Comentario de Mateo 12:1 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
En ese tiempo, Jesús pasó por los sembrados en sábado. Sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas y a comer.
12:1 En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. 2 Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. — Las actividades más insignificantes de Jesús y sus discípulos siempre eran observadas y examinadas, porque los fariseos y otros líderes estaban resueltos a encontrar pecado en El (pero véase 1Pe 2:22). Deu 23:1-25, “25 Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”. Los discípulos no aplicaban hoz a la mies (no usaban ningún instrumento de cosechar), sino que solamente arrancaban espigas para comer; por eso, ellos no violaban la ley de Dios. Era práctica común y legal pero según la tradición de los fariseos (y, por eso, según el concepto del pueblo) no era lícito hacerlo en el día de reposo (el sábado), pues según ellos eso era trabajar (cosechar).Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
iba Jesús por los sembrados. Mar 2:23-28; Luc 6:1-5.
a arrancar espigas. Deu 23:25.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Jesús reprende la ceguera de los fariseos respecto a la violación del sábado, Mat 12:1, Mat 12:2,
por la escritura, Mat 12:3-8,
por medio de la razón, Mat 12:9-12,
y por un milagro, Mat 12:13-21.
Sana a un hombre endemoniado que era ciego y mudo, Mat 12:22, Mat 12:23;
y refutando la acusación absurda de echar fuera los demonios por Beelzebú, demuestra que la blasfemia contra el Espíritu Santo nunca será perdonada, Mat 12:24-35.
Cuenta se dará por las palabras ociosas, Mat 12:36, Mat 12:37.
Reprende a los infieles, los que buscan señal, Mat 12:38-45,
y muestra quien es su hermano, hermana y madre, Mat 12:46-50.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
La manera en que Jesús observaba el día de reposo fue el primer punto de contienda entre Él y las autoridades religiosas. Los fariseos y los escribas reconocían que el día de reposo era la señal del pacto Mosaico. Profanar el día de reposo era desobedecer a la Ley de Moisés completamente (Núm 15:30-36). Cosechar estaba prohibido en el día de reposo (Éxo 34:21), los discípulos estaban arrancando grano para comer, no para ganancia. Ellos no estaban quebrantando la ley de Dios. Los fariseos habían establecido treinta y nueve categorías de acciones prohibidas en el día de reposo, y de acuerdo a ellos, los discípulos estaban «cosechando» y por consiguiente estaban quebrantando el día de reposo. Los fariseos estaban tratando de que Jesús quebrantara la Ley y así acusarlo de pecado.
Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
DÍA DE REPOSO. El día de reposo (gr. sabbaton, que significa descanso o receso) era el séptimo de la semana apartado por la ley de Moisés como día para cesar el trabajo normal y dedicarse al descanso y a la adoración al Señor (Éxo 20:10; Deu 5:14; véase Éxo 20:8, nota). Hay buenas razones para creer que los principios del día de reposo tienen validez permanente para los creyentes y que todavía se debe separar un día de cada siete como día de descanso y adoración a Dios.
(1) El concepto de un día sagrado de descanso se instituyó antes de la ley judía: «Bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó» (véase Gén 2:3, nota; cf. Éxo 20:11). Eso indica que desde el tiempo de la creación Dios quería que un día de cada siete fuera una fuente de bendición para toda la humanidad y no sólo para la raza judía.
(2) Nunca Jesús abrogó el principio de un día de descanso, sino sólo su abuso por parte de los dirigentes judíos (vv. Mat 12:1-8; Luc 13:10-17; Luc 14:1-6). Él afirmó que el día de descanso fue dado para el bienestar espiritual y físico de los seres humanos (Mar 2:27). En ninguna parte la Biblia indica que se haya eliminado ese principio.
(3) El propósito espiritual de un séptimo día de descanso es de beneficio para el creyente. Se empleaba en el AT como día para descansar del trabajo y dedicarse a Dios; un tiempo especial para conocer a Dios y adorarlo, y para concentrarse en público y privado a las cosas de Dios (Lev 24:8; Núm 28:9). Hoy le proporciona al creyente la oportunidad de reafirmar que su confianza y deleite está en el Señor y no en el mundo, ni en su egoísmo, ni en las cosas materiales ni en los placeres (cf. Éxo 20:10; Éxo 34:21; Isa 38:13). Puede emplear ese día para renovar la entrega inicial a Cristo y a su identidad con otros creyentes, y para reconocer que toda la vida, no un día de cada siete, pertenece a Dios (véase Heb 4:9-10).
(4) Así como el día de reposo era una señal del pacto de que los israelitas eran el pueblo de Dios (Éxo 31:16-17), también puede verse el día cristiano de adoración (el domingo) como una señal para el mundo de que el creyente pertenece a Cristo y que Él es el Señor. Los creyentes del NT separaban el primer día de la semana para adorar a Dios y conmemorar la resurrección de Cristo (Hch 20:7; 1Co 16:2).
(5) El día de reposo fue separado por Dios como un día santo (Gén 2:3; Éxo 16:23; Éxo 20:11; Éxo 31:14; Isa 58:13). De esa manera al creyente que separa un día de los siete como santo se le recuerda que él mismo está separado por Dios para llevar una vida de santidad en medio de una generación perversa (cf. Éxo 31:3; 1Pe 2:9).
(6) Por último, puede verse el día de reposo como el compromiso de Dios con los creyentes de que Él cumplirá su voluntad para ellos y que está siempre dispuesto a actuar a favor de sus necesidades. Él siempre está atento a sus oraciones y dedicado al interés de ellos (cf. Éxo 31:13; Eze 20:12).
Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena
Capitulo 12.
Con ocasión de una cuestión sabática, 12:1-8 (Mar 2:23-33; Luc 6:1-5).
1 Por aquel tiempo iba Jesús un día de sábado por los sembrados; sus discípulos tenían hambre y comenzaron a arrancar espigas y comérselas. 2 Los fariseos que lo vieron, dijéronle: Mira que tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado. 3 Pero El les dijo: ¿No habéis leído lo que hizo David cuando tuvo hambre él y los que le acompañaban? 4 ¿Cómo entró en la casa de Dios y comieron los panes de la proposición, que no les era lícito comer a él y a los suyos, sino sólo a los sacerdotes? 5 ¿Ni habéis leído en la Ley que el sábado los sacerdotes en el Templo violan el sábado sin hacerse culpables? 6 Pues yo os digo que lo que aquí hay es más grande que el Templo. 7 Si entendierais qué significa “Prefiero la misericordia al sacrificio,” no condenaríais a los inocentes. 8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
Cristo y sus discípulos atravesaban un sembrado. Era sábado. Los discípulos comenzaron a arrancar algunas espigas, “desgranándolas con las manos” (Lc). Mateo advertirá que “tenían hambre.” No había falta en ello, pues la misma Ley judía decía: “Si entras en la mies de tu prójimo, podrás coger algunas espigas con la mano, pero no meter la hoz en la mies de tu prójimo” (Deu 23:25).
Los fariseos les dicen a los discípulos que están haciendo lo que no es lícito hacer en sábado. Es históricamente extraña esta presencia espiatoria de fariseos en sábado quebrantando probablemente el “camino del sábado.” Puede haber artificio dramático, que es reflejo de las polémicas del fariseísmo contra el cristianismo mateano que actualiza esta historia de Cristo. La legislación rabínica tenía 39 formas de trabajos prohibidos en sábado. En el siglo II d.C. se había aumentado y complicado hasta el exceso, con una reglamentación minuciosa, todo este ritual prohibitivo. En tiempo de Cristo, estas 39 prohibiciones primeras estaban en todo su rigor. Entre ellas estaban las siguientes: 3.a, recoger (la mies); 4.a, atar las gavillas ! Estos fariseos escrupulosos equipararon el arrancar espigas a la tercera prohibición, y el frotarlas, a la cuarta. Lo que únicamente prohibía expresamente la Ley era esto: “Seis días trabajarás, el séptimo descansarás; no ararás ni recolectarás” (Exo 34:21). Todo lo demás era casuística del rabinismo.
Cristo les da una doble respuesta: 1) el reposo sabático legítimo tiene excepciones; 2) El es el “dueño” y señor del sábado; por eso puede obrar como le plazca.
El Precepto del Reposo Sabático Tiene Excepciones.
El precepto del reposo sabático era estricto y de institución divina. Pero tenía excepciones. Y Cristo les cita primero un caso de David, que era el prototipo del rey perfecto. Perseguido por Saúl, huyó con su escolta a Nob, donde estaba el Tabernáculo. No tenían qué comer y pidió al sacerdote Ajimélek que los socorriera. Mas no teniendo nada, les dio “pan del Santo,” pues no había más que “panes de la proposición” (1Sa 21:1-9), que sólo podían consumir los sacerdotes (Lev 24:9). Si esto estaba prohibido por la Ley y fue hecho por un sacerdote al que no pareció ir contra el espíritu de la Ley, y por David, modelo de perfección, es que fue una acción lícita; la ley natural estaba antes que la positiva. Cristo les desautoriza, incluso desde otro punto de vista, ya que ellos daban más valor a sus tradiciones y legislaciones que a la misma Ley 2. Mateo añade otra razón de Cristo. Si fuese tan estricto tal precepto, tampoco podría ministrarse en el santuario en sábado. Sin embargo, la Ley preceptuaba los sacrificios y su preparación en este día (Num 28:9-10; Lev 24:8). En la Mishna se lee frecuentemente: “El culto del templo quita el descanso sabático” 3. La misma “circuncisión,” según los rabinos, se debía practicar incluso en sábado (Jua 7:23). Y, sin embargo, de todo aquel trabajo cultual “no son culpables.” Por lo que se concluye que no sólo hay excepciones lícitas, sino que El mismo puede dispensarlo, porque “el Hijo del hombre es Señor del sábado” (v.8). Como el reposo sabático es de institución divina (Gen 2:2-3), proclamarse “señor del sábado” es proclamarse dueño de su institución. Moisés sólo fue un ministro que legisló en nombre de Dios. Si Dios es el “dueño” del sábado y Cristo es el “Señor” del sábado, Cristo se está proclamando Dios 4. Puesto que inmediatamente Cristo se va a presentar superior al templo, ¿acaso quiere también insinuar aquí que los discípulos que están a su servicio – del templo de Dios (Jua 2:19-21) – están exentos de esta obligación?
¿Cristo pudo decir esta frase tan al principio de su vida? Pero aparece ya perdonando pecados y dispensando del reposo sabático. La frase aparece en Mt, Mc (Jua 2:28) y Lc (Jua 6:5). Podrían ser unos contextos prolépticos, como tantas veces sucede. Sería lo lógico. Por eso, aparte que pudiese ser una deducción de evidencia hecha por un “redactor” (H.A. Guy), no habría inconveniente de que sea del mismo Cristo, ya que incluso puede estar “adelantada” (Dibelius) aquí, pues en Mc-Lc tiene situación literaria distinta 4.
Se alega (Bonnard) si μείζον no podría referirse a una simple declaración mesiánica, dejando entender con ello, conforme a la escatología judía, que el Mesías era “señor” o “restaurador” del templo. Después de la profanación del mismo por Antíoco IV Epifanes (167 a.C.) y después por Pompeyo (63 a.C.), se esperaba un rey ”purificador” del mismo (Salmos de Salomón 17:33), y hasta se esperaba una grandiosa restauración material del templo en los días mesiánicos. Pero la declaración de Cristo no va en la línea de tener un cierto dominio sobre el templo, sino que él es “superior al templo”; y junto a esto está la sentencia de que él “es Señor del sábado,” para ellos de institución divina.
Cristo Se Presenta como Superior al Templo.
Sólo Mateo refiere estas palabras de Cristo, lógicas después que ha estado hablando de los sacerdotes que ministran en el templo: “Yo os digo que lo que hay aquí es mayor que el templo.” Esta forma “mayor” (μείζον), aunque es neutra, se refiere a Cristo, como se ve claramente en los versículos 41 y 42: el “más grande” es neutro también y se refiere directamente a Cristo para indicar su grandeza sobre Jonas y Salomón. Igualmente la fórmula de Lucas (11:31-32), con cuyo pasaje tiene éste un paralelo conceptual-literario.
Es grande el valor dogmático de estas palabras de Cristo. él es mayor que el templo, que tenía la máxima dignidad por ser la casa donde habitaba Dios. Superior al templo de Israel no había más que Dios. Cristo, por tanto, se proclama Dios. Poco después se proclama también mayor que Salomón (reyes) y Jonas (profetas). Así va mostrando gradualmente la grandeza de su dignidad.
Y como para resumir su pensamiento sobre la cuestión del descanso sabático, Cristo cita unas palabras de Oseas (6:6): “Amo la misericordia y no el sacrificio.” Prefiere los sentimientos de un corazón sincero a la práctica externa y ritualista de la Ley. Si vosotros – los fariseos – hubieseis comprendido estas palabras, “no hubieseis condenado a los inocentes,” a los apóstoles, ya que aquí “misericordia,” como en Mat 9:13, debe de tener el sentido de “benignidad,” y, a imitación de Dios, benigno, misericordioso, debió ser juzgada esa acción.
B). Segunda “Cuestión Sabática” a Causa de Curar la Mano de un Hombre,Mat 12:9-14 (Mar 3:1-6; Lc 6:6-11).
9 Pasando de allí, vino a su sinagoga, 10 donde había un hombre que tenía seca una mano. Y le preguntaron para poder acusarle: ¿Es lícito curar en sábado? 11 El les dijo: ¿Quién de vosotros, teniendo una oveja, si cae en un pozo en día de sábado no la coge y la saca? 12 Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Lícito es, por tanto, hacer bien en sábado. 13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano; y la extendió sana como la otra. 14 Los fariseos, saliendo, se reunieron en consejo contra El para ver cómo perderle.
Esta escena, relacionada con la anterior de las espigas, sucede en una sinagoga, probablemente en la de Cafarnaúm. Fue Cristo a ella y “se puso a enseñar” (Lc).
Se encontraba allí un hombre que tenía una mano seca atrofiada por una parálisis. Los fariseos – y escribas (Lc) – le “observaban para ver si curaba en sábado y acusarle” (Mc-Lc). Y este enfermo se pone en contacto con Cristo de algún modo, pues le manda salir al medio.
San Jerónimo recoge a este propósito lo que se leía en el evangelio apócrifo “que usaban los nazarenos y ebionitas” 5, y que pasó mucho tiempo por el original de San Mateo, y en el que se indica que este hombre era un albañil (coementarius) y que imploraba el socorro así: “Jesús, yo soy albañil, yo gano la vida con el trabajo de mis manos; te ruego, Jesús, que me des salud, que no tenga que pasar por la vergüenza de mendigar para vivir.” 6 Esta referencia podía ser un eco histórico de aquella escena. Pero también podía ser un retoque literario para poner bien en relieve la dureza de los fariseos 7.
Ante el ruego de este hombre, Jesús pregunta a los fariseos: “¿Es lícito curar en sábado?” o como dice el texto Mc-Lc: “¿Es lícito en sábado hacer bien o hacer mal, salvar una vida o matarla?” 8
Según la mentalidad rabínica, no se podía curar en sábado a no ser que peligrase la vida del enfermo. Fuera de este caso, los cuidados y cura del enfermo estaban casi del todo prohibidos. Solamente se le podía prestar normalmente los auxilios y alimentos que tomaba una persona normal 9.
Jesús responde primero con un argumento incontrovertible; luego, con la curación de aquel paralítico.
La argumentación de Cristo es ésta: Si un hombre tiene una oveja y ésta cae en día de sábado a un hoyo o en una de aquellas cisternas vacías disimuladas por el ramaje, su dueño obraba lícitamente sacándola. Esto era lícito, según sus interpretaciones, incluso en día de sábado 10. Cristo saca la conclusión: “un hombre vale más que una oveja; luego es lícito hacer bien en sábado” (Mt).
Y esto lo rubrica. Dice al paralítico: “Levántate y ponte en medio” (Lc-Mc). Seguramente desde donde enseñaba, hace a los escribas y fariseos – a quienes veía en suspenso – la pregunta de arriba: “¿Es lícito hacer en sábado el bien o el mal, salvar una vida o matarla?” Ellos “callaban,” porque veían que la argumentación de Cristo, de menos a más, absolutamente probativa – de tipo rabínico ”a fortiori” -, era interpretar el verdadero contenido de la Ley. Por ello concluye: “Es lícito hacer bien en sábado,” y, dirigiéndose a aquel hombre, le dio la orden de “extender” la mano, y sanó al punto.
Al obrar así, acusaba que Dios aprobaba la doctrina; y, al legislar El mismo, con autoridad propia sobre el sábado, aparecía en la misma esfera de esta institución. Y el sábado, ¿quién podría alterarlo o interpretarlo sino Dios? “El Hijo del hombre es Señor del sábado,” el Kyrios, con cuya expresión la Iglesia primitiva proclama la divinidad de Cristo.
Esta escena, lo mismo que la anterior, es de carácter polémico. Parecen reflejar, en su conservación evangélica, el especial interés contra los “judaizantes” de la Iglesia primitiva (Gal 4:10; Col 2:16).
Fariseos y escribas “se enfurecieron” y “discutían entre sí qué deberían hacer con Jesús” (Lc). Para ello tomaron contactos insistentes n con los “herodianos” (Mc) para “perderle,” hacerle morir. Buscaban el apoyo de estos últimos en la región del tetrarca Herodes Antipas, acaso para poder unirse a él y llevarle a Jerusalén, restaurando la unidad nacional. Por su parte, los herodianos se prestaban de buena gana a hacer desaparecer a aquel Mesías que tan honda conmoción despertaba y que tantos seguidores tenía, pues temían que pudiese impedir su restauración herodiana 12. La omisión de este tema de los “herodianos” en Mt-Lc acaso se deba a que en la época de la composición de estos evangelios ya no se recordaba este partido desaparecido, pues Agripa I murió el 44. Si Mc lo conserva, acaso se deba a las “fuentes” que lo insertan aún y él retiene.
La Obra Benéfica de Cristo: Su Mansedumbre y Humildad Predichas por Isaías,Col 12:15-21 (Mar 3:7-12).
15 Jesús, noticioso de esto, se alejó de allí. Muchos le siguieron, y les curaba a todos, ‘6 encargándoles que no le descubrieran, 17 para que se cumpliera el anuncio del profeta Isaías que dice: 18 “He aquí a mi siervo, a quien elegí; mi amado, en quien mi alma se complace. Haré descansar mi espíritu sobre él y anunciará el derecho a las gentes. 19 No disputará ni gritará; nadie oirá su voz en las plazas. 20 La caña cascada no la quebrará, y no apagará la mecha humeante hasta hacer triunfar el derecho; 21 y en su nombre pondrán las naciones su esperanza.”
Ante este complot para perderle, Cristo se aleja de allí. Este conocimiento de Cristo es característico de Mt (Mar 16:8; Mar 22:18; Mar 26:10). Pero curó a muchos que le siguieron, aunque les ordenó que no le descubrieran como taumaturgo o Mesías ante estas obras. Es una pincelada genérica que le permite a Mt traer una cita de Isaías en su evangelio mesiánico.
Mt ve en esta actitud de Cristo un cumplimiento de parte del poema del Siervo de Yahvé (L. Goppelt). El texto de Isaías que cita (Isa 42:1-4) no está tomado directamente ni del texto hebreo ni de los LXX, sino de ambos, modificándose accidentalmente los términos, por venir mejor a destacar su propósito. Como tal lo recoge incluso el Targum.
Así, pone, en lugar de “elegido,” mi “amado,” que viene a significar casi el de “hijo único” (Mat 3:17), y mi “siervo” viene a ser aquí, por su sentido paralelístico, el equivalente de “hijo.” Es el Mesías, en el que Yahvé se complace. Mt, lo mismo que el Targum, ponen lo restante en futuro. Con esto se viene a indicar la inauguración de la carrera de vida pública del Mesías. En esta obra dará la justicia, que es la verdad que corresponde al don del Espíritu que Yahvé puso en El. Es su obra de mesianismo universal: “a las naciones.” En esa obra, ni tendrá una enseñanza ostentosa ni gritará al modo llamativo oriental en las plazas públicas. No será obra de disputa acalorada ni alboroto. Su método será persuasivo. No busca su gloria. Así veía el evangelista en la profecía de Isaías aquel prohibir Cristo a las turbas que le seguían que “lo manifestasen” (v.16). Y como su obra no es obra de destrucción de enemigos, no vendrá contra aquellas personas que están a punto de sucumbir, a los que no haría falta más que un pequeño golpe para acabar con la “caña quebrada,” o un pequeño tirón o soplo para acabar con la mecha, que, puesta en la lámpara ya sin aceite, sólo humea para extinguirse. Su obra será humilde, mansa y de salvación para todos 13. Mt, omitiendo el resto del pasaje de Isaías, cita el sentido fundamental del mismo 14. Su obra es conducir “al derecho a la victoria.” Es la ley mesiánica. Y como Mesías universal, en su “nombre esperarán las naciones.” Es justificación apologética del mesianismo auténtico de Cristo: el profético, no el farisaico y ambiental.
Calumnia de los Fariseos Contra Cristo 12:22-30 (Mar 3:22-27; Luc 11:14-26).
22 Entonces le trajeron un endemoniado ciego y mudo, y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. 23 Se maravillaron todas las muchedumbres, y decían: ¿No será éste el Hijo de David? 24 Pero los fariseos que esto oyeron, dijeron: Este no echa a los demonios sino por el poder de Beelzebul, príncipe de los demonios. 2S Penetrando sus pensamientos, les dijo: Todo reino en sí dividido será desolado, y toda ciudad o casa en sí dividida no subsistirá. 26 Si Satanás arroja a Satanás, está dividido contra sí; ¿cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y si yo arrojo a los demonios con el poder de Beelzebul, ¿con qué poder los arrojan vuestros hijos? Por eso serán ellos vuestros jueces. 28 Más, si yo arrojo a los demonios con el espíritu de Dios, entonces es que ha llegado a vosotros el reino de Dios. 29 Pues ¿cómo podrá entrar uno en casa de un fuerte y arrebatarle sus enseres si no logra primero sujetar al fuerte? Ya entonces podrá saquear su casa. 30 El que no está conmigo, está contra mí, y el que conmigo no recoge, desparrama.
El Milagro.
Le trajeron a Jesús un endemoniado que era ciego (Mt) y mudo (Mt-Lc) y lo curó. Curación que importa varios milagros; no sólo el prodigio de curar a un enfermo, sino el poder que demostraba sobre los espíritus demoníacos. Las gentes, por ello, “quedaban estupefactas.” Y en ellas nació espontáneamente la pregunta: “¿No será, acaso, el Hijo de David?” expresión con que se denominaba al Mesías 15, ya que de El se esperaban obras prodigiosas. “El Mesías, cuando venga – decían -, ¿hará más milagros que los que hace éste?” (Jua 7:31).
La Calumniosa Maldad contra Cristo (Mar 3:22-27; Luc 11:15-20).
Ante el milagro y la sospecha en las turbas de que fuese el Mesías, aparece la maldad de los fariseos (Mt). Marcos dirá que “habían bajado, con los fariseos, escribas de Jerusalén” para “tentarle” (Lc).
Unos decían que “echaba los demonios en nombre de Beelzebul, príncipe de los demonios.” Otros “pedían una señal del cielo” (Lc) para tentarle. La calumnia de los primeros era ilógica y monstruosa. Cristo obraba en virtud de Beelzebul, o, como dice Marcos, “tiene a Beelzebul,” lo que es decir que estaba endemoniado. Si echa a los demonios con poder infernal, no pudiendo ser con el poder de los inferiores, le atribuyen este poder o pacto con el “príncipe de los demonios” 16, o, como otros piensan, porque Cristo usaría poderes mágicos, con los cuales forzaría al príncipe de ellos a que se le rindiese, y con la posesión mágica de su nombre haría con él lo que quisiese sobre el resto de los poderes demoníacos 17.
Sobre el origen de este nombre se han propuesto varios significados. San Jerónimo lo transcribe en la Vulgata por Beelzebul, porque dice que era el dios de Acarón, en Filistea. Pero la lectura crítica es Beelzebul. En la literatura judía se lo considera como un demonio de rango superior. Las etimologías propuestas son un juego de palabras entre baal y be’el y zebub, es decir, “Señor de las moscas.” Otros ponen la segunda parte del nombre en relación con zabal, “sacrificar,” y que, además, primitivamente significó “estercolar.” Así se le hacía el “Señor de los sacrificios idolátricos.” Por último, basados en los textos de Ugarit, las radicales zbl significan “príncipe.” Así se explicaría el que los fariseos lo llamen “príncipe de los demonios.”
Cristo les rebate simplemente devolviendo el argumento. Parte de una comparación, que es la sensibilización oriental de un principio de evidencia. Un reino dividido o ciudad, v.gr., por una guerra civil, en sí mismo se destroza; una casa que tenga sus moradores divididos, encarnizadamente, en dos bandos, no puede subsistir. Eran imágenes ambientales. Los rabinos las utilizaban igualmente. Así dice: “Una casa que tiene divisiones, está totalmente destruida. Si hay divisiones en una sinagoga, está totalmente destruida.” 18
Por eso la argumentación que le hacen es absurda en sí misma y en su consecuencia. Lo primero, porque si Satanás echa a Satanás – los demonios se consideran aquí formando una unidad, un reino -, es que está dividido contra sí. Por eso, ese reino no puede subsistir, sino que viene la ruina. Lo segundo es que si Cristo arroja los demonios por virtud o pacto con Beelzebul, y los judíos también arrojan demonios con exorcismos – hay documentos judíos con fórmulas de exorcización que se amparaban en Salomón 19 -, los arrojarían por el mismo motivo. Por ello los hijos de los fariseos o escribas que habían bajado de Jerusalén estarían vinculados al mismo Satanás. Esto sería absurdo. Por eso les añade: “vuestros exorcistas serán vuestros jueces” 20, no en el juicio postrero, sino al considerarse la cuestión 21.
Luego “si arrojo” los demonios, lo es “con el Espíritu de Dios.” Esta acción del Espíritu Santo había sido anunciada ya por los profetas como una de las características esenciales que tendría el reino mesiánico (Joe 2:28-32; Hec 2:16-21). Este ambiente mesiánico es una realidad histórica presente, y Cristo el centro de ella como Mesías. Por eso, es que “llegó a vosotros el reino de Dios.” Si el enemigo del reino es Satanás, este poder de Cristo arrojando los poderes demoníacos en nombre propio acusa su poder mesiánico. Era el cumplimiento actual de aquella expectación judía por los días mesiánicos, cuya obra principal del Mesías sería la destrucción de Satanás y su reino 22. Si el reino de Satán comienza a desmoronarse por obra de Cristo, es que llegó el reino de Dios. El que lo establece es el Mesías.
Luego se ilustra la enseñanza con una parábola alegorizante. Satán, el “Príncipe de este mundo” (Jua 12:31), se enfrenta con el que es más poderoso que él, que saquea y destruye el imperio de Satán, instaurando el reino mesiánico (cf. Isa 24:22-23; Rev 22:2-3).
De ahí se sigue para todos una conclusión definitiva sobre la actitud que ha de tenerse con Cristo-Mesías: no estar con El es estar contra El; no cosechar con El es desparramar.
Mt ha narrado ya un caso semejante (Mat 9:32-34) de un endemoniado. Es muy probable que se trate de un “duplicado” por anticipación 23. El texto de Mt, comparado con Mc-Lc, da la impresión de unirse sentencias de Cristo pronunciadas en otras ocasiones.
El “Pecado Contra el Espíritu Santo” (Mar 3:28-30; Luc 12:10, Luc 12:31-32).
31 Por eso os digo: Todo pecado y blasfemia les será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada. 32 Quien hablare contra el Hijo del hombre será perdonado; pero quien hablare contra el Espíritu Santo no será perdonado ni en este siglo ni en el venidero.
La primera afirmación sobre este pecado, llamado teológicamente “pecado contra el Espíritu Santo,” es que el poder de la Iglesia se extiende a perdonar todos los pecados; es doctrina de fe24.
Se lo denomina “blasfemia” (Mt-Lc) o “pecado” (Mc) contra el Espíritu. Añadiéndose por los tres sinópticos que no será perdonado. ¿Por qué esto? ¿Cuál es su naturaleza? Está acusada en el contexto mismo, en el pasaje anterior (v.24). Ante la expulsión de un demonio por Cristo, los fariseos atribuían este poder de Cristo a Satanás; atribuían el bien al mal; atribuían la acción de Dios ad extra – por “atribución” obra del E. S. – a acción satánica. En estas condiciones, el pecado contra el E. S. es irremisible por su misma naturaleza, aunque no en absoluto, pues Dios puede cambiar el corazón del que así piensa y situarlo en rectitud y condición de perdón. Así muchos fariseos se convirtieron después de la resurrección de Cristo (Hec 15:15) 25. Mc formulará esto explícitamente: “Porque decían: Tiene espíritu impuro.”
La redacción es un caso de formulación semítica y bíblica, donde las cosas se expresan con extremismos, sea por las dificultades de lo contrario que se expresa (2Re 10:1.6), sea por hablarse según la naturaleza de las cosas (Rom 8:29.30) 26. La expresión de Mt, “no se le perdonará ni en este mundo ni en el venidero,” está perfectamente documentada en los escritos rabínicos, y significa simplemente nunca 26.
Mt-Lc ponen, en contraste, que se podrá perdonar el “hablar contra el Hijo del hombre.” Esta contraposición falta en Mc. Acaso sea por razón de su “fuente.” Lo mismo que la doble repetición sobre este pecado, pudiera proceder de una duplicidad de las mismas. Sin embargo, parece ser primitiva. “Ya que no puede suponerse que la sentencia primitiva de Cristo haya sido corregida en un sentido aparentemente menos favorable a la dignidad del Hijo del hombre.” 27
¿En qué consiste el pecado contra el Hijo del hombre en contraposición al del E. S.? Para San Jerónimo está en dudar más o menos de la divinidad y grandeza de Cristo “a causa de mis viles apariencias,” es decir, al ver en El al hombre: tiene familia, parientes, se alimenta, etc. 28. Este es un pecado de ignorancia; el otro, de malicia.
Esta doble sentencia parece ser un “duplicado” sinónimo o versión de un mismo concepto. El hecho de poner en el v.31 el perdón de todo pecado a los seres humanos podría tener en el v.32 su rima concretada y matizada a un caso especial: el perdón del pecado a los “hombres” se matiza ahora en el perdón del pecado contra el “Hijo del hombre.” Así se establece un “paralelismo” con los conceptos de “perdón” y de “pecado.” “Espíritu” y “Espíritu Santo,” “hombres,” “Hijo del hombre.”
Las malas obras de fariseos, 12:33-37 (cf. Mat 7:16-20; Luc 6:43-44).
33 Si plantáis un árbol bueno, su fruto será bueno; pero, si plantáis un árbol malo, el fruto será malo, porque el árbol por los frutos se conoce. 34 ¡Raza de víboras! ¿Cómo podéis decir vosotros cosas buenas siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 3S El hombre bueno, de su buen tesoro saca cosas buenas; pero el hombre malo, de su mal tesoro saca cosas malas. 36 Y yo os digo que de toda palabra ociosa que hablaren los hombres habrán de dar cuenta el día del juicio. 37 Pues por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado.
El pasaje responde en la perspectiva evangélica a poner de relieve el pecado de los fariseos de aquella generación, con ocasión del anterior relato. Para ello usa dos comparaciones ambientales.
El árbol bueno da “buenos frutos.” Sobre 150 decía rabí Judá: “Si el corazón no lo anunció a la boca, ¿cómo lo podría la boca anunciar?” 29 ¿Qué decían los fariseos contra Cristo? El Evangelio lo dice, y la muerte de Cristo será un complot en el que ellos tienen parte destacada.
Hasta los llama “raza de víboras.” También los había llamado así el Bautista (Mat 3:7). La víbora, pequeña e inofensiva de aspecto, inocula, no obstante, veneno al que se llega a ella (Sal 140:4b). Tal era la insidia que acababan de lanzar contra Cristo. Y ésta fue su conducta en general contra El.
La misma idea se expresa con la imagen del “tesoro.” Este es el alma – el hombre -, que tiene y guarda lo que el hombre es. El hombre bueno, “del buen tesoro de su corazón habla la boca.” Y en el apócrifo Testamento de Aser se dice que, si el “tesoro de la conciencia que va a obrar está lleno del espíritu malo, hasta la acción buena la hará mala.” Esta es la crítica aquí de los fariseos.
De ello se deduce una conclusión: “en el día del juicio” se habrá de dar cuenta de las palabras, porque ellas son las que manifestaron las obras. Rabí Asha decía sobre 320: “Incluso los árboles infructuosos habrán de rendir cuenta (en el juicio).” 30
Y en boca de Cristo se añade, acaso una glosa moralista del Mtg, que los hombres habían de dar cuenta en el juicio de “toda palabra ociosa (άργόν)” que hubiesen hablado. Probablemente se trata de “toda palabra (mala) privada de veracidad, de fundamento.” 31
Si de toda palabra “ociosa” se ha de rendir cuenta, ¡cuánto más de todas las calumnias que los fariseos levantaron contra Cristo-Mesías!
Amenaza contra la generación presente 12:38-45
(Mat 16:4; Mar 8:11-12; Luc 11:29-32).
38 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos, y le dijeron: Maestro, quisiéramos ver una señal tuya. 39 El, respondiendo, les dijo: La generación mala y adúltera busca una señal, pero no le será dada más señal que la de Jonás el profeta. 40 Porque, como estuvo Jonas en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre tres días y tres noches en el seno de la tierra. 41 Los ninivitas se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque hicieron penitencia a la predicación de Jonas, y hay aquí cosa mayor que Jonas. 42 La reina del Mediodía se levantará en el juicio contra esta generación y la condenará, porque vino de los confines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay cosa mayor que Salomón. 43 Cuando el espíritu impuro sale de un hombre, discurre por lugares áridos buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces se dice: Me volveré a mi casa, de donde salí. Y va y la encuentra vacía, barrida y compuesta. 45 Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él y, entrando, habitan allí, viniendo a ser las postrimerías de aquel hombre peores que sus principios. Así será de esta generación mala.
La escena no tiene una vinculación histórica con lo anterior. El “entonces” en Mt suele ser soldadura literaria. Al tono calumnioso de lo anterior no sigue una actitud más moderada. Pertenece al ciclo de insidias ordinarias (Luc 11:16). Es un contexto lógico, y le piden, para probar que es el Mesías, “una señal del cielo” (Luc 11:16). Debía de ser una intervención excepcional, cósmica; los documentos rabínicos hablan frecuentemente de este tipo de prodigios celestes con los que el Mesías acreditaría su misión 32.
Cristo no da el milagro que piden, ni para cuando lo piden; el plan de Dios ya está trazado.
La generación a la que habla es “mala y adúltera.” Son términos cargados de reminiscencias del A.T. En los días en que aparecería el Mesías, según creencia de Israel, el pecado abundaría como nunca 33, y se evocaban también los días del desierto. Es aludir con ello a que llegó la hora mesiánica. También esa generación sería bíblicamente “adúltera.” Siendo Yahvé el “esposo” de Israel, al volverse éste infiel a Dios, adulteraba (Isa 1:21; Isa 50:1; Ez c.16 y 23; Ose 1:2, etc.). Como aquí, que rechazaba el “la ligazon” mesiánica con el Dios-Hombre. “Adúltera” falta en Lc, acaso por ser término no comprensible para sus lectores gentiles.
El signo que da Cristo está trazado como prueba terminante en el plan de Dios (1Co 15:14-17). Es el “signo” de Jonas: tres días en la ballena; así estará Cristo en el sepulcro. Eri Le la frase es elíptica. Jonas y Cristo serán un “signo.” ¿De qué? En Lc parece usarse en el sentido de haber escuchado la predicación de Jonas (Luc 11:30.32; Luc 2:34). Acaso la “fuente” primitiva sólo tuviese la afirmación del “signo” de Jonas, sin explicitarlo, y los evangelistas lo derivaron a su propósito. En la valoración judía, tres días incompletos eran equivalentes a tres días enteros 34; por eso puede en Mt ser “tipo” de la sepultura de Cristo 34.
La cita de Jonas evoca su predicación en Nínive, con la conversión del pueblo, y, por contraste, la escasa atención que Israel prestó a su predicación.
Se escuchó a Jonas, y, en Israel, no sólo los subditos de Salomón lo escucharon admirados, sino que hasta de la lejana Sabá vino su reina a escuchar su sabiduría (1Re 10:1-13), y aquí se trata de oír la Buena Nueva; y quien la pregona es más que Jonas y Salomón. El texto pone: “Y aquí hay más (πλεiον) que Jonas (v.41) y que Salomón” (v.42). Por un procedimiento de “superación,” Cristo va descubriendo, gradualmente, su naturaleza: es “mayor” que Salomón – el mayor de los reyes – y que Jonas – mayor que los profetas -. ¿Quién es El, por tanto? Ya antes se presentó “señor” del sábado y “mayor” que el templo. El velo de su divinidad se va descorriendo en los dos primeros casos, al menos como Mesías, y se abre más en los segundos.
Por eso, si a Salomón y a Jonas se les escuchó, Israel estaba más obligado, ante la sabiduría y milagros de Cristo, a escuchar su mensaje. Por lo cual, “en el día del Juicio,” los ninivitas se levantarán contra “esta generación y la condenarán.” Es una dramatización, con fondo objetivo, de la censura a esta actitud de gran parte del judaísmo contemporáneo de Cristo.
A continuación se añade una pequeña parábola ilustrativa de esta actitud. La estampa está tomada del medio ambiente. Cuando un “espíritu impuro” 35, un demonio, sale de un hombre por un exorcismo judío, vaga por “lugares áridos.” El desierto era en aquellas creencias el lugar de la morada de los demonios (Isa 13:21; Isa 34:14; Bar 4:35; Tob 8:3, etc.). Cristo se adapta a toda esta descripción popular, y se relata por ”anthropopatía,” es decir, se expresan estos demonios al modo humano. Pero al no hallar verdadero reposo, pues desean un poseso, se vuelve al mismo del que salió: “volveré a mi casa.” Así hablan los demonios en el Talmud. “¡Desgraciado! Rabí Meir me echó de mi casa (por exorcismo)” 36. Y quiere volver a su casa. Pero al verla arreglada y con gentes dentro – es parábola -, va en busca del refuerzo de otros “siete – número de plenitud – espíritus peores que él,” y logran conquistarla y morar allí. Y el final, con esta turba demoníaca, de aquella casa – endemoniado – es peor que el principio. “Así será de esta generación mala.” La aplicación es clara.
Satán es el gran enemigo del reino. Cristo viene a Israel y se comienzan a orientar las gentes hacia El. “Llegó a vosotros el Reino de Dios.” La derrota de Satán en el pueblo elegido comienza. Pero mueve a fariseos y dirigentes contra Cristo, y lo llevan a la cruz, y se roba así la fe en el pueblo. Y viene a resultar que el final es peor que el principio (Jua 15:22). Israel se quedó sin la fe. Los hechos bien lo han probado.
La familia de Jesús,Jua 12:46-50 (Mar 3:31-35; Luc 8:9-21).
46 Mientras El hablaba a la muchedumbre, su madre y sus hermanos estaban fuera y pretendían hablarle. 47 Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablarte. 4S El, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49 Y, extendiendo su mano sobre sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. 50 Porque quienquiera que hiciere la voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.
El v.47 es de autenticidad muy discutida 37.
Estando Cristo con la turba, llegaron para hablarle su “madre y sus hermanos.” Pero preguntó ante este recado: “¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?”
Ante la presencia de estos vínculos familiares, Jesucristo aprovecha la oportunidad para dar una gran lección. “He aquí a mi madre y a mis parientes,” pues añadió: “todo el que hace la voluntad de mi Padre del cielo, ése es mi hermano, hermana y madre.”
No niega el amor a su madre ni a sus familiares. Pero habla de esa otra gran familia cristiana. No queda atado al solo amor humano de una familia. Hay otra familia espiritual a la que ama, en un orden espiritual y sobrenatural, con amor más entrañable y profundo que el amor humano con que se ama a la madre y a los hermanos 38.
Sobre los “hermanos” de Jesús, que son “parientes,” se expone en Comentario a Mat 13:53-56.
1 Strack-B., Kommentar. 1 p.616. – 2 Aboth 3:11; 5:8; Sanhedrin 11:3. – 3 Stkack-B.,Kommmtar. I p.620ss. – 4 H. Tróades, Le Fus de l’homme est maitre meme du sabbat (Mc 2:23-3:6): Bible et Vie Chrétienne (1958) 73-83; Bonsirven, Textes. n.160; Welhausen, Das Evan-fdium Marci (1909) p.22; E. Lohsejesu Worte über den Sabbat: Bznw (1960) 79-89;. W. Beare, The Sabbath Was Madefor Man? (Mar 2:23-28): Journ. of Bibl. Lit. and Exegesis (1960) 130-136; F. Gils, Le sabbat a etefait pour l’homme et non l’homme pour le sabbat (Mar 22:27): Rev. Bibl. (1962) 506-523. – 4 H. G. Guy, The origm of the Cospel of Mark (1955) p.86; Dibelius, From – 5 Rev. Bib. (1922) 161ss. – 6 In Matth. 12:13: Mal 26:78. – 6 Sagrada Biblia, Nácar-Colunga: BAC n.l.; Bertram, Theol. Wórt. Ν . Τ . art. έργον , II,Mal 737:28ss. – 7 Lagrange, évangüe s. St. Matth. (1927) p.235; Holzmeister, Si licet sabbatis curare: VD (1928) 264-270. – 8 G. Lambert, L’expression de la totalite par l’opposition de deux contraires: Rev. Bib. (1945) 93. – 9 Strack-B., Kommentar. I p.623-629. – 10 Sabbath 128b; Bonsirven, Textes n.682.1015; Strack-B., Kommentar. I p.629. – 11 Pirot, évang. s. St. Marc (1946) p.433. – 12 Felten, Storia dei tempi del ν. Τ. (1932) II p.118-119. – 13 Condamin, Le livre d’Isaie (1920) p.298. – 14 Sobre el posible origen de este cambio en Mateo, cf. Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.240:20 c.21. – 15 Bonsirven, Le Judatsme. (1934) I p.361; Strack-B., o.c., I p.640. – 16 Bonsirven, Le Juda’isme pdestimen au temps deJ.-Ch. (1934) I p.244-245; Ge-Senius, Thesaurus. linguae heb. et chai. V.T. (1829-35) t.l p.223-226; R. Dussand, Les découvertes de Ras Shamra et VAnden Testament (1937) p.69; Benoit, L’évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.83 nota c. – 17 P. Samain, L’accusation de magie contre le Christ: Eph. Théol. Louv. (1938) 464ss. Cf. Comentario a Lev 11:16; Benoit, L’évang. s. St. Matth., en La Sainte Bible de Jérusalem (1950) p.83 nota c.; el judaismo contemporáneo y posterior a Cristo no negó sus “prodigios” aunque les diese una interpretación como ésta o mágica; cf. Shabbat, Tosephta 11:15; Talmud Βab 104b; Sanhedrm a 107; Sota 47a; cf. San Justino, Dial. 69:7. – 18 Strack-B., Kommentar. I p.635. – 19 Varios documentos de este tipo pueden verse en A. Deissmann, Licht voii Oslen (1909) p.!86ss; J. Tabornino, De antiquorum daemonismo (1909) p.9-15, especialmente eran usados la “Schema” y el salmo 91. – 20 Bonsirven, Le Juda’isme palestinien au temps deJ.-Ch. (1935) II p.189; SMIT, De daemoniacis in historia evangélica (1931) p.94-172; Strack-B., Kommentar zum neuen Testament auf Talmud und Midrasch IV p.527-535. Los pasajes principales del Talmud en los que se citan estos laboriosos exorcismos son: Shabbath XIV 3; Sanhe-dñn X 1; Abodah Zarah f.12:2; cf. Josefo, Antiq. VIII 2:5; BI VII 6:3. – 21 lagrange, évang, s. St. Lúe (1927) p.33i. – 22 Yalkut, in Is 60; Asunción de Moisés 10:1; Testamento de Dan 6; A. Eders-Heim, The Ufe and times of Jesús the Messiah (1906) I p.480; Test, de Leu c.18. – 23 Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.241. – 24 Denz., Ench. symb. n.911. – 25 S. TH., 2-2 q.14 a.3. – 26 A. Lemonnyer, Blaspfome contre le Saint Esprit: Dict. Bibl. Suppl. I 981-989; Castrillo Aguado, Spiritus blasphemiae non remittetur: Estudios Bíblicos (1929) 60-67; J. Fltzer,Dfc” Sünde wider den hl Geist: Teotog. Zeitsch. (B. 1957) p.161-182; P. Roulin, Le peché contre l’Esprit Saint: Bivichr (1959) 38-43. – 26 Strack-B., Kommentar. I p.636ss. – 27 Lebreton, La vida y doctrina de J.-Ch., vers. esp. (1942) t.l p.237. – 28 Mal 28:81. – 29 Strack-B., Kommentar. I p.639. – 30 strack-b., o.c., 1 p.640. – 31 Üenolt, L’évangüe s. St. Matth., en La Sainte Bible dejerusalem (1950) p.85; J. Vlteau, La “parole oiseuse” sur s. Matth. 12:36: Vie Spirituelle, juillet-sept. 1931. – 32 Mar 8:11; Strack-B., I p.640-641. – 33 Bonsirven, El Giudaismo palestinese al lempo di Gesh Cristo (1950) p.124. – 34 Strack-B., Kommentar. I p.649; cf. Tob 3:10.11; Est 4:16; Est 5:1; cf. explicación en Comentario a Mat 28:1-7. – 34 M. Goguel, Lafoi h la re’surrection de Jesús dans le christianisme primitif (1933) ρ.ι0 ; O. Cullmann, Dieu vivant n.16 p.25ss. – 35 T. Ayuso, Un estudio sobre la expresión “akáiharton pneüma” y su significado en el N.T.: Estudios Bíblicos (1934) 377-384. – 36 Strack-B., Kommentar. I p.652. – 37 Lagrange, évang. s. St. Matth. (1927) p.334. – 38 S. ΤΗ ., evang. Matth. c.12 h.l.; A. Cerutti, L’interpretazione del testo di Mt 12:46-50 nei Padñ: Marianum (1957) 185-221.
Fuente: Biblia Comentada
12:1 En aquel tiempo iba Jesús por los sembrados en un día de reposo; y sus discípulos tuvieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas y a comer. 2 Viéndolo los fariseos, le dijeron: He aquí tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo. – Las actividades más insignificantes de Jesús y sus discípulos siempre eran observadas y examinadas, porque los fariseos y otros líderes estaban resueltos a encontrar pecado en El (pero véase 1Pe 2:22).
Deu 23:1-25, “25 Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con tu mano; mas no aplicarás hoz a la mies de tu prójimo”. Los discípulos no aplicaban hoz a la mies (no usaban ningún instrumento de cosechar), sino que solamente arrancaban espigas para comer; por eso, ellos no violaban la ley de Dios. Era práctica común y legal pero según la tradición de los fariseos (y, por eso, según el concepto del pueblo) no era lícito hacerlo en el día de reposo (el sábado), pues según ellos eso era trabajar (cosechar).
Fuente: Notas Reeves-Partain
QUEBRANTANDO LA LEY DEL SÁBADO
Mateo 12:1-8
Por aquel tiempo, iba Jesús una vez por los trigales en sábado. Sus discípulos tenían hambre, y se pusieron a arrancar espigas de trigo y a comérselas.
Cuando los fariseos lo vieron, Le dijeron a Jesús:
-¡Fíjate! ¡Tus discípulos están haciendo lo que no está permitido en sábado!
-¿No habéis leído -les contestó Jesús- lo que hicieron David y sus compañeros cuando tenían hambre, cómo entraron en la casa de Dios y se comieron los panes de la proposición que no les estaba permitido comer ni a él ni a los que estaban con él, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no habéis leído en la Ley que los sacerdotes profanan el sábado, y sin embargo no pecan? Os aseguro que aquí hay Uno que es mayor que el templo. Si os hubierais enterado de lo que quiere decir: «Es la misericordia lo que Yo quiero, y no los sacrificios,» no habríais condenado a los que no tienen ninguna culpa. Y es que el Hijo del Hombre también es el Señor del sábado.
En Palestina y en tiempos de Jesús, los campos de cereales y hortalizas estaban dispuestos en tiras largas y estrechas; y el terreno entre las parcelas era un camino de paso. Fue por uno de esos senderos entre los trigales por donde iban caminando Jesús y Sus discípulos cuando sucedió este incidente.
No se hace ninguna insinuación de que los discípulos estuvieran robando. La Ley establecía expresamente que un viandante hambriento tenía derecho a hacer precisamente lo que hicieron los discípulos, siempre que no usara más que las manos para coger las espigas, y no una hoz: » Cuando entres en la mies de tu prójimo, podrás arrancar espigas con la mano, pero no aplicarás la hoz a la mies de tu prójimo» (Dt 23:25 ). W. M. Thomson nos dice en La Tierra y el Libro que, cuando iba viajando por Palestina, había la misma costumbre. Uno de los platos favoritos de la tarde para un viajero era el trigo maduro. » Cuando iba viajando en el tiempo de la siega -escribe Thomson mis muleteros preparaban a menudo trigo tostado por las tardes después de montar la tienda. Tampoco se considera nunca como robo el recoger estas espigas verdes para tostarlas… También he visto a menudo a mis muleteros, al pasar entre los trigales, arrancar espigas, restregarlas en las manos, y comerse los granos sin tostar exactamente como se dice que hicieron los apóstoles.»
Para los escribas y los fariseos el delito de los discípulos no era coger espigas y comerse los granos, sino el haberlo hecho en sábado. La ley del sábado era muy complicada y minuciosa. El mandamiento prohibía trabajar el sábado; pero los intérpretes de la Ley no se daban por satisfechos con esa simple prohibición. Había que definir lo que era un trabajo; así que se especificaron treinta y nueve acciones básicas que estaban prohibidas en sábado, y entre ellas figuraban segar, trillar, aventar y preparar una comida. Los intérpretes no estaban dispuestos tampoco a dejar así las cosas. Había que definir cuidadosamente cada entrada en la lista de trabajos prohibidos. Por ejemplo, estaba prohibido llevar una carga. ¿Pero qué era una carga? Una carga era cualquier cosa que pesara tanto como dos higos secos. Estaba prohibida hasta la menor insinuación de trabajo; hasta cualquier cosa que se pudiera considerar simbólicamente como un trabajo. Posteriormente, el gran maestro judío cordobés Maimónides había de decir: » Arrancar espigas es una especie de siega.» En su acción los discípulos fueron culpables de mucho más que un sólo quebrantamiento de la Ley. Al arrancar las espigas eran culpables de segar; al restregarlas con las manos eran culpables de trillar; al separar el grano de la paja, probablemente soplando, eran culpables de aventar; y en todo ese proceso eran culpables de preparar una comida en sábado, porque todo lo que se hubiera de comer en sábado había que prepararlo el día antes.
Los judíos ortodoxos tomaban la ley del sábado con suma seriedad. El Libro de los Jubileos tiene un capítulo (el 50) acerca de la observancia del sábado. El que se acuesta con su mujer, o se propone hacer algo en sábado, o tiene intención de hacer un viaje (hasta la planificación de un trabajo estaba prohibida), o se hace el plan de comprar o vender, o sacar agua o levantar una carga es culpable. Cualquier persona que haga cualquier trabajo en sábado (ya sea en su casa o en cualquier otro lugar), o hace un viaje, o labra una granja, cualquier persona que enciende un fuego o monta una cabalgadura, o viaja en barco por el mar, cualquier persona que golpea o mata algo, cualquiera que atrapa a un animal, un ave o un pez, cualquiera que ayuna o hace la guerra en sábado -la persona que haga estas cosas debe morir.
El guardar estos mandamientos era cumplir la Ley de Dios; el quebrantarlos era quebrantar la Ley de Dios. No cabe la menor duda que, desde su punto de vista, los escribas y los fariseos estaban totalmente justificados al acusar a los discípulos de quebrantar la Ley, y a Jesús por permitírselo, si es que no los animó a hacerlo.
LA EXIGENCIA DE LA NECESIDAD HUMANA
Mateo 12:1-8 (continuación)
Para salir al paso de la crítica de los escribas y los fariseos Jesús presentó tres argumentos.
(i) Citó la acción de David (1S 21:1-6 ) cuando él y sus hombres estaban tan hambrientos que entraron en el tabernáculo -no en el templo, porque esto sucedió antes que se construyera el templo- y comieron el pan de la proposición, que sólo podían comer los sacerdotes. El pan de la proposición se nos describe en Lv 24:5-9 . Eran doce panes que se colocaban todas las semanas en dos filas de seis en el lugar santo. Sin duda eran una ofrenda simbólica para dar gracias a Dios por el don de los alimentos. Estos panes se cambiaban todas las semanas, y los que se quitaban quedaban para los sacerdotes, que eran los únicos que los podían comer. En aquella ocasión, en su hambre, David y sus hombres tomaron y se comieron aquellos panes sagrados, y no cometieron ningún delito. Las exigencias de la necesidad humana tenían prioridad por encima de cualquier costumbre ritual.
(ii) Citó el trabajo del templo en sábado. El ritual del templo siempre implicaba trabajo -encender fuegos, matar y preparar animales, cargarlos para colocarlos encima del altar y un montón de cosas parecidas. Estos trabajos realmente se duplicaban los sábados, porque había doble número de ofrendas (cp. por ejemplo Nm 28:9 ). Cualquiera de estas acciones habría sido ilegal que la hiciera cualquier persona en sábado. Encender un fuego, matar un animal, ponerlo sobre el altar habría supuesto quebrantar la Ley, y por tanto profanar el sábado. Pero para los sacerdotes era perfectamente legal hacer estas cosas, porque el culto del templo tenía que proseguir. Es decir: el culto que se ofrecía a Dios tenía prioridad sobre todas las leyes y normas del sábado.
(iii) Citó la palabra que Dios le dio al profeta Oseas: «Porque misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6:6 ). Lo que Dios desea mucho más que los sacrificios rituales es la amabilidad, el espíritu que no reconoce otra ley que la que impulsa a responder a la llamada de la necesidad humana haciendo todo lo posible por ayudar.
En este incidente Jesús establece que la exigencia de la necesidad humana debe tener prioridad sobre todas las demás exigencias. Las exigencias del culto, del ritual, de la liturgia son importantes; pero la exigencia de la necesidad humana tiene prioridad sobre todas ellas.
Uno de los santos modernos de Dios es el padre George Potter, que de la ruinosa iglesia de San Crisóstomo en Peckham hizo un ejemplo luminoso de culto y de servicio cristiano. Para propiciar la obra fundó la Fraternidad de la Orden de la Santa Cruz, cuyo emblema era la toalla que se ciño Jesús para lavar los pies de Sus discípulos. No había ningún servicio que fuera demasiado vulgar para que los hermanos lo prestaran; su trabajo a favor de los marginados y de los chicos sin hogar con antecedentes delictivos o potencial criminal está por encima de toda alabanza. El padre Potter tenía la idea más elevada del culto; y sin embargo, cuando estaba explicando la obra de la Fraternidad, escribió que cualquiera que quisiera hacer el triple voto de pobreza, castidad y obediencia: «no debe amohinarse si no puede llegar a vísperas en la fiesta de San Termógeno. Puede que esté sentado en una comisaría esperando a un «cliente»… No debe ser uno de esos tipos que llegan a la cocina jipiando porque se le ha acabado el incienso… Ponemos la oración y los sacramentos en primer lugar. Sabemos que nos hacen falta para hacer las cosas lo mejor posible; pero de hecho tenemos que pasar más tiempo al pie del Monte de la Transfiguración que en la cima.» Cuenta que llegó un -candidato cuando él estaba a punto de darles a los chicos un tazón de cacao y meterlos en la cama. «Así es que le dije: «¿Quieres limpiar el cuarto de baño ahora que está mojado?» Se quedó tan alucinado que apenas pudo musitar: «¡Yo no esperaba tener que ir limpiando detrás de chicos sucios!» ¡Bien, bien! Su vida de servicio consagrado al Bendito Maestro duró sólo unos siete minutos. Ni siquiera deshizo las maletas.» Florence Allshom, la gran directora del colegio de misioneras, habla del problema de la candidata que siempre descubre que su hora de devociones privadas es precisamente cuando hay que fregar cacharros grasientos con agua no muy caliente.
Jesús insistía en que el mayor servicio ritual es el de la necesidad humana. Es extraño pensar que, con la posible excepción de aquel día en la sinagoga de Nazaret, no tenemos evidencia de que Jesús dirigiera nunca un culto en toda Su vida en la Tierra, y sí tenemos abundante evidencia de que alimentó a los hambrientos y consoló a los tristes y atendió a los enfermos. El servicio cristiano no consiste fundamentalmente en seguir una liturgia o un ritual; es el servicio de la necesidad humana. El servicio cristiano no consiste en retirarse a un monasterio; es involucrarse en todos los problemas y tragedias y demandas de la situación humana.
-Eso es lo que queremos decir -o deberíamos querer decir- cuando decimos: «¡Vamos a servir al Señor!»
SEÑOR AUN DEL SÁBADO
Mateo 12:1-8 (conclusión)
Queda en este pasaje otra dificultad que no se puede resolver con absoluta seguridad. Está en la última frase: «El Hijo del Hombre es Señor del sábado.» Esto puede querer decir una de dos cosas.
(i) Puede querer decir que Jesús se presenta como Señor también del sábado, en el sentido de que Él puede usar el sábado como estime conveniente. Ya hemos visto que la santidad del ministerio del templo sobrepasaba y desplazaba las reglas y las leyes del sábado; Jesús acababa de presentarse como Uno que era mayor que el templo; por tanto, Él tenía perfecto derecho a omitir las leyes del sábado y hacer lo que estimara conveniente en sábado. Esa podríamos decir que es la interpretación tradicional de esta frase, pero presenta algunas dificultades reales.
(ii) En esta ocasión Jesús no estaba defendiéndose a Sí mismo de nada que hubiera hecho en sábado; estaba defendiendo a Sus discípulos; y la autoridad que subraya aquí no es tanto Su propia autoridad como la de la necesidad humana. Y hay que notar que, cuando Marcos cuenta este incidente, introduce otro dicho de Jesús como parte del clímax: «El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre para el sábado» (Mr 2:27 ).
A esto debemos añadir el hecho de que en hebreo y arameo la frase hijo de hombre no es corrientemente un título, sino otra manera de decir un hombre. Cuando los rabinos contaban una parábola, solían empezarla: «Hubo una vez un hijo del hombre que…» El salmista escribe: «¿Qué es el hombre para que Te acuerdes de él, o el hijo del hombre para que le visites?» (Sal 8:4 ). Una y otra vez Dios se dirige a Ezequiel como hijo de hombre: «Me dijo: «Hijo de hombre, ponte sobre tus pies y hablaré contigo»» (Ez 2:1; Ez 2:6; Ez 2:8 ; Ez 3:1; Ez 3:4; Ez 3:17; Ez 3:25 ). En todos estos casos hijo de hombre, sin mayúsculas, quiere decir sencillamente hombre.
En los primeros y mejores manuscritos griegos del Nuevo Testamento, todo estaba escrito con mayúsculas. En estos manuscritos (llamados unciales precisamente por estar escritos con mayúsculas) no se puede decir cuándo se necesitan las mayúsculas. Por tanto, en Mt 12:8 puede ser muy bien que hijo de hombre se deba poner con minúsculas, y que la frase no se refiera a Jesús, sino a cualquier hombre.
Si consideramos que en lo que Jesús estaba insistiendo era en el derecho de la necesidad humana; si recordamos que no estaba defendiéndose a Sí mismo, sino a Sus discípulos; si recordamos que Marcos nos dice que el sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado, entonces puede que concluyamos que lo que Jesús estaba diciendo era: «El ser humano no es el esclavo del sábado, sino su señor, y tiene derecho a usarlo para su propio bien.» Puede que Jesús estuviera reprendiendo a los escribas y los fariseos por esclavizarse a sí mismos y a sus semejantes con un montón de leyes tiránicas; y muy bien puede ser que estuviera estableciendo aquí el gran principio de la libertad cristiana, que se aplica al sábado como a todo lo demás de la vida.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
CAPÍTULO 12
3. OBSERVANCIA DEL SÁBADO (12,1-21).
La polémica continúa. En los dos pasajes siguientes se trata de la manera adecuada de entender el sábado, desarrollada por Jesús para justificarse. En primer lugar se nos dice que los discípulos arrancaron espigas en un día de sábado (12,1-8), luego se nos habla de la curación de un hombre en un día de sábado (12,9-14). Una sección sintética concluye esta parte (12,15-21).
a) Los discípulos arrancan espigas (Mt/12/01-08).
1 En aquella ocasión, atravesó Jesús, en un día de sábado, por un campo de mieses; sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comérselas. 2 Los fariseos, al verlo, le dijeron: Oye, tus discípulos hacen lo que no está permitido hacer en sábado. 3 Pero él les contestó: ¿No habéis leído lo que hizo David, cuando sintió hambre él y los suyos: 4 que entró en la casa de Dios y comió los panes ofrecidos a Dios, a pesar de que ni a él ni a sus compañeros les era lícito comerlos, sino sólo a los sacerdotes?
Jesús da a los adversarios nuevo motivo para sus acusaciones. Un día de sábado los discípulos, caminando, para saciar su hambre, cogen espigas del campo y comen los granos, lo cual estaba expresamente permitido en la ley y sancionado por el derecho consuetudinario; no se consideraba como hurto. «Si entras en el sembrado de tu amigo, podrás cortar espigas y desgranarlas con la mano, mas no echar en ellas la hoz» (Deu 23:25). Los fariseos sólo inculpaban a Jesús de que lo consintiese y no lo impidiese en día de sábado. Según su estricta interpretación incluso actividades insignificantes quedaban afectadas por el precepto del reposo sabático. Sólo se podía correr un trayecto determinado, hacer los trabajos necesarios para la vida. El arranque y trituración de los granos ya eran considerados como trabajo prohibido. Jesús se defiende en un discurso, en que procede escalonadamente, argumento tras argumento. Hay cuatro pensamientos independientes, que primero deben mostrar que Jesús está en su derecho y no quebranta el precepto divino. Las tres primeras razones también tienen que convencer a un judío, ya que están tomadas de la Escritura. Pero la última y también decisiva prueba contra los fariseos ya supone la fe en el poder de Jesús: Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
De una forma parecida como antes en la cuestión del ayuno aquí Jesús habla de su misión única. En las bodas mesiánicas no hay motivo para ayunar, ni tan sólo el sábado. La interpretación del precepto sabático y la manera de observarlo están sometidas a Jesús, como Señor. Apoyándose en estas palabras los antiguos cristianos pudieron atreverse a celebrar la fiesta del sábado a su manera, y finalmente incluso a sustituirla con la celebración del primer día de la semana. Esta sustitución se funda en el poder del Señor, que fue transferido a los apóstoles. En la Escritura hay ejemplos, en los cuales se quebrantó el sábado. El primer ejemplo versa sobre David, el rey ejemplar, a cuya manera de proceder se podía apelar. Cuando David huía de Saúl, hizo que el sacerdote Aquimelec le diera los panes santos ofrecidos a Dios, que se guardaban en la tienda santa de Nob (1Sa 21:1-7). Estos panes sólo los podían comer los sacerdotes. David no hizo caso de esta disposición, porque el mandamiento del culto no lo consideraba tan importante como la obligación de sustentar la vida. Las prescripciones sabáticas para Jesús tienen la categoría de esta disposición sobre los panes ofrecidos a Dios. Lo que hizo David, no sucedió un día de sábado. La comparación se basa en la infracción de lo que disponía la ley; en un caso extraordinario puede contravenirse un precepto de esta naturaleza.
5 ¿O no habéis leído en la ley que, en los sábados, los sacerdotes quebrantan, en el templo, el reposo del sábado, sin pecar por ello? 6 Pues bien, yo os digo que aquí hay uno más grande que el templo.
Todavía es más fuerte el segundo ejemplo. Los sacerdotes que prestan sus servicios en el templo, hacen el sábado diversos trabajos corporales en los preparativos e inmolación de las víctimas, en la colecta de los dones y en la purificación de las vasijas. Todo eso no sólo está permitido por excepción, sino que está mandado expresamente en la ley. Los sacerdotes lo hacen y no incurren en ninguna culpa. ¡Cuánto más tiene que estar ahora en vigor esta libertad, ya que aquí hay uno más grande que el templo! Es una frase vigorosa. Israel no conoce ningún santuario mayor que el templo, que garantiza la presencia de Dios. Unas palabras contra la santidad del templo desempeñan un papel importante en el proceso incoado contra Jesús (1Sa 26:61; cf. Hec 7:47-50). En el templo solamente está garantizada la proximidad de Dios. Pero en Jesús Dios está presente de una forma visible. Mora con nosotros. Dios se ha hecho hombre. Esta dignidad es inmensamente mayor que la dignidad de la casa construida de piedra y madera.
7 Si hubierais comprendido qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio, no habríais condenado a estos inocentes. 8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.
El tercer argumento ya lo hemos encontrado antes: son las palabras del profeta Oseas: Misericordia quiero y no sacrificio (Hec 9:13). Jesús hace valer de nuevo el adecuado orden de valores, como hicieron infatigablemente los profetas anteriores a él. Dios quiere el corazón, la obediencia y la confianza, la bondad y la verdadera justicia. Si el hombre los ofrece, también son agradables a Dios los sacrificios. Pero nunca podemos exonerarnos de la misericordia observando escrupulosamente las prescripciones rituales, cumpliendo de una forma minuciosa las disposiciones del culto divino. Si sólo se da a Dios una cosa sin la otra, nos desviamos de su voluntad. Las pruebas de Jesús conducen mucho más allá de lo que era motivo de la queja. Se trata de la adecuada comprensión de la ley de Dios y especialmente de sus prescripciones del culto. Jesús no dice que se hayan suprimido las leyes del sábado, pero son interpretadas de un modo nuevo. Hay obligaciones que están en un nivel superior y que son intimadas por Dios con más insistencia. Sobre todo se ha producido una nueva situación desde que se presentó Jesús. En él hay uno más grande que el templo y su culto. Es la aurora de un nuevo tiempo, en el que los verdaderos adoradores de Dios no le adorarán en el templo, sino «en espíritu y en verdad» (Jua 4:23). También para nosotros sigue siendo válido el orden de valores establecido por Jesús: primero la obediencia y la misericordia, luego el cumplimiento de las prescripciones del culto. El culto divino en la nueva alianza tiene una dignidad incomparable, ya que es ofrecido por el sumo sacerdote Jesucristo, pero en todas partes está al acecho el peligro de la angostura legal y de la proliferación de ritos y prescripciones sobre el servicio viviente del corazón.
b) La curación de una mano seca (Mt/12/09-14).
9 De allí se fue a la sinagoga de ellos. 10 y había un hombre que tenía una mano seca; y para poder acusar a Jesús, le preguntaron: ¿Es lícito curar en sábado? 11 Pero él les contestó: Y si a uno de vosotros, en día de sábado, se le cae en un hoyo la única oveja que tiene, ¿no le echa mano y la saca? 12 Pues ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por lo tanto, es lícito hacer bien en día de sábado. 13 Entonces le dice a aquel hombre: Extiende fu mano. él la extendió, y se le quedó sana como la otra. 14 Pero los fariseos salieron, y en un consejo contra Jesús, acordaron la manera de acabar con él.
Un segundo suceso en día de sábado, y además en una sinagoga. Esta vez los adversarios atacan preguntando si está permitido curar en día de sábado. Los escribas sostuvieron en este punto diferentes opiniones, unas más amplias y otras más estrechas. Aquí no se pregunta por ellas, sino si en general está permitido. El Señor contesta primero con un ejemplo. El caso de la oveja, expuesto por Jesús en ciertas circunstancias lo habrían designado como permitido muchas opiniones de escuela. Pero Jesús no cuenta el ejemplo para adoptar y defender tal o cual opinión, sino para proceder según sano entendimiento humano. En efecto, cualquier hombre razonable procedería como este campesino. A nadie se le ocurre dejar perecer lastimosamente la oveja por causa del sábado, sobre todo si es la única que posee su dueño, y por tanto representa para él un alto valor.
Pero ahora viene la conclusión. El hombre es mucho más digno de aprecio que una oveja. Si le acontece algo, se le ayudará en seguida. aunque sea en día de sábado. Ahora el hombre no ha caído con la mano seca en el hoyo, no está en peligro inmediato de muerte. Jesús también podría curarlo al día siguiente. Pero él quiere responder la pregunta según los principios, así como también ha sido preguntado según ellos. Jesús contesta haciendo un cambio significativo. Los adversarios le preguntan si se puede curar. Jesús contesta que se puede hacer una buena obra. De esto, pues, se trata. La norma de si esto o aquello está permitido, no se mide tan sólo por la índole del trabajo, sino por la intención de este trabajo. Aquí se intenta algo bueno, provechoso y por eso muy agradable a Dios desde un principio. También aquí tiene que cambiarse la manera de pensar. La rigidez en la manera legal de pensar debe quitarse con una manera humana de pensar, determinada por el sentido y valor morales. El bien siempre tiene su sentido en sí mismo. Sin cesar lo debemos hacer, espontánea y sinceramente, sin reflexionar con angustia o asegurarnos con prudencia. El enfermo es curado. Pero según la manera de ver de los adversarios Jesús quebranta la ley. Y no solamente la quebranta, sino que defiende una nueva doctrina y por eso se coloca fuera de la tradición. Esta actitud de Jesús les irrita tanto que ya ahora resuelven matarlo. Como el estallido de un trueno en un día de verano -así resuena la frase que nos da a conocer que los enemigos de Jesús han tramado un plan para darle muerte-. Es evidente que aquí ya no se trata de una u otra manera de ver, de una interpretación más estricta o más amplia de la Escritura, sino de una enemistad sistemática. Para los enemigos las novedades que enseña Jesús, no se enlazan con lo antiguo. Es una revolución que tiene que ser sofocada, para que no se estremezcan los fundamentos de su fe. Así pueden ellos pensar y creer de veras que tienen razón. A pesar de que todo el derecho de Dios está de parte de Jesús. Pero ellos no lo pueden ver por su rígida visión legalista.
c) El siervo de Dios (Mt/12/15-21). J/SIERVO:
15 Al saberlo Jesús, se alejó de allí. Muchos los siguieron; y él a todos los curó, 16 pero severamente les encargó que no lo descubrieran.
San Mateo hace suyo un pensamiento con frecuencia manifestado en san Marcos, a saber, que el Señor mandó guardar silencio sobre sus milagros y el misterio de su persona (Cf. Mat 9:30). Este mandamiento de callar aquí adquiere un carácter especial por el plan homicida, del que se acaba de hablar (Mat 12:14). Jesús parece que se aparte de los adversarios y que se retire. Por consiguiente tampoco es conveniente darlo a conocer. Jesús continúa sus curaciones, pero no para que se hable en una extensa zona de los alrededores. Parece haber pasado el tiempo en que sus obras hablan por sí mismas, es decir en favor de él. La enemistad ya ha ido en aumento como un torrente impetuoso, de tal forma que tiene que esconderse. ¿Debemos ya ver en ello una señal del fracaso, una resignación ante la fuerza apremiante de la contradicción? San Mateo prosigue esta cuestión con el texto del profeta Isaías.
17 Para que se cumpliera lo anunciado por el profeta Isaías cuando dijo: 18 Mirad a mi siervo, a quien yo elegí; a mi predilecto, en quien se ha complacido mi alma. Sobre él pondré mi espíritu, y él anunciará el derecho a las naciones. 19 No porfiará ni gritará, y nadie oirá su voz en las plazas. 20 La caña cascada no la quebrará, y la mecha humeante no la apagará, hasta que haga triunfar el derecho. 21 ¡Y en su nombre pondrán las naciones su esperanza!
Pocas citas del Antiguo Testamento aduce san Mateo tan detalladamente. Con esta cita se nos ofrece una llave para comprender al Mesías. Al retirarse Jesús obligado por los demás, se trasluce en él la imagen del siervo de Yahveh que se encuentra en Isaías. Dios no anula nada de lo que ha dotado a su siervo desde el principio. Dios le ha elegido para que sea el Emmanuel («Dios con nosotros») y para salvar «a su pueblo de sus pecados» (Mat 1:21.23). Jesús es su «hijo amado», en quien el alma de Dios se complace, cuando se revela en el bautismo del Jordán. Allí el Espíritu se puso sobre él. Empezó a obrar poderosamente en él, comenzando por la lucha con Satán en el desierto. Sus primeras palabras fueron las del reino, con las que se anunció el «derecho» divino; «a las naciones», se dice en Isaías, por tanto no sólo a Israel. El profeta dice que las palabras del Mesías tienen validez para todos y van dirigidas a todas las naciones del mundo, todo lo cual ha sido presentado a nuestros ojos mediante diversas imágenes. El profeta no sólo tiene conocimiento de aquella vocación y de su radiante principio. Contempla en el tiempo futuro que el siervo de Yahveh no marcha como un jefe de ejército o un reformador, que vuelve lo de abajo hacia arriba. El profeta tiene conocimiento de una actividad profundamente interna, que cura de raíz y alienta. El siervo no porfía ni grita, ni llena las plazas con un diluvio de palabras. Su vocación es consolar al abatido delicada y misericordiosamente, curar las heridas, alentar el ánimo quebrantado, inclinarse hacia el pecador. No hay ninguna porfía, como las tenemos los hombres, ni tampoco ninguna discusión para encontrar en común la verdad. Incluso frente a los adversarios Jesús no hace otra cosa que «anunciar el derecho (de Dios)». Los adversarios tienen que oír y aceptar lo que Dios dice por medio de Jesús. No podemos discutir sobre el Evangelio. Solamente podemos obedecerlo. ésta es la finalidad de cada una de las conversaciones sobre el mensaje de Dios: estimularnos unos a otros a una obediencia mejor. En el retiro, en esta actuación salvífica apenas perceptible y poco llamativa, Jesús realiza la vocación de Dios. Pero de este modo se lleva a cabo el plan de hacer triunfar el derecho. No el derecho en que los hombres insistimos, o el derecho del que mana la ley, sino el derecho de Dios, lo que él reclama inalienablemente: el reconocimiento de su soberanía. En su nombre esperan las naciones, más aún, todas las naciones, Israel inclusive. El camino del Mesías conduce de la humillación al ensalzamiento, del retiro a la luz, como ya se dijo a los apóstoles: «Lo que os digo en la obscuridad, decidlo a plena luz; lo que escucháis al oído, proclamadlo desde las terrazas» (10,27). Este camino también lo describe en el Evangelio san Juan, aunque de una forma ampliada en torno al primer movimiento de arriba abajo, de la Palabra preexistente de Dios a la humillación de la carne, y de nuevo arriba al Padre, cuando Jesús fue exaltado: «Salí del Padre y he venido al mundo; ahora dejo el mundo y me voy al Padre» (Jua 16:28).
4. DIOS O SATÁN (Jua 12:22-45).
La crisis llega a su punto culminante en los siguientes pasajes, en los que se manifiesta la acritud de las divergencias de forma semejante como en el relato de las tentaciones (Jua 4:1). Pero aquí ya no se manifiesta en la secreta lucha invisible entre Dios y Satán, sino en la notoria lucha entre la oposición judía y el Mesías de Dios. Al principio se reprocha una vez más a Jesús que está aliado con el demonio, y a continuación Jesús habla en defensa propia (Jua 12:22-37). Siguen una llamada a la penitencia y unos párrafos judiciales sobre la generación hostil (Jua 12:38-42). El párrafo de la reincidencia concluye el discurso con tono amenazador (Jua 12:43-45).
a) Reino de Dios o reino de Satán (Mt/12/22-37).
22 Entonces le presentaron un endemoniado ciego y mudo, y lo curó, de manera que el mudo podía hablar y ver. 23 Toda la multitud estaba asombrada y se decía: ¿No será éste el Hijo de David? 24 Cuando lo oyeron los fariseos, replicaron: Este no arroja los demonios sino por arte de Beelzebul, príncipe de los demonios.
Ya hemos leído antes una escena semejante (9,32-34). De nuevo se trata de un endemoniado, otra vez el pueblo aclama a Jesús con entusiasmo. En la escena citada la gente hace constar con asombro que nunca se ha visto en Israel algo semejante, aquí incluso pregunta: ¿No será éste el Hijo de David? Este es un grado superior, un paso adelante. Al Mesías se le llama Hijo de David. ¡Cuán cerca parece que se está de la verdad! Pero solamente lo parece a medias. Porque con una oposición mucho más endurecida se levanta la acusación de que Jesús arroja los demonios con la ayuda del príncipe de los demonios. El mismo acontecimiento y un juicio tan diferente. Lo que para unos es la única esperanza, a otros les parece un insolente engaño del pueblo. ¿Es obra de Dios o prestidigitación de Satán? Siempre se exige esta decisión incluso en el gobierno de la Iglesia por parte de Dios; solamente la fe dócil y obediente conoce que en estos hechos no se da testimonio de seducción humana, sino de amor divino…
25 Pero él, penetrando sus pensamientos, les dijo: Todo reino dividido en bandos queda devastado, y toda ciudad o casa dividida en bandos no podrá subsistir. 26 Y si Satán arroja a Satán, está dividido contra sí mismo; ¿cómo, pues, subsistirá su reino? 27 Y si yo arrojo los demonios por arte de Beelzebul, ¿por arte de quién los arrojan vuestros discípulos? Por eso serán ellos mismos vuestros jueces.
La defensa del Señor está estructurada con estricta lógica. Este rigor en el orden de las ideas es una expresión del antagonismo irreconciliable entre el reino de Dios y el reino de Satán. En la tentación el espíritu maligno solamente habló de los reinos del mundo, que él creyó que podía adjudicar a su libre elección (4,8s). Aquí Jesús habla de su propio reino. Se puede comparar su dominio con un Estado, o también con una ciudad o una casa, en las cuales reina el orden bajo una autoridad. Cuando una familia se divide por dentro, los hijos se rebelan contra los padres (10,34-36). Una guerra civil puede arruinar todo un reino; entonces está perdida la integridad de aquel orden. La capacidad de subsistir estriba en la unidad de los miembros aunados en su pluralidad mediante la comunidad de fines.
Cuando uno se subleva contra otro, se desploman los pilares del orden y ha ]legado el fin. El reino de Satán parece hecho según el molde del reino de Dios, más aún, calcado. Satán ha fundado un gobierno rival, un reino rival. En el reino de Satán no hay unidad en la plenitud, como la hay en Dios, sino solamente una imagen deformada de unidad: todo tiene que servir al espíritu maligno, todo tiene que ser destruido, lastimado, dividido. En esto están de acuerdo todos los miembros de este «reino». ¿Cómo puede trabajar en él uno contra otro? ¿Cómo puede Satán, como quien dice, suicidarse? Jesús esgrime un segundo argumento en la polémica: vuestros propios hijos, es decir vuestros discípulos también actúan de exorcistas, que arrojan demonios. Vosotros mismos los habéis instruido para este oficio. Ellos serán vuestros jueces, porque testifican en favor mío y en favor de mi actividad que el espíritu maligno solamente retrocede ante el vigor de Dios. También ellos solamente pueden alcanzar algo, si topan con el poder demoníaco en el nombre del Señor.
28 Pero si yo arrojo los demonios en virtud del Espíritu de Dios, es que el reino de Dios ha llegado a vosotros.
Todo lo antedicho constituye un argumento tajante. Ahora viene la proclamación que habla con autoridad, el testimonio que da sobre su obra. Hasta ahora tenia que doblegarse el entendimiento, pero, en adelante, será la fe la que llegue a comprender. En mí no actúa el espíritu maligno, sino el Espíritu de Dios. Mediante su virtud, con la que fui ungido, se vence a los demonios. Y cuando se consigue esta victoria, ya llega el reinado de Dios. Si se expulsa el poder maligno, puede establecerse el dominio de Dios. El espacio libre para este dominio es obtenido paso a paso y con fatiga. Pero entonces realmente triunfa la gloria de Dios. El reino de Satán no se quebrará por los desacuerdos que haya en sí mismo, sino por el poder mayor del reino de Dios. Es una de las frases más vigorosas del Evangelio. Esta fuerza tiene que revelarse donde actúa el Espíritu de Dios, no sólo expulsando un espíritu maligno como aquí, sino también en nuestras sencillas obras, si se hacen «con el Espíritu de Dios»: con la oración esforzada, con el servicio humilde o solamente con un buen recuerdo o deseo para uno de nuestros prójimos.
29 ¿O cómo puede uno entrar en la casa de un hombre fuerte y saquearla, si primero no logra atarlo? Sólo entonces le saqueará la casa.
Es una corta parábola. Está tomada de la guerra, y es dura y realista. El que quiere despojar una casa ajena, y saquear lo que en ella haya, primero tiene que maniatar al dueño de la casa, de lo contrario no conseguirá su intento. Causa extrañeza que se llame «hombre fuerte» al dueño de la casa. En la parábola es comprensible, porque solamente así se entiende el riesgo que da quehacer al asaltante. Pero Jesús hablaba de Satán, y la parábola debe proseguir lo precedente. Satán es fuerte, porque está al frente de un «reino». Sólo uno más fuerte que él puede vencerle y encadenarle, si quiere despojarle de sus bienes. ¿Quién ha de ser el más fuerte, sino aquel a quien Juan el Bautista anunció con estas palabras: «Pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo» (3,11)? También es más fuerte que Satán, y sólo Jesús logrará hacer que la nocividad de aquél pierda su eficacia. Los demonios huyen ante la decisión soberana de Jesús. Satán sufre una derrota tras otra. Somos impotentes si contamos con nuestras propias fuerzas. Sólo el poder de Jesús, el más fuerte, puede reprimir en nosotros el mal: el odio, la mentira, la enemistad contra Dios.
30 Quien no está conmigo, está contra mí, y quien conmigo no recoge, desparrama.
Dios contra Satán y el Mesías contra Satán es exactamente lo mismo. El que se vuelve contra Jesús, también se vuelve contra Dios. Sólo él puede hacer frente a los poderes del maligno, porque está fatalmente en Dios, y Dios está totalmente con él. Con referencia a él se decide la suerte del hombre. Más aún, quien no trabaja activamente con Jesús, tal como hicieron los discípulos durante la vida mortal de él, trabaja contra Jesús, desparrama. La imagen presenta que la obra de Jesús según la idea de reunir «las ovejas perdidas de la casa de Israel» (10,6). De nuevo resplandece la imagen del pastor y del rebaño. Desparrama el lobo que irrumpe en el rebaño. No solamente establecemos en alguna parte un criterio; no solamente se trata de la decisión antes tomada. Esta decisión tiene que realizarse constantemente, tiene que adquirir forma en la acción. No se queda en la teoría, en una orientación espiritual. Esta decisión sólo es verdadera donde las ocupaciones cotidianas son sustentadas por ella, y esto significa recoger con Jesús, servirle como pastor de almas, trabajar por él…
31 Por eso os digo: cualquier pecado y blasfemia se perdonará a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu no se les perdonará. 32 Y si uno dice una palabra en contra del Hijo del hombre, se le perdonará; pero el que la diga en contra del Espíritu Santo, no tendrá perdón ni en este mundo ni en el futuro.
Se habla de un pecado: la blasfemia. Este pecado siempre va dirigido contra lo santo y divino, a diferencia de otros pecados que se dirigen a los hombres y a los valores humanos. Jesús distingue entre la blasfemia contra el Espíritu Santo y la blasfemia contra el Hijo del hombre. Es difícil entender cómo puede perdonarse este pecado contra el Hijo del hombre, y no puede perdonarse el otro pecado. Jesús emplea el título de Hijo del hombre para sí como un seudónimo. Puede significar simplemente «persona humana», pero también puede significar las más excelsas dignidades: el poder para perdonar los pecados, el cargo de juez al fin de los tiempos. En cualquier caso exteriormente es un hombre como todos los demás. Como aquí se muestra, podemos incurrir en error respecto a él. Se pueden interpretar sus milagros con mala voluntad, como antes sucedió (12,24). Como hombre entre los hombres es objeto de un antagonismo, la fe en él puede ser hallada, pero también rehusada. Este encubrimiento de la plenitud divina con el vestido humano, el ocultamiento de la divinidad en la endeblez puede ser imputada al hombre como «circunstancia atenuante». Aquí queda esperanza de perdón. Pero el que blasfema contra el Espíritu de Dios, sabe muy bien de quién se trata. Su ataque se dirige inmediatamente a Dios. El hombre no puede ver a Dios ni tampoco a su Espíritu, pero sabe quién es Dios. Si alguien blasfema contra Dios, en realidad siempre hace referencia al mismo Dios. En esta blasfemia no hay ningún claroscuro de duda o de inseguridad y, por eso, tampoco hay ninguna excusa. Jesús confiesa solemnemente que expulsa a los demonios con el Espíritu de Dios. La blasfemia contra Dios en realidad es una blasfemia contra el Espíritu. Y este pecado no puede perdonarse, porque el blasfemo en cierto modo se excluye a sí mismo del perdón. No obtendrá perdón ni aquí en el tiempo del mundo actual ni en el tiempo futuro. Se ha separado de Dios.
33 O tenéis por bueno el árbol y por bueno su fruto, o tenéis por podrido el árbol y por podrido su fruto; pues por el fruto se conoce el árbol. 34 ¡Raza de víboras! ¿Cómo podréis decir cosas buenas, siendo malos? Porque del rebosar del corazón habla la boca. 35 El hombre bueno, de su buen tesoro saca lo bueno, y el hombre malo, de su mal tesoro saca lo malo.
Aquí se emplea de nuevo la imagen de los árboles y de su fruto. No puede tener buen corazón, quien dice cosas malas, aquel cuyas palabras están llenas de maldad y odio. Todo el hombre está ofuscado (cf. 6,22s). El exterior refleja sin hipocresía la situación interna del hombre. La maldad del corazón se da a conocer en el lenguaje blasfemo. Este lenguaje testifica que estáis enteramente perdidos y que Dios no está en vosotros. Así como se conoce el árbol putrefacto y podrido por su fruto inservible, así se conoce vuestra perversidad por vuestro lenguaje. También Jesús emplea a su vez, como ya hizo el Bautista. el duro tratamiento: «¡Raza de víboras!» (Cf. 3,7 y una vez más 23,33). Con frecuencia no se conoce al instante aquella perversidad, tampoco tiene que darse a conocer exteriormente como maldad. Está encubierta bajo el manto de la piedad y se escuda con la intención de servir a Dios. Aquella perversidad es hipocresía, que Jesús ya ha echado en cara a los fariseos en el sermón de la montaña (6,8) y de la que más tarde se trata de una forma más sistemática en el gran discurso de las invectivas (capítulo 23).
Con la imagen de los árboles se junta la sabiduría proverbial de la experiencia humana: «Porque del rebosar del corazón habla la boca.» El puro sentimiento y la diafanidad en la manera de ser se expresa también en el lenguaje. Sólo percibe este sentimiento en el lenguaje quien tiene en sí suficiente pureza para percibir a través de las palabras la verdadera pureza de intención. Por tanto el hombre en su corazón posee un tesoro que es bueno y valioso, o malo y vacío. ¡Cuán estrecha es la relación entre el lenguaje y el ser,. entre las palabras pronunciadas con labios humanos y la disposición del ser! Es una verdad que también se confirma en nuestra experiencia cotidiana. A la larga conocerá uno a otra persona por la veracidad interna de su lenguaje, pero también él será conocido por los otros. La palabra revela nuestra persona. Viene del centro del ser y busca el camino para llegar al prójimo. Cuanto mayor es la unidad entre nuestro sentir y la palabra, tanto más profundamente estamos configurados por la verdad de Dios. Entonces de nuevo tiene validez la bienaventuranza: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» (5,8).
36 Pero yo os aseguro que de toda palabra sin hechos que hayan proferido los hombres, tendrán que dar cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.
La palabra tiene que ser administrada con esmero. Tiene una alta dignidad y saca del fondo de nosotros lo más valioso que tenemos. Por eso nos debemos precaver de emplear palabras sin hechos. De cada una de ellas tenemos que dar cuenta el día del juicio. Es un pensamiento estremecedor. Nuestras palabras se pesarán y medirán, como se pesan y miden nuestras acciones. Puesto que Jesús habla de ellas con tanta seriedad, no pueden ser solamente las palabras cotidianas, sin las que sería inconcebible nuestra vida, la conversación sobre los acontecimientos del día, sobre las alegrías y preocupaciones en la familia, las consideraciones sobre las compras y la comida, y sobre todo lo que nuestras palabras tienen que conseguir sin cesar y hasta necesariamente. Palabras sin hechos tienen que ser las que no proceden de aquella verdad interior, las que son impuras y ambiguas, fingidas oculta o conscientemente, y aisladas del amor: todo lo que se dice sobre el prójimo, si es murmuración; todo lo que se diga sobre la situación y estos malos tiempos, si son tan sólo inútiles y desenfrenadas habladurías. Dios ponderará estas palabras. Deberíamos esforzarnos porque toda nuestra manera de hablar se identifique cada vez más con nuestro sentir, con nuestro corazón, impulsado con el latido del amor.
b) Petición de una señal (Mt/12/38-42).
38 Entonces se dirigieron a él algunos escribas y fariseos con estas palabras: Maestro, quisiéramos ver alguna señal tuya. 39 él les contestó: Esta generación perversa y adúltera reclama una señal, pero no le dará más señal que la del profeta Jonás. 40 Porque así como estuvo Jonás en el vientre del monstruo marino tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en las entrañas de la tierra tres días y tres noches.
Los escribas y fariseos se acercan a Jesús para hacerle una petición. Le tratan respetuosamente como maestro: querrían ver alguna señal suya. ¿Qué clase de señal debe ser? ¿No ha dado señales continuamente, sobre todo en sus milagros? ¿No ha hablado el mismo Dios desde un principio y ha dado una señal en el bautismo del Jordán? Los escribas y fariseos quieren todavía algo más, su pregunta podría estar pensada honradamente, así como la pregunta de Juan el Bautista (11,2s). Este preguntó si Jesús era realmente el Mesías. Los adversarios aquí podrían aludir a lo mismo: una señal confirmatoria, un prodigio innegable y seguro. La respuesta del Señor también es similar a la que dio a Juan. No dijo al Bautista explícitamente que él era el Mesías, sino que le mostró el camino de la fe: juzgar su persona por las obras. Los adversarios aquí tampoco reciben una respuesta directa. Pero la recusación es mucho más áspera. Jesús ve en la petición como tal un agravio, una protesta contra el plan de Dios. A sus antepasados los profetas con frecuencia les han reprochado que eran una generación perversa, incapaces de hacer el bien, y por consiguiente una generación adúltera, que quebranta sin vacilar el pacto de amor que Dios había concertado. Así también es esta generación de los contemporáneos de Jesús. Pide una señal propia, porque no acepta las que ya han sido dadas por Dios. Intenta forzar bajo su voluntad a Dios, en vez de someterse a la voluntad de Dios. Por eso no se dará a esta generación ninguna señal. Satán en el desierto tampoco había tenido éxito en sus exigencias de señales prodigiosas. En último término Satán está metido tras las exigencias de esta generación. A veces se oye decir: si Dios obrara un milagro, entonces creería. Están puestas todas las señales que nos muestran el camino. La voluntad sediciosa pide otras y nuevas señales, de las que nosotros mismos querríamos juzgar si también son suficientes para dar testimonio de Dios.
No obstante dará una señal, designada de modo impreciso como señal del profeta Jonás. No enseguida, porque la piden los escribas, sino cuando sea del agrado de Dios. Es la señal de la muerte y de la resurrección. Jonás fue retenido en el vientre del monstruo marino durante tres días, como castigo de Dios por su desobediencia. Pero luego es liberado milagrosamente y es enviado a Nínive para predicar. El Hijo del hombre estará tres días en el seno de la tierra (es decir, en el mundo subterráneo) para que se lleve a término su obediencia. él muere con la muerte de los profetas, pero es resucitado y gloriosamente ensalzado por Dios. Es la señal que dará Dios -escándalo para los judíos, necedad para los gentiles-, señal de contradicción. Ha sido del agrado de aquel que ha convertido en necedad la sabiduría del mundo, salvar a los fieles mediante la necedad de la predicación de la cruz. Así ve el Apóstol la señal de la salvación, que Dios establece (1Co 1:20-23). La tentación de pedir una señal a Dios se ha dado con frecuencia en la historia de la Iglesia. A todos los que piden especiales revelaciones, nuevos milagros, secretas informaciones sobre acontecimientos y fechas, sobre guerras y catástrofes o el fin del mundo, se dice lo mismo que aquí a los adversarios: no se dará otra señal que la señal del profeta Jonás… Todo lo demás es falta de fe o superstición.
41 Los habitantes de Nínive comparecerán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron ante la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es mayor que Jonás. 42 La reina del sur comparecerá en el juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino desde los confines de la tierra para oir la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es mayor que Salomón.
Dos ejemplos de la Sagrada Escritura corroboran la respuesta de Jesús: Esta generación ya se ha pronunciado la sentencia, ya no tiene que esperar ninguna señal. El profeta Jonás fue enviado a los gentiles de una ciudad proverbialmente arrogante, frívola y degenerada. Nínive, la capital del reino asirio. Bastó un profeta para convertirles. Aquí hay uno que es mayor que Jonás. Se ha perdido el llamamiento a la penitencia sin que se haya oído, esta generación no se ha convertido. Al centurión pagano ya le dijo Jesús que no había encontrado una fe igual en Israel. Los paganos que vienen de los cuatro puntos cardinales de la tierra para reunirse. se pondrán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob cn vez de los herederos propios de éstos (1Co 8:12). Aquí Jesús todavía da un paso adelante: los paganos no solamente reemplazarán a los hijos de Israel, sino que incluso pronunciarán sentencia contra esta generación en un proceso ante el tribunal divino. El segundo ejemplo habla de una gentil, aquella reina de Saba, el rico país de oro de Arabia, que vino a ver a Salomón con ricos presentes para oír su sabiduría (Cf.1Re 10:3; 2Cr 9:2). También ella actuará de acusadora en aquel día. Porque por más esclarecido y sabio que fuera Salomón, aquí hay uno que es más que él. Estas palabras también proyectan una luz sobre Jesús. Es un predicador de la penitencia como Jonás y los otros profetas, y es el maestro del camino de Dios como Salomón y todos los maestros sapienciales posteriores a él. Jesús desempeña las dos funciones juntas, es decir, de profeta y maestro, y sin embargo es más que las dos. Muchas personas que están fuera de la Iglesia la miran con profundo respeto y con ansia. Muchos aceptan su mensaje, si habla de la dignidad del hombre, de la paz y de la unidad de las naciones. Muchos ven el «estandarte entre las naciones» (Isa 11:12), si tampoco consiguen el pleno conocimiento de la verdad. ¿Actuarán también muchos de ellos el día del juicio contra los miembros de la Iglesia que poseyeron la verdad y, con todo, en el fondo, fueron incrédulos; pidieron señales y procuraron forzar a Dios, pero no se convirtieron?
c) Peligro de recaída (Mt/12/43-45).
43 Cuando el espíritu impuro sale del hombre, vaga por los desiertos buscando reposo, pero no lo encuentra. 44 Entonces se dice: Me volveré a la casa de donde salí. Y al llegar a ella, la encuentra desocupada, barrida y arreglada. 45 Entonces va, toma consigo otros siete espíritus peores que él, entran en la casa y se instalan allí; y resulta que la situación final de aquel hombre es peor que la de antes. Así le sucederá también a esta generación perversa.
De nuevo se evoca el escenario del desierto. La etapa inculta, la monotonía desecada, inerte, es lúgubre para el habitante de la tierra fértil de cultivo; le rodea como si fuera un peligroso país extranjero. Es el lugar de residencia de los demonios. Jesús también ha combatido allí con Satán. Desde el desierto los demonios avanzan hasta meterse en el reino de los hombres e intentan aclimatarse en él. Si se les echa fuera -como constantemente sucedía por el poder de la palabra de Jesús-, entonces no les queda otra solución que regresar a su patria inculta, que no es la patria de ningún hombre. También es posible que por la fuerza se haya arrojado del hombre al espíritu maligno, sin que este hombre se emancipe interiormente de dicho espíritu. Por el contrario la potencia ocupante del espíritu tenebroso le resultaba agradable. Pero ahora se ha quedado vacío, porque la plenitud de Dios no ha llenado el recinto desocupado. Todavía está interiormente dispuesto para el espíritu malvado, más aún, siente verdadera nostalgia de él y le atrae. Cuando el demonio vagando por los alrededores se aproxima, encuentra la casa «desocupada, barrida y arreglada». Esto tiene que estimularle de nuevo y le ha de llenar de una alegría verdaderamente satánica. Reúne compañeros y con ellos vuelve a instalarse en la casa, en el corazón de aquel hombre. Allí pueden desbravarse y hacer de las suyas, y hacen al hombre todavía más desdichado de lo que era antes. Este pasaje nos traslada a un mundo extraño, concebido por las ideas de los contemporáneos de Jesús. Pero con las ideas chocantes se hace patente lo que en el fondo interesa: la decisión en favor o en contra de Dios, la cual se toma en el corazón (en «la casa»). Esto corresponde a lo que cualquiera puede imaginarse como ejemplo espantoso. El que se ha emancipado una vez del espíritu maligno, es mucho peor, si recae por segunda vez. Es un ejemplo. Lo que el Señor propiamente quiere decir, está en la última frase: Así le sucederá también a esta generación perversa. Jesús considera a la masa de sus adversarios como reincidentes. No se hace patente en particular si los adversarios en parte han creído inicialmente en la palabra de Jesús, si por lo menos se han abierto a él con prontitud o si ya han empezado la vida nueva. Quizás la mirada tiene que volverse todavía más a la historia del pueblo, que era una historia de conversiones y de incesantes caídas. Los adversarios dejaron que el espíritu maligno adquiriera poder muy a menudo sobre ellos, a pesar de todos los fervientes esfuerzos de Dios; por eso son pecadores reincidentes, una generación realmente pervertida. Así como el hombre de quien aquí se habla, enseguida volvió a pactar con el espíritu maligno, así también en esta generación no ha habido ninguna conversión real. Les irá peor que a otras generaciones precedentes, ya que aquí hay uno que es «mayor que Jonás» y «mayor que Salomón».
d) Los verdaderos parientes de Jesús (Mt/12/46-50).
Con este fragmento concluye la gran polémica con los adversarios, lo cual es muy significativo. Las últimas palabras no conminan a esta «generación perversa», sino que indican lo que se opone a ella, una nueva generación dedicada de veras a Dios.
46 Todavía estaba él hablando al pueblo, cuando su madre y sus hermanos, que se habían quedado fuera, intentaban hablar con él. 47 Y le dijo uno: Mira que tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo (1). 48 Pero Jesús le contestó al que le hablaba ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? 49 Y extendiendo la mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí a mi madre y mis hermanos. 50 Porque todo el que cumple la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.
……………..
(1). El v. 47 falta en muchos manuscritos importantes; probablemente no es original de san Mateo, sino que procede de Mar 3:32, y se ha infiltrado en el primer Evangelio. Sin este versículo el texto de san Mateo es más escueto y rígido.
…………….
Jesús habla con brusquedad al que le comunica la noticia de que sus parientes querían hablar con él, haciéndole primero una pregunta extraña: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Esta pregunta muestra que Jesús tiene la intención de decir algo concreto. Porque todos saben quiénes son su madre y sus hermanos. Jesús tampoco quiere manifestar que se distancia de su madre María y de los demás parientes, ni que no los conoce ni estima como parientes, ni que reconoce que está separado de ellos. Lo que interesa es otra cosa. El evangelista dice solemnemente que Jesús extiende la mano hacia sus discípulos. Es el ademán de la toma de posesión, la señal para expresar la pertenencia y también la bendición. El texto no dice «sus apóstoles», sino sus discípulos. No se hace referencia al grupo de los doce, sino a los que en su interior mantienen las relaciones del discípulo con el maestro, a los que imitan el ejemplo de Jesús. De éstos dice el Señor: «He aquí a mi madre y mis hermanos».
Hay una señal característica del discípulo de Jesús: el cumplimiento efectivo de la voluntad de Dios. El que lleva este distintivo, también es inmediatamente un pariente espiritual de Jesús, es su hermano, hermana y madre. El vínculo de la sangre, el parentesco de la familia y estirpe naturales, la asociación del pueblo no son decisivos para el reino de Dios. A través de todos estos lazos, por muy fuertes que sean, va la exigente llamada del Dios viviente. Por ella se separan parientes y extraños, los allegados y los de fuera. Ya habíamos oído que la palabra de Jesús puede también penetrar como una espada en el íntimo ámbito de la familia, y en él enfrenta a los padres con sus hijos, a la hija con su madre, al hijo con su padre (/Mt/10/34-36), y también hemos oído que la unión con Jesús ha de tener primacía sobre la unión con el padre y la madre (10,37). Es muy significativo para el mensaje de Jesús que la voluntad de Dios sea la suprema ley, que también en los discípulos decide la verdadera adhesión a Dios. Eso es trascendental para el judío. No puede apelar a Dios ni a la voluntad de Dios contra la doctrina de Jesús. Lo mismo puede aplicarse al cristiano. éste, mediante la confesión de Cristo, no puede exonerarse del cumplimiento activo de la voluntad de Dios. Hemos oído decir que el discípulo no está sobre el maestro, y que la relación discípulo y maestro nunca queda desposeída de superioridad y subordinación (10,24s).
A esto se añade ahora algo nuevo: el discípulo es un pariente de Jesús en sentido espiritual. El calor y la intimidad, la inmediación familiar imprime también su cuño en esta relación. No se reduce a la obediencia, a la subordinación y al seguimiento incondicional. Antes bien, el que se unió sin reserva a Cristo, por así decir es acogido en su familia. Se le aproxima, intima con él, a la manera de las relaciones que en casa tienen entre sí los hermanos y las hermanas, los padres y los hijos. Eso da felicidad y es hermoso. ¡Cuántos experimentan que la intimidad, el profundo acuerdo y el intercambio de corazones entre los hermanos de Jesús puede ser mucho más interno y rico que en el parentesco terrenal! El calor y el acuerdo entre los discípulos y su maestro también se transmiten a las relaciones entre sí. El reino de Dios establece un nuevo orden, una compenetración espiritual (que puede experimentarse con la fe), que sobrepasa mucho los vínculos terrenos, sin que disminuya el valor de la familia, de la estirpe y del pueblo. Con todo, en el nuevo parentesco, en la categoría espiritual de miembros de la Iglesia ya tenemos un gusto anticipado de la última perfección. En cada comunidad se puede experimentar este gusto dichoso, especialmente entre los que incluso en el sentido literal lo han dejado todo y han seguido a Jesús.
Fuente: El Nuevo Testamento y su Mensaje
— comerse los granos: Deu 23:25 permite cortar espigas y comer sus granos cuando se pasa por un sembrado, aunque sea ajeno, siempre que se haga con las manos y no con la hoz, y con el fin de saciar el hambre. Lo que en este pasaje condenan los fariseos es que se haga en sábado, al considerarlo como un trabajo prohibido en tal día (ver Éxo 20:10; Éxo 34:21; Deu 5:14).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Mat 12:10-12; Éxo 34:21; Luc 13:10; Luc 13:14-16; Luc 14:1-5; Jua 5:9-10; Jua 5:16; Jua 5:18; Jua 7:21-23; Jua 9:14.
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
Los fariseos y el sábado (ver Mar. 2:23-3:6; Luc. 6:1-11). Estos dos relatos aclaran el porqué algunos de los contemporáneos de Jesús pensaron que la misión de Jesús era inaceptable. Como lo veían ellos, él era un elemento radical peligroso, socavando la obediencia a la ley que estaba en la médula de la religión de ellos. Como tal, sería mejor eliminarlo (14).
Ambos relatos enfocan en la ley del sábado. El mandamiento sencillo del AT de “santificar el sábado” había sido cercado con legislaciones subsidiarias masivas para determinar lo que era permitido y lo que no lo era. Los actos prohibidos incluían segar y sanar donde no había peligro inmediato de vida. Los relatos enfocan en el hecho de que Jesús no observaba estos reglamentos específicos; no hay una sugerencia de que él se oponía al principio del sábado como tal. El asunto era cómo se debería interpretarlo y quién tenía el derecho de realizarlo.
En los vv. 3-8 Jesús hace de esto un asunto de su autoridad personal y reclama el derecho de hacer a un lado reglamentos como David había hecho (1 Sam. 21:1-6) y como los sacerdotes del templo estaban obligados a hacer en el cumplimiento de sus tareas. Al ubicarse en la misma compañía, Jesús en efecto reclama ser por lo menos igual a David y mayor que el templo; el mismo argumento se desarrollará en los vv. 41, 42. Si ésta es su categoría, entonces con toda seguridad él es el Señor del sábado también. Luego, su acto de marginar la tradición farisaica se halla en línea con el principio de Oseas que a Dios le interesa el amor antes que el ritual (7; véase también 9:13).
La sanidad de la mano paralizada podría haber esperado hasta un día entre semana. Sin embargo, Jesús puso al descubierto la doble actitud de las personas que estaban dispuestas a hacer excepciones para el alivio del sufrimiento animal (o ¿evitar pérdida económica?), pero no para aliviar al ser humano. Su declaración por demás general, es lícito hacer bien en sábado, estaba en un marcado contraste con la tendencia de los fariseos a multiplicar reglamentos. Con razón tenían que oponerse a un hombre que, tan abiertamente, les echaba en cara su autoridad y los principios que ellos sostenían.
Notas. 5 Esta referencia puede basarse en el “trabajo” del sacrificio de los sábados, o aun de más relevancia, su cosechar de la ofrenda de las primeras gavillas, cosa que los fariseos (pero no los saduceos) permitían en sábado. 6 Uno mayor es “algo mayor” (igualmente en 12:41, 42) y posiblemente sea una referencia a la totalidad del ministerio de Jesús (¿y su comunidad de discípulos?) como reemplazando el templo como el enfoque de la presencia de Dios entre su pueblo.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
12.1, 2 Los fariseos habían establecido treinta y nueve categorías generales de actividades prohibidas en el día de reposo. Estaban basadas en interpretaciones de la ley de Dios y en las tradiciones judías. Cosechar era una de esas prohibiciones. Según los líderes religiosos, al arrancar espigas de trigo y sobarlas en sus manos, los discípulos estaban técnicamente cosechando. Jesús y los discípulos habían arrancado las espigas porque tenían hambre no porque quisieran segar el grano con fines de lucro. Jesús y sus discípulos no estaban trabajando en el día de reposo. Los fariseos, sin embargo, no pudieron (y no quisieron) ver más allá del tecnicismo de las leyes.12.4 Esta historia se registra en 1Sa 21:1-6. Cada semana se reemplazaban los panes de la proposición y los sacerdotes comían los mismos. Los panes que recibió David fueron los que habían sido reemplazados. A pesar de que los sacerdotes eran los únicos que podían comer de esos panes, Dios no castigó a David porque su necesidad era más importante que los tecnicismos legales. Jesús estaba diciendo: «Si ustedes me condenan, tendrán también que condenar a David», algo que los líderes religiosos no podían hacer sin originar un gran alboroto entre la gente. Debe enfatizarse que Jesús no estaba apoyando la desobediencia a las leyes de Dios. Pero enfatizaba la importancia de tener discernimiento y compasión al aplicar las leyes.12.5 Los Diez Mandamientos prohibían trabajar en el día de reposo (Exo 20:8-11). Esa era la letra de la Ley. Pero como el propósito del día de reposo era descansar y adorar a Dios, los sacerdotes podían trabajar para llevar a cabo los sacrificios y conducir los cultos de adoración. Esta «labor sabática» servía y rendía culto a Dios. Jesús siempre enfatizó la intención de la ley. Los fariseos se habían olvidado del espíritu de la ley y en forma rígida demandaban que se obedeciera al pie de la letra su interpretación de la misma.12.6 Los fariseos se preocupaban tanto de los rituales religiosos que olvidaban el propósito del templo: llevar la gente a Dios. Como Cristo es mayor que el templo, quién mejor que El puede conducir la gente a Dios. Dios es mucho más importante que todos los instrumentos que se utilizan en la adoración. Si nos preocupamos más de los instrumentos de la adoración que de la Persona que adoramos, no estaremos alcanzando a Dios aunque pensemos que le estamos rindiendo culto.12.7 Jesús repitió a los fariseos palabras que los judíos habían oído muchas veces a través de su historia (1Sa 15:22-23; Psa 40:6-8; Isa 1:11-17; Jer 7:21-23; Hos 6:6). La actitud de nuestro corazón hacia Dios es primero. Sólo así podemos con propiedad obedecer y observar las regulaciones y rituales religiosos.12.8 Cuando Jesús dijo que era «Señor del día de reposo» proclamó ser más importante que la ley y estar por encima de ella. Para los fariseos esto era herejía. No se daban cuenta de que Jesús, el divino Hijo de Dios, era el creador del día de reposo. El Creador es siempre más grande que la creación; por esta razón Jesús tenía la autoridad de dejar sin efecto sus tradiciones y regulaciones.12.9 Para obtener más información sobre las sinagogas, véanse las notas a Mar 1:21 y 5.22.12.10 Al referirse al hombre con la mano deformada («seca»), los fariseos trataron de enredar a Jesús preguntándole si era legal sanar en el día de reposo. Las reglas decían que se podía brindar ayuda a la gente en día de reposo sólo si era una cuestión de vida o muerte. Jesús sanó en el día de reposo varias veces y ninguna de ellas podía calificarse como emergencias. Si Jesús hubiera esperado hasta el día siguiente, se sometía a la autoridad de los fariseos y aceptaba que sus leyes mezquinas eran iguales a la ley de Dios. Si sanaba al hombre, los fariseos podrían proclamar que su poder no procedía de Dios ya que quebrantaba sus reglas. Pero Jesús dejó en claro delante de todos que sus normas eran ridículas y mezquinas. Dios es un Dios de personas, no de reglas. El tiempo más apropiado para ayudar a alguien es cuando lo necesita.12.10-12 Los fariseos pusieron sus leyes por encima de las necesidades humanas. Les preocupaba tanto que Jesús rompiera una de sus reglas que no les importaba la mano seca del hombre. ¿Qué actitud asume usted? Si sus convicciones no le permiten ayudar a ciertas personas, sus convicciones pudieran no estar a tono con la Palabra de Dios. No permita que los dogmas lo cieguen a las necesidades humanas.12.14 Los fariseos planearon la muerte de Jesús porque estaban furiosos. Jesús había desacatado su autoridad (Luk 6:11). Había puesto al descubierto sus aviesas actitudes delante de la multitud en la sinagoga. Había demostrado que eran más leales a su sistema religioso que a Dios.12.15 Hasta ahora, Jesús había estado confrontando con agresividad la hipocresía de los fariseos. Pero decide salir de la sinagoga antes de que se desarrolle una mayor confrontación porque no le había llegado la hora de morir. Todavía tenía mucho que enseñar a sus discípulos y a la gente.12.16 Jesús no quería que las personas que El sanaba lo dieran a conocer a otros porque no quería que la gente acudiera a El por motivos impropios. Además, podía dañar su ministerio de enseñanza y crear falsas expectativas sobre su reino terrenal. Pero las noticias de sus milagros se difundieron, y muchos iban a ver lo que estaba pasando (véase Mar 3:7-8).12.17-21 Mateo citaba a menudo el Antiguo Testamento porque quería demostrar a los judíos que Jesús era el Mesías. Para los judíos la Biblia era la autoridad suprema. Creían que anunciaba a un Mesías, pero no que Jesús lo fuera. Mateo les mostró que Jesús era el Mesías prometido. Esta profecía en particular enseñaba que el Mesías no iba a ser el conquistador pomposo que los judíos esperaban, sino un manso Juez (Isa 42:1-7).12.17-21 La gente esperaba que el Mesías fuera un rey. Esta referencia a la profecía de Isa 42:1-4 muestra que El sí es rey, pero describe qué clase de rey: calmo, gentil, que brinda justicia a las naciones. Como la multitud, a veces queremos que Cristo tenga autoridad de rey y traiga consigo victorias notables y visibles a nuestra vida. Pero con frecuencia su obra es silenciosa, y la realiza en el momento que cree oportuno.12.24 Antes habían acusado a Jesús de estar aliado al príncipe de los demonios (9.34). Los fariseos trataban de desacreditarlo apelando a las emociones. Como no querían creer que El fuera Dios, decían que actuaba de acuerdo con Satanás. A Jesús no le fue difícil demostrar la necedad de su argumento.12.25 Como hombre, Jesús se había despojado de su capacidad sobrenatural de saberlo todo, pero mostró un conocimiento profundo de la naturaleza humana. Su discernimiento impidió que lo enredaran en sus palabras. El Cristo resucitado conoce todos nuestros pensamientos. Esto puede ser un consuelo porque El sabe bien lo que queremos decir cuando le hablamos, y nos puede ofrecer ayuda. Por otro lado, no podemos ocultar de El lo que hacemos con motivos egoístas.12.29 Al nacer Jesús, el poder de Satanás y su control se vieron trastornados. En el desierto, Jesús salió airoso de la tentación y en la resurrección, anuló el arma final de Satanás: la muerte. Al final Satanás será atado para siempre (Rev 20:10) y la maldad no pervertirá más la tierra. Jesús tiene poder y autoridad total sobre Satanás y sus fuerzas.12.30 Es imposible ser neutral en relación con Cristo. Cualquiera que no le esté siguiendo activamente lo ha rechazado. Cualquier persona que procura mantenerse neutral en la pugna cósmica del bien contra el mal, ha rechazado a Dios.12.31, 32 Rechazar la voz del Espíritu Santo cuando intenta convencernos de pecado es blasfemar contra El. Como una persona solo puede salvarse por medio del Espíritu Santo y su obra, cuando uno no quiere arrepentirse ni reconocer su pecado está rechazando el perdón que le brinda Dios. Algunas veces los creyentes temen haber cometido accidentalmente este pecado imperdonable. Pero sólo los que han dado la espalda a Dios y no quieren creer necesitan preocuparse. Jesús dice que no serán perdonados, no porque su pecado sea peor que otros, sino porque nunca pedirán perdón. Los que rechazan la voz del Espíritu Santo rechazan la única fuerza que los puede guiar al arrepentimiento y a la restauración de las relaciones con Dios.12.34-36 Jesús nos recuerda que lo que decimos revela lo que hay en nuestro corazón. ¿Qué tipo de palabras salen de nuestra boca? Estas son una indicación de lo que nuestro corazón alberga. Uno no puede solucionar el problema del corazón cambiando de vocabulario. Tiene que permitirle al Espíritu Santo que lo llene con actitudes y motivos nuevos; luego su vocabulario se limpiará desde adentro.12.38-40 Los fariseos pedían otro milagro pero no estaban buscando con sinceridad conocer a Jesús. Jesús sabía que habían visto milagros suficientes para convencerles de que El era el Mesías. Pero ellos ya habían decidido no creer en El y eso no iba a cambiar con otro milagro.Muchas personas han dicho: «Si yo viera un milagro, creería en Dios». Pero lo que dijo Jesús a los fariseos se aplica también a nosotros. Tenemos evidencias más que suficientes: la muerte de Jesús, su resurrección y ascensión, y siglos de estar cambiando vidas de creyentes alrededor del mundo. En lugar de buscar evidencias adicionales o milagros, acepte lo que Dios ya le dio y avance. El puede usar su vida como evidencia para llegar a otra persona.12.39-41 Jonás fue un profeta que fue enviado a la ciudad asiria de Nínive (véase el libro de Jonás). Debido a que los asirios eran una nación cruel y belicosa, Jonás trató de huir de su cometido y terminó alojado tres días en el vientre de un pez gigante. Cuando salió, de mala gana fue a Nínive, predicó el mensaje de Dios y vio a la ciudad arrepentirse. Por contraste, cuando Jesús vino a los suyos, estos no quisieron arrepentirse. Aquí está diciendo con claridad que su resurrección probaría que El era el Mesías. Tres días después de su muerte, volvería a vivir, así como a Jonás se le dio una nueva oportunidad para vivir después de haber estado tres días en el vientre del pez.12.41, 42 En los días de Jonás, Nínive era la capital del Imperio Asirio y era tan poderosa como mala (Jon 1:2). Pero toda la ciudad se arrepintió como respuesta al mensaje de Jonás. La reina de Sabá viajó una gran distancia para ver a Salomón, rey de Israel y aprendió de su gran sabiduría (1Ki 10:1-10; véase también en la nota a Luk 11:31-32 más información sobre la reina de Sabá. Aquellos gentiles reconocieron la verdad de Dios cuando se la presentaron, pero los líderes religiosos no reconocieron la verdad a pesar de que la tenían delante. ¿Ha respondido usted a la evidencia y verdad recibidas?12.43-45 Jesús está describiendo la actitud de Israel y los líderes religiosos en particular. Si uno se limpia la vida pero no la llena de Dios deja espacio suficiente para que entre Satanás. El libro de Esdras registra cómo la gente se apartó de la idolatría pero no la reemplazaron con amor a Dios y obediencia. Desear alejarnos del pecado es el primer paso, pero luego debemos llenar nuestra vida con la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Las personas vacías e inactivas son un fácil blanco de Satanás.12.46-50 Jesús no estaba eludiendo a su familia terrena. Por el contrario, antes ya había criticado a los líderes judíos por no tomar en cuenta el mandato del Antiguo Testamento de honrar a sus padres (15.1-9). Colgado en la cruz se ocupó del bienestar de su madre(Joh 19:25-27). Su madre María y su hermano Santiago estuvieron presentes en el aposento alto en Pentecostés (Act 1:14). Jesús más bien estaba enfatizando que la relación espiritual une tanto como la física, con lo que estaba preparando el camino para una nueva comunidad de creyentes (la Iglesia), nuestra familia espiritual.
Fuente: Comentarios de la Biblia del Diario Vivir
REFERENCIAS CRUZADAS
a 529 Mar 2:23
b 530 Éxo 12:16; Deu 23:25; Luc 6:1
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
el día de reposo. El séptimo día de la semana era santo para los judíos y no se les permitía hacer obra alguna (Ex 20:8– 11). Sin embargo, ese día llegó a estar cargado con muchos reglamentos creados por los líderes de Israel. Las tradiciones hechas por los hombres creaban muchos problemas, pues los fariseos consideraban que sus tradiciones tenían la misma autoridad que el A.T.
Fuente: La Biblia de las Américas
1 (1) La expresión en aquel tiempo une este capítulo con el cap.11. En el tiempo en que el Señor llamaba a la gente a descansar de sus esfuerzos por guardar la ley y los preceptos religiosos, El pasó por los sembrados en sábado, y Sus discípulos comenzaron a arrancar espigas y a comer, aparentemente quebrantando el sábado.
1 (a) vs. 1-8: Mar_2:23-28 Luc_6:1-5
1 (b) Mat_12:5 , Mat_12:10 , Mat_12:11 , Mat_12:12 Luc_13:14 Luc_14:1 , Luc_14:3 Jua_5:9-10 Jua_9:14 , Jua_9:16
1 (c) Deu_23:25
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
76 (D) Arrancando espigas en sábado (12,1-8). Cf. Mc 2,23-28; Lc 6,1-5. Mateo regresa ahora al relato marcano que había abandonado en 9,18. En este capítulo presenta a Jesús en creciente conflicto con sus contemporáneos. En los dos relatos de controversia (vv. 1-8 y 9-14), Mateo tiende a tensar la fuerza legal del debate para dejar claro que Jesús no estaba en contra de la Torá o del sábado, sino en contra del excesivo desarrollo de la legislación farisea sobre el sábado, hasta el punto de que ésta se había convertido, según sus propios términos, en «montañas que penden de un pelo, ya que el texto escrito es corto y las disposiciones numerosas» (mHag. 1,8). De hecho, el AT da un simple mandamiento para guardar la santidad del sábado (Éx 20,8-11; Dt 5,12-15), pero los rabinos llegaron a clasificar hasta 39 tipos de actividades que estaban prohibidas (méabb. 7,2), incluyendo la siega. 1. sus discípulos tenían hambre: Quienes «transgreden» la norma son los discípulos, no Jesús. Mateo añade el factor del hambre por razones humanitarias (los rabinos permitían que la salvación de una vida tuviese preferencia sobre la observancia), y para vincular más estrechamente la conducta de los discípulos con el caso de David en el v. 3. 3-4. Véase 1 Sm 21,1-7 (cf. Lv 24,8), que muestra que el incidente ocurrió en día de sábado. 5. los sacerdotes: Mateo ofrece aquí un mejor argumento legal que se apoya en Nm 28,9-10. Además, la cosecha del omer (Lv 23,10-14) transgrede el sábado según la ley farisea pero no según la saducea (mMenah. 10,1.3.9). 6. algo más grande: ¿De qué se trata? Puede referirse al Mesías, al personaje corporativo del Hijo del hombre (Dn 7,13.18), o al reino de Dios. 7. Os 6,6, ya citado en Mt 9,13. Puesto que en la época en que se redactó la formal final del evangelio ya no existía en templo, se tenían que encontrar sustitutos adecuados. En nuestro texto se sustituye por las obras de misericordia. 8. señor del sábado: Se hace explícita la conclusión cristológica que ya se había sugerido en el v. 6.
(Daube, D., The New Testament and Rabbinic Judaism [Londres 1956] 67-71. Levine, E., «The Sabbath Controversy according to Matthew», NTS 222 [1975-76] 480-83.)
77 (E) Curación del hombre con la mano seca (12,9-14). Cf. Mc 3,1-6; Lc 6,6-11. La escena se mueve desde el campo hacia el interior, y la controversia sobre el sábado se combina con una curación que sanciona, con aprobación divina, la interpretación humanitaria del sábado que hace Jesús. Mateo elimina los aspectos emocionales de la versión marcana y añade un argumento legal en los vv. 11 y 12. 11. quién de vosotros: Esta contrapregunta ofrece un caso de argumentación legal (un ma aseh), reconocido por el Talmud (b Sabb. 128; bB. Mes. 32b), y concluye con un argumento qal wá-hómer (→70 supra). En conclusión, hacer el bien en sábado es legal. Jesús realiza una revolución legal al tiempo que permanece dentro de la ley. Esto sólo le acarreará más odio. Mateo reduce los adversarios a los fariseos, pero en la fuente más antigua, Me, no se les menciona durante la pasión.
78 (F) El Siervo elegido (12,15-21). Cf. Mc 3,7-12. Mateo resume la actividad curativa de Jesús y la interpreta mediante sus citas de cumplimiento (→ 7 supra). Esta vez se trata de Is 42,1-4, el primer cántico del Siervo sufriente (→Déutero-Isaías, 21:17). La profecía habla del amor de Dios por el siervo; el siervo está lleno del espíritu. Las imágenes reflejan su bondadosa y completa dedicación al débil, al descorazonado, al malherido. Pero los términos que se repiten son «derecho» o «justicia» para los «gentiles». El final se ilumina con una promesa de esperanza y victoria. La forma textual de la cita se diferencia tanto del TM como de los LXX; muestra una cuidada reflexión e interpretación del AT.
79 (G) Jesús y Belcebú (12,22-32). Cf. Mt 9,32-34; Mc 3,20-33; Lc 11,14-23; 12,10. Esta unidad, más bien compleja, comienza con la curación de un poseído ciego y mudo. El milagro conduce a que la gente piense que Jesús podría ser el Mesías, el hijo de David (cf. Mt 9,27; 15,22). 24. únicamente por Belcebú: La creciente admiración de la gente provoca la oposición de los dirigentes religiosos. En Mateo, los malos son normalmente los fariseos, pues sólo ellos sobrevivieron al desastre del 70 d.C. con suficiente fuerza para provocar problemas a la Iglesia de Mateo (en Marcos son los escribas). Los milagros, por su propia naturaleza, son ambiguos; pueden ser realizados para el bien o para el mal, y se debe comprobar el espíritu que hay tras ellos. Los fariseos llegan a una conclusión negativa, en consonancia con su posterior oposición a la admisión de voces celestiales para determinar el significado de la ley (bPesah. 114a). Puesto que los milagros son realmente ambiguos, la Iglesia posterior, en su mayor parte, perdió el interés por ellos como pruebas teológicas. Sin embargo, el pueblo ha seguido sintiendo una fuerte fascinación por ellos. Los w. 25-27 presentan la réplica de Jesús a la acusación. 25. todo reino dividido contra sí mismo: El dicho sobre el reino dividido da una lección básica de ciencias políticas: la unión hace la fuerza. El dominio de Satanás se describe como un reino (que está en guerra contra el reino de Dios). La vida es una lucha, en la que Dios vence a costa de un precio terrible. Puesto que la forma específica de la acción milagrosa de Jesús es la expulsión de demonios -lo que sería contradictorio si él mismo estuviese poseído-, el argumento es válido, pero sólo para este tipo de milagros. 27. ¿por quién los expulsan vuestros hijos?: Tal vez se mofa porque los fariseos no practicaban este tipo de curación. Cuando lo hacían (Hch 19,13-19), los resultados no eran precisamente impresionantes (véase Justino, Dial. 1.2.85; cf. Urbach, The Sages 115 [→ 17 supra]). 28. si yo por el Espíritu de Dios: Mateo ha cambiado «dedo» por el término más teológico «Espíritu»; nos recuerda 12,18 y remite a los vv. 31.32. reino de Dios: Sólo en este versículo y en 19,24; 21,31.43, se usa esta expresión en lugar de «reino de los cielos». ha llegado a vosotros: El verbo phthanó, que significa «llegar antes», «preceder», aparece solamente aquí en todo el evangelio; implica que el reino ha llegado realmente, que se ha anticipado en el ministerio de Jesús (BAGD, 856). Aquí radica el fundamento de la llamada escatología realizada, pero no excluye la llegada futura del reino en plenitud (6,10). Merece citarse, en esta perspectiva, la opinión de Bultmann: «[Este versículo] puede, desde mi punto de vista, reclamar el más alto grado de autenticidad sobre cualquier otro dicho de Jesús: está lleno del sentir del poder escatológico que debe haber caracterizado la actividad de Jesús» (HST 162; véase, además, B. Chilton [ed.], The Kingdom of God in the Teaching of Jesús [Filadelfia 1984] 52-71). 29. ¿…ata primero al fuerte?: La breve parábola del duelo presenta a Jesús como vencedor de Satanás; quizá haya una alusión a su tentación (4,1-11 par.). 30. quien no está conmigo: Esta actitud antiecuménica contrasta con la generosa visión de Mc 9,40; Lc 9,50, y tal vez refleje la experiencia de la Iglesia primitiva (7,21-23). 31. blasfemia contra el Espíritu: Este difícil dicho se nos ha transmitido tanto en la forma marcana como en la de Q. Mateo intenta combinar ambas. Característica de la forma de Q es la estructura en dos peldaños: pecado contra el Hijo del hombre, perdonable; pecado contra el Espíritu Santo, imperdonable. La historia de la interpretación ofrece varias alternativas: pretender conseguir la salvación sin fe y sin amor, perder la esperanza de la salvación, obstinación en el pecado o en el error, impenitencia hasta el final, apostasía. Ahora bien, exegéticamente, la interpretación más razonable es «la persistencia en una consumada y obstinada oposición a la influencia del Espíritu» (FGL 964). Desde la perspectiva teológica, esta última interpretación ofrece la esperanza de la salvación a personas que no tienen una fe explícita en Jesucristo, pero que, implícitamente, están abiertas a su poder salvífico mediante su confianza en el Espíritu, que históricamente no está tan nítidamente definido. Este punto de vista entra en conflicto con el v. 30 (supra), pero tal vez esta oposición dialéctica sea intencional (cf. R. Scroggs, JBL 84 [1965] 359-73).
80 (H) El árbol y sus frutos (12,33-37). Mateo toma un texto de Q (cf. Lc 6,43-45), parte del cual había ya utilizado en 7,16-20, y le añade la introducción (v. 34a) y la conclusión (vv. 36.37) a partir de un surtido de lugares bíblicos comunes (Prov 12,6; Mt 15,18; Lc 19,22; Sant 3,6; Jds 15; Rom 4,12). Da forma a todo este conjunto con el objetivo de expresar su peculiar énfasis en la idea de juicio. Como en 5,33-37 y 23,22, a Mateo le preocupa los problemas de lenguaje y el discurso abusivo. En su aspecto negativo, esta preocupación puede reflejar un prejuicio meramente antiintelectual y antiverbal; pero, en su aspecto positivo, manifiesta la sensibilidad religiosa y moral de que se puede matar con palabras, pecando así contra el Espíritu.
81 (I) El signo de Jonás (12,38-42). Cf. Mc 8,11-2; Lc 11,29-32. Este pasaje es un claro exponente del crecimiento de la tradición evangélica mediante la combinación de dichos, que eran originariamente independientes, y de glosas interpretativas. Mateo reproduce la forma marcana en 16,1-4, y aquí la forma de Q. A la última añade su cita del AT (Jon 2,1) y su aplicación en el v. 40. Tal y como ahora lo encontramos, el pasaje enseña varias lecciones: (a) la inutilidad de esperar signos espectaculares (v. 39); (b) el destino de Jonás como tipo de la resurrección de Jesús (v. 40), que, después de todo, es un signo espectacular para los creyentes; (c) la importancia de la predicación y el arrepentimiento (v. 41); (d) los gentiles son a veces más receptivos a los mensajeros de Dios que los propios judíos (vv. 41-42) ; (e) la importancia de la búsqueda de la sabiduría divina, que las mujeres también comparten y en la que, en ocasiones, destacan (v. 42); (f) Jesús es superior a los profetas y sabios del pasado (vv. 41.42), porque él es la revelación absoluta del Padre (11,27). El texto es rico y polivalente hasta el punto de que presenta contradicciones internas (véase, además, FGL 929-38; R. A. Edwars, The Sign ofJonah [SBT 2/18; Naperville 1971]; E. H. Merrill, JETS 23 [1980] 23-30). 38. ver un signo tuyo: Sémeion, «signo», que se utiliza frecuentemente en el evangelio joánico para denominar los milagros de Jesús, se refiere más bien a un signo llamativo, perceptible por los sentidos, que confirmaría la autoridad de Jesús. 39. generación perversa y adúltera: Véase 16,4; cf. Mc 8,38. el signo de Jonás el profeta: Esta frase confirma que para Mateo se trata de un doble signo: La presencia del profeta en el vientre del pez (v. 40, una glosa interpretativa de carácter redaccional que se añade a la forma Q), y la «predicación de Jonás» (v. 41). 40. en el vientre del cetáceo: Cf. Jon 2,1. tres: Llegamos a tres contando ambos finales, en el corazón de la tierra: Así es como computó la Iglesia primitiva el entierro de Jesús: según el cálculo joánico, desde el día de la preparación para la Pascua/sábado, el día de la fiesta y el primer día de la semana. 41. ninivitas: Véase Jon 3,5. más grande que Jonás: Mateo continúa su comparación de Jesús con personajes y objetos estimados por el judaísmo; véase 11,1b; 12,6; cf.18,1.4. 42. la reina del sur: La reina de Sabá no figura en el relato de Jonás; aparece en 1 Re 10,1-13 y se mencionaba en la versión Q de este episodio. Allí se presentaba en contraste con el sabio Salomón; pero aquí aparece en contraste con el mismo Jesús, que es incluso «más grande que Salomón». Ella y los ninivitas juzgarán «en el día del juicio» a los buscadores de signos. Como Jonás y Jesús, ella vino desde «el extremo de la tierra».
82 (J) El retomo del espíritu inmundo (12,43-45). Cf. Lc 11,24-26. A primera vista parece un relato enigmático. Debemos recordar que Jesús era un exorcista, y, en este sentido, un sanador de gente que estaba atormentada. En este texto reflexiona sobre los resultados de su ministerio, pero lo hace, sorprendentemente, desde el punto de vista del demonio expulsado. Los resultados no son necesariamente permanentes. El conflicto puede retomar si no se llena el espacio que ha dejado vacío el demonio expulsado con fe, esperanza, amor y una vida nueva. 43. lugares áridos: Véase Lv 16,10; cf. Is 34,13-14. 45c. así le ocurrirá también a esta generación perversa: Mateo añade esta frase (que no está en Lucas) para dar a la perspectiva interior personal una polémica aplicación social a su tiempo y ambiente, y para vincularla con el v. 39.
83 (K) La familia de Jesús (12,46-50). Cf. Mc 3,31-35; Lc 8,19-21. Mateo configura este relato de proclamación de tal modo que el punto álgido, la respuesta de Jesús en los w. 48-50, está perfectamente coordinado y sus diferentes elementos se iluminan mutuamente. Si el v. 47 no se encontraba en el texto que Mateo escribió (está ausente en unos pocos de nuestros mejores mss.), entonces la introducción narrativa ha sido reducida al mínimo indispensable. 49. extendiendo su mano hacia los discípulos: Mateo define a los discípulos como la verdadera familia de Jesús, y lo acompaña con un gesto que es casi una ordenación (cf. 17,7). El objetivo del dicho no es negar los vínculos familiares naturales, sino afirmar la primacía de los vínculos deliberadamente elegidos en la nueva comunidad que Jesús había comenzado a congregar. 50. quien cumpla la voluntad de mi Padre: Se define a los verdaderos discípulos como aquellos que obedecen a Dios y actúan de acuerdo con su fe. De acuerdo con su versión marcana, este versículo puede, originalmente, haber circulado de forma independiente, (cf. W. Trilling, Das wahre Israel 29-32).
84 (VI) Las parábolas del reino (13,1-52). El tercer gran discurso (13,1-52) está formado por siete parábolas y algunas explicaciones sobre ellas. Estructuralmente nos hallamos en el centro, el punto cenital, de todo el evangelio. Todo se concentra en torno al reino, que, sin embargo, permanece como misterio (13,11) . El conjunto del material hasta el v. 35 tiene su paralelo en Mc o en Lc. Pero, desde el v. 36 en adelante, Mateo sigue su propio camino. Este cambio se indica con un movimiento que se desplaza desde el discurso público hasta el discurso más íntimo dirigido a los discípulos en casa. Dos de las tres parábolas de la última sección (vv. 44-46) presentan la forma en que reacciona un individuo ante el reino, mientras que las otras tratan de la reacción de un grupo. La enseñanza mediante parábolas, que es característica de Jesús, también se encuentra en el AT (2 Sm 12,1-14; 14,1-11; 1 Re 20,35-40; → Pensamiento del NT, 81:59-88). Probablemente, los mismos evangelistas compusieron parábolas para ilustrar aspectos de la enseñanza de Jesús, al igual que también modificaron las originales para adaptarlas a nuevas circunstancias. Sobre la definición de parábola, véase el comentario sobre Mc 4,2. Aunque el cap. 13 es un discurso, se trata de un discurso que está formado por relatos. Es una mezcla de los elementos formales que constituyen el evangelio, es decir, de discurso y relato, una síntesis perfecta. Así pues, el capítulo constituye un clímax formal, estructural y temático (el reino).
(Carlston, C. E., «Parable and Allegory Revisited», CBQ 43 [1981] 228-42. Dupont, J., «Lc point de vue de Matthieu dans le chapitre des paraboles», L’Evangile selon Matthieu [ed. M. Didier, BETL 29, Gembloux 1972] 221-59. Gerhardsson, B., «The Parable of the Sower and Its Interpretation», NTS 14 [1967-68] 165-93; «The seven Parables in Matthew XIII», NTS 19 [1972-73] 16-37. Kingsbury, J. D., The Parables of Jesús in Matthew 13 [Richmond 1969].)
Fuente: Nuevo Comentario Biblico San Jeronimo
El tema que se nos presenta en este pasaje de una manera prominente es la observancia del sábado. Acerca de dicho asunto prevalecían en medio de los judíos de aquel tiempo opiniones harto singulares. Los fariseos habían adicionado sobre el particular las enseñanzas de la Escritura, y habían recargado el precepto con adiciones humanas. En las iglesias cristianas las opiniones han sido diversas, y aun el día de hoy estamos lejos de haber llegado á un acuerdo completo.
Examinemos, qué nos enseña nuestro Señor en el pasaje que tenemos á la vista.
Desde luego tendremos que convencernos de que nuestro Señor Jesucristo no suprime la observancia de un día de descanso cada semana. Tal supresión no se encuentra ni en este pasaje, ni en ninguna otra parte de los cuatro Evangelios. Con mucha frecuencia expresó su opinión relativamente á los errores de los judíos sobre la santificación del sábado, mas jamás dijo que sus discípulos no debían en manera alguna guardarlo.
Es de suma importancia que se note ese hecho, pues los errores que han dimanado de un examen superficial de las palabras de nuestro Señor, no son ni pocos ni leves. Muchos han llegado de un modo precipitado á la convicción de que los cristianos no tienen nada que hacer con el cuarto mandamiento, y que su práctica o lo que en este capítulo se diga del sábado es aplicable al domingo, que es el día que los cristianos observan.
No les es más obligatoria que la observancia de la ley mosaica acerca de los sacrificios. No hay nada en el Nuevo Testamento que justifique semejante convicción.
Lo cierto es que nuestro Señor no abolió el mandamiento que se refiere al sábado: lo que hizo fue desenmarañarlo de interpretaciones incorrectas y despejarlo de las tradiciones humanas. No lo borró del decálogo, mas lo dejó en su lugar, como parte de la ley eterna de Dios, de la cual no ha de pasar ni un punto, ni una tilde.
También nos convenceremos de que nuestro Señor Jesucristo permite que se ejecuten en el sábado obras de misericordia.
En este pasaje vemos que justificó á sus discípulos por haber recogido las espigas de trigo en el sábado, por cuanto que aquel era un acto sancionado por la Escritura (Deut. 23.25) y los discípulos tenían hambre. Además, aseguró que era lícito sanar á un enfermo en día sábado, en atención á que no se quebrantaba la ley de Dios con suministrar alivio á un paciente.
Los argumentos por medio de los cuales nuestro Señor sostuvo la doctrina de que venimos tratando son notables é incontestables. Á los fariseos que lo habían acusado á él y á sus discípulos les hizo presente que David y los que lo acompañaban á falta de otro alimento habían tomado del pan de la proposición que estaba en el tabernáculo, y se lo habían comido ; que los sacerdotes del templo estaban obligados á trabajar en el sábado inmolando víctimas y ofreciendo sacrificios ; que aun ellos mismos sacarían á una oveja de un hoyo, en el sábado, en vez de dejarla perecer; y, por último, que ninguno de los preceptos de Dios debe aplicarse con tal rigor que nos impulse á descuidar los sencillos dictados de la caridad. «Misericordia quiero, y no sacrificio:» la primera tabla de la ley no debe interpretarse de tal manera que el que la obedezca tenga que infringir la segunda.
Al terminar la consideración de este asunto es preciso que nos resolvamos á no tener en poco la santidad del domingo, ó sea el sábado de los discípulos de Cristo. Los fariseos se fueron á un extremo: los cristianos yerran en dirección opuesta.
Los fariseos pretendían hacer el día más sagrado; los cristianos, queriendo evitar todo rigor, lo observan muchas veces de una manera ociosa, profana é irreverente. Procuremos proceder con acierto en este asunto.
Fuente: Los Evangelios Explicados
espigas… → Deu 23:25; Lev 19:9; Rut 2:15.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
T27 El plural σάββασιν significa sábado en los vv. 1 y 5.
Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego
O, aquella ocasión
Fuente: La Biblia de las Américas
espigar g Deu 23:25; Lev 19:9; Rut 2:15.
Fuente: La Biblia Textual III Edición
Los fariseos calumnian a los discípulos porque cogían espigas en día de sábado, y el Señor los defiende. Cura en sábado a uno que tenía una mano seca, probando que es lícito en el día de sábado hacer bien al prójimo. Sana a un endemoniado ciego y mudo. A los que le pedían que hiciese un milagro en prueba de su ministerio, responde que su resurrección, figurada en Jonás, sería la señal que pedían. Declara que los que hicieren la voluntad de su Padre, serán sus hermanos, amigos y parientes.
1 a. Un día de fiesta. Los judíos observaban tan escrupulosamente el día de sábado, que no trabajaban ni aun en las cosas más necesarias, como era preparar la comida. Por esto vacíos de caridad, y atendiendo solamente a la letra de la ley, calumniaban a los discípulos del Señor, porque acosados de hambre cogían en sábado algunas espigas de trigo, que deshacían entre las manos para comer sus granos; pero Jesucristo descubre su malignidad con el ejemplo de David, que en su extrema necesidad comió de los panes que habían sido ofrecidos al Señor, y que solamente podían comer los sacerdotes (1Sam 21,6; Dt 23,25).
2 b. MS. Euas que tos disciplos fazen.
5 c. Le hacen común o igual a los otros días, porque tienen que degollar las reses, quitarles la piel, llevar la leña, encender fuego, y quemar las víctimas, todo lo cual no se podía hacer en día de sábado sin violar la ley en apariencia.
6 d. Hic en este texto no es pronombre sino adverbio, como se ve por el original griego hóde (aquí). Bien que el sentido es el mismo. Y diciendo el Señor a los fariseos, aquí está, o este es mayor que el templo, defiende a sus discípulos; como quien dice: Si yo que soy el Señor soberano de todo el culto externo, y de su observancia, no los condeno; ¿cómo tenéis vosotros osadía de hacerlo? Al mismo tiempo les declara su divinidad, diciéndoles: Que era mayor que el templo, y Señor del sábado; y lo mismo hace después (vv. 41 y 42), cuando les dice, que es mayor que Jonás y que Salomón. Y así les manda, que consideren la fuerza que tienen aquellas palabras de la Escritura, Os 6,6 y otros lugares: Misericordia quiero, y no sacrificio; para que entiendan, que así como la piedad que usó Aquimelec con David acosado de hambre, hizo que fuese a Dios agradable aquello que en apariencia se hacía contra su ley; del mismo modo la necesidad en que se hallaban los discípulos los dispensaba de la profanación del sábado, que les imputaban los fariseos.
7 e. Si esta frase es hebraísmo, como muchos quieren, se interpreta: Aprecio más la misericordia que el sacrificio. Condena la hipocresía de los fariseos, que faltaban a la ley de la caridad por mostrarse celosos observadores de un acto externo de disciplina.
9 f. Esto es, la sinagoga de la ciudad.
10 g. Esta pregunta de los fariseos está llena de malignidad y de veneno, y solamente buscaban algún pretexto para acusarle; porque su tradición no permitía el ejercicio de la medicina artificial y natural en día de sábado, sino en caso de extrema necesidad, y ellos la aplicaban a las curaciones milagrosas (Lc 13,14; Jn 9,16).
14 h. Estos hombres tan celosos de las observancias legales, no tenían escrúpulo de formar designios de muerte contra el Salvador en día de sábado. Acusan a los discípulos como violadores del sábado, porque cogieron unas espigas de trigo en la grave necesidad y hambre que padecían; y cuando se trata de condenar a un inocente, gritan sin escrúpulo: Haz morir a ese hombre, crucifícale (Lc 23,21).
15 i. Los que padecían algún achaque.
17 j. Isaías (42,1), cuyo texto, aun según la letra, pertenece a Jesucristo. Aquí el Evangelista lo pone con alguna diversidad en cuanto a las palabras.
18 k. MS. Ahe el mio siervo.
l. El Salvador, que hecho hombre tomó la forma de siervo, sin dejar de ser Hijo de Dios, y consustancial al Padre (Flp 2,6).
m. Las verdades de la ley nueva y del Evangelio, y esto sin ruido de contiendas y tumultos; porque lleno de dulzura no cesará de predicar la verdad. San Agustin.
19 n. MS. No entençará, ni metrá uoces.
20 o. Por esta caña cascada entienden los Padres a los judíos, que habían descaecido, y estaban tan endebles, como una caña toda quebrantada, y pareciéndose a la mecha de una candela, cuando apagada no alumbra, sino que humea; pues aunque habían perdido ya la luz del Señor, esto no obstante todavía conservaban su religión. San Agustín y San Jerónimo. Esto puede entenderse de la última desolación de los judíos por los romanos.
p. Hasta que la verdad de su predicación y doctrina brille sobre toda la tierra. San Jerónimo. Hasta que en el último juicio triunfe perfectamente de todos sus enemigos. San Agustín.
23 q. El pueblo que era más sencillo que los fariseos, y que estaba sin preocupación alguna contra Jesucristo, admirado de las obras que veía, preguntaba, si aquel era el Hijo de David; esto es, el Mesías que esperaban, y que, según las Escrituras, debía proceder de la familia de David.
25 r. MS. Derraygado será.
26 s. Como si les dijera: No hay cosa más fuerte que un reino muy unido, y lo mismo sucede con una ciudad, y una casa particular; pero en entrando la división, contad con su ruina inevitable. Si yo lanzo los demonios en virtud del demonio, se sigue que los unos son contrarios a los otros, y de aquí resultará que su poder no podrá subsistir. San Crisóstomo.
27 t. Algunos entienden por estos a los mismos Apóstoles, que eran judíos y descendientes de judíos; y así les dice el Señor: ¿Por qué no acusáis a mis discípulos que lanzan los demonios, y me acusáis a mí? ¿Por qué me condenáis, justificando a mis discípulos, que no hacen nada, sino por el poder que yo les he dado? San Atanasio, San Hilario, San Juan Crisóstomo. Otros entienden a los exorcistas de los mismos judíos (véase Hch 19,13). Salomé fue el primero que los instituyó. Josefo, Antiq. lib. VIII, cap. XI, como si dijera el Señor: ¿Cómo decís que yo lanzo los demonios en virtud del demonio, si reconoceis en vuestros hijos, que esta es obra de virtud divina? Por tanto si ellos los echan por virtud divina, habéis de confesar necesariamente, que lo mismo me sucede a mí; y confesando esto, habéis de creer que ha llegado a vosotros el reino de Dios, y que yo soy el Mesías que esperáis, puesto que vuestros profetas os han dado por señal, para que le reconozcais, estos mismos milagros que me veis obrar. Y así ellos serán vuestros jueces, y condenarán vuestra incredulidad y dureza.
29 u. Si yo solo tengo poder para sujetar a mi enemigo y quitarle la presa de entre las manos, debéis reconocer que soy el soberano Señor, puesto que no hay otro que pueda hacer una obra como esta. Así que, tened por cierto, que ha llegado a vosotros el reino de Dios, puesto que veis al demonio vencido y despojado. El fuerte, de quien se habla aquí, es el demonio, que lo es contra los pecadores que voluntariamente se hacen sus esclavos. Los pecadores y los infieles son su posesión, o las armas de que se vale para engañar y vencer a los hombres. La palabra griega skéue, y la correspondiente hebrea kelí significa armas, muebles, aparato, instrumentos, etc. Jesucristo por medio de su encarnación ató a este fuerte, y le despojó de sus armas y alhajas, quitándole el poder de oponerse a los fieles que le querían seguir, y sacándonos a todos de su esclavitud. San Juan Crisóstomo.
30 v. Ninguno puede servir a dos señores. Los que no están unidos con Jesucristo por el espíritu de fe y de caridad, son contra él, y por consiguiente del partido del demonio su contrario. Y esto es verdaderamente disipar o esparcir.
31 w. MS. E denosteo.
x. Aquel que conociendo claramente las obras de Dios, y no pudiendo dudar de la divina virtud que las produce, las calumnia por un principio de envidia o de malignidad, no puede esperar ni en esta vida ni en la otra el perdón. San Jerónimo.
y. Blasfemia del Espíritu; esto es, contra el Espíritu Santo, como se declara en el versículo siguiente. El texto Griego añade: tóis ánthrópois (a los hombres).
32 z. Lo que dice San Pablo de sí mismo en 1Tim 1,13 puede servir de ilustración y comentario a este lugar.
a. Los fariseos veían los milagros de Cristo hechos en beneficio de los hombres, conocían la fuerza de estas gracias del Espíritu Santo, y sin embargo contra su propia conciencia los atribuían al poder del demonio. La misma luz del sol los cegaba, y su mismo ardor los endurecía. Ciegos pues, obstinados y blasfemos contra el Espíritu Santo, no parece les quedaban ya medios para su arrepentimiento y perdón. Por esto añade el Señor, que este pecado no se perdonará ni en este siglo, ni en el otro: no quiere decir que sea absolutamente irremisible, sino que casi jamás se perdona; porque esta misma ceguedad y dureza es por sí misma el castigo del orgullo y de la envidia diabólica, que es su verdadero principio; y así se ve, que empezó a castigarlos acá abajo, entregándolos a un réprobo sentido. Hubieran podido conseguir el perdón, si hubieran hecho penitencia; pero el fruto ordinario de su pecado era un espíritu de impenitencia. Lo que inclinó a San Agustín, de Verb. Dom. Serm. XI, nov. edit. 71, cap. XII, num. 20, a entender por esta blasfemia contra el Espíritu Santo, la impenitencia final, que va acompañada de la desesperación de la misericordia de Dios. Tal es la explicación de este texto difícil, conforme a la doctrina de los Padres, en especial San Atanasio, San Agustín, y Santo Tomás.
33 b. El Griego: saprón (carcomido).
c. Reconoced y confesad, que aquel árbol es bueno, que produce buenos frutos: y al contrario. Por lo cual si el diablo es malo, no puede hacer obras buenas. Y si las obras que yo he hecho son buenas, no puede ser su autor el diablo; porque lo que es bueno, no puede proceder de un principio que es malo; y al contrario. San Jerónimo.
34 d. MS. Del abondamiento.
e. ¿Cómo podéis hablar bien, teniendo el corazón tan corrompido y lleno de veneno?
35 f. El Griego: tés kardías, del corazón.
36 g. MS. Baldera. Palabras ociosas son aquellas, de las cuales ningún provecho saca ni el que las dice, ni el que las oye. San Jerónimo.
38 h. Esto es, queremos que hagas algún milagro. Si estaban viendo los que obraba el Señor continuamente; ¿por qué piden ahora uno nuevo para creer en él? Es porque buscaban un nuevo pretexto de calumniarle sin ánimo de rendirse a la verdad. San Jerónimo.
39 i. Adúltera, por haber abandonado el verdadero Esposo de sus almas, por su infidelidad pasada, y por su incredulidad presente.
40 j. Pasados los cuales mi resurrección pondrá en una evidencia indubitable la verdad de mi palabra. Estos tres días y tres noches se deben entender, por la tarde del viernes, todo el sábado, y la mañana del domingo.
k. Dentro de la tierra. Modo vulgar de explicarse, porque el sepulcro del Señor, abierto en una roca, mas bien estaba sobre la tierra que en el corazón de ella. Puede también entenderse del limbo de los santos Padres o seno de Abraham, a donde bajó el alma de Jesucristo.
41 l. Véase la nota al v. 6 de este capítulo. El original Griego hóde muestra que el latino hic es adverbio, y no pronombre demostrativo; y lo mismo en el verso siguiente.
42 m. La reina de Sabá. Unos intérpretes ponen su reino en la Arabia Feliz, y otros la hacen reina de Etiopía y de Egipto. Josefo, lib. II Antiquit. Estrabon dice, lib. XVII, que fue esta la corte de Etiopia: estí dé tó mégiston aithiopías basiléion, he merón, pólis omónumos té néso (Meroe es la corte y la ciudad mayor de la Etiopia que tiene el mismo nombre que la isla). Josefo añade, que el rey Cambises le mudó el nombre de Sabá en el de Meroe, en memoria de su hermana que se llamaba así.
n. Jonás era el siervo y la figura: yo, el Señor y la verdad figurada: la sabiduría de Salomón era una sombra, una pequeña centella del que es la eterna sabiduría del Padre. Demás de esto: Jonás fue a predicar penitencia a los ninivitas, y se convirtieron por su predicación: Salomón no fue a buscar a la reina de Sabá, sino que por el contrario esta vino en busca de Salomón, por oír su sabiduría: pues ¿qué excusa podréis alegar, cuando en el día del juicio os proponga estos ejemplos, el que viene en busca vuestra para alumbraros y convertiros, el mismo que tenéis aquí presente, siendo incomparablemente mayor que Jonás y que Salomón?
43 o. El demonio.
p. La opinión común de los judíos era, que los demonios, cuando eran lanzados de los hombres, se retiraban a lugares desiertos y solitarios, pero que si volvían a hacerse dueños de ellos, los atormentaban con mayor furor.
q. Estos lugares secos, según la exposición de muchos Padres, eran figura de los infieles a donde el demonio se retiraba por algún tiempo, cuando los judíos permanecían fieles a Dios, y se convertían a él de corazón. Pero no hallando allí descanso, porque a los infieles los tenía por suyos, y su furor se dirigía principalmente contra el pueblo de Dios, resolvió volver a su casa; esto es, a la misma en que ya antes había habitado, y la encontró vacía. Quiere decir, encontró a los judíos vacíos de espíritu y de caridad, y asidos solamente a las exterioridades de sus ceremonias, y a la magnificencia de su templo y sacrificios. Y tomando otros siete demonios peores que el primero, volvieron a habitar allí. La extrema ingratitud de los judíos obligó a la justicia de Dios a que los abandonase a un estado mucho más funesto que el primero, pero proporcionado al abuso horrible que habían hecho de las inmensas gracias que habían recibido; y de aquí provinieron el abandono y calamidad que después experimentaron. San Jerónimo, San Hilario y San Juan Crisóstomo. Este mismo estado se puede aplicar al cristiano, que después de haber logrado reconciliarse con Dios, da entrada nuevamente al demonio en su alma, y cae en un estado mucho más funesto y deplorable que el que antes tenía.
45 r. Gran número de espíritus (Mc 5,9; 16,9).
47 s. Los hebreos llamaban hermanos a todos aquellos que eran de un mismo linaje y parentela (véase 11,55-56).
48 t. Con estas palabras dio a entender el Salvador, que cuando se trata de anunciar la verdad del Evangelio, han de callar todos los respetos de la carne y de la sangre.
50 u. ¡Qué palabras tan llenas de consuelo para los verdaderos servidores del Señor!
Fuente: Notas Bíblicas
[8] Referencia Shem Tov.
[9] Israel.
[10] Efrayím.
[1] Su Hijo ha revelado el Nombre de YHWH a todas las naciones. naciones.
[2] Reunir a Israel.
[3] Atribuyendo las obras de Yahshua al poder de s.a.tan. Ningún Ningún creyente deliberadamente haría ésto, así como lo hicieron los Fariseos.
[7] Os 6, 6.[17] Is 42, 1.[27] Vuestros exorcistas o mis discípulos.[32] Controversia entre los fariseos y Jesús. Con la comparación del reino dividido, Jesús da la clave de su actividad. El hombre fuerte ha sido vencido por el espíritu de Dios y se ha inaugurado el reino.[45] Denota lo que sucede a los que habiendo salido por la gracia de Dios del estado del pecado, vuelven a caer en él. La falta de fe hace que su estado final sea peor que el inicial.
Fuente: Escrituras del Nombre Verdadero
Fuente: Notas Torres Amat