“No acumuléis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y el óxido corrompen, y donde los ladrones se meten y roban.
Mat 6:19-21, TESOROS EN EL CIELO Introducción.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
Job 31:24; Sal 39:6; Sal 62:10; Pro 11:4; Pro 16:16; Pro 23:5; Ecl 2:26; Ecl 5:10-14; Sof 1:18; Luc 12:21; Luc 18:24; 1Ti 6:8-10, 1Ti 6:17; Heb 13:5; Stg 5:1-3; 1Jn 2:15, 1Jn 2:16.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Nos os hagáis tesoros…sino haceos tesoros puede parafrasearse como «no den prioridad a esto; den prioridad a aquello». Este pasaje no significa que es pecaminoso tener bienes como: seguros, planes de jubilación o cuentas de ahorro. Después de todo, los padres deben ahorrar para sus hijos (Pro 13:22; 2Co 12:14).
haceos tesoros deja en claro que el deseo de recompensa en el Reino no es pecaminoso. El contraste está entre el ahora y el después. No podemos tenerlo aquí y allá. No podemos llevarlo con nosotros, pero podemos invertir ahora para el futuro.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
Mat 6:19-21, TESOROS EN EL CIELO
Introducción.
A. Este texto (Mat 6:19-21) nos enseña a poner nuestra confianza en Dios, y no en cosas terrenales (materiales).
B. El «corazón» del asunto es el corazón (así como en todo el Sermón del Monte). Si tenemos «limpio corazón», buscaremos tesoros celestiales.
I. Los tesoros en la tierra no son duraderos.
A. La polilla destruye la ropa. Entre las riquezas materiales mencionadas en la Biblia, frecuentemente se menciona la ropa. Jos 7:21, «un manto babilónico muy bueno, y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro». 2Re 5:22, «un talento de plata, y dos vestidos nuevos». Stg 5:2, «Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla». (1). Isa 51:8, «Porque como a vestidura los comerá polilla, como a lana los comerá gusano; pero mi justicia permanecerá perpetuamente, y mi salvación por siglos de siglos». Sal 102:26, la tierra y los cielos «perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidurase envejecerán». (2). Una gran parte del tesoro terrenal de mucha gente (aun de hermanos en Cristo) es la ropa. Es increíble que hermanos gasten tanto dinero en ropa y en otras cosas para adornar el cuerpo (joyería, cosméticos, perfumes). 1Pe 3:3-4. Cuestan mucho dinero los zapatos para damas, como también para caballeros (especialmente las botas), pero aunque los precios sean exagerados, muchos hermanos con gusto siguen comprándolos. No están contentos si no tienen un buen surtido de zapatos. (3). El problema ahora no es tanto la polilla, ni tampoco de que se envejezcan, sino el fastidio. La ropa, la joyería, los zapatos, etc. pierden su atracción después de usarse unas cuantas veces, y hay que comprar más. Los israelitas tenían que llevar su ropa durante cuarenta años (Deu 8:4), pero hay hermanos (¡y mayormente hermanas!) que no quieren llevar la misma ropa ni cuarenta días sin aburrirse de ella (no sé lo que habrían hecho si hubieran vivido en el desierto por cuarenta años). Es verdad que muchos regalan ropa a otros, pero no por ser benévolos, sino para tener excusa para comprar estilos nuevos. ¡Donde esté la moda, allí estará el corazón!
B. El orín (la herrumbre) corrompe (destruye). Todos los productos metálicos (automóviles, aparatos eléctricos, maquinaría) con el tiempo se quiebran, se acaban o quedan enmohecidos, oxidados, arruinados.
C. Los ladrones literalmente «minaban» las casas de adobe para robar. Ahora se usan cadenas, chapas, candados, y toda clase de seguros. Muchas personas instalan en sus automóviles sistemas de seguridad que suenan alarmas de varias clases, y los ladrones se divierten robando tales sistemas de los automóviles para venderlos (junto con el auto, o por separado) a otros. Es bueno cerrar con llave el carro y está bien «asegurar» con rejas las puertas y ventanas del negocio y de la casa, pero ¿quién cree que tales cosas en verdad «aseguran» nuestros tesoros terrenales?
D. Ratas, ratones, y termitas. Se puede agregar a lo que Jesús dice una lista larga de otros «destructores»: los diluvios, incendios, y tormentas destruyen propiedades que valen millones (o billones) de dólares. Las ratas y ratones destruyen el grano. Las termitas (comejenes, hormiga blanca) son cien veces más destructivas que los incendios y tormentas, pues en poco tiempo destruyen casas de madera casi nuevas. Parece que para este insecto toda especie de madera es sabrosísima y la come con un apetito insaciable.
E. Las quiebras. Otra cosa que Jesús no menciona es la falta de seguridad en los bancos y otras casas financieras. Muchísimas instituciones de esta clase han caído en bancarrota. ¡Cuántas personas pierden los ahorros en esta manera! Y desde luego muchas empresas quiebran, y la consecuencia es desastrosa para los ricos (pierden su inversión) y para los pobres (pierden su empleo). Una causa mayor de las quiebras son el fraude y la corrupción.
F. Hay muchas otras cosas destructivas. Con las cosas mencionadas aquí no se termina la lista de fuerzas destructivas. La conclusión de todo esto es que los tesoros de la tierra no duran, son muy pasajeros. ¿Qué tan inteligente es, pues, dedicar la vida a acumular cosas de tan poca duración? Además, aunque se guardaran muchas posesiones por cien años o más, «¿qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?» (16:26).
G. ¿Y al morir qué pasa? «Tendré que dejar a otro» todo aquello que haya hecho o acumulado. El hombre trabaja con sabiduría, y con ciencia y con rectitud para «dar su hacienda a hombre que nunca trabajó en ello… ¿Qué tiene el hombre de todo su trabajo, y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?» (Ecl 2:17-22). El hombre trabaja como esclavo, se vuelve casi loco con afán, y ¿para qué? Para dejar todo a otro que no trabajó nada por ello. (Por ejemplo, el rico acumula una fortuna, y cuando muere, su viuda se casa con otro que solamente tiene que entrar en la casa, colgar su sombrero y disfrutar del trabajo de otro). Así es la locura (la vanidad) de acumular bienes aquí en la tierra.
II. ¿Cómo afecta el corazón el acumular tesoros?
A. Dios quiere el corazón. El primer mandamiento es «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón» (Mat 22:37). El corazón incluye el intelecto, la voluntad, las emociones y la conciencia. Requiere mucho tiempo, trabajo, y atención personal para acumular tesoros en la tierra. Por eso es muy peligroso hacerlo, porque esto significa que el corazón, que debe pertenecer a Dios, pertenece más bien a lo terrenal. Podemos saber si estamos trabajando para fines terrenales o para fines celestiales, porque es cuestión de simplemente observar cómo se usa el tiempo, de qué se habla (Mat 12:34), cómo se usan los recursos (para servir a Dios, Pro 3:9, o para acumular más bienes, Luc 12:18), etc. ¿Qué nos anima, las cosas de Dios o los negocios (para acumular más bienes materiales)? ¡Cuántos hermanos se ven aburridos en los cultos, pero al hablar de su trabajo y sus negocios están muy animados! (Dios se fija en esto). ¿Dónde está el corazón? No es difícil saber.
B 1Ti 6:6-10; 1Ti 6:17-18 es un comentario claro sobre este tema. Debemos leerlo con frecuencia, y con mucha meditación. La piedad con contentamiento es gran ganancia. El corazón contento es corazón agradecido. No hay ganancia material que se pueda comparar con el contentamiento. Véanse Flp 4:11-12; Heb 13:5-6. Los soldados preguntaron a Juan, «Y nosotros, ¿qué haremos?… contentaos con vuestro salario» (Luc 3:14). ¡Cuántos hombres buscan pero no hallan el contentamiento! ¿Qué posesiones trajimos al mundo cuando nacimos? ¿Qué posesiones llevaremos al partir de este mundo? Esto indica la gran vanidad de vivir en este mundo con el propósito de acumular bienes materiales. «Así que, teniendo sustento (qué comer) y abrigo (con qué cubrirnos), estemos contentos con esto». ¿Cuántos hermanos están verdaderamente contentos con solamente las cosas básicas de la vida? ¿Por qué debemos estar contentos con esto? «Porque los que quieren enriquecerse (acumular bienes materiales) caen en tentación y lazo, y en muchas codicias (deseos) necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición». ¿Por qué hay tantos hermanos que no escuchan esta advertencia? Porque creen que «a mí no puede suceder tal cosa, porque tengo cuidado y evito tales problemas. Otros sí caen, yo no. Soy muy inteligente, muy capacitado para siempre superar dificultades». ¡Así pensaba Sansón! Obsérvese con cuidado que Pablo no habla solamente de los ricos, sino de todos los que quieren enriquecerse. El hombre más pobre puede ser muy avaro, y por eso idólatra (Col 3:5).
C. «Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores». No se puede nombrar un solo pecado que no se haya cometido por el amor al dinero. El amor al dinero ha motivado a los hombres (y mujeres) a cometer todo pecado que haya en el mundo. ¡Este pensamiento es alarmante! Nos debe despertar y hacernos conscientes del peligro de querer acumular bienes materiales.
D. ¿Cuál es el remedio? No poner «la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos». Dijo Job, «Si puse en el oro mi esperanza, y dije al oro: Mi confianza eres tú; si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, y de que mi mano hallase mucho… habría negado al Dios soberano» (Job 31:24-28). Sal 52:7, «He aquí el hombre que no puso a Dios por su fortaleza, sino que confió en la multitud de sus riquezas, y se mantuvo en su maldad». Sal 62:10, «Si se aumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas». Mar 10:24, cuando el joven rico se fue triste «porque tenía muchas riquezas», Jesús dijo: «¡Cuán difícil les es entrar en el reino de Dios a los que confían en las riquezas!»
E. El corazón está ligado al tesoro, y no puede estar en dos lugares. Si los tesoros están en la tierra, el corazón estará aquí; si los tesoros están en el cielo, el corazón estará allí.
III. «Sino haceos (acumulaos) tesoros en el cielo».
A. Debemos ser generosos, dadivosos, Luc 6:30; Luc 6:34-35; Luc 6:38. Recordemos siempre que Dios dice, «Mía es la plata, y mío es el oro» (Hag 2:8). Debemos siempre servir a Dios con «nuestros» bienes materiales, porque en realidad son de El (Pro 3:9; 1Cr 29:14). ¡Somos solamente mayordomos! Si tenemos las escrituras de alguna propiedad (casa, empresa, etc.) recordemos que un día muy pronto tales escrituras están en manos de alguien más; la propiedad tendrá otro «dueño».
B 1Ti 6:17-18, «Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna».
C. Hch 2:44-45; Hch 4:32-37, estos hermanos acumulaban tesoros en el cielo.
D 1Co 16:1-2, cada primer día de la semana tenemos la oportunidad de acumular tesoros en el cielo.
E. Mat 25:35-40; Gál 2:10; Gál 6:10; Stg 1:27. Acumulamos tesoros en el cielo si ayudamos a los pobres, a los hambrientos, a los sedientos, a los encarcelados, a los huérfanos y a las viudas, etc.
F. Flp 4:14-18, los que ayudan económicamente a los evangelistas acumulan tesoros en el cielo. Es fruto que abunda en » vuestra cuenta», en el cielo, en el banco celestial. Dios nos permite depositar dinero en su banco. (Muchos hermanos no creen en imitar a los filipenses en ayudar a los evangelistas y esta deficiencia impide la obra del evangelismo).
G 2Co 8:2-5, los macedonios acumulaban tesoros en el cielo, aun más allá de sus fuerzas, porque primeramente a sí mismos se dieron al Señor.
IV. Los tesoros guardados en el cielo no se destruyen.
A. Ni la polilla ni el orín corrompen, y ladrones no minan ni hurtan.
B 1Pe 1:4, «una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros».
C. Heb 11:26, Moisés tenía «por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón». Sabía que las riquezas de Egipto no duraban.
D. Por lo tanto, seamos ricos «para con Dios» (Luc 12:21) en lugar de hacer tesoro para nosotros mismos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL VERDADERO TESORO
Mateo 6:19-21
No os almacenéis tesoros en la Tierra, donde la polilla y la roña los destruyen y los ladrones hacen un butrón y se los llevan. Poned vuestros tesoros en el Cielo, donde ni la polilla ni la roña pueden destruirlos,
y donde no hay ladrones que hagan el butrón y os los roben. Porque donde pongáis vuestro tesoro, allí tendréis también el corazón.
La manera más corriente y normal de organizar la vida consiste sencillamente en dar prioridad a las cosas que duran. Sea que nos estemos comprando ropa, o un coche, o una alfombra, o muebles, es de sentido común mirar más allá de las apariencias y comprar cosas que se han hecho con solidez y buena técnica para durar. Eso es exactamente lo que Jesús nos está diciendo aquí. Nos dice que nos concentremos en las cosas que duran.
Jesús se refiere a tres cosas de las que dependía la riqueza en Palestina.
(i) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que la polilla puede destruir.
En Oriente, una parte importante de la riqueza de una persona consistía en ropa fina y elaborada. Cuando Guiezi, el criado de Eliseo, quería sacarle algo de provecho al general sirio Naamán, que se había curado de la lepra siguiendo las instrucciones de Eliseo, le pidió un talento de plata y dos vestidos de gala nuevos (1R 5:22 ). Una de las cosas que tentaron a Acán para que pecara fue un manto hermosísimo de Sinar (Jos 7:21 ).
Pero tales cosas eran indignas de que se hiciera consistir en ellas el tesoro de una persona, porque las polillas las podían destruir, y su valor y belleza desaparecerían totalmente. No eran posesiones duraderas.
(ii) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que la roña puede destruir.
La palabra que traducimos por roña es brósis. Quiere decir literalmente algo que devora, pero no se usa en ningún otro texto con el sentido de roña. Lo más probable es que represente algo así: en Oriente, mucho de la riqueza de una persona consistía en cereales almacenados en grandes silos. Pero a ese grano podían atacarlo gusanos y ratones y ratas dejando el depósito contaminado y destruido. Lo más probable es que esta frase se refiera a estos y otros parásitos que se podían introducir en un granero y destruir o comer el contenido. No eran posesiones duraderas.
(iii) Les dice a Sus seguidores que no consideren su tesoro cosas que los ladrones hacen un butrón y se las llevan.
La palabra que se usa para hacer el butrón -R-V 95 entrar, antes minar- es doiryssein. En Palestina, las paredes de muchas casas estaban hechas de adobes, y se podían perforar fácilmente; aunque las de los ricos, que es de las que se habla aquí, eran más sólidas, y requerirían más industria en los ladrones. Aquí se hace referencia al que ha almacenado en su casa cosas de valor, y descubre al volver un día que los ladrones han hecho un butrón y se han llevado su tesoro. No eran posesiones duraderas si estaban a merced de la intervención de cualquier ladrón emprendedor.
Así es que Jesús nos advierte de la fragilidad de tres clases de placeres y posesiones.
(i) Nos advierte de la brevedad de los placeres que se desgastan y quedan tan inservibles como la ropa vieja. Los trajes y vestidos más lujosos, con o sin polillas, acaban por desintegrarse. Todos los placeres puramente físicos tienen la característica de desgastarse. Cada vez que se disfrutan, satisfacen menos que la anterior. Se necesita más para producir el mismo efecto. Son como las drogas, que pierden su efecto inicial y se hacen cada vez menos efectivas. Uno tendría que ser estúpido para buscar su sumo bien en cosas que cada vez resultan menos rentables.
(ii) Nos advierte de la fragilidad de los placeres que se corroen. El granero está expuesto al acecho de las ratas y los ratones, que lo mordisquean y roen todo. Hay ciertos placeres que pierden inevitablemente su atractivo conforme avanza la edad. Puede que sea porque se es físicamente menos capaz para disfrutar; o porque se madura algo y ciertas cosas dejan de satisfacer. Una persona no debería nunca entregarle su corazón a placeres que los años van a desvanecer; debería encontrar su delicia en las cosas cuyo atractivo el tiempo es impotente para erosionar.
(iii) Nos advierte de lo inseguros que son los placeres que se nos pueden robar. Eso pasa con todas las posesiones materiales: no hay ni una entre ellas que sea segura; y, si uno edifica su felicidad sobre ellas, está edificando sobre una base que no es estable ni segura. Supongamos que uno organiza su vida de tal manera que su felicidad depende de su posesión de dinero; supongamos que llega una quiebra, y se despierta una mañana para descubrir que su dinero ya no vale nada. Entonces, con su dinero, se ha desvanecido su felicidad.
Si una persona es prudente, edificará su felicidad sobre cosas que no puede perder, y que son independientes de los azares y avatares de la vida. Bums escribió de las cosas transitorias:
Los placeres son cual las amapolas: al tomarlas, su flor se desvanece; o cual la nieve al caer sobre el arroyo: blanca un instante, pronto desaparece.
Una persona cuya felicidad dependa de cosas así, está condenada a una desilusión trágica. Cualquier persona cuyo tesoro consista en cosas, está abocada a perderlo, porque las cosas no son estables, ni duran para siempre.
TESOROS EN EL CIELO
Mateo 6:19-21 (conclusión)
La frase tesoros en el Cielo era corriente entre los judíos. Identificaban tales tesoros con dos cosas en particular.
(i) Decían que las obras de caridad que se hacían en la Tierra se convertían en su tesoro en el Cielo.
Los judíos contaban una famosa leyenda de un cierto rey Izates de Adiabena, que se convirtió al judaísmo: «Izates distribuyó todos sus tesoros entre los pobres el año del hambre. Sus hermanos le mandaron recado para decirle: «Tus padres añadieron nuevos tesoros a los que habían heredado de sus padre, pero tú has perdido tus tesoros y los suyos» Y él les contestó: «Mis padres reunieron tesoros para aquí abajo, pero yo los he reunido para Arriba; ellos almacenaron tesoros en un sitio sobre el que puede gobernar el poder humano, pero yo los he almacenado en un lugar sobre el que no puede gobernar el poder humano; mis padres coleccionaron tesoros que no producen ningún interés, pero yo he reunido tesoros que sí lo producen; mis padres allegaron tesoros de dinero, pero yo los he allegado de almas; mis padres reunieron tesoros para otros, pero yo los he reunido para mí; mis padres allegaron tesoros en este mundo, pero yo los he allegado para el mundo por venir.»»
Tanto Jesús como los rabinos judíos estaban seguros de que lo que se almacena con fines egoístas se pierde, mientras que lo que se comparte generosamente produce tesoros en el Cielo.
Ese era el principio de la Iglesia Cristiana en sus primeros días. La Iglesia Primitiva siempre se cuidaba amorosamente de los pobres, los enfermos, los abatidos, los indigentes y todos los que no le importaban a nadie. En los días de la terrible persecución del emperador Decio, las autoridades romanas entraron violentamente en una iglesia. Iban a expoliarla de los tesoros que creían que guardaba. El prefecto romano le exigió al diácono Laurentio: «Muéstrame tus tesoros inmediatamente.» Laurentio señaló a las viudas y huérfanos que alimentaban, a los enfermos que cuidaban, a los pobres que ayudaban, y dijo: «Estos son los tesoros de la Iglesia.»
La Iglesia siempre ha creído que «perdemos lo que guardamos, y conservamos lo que damos.»
(ii) Los judíos conectaban siempre la frase tesoros en el Cielo con el carácter. Cuando le preguntaron al rabí Yosé ben Kisma si estaba dispuesto a vivir en una ciudad pagana con la condición de que le pagaran generosamente sus servicios, replicó que no viviría en ningún lugar excepto en un hogar de la Ley; » porque -dijo- cuando parte una persona, no la acompañan ni la plata, ni el oro, ni las piedras preciosas, sino sólo el conocimiento de la Ley, y las buenas obras que haya hecho.» La Religión, el personaje de El gran teatro del mundo, de Calderón, le dice al Mundo, que estaba despojando de todo a los que salían de él: » No me puedes quitar mis buenas obras. Estas solas del mundo se han sacado.» «Y oí una voz que me decía desde el cielo: «Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor.» Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen» (Apocalipsis 14:13).
Como dice el macabro refrán español: «Una mortaja no tiene bolsillos.» Lo único que una persona puede sacar de este mundo al más allá es ella misma; y cuanto más persona sea, mayor será su tesoro en el Cielo.
(iii) Jesús concluye esta sección afirmando que, donde esté el tesoro de una persona, allí estará también su corazón. Si todo lo que valora y aprecia una persona está en la Tierra, no tendrá ningún interés en un mundo más allá de este; si a lo largo de toda su vida ha tenido los ojos puestos en la eternidad, valorará poco las cosas de este mundo. Si todo lo que una persona aprecia y valora está en este mundo, entonces saldrá de él a regañadientes; pero si sus pensamientos se han mantenido en el mundo más allá, saldrá de este con alegría, porque va por fin a Dios.
Una vez le enseñaron al doctor Johnson un gran palacio con sus jardines. Cuando lo había visto todo, se volvió a su acompañante, y le dijo: «Estas son las cosas que le hacen difícil a una persona el morir.»
Jesús no dijo nunca que este mundo no tenía importancia; pero dijo explícita e implícitamente muchas veces que su importancia no está en sí mismo, sino en aquello a lo que nos conduce. Este mundo no es un fin en sí mismo, sino una etapa en el camino; y, por tanto, una persona no debe rendirle su corazón a este mundo y a lo que hay en él, sino debe tener los ojos puestos en la meta más allá.
LA VISIÓN DEFORMADA
Mateo 6:22-23
EL ojo es por donde entra la luz al cuerpo. Así que, si tu ojo es generoso, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si es tacaño, todo tu cuerpo estará en la oscuridad. Así que, si lo que debe dar luz está oscuro, ¿cómo estará todo lo que es de por sí oscuro?
La idea que hay tras este pasaje es de una sencillez infantil. Se considera el ojo como la ventana por la que entra la luz a todo el cuerpo. El estado de la ventana decide la cantidad de luz que entra en la habitación. Si la ventana está diáfana, limpia y sin obstáculos, la luz entrará a chorros en la habitación; iluminando todos sus rincones. Si el cristal de la ventana tiene un color, o está escarchado, mal hecho, sucio u oscuro, la luz tendrá dificultad para entrar y la habitación no se iluminará debidamente.
La cantidad de luz que penetra en una habitación depende del estado de la ventana por la que tiene que pasar. Así que, dice Jesús, la luz que penetre en el corazón y alma y ser de una persona depende del estado espiritual del ojo por el que ha de pasar, porque el ojo es la ventana del cuerpo, es decir, de toda la persona.
La opinión que tengamos de la gente dependerá de la clase de ojo con que la miremos. Hay ciertas cosas obvias que pueden cegar o deformar nuestra visión.
(i) El prejuicio puede deformar nuestra visión. No hay nada que destruya el juicio de una persona tanto como el prejuicio. Le impide formarse el juicio claro, razonable y lógico que debe formarse todo ser humano. Le ciega igualmente a los Hechos y a su significado.
Casi todos los nuevos descubrimientos han tenido que abrirse paso a través de prejuicios irracionales. Cuando Sir James Simpson descubrió las virtudes del cloroformo, tuvo que luchar contra los prejuicios del mundo médico y religioso de su tiempo. Uno de sus biógrafos escribe: «El prejuicio, esa mutiladora determinación de caminar solamente pon los caminos trillados de la tradición y de rechazar todos los nuevos senderos, se levantó contra él, e hizo todo lo posible por ahogar la bendición recién encontrada.» «Muchos de los clérigos mantenían que tratar de suprimir la maldición original sobre las mujeres de dar a luz con dolor era luchar contra la ley divina.»
Una de las cosas más necesarias de la vida es el valiente autoexamen que nos permitirá ver cuándo estamos actuando por principio y cuándo somos víctimas de nuestros propios prejuicios injustificados e irracionales. En cualquier persona desviada por el prejuicio el ojo se oscurece y la visión se deforma.
(ii) Los celos pueden deformar nuestra visión. Shakespeare nos dejó el ejemplo clásico de ello en la tragedia de 0thello. El moro Othello se había hecho famoso por sus hazañas heroicas, y se había casado con Desdémona, que le amaba con absoluta devoción y fidelidad total. Como general del ejército de Venecia, Othello ascendió a Cassio sobrepasando a lago. A lago le consumieron los celos. Mediante una conspiración sutil y la manipulación de los Hechos, lago sembró en la mente de Othello la sospecha de que Cassio y Desdémona estaban intrigando secretamente. Manufacturó la evidencia para probarlo, y movió a Othello a tal-pasión de celos, que finalmente asesinó a Desdémona ahogándola con una almohada. A. C. Bradley escribe: «Unos celos como los de 0thello convierten en caos la naturaleza humana, y liberan la bestia . en el hombre.»
Muchos matrimonios y muchas amistades han naufragado en el acantilado de .los celos, que deforma incidentes perfectamente inocentes haciéndolos aparecer como acciones culpables, así cegando la visión a la verdad y a los Hechos.
(iii) La presunción puede deformar nuestra visión. En su biografía de Mark Rutherford, Catherine Macdonald Maclean le dedica una frase curiosamente caústica al librero y editor John Chapman, que había empleado en el pasado a Mark Rutherford: «Apuesto a la manera de Byron y de modales refinados, resultaba sumamente atractivo a las mujeres, y él se creía todavía más atractivo de lo que lo era.»
La presunción afecta doblemente la visión humana, porque nos hace incapaces de vernos a nosotros mismos como somos en la realidad, e incapaces de ver a otros como realmente son. Si una persona está convencida de su propia extraordinaria sabiduría, nunca será capaz de darse cuenta de su propia necedad; y si es ciega a todo lo que no sean sus propias virtudes, nunca será consciente de sus propias faltas. Siempre que se compare a sí misma con otras personas, saldrá ganando en la comparación, y no perdiendo. Será siempre incapaz de someterse a sí misma a juicio, e incapaz por tanto de mejorarse a sí misma. La luz en la que debiera verse a sí misma y a las demás personas será oscuridad.
NECESIDAD DE UNA VISIÓN GENEROSA
Mateo 6:22-23 (conclusión)
Pero aquí Jesús habla de una virtud especial que ilumina la visión, y un defecto especial que la ensombrece. La versión Reina-Valera habla aquí del ojo bueno y del malo. No cabe duda de que ese es el sentido literal del original; pero las palabras bueno y malo se usan aquí con un sentido especial que era bastante corriente en el griego en que se escribió el Nuevo Testamento.
La palabra para bueno es haplus, con su nombre correspondiente haplotés. En el griego de la Biblia, por lo general estas palabras quieren decir generoso y generosidad. SantiagoJas. nos dice que Dios da generosamente (Stg 1:5 ), y el adverbio que usa es haplós. En Rm 12:8 , Pablo exhorta a sus amigos a dar con generosidad (haplós); y le recuerda a la iglesia corintia la liberalidad (haplotés) de las iglesias de Macedonia, y los exhorta a tener generosidad con todos los hombres (2Co 9:11 ). Es el ojo generoso lo que Jesús recomienda aquí.
La palabra que la Reina-Valera traduce por malo es ponérós. No cabe duda de que ese es el sentido normal de la palabra; pero tanto en el Nuevo Testamento como en la Septuaginta ponérós quiere decir corrientemente tacaño o avaricioso. Deuteronomio habla del deber de prestarle a un hermano que tiene necesidad. Pero la cosa se complicaba por el hecho de que cada siete años había uno cuando se cancelaban todas las deudas. Podría ser, por tanto, que estuviera cerca ese séptimo año, y que un hombre calculador se negara a ayudar, no fuera que el otro se aprovechara del séptimo año para no devolver su deuda. Por eso la ley establece: «Guárdate de albergar en tu corazón este pensamiento perverso: «Cerca está el séptimo año, el de la remisión,» para mirar con malos ojos a tu hermano pobre y no darle nada, pues él podría clamar contra ti al Señor y se te contaría como pecado» (Dt 15:9 ). Está claro que ponérós aquí quiere decir tacaño, avaricioso, egoísta. El consejo del proverbio es: «No comas pan con el avaro ni codicies sus manjares, porque como son sus pensamientos íntimos, así es él. «Come y bebe» -te dirá, pero su corazón no está contigo. Vomitarás el bocado que comiste, y habrás malgastado tus suaves palabras» (Pr 23:6 ). Es decir: «No aceptes la hospitalidad de uno que hace que se te atragante cada bocado.» Otro proverbio dice: «El avaro se apresura a enriquecerse, sin saber que caerá en la indigencia» (Pr 28:22 ).
Así es que Jesús está diciendo: «No hay nada como la generosidad para darte una visión clara y sin deformaciones de la vida y de las personas; y no hay nada como un espíritu tacaño y mezquino para deformar tu visión de la vida y de las demás personas.»
(i) Debemos ser generosos en nuestro juicio de los demás. «Piensa mal y acertarás,» proclama con deleite malicioso el dicho español una tendencia general de la naturaleza humana a pensar lo peor. Todos los días de la vida se masacran reputaciones de personas inocentes mientras se toman unas cañas, o en grupos chismosos cuyos juicios están empapados de veneno. El mundo se libraría de muchos quebraderos de cabeza y de corazón si atribuyéramos a las acciones de nuestros semejantes, no las peores, sino las mejores intenciones.
(ii) En su biografía de Mark Rutherford, Catherinne Macdonald Maclean habla de los días cuando Mark Rutherford vino a trabajar en Londres: «Fue por aquel tiempo cuando se puede notar en él el principio de esa «entrañable piedad por las almas humanas,» que había de llegar a ser algo habitual en él… La pregunta ardiente que se hacía, asediado como estaba a veces por la fatalidad de muchos en el distrito en que vivía, era: «¿Qué puedo yo hacer? ¿En qué puedo yo ayudarlos?» Le parecía entonces, como siempre, que cualquier clase de acción tenía más valor que la indignación más vehemente que se pudiera derrochar en palabras.» Cuando Mark Rutherford estaba con el editor Chapman, George Eliot =o Marian Evans, como se llamaba realmente- vivía y trabajaba en el mismo sitio. Algo le impresionó acerca de ella: «Era pobre. Tenía unos ingresos muy reducidos; y, aunque esperaba ganarse la vida como mujer de letras, su futuro era muy incierto. Pero era fantásticamente generosa. Siempre estaba ayudando a los perros cojos en las cercas, y la pobreza de los demás la acongojaba más que la suya propia. Lloraba más amargamente por no poder aliviar debidamente la pobreza de su hermana que por ninguna de sus propias privaciones.»
Es cuando empezamos a tener estos sentimientos cuando empezamos a ver a las personas y las cosas claramente. Es entonces cuando nuestro ojo, y con él todo nuestro cuerpo, llega a estar lleno de luz.
El ojo tacaño, o el espíritu egoísta y mezquino produce tres grandes males.
(i) Nos hace imposible vivir con nosotros mismos. Si uno está siempre envidiando el éxito de otros, y lamentando la felicidad de otros, cerrándole el corazón a la necesidad de otros, llega a ser la más digna de compasión de todas las criaturas: una persona rencorosa, resentida. Le crece dentro una amargura y un resentimiento que le roba su propia felicidad, la priva de su paz y le destruye toda satisfacción.
(ii) Nos hace imposible vivir con otras personas. Todos evitan a una persona mezquina; todos desprecian a una persona de corazón miserable. La caridad cubre una multitud de pecados, pero el espíritu mezquino hace inútiles una multitud de virtudes. Por muy mala que sea una persona generosa, siempre tendrá otras que la quieran; y por muy buena que sea una persona mezquina, todos la aborrecerán.
(iii) Nos hace imposible vivir con Dios. No hay nadie tan generoso como Dios; y, en último análisis, no puede haber ninguna relación entre dos personas que dirigen sus vidas con principios diametralmente opuestos. No puede haber ninguna relación entre el Dios Que tiene el corazón inflamado de amor y la persona que lo tiene congelado de mezquindad.
El ojo tacaño deforma nuestra visión; sólo el ojo generoso ve claramente, porque sólo él ve como Dios ve.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— perforan las paredes: Las casas palestinas estaban construidas, por lo general, a base de adobes, es decir, bloques hechos con arcilla y paja, lo que permitía abrir boquetes en ellas sin mucha dificultad.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Stg 5:2-3.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Las posesiones y la seguridad (ver Luc. 11:34, 35; 12:22-34; 16:13). Una colección de dichos breves (19-24) y una discusión más prolongada (25-34) están ligadas por el tema de las posesio nes. En contraste con los intereses materiales que ocupan nuestra atención la mayor parte del tiempo, Jesús llama a sus discípulos a que pongan primero a Dios tanto por medio de dar prioridad a los asuntos eternos, como también por confiar en nuestro Padre celestial para suplir nuestras necesidades materiales aquí sobre la tierra.
Los vv. 19-21 enfocan nuestro sentido de prioridades, y señalan que el tener nuestro principal interés en las posesiones materiales no sólo hace ver una perspectiva equivocada sino que es necio, ya que tales posesiones no pueden perdurar.
Los vv. 22, 23 podrían parecer estar fuera de lugar aquí, pero dependen de un juego de palabras sutil. La palabra traducida sano es, lit., “singular”, pero también significa generosidad, y el ojo … malo del v. 23 es una metáfora de mezquindad y celo. Por lo tanto, estos versículos también atacan el materialismo egoísta y nos invitan a una devoción de todo corazón hacia Dios.
El v. 24 refuerza el mismo punto. Riquezas es la traducción del término arameo mamón, que se refiere a las posesiones materiales (no necesariamente obtenidas por medios ilícitos).
Hay una simplicidad hermosa en los vv. 25-33, con su apelación al ejemplo de las aves y a las flores para ilustrar el cuidado pródigo de Dios por todas sus criaturas. Lo que aquí se prohíbe es la preocupación, no la provisión responsable para las necesidades de uno mismo y las de su familia; ¡Dios provee alimento para las aves, pero éstas tienen que buscarlo! La base de la confianza del discípulo, en contraste con la preocupación de los gen tiles, reside en reconocer a Dios como vuestro Padre celestial (32). La actitud correcta es poner a Dios en primer lugar (33) y confiar en él para nuestras necesidades prácticas.
En el mundo actual muchos (de los cuales algunos son discípulos cristianos) no tienen todas sus necesidades satisfechas. Este pasaje no resuelve el problema, pero necesitamos entender cómo la provisión de Dios se relaciona con el mal uso humano de lo que Dios ha provisto.
Notas. 22 La descripción curiosa de que el ojo es la lámpara del cuerpo significa o que la luz entra al cuerpo por el ojo, o aun más probable, que el ojo capacita al cuerpo a hallar su camino. 27 Codo es una medida de longitud física, como nuestra palabra “lapso”, y puede servir de metáfora para lapso de tiempo. 33 Dar prioridad al reino de Dios significa dar nuestra primera lealtad a él como rey; la justicia es el modo de vivir que resulta de esta decisión.34 Esta máxima prudente, pero algo pesimista, nos advierte que los versículos anteriores prometen las provisiones necesarias, pero no de que estaremos exentos de problemas.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
z 264 Mat 13:22; Luc 12:20; Stg 5:3
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
19 (1) La quinta sección de la promulgación del Rey, los vs.19-34, tiene que ver con las riquezas del pueblo del reino.
19 (a) Luc_12:15-21 ; Heb_13:5
19 (b) Stg_5:2-3
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
carcomen… Lit. hace desaparecer → Stg 5:2-3.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
R853 El tiempo presente que se usa en la prohibición μὴ θησαυρίζετε indica que ellos ya estaban haciendo tesoro en la tierra.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
Lit., horadan, y así en el vers. 20
Fuente: La Biblia de las Américas
g Stg 5:2-3.