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Comentario de Mateo 1:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Comentario de Mateo 1:22 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Todo esto aconteció para que se cumpliese lo que habló el Señor por medio del profeta, diciendo:

1:22, 23 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, — Mateo quería convencer a los judíos que Jesús de Nazaret era el Cristo; por eso, citaba muchas profecías que fueron cumplidas por Cristo o con respecto a Cristo: p. ej., 2:15, 17, 23; 3:3; 4:14; 8:17; 12:17; 13:35, 21:4; 27:9; 26:56; esto quiere decir que el plan de Dios se llevó a cabo.

— cuando dijo (7:14) : He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios (no sólo en los cielos sino) con nosotros (28:20; Jua 1:14; Flp 2:7, Flp 2:8; Heb 2:14-18). — Esta fue la primera profecía cumplida por Jesús, la profecía acerca de su nacimiento de una virgen. Mucho se ha escrito para probar que la virgen de Isa 7:14 no era necesariamente una virgen, mucho menos la virgen María, pero Mateo acabó con todas estas teorías. El Espíritu Santo, por medio de Mateo, dijo que esta profecía se cumplió cuando la virgen María concibió del Espíritu Santo. Algunos argumentan que los judíos no vieron el nacimiento virginal del Mesías en Isa 7:14, pero tampoco vieron la muerte del Mesías en Isa 53. El problema de los judíos era la incredulidad; no creían la verdad porque no les convenía creerla. De la misma manera los modernistas menosprecian este gran evento. El Sr. William Barclay, un modernista de la Iglesia de Inglaterra dice en su comentario sobre Mat 1: “El Nacimiento Virginal es una doctrina que nos presenta muchas dificultades; y es una doctrina que nuestra Iglesia no nos compele a aceptar en el sentido literal y físico”. Así son los modernistas (incrédulos).

El nombre propio del Mesías es Jesús. Nunca fue llamado Emanuel como nombre propio; más bien, es un nombre en el sentido de proclamar que era Dios y hombre. Compárese Isa 9:6, “se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.

Cuando David quería edificar una casa para el Señor, el profeta Natán le dio el siguiente mensaje de Dios: «Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino» (2Sa 7:12, 2Sa 7:13), pero mientras que Acaz era rey de Judá, Rezín rey de Siria y Peka rey de Israel, querían destruir la casa de David, y pensaban establecer sobre Judá a uno de su preferencia (Isa 7:6). Sin embargo, las promesas de Dios no fallan. El Señor habló con Acaz, pero se dirigió a la casa de David: «Oíd ahora, casa de David… el Señor mismo os dará señal; He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Isa 7:13, Isa 7:14). Al decir esto Dios confirmó la promesa a David acerca del reino universal del Hijo de David (Jesucristo).

Esta no es una profecía aislada. La tierra de Judá que fue amenazada por Asiria era llamada «tu tierra, oh Emanuel» (Isa 8:8). «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» (Miq 5:2; Mat 2:6). «Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (Isa 9:1, Isa 9:2; Mat 4:15, Mat 4:16).

Isaías se refiere a este maravilloso niño otra vez en 9:6, «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». Se refiere a El otra vez en 11:1-5 (el capítulo entero describe su reinado), y de esta manera a través del libro (véanse especialmente los capítulos 35, 53, 61).

Algunos enseñan que Isa 7:15 describe a Emanuel: «Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada». Se cita este texto con el propósito de probar que como niño Cristo sólo tuvo conocimiento humano y que, por lo tanto, no era omnisciente. Si ellos pudieran probar lo que quieren probar, tendrían que aceptar la conclusión ineludible de tal argumento, es decir, que Cristo no era Dios, pues si aceptamos que Jesús era Dios, entonces al mismo tiempo aceptamos que era omnisciente (porque la omnisciencia es uno de los atributos de la Deidad).

Hay cuestiones acerca de la aplicación de Isa 7:14-16 al tiempo de Acaz que no se han contestado para la satisfacción de todos, pero quienes aplican los versículos 15 y 16 a Cristo confrontan obstáculos insuperables: (1) Mateo cita el v 14 y lo aplica a Cristo, pero él no cita los v 15 y 16; (2) ¿dónde dice el Nuevo Testamento que Jesús comió “mantequilla y miel”? (3) si los v 15, 16 prueban que Jesús no era omnisciente, contradicen el v 14 que afirma que “llamará su nombre Emanuel” que significa Dios con nosotros; (4) el v 16 dice que “antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada”. ¿Qué tendría esto que ver con Jesús de Nazaret? Obviamente esta frase no se refiere al tiempo cuando el Cristo estaría en la tierra, sino al tiempo del mismo Acaz y a la remoción de Israel y Siria de su tierra. Por lo tanto, los que se sienten obligados a usar estos versículos para negar la omnisciencia de Jesucristo comparten la actitud de los testigos del Atalaya que tuercen Jua 1:1 para afirmar que Cristo era “un dios”.

Siendo Emanuel Cristo era omnipotente. Algunos citan Hch 10:38 (“Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”) y otros textos semejantes para probar que al estar aquí en la tierra Cristo no usó atributos divinos. Dicen esto para enfatizar la humanidad de Cristo, pero si el uso de atributos humanos no niega su Deidad, entonces el uso de atributos divinos no niega su humanidad. En realidad los que dicen que Cristo nunca usó ningún atributo divino niegan la Deidad de Cristo, porque si era Dios, era omnipotente, omnisciente, etc. y es en extremo absurdo decir que al enseñar y hacer sus obras maravillosas no usaba atributos divinos.

Los que dicen que creen en la Deidad de Cristo pero que El no usó o no mostró ningún atributo de Dios durante su vida en la tierra no pueden probar que Cristo era Dios, porque Jua 20:30, Jua 20:31 dice, “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”; es decir, la gente podía creer que Cristo era Dios porque El mostraba los atributos de Dios cuando hacía señales.

Dios y hombre. La expresión Dios con nosotros indica que Jesucristo era Dios y hombre, que el Dios invisible se hizo visible en Cristo (Jua 1:18). “Si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (Jua 8:19); “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jua 14:9). Cuando la mujer samaritana vio a Jesús, vio a un judío (“tú… siendo judío”, Jua 4:9), pero aquel judío era Emanuel, Dios con nosotros. Los judíos vieron a un carpintero (“¿No es éste el carpintero?” Mar 6:3), pero aquel Carpintero en particular era Emanuel, Dios con nosotros. Siendo Dios Cristo usaba o mostraba repetidas veces los atributos de Dios:omnipotencia, omnisciencia, perfecta santidad, perfecta justicia, perfecto amor, etc. Era necesario que lo hiciera, porque de otro modo le habría sido imposible revelar al Padre. No hay excusa, pues, para ignorar la gran verdad de que Dios se ha revelado a sí mismo en Cristo Jesús.

Una Persona, Dios y hombre. Cada día, en todo lugar y en toda actividad Cristo era una sola Persona, Dios y hombre. Cuando comió, bebió, durmió y descansó, era una sola Persona, Dios y hombre. Dios no come y bebe, pero Cristo no era solamente Dios, sino Dios y hombre. Cristo perdonaba pecado y era adorado; el hombre no perdona pecados y no es adorado, pero Cristo no era solamente hombre. Al principio de su vida, El no era a veces principalmente hombre y a veces principalmente Dios. No era en cierto día Dios y en otro día hombre. No era en cierto lugar Dios y en otro lugar hombre. No era dos personas. No era medio Dios y medio hombre. Era Emanuel, Dios y hombre, una Persona, todos los días de su vida, en todo lugar, en toda actividad. Continuamente demostraba cualidades humanas y cualidades divinas. Era tentado en todo según nuestra semejanza (Heb 4:15), pero no era tentado como un mero hombre, porque El nunca era un mero hombre, mucho menos un hombre pecaminoso (ni siquiera en sus pensamientos). El no podía ser en ninguna experiencia de su vida menos de lo que era: Dios y hombre. El era Emanuel, tanto Dios como hombre, tanto hombre como Dios. Jesucristo nunca era un mero hombre.

Dios con nosotros quiere decir Dios en la carne. Cuando Cristo vino al mundo, un cuerpo fue preparado para El: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo” (Heb 10:5). “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos” (Heb 2:17). “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col 2:9). Al describir este gran evento, Pablo dijo que Cristo “se despojó a sí mismo” (Flp 2:7), y en la misma frase explica cómo lo hizo:“tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jua 1:14). La palabra carne significa humanidad, como en Mat 24:22 (“ninguna carne se salvaría”, LBLA, margen) y Rom 3:20 (“ningún ser humano será justificado”, “ninguna carne”, LBLA, margen). Cristo era Dios y carne (hombre).

Emanuel no era Ellos sino El. Al hablar de Cristo la Biblia nunca usa el pronombre Ellos, sino El, porque El no era dos personas, sino una; era una personalidad única. Mientras que la encarnación era milagrosa y más allá de nuestra comprensión, algunos hechos pertinentes sí se revelan: Cristo, quien es Espíritu, llegó a ser hombre, y el hombre no era solamente un cuerpo, sino un ser espiritual; “Y creó Dios al hombre a su imagen” (Gén 1:27); Dios es el Padre de nuestros espíritus (Heb 12:9); “linaje suyo somos” (Hch 17:28); el espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecl 12:7). Hay una identidad, pues, y una afinidad estrecha entre el espíritu del hombre y Cristo el Creador. Los términos imagen y semejanza no han de minimizarse.

Heb 12:23 habla de “los espíritus de los justos hechos perfectos”. Jesús dice (Luc 20:35, Luc 20:36) que “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos… son iguales a los ángeles”, quienes son seres poderosos. El punto clave en esto es que aunque no podemos comprender cómo Dios llegó a ser hombre, en vista de todo lo que la Biblia dice acerca del espíritu del hombre, no conviene exagerar la distancia entre Cristo y el hombre. Un cuerpo humano fue preparado para Cristo (Heb 10:5), y El llegó a ser hombre en todo sentido, pero para hacerlo no era necesario que llegara a ser dos personas. El, siendo Espíritu, no necesitaba de otro espíritu. ¿Por qué necesitaría otro espíritu para llegar a ser hombre, puesto que el hombre fue creado a la imagen de Dios, es linaje de Dios, y es, por lo tanto, un espíritu inmortal que vuelve a Dios quien lo dio. El hombre tiene un cuerpo, pero lo tiene por muy poco tiempo; por eso, no conviene pensar del hombre como un cuerpo con un espíritu, sino más bien como un espíritu que por un tiempo breve tiene un cuerpo.

Entonces, ¿qué cualidad o característica del hombre había que Cristo, el Creador del hombre (cuerpo y espíritu), no podía fácilmente poseer o llegar a ser? ¿Era difícil que Cristo fuera hecho carne e identificarse con el hombre? De ninguna manera. ¿Era difícil que Cristo llevara a cabo algún papel humano? Cristo llegó a ser lo que el hombre es, y lo hizo sin ser dos espíritus (dos personas). Para hacerlo tuvo que humillarse (Flp 2:6-7), pero no le era difícil hacer el papel de hombre. ¿Hubiera sido difícil que Cristo llegara a ser un ángel para llevar a cabo el papel de los ángeles? Claro que no, porque El es el Creador de los ángeles también. ¿Puede el mayor llevar a cabo el papel del menor? El hombre no puede llegar a ser Dios, pero Dios sí puede llegar a ser hombre.

Emanuel era adorado. Los magos vinieron del oriente a Jerusalén “a adorarle” (Mat 2:1, Mat 2:2, Mat 2:11). Algunos no creen que Jesús como niño era Dios omnipotente o Dios omnisciente, pero siendo Emanuel (Dios con nosotros) El era lo que Dios es. Además, si el niño Jesús no era verdadero Dios, entonces los magos eran idólatras.

Emanuel a los doce años de edad. “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas” (Luc 2:46, Luc 2:47). Obsérvese que los doctores de la ley se maravillaban no sólo de sus preguntas sino también de sus respuestas. Un joven judío podía aprender mucho acerca de las Escrituras siendo enseñado por sus padres, por los maestros en la sinagoga y por su estudio personal, pero de ninguna manera podía un joven de doce años sostener un diálogo con los doctores de la ley (tales como Gabriel) y dejarlos maravillados de sus respuestas. Recuérdese que no sólo preguntaba, sino que también contestaba. Este evento no fue registrado simplemente para impresionarnos con la inteligencia de Cristo, sino para demostrar su omnisciencia y que, por lo tanto, como joven de doce años de edad Jesús era Emanuel, Dios con nosotros. Algunos citan Luc 2:52 (“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”) para probar que como niño y joven Jesús tenía solamente conocimiento humano, pero este versículo da un resumen de los treinta años antes de empezar su ministerio; obsérvese que el siguiente versículo introduce el ministerio de Juan. La expresión “crecía en sabiduría” no niega su omnisciencia, sino que se refiere a la manifestación de su sabiduría divina, como fue ejemplificada en los versículos anteriores. Había un desarrollo ordenado del plan divino, pues Jesús no dio respuestas que causaran asombro entre los doctores de la ley cuando El tuvo apenas doce meses de edad, sino cuando tuvo doce años de edad.

Emanuel perdonaba pecados. “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Mar 2:5-7). Al decir que sólo Dios puede perdonar pecados, los judíos tenían razón. Si Cristo no hubiera sido Dios, sus palabras habrían sido blasfemia. Ningún hombre en su juicio cabal

— ciertamente ningún verdadero profeta o apóstol — se atrevería a decir tales palabras. Algunos citan Jua 20:22, Jua 20:23 para probar que los apóstoles tenían la misma autoridad que Jesús tenía para perdonar pecados. Este texto (Jua 20:22, Jua 20:23) se cumplió cuando los apóstoles inspirados anunciaron el plan de salvación comenzando el día de Pentecostés. Nunca dijeron a nadie que “tus pecados te son perdonados” – sólo Cristo hablaba así.

Los escribas y fariseos leían las Escrituras cada día de reposo en la sinagoga, pero a causa de su ceguera no habían aprendido el significado de esta profecía de Isaías (7:14), como tampoco la profecía acerca de la muerte del Mesías (Isa 53).

«Llamarás su nombre Emanuel» pero no por eso habían de llamar a María «la madre de Dios». María fue la madre de Jesús, pero Cristo (Dios el Hijo, el Verbo) es eterno.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

se cumpliese lo que fue dicho. Mat 2:15, Mat 2:23; Mat 5:17; Mat 8:17; Mat 12:17; Mat 13:35, Mat 13:21; 1Re 8:15, 1Re 8:24; Esd 1:1; Luc 21:22; Luc 24:44; Jua 10:35; Jua 12:38-40; Jua 15:25; Jua 17:12; Jua 18:9, Jua 19:36, Jua 19:37; Hch 3:18; Hch 13:27-29; Apo 17:17.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

para que se cumpliese. Mateo cita el cumplimiento de las profecías del AT en no menos de doce veces (cp. Mat 2:15; Mat 2:17; Mat 2:23; Mat 4:14; Mat 8:17; Mat 12:17; Mat 13:14; Mat 13:35; Mat 21:4; Mat 26:54-56; Mat 27:9; Mat 27:35). Mateo toma citas del AT en más de sesenta ocasiones, mucho más frecuente que cualquier otro escritor del NT excepto Pablo en Romanos.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

1:22, 23 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, — Mateo quería convencer a los judíos que Jesús de Nazaret era el Cristo; por eso, citaba muchas profecías que fueron cumplidas por Cristo o con respecto a Cristo: p. ej., 2:15, 17, 23; 3:3; 4:14; 8:17; 12:17; 13:35, 21:4; 27:9; 26:56; esto quiere decir que el plan de Dios se llevó a cabo.
— cuando dijo (7:14) : He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios (no sólo en los cielos sino) con nosotros (28:20; Jua 1:14; Flp 2:7, Flp 2:8; Heb 2:14-18). — Esta fue la primera profecía cumplida por Jesús, la profecía acerca de su nacimiento de una virgen. Mucho se ha escrito para probar que la virgen de Isa 7:14 no era necesariamente una virgen, mucho menos la virgen María, pero Mateo acabó con todas estas teorías. El Espíritu Santo, por medio de Mateo, dijo que esta profecía se cumplió cuando la virgen María concibió del Espíritu Santo. Algunos argumentan que los judíos no vieron el nacimiento virginal del Mesías en Isa 7:14, pero tampoco vieron la muerte del Mesías en Isa 53. El problema de los judíos era la incredulidad; no creían la verdad porque no les convenía creerla. De la misma manera los modernistas menosprecian este gran evento. El Sr. William Barclay, un modernista de la Iglesia de Inglaterra dice en su comentario sobre Mat 1: “El Nacimiento Virginal es una doctrina que nos presenta muchas dificultades; y es una doctrina que nuestra Iglesia no nos compele a aceptar en el sentido literal y físico”. Así son los modernistas (incrédulos).
El nombre propio del Mesías es Jesús. Nunca fue llamado Emanuel como nombre propio; más bien, es un nombre en el sentido de proclamar que era Dios y hombre. Compárese Isa 9:6, “se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”.
Cuando David quería edificar una casa para el Señor, el profeta Natán le dio el siguiente mensaje de Dios: «Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino. El edificará casa a mi nombre, y yo afirmaré para siempre el trono de su reino» (2Sa 7:12, 2Sa 7:13), pero mientras que Acaz era rey de Judá, Rezín rey de Siria y Peka rey de Israel, querían destruir la casa de David, y pensaban establecer sobre Judá a uno de su preferencia (Isa 7:6). Sin embargo, las promesas de Dios no fallan. El Señor habló con Acaz, pero se dirigió a la casa de David: «Oíd ahora, casa de David… el Señor mismo os dará señal; He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel» (Isa 7:13, Isa 7:14). Al decir esto Dios confirmó la promesa a David acerca del reino universal del Hijo de David (Jesucristo).
Esta no es una profecía aislada. La tierra de Judá que fue amenazada por Asiria era llamada «tu tierra, oh Emanuel» (Isa 8:8). «Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» (Miq 5:2; Mat 2:6). «Mas no habrá siempre oscuridad para la que está ahora en angustia, tal como la aflicción que le vino en el tiempo que livianamente tocaron la primera vez a la tierra de Zabulón y a la tierra de Neftalí; pues al fin llenará de gloria el camino del mar, de aquel lado del Jordán, en Galilea de los gentiles. El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos» (Isa 9:1, Isa 9:2; Mat 4:15, Mat 4:16).
Isaías se refiere a este maravilloso niño otra vez en 9:6, «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz». Se refiere a El otra vez en 11:1-5 (el capítulo entero describe su reinado), y de esta manera a través del libro (véanse especialmente los capítulos 35, 53, 61).
Algunos enseñan que Isa 7:15 describe a Emanuel: «Porque antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada». Se cita este texto con el propósito de probar que como niño Cristo sólo tuvo conocimiento humano y que, por lo tanto, no era omnisciente. Si ellos pudieran probar lo que quieren probar, tendrían que aceptar la conclusión ineludible de tal argumento, es decir, que Cristo no era Dios, pues si aceptamos que Jesús era Dios, entonces al mismo tiempo aceptamos que era omnisciente (porque la omnisciencia es uno de los atributos de la Deidad).
Hay cuestiones acerca de la aplicación de Isa 7:14-16 al tiempo de Acaz que no se han contestado para la satisfacción de todos, pero quienes aplican los versículos 15 y 16 a Cristo confrontan obstáculos insuperables: (1) Mateo cita el v 14 y lo aplica a Cristo, pero él no cita los v 15 y 16; (2) ¿dónde dice el Nuevo Testamento que Jesús comió “mantequilla y miel”? (3) si los v 15, 16 prueban que Jesús no era omnisciente, contradicen el v 14 que afirma que “llamará su nombre Emanuel” que significa Dios con nosotros; (4) el v 16 dice que “antes que el niño sepa desechar lo malo y escoger lo bueno, la tierra de los dos reyes que tú temes será abandonada”. ¿Qué tendría esto que ver con Jesús de Nazaret? Obviamente esta frase no se refiere al tiempo cuando el Cristo estaría en la tierra, sino al tiempo del mismo Acaz y a la remoción de Israel y Siria de su tierra. Por lo tanto, los que se sienten obligados a usar estos versículos para negar la omnisciencia de Jesucristo comparten la actitud de los testigos del Atalaya que tuercen Jua 1:1 para afirmar que Cristo era “un dios”.
Siendo Emanuel Cristo era omnipotente. Algunos citan Hch 10:38 (“Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret”) y otros textos semejantes para probar que al estar aquí en la tierra Cristo no usó atributos divinos. Dicen esto para enfatizar la humanidad de Cristo, pero si el uso de atributos humanos no niega su Deidad, entonces el uso de atributos divinos no niega su humanidad. En realidad los que dicen que Cristo nunca usó ningún atributo divino niegan la Deidad de Cristo, porque si era Dios, era omnipotente, omnisciente, etc. y es en extremo absurdo decir que al enseñar y hacer sus obras maravillosas no usaba atributos divinos.
Los que dicen que creen en la Deidad de Cristo pero que El no usó o no mostró ningún atributo de Dios durante su vida en la tierra no pueden probar que Cristo era Dios, porque Jua 20:30, Jua 20:31 dice, “Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. 31 Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre”; es decir, la gente podía creer que Cristo era Dios porque El mostraba los atributos de Dios cuando hacía señales.
Dios y hombre. La expresión Dios con nosotros indica que Jesucristo era Dios y hombre, que el Dios invisible se hizo visible en Cristo (Jua 1:18). “Si a mí me conocieseis, también a mi Padre conoceríais” (Jua 8:19); “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jua 14:9). Cuando la mujer samaritana vio a Jesús, vio a un judío (“tú… siendo judío”, Jua 4:9), pero aquel judío era Emanuel, Dios con nosotros. Los judíos vieron a un carpintero (“¿No es éste el carpintero?” Mar 6:3), pero aquel Carpintero en particular era Emanuel, Dios con nosotros. Siendo Dios Cristo usaba o mostraba repetidas veces los atributos de Dios:omnipotencia, omnisciencia, perfecta santidad, perfecta justicia, perfecto amor, etc. Era necesario que lo hiciera, porque de otro modo le habría sido imposible revelar al Padre. No hay excusa, pues, para ignorar la gran verdad de que Dios se ha revelado a sí mismo en Cristo Jesús.
Una Persona, Dios y hombre. Cada día, en todo lugar y en toda actividad Cristo era una sola Persona, Dios y hombre. Cuando comió, bebió, durmió y descansó, era una sola Persona, Dios y hombre. Dios no come y bebe, pero Cristo no era solamente Dios, sino Dios y hombre. Cristo perdonaba pecado y era adorado; el hombre no perdona pecados y no es adorado, pero Cristo no era solamente hombre. Al principio de su vida, El no era a veces principalmente hombre y a veces principalmente Dios. No era en cierto día Dios y en otro día hombre. No era en cierto lugar Dios y en otro lugar hombre. No era dos personas. No era medio Dios y medio hombre. Era Emanuel, Dios y hombre, una Persona, todos los días de su vida, en todo lugar, en toda actividad. Continuamente demostraba cualidades humanas y cualidades divinas. Era tentado en todo según nuestra semejanza (Heb 4:15), pero no era tentado como un mero hombre, porque El nunca era un mero hombre, mucho menos un hombre pecaminoso (ni siquiera en sus pensamientos). El no podía ser en ninguna experiencia de su vida menos de lo que era: Dios y hombre. El era Emanuel, tanto Dios como hombre, tanto hombre como Dios. Jesucristo nunca era un mero hombre.
Dios con nosotros quiere decir Dios en la carne. Cuando Cristo vino al mundo, un cuerpo fue preparado para El: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo” (Heb 10:5). “Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos” (Heb 2:17). “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad” (Col 2:9). Al describir este gran evento, Pablo dijo que Cristo “se despojó a sí mismo” (Flp 2:7), y en la misma frase explica cómo lo hizo:“tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres”. “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Jua 1:14). La palabra carne significa humanidad, como en Mat 24:22 (“ninguna carne se salvaría”, LBLA, margen) y Rom 3:20 (“ningún ser humano será justificado”, “ninguna carne”, LBLA, margen). Cristo era Dios y carne (hombre).
Emanuel no era Ellos sino El. Al hablar de Cristo la Biblia nunca usa el pronombre Ellos, sino El, porque El no era dos personas, sino una; era una personalidad única. Mientras que la encarnación era milagrosa y más allá de nuestra comprensión, algunos hechos pertinentes sí se revelan: Cristo, quien es Espíritu, llegó a ser hombre, y el hombre no era solamente un cuerpo, sino un ser espiritual; “Y creó Dios al hombre a su imagen” (Gén 1:27); Dios es el Padre de nuestros espíritus (Heb 12:9); “linaje suyo somos” (Hch 17:28); el espíritu vuelve a Dios quien lo dio (Ecl 12:7). Hay una identidad, pues, y una afinidad estrecha entre el espíritu del hombre y Cristo el Creador. Los términos imagen y semejanza no han de minimizarse.
Heb 12:23 habla de “los espíritus de los justos hechos perfectos”. Jesús dice (Luc 20:35, Luc 20:36) que “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos… son iguales a los ángeles”, quienes son seres poderosos. El punto clave en esto es que aunque no podemos comprender cómo Dios llegó a ser hombre, en vista de todo lo que la Biblia dice acerca del espíritu del hombre, no conviene exagerar la distancia entre Cristo y el hombre. Un cuerpo humano fue preparado para Cristo (Heb 10:5), y El llegó a ser hombre en todo sentido, pero para hacerlo no era necesario que llegara a ser dos personas. El, siendo Espíritu, no necesitaba de otro espíritu. ¿Por qué necesitaría otro espíritu para llegar a ser hombre, puesto que el hombre fue creado a la imagen de Dios, es linaje de Dios, y es, por lo tanto, un espíritu inmortal que vuelve a Dios quien lo dio. El hombre tiene un cuerpo, pero lo tiene por muy poco tiempo; por eso, no conviene pensar del hombre como un cuerpo con un espíritu, sino más bien como un espíritu que por un tiempo breve tiene un cuerpo.
Entonces, ¿qué cualidad o característica del hombre había que Cristo, el Creador del hombre (cuerpo y espíritu), no podía fácilmente poseer o llegar a ser? ¿Era difícil que Cristo fuera hecho carne e identificarse con el hombre? De ninguna manera. ¿Era difícil que Cristo llevara a cabo algún papel humano? Cristo llegó a ser lo que el hombre es, y lo hizo sin ser dos espíritus (dos personas). Para hacerlo tuvo que humillarse (Flp 2:6-7), pero no le era difícil hacer el papel de hombre. ¿Hubiera sido difícil que Cristo llegara a ser un ángel para llevar a cabo el papel de los ángeles? Claro que no, porque El es el Creador de los ángeles también. ¿Puede el mayor llevar a cabo el papel del menor? El hombre no puede llegar a ser Dios, pero Dios sí puede llegar a ser hombre.
Emanuel era adorado. Los magos vinieron del oriente a Jerusalén “a adorarle” (Mat 2:1, Mat 2:2, Mat 2:11). Algunos no creen que Jesús como niño era Dios omnipotente o Dios omnisciente, pero siendo Emanuel (Dios con nosotros) El era lo que Dios es. Además, si el niño Jesús no era verdadero Dios, entonces los magos eran idólatras.
Emanuel a los doce años de edad. “Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas” (Luc 2:46, Luc 2:47). Obsérvese que los doctores de la ley se maravillaban no sólo de sus preguntas sino también de sus respuestas. Un joven judío podía aprender mucho acerca de las Escrituras siendo enseñado por sus padres, por los maestros en la sinagoga y por su estudio personal, pero de ninguna manera podía un joven de doce años sostener un diálogo con los doctores de la ley (tales como Gabriel) y dejarlos maravillados de sus respuestas. Recuérdese que no sólo preguntaba, sino que también contestaba. Este evento no fue registrado simplemente para impresionarnos con la inteligencia de Cristo, sino para demostrar su omnisciencia y que, por lo tanto, como joven de doce años de edad Jesús era Emanuel, Dios con nosotros. Algunos citan Luc 2:52 (“Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”) para probar que como niño y joven Jesús tenía solamente conocimiento humano, pero este versículo da un resumen de los treinta años antes de empezar su ministerio; obsérvese que el siguiente versículo introduce el ministerio de Juan. La expresión “crecía en sabiduría” no niega su omnisciencia, sino que se refiere a la manifestación de su sabiduría divina, como fue ejemplificada en los versículos anteriores. Había un desarrollo ordenado del plan divino, pues Jesús no dio respuestas que causaran asombro entre los doctores de la ley cuando El tuvo apenas doce meses de edad, sino cuando tuvo doce años de edad.
Emanuel perdonaba pecados. “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios?” (Mar 2:5-7). Al decir que sólo Dios puede perdonar pecados, los judíos tenían razón. Si Cristo no hubiera sido Dios, sus palabras habrían sido blasfemia. Ningún hombre en su juicio cabal — ciertamente ningún verdadero profeta o apóstol — se atrevería a decir tales palabras. Algunos citan Jua 20:22, Jua 20:23 para probar que los apóstoles tenían la misma autoridad que Jesús tenía para perdonar pecados. Este texto (Jua 20:22, Jua 20:23) se cumplió cuando los apóstoles inspirados anunciaron el plan de salvación comenzando el día de Pentecostés. Nunca dijeron a nadie que “tus pecados te son perdonados” – sólo Cristo hablaba así.
Los escribas y fariseos leían las Escrituras cada día de reposo en la sinagoga, pero a causa de su ceguera no habían aprendido el significado de esta profecía de Isaías (7:14), como tampoco la profecía acerca de la muerte del Mesías (Isa 53).
«Llamarás su nombre Emanuel» pero no por eso habían de llamar a María «la madre de Dios». María fue la madre de Jesús, pero Cristo (Dios el Hijo, el Verbo) es eterno.

Fuente: Notas Reeves-Partain

— sucedió en cumplimiento: Esta es la primera de las cinco citas del AT que encontramos en los dos capítulos iniciales de Mt y que suelen conocerse como “citas de cumplimiento” o “citas de reflexión”. Las otras cuatro son Mat 2:6; Mat 2:14; Mat 2:18; Mat 2:23. Son características de este evangelio y, frente a los judíos que negaban la mesianidad de Jesús, Mt pretende subrayar que realmente se han cumplido en él las promesas divinas contenidas en el AT. Otros pasajes con esta misma idea serían: Mat 4:14-16; Mat 12:17-21; Mat 13:14-58; Mat 14:1-36; Mat 15:1-35; Mat 21:4-5; Mat 27:9; (ver Mat 26:56); Luc 4:21; Luc 21:22; Luc 22:37; Luc 24:44; Jua 12:38-39; Jua 19:28; Jua 19:36-37.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

NOTAS

(1) Véase Ap. 1D.

REFERENCIAS CRUZADAS

r 45 Isa 55:11

s 46 Stg 5:10; 2Pe 1:21

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

profeta. Los profetas fueron inspirados por Dios para llevar su mensaje al pueblo. Sus mensajes usualmente incluían el predecir sucesos futuros, cuyo cumplimiento demostraba que ellos eran verdaderos profetas de Dios.

Fuente: La Biblia de las Américas

Esta es la primera profecía del A.T. que se cumple en Mateo. Mateo cita aquí a Isaías 7:14. También cita a otros profetas para comprobar que Jesús es el Mesías prometido. El verbo cumplir (vers. 22) es usado unas 14 veces en Mateo y siempre es usado para una predicción del A.T. (v. coment. en 5:17).

Fuente: La Biblia de las Américas

22 (1) Una persona comúnmente considerada un vaticinador. Pero en las Escrituras es uno que habla por Dios, que proclama a Dios y que predice.

22 (a) Mat_2:15 , Mat_2:17 , Mat_2:23 ; Mat_8:17 ; Mat_12:17 ; Mat_13:35 ; Mat_21:4 ; Mat_26:54 , Mat_26:56 ; Mat_27:9

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

R534 Ὑπό se usa para referirse al agente directo y διά para referirse al agente intermedio: lo que el Señor ha hablado por medio del profeta.

R1428 El participio λέγοντος sencillamente significa: cuando dice.

B222 El escritor del primer Evangelio nunca usa ἵνα para expresar resultado real o imaginado; y el hecho de que él empleó ὃπως (que nunca es consecutivo) de manera intercambiable con ἵνα (la cláusula que indica propósito divino -R998) indica, de un modo especialmente claro, que por medio de esta frase intenta por lo menos expresar propósito.

M15 En la frase τοῦτο … πληρωθῇ, el tiempo perfecto denota que el evento está registrado en la tradición cristiana permanente. Este tipo de interpretación consideró la narrativa del A.T. como contemporánea.

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

O, ha sucedido

Fuente: La Biblia de las Américas