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Comentario de Ezequiel 33:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Ezequiel 33:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Entonces vino a mí la palabra de Jehovah, diciendo:

Según el deber de un atalaya de alertar al pueblo, Eze 33:1-6,

Ezequiel es exhortado a su deber, Eze 33:7-9.

Dios muestra la justicia de sus caminos hacia los penitentes y hacia los rebeldes, Eze 33:10-16.

Él mantiene su justicia, Eze 33:17-20.

Al oir las noticias de la toma de Jerusalén profetiza la desolación de la tierra, Eze 33:21-29.

El juicio de Dios sobre los que se mofan de los profetas, Eze 33:30-33.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Este pasaje es acerca de Ezequiel como atalaya y su responsabilidad relacionada con la corrupción y cautiverio de la nación con:

(1) su llamado y responsabilidad (vv. Eze 33:1-6);

(2) su comisión (vv. Eze 33:7-9); y,

(3) sus palabras finales de convicción (vv. Eze 33:10, Eze 33:11).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

El atalaya no es responsable de las consecuencias de la desobediencia, si pronuncia fielmente las advertencias que Dios le ha instruido.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

Los hijos de los pueblos se refiere a los compatriotas llevados cautivos con Ezequiel, que incluye ahora al pueblo de Judá deportado a Babilonia tras la tercera invasión de Nabucodonosor.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

33. El Profeta, Atalaya del pueblo.
Después de esta primera parte de vaticinios conminatorios contra Judá y las naciones paganas, viene ahora una serie de capítulos que versan sobre la rehabilitación del pueblo elegido en el futuro. Ha pasado la hora de la ira divina y se acerca la de la misericordia. El profeta ha tenido que desmontar las falsas ilusiones de los exilados sobre la supuesta invencibilidad de Jerusalén. Después de consumada la catástrofe y confirmados sus oráculos siniestros, el profeta, con plena autoridad, trata de formar la nueva conciencia de los exilados. La caída de Jerusalén trajo como consecuencia una crisis de la conciencia nacional. Yahvé parecía que había abandonado a su pueblo, y, por tanto, era inútil mantener ilusiones nacionales sobre el futuro. Todo estaba perdido. Contra esta posición desesperada se levanta Ezequiel, el cual se esfuerza en sembrar una esperanza de resurrección nacional. Todo lo pasado no ha sido más que una prueba de purificación, pero se acercan días de gloria para el pueblo israelita. El futuro es deslumbrante y glorioso, y, por tanto, los supervivientes deben prepararse para hacerse dignos de la nueva teocracia.
Esta última parte del libro de Ezequiel puede dividirse en dos partes: a) promesa de restauración y paz perpetua (c.33-39); b) estructura interna del nuevo Israel (c.40-48). El estilo es difuso y convencional, y faltan en general indicaciones cronológicas.
El c.33, que vamos a comentar, es como un mosaico de fragmentos, que sirven de transición entre los oráculos conminatorios que hemos estudiado en la primera parte del libro y los de consolación que van a predominar en la última sección de los escritos de Ezequiel. Se suele dividir en las partes siguientes: a) Ezequiel, responsable de su misión de centinela del pueblo israelita (1-9); b) responsabilidad personal de los oyentes (10-20); c) anuncio de la caída de Jerusalén (21-22); d) amenaza contra los judíos supervivientes en Palestina (23-29); e) frivolidad de los exilados (30-33).

El profeta, atalaya del pueblo (1-9).
1 Fueme dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciera yo venir la espada sobre una tierra, y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone de atalaya, 3 y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma, 4 si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y, llegando la espada, le hiere, su sangre será sobre su cabeza. 5 Oyó el sonido de la trompeta y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida, 6 Mas, si el atalaya, por el contrario, viendo llegar la espada, no toca la trompeta para que la gente se aperciba, y, llegando la espada, hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia culpa, pero yo demandaré su sangre al atalaya. 7 Pues tú, hijo de hombre, te he constituido por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la palabra, apercíbelos de parte mía. 8 Si yo digo al impío: “¡Vas a morir!” si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su culpa, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti. 9 Pero, si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él, y él no se apartó, él morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu alma.

Esta sección parece una repetición ampliada Deu 3:16b-21. Ezequiel se compara a sí mismo a un centinela militar encargado de dar la voz de alarma ante el peligro. El profeta se siente responsable de la suerte espiritual de su pueblo, y por eso se cree en la obligación de mantenerse vigilante frente a los peligros que sobre él se ciernen. Es la misión de Ezequiel entre los exilados de Babilonia. Ha anunciado primero la destrucción de Jerusalén en castigo de los pecados acumulados durante generaciones por la comunidad israelita. Ahora tiene que anunciar nuevos peligros para la vida religiosa de los exilados y formar la conciencia de éstos en orden a la constitución del nuevo núcleo de restauración nacional. Como portavoz de la palabra de Dios, tiene que anunciar los peligros para que el pueblo se aperciba de ellos. Si no quieren oírle, no tendrá responsabilidad alguna en la muerte de ellos, como en el caso del centinela militar. Al contrario, si éste no cumple su misión de anunciar el peligro de la invasión del enemigo, será responsable de lo que pasare y pagará con su vida su falta en el cumplimiento del deber. Este sentido de responsabilidad preocupa extremadamente a Ezequiel, como preocupará a San Pablo su misión de evangelizar: “¡Ay de mí si no anunciare el Evangelio!”1

Responsabilidad personal de los individuos (10-20).
30 Di, ¡oh hijo de hombre! a la casa de Israel: Vosotros decís: “Llevamos sobre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consumiendo; ¿cómo vamos a vivir?” u Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yahvé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel? 12 Hijo de hombre, di también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día que pecare. 13 Diciendo yo al justo: “De cierto vivirás,” si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá. 14 Y diciendo yo al impío: “De cierto morirás,” si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia, 15 si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de la vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá. 16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia, y de cierto vivirá. 17 Y dirán los hijos de tu pueblo: No es recta la vía del Señor. ¡Las suyas sí que no son rectas 18 Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta; 19 y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por eso vivirá. 20 Y decís: “¡No es recta la vía del Señor!” Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel! a cada uno conforme a sus caminos.

Las reflexiones aquí expuestas son paralelas a las que hemos visto en 8:21-32; pero las circunstancias no son idénticas. En el c.18 se trata de contestar a las reacciones insolentes de los exilados, que creen que es una injusticia echar sobre ellos la culpabilidad de sus antepasados. Aquí la característica del auditorio es de desesperación. El castigo de Dios sobre Judá ha demostrado que Yahvé ha abandonado a su pueblo, y los exilados se sienten pecadores, y, como tales, lejos de la providencia especial de Yahvé: Llevamos sobre nosotros nuestros pecados. (v.10). Ezequiel les recuerda que la situación no es desesperada, pues ante Dios no cuenta tanto la culpabilidad pasada cuanto las buenas disposiciones de arrepentimiento actuales. Dios no se complace en castigar, sino que busca ante todo el retorno del pecador: No me gozo en la muerte del pecador, sino en que se retraiga de su camino y viva (v.11). La respuesta de Yahvé está basada en la idea de que es ante todo amoroso y misericordioso, y, como tal, está buscando siempre que el corazón del impío se convierta y vuelva a su buen camino, para poder prodigarle sus misericordias: Volveos. ¿Por qué os empeñáis en morir? (v.11).
La frase de los exilados nos vamos consumiendo., llevamos nuestros pecados (v.10) tiene un aire de desesperación, de rabia y de cinismo, y no de compunción. Por eso, su situación espiritual no es buena. No quieren nada con un Dios que los ha castigado. Es preciso una enmienda de vida. No bastan las buenas acciones pasadas del justo si éste en la actualidad anda por las sendas de la impiedad (v.12). Naturalmente, no es que el profeta quiera subestimar las acciones del pasado, pecaminosas o virtuosas, sino que quiere resaltar que, de hecho, en orden a la salvación de cada uno, interesan sobre todo las acciones buenas presentes. Sobre un pasado pecador se puede extender el velo del olvido de parte del Señor, siempre que el presente sea digno de la amistad y misericordia divinas.
En la perspectiva de Ezequiel se trata de la salvación de los israelitas en su destino de comunidad nacional y en su porvenir en esta vida. Nada en el libro de Ezequiel supone la creencia en la retribución de ultratumba. La perspectiva del profeta, como la de todos los libros del A.T. antes del libro de la Sabiduría, se proyecta sólo al horizonte terreno. No se trata, pues, en estas frases de Ezequiel del problema de la salvación eterna del alma de los israelitas. No obstante, su doctrina es válida en el nuevo estadio ideológico del N.T. También en la perspectiva doctrinal del ν. Τ. valen, sobre todo, ante Dios, las disposiciones actuales, en tal forma que un sincero arrepentimiento es suficiente para borrar un pasado pecaminoso, y viceversa, un pecado actual basta para anular todas las obras buenas de un pasado virtuoso.
Es importante la doctrina expuesta por Ezequiel, en cuanto hace resaltar el poder del libre albedrío en el sere humano en sus disposiciones actuales, como superación de una mentalidad entonces muy extendida sobre la influencia del pasado en la vida del hombre en orden a su reconciliación con Dios. Hemos dicho que Ezequiel ha sido saludado con el título de campeón del individualismo, no sólo en cuanto que desconecta al individuo de la responsabilidad colectiva, sino que aun le desconecta de su pasado personal en el sentido de que ante Dios interesan sobre todo las buenas disposiciones actuales, aunque sean superpuestas a un pasado pecaminoso.
Aquí nos encontramos sólo ante una exposición parcial del problema de la responsabilidad del individuo y de sus relaciones con Dios según la mentalidad del A.T. Como decíamos antes, la tesis del profeta es un positivo avance sobre el ambiente conceptual de la época, en cuanto que se destaca el individualismo como base de las relaciones con Dios. Tan revolucionaria es la tesis de Ezequiel, que sus oyentes exilados le dicen abiertamente: No es recta la vía del Señor (v.17). No pueden comprender que Dios haga tabla rasa de un pecado pecaminoso o virtuoso en aras de un arrepentimiento o pecado actual. Para ellos pesaba más el pasado que el presente, y se les hace difícil que Dios les perdone sus pecados. La doctrina, pues, de Ezequiel es un horizonte nuevo para aquellas mentalidades, anquilosadas y abrumadas por el peso de la tragedia de su pueblo: yo juzgaré a cada uno conforme a sus caminos (v.20).

La noticia de la caída de Jerusalén (21-22).
21 El año duodécimo de nuestro cautiverio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, diciendo: “La ciudad ha sido tomada.” 22 La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yahvé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca, y en lo sucesivo ya no estuve mudo.

La datación nos lleva al año 586 a.C., en el mes de diciembre-enero (Tebeth). El cautiverio de que habla es el iniciado con la deportación del rey Jeconías (598). Así, pues, el fugitivo llega con la noticia de la caída de Jerusalén medio año después del hecho. Seguramente que ya tenían noticias de ello antes por la información de los mismos vencedores babilonios, pero ahora se trata de la llegada del primer testigo ocular judío, escapado de la catástrofe 2. El día antes de la llegada de este fugitivo fue sobre Ezequiel la mano de Yahvé (v.22); expresión que equivale a recibir una nueva revelación 3 para que terminara su prolongado mutismo. Desde el comienzo del asedio de Jerusalén por las tropas de Nabucodonosor, Ezequiel no transmitió ningún mensaje especial a los exilados. Dejó que los acontecimientos hablaran por sí mismos en confirmación de sus oráculos anteriores. Ahora, consumada la catástrofe, es hora de iniciar una nueva etapa de predicación entre los exilados para levantar los ánimos y formar de nuevo la conciencia religiosa y nacional de ellos, tomando como base un grupo selecto 4.

Amenaza contra los judíos que quedaron en. Palestina (23-29)
23 Y me fue dirigida la palabra de Yahvé, diciendo: 24 Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: Abraham era él solo, y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra. 25 Diles, pues; así habla el Señor, Yahvé: Vosotros banqueteáis por los montes, alzáis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre, y ¿vais a poseer la tierra? 26 Vosotros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones, y cada cual contamina a la mujer de su prójimo, y ¿vais a poseer la tierra? 27 Diles: Esto dice el Señor, Yahvé: Por mi vida que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se esconden en las rocas y en las cuevas morirán de peste. 28 Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase, 29 y sabrán que yo soy Yahvé cuando convierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.

Después de la caída de Jerusalén, los babilonios organizaron una deportación en masa de las fuerzas vivas de las naciones: jefes e industriales fueron llevados a Mesopotámia. Sólo dejaron los campesinos y gente de la clase baja, para que no tuvieran pretensiones nacionalistas. Al frente de esta comunidad depauperada pusieron los babilonios, como gobernador, al judío Godolías 5, el cual trabajó con todas sus fuerzas por organizar de nuevo la vida nacional, estableciendo su capital en Mispah. Sin embargo, había bandas incontroladas de nacionalistas por el campo, con falsas ilusiones de una pronta reconstrucción nacional, para de nuevo alzarse contra el invasor babilónico. Godolías fue muerto violentamente por estos nacionalistas a ultranza, excitándose de este modo la ira del coloso caldeo. El mismo profeta Jeremías fue llevado a Egipto por estas bandas incontroladas6. En Jer 53:30 se alude a una nueva deportación de judíos realizada por las tropas de Nabucodonosor en 582. Por otra parte, los babilonios no transportaron al reino de Judá poblaciones extrañas, como lo habían hecho los asirios en Samaría. Judá, pues, quedó semiabandonada. Por lo que dice Ezequiel, parece que los exilados tenían puestos los ojos en los que habían quedado en Palestina para una pronta reconstrucción nacional. Por eso ahora el profeta quiere deshacer esta última vana ilusión. Los que quedaron en Palestina se creen los herederos legítimos de Abraham, y se hacen el cálculo que, si el gran patriarca, siendo solo, llegó a poseer la tierra, ellos, siendo bastantes, lo lograrían con más facilidad (v.24). La argumentación es infantil para un israelita, ya que el triunfo de Abraham descansó únicamente en la promesa de Dios, no en los esfuerzos del patriarca.
La respuesta de Yahvé es terminante: Abraham recibió la promesa por su fidelidad, mientras que ellos continúan su conducta pecaminosa, haciendo sacrificios a los ídolos en los lugares altos (banqueteáis por los montes, v.25)7, derramando sangre inocente, prodigando los homicidios8. Para ellos no existe más ley que la de la fuerza y la espada (os apoyáis sobre vuestras espadas, v.26), entregándose a todas las abominaciones, sin respeto para la mujer del prójimo 9. Por todas estas demasías, que son continuación de la pésima conducta antigua, Yahvé los destruirá totalmente, haciéndoles morir devorados por las fieras o por la peste. Nadie podrá huir de la ira de Dios. Sólo así sabrán quién es Yahvé, intransigente con la maldad y la vana presunción.

Contra la frivolidad de los exilados (30-33).
30 Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yahvé! 31 Y vienen a ti como en las asambleas del pueblo, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para escuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra, y, mientras halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia. 32 Eres para ellos como una canción de amor (cantada) con hermosa voz y agradable instrumento; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada. 33 Mas, cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.

Los hechos habían dado la razón a Ezequiel, pues todos sus oráculos sobre la destrucción de Jerusalén se habían cumplido a la letra. Con ello el profeta alcanzó gran autoridad entre los exilados, los cuales hablan en público y en privado de las revelaciones de él, y así van a oírle como si se tratara de la convocación de una asamblea del pueblo para tratar de una cuestión de interés públi co (v.31). Pero esto no debe impresionar demasiado a Ezequiel, ya que es sólo apariencia externa, pues se limitan a escuchar sus palabras, sin preocuparse de poner por obra sus consejos y mandatos de parte de Dios. Los oyentes aprueban sus palabras y halagan con su boca (v.31), pero su corazón sigue apegado a sus intereses personales. El profeta debe resaltar el carácter espiritual de entrega a Dios que debe caracterizar al nuevo núcleo de restauración nacional, heredero de las promesas y bendiciones de Dios. Los exilados creen que pueden compaginar la protección divina con su conducta materialista. Oyen el mensaje del profeta con agrado, como se escucha una canción de amor agradable, acompañada de un instrumento apropiado; pero después lo olvidan, como se olvida el canto que durante unos momentos cautivó el oído (v.32). Pero llegará un día, cuando se realicen las predicciones de salvación del profeta, en que reconocerán que ha habido entre ellos un profeta (v.33).

1 Cf. 1Co 9:1-6. – 2 Sin duda que el fugitivo lardó mucho en llegar a Tell Abib. Sabemos que Esdras, con su caravana numerosa, tardó ciento ocho días desde Babilonia a Jerusalén (Esd 7:9; Esd 8:31). Quizá el fugitivo tuvo que esconderse mucho tiempo de la policía babilónica. – 3 Eze 3:14.22; Eze 8:1; Eze 37:1; Eze 40:1. – 4 Muchos autores relacionan este mutismo con el descrito en 3:24-27 y 24:27, y suponen que Ezequiel, de naturaleza enfermiza, sufrió un nuevo ataque de afasia al conocer la catástrofe de Judá, conocida antes de que llegara el fugitivo, – 5 Cf. 2Re 25:12.22; Jer 42:36. – 6 Cf. Jer 40:7-43:7 – 7 Literalmente, el TM y los LXX leen “coméis con sangro, en cuyo caso se aludiría a comer carnes sin haberlas sangrado, lo que resultaba un gran pecado para los judíos ( Hch 15:20.29). Nuestra traducción se basa en un ligero cambio de letras en la palabra hebrea equivalente a sangre. En ese caso la acusación sería paralela a 18:6. – 8 Cf. 22:6.9. – 9 Cf. 18:6.

Fuente: Biblia Comentada

Vino a mí palabra. Este capítulo es una transición entre los juicios de Dios en contra de Jerusalén y las naciones (caps. Eze 1:1-28; Eze 2:1-10; Eze 3:1-27; Eze 4:1-17; Eze 5:1-17; Eze 6:1-14; Eze 7:1-27; Eze 8:1-18; Eze 9:1-11; Eze 10:1-22; Eze 11:1-25; Eze 12:1-28; Eze 13:1-23; Eze 14:1-23; Eze 15:1-8; Eze 16:1-63; Eze 17:1-24; Eze 18:1-32; Eze 19:1-14; Eze 20:1-49; Eze 21:1-32; Eze 22:1-31; Eze 23:1-49; Eze 24:1-27; Eze 25:1-17; Eze 26:1-21; Eze 27:1-36; Eze 28:1-26; Eze 29:1-21; Eze 30:1-26; Eze 31:1-18; Eze 32:1-32) y el futuro glorioso de Israel cuando sea restaurada en su tierra (caps. Eze 34:1-31; Eze 35:1-15; Eze 36:1-38; Eze 37:1-28; Eze 38:1-23; Eze 39:1-29; Eze 40:1-49; Eze 41:1-26; Eze 42:1-20; Eze 43:1-27; Eze 44:1-31; Eze 45:1-25; Eze 46:1-24; Eze 47:1-23; Eze 48:1-35). Incluye instrucciones de Dios para el arrepentimiento de la nación y por eso es el prefacio a las profecías de consuelo y salvación que siguen (caps. Eze 34:1-31; Eze 35:1-15; Eze 36:1-38; Eze 37:1-28; Eze 38:1-23; Eze 39:1-29).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Eze 3:17-21.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

el Alcance de la Responsabilidad

Este oráculo tiene inicialmente un tema similar a aquel en 3:16-21. Ezequiel ha de actuar como centinela para Israel. Junto con la tarea vienen a la vez responsabilidades y sanciones. (Puede notarse que no se menciona recompensa explícitamente.) Ezequiel ha de transmitir a Israel la naturaleza de su tarea.

El oráculo continúa atacando dos conceptos respecto a la naturaleza del pecado de Israel. La primera (10, 11) era un tipo de fatalismo, donde la gente sostenía que ellos estaban atrapados en su propia maldad, que Dios hasta estaba contento de verles en tal estado; y, si Dios lo quería de esa manera, no había objeto aun en tratar de cambiar. Esta idea se rechaza. Dios no se complace en la muerte aun del impío. Era responsabilidad de ellos cambiar sus caminos.

La segunda idea era que el pueblo había juntado un acopio de mérito (cf. 18:31, 32). En consecuencia, una cantidad de obras buenas podía ser usada para compensar una cantidad de malas obras. Tal idea significaba que no había esperanza para la persona cuya vida había sido principalmente mala; esa persona no podría compensar el mal que había hecho con suficientes buenas obras. Además, significaba que aquellos que pensaban que habían acumulado méritos suficientes podían entregarse a cualesquiera pecados que les gustasen, siempre que no excedieran su cuota. Esta idea también se rechaza. Un arrepentimiento sincero puede vencer cualquier historia de malos hechos. El mal premeditado no puede borrarse con pasados actos de caridad.

1-6 Ezequiel debe proclamar a sus paisanos, en otras palabras: “Suponed que un país está amenazado de guerra, y que cierto individuo es llamado a la tarea de advertir anticipadamente de un ataque (2). Si esa persona da la alarma cuando el ataque se aproxima, entonces toda responsabilidad por las bajas recaerá sobre los ciudadanos mismos (3-5). Pero si no se da la alarma cuando el ataque está cerca, entonces aquella persona será tenida por responsable de la muerte de cualquiera de los ciudadanos (6).”

7-9 A Ezequiel se le ha dado esa tarea a favor de los israelitas. Ha de transmitirles las advertencias enviadas por Dios (7). Si no da esas advertencias a alguno, será tenido por responsable del destino de esa persona. Pero si lo hace, se habrá salvado a sí mismo (8, 9).

10-20 Ezequiel, además, ha de proclamar a Israel: “Vosotros decís que estáis cargados hasta la muerte por vuestros pecados. Yo no me complazco en la muerte del impío (10, 11). Si un justo se vuelve de sus caminos pasados y comienza a hacer el mal, ninguna de las cosas justas que haya hecho le servirá; él morirá por sus pecados (12, 13). Si un hombre impío se vuelve de sus caminos y comienza a hacer lo que es justo y recto, sus malos hechos anteriores serán olvidados; él vivirá (14-16). Aunque tú, Israel, dices que mi camino es injusto, es tu camino el que es injusto. Cada uno de vosotros será juzgado conforme a sus caminos (17-20).”

Nota. 2 Centinela: ver nota sobre 3:16-21.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

33.1ss Este capítulo establece una nueva dirección para las profecías de Ezequiel. Hasta aquí, Ezequiel ha pronunciado juicio por los pecados sobre Judá (capítulos 1-24) y las naciones malvadas que la rodean (capítulos 25-32). Ahora que Jerusalén cayó, cambia de los mensajes de fatalidad y juicio a mensajes de consuelo, esperanza y restauración futura para el pueblo de Dios (capítulos 33-48). Con anterioridad, Dios designó a Ezequiel para que fuera un atalaya que advirtiera a la nación del juicio venidero (véase 3.17-21). Aquí Dios lo designa para ser nuevamente un atalaya, pero esta vez para predicar un mensaje de esperanza. Todavía hay secciones de advertencia (33.23-34.10; 36.1-7), pero estas son parte de un cuadro de esperanza mayor. Dios no incumpliría su promesa de restaurar sus bendiciones a quienes le fueran fieles. Debemos prestar atención a ambos aspectos del mensaje de Ezequiel: advertencia y promesa. A los que persisten en rebelarse en contra de Dios debe servirle de advertencia. A los fieles a Dios debe servirle de aliento y esperanza.33.10-12 Los cautivos estaban desalentados por sus pecados pasados. Este es un punto crucial en este libro. En otras partes del libro de Ezequiel, el pueblo se negó a enfrentar sus pecados. Aquí, se sentían profundamente culpables por vivir tantos años en rebelión en contra de Dios. Por lo tanto, El les aseguró que los perdonaría si se arrepentían. Dios quiere que todo el mundo se vuelva a El. Ve lo que somos y lo que seremos, no lo que hemos sido. Dios da a cada persona la oportunidad de volverse a El, así que aprovéchela. Trate de seguirlo con sinceridad y pídale que lo perdone cuando falle.33.13 Las buenas acciones pasadas no salvan a una persona que decide volver a una vida de pecado. Algunas quizás piensen que han hecho suficientes obras buenas que eclipsan las malas acciones a las que no quieren renunciar. Pero es inútil tratar de ser bueno en algunos aspectos y deliberadamente malo en otras. Dios quiere obediencia y amor completos.33.15 Si bien las buenas obras no nos salvan, la salvación debe llevarnos a actuar con rectitud (véanse Eph 2:10; Jam 2:14-17). Esto incluye una restitución por los pecados del pasado (como ilustra la historia de Zaqueo, véase Luk 19:1-10). Dios espera que restituyamos, cuando fuera necesario, por las cosas malas que hemos hecho.33.21, 22 A principios de su ministerio, Ezequiel no podía hablar excepto para dar mensajes específicos provenientes de Dios (3.26, 27). Ahora que sus profecías se cumplieron y se revelaron los falsos profetas, Ezequiel vuelve a hablar sin restricciones. Debido a que ya no necesita demostrar nada, tiene la libertad de ofrecer el mensaje de Dios de restauración y esperanza.33.30-32 El pueblo se negó a actuar de acuerdo al mensaje de Ezequiel. Cuando las personas se burlen de su testimonio por Cristo o no actúen conforme al consejo que les ha dado, no se rinda. No testifica únicamente por el bien de ellas, sino por ser fiel a Dios. No puede obligarlas a aceptar su mensaje, sino solo puede mantener su fidelidad al proclamarlo.33.31 ¿Ama en realidad a Dios en su corazón? Estas personas aparentaban seguir a Dios, pero amaban más al dinero. Muchas personas de nuestro tiempo aparentan ser muy religiosas, mientras que la codicia permanece en sus corazones. Jesús advirtió que no podemos amar a Dios y al dinero a la vez (Mat 6:24). Cuando no tenemos mucho, es fácil decir: «Lo dejo todo». Pero en el momento en que comenzamos a ganar mucho resulta dificilísimo evitar amar al dinero.33.32 El pueblo venía a escuchar a Ezequiel con el fin de entretenerse. No les interesaba escuchar un mensaje del Señor para ponerlo en práctica. Muchos van a la iglesia como un entretenimiento. Disfrutan la música, el compañerismo y las diversas actividades, pero no atesoran el mensaje en sus corazones. ¿Ha reducido usted los servicios de la iglesia al nivel del entretenimiento o acaso su adoración tiene un verdadero impacto en su vida? Escuche la Palabra de Dios y obedezca, aplíquelas y póngalas en práctica en su vida.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

Estos versículos son un recordatorio para Ezequiel de su llamado como atalaya (véanse notas en Eze 3:17, Eze 3:18-21).

Fuente: Biblia de Estudio Anotada por Ryrie

[21] Ez 22, 26.[25] Lev 19, 26.

Fuente: Notas Torres Amat