Biblia

Comentario de Miqueas 7:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Miqueas 7:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

¡Ay de mí! ¡He venido a ser como los últimos frutos del verano, como el rebusco después de la vendimia! Ya no queda racimo que comer; mi alma desea los primeros higos.

¡Ay de mí! Sal 120:5; Isa 6:5; Isa 24:16; Jer 4:31; Jer 15:10; Jer 45:3.

como cuando han rebuscado. Isa 17:6; Isa 24:13.

mi alma deseó los primeros frutos. Isa 28:4; Ose 9:10.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

La queja de Miqueas, Miq 7:1-2,

por la corrupción del pueblo, Miq 7:3-4,

pone su confianza, no en el hombre, sino en Dios, Miq 7:5-7.

El reconocimiento del pecado, y vindicación final, Miq 7:8-13.

Dios conforta a su pueblo con sus promesas, Miq 7:15-17;

y con sus misericordias, Miq 7:18-20.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Miqueas es movido por los oráculos de juicio que Dios pronunciaba a través de él (Miq 1:8).

no queda racimo: Para Miqueas, la cosecha terminó. No había nada alrededor salvo frutos indeseables.

Faltó el misericordioso: Las normas de la sociedad se desmoronaron; cada cual quería destruir a algún otro.

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

¡AY DE MÍ! Miqueas lamenta la corrupción de la sociedad en que vivía. Estaban desenfrenadas la violencia, la falta de honradez y la inmoralidad en Israel. Pocas personas eran genuinamente piadosas (v. Miq 7:2), y casi había desaparecido el amor familiar (v. Miq 7:6). Si los creyentes de veras se entregan al Señor y sus caminos, también se lamentarán por la maldad que es tan frecuente alrededor de ellos. Intensificarán su intercesión y orarán por la intervención del Dios de su salvación (vv. Miq 7:7-9).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

7. La depravación social.

Denuncia de la corrupción general del pueblo (1-6).
1 ¡Ay de mí, que he venido a ser corno quien hace la recolección en otoño, como quien hace rebusco tras la vendimia No hay un racimo para comer, anhelando mi alma los primeros frutos. 2 Han desaparecido de la tierra los piadosos, no hay ninguno recto entre los hombres; todos acechan la sangre, unos a otros se tienden la red. 3 Las manos están prontas a hacer diestramente el mal: El príncipe reclama, el juez (sentencia) por cohecho, y el grande sentencia a su capricho, 4 y han pisado a los buenos 2 como a rama de zarza que sale derecha del seto. Es el día anunciado por tus atalayas, viene tu castigo, llega ahora su confusión. 5 No os fiéis del compañero ni confiéis en el amigo; de la que se acuesta en tu seno guarda las confidencias de tu boca. 6 Porque el hijo afrenta al padre, la hija se alza contra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos son sus mismos domésticos.

No cabe cuadro más siniestro que el descrito por el profeta; la corrupción es general. El profeta se presenta como el recolector, que después de la vendimia anda en busca de algunos frutos de calidad, comparables a los primeros, los más ansiados; pero no encuentra nada que merezca la pena: no hay un racimo para comer. Busca ansioso buenas obras en Israel, y no encuentra nada: han desaparecido de la tierra los piadosos. (v.2). La situación es anárquica, y la violencia reina por doquier: todos acechan la sangre. La situación parece ser la que precedió a la caída de Samaría, cuando las dinastías y los tiranos se sucedían ininterrumpidamente 3. Las injusticias sociales y las sentencias por cohecho se multiplican en las clases dirigentes de la sociedad: los príncipes, jueces y magnates, al administrar justicia, lo hacen por lucro, pisando a los buenos como a rama de zarza que sale derecha del seto (v.4.). El símil parece aludir al hecho de que el justo es apartado y pisado con desprecio, como una zarza molesta que se atraviesa en el camino; su vida es como una acusación viviente, que se ha de suprimir sin consideración.
Por eso no tardará en aparecer el día del castigo, el día de la manifestación de la ira divina, que ha sido anunciado por tus atalayas o profetas. Estos se consideraban como los vigías, que de antemano anunciaban los peligros que esperaban a su pueblo. Miqueas en esto se hace solidario de las amenazas que sus antepasados Oseas y Amos habían lanzado años antes. Samaría está ya madura para el castigo, porque hasta la fidelidad elemental entre amigos y familiares es quebrantada: No os fiéis del amigo. (v.5).

Arrepentimiento del pueblo (7-10).
7 Mas yo dirigiré mis miradas a Yahvé y esperaré en el Dios de mi salvación, y me escuchará mi Dios. 8 ¡No te regocijes de mí, enemiga mía! pues si caí, me levantaré, y si moro en tinieblas, Yahvé será mi luz. 9 Habré de soportar la ira de Yahvé, porque pequé contra El, hasta que juzgue mi causa y me haga justicia. 10 Lo verá mi enemiga, se cubrirá de vergüenza, ella que me decía: ¿Dónde está Yahvé, tu Dios? Mis ojos lo habrán de ver. Ahora será pisoteada como el fango de las calles.

Después de cumplido el castigo, después de la manifestación de la ira divina, el pueblo reconocerá sus pecados pasados y se volverá a su Dios. Las perspectivas de los profetas cambian constantemente en un contrabalanceo de esperanzas y de castigos. Una vez anunciado el juicio purificatorio sobre Israel como pueblo pecador, la mente del profeta se transporta a la hora de la restauración con el propósito de levantar los ánimos de sus oyentes. La justicia divina tiene sus exigencias, pero las promesas mesiánicas hechas a los antepasados permanecerán; de ahí que, tras de la hora aciaga, venga la hora luminosa de esperanzas. El castigo no tenía otra finalidad que hacer entrar en sí al pueblo israelita, despreocupado y materializado.
La tragedia nacional hará que los espíritus reflexionen sobre su pasado y sobre la causa de la ruina general. Como consecuencia de ello, vendrá el arrepentimiento y el retorno a Dios, que, si envió el castigo desolador, será también el que envíe la salvación. La nación expresa ahora sus sentimientos de reconciliación con Yahvé: esperaré en el Dios de mi salvación (v.7). La confesión no puede ser más humilde y sincera: si caí, me levantaré, y si moro en tinieblas, Yahvé será mi luz (v.8). Las naciones gentiles (su enemiga) se alegraban al ver la ruina de Israel, que se consideraba al abrigo de toda catástrofe por ser el pueblo de Dios. Con la mejor de las disposiciones, Israel reconoce que era necesario pasar por la prueba purificatoria del castigo: Habré de soportar la ira de Yahvé, porque pequé contra El (v.8).
Estas tinieblas son pasajeras, pues volverá a recuperar la amistad con Yahvé una vez que se haya cumplido el castigo, y entonces el mismo Yahvé saldrá por sus derechos como nación: Hasta que juzgue mi causa y me haga justicia. Frente a las naciones invasoras, Israel mantendrá sus derechos de nación, porque están fundados en las promesas del mismo Dios. La ruina actual no es definitiva, sino que volverán otra vez los tiempos de triunfo. Entonces su enemiga (Asiría) contemplará el triunfo de Israel en virtud de la protección de Yahvé, y se cubrirá de vergüenza (v.10). La derrota de Israel había dado ocasión para que el invasor se regocijara sarcásticamente del pueblo elegido al verle desprovisto de la protección de su Dios: ¿Dónde está Yahvé, tu Dios? Pero también llegará la hora de la justicia divina para Asiría, y entonces Israel asistirá gozosa al castigo de su antiguo invasor: Mis ojos lo habrán de ver. Ahora será pisoteada como el fango de las calles. El juicio del Dios de Israel alcanzará a todos.

Anuncio de restauración (11-20).
11 Es el día de la reconstrucción de tus muros! ¡Es el día en que se alejarán tus fronteras! 4 12 En ese día se llegará a ti desde Asiría a Egipto, y desde Egipto hasta el río, del uno al otro mar, del uno al otro monte, 13 y la tierra será devastada a causa de sus habitantes, por sus obras. 14 Apacienta con tu cayado a tu pueblo, el rebaño de tu heredad, que habita aislado en la selva,en medio del Carmelo; que se apacientan en Basan y Galaad como en tiempos pasados. 15 Como en los días de tu éxodo de Egipto, le haré ver prodigios. 16 Lo verán las gentes y se avergonzarán de toda su prepotencia; pondrán la mano sobre su boca y ensordecerán sus oídos. 17 Lamerán el polvo como la serpiente; como los reptiles de la tierra,saldrán espantados de sus escondrijos, y despavoridos, se volverán a Yahvé, nuestro Dios, y se sobrecogerán de temor ante ti. 18 ¿Qué Dios hay como tú, que perdonas la maldad y pasas por alto el pecado del resto de tu heredad? No persiste por siempre en su enojo, porque gusta de la piedad. 19 Volverá a compadecerse de nosotros, conculcará nuestras iniquidades y arrojará a lo hondo del mar nuestros pecados. 20 Serás fiel a Jacob y propicio a Abraham, como a nuestros padres juraste desde tiempos antiguos.

Después de constatar el arrepentimiento del pueblo pecador, el profeta anuncia el futuro glorioso que espera a Israel, que verá reconstruidos sus muros y dikttadas sus fronteras, extendiendo su dominio desde Asiría a Egipto y desde Egipto hasta el río (Eufrates). La expresión del uno al otro mar parece aludir al Mediterráneo y al mar Muerto; son los límites de Palestina. El v.13 parece aludir a la devastación de esta tierra por los invasores, por lo que parece fuera de lugar, y más bien hay que colocarlo después Deu 6:16, en que se habla de la ruina de Israel por sus pecados. En todo caso, en el lugar en que está ahora parece interrumpir el anuncio de restauración, que parece ser la idea central del fragmento de los v.11-20.
El profeta pide a Yahvé en una hermosa oración que el pueblo se congregue de nuevo después de la dispersión que siguió a la invasión: apacienta con tu cayado a tu pueblo, el rebaño de tu heredad (v.14). Israel está disperso como rebaño sin pastor, aislado en la selva, y el profeta pide a su Dios que lo lleve a los feraces pastos del Carmelo, de Basan y de Galaad (v.14). El profeta está seguro de que Yahvé renovará los prodigios del éxodo de Egipto en favor de su pueblo, y con ello las gentes y naciones paganas se avergonzarán al ver que nada servirá su prepotencia contra la omnipotencia divina (v.16).
Los v. 18-20 son como un epílogo de alabanza a Yahvé por la gran misericordia que ha hecho a Israel pecador al perdonarle sus transgresiones, manteniendo las promesas hechas a Jacob y a Abraham en tiempos antiguos.

1 La Bib. de Jér,: “He venido a ser como recolector en otoño.” – 2 Lit. el hebreo: “Lo han torcido.” – 3 Cf. Ose 4:2; Ose 7:3s. – 4 Así con Bib. de Jér.

Fuente: Biblia Comentada

¡Ay de mí! Miqueas suena aquí como Isaías (cp. Isa 6:5).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

Miqueas se lamentó por las circunstancias de su tiempo. En su búsqueda inútil de una persona íntegra y justa (cp. v. Miq 7:12), se comparó a sí mismo con el labrador de una viña que entra a su viñedo casi al final de la temporada y no encuentra un solo fruto. Los líderes conspiraban entre sí para obtener lo que querían (v. Miq 7:13) y nadie era digno de confianza (vv. Miq 7:15; Miq 7:6). Cristo empleó el v. Miq 7:16 como ilustración en la ocasión en la que comisionó a los doce (Mat 10:1; Mat 10:35-36).

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

— como quien siega en verano: Es decir, pasado ya el tiempo propio de la siega que en Palestina tenía lugar al final de la primavera.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

Las estructuras sociales de Jerusalén se deshacen

1 Miqueas comienza su lamento con el revelador indicio de dolor. ¡Ay de mí! La razón se lee como una acusación: no hay dirigentes justos (1b-4). En una alegoría el profeta, que representa a Dios, entra en su viña en verano (eso es, junio) buscando los racimos maduros y los primeros higos de los árboles que crecen entre las viñas, pero no queda nada porque los vándalos se han llevado todo. 2 La viña es la casa de Israel (cf. Isa. 5:1-7; Sal. 80:8-16) y el fruto es el piadoso (eso es, los hombres que guardan el pacto). La alegoría (1) y su interpretación (2) están relacionadas por no hay y ni uno, pues los dos son la traducción de la misma palabra heb. Miqueas ahora especifica los delitos de todos los hombres (eso es, los jueces decadentes del v. 3 que oprimen a sus víctimas inocentes). El los compara con el cazador que acecha (usa prácticas taimadas) y caza … con una red (son eficazmente mortales; cf. 2:1, 2; 3:1-3, 9-11). 3 Explica el tema de la cacería. Sus manos (los jueces y el rey) han adiestrado … para hacer el mal (eso es, para hacer la red mortal). El gobernante y el juez probablemente se refieren a los magistrados, y el poderoso (lit. “el grande”) al rey corrupto sobre ellos. No solamente defraudan al hacerse ciegos al cohecho (Exo. 23:8; Deut. 10:17), sino que conspiran juntos para exprimir a sus hermanos. 4a El mejor de ellos es como la espina; el más co rrecto de ellos es como zarzal. Al obstruir la justicia, estos magistrados obstinadamente complacientes e indiferentes frustran y hieren a los que buscan justicia. ¡Qué ironía llamarlos correctos!

4b Ahora el lamento abruptamente cambia de la acusación al juicio. Tus centinelas (eso es, guardianes colocados en los muros de una ciudad para preve nir del peligro que se aproxima; Isa. 21:6) son los profetas verdaderos de Israel que anunciaron un día de juicio (2:6; 3:8; Amós 5:18-20). Porque la nación no atendió a esos fieles centinelas (2:6-11; 3:5, 6; Isa. 30:10; Ose. 9:7, 8; Amós 2:12), su castigo ha venido (Isa. 10:3; Ose. 9:7). La invasión asiria arrojará a la nación al pánico y a la confusión (cf. Isa. 22:5). 5, 6 Ahora se dan ilustraciones específicas de la confusión y de la anarquía social en la ciudad sitiada (cf. Isa. 3:4-7). 5 Los lazos más fuertes de solidaridad social, amigo y compañero (5a), amar a la esposa que duerme en tu seno (5b), se desharán bajo la presión del asedio. Una persona no debe confiarle a su compañero más íntimo la manera en que espera enfrentar la crisis, porque de hacerlo, el compañero abusará de ella para su propia supervivencia. 6 Ciertamente, los de su propia casa se levantarán desdeñosamente como enemigos unos contra otros para salvar su propio pellejo. La venida de Cristo trajo las mismas divisiones (Mat. 10:35-39; Luc. 12:53).

7 El profeta vuelve de su canción de un obscuro lamento a una brillante confianza con un Pero yo … Al contrario de antes cuando esperaba el juicio (4), ahora él mirará a Jehovah; esperará que Dios lo salve a él y al remanente justo. Basándose completamente en las promesas del pacto con Abraham (20; Gén. 17:7, 19; cf. Deut. 30:1-10), Miqueas confiadamente esperará en el Dios de su salvación, porque Dios lo escuchará.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

7.1ss Este capítulo comienza en penumbra (7.1-6) y termina en esperanza (7.7-20). Miqueas observó cómo se pudría la sociedad que lo rodeaba. Los gobernantes demandaban regalos; los jueces aceptaban sobornos; la corrupción era universal. Sin embargo, Dios prometió sacar a su pueblo de la oscuridad del pecado y llevarlo a su luz. Entonces el pueblo lo alabaría por su fidelidad. Unicamente Dios es perfectamente fiel.7.1-4 Miqueas no pudo encontrar una persona recta en ninguna parte de la tierra. Aún hoy, es difícil encontrar la verdadera rectitud. La sociedad le busca explicaciones racionales al pecado, e incluso en ocasiones los cristianos transigen en cuanto sus principios cristianos para poder hacer lo que quieren. Es fácil convencernos de que merecemos unos cuantos descansos especialmente cuando «todo el mundo» lo hace. Sin embargo, los parámetros de la honestidad provienen de Dios, no de la sociedad. Somos honestos porque Dios es verdad, y tenemos que parecernos a El.7.5, 6 El pecado afectó a los líderes del gobierno y de la sociedad en general. Engañaron e incluso arruinaron la familia que es lo fundamental de la sociedad. Como consecuencia de eso, la única forma de purificar al pueblo era por medio del castigo de Dios. Esto haría que la nación se volviera a El y fuera restaurada desde su interior.7.7-9 Miqueas mostró fe en Dios cuando proclamó que: (1) esperaría en Dios porque El escucha y salva cuando se requiere su ayuda. (2) El lo sacaría adelante cuando los tiempos fueran difíciles. (3) Sería paciente en su castigo debido a que El lo sacaría de la oscuridad. (4) sus enemigos serían castigados. También nosotros podemos tener una relación con Dios que nos permita confiar en Dios como Miqueas. No se requiere un talento especial; simplemente se necesita fe en Dios y la disposición de actuar apoyado en esa fe.7.9 Miqueas se dio cuenta de que si era paciente y obediente en el castigo, Dios perdonaría a su pueblo y mostraría su bondad otra vez (Lam 3:39-41). El castigo no significa rechazo. La nación de Judá era castigada para poder llevar a su pueblo de nuevo a Dios, no para alejarlo de El. Cuando usted se enfrente a pruebas debido a su pecado, no se enoje con Dios ni tenga miedo de que lo haya rechazado. Por el contrario, vuélvase de su pecado y regrese a Dios.7.18 ¡A Dios le gusta ser misericordioso! El no perdona a regañadientes, sino que se alegra cuando nos arrepentimos y ofrece perdón a todos los que regresan a El. Hoy usted puede confesar sus pecados y recibir su perdón amoroso. No sea tan orgulloso y acepte la misericordia de Dios.7.20 En una época cuando la religión hacía muy poca diferencia en la vida de la gente, Miqueas dijo que Dios esperaba que su pueblo fuera justo, recto y misericordioso (6.8). El demanda lo mismo de los cristianos de la actualidad. En un mundo que es injusto, debemos actuar con justicia. En un mundo de grandes quebrantamientos, debemos ser misericordiosos. En un mundo de soberbia y autosuficiencia, debemos caminar humildemente con Dios. Solo cuando vivimos en el camino de Dios nuestras vidas comenzarán a afectar nuestros hogares, nuestra sociedad y nuestro mundo.

Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir

REFERENCIAS CRUZADAS

a 231 Jer 4:31; Jer 45:3

b 232 Isa 17:6; Isa 24:13; Jer 6:9

c 233 Isa 28:4

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

uvas…higo. Este es un símil del remanente justo.

Fuente: La Biblia de las Américas

Este lamento reconoce la justicia del veredicto divino y la sentencia sobre su pueblo (6:13– 16).

Fuente: La Biblia de las Américas

Lit., mi alma desea

Fuente: La Biblia de las Américas

[4] Que punza y de nada sirve.[6] Mat 10, 21-36.[8] Oh tú, soberbia Babilonia.[11] La ley que te impuso el cruel vencedor.[14] En medio de una tierra fértil.[14] Rodeada de naciones idólatras.[16] Por su espanto, al ver que el Señor realiza signos semejantes a los del éxodo.[18] Jer 10, 6; Hech 10, 43.

Fuente: Notas Torres Amat