Comentario de Mateo 8:18 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Cuando se vio rodeado de una multitud, Jesús mandó que pasasen a la otra orilla.
8:18, 19 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.— Esta es una profesión muy bonita. Compárese Rut 1:16-17, “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. Rut cumplió lo que prometió. Es posible seguir a Cristo “por dondequiera que va”, porque algunos lo hacen: Apo 14:4, “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”. Sin embargo, nos preguntamos, ¿entendió el escriba lo que decía? Le convenía preguntar, “Señor ¿a dónde vas?” porque repetidas Jesús fue rechazado por los hombres (8:28-34, por los gadarenos; Luc 9:53, por los samaritanos; Jua 5:18, por los de Judea; Jua 6:66, por los de Galilea; Mat 27:23, “gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”). ¿El escriba de veras quería seguir a Jesús “adondequiera que” fuera? ¿Era un hombre realista o simplemente un hombre idealista ?Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
viéndose Jesús rodeado. Mat 8:1; Mar 1:35-38; Luc 4:42, Luc 4:43; Jua 6:15.
mandó pasar al otro lado. Mat 14:22; Mar 4:35; Mar 5:21; Mar 6:45; Mar 8:13; Luc 8:22.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La expresión Hijo del Hombre es muy importante. En los registros del Evangelio, nunca se encuentra esta expresión sino en los labios del Señor Jesús, y era su forma favorita de llamarse a sí mismo (85 veces). Mira atrás a Dan 7:13, Dan 7:14 y anuncia el Reino mesiánico de Cristo. En Mat 8:20, describe al Mesías, en su humillación, durante su primera venida. Él no vino primero a reinar, sino a sufrir. Luego vendrá a reinar. La cruz fue antes que la corona, pero fue la corona lo que lo motivó (Hch 12:2, Hch 12:3).
zorras y aves. Jesús indica, en medio de su enseñanza sobre el discipulado, que el sacrificio debe ser asumido, incluso similar al del Señor mismo, quien, como hombre, no tenía un lugar propio donde morar (cf. con Luc 9:57-62).
Foto de Howard Vos
Restos de una iglesia en la antigua Gadara que inmortalizara Jesús al sanar al endemoniado (Mat 8:28-34). Esta región al este del mar de Galilea también se conocía como Gergesa.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
al otro lado. La orilla E del lago.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
8:18, 19 Viéndose Jesús rodeado de mucha gente, mandó pasar al otro lado. Y vino un escriba y le dijo: Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.- Esta es una profesión muy bonita. Compárese Rut 1:16-17, “Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios. 17 Donde tú murieres, moriré yo, y allí seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la muerte hará separación entre nosotras dos”. Rut cumplió lo que prometió. Es posible seguir a Cristo “por dondequiera que va”, porque algunos lo hacen: Apo 14:4, “Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va”.
Sin embargo, nos preguntamos, ¿entendió el escriba lo que decía? Le convenía preguntar, “Señor ¿a dónde vas?” porque repetidas Jesús fue rechazado por los hombres (8:28-34, por los gadarenos; Luc 9:53, por los samaritanos; Jua 5:18, por los de Judea; Jua 6:66, por los de Galilea; Mat 27:23, “gritaban aún más, diciendo: ¡Sea crucificado!”). ¿El escriba de veras quería seguir a Jesús “adondequiera que” fuera? ¿Era un hombre realista o simplemente un hombre idealista ?
Este texto bien ilustra la actitud de muchos que profesan ser seguidores de Jesús. El primer problema es la falta de comprensión de lo que está involucrado en esta profesión. ¿De veras creía Nicodemo que Jesús era un maestro venido de Dios? (Jua 3:1-2). ¿De veras los apóstoles podían beber el vaso que Jesús iba a beber? (Mat 20:20-22). ¿Entendía Pedro lo que decía cuando prometió, “Señor, dispuesto estoy a ir contigo no sólo a la cárcel, sino también a la muerte”? (Luc 22:33). Así también hoy en día hay mucha ignorancia entre los que prometen seguir a Jesús. Hay mucha profesión que viene sólo de los labios.
Fuente: Notas Reeves-Partain
LA OBLIGACIÓN DE CALCULAR EL PRECIO
Mateo 8:18-22
Cuando Jesús vio el gran gentío que Le rodeaba, dio la orden de marcha cruzando al otro lado. Y un escriba se Le acercó y Le dijo:
-¡Maestro, Te seguiré adondequiera que vayas!
-Las zorras tienen guaridas -le contestó Jesús—, y las aves de los cielos, nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene ni dónde recostar la cabeza.
Otro de Sus discípulos Le dijo:
-Señor, déjame que antes de nada me vaya a enterrar a mi padre.
Y Jesús le contestó:
-Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.
A primera vista esta sección parece fuera de sitio en este capítulo, un capítulo de milagros; y a primera vista estos versículos no parecen encajar en él. ¿Por qué lo puso aquí Mateo?
Se ha sugerido que Mateo insertó aquí este pasaje porque sus pensamientos iban siguiendo a Jesús como el Siervo Doliente. Acaba de citar Isa 53:4 : » Él tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias» (Mt 8:17 ); y naturalmente, se dice, ese cuadro guió los pensamientos de Mateo a la imagen de Uno que no tenía donde reposar la cabeza. Como Plummer decía: » La vida de Jesús empezó en un establo prestado y acabó en una tumba prestada.» Se ha sugerido que Mateo insertó este pasaje aquí porque tanto este mismo como los versículos inmediatamente precedentes muestran a Jesús como el Siervo Doliente de Dios.
Puede que sea así; pero es aún más probable que Mateo insertara este pasaje en este capítulo-de milagros porque vio en él un milagro. Era un escriba el que quería seguir a Jesús. Le dio a Jesús el título de más alto honor que conocía. «Maestro,» le llamó; en griego es didáskalos, que es la traducción normal de la palabra hebrea rabbí. Para él Jesús era el más grande maestro Que él había escuchado y visto nunca.
Claro que era un milagro el que un escriba Le diera ese título a Jesús y quisiera seguirle. Jesús representaba la destrucción y el final de todo ese legalismo estrecho en que se basaba la religión de los escribas; y fue indudablemente un milagro el que un escriba llegara a ver nada precioso o deseable en Jesús. Este es el milagro del impacto de la personalidad de Jesús.
El impacto de una personalidad sobre otra puede, por cierto, producir los efectos más maravillosos. Muy a menudo una persona se ha embarcado en una carrera de investigación por el impacto que le ha producido la personalidad de un gran. maestro; muchas personas han aceptado el Evangelio y asumido una vida de servicio cristiano por el impacto en sus vidas de una gran personalidad cristiana. La predicación misma se ha definido como «la verdad a través de la personalidad.»
W. H. Elliott, en su autobiografía Fines por descubrir, cuenta una cosa de la gran actriz Edith Evans: «Cuando murió su marido, vino a nosotros, llena de aflicción… En nuestra salita de la plaza de ChEster se desahogó de sus sentimientos durante una hora o así, y eran sentimientos que le fluían de manantiales muy profundos. Su personalidad llenaba toda la, habitación. ¡La habitación no era bastante grande!… Durante días aquella habitación nuestra estuvo electrificada, como dije entonces. Las tremendas vibraciones no habían desaparecido.»
Esta es la historia del impacto de la personalidad de Jesús en la vida de un escriba judío. Sigue siendo verdad hasta el día de hoy que lo que más se necesita no es tanto hablar con las personas acerca de Jesús como enfrentarlas con Él, y dejar que la personalidad de Jesús haga el resto.
Pero hay más que eso. Tan pronto como el escriba experimentó esta reacción, Jesús le dijo que las zorras tienen guaridas y las aves de los cielos encuentran lugares en los árboles donde descansar, pero el Hijo del Hombre no tenía ningún sitio en la tierra para reposar la cabeza. Es como si Jesús le dijera a aquel hombre: «Antes de seguirme, piensa en lo que vas a hacer. Antes de seguirme, calcula el precio.»
Jesús no quería seguidores arrebatados en un momento de emoción, que se inflamaran como la paja y desaparecieran con la misma rapidez. No quería personas arrastradas por el flujo, y luego por el reflujo de una marea de meros sentimientos. Quería personas que supieran lo que estaban haciendo. Hablaba de cargar con la cruz (Mt 10:38 ). Hablaba de ponerle a Él por encima de las relaciones más queridas de la vida (Lc 14:26 ); y de renunciar a todo y dárselo a los pobres (Mt 19:21 ). Siempre decía: «Sí, sé que se te viene el corazón conmigo, pero Me quieres lo bastante para eso?»
En cualquier esfera de la vida hay que enfrentarse con los Hechos. Si un joven muestra deseos de dedicarse a la investigación, debemos decirle: «Eso está bien; pero, ¿estás dispuesto a decirles que no a los placeres y consagrarte al estudio y al trabajo para toda la vida?» Cuando un explorador está preparando su equipo, habrá muchos que le ofrezcan sus servicios, pero él tendrá que descartar a los románticos y a los idealistas diciéndoles: «Está bien, pero ¿estáis preparados para la nieve y el hielo, para los pantanos y el calor, para el cansancio y el agotamiento de todo ello?» Cuando un aficionado quiere llegar a ser un atleta, el entrenador debe decirle: «Está bien; pero, ¿estás dispuesto a las privaciones y la disciplina que son imprescindibles para llegar al podio de tus sueños?» Esto no es enfriar el entusiasmo, pero sí decir que el entusiasmo que no se enfrenta con los Hechos pronto será ceniza en vez de llama.
Nadie podrá decir jamás que siguió a Jesús engañado. Jesús era transparentemente claro y sincero a ultranza. Le hacemos a Jesús un flaco servicio si hacemos alguna vez que la gente piense que el camino cristiano es fácil. No hay nada más emocionante que el camino de Cristo, ni gloria como la que hay al final de ese camino; pero Jesús nunca dijo que era fácil. El camino a la gloria pasa necesariamente por la Cruz.
LA TRAGEDIA DE LA OPORTUNIDAD PERDIDA
Mateo 8:18-22 (conclusión)
Pero había otro que quería seguir a Jesús. Dijo que Le seguiría, si se le permitía ir a enterrar a su padre. La respuesta de Jesús fue: «Tú sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos.» A primera vista esto parece muy duro. Para los judíos era una obligación sagrada el asegurarle un entierro digno a un padre. Cuando murió Jacob, José le pidió permiso al faraón para ir a enterrar a su padre: «Mi padre me hizo jurárselo cuando me dijo: «Yo estoy a punto de morir. Entiérrame en la tumba que me cavé en la tierra de Canaán.» Por tanto, déjame que me vaya ahora a enterrar a mi padre, y después volveré» (Ge 50:5 ). A este dicho de Jesús se le han dado diversas explicaciones para disipar su aparente hosquedad e insensibilidad.
(i) Se ha sugerido que se ha cometido una equivocación, al traducir el arameo original de este dicho al griego, y que lo que Jesús le dice al hombre es que puede encargar el entierro de su padre a enterradores profesionales. Hay un extraño versículo en Ezequiel 39: I5: «Pasarán los que vayan por el país, y el que vea los huesos de algún hombre pondrá junto a ellos una señal, hasta que los entierren los sepultureros en el valle de Harnóngog.» Eso parece indicar que había una especie de servidores públicos llamados sepultureros; y se ha sugerido que Jesús le está diciendo al hombre que les deje encargarse del entierro de su padre. Esta explicación no parece muy probable dada la responsabilidad filial de los judíos.
(ii) Se ha sugerido que éste es en verdad un dicho muy duro, y que Jesús estaba diciéndole al hombre que la sociedad en la que vivía estaba muerta en el pecado, y debía salir de ella lo más pronto posible, aunque ello supusiera dejar sin enterrar a su propio padre; que nada, ni siquiera el deber más sagrado, debía aplazar el que se embarcara en el camino cristiano.
(iii) Pero la verdadera explicación está sin duda en la forma en que los judíos usaban esta frase -«Debo enterrar a mi padre»- yen que se sigue usando en Oriente.
Wendt cita un incidente que le contó un misionero. Este misionero tenía un amigo turco, rico e inteligente. Le aconsejó que viajara por Europa cuando acabara sus estudios para completar su educación y ampliar sus perspectivas. El turco le contestó: «Antes de eso tengo que enterrar a mi padre.» El misionero le dio el pésame y le expresó su condolencia, creyendo que el padre de su amigo acababa de morir; pero el joven turco le explicó que su padre estaba vivo y perfectamente de salud, y que lo que había querido decir era que tenía que cumplir sus obligaciones con sus padres’ y familiares antes de poder marcharse en el viaje sugerido; que, de hecho, no podía marcharse de casa hasta después que muriera su padre, que podría ser después de muchos años.-
Eso era sin duda lo que quería decir el hombre del incidente evangélico: «Te seguiré algún día, cuando haya muerto mi padre y pueda marcharme de casa.» Lo que estaba haciendo de hecho era aplazar su decisión indefinidamente.
Jesús era sabio: conocía el corazón humano, y sabía -muy bien que si aquel hombre no empezaba entonces a seguirle, nunca empezaría. A veces sentimos el impulso de hacer cosas elevadas; pero dejamos que se nos pase sin hacer nada.
La mayor tragedia de la vida es muchas veces la de las oportunidades perdidas. Nos sentimos movidos a hacer algo bueno, a abandonar alguna debilidad o hábito, a decirle a alguien una palabra de simpatía, o de advertencia, o de aliento; pero se nos pasa el momento, y no lo hacemos nunca; la debilidad queda sin conquistarse, y la palabra sin pronunciarse. En el mejor de nosotros hay algo de letargo, de inercia; el hábito de dejar las cosas para un mañana que no llega nunca, una cierta indecisión; y a menudo el buen impulso no se traduce nunca en acción.
Jesús le estaba diciendo a aquel hombre: «Ahora tienes la convicción de que debes salir de esa sociedad muerta en la que te mueves; dices que ya lo harás cuando pasen los años y haya muerto tu padre; sal ahora mismo, o no saldrás nunca.»
En su autobiografía, H. G. Wells menciona un momento crucial de su vida. Era aprendiz de guarnicionero, y no parecía tener mucho futuro. Se le presentó un día lo que él llamaba «una voz íntima y profética: «Salte de este oficio antes de que sea demasiado tarde; te cueste lo que te cueste.»» No espero; se salió, y llegó a ser H. G. Wells.
Que Dios nos conceda la fuerza de decisión que nos puede salvar de la tragedia de la oportunidad perdida.
LA PAZ DE LA PRESENCIA
Mateo 8:23-27
Jesús se metió en la barca, y Sus discípulos Le siguieron. Y, fijaos: se produjo tal cataclismo en e! mar, que las olas ocultaban la barca; y Jesús estaba dormido. Los discípulos se pusieron a despertarle.
-¡Señor -le decían-, sálvanos, que estamos perdidos!
-¿Por qué estáis tan acobardados -les dijo Jesús-, vosotros, los de la poca fe?
Entonces, cuando se desentumeció, regañó a los vientos y a la mar, y se produjo una calma total.
Los discípulos estaban alucinados.
¿Qué clase de Hombre es Éste -se decían ; que hasta los vientos y la mar Le obedecen?
En cierto sentido ésta era una escena muy corriente en el Mar de Galilea. El Mar de Galilea es pequeño; no tiene más que 20 kilómetros de Norte a Sur y 12 de Este a Oeste por lar más ancho. El valle del Jordán ocupa una profunda falla de la superficie de la Tierra, y el Mar de Galilea es parte de esa falla. Está a 210 metros por debajo del nivel del Mediterráneo. Eso hace que su clima sea templado y benigno, pero también crea peligros. Al Oeste hay colinas con valles y barrancos; y cuando sopla el viento frío del Oeste, estos valles y torrenteras actúan como soplillos gigantescos. El viento parece que se comprime en ellos, y se precipita sobre el lago con una violencia salvaje y con una rapidez alucinante, de manera que la calma de un momento se convierte en un instante en una tormenta rugiente. Las tormentas del Mar de Galilea se producen repentina y violentamente de una manera totalmente imprevisible y única.
W. M. Thomson, en La Tierra y el Libro, describe su experiencia a orillas del Mar de Galilea:
En la ocasión a la que me estoy refiriendo, pusimos a continuación las tiendas a la orilla, y pasamos tres días y tres noches expuestos a este viento tremendo. Teníamos que poner dos clavos a todas las cuerdas de la tienda, y a menudo teníamos que colgarnos con todo nuestro peso para que toda la tienda con tantas sacudidas no saliera volando por la fuerza del viento… Todo el lago, como hemos dicho, estaba como azotado furiosamente; las olas rodaban repetidamente hasta la puerta de nuestra tienda, sacudiendo las cuerdas con tal violencia que sacaban los clavos del suelo. Y además, estos vientos no son solamente violentos, sino que bajan repentinamente, y frecuentemente cuando el cielo está perfectamente claro. Yo fui una vez a bañarme cerca de los baños calientes y, antes de que pudiera darme cuenta, el viento llegó rugiendo por los acantilados con tal fuerza que tuve grandes dificultades para alcanzar la orilla.
El doctor W. M. Christie, que pasó muchos años en Galilea, dice que en estas tempestades los vientos parecen soplar en todas direcciones al mismo tiempo, porque se precipitan por los estrechos pasos de las colinas y golpean el agua en ángulo. Nos cuenta de una ocasión:
Una compañía de turistas estaba de pie a la orilla en Tiberíades y, notando la superficie cristalina del agua y el reducido tamaño del lago, expresaron dudas sobre la posibilidad de tormentas tales como las que se describen en los evangelios. Casi inmediatamente, se levantó el viento. En veinte minutos, el mar estaba blanco de la espuma que encrespaba las olas. Grandes oleadas se quebraban contra las torres a las esquinas de los muros de la ciudad, y los turistas no tuvieron más remedio que buscar refugio de las rociadas cegadoras del agua, aunque estaban ya a doscientos metros de la orilla.
En menos de media hora, el plácido solecito se había convertido en una ronca tempestad.
Eso fue lo que sucedió aquí. La tormenta se llama seismós, que es la palabra para terremoto. Las olas alcanzaban tal altura que la barca quedaba oculta (kalyptesthai) entre las olas, porque la cresta de las olas se remontaba por encima de ella. Jesús estaba dormido. (Si leemos el relato de Mr 4:1-35 , vemos que, antes de iniciar la travesía Jesús había usado la barca como púlpito para dirigirse a la gente; y, sin duda, estaba agotado). En un instante de terror, los discípulos le despertaron, y la tormenta se convirtió en calma.
CALMA EN MEDIO DE LA TEMPESTAD
Mateo 8:23-27 (conclusión)
En este relato hay mucho más que la calma que siguió a la tempestad en la Marcos Supongamos que Jesús calmó literal y físicamente aquella rugiente tempestad en el Mar de Galilea hacia el año 28 de nuestra era; eso sería, sin duda, una hazaña maravillosa, pero no tendría mucho que ver con nosotros. Sería la historia de una maravilla aislada, que no sería pertinente para nosotros en el siglo XX. Si eso es todo lo que quiere decir esta historia, podríamos preguntar: «¿Por qué no lo hace Jesús ahora? ¿Por qué permite que los que Le aman en este tiempo se hundan en el rugiente mar sin intervenir para salvarlos?» Si no vemos en esta historia nada más que el relato de algo que hizo Jesús hace veinte siglos, no sólo no resuelve ningún problema, sino que los produce aún mayores y de los que quebrantan el corazón.
Pero el sentido de esta historia es mucho mayor que eso. No se limita a decirnos que Jesús calmó una tempestad en Galilea, sino nos dice que dondequiera está Jesús, se calman las tormentas de la vida. Quiere decir que, en la presencia de Jesús, las más terribles tempestades se convierten en paz.
Cuando sopla el frío y crudo viento del dolor,-hay calma y consuelo en la presencia de Jesucristo. Cuando ruge la ráfaga ardiente de la pasión, hay paz y seguridad en la presencia de Jesucristo. Cuando las tormentas de la duda tratan de desarraigar los fundamentos mismos de la fe, hay una estable seguridad en la presencia de Jesucristo. En todas las tormentas que sacuden el corazón humano hay paz con Jesucristo.
Margaret Avery cuenta una historia maravillosa. En la escuela de una aldeíta de las montañas, una maestra les había contado a sus alumnos esta historia evangélica. Poco tiempo después hubo una ventisca terrible. Cuando se cerró la escuela aquel día, la maestra tenía casi que arrastrar a los niños contra la tempestad. Estaban en verdadero peligro. En medio de todo aquello le oyó decir a un niño, como hablando consigo mismo: «Nos vendría bien tener a Jesús con nosotros aquí y ahora.» El chiquillo lo había entendido perfectamente. Su maestra tiene que haber sido estupenda. La lección de esta historia es que, cuando las tormentas de la vida nos sacuden el alma, Jesucristo está con nosotros, y en Su presencia la rugiente tempestad se convierte en una paz que nada nos puede arrebatar.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
El costo del discipulado (véase Luc. 9:57-60). Mateo hace una distinción entre la multitud de los que tenían interés, pero sin compromiso, y los discípulos cuya dedicación a Jesús tenía la prio ridad. Estos compartían su falta de hogar al viajar por Galilea, y aun las responsabilidades familiares tenían que tomar el segundo lugar. Asombra el que Jesús rehusara permiso para que primero vaya y entierre a mi padre; esto era un deber sagrado que precedía a todo otro asunto regular. Los muertos es una descripción rígida de los que no pertenecían al grupo de los discípulos como faltos de vida espi ritual. El lenguaje, y no menos que la demanda, no permitía acomodo aun al extremo de ser ofensivo.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
REFERENCIAS CRUZADAS
t 344 Mar 4:35; Luc 8:22
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
18 (1) Según se describe en los cuatro evangelios, en el ministerio del Señor El siempre se retiraba de las multitudes; no quería que los curiosos estuvieran con El. No le interesaban las grandes multitudes, sino sólo las personas que lo buscaban con sinceridad.
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
‡ “debían” se refiere a Jesús y los discípulos.