostrado.

Yahvé, en su carro majestuoso, rodeado de una atmósfera de gloria, abandona la Ciudad Santa y se detiene al oriente sobre el monte de los Olivos. Al abandonar a Jerusalén, los enemigos caldeos podían entrar impunemente en ella, ya que el único obstáculo para ello era la presencia del Dios de Israel. Jerusalén ha quedado, pues, abandonada a su suerte. Yahvé se retira hacia oriente, donde estaban los exilados de Mesopotamia; pero antes se detiene en el monte de los Olivos, quizá para indicar la íntima pena que le produce abandonar la que por siglos había sido su morada.

1 Cf. Jer 21:8ss; 25:9; 27:6-16; 28:14. – 2 En Jer 1:13 la olla es el símbolo cíe la invasión babilónica. – 3 Cf. 2Re 25:63.18-21; Jer 52:933.24-27. – 4 El texto hebreo puede traducirse “se han alejado de Yahvé.,” que hace perfecto sentido, y así es entendido por muchos autores. – 5 Cf. Eze 3:17-21. – 6 Cf. Exo 19:5; 1Sa 26:19. – 7 Cf. Jer 31:333; Ose 3:5; Arn9:9; Isa 1:26; Isa 4:4; Isa 44:3; Isa 66:9; Exo 6:7; Lev 25:18; Lev 26:16; Deu 4:5.

Fuente: Biblia Comentada

veinticinco hombres. Ezequiel pudo ver, aunque estuvo en el templo solo en visiones (cp. Eze 8:3, y vea la nota allí), gracias a que Dios grabó en su mente detalles específicos en la visión. Los líderes malvados (cp. v. Eze 11:2) eran parte del motivo para el juicio de Dios (vv. Eze 11:8; Eze 11:10). Ezequiel fue llevado en espíritu al mismo lugar que la gloria de Dios había abandonado en Eze 10:19 y le fue dada una visión de «veinticinco hombres», los cuales no representaban a los sacerdotes, sino a líderes influyentes que dieron consejos nefastos al pueblo (v. Eze 11:2). Jaazanías hijo de Azur. Vea la nota sobre Eze 8:11.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Eze 3:12; Eze 8:16.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Espíritu lleva a Ezequiel a la puerta oriental del templo. El Señor le muestra un grupo de 25 hombres que están tramando el mal y dando consejos impíos. Se ordena a Ezequiel profetizarles.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

11.1-4 Dios abandonaba su altar y el templo (capítulos 9-11). Su castigo se completó cuando abandonó Jerusalén. La puerta de la ciudad era el lugar en donde los mercaderes y los políticos realizaban sus negocios, por lo tanto, los veinticinco hombres pudieron haber representado los gobernantes de la nación. Debido a sus puestos de liderazgo, eran responsables por descarriar al pueblo. Habían dicho que Jerusalén estaba segura ante otro ataque de los babilonios. «Esta será la olla y nosotros la carne» significa que creían que eran lo más selecto, los de influencia, los que serían protegidos de todo peligro. Sin Dios la situación siempre es precaria.11.5 Dios sabía todo acerca de los israelitas, incluso sus pensamientos. Y sabe todo acerca de nosotros, incluso los pecados que tratamos de esconder. En lugar de preocuparnos por la forma en que la gente nos ve o por lo que hacemos, preocupémonos por lo que Dios piensa porque El lo ve todo. Tratar de ocultar a Dios nuestros pensamientos y acciones es fútil. La única forma efectiva de tratar con el pecado es confesándolo y pidiéndole a Dios que nos ayude a superarlo.11.12 Desde el momento en el que entraron en la tierra prometida, los israelitas fueron advertidos de que no copiaran las costumbres y las prácticas religiosas de otras naciones. Desobedecer este mandamiento y seguir las costumbres paganas en vez de las leyes de Dios siempre les acarreó problemas. Actualmente, los creyentes siguen siendo tentados a copiar los caminos del mundo. Sin embargo, debemos obtener de Dios nuestros patrones de conducta respecto al bien y al mal, no de las tendencias populares de la sociedad.11.14ss Dios prometió a los cautivos en Babilonia que continuaría estando con ellos aun cuando habían abandonado Jerusalén. Esta era una gran preocupación para los judíos porque creían que Dios estaba presente principalmente en el templo. Pero Dios les aseguró que continuaría siendo su Dios a pesar del lugar en el que estuvieran. En medio del mensaje ardiente de castigo de Ezequiel se levantaba un fresco oasis: la promesa que hizo Dios de restaurar a los pocos fieles en su tierra natal. Sus brazos ahora están abiertos para recibir a aquellos que se arrepientan de sus pecados.11.15-21 Los mensajes de Dios por medio de Ezequiel están llenos de ironía. Aquí El dice que los judíos en cautiverio son los fieles y aquellos que están en Jerusalén son los pecadores y los malvados. Esto era lo contrario de lo que el pueblo percibía. Las apariencias pueden engañarnos. Dios evaluará su vida por su fe y obediencia, no por sus aparentes éxitos terrenales. Aun más, nosotros no deberíamos juzgar a los demás por las apariencias externas.11.16 Dios era el santuario para el remanente justo. Aquellos idólatras, aun cuando adoraban en el templo de Jerusalén (11.15) no encontrarían un verdadero santuario, pero los cautivos fieles aun cuando estuvieran lejos de casa, serían protegidos por Dios. De la misma forma, nuestras circunstancias externas no son indicios reales de nuestra postura con Dios. Aquellos que parecen estar seguros y a salvo, pueden estar lejos de El, mientras que aquellos que atraviesan momentos difíciles pueden estar seguros bajo la protección espiritual de Dios. Podemos depender de Dios para mantenernos a salvo si nos encomendamos a su cuidado.11.18, 19 «Un corazón» indica unanimidad de propósito. El pueblo de Dios ya no buscará a muchos dioses, se contentarán con Dios. El corazón de piedra, duro, sordo, inamovible será trasplantado radicalmente por uno de carne, tierno, receptivo y sensible (véase Jer 32:39; Eze 18:31; Eze 36:26). Esta nueva vida solo puede ser obra del Espíritu Santo. Es la obra de Dios, pero debemos reconocer y volvernos de nuestro pecado. Cuando lo hacemos, Dios nos dará nuevos motivos, nuevas guías y nuevo propósito. ¿Ha recibido usted su nuevo corazón?11.23 La gloria de Dios abandonó Jerusalén y permaneció por encima de un monte en el lado este de Jerusalén (casi con certeza en el monte de los Olivos). Eze 43:1-4 señala que Dios regresará de la misma forma en la que se fue, cuando regrese a la tierra para establecer su reino perfecto.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

NOTAS

(1) “Hombres.” Heb.: ’isch.

(2) Que significa: “Jehová Ha Provisto Escape”. Heb.: Pelat·yá·hu.

(3) Que significa: “Jehová Ha Construido”. Heb.: Bena·yá·hu.

REFERENCIAS CRUZADAS

a 415 Heb 1:7

b 416 Eze 3:12; Eze 8:3; 2Co 12:2

c 417 Eze 10:19

d 418 Eze 8:16

e 419 Isa 1:23; Eze 22:27; Ose 5:10

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

Jaazanías, hijo de Azur. Tal vez Jaazanías era hermano del falso profeta Hananías (Jer 28:1).

Fuente: La Biblia de las Américas

veinticinco hombres. Los líderes civiles de Judá.

Jaazanías. Posiblemente el hermano del opositor de Jeremías, llamado Hananías (cp. Jer 28:1).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[1] Estos veinticinco varones que componían el senado eran los jueces o alcaldes de los veinticuatro carteles en que estaba dividida la ciudad. Con su presidente se reunían en la puerta del templo. Jer 26, 10.[3] Jer 1, 13.[7] 2 Re 25, 21; Jer 39, 6; 52, 9.[16] El castigo o los trabajos que Dios les envía.[19] Ez 36, 26; Jer 31, 33.

Fuente: Notas Torres Amat