Comentario de Mateo 18:15 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia

Por tanto, si tu hermano peca contra ti, vé, amonéstale a solas entre tú y él. Si él te escucha, has ganado a tu hermano.

18:15 Por tanto, — Esto indica que hay relación entre la enseñanza de los vv 15-18 y lo que Jesús acaba de decir acerca de la oveja perdida y la voluntad de Dios de que ningún discípulo se pierda, porque el hermano que peque es una oveja descarriada y el hermano ofendido debe tener “corazón de pastor” para tratar de traerlo otra vez al redil. En estos versículos Jesús nos enseña uno de los aspectos importantes del papel de pacificador (5:9).

— si tu hermano peca (p. ej., vv 6, 10) contra ti, — las palabras “contra ti” faltan en los manuscritos Vaticano y Sinaítico; Francisco Lacueva lo omite de su Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español; pero en el v 21 Pedro dice, “¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?” dando a entender que de eso Jesús hablaba. Véase también Luc 17:1-37, “4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”. Además, decir que la reprensión siempre tiene que ser privada contradice Gál 2:11-14 (Pablo exhortó a Pedro “delante de todos”) y 1Ti 5:1-25, “20 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. Pablo especificó el pecado de fornicación al escribir a los corintios y les dijo, “Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1Co 5:1; 1Co 5:13).

A veces algún predicador enseña (en persona o por escrito) algo contrario a la sana doctrina, y cuando otro le exhorta o reprende, algunos hermanos se ofenden diciendo que no se siguió el plan de Cristo registrado en Mat 18:15-17, pero este texto no contradice los textos citados arriba que requieren la reprensión pública de pecados públicos (que no son ofensas personales). Si tratamos de aplicar este texto a los pecados públicos (tales como el adulterio, el robo, la borrachera, la enseñanza falsa, el dejar de asistir a las reuniones de la iglesia, etc.) ¿ cuál de los hermanos está obligado a ir “a solas” primero con el culpable? Recuérdese que sólo uno puede ir. Entonces, después de llevar a otro hermano (o a otros dos), hay que presentar el caso a la iglesia pero la iglesia ya lo sabe todo porque fue pecado público. Los ancianos hablan con miembros infieles para tratar de ayudarles (porque son pastores que velan por las almas, Heb 13:17), pero a veces aun ellos (ancianos) son criticados por no haber seguido Mat 18:15-17. Este texto se ha aplicado mal en muchos casos semejantes. Recordemos lo que Pablo dice en 2Ti 2:15 y lo que Pedro dice en 2Pe 3:16. Es muy obvio que Mat 18:15-17 no se refiere a los pecados públicos y a los hermanos que enseñen error, sino solamente a las ofensas personales.

— vé — Este texto importantísimo establece el orden de Dios con respecto al hermano que haya ofendido a otro hermano. “Vé” como el pastor va y busca la oveja perdida. “Vé” para hacer el papel de pastor de ovejas, porque Dios no quiere que ninguna se pierda (9:37, 38; 11:28-30; 23:37; 1Ti 2:4; 2Pe 3:9; Apo 22:17).

Compárese 5, “23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si “tu hermano tiene algo contra ti … anda, reconcíliate … con tu hermano” y aquí en 18:15 dice que “si tu hermano peca contra ti, vé”; es decir, en los dos casos, “anda” o “vé” tú para tratar de reconciliarte con tu hermano.

Vé, en lugar de (1) esperar hasta que él venga a ti (es cierto que él también tiene la obligación de ir a ti, Mat 5:23-24, pero cada uno debe pensar en su responsabilidad personal y no tratar de justificarse hablando de lo que otro debe hacer); (2) vé, en lugar de escribirle una carta o llamarle por teléfono (a menos que sea imposible hablar con él en persona, pero Jesús no toma en cuenta tales casos); y (3) vé, en lugar de odiarle y murmurar contra él (Stg 4:11) o quejarse de él (Stg 5:9), cada vez más exagerando la ofensa para sentirse maltratado (con complejo de mártir), vé sin demorar a él para hacer esfuerzos para ganarle. Los que desobedecen este mandamiento deben leer Stg 3:1-18, “5 He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”

Aun la ley de Moisés dijo en Lev 19:1-37, “17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mat 5:43; Mat 19:19; Mat 22:39; Mar 12:31; Luc 10:27; Rom 13:9; Gál 5:14; Stg 2:8. Yo Jehová”. Lamentablemente muchos miembros de la iglesia no son guiados por el Espíritu Santo, sino por sus sentimientos. Los tales deben reconocer que al no obedecer este mandamiento son culpables de la rebelión (1Sa 15:23). Hay hermanos que dicen que creen en la disciplina, pero les falta la disciplina de sí mismo necesaria para obedecer este mandamiento (“vé …”).

— y repréndele (este verbo, ELENCHO, significa “convencer, reconvenir, reprender en Mat 18:15; Luc 3:19; Jua 3:20; el verdadero sentido aquí es ‘expuestas’ … ‘puestas en evidencia’” (WEV); es decir, primero es necesario “exponer” el asunto (“muéstrale su falta”). Para comenzar es necesario estar seguro que se entiende exactamente lo que ocurrió. Puede haber malentendido. Hasta “testigos oculares” se equivocan. Un hermano (predicador) oyó la explosión de una escopeta, salió de la casa y vio a un señor con escopeta humeando. Así pues lo reportó a las autoridades y al colgar el teléfono, se dio cuenta que ya no había luz en la casa. Por eso, volvió a ver con más cuidado al señor con la escopeta y ahora en lugar de ver una escopeta reconoce que sólo tenía un rastrillo apuntando hacia el poste donde una transformadora eléctrica se había fundido con gran explosión y mucho humo. El hermano tuvo que informar a las autoridades que se había equivocado. Pero muchos hermanos “saben” de alguna ofensa y no miran la segunda vez y no van con el supuesto ofensor, sino que desparraman la cosa por toda la iglesia para causar mucho trastorno. Por lo tanto, como Jesús dice, “vé”.

Si se establece que en verdad había ofensa, este verbo requiere que el ofendido la muestre al ofensor para convencerle que debe arrepentirse. “Un rabí famoso de tiempos posteriores dijo, ‘Quisiera saber si hay alguien en estos tiempos que acepte la reprensión’ …Otro respondió, ‘Quisiera saber si alguien, el día de hoy sabe amonestar’” (JAB).

— estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Luc 17:3. Lamentablemente este mandamiento frecuentemente se ignora. El ofendido está obligado a hablar privadamente con el ofensor para tratar de ganar a su hermano, pero el orgullo del ofendido (lastimado) le impulsa a buscar simpatía con otros. Por esta razón muchos problemas que se podrían resolver sólo crecen y causan grandes problemas en la iglesia. Esta acción se hace para ganar a tu hermano. Gál 6:1-18, “1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. El propósito de la exhortación es restaurar al hermano. Stg 5:1-20, “19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. 1Co 9:1-27, “20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”; lea este texto concentrándose en la palabra “ganar”.

Además, no debe ser necesario decirlo, pero si en esta primera entrevista se logra ganar al hermano, el asunto debe morir allí mismo y no ser publicado a otros.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain

si tu hermano peca contra ti. Mat 18:35; Lev 6:2-7; Luc 17:3, Luc 17:4; 1Co 6:6-8; 1Co 8:12; 2Co 7:12; Col 3:13; 1Ts 4:6.

ve y repréndele estando tu y él solos. Lev 19:17; Sal 141:5; Pro 25:9, Pro 25:10.

has ganado a tu hermano. Pro 11:30; Rom 12:21; 1Co 9:19-21; Stg 5:19, Stg 5:20; 1Pe 3:1.

Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico

Jesús enseña a sus discípulos sobre el proceso para restaurar a un creyente que ha errado. Primero, debe haber una confrontación personal gobernada por el amor. El segundo paso delineado en el v. Mat 18:16 no es tan claro. El principio de los testigos se toma de Deu 19:15 pero, ¿qué declaran los testigos? Evidentemente declaran que el hermano ofendido actúa de buena fe y en espíritu correcto para obrar una reconciliación. También serían testigos de cualquier acuerdo. Si esto no trae paz, el hermano ofendido debe informarlo a la asamblea. La iglesia entonces hace todo lo posible para convencer al creyente ofensor que se reconcilie o enmiende el error. Si el error no es enmendado esa persona debe ser disciplinada mediante el aislamiento de la congregación. Tal pérdida era extremadamente dolorosa para el ofensor (1Co 5:11; 2Ts 3:6,2Ts 3:14,2Ts 3:15).

Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe

SI TU HERMANO PECA. En los vv. Mat 18:15-17 el Señor Jesucristo expone el método para restaurar o disciplinar en privado a un creyente profesante que peca contra otro miembro de la iglesia. Desatender la instrucción de Cristo ocasionará transigencia espiritual y extrema destrucción a la iglesia como pueblo santo de Dios (cf. 1Pe 2:9; véase Mat 5:14, nota).

(1) El propósito de la disciplina eclesial es proteger la reputación de Dios (Mat 6:9; Rom 2:24-24), preservar la pureza moral y la integridad doctrinal de la iglesia (1Co 5:6-7; 2Jn 1:7-11) e intentar salvar al miembro descarriado y restaurarlo a la plena comunión con Cristo (1Co 5:5; Stg 5:19-20).

(2) Ante todo se debe tratar con el ofensor en privado para hacerle ver su falta. Si hace caso, se le ha de perdonar (v. Mat 18:15). Si no le hace caso a su hermano (vv. Mat 18:15-16), después a uno o dos creyentes más (v. Mat 18:16) y por último a la iglesia local, se le ha de tratar como «un gentil», es decir, como alguien que está fuera del reino de Dios, apartado de Cristo y caído de la gracia (v. Mat 18:17; cf. Gál 5:4). Ya no tiene derecho a ser miembro de la iglesia y se le debe separar de la comunión de la iglesia.

(3) Esta práctica de la pureza de la iglesia debe funcional no sólo en los casos de pecado e inmoralidad, sino también en los de herejía doctrinal e infidelidad a la fe original y fundamental del NT (véanse Gál 1:9, nota; Jud 1:4, nota; y los ARTÍCULOs FALSOS MAESTROS, P. 1374. [Mar 13:22], y LOS OBISPOS Y SUS DEBERES, P. 1554. [Hch 20:28]).

(4) Debe practicarse la disciplina eclesial en un espíritu de humildad, amor, pesar y examen de conciencia (véanse Mat 22:37, nota; 2Co 2:6-7; Gál 6:1).

(5) Los pecados que implican inmoralidad sexual dentro de la iglesia deben abordarse de acuerdo con 1Co 5:1-5 y 2Co 2:6-11. Esos pecados graves requieren tristeza y lamento de toda la congregación (1Co 5:2), castigo «suficiente» para el transgresor (2Co 2:6) y expulsión de la iglesia (1Co 5:2; 1Co 5:13). Después de un período de evidente arrepentimiento, debe haber una reafirmación de amor a la persona que ya ha sido perdonada, y se le debe restaurar a la comunión (2Co 2:6-8).

(6) Los pecados de un anciano, después de tratar con él en privado, también deben exponerse ante los demás, y se le debe disciplinar en público, para que sirva de advertencia (Gál 2:11-18; 1Ti 5:19-20, nota; véase el ARTÍCULO REQUISITOS MORALES DE LOS OBISPOS, P. 1740. [1Ti 3:1-2]).

(7) Los dirigentes de la iglesia y los pastores de las congregaciones locales hacen bien en recordar que están puestos para que vigilen todo el rebaño (véase el ARTÍCULO LOS OBISPOS Y SUS DEBERES, P. 1554. [Hch 20:28]). El Señor exigirá de ellos una rendición de cuentas personal de «la sangre de todos» (Hch 20:26) los que se pierdan a causa de que los dirigentes dejen de restaurar, disciplinar o expulsar de acuerdo con la voluntad y el propósito de Dios (cf. Eze 3:20-21; Hch 20:26-27; véase Eze 3:18, nota).

Fuente: Biblia de Estudio Vida Plena

La ordenanza acerca de la disciplina de la Iglesia en los vv. Mat 18:15-17 debe ser leída a la luz de la parábola de la oveja perdida en los vv. Mat 18:12-14. La meta de este proceso es la restauración. Es exitosa, si «has ganado a tu hermano». El paso número uno es «repréndele» en privado.

Fuente: Biblia de Estudio MacArthur

18:15 Por tanto, — Esto indica que hay relación entre la enseñanza de los vv 15-18 y lo que Jesús acaba de decir acerca de la oveja perdida y la voluntad de Dios de que ningún discípulo se pierda, porque el hermano que peque es una oveja descarriada y el hermano ofendido debe tener “corazón de pastor” para tratar de traerlo otra vez al redil. En estos versículos Jesús nos enseña uno de los aspectos importantes del papel de pacificador (5:9).
— si tu hermano peca (p. ej., vv 6, 10) contra ti, — las palabras “contra ti” faltan en los manuscritos Vaticano y Sinaítico; Francisco Lacueva lo omite de su Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español; pero en el v 21 Pedro dice, “¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí?” dando a entender que de eso Jesús hablaba. Véase también Luc 17:1-37, “4 Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”. Además, decir que la reprensión siempre tiene que ser privada contradice Gál 2:11-14 (Pablo exhortó a Pedro “delante de todos”) y 1Ti 5:1-25, “20 A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. Pablo especificó el pecado de fornicación al escribir a los corintios y les dijo, “Quitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (1Co 5:1; 1Co 5:13).
A veces algún predicador enseña (en persona o por escrito) algo contrario a la sana doctrina, y cuando otro le exhorta o reprende, algunos hermanos se ofenden diciendo que no se siguió el plan de Cristo registrado en Mat 18:15-17, pero este texto no contradice los textos citados arriba que requieren la reprensión pública de pecados públicos (que no son ofensas personales). Si tratamos de aplicar este texto a los pecados públicos (tales como el adulterio, el robo, la borrachera, la enseñanza falsa, el dejar de asistir a las reuniones de la iglesia, etc.) ¿ cuál de los hermanos está obligado a ir “a solas” primero con el culpable? Recuérdese que sólo uno puede ir. Entonces, después de llevar a otro hermano (o a otros dos), hay que presentar el caso a la iglesia pero la iglesia ya lo sabe todo porque fue pecado público. Los ancianos hablan con miembros infieles para tratar de ayudarles (porque son pastores que velan por las almas, Heb 13:17), pero a veces aun ellos (ancianos) son criticados por no haber seguido Mat 18:15-17. Este texto se ha aplicado mal en muchos casos semejantes. Recordemos lo que Pablo dice en 2Ti 2:15 y lo que Pedro dice en 2Pe 3:16. Es muy obvio que Mat 18:15-17 no se refiere a los pecados públicos y a los hermanos que enseñen error, sino solamente a las ofensas personales.
— vé – Este texto importantísimo establece el orden de Dios con respecto al hermano que haya ofendido a otro hermano. “Vé” como el pastor va y busca la oveja perdida. “Vé” para hacer el papel de pastor de ovejas, porque Dios no quiere que ninguna se pierda (9:37, 38; 11:28-30; 23:37; 1Ti 2:4; 2Pe 3:9; Apo 22:17).
Compárese 5, “23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda”. Si “tu hermano tiene algo contra ti … anda, reconcíliate … con tu hermano” y aquí en 18:15 dice que “si tu hermano peca contra ti, vé”; es decir, en los dos casos, “anda” o “vé” tú para tratar de reconciliarte con tu hermano.
Vé, en lugar de (1) esperar hasta que él venga a ti (es cierto que él también tiene la obligación de ir a ti, Mat 5:23-24, pero cada uno debe pensar en su responsabilidad personal y no tratar de justificarse hablando de lo que otro debe hacer); (2) vé, en lugar de escribirle una carta o llamarle por teléfono (a menos que sea imposible hablar con él en persona, pero Jesús no toma en cuenta tales casos); y (3) vé, en lugar de odiarle y murmurar contra él (Stg 4:11) o quejarse de él (Stg 5:9), cada vez más exagerando la ofensa para sentirse maltratado (con complejo de mártir), vé sin demorar a él para hacer esfuerzos para ganarle. Los que desobedecen este mandamiento deben leer Stg 3:1-18, “5 He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego!”
Aun la ley de Moisés dijo en Lev 19:1-37, “17 No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado. 18 No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Mat 5:43; Mat 19:19; Mat 22:39; Mar 12:31; Luc 10:27; Rom 13:9; Gál 5:14; Stg 2:8. Yo Jehová”. Lamentablemente muchos miembros de la iglesia no son guiados por el Espíritu Santo, sino por sus sentimientos. Los tales deben reconocer que al no obedecer este mandamiento son culpables de la rebelión (1Sa 15:23). Hay hermanos que dicen que creen en la disciplina, pero les falta la disciplina de sí mismo necesaria para obedecer este mandamiento (“vé …”).
— y repréndele (este verbo, ELENCHO, significa “convencer, reconvenir, reprender en Mat 18:15; Luc 3:19; Jua 3:20; el verdadero sentido aquí es ‘expuestas’ … ‘puestas en evidencia’” (WEV); es decir, primero es necesario “exponer” el asunto (“muéstrale su falta”). Para comenzar es necesario estar seguro que se entiende exactamente lo que ocurrió. Puede haber malentendido. Hasta “testigos oculares” se equivocan. Un hermano (predicador) oyó la explosión de una escopeta, salió de la casa y vio a un señor con escopeta humeando. Así pues lo reportó a las autoridades y al colgar el teléfono, se dio cuenta que ya no había luz en la casa. Por eso, volvió a ver con más cuidado al señor con la escopeta y ahora en lugar de ver una escopeta reconoce que sólo tenía un rastrillo apuntando hacia el poste donde una transformadora eléctrica se había fundido con gran explosión y mucho humo. El hermano tuvo que informar a las autoridades que se había equivocado. Pero muchos hermanos “saben” de alguna ofensa y no miran la segunda vez y no van con el supuesto ofensor, sino que desparraman la cosa por toda la iglesia para causar mucho trastorno. Por lo tanto, como Jesús dice, “vé”.
Si se establece que en verdad había ofensa, este verbo requiere que el ofendido la muestre al ofensor para convencerle que debe arrepentirse. “Un rabí famoso de tiempos posteriores dijo, ‘Quisiera saber si hay alguien en estos tiempos que acepte la reprensión’ …Otro respondió, ‘Quisiera saber si alguien, el día de hoy sabe amonestar’” (JAB).
— estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano. Luc 17:3. Lamentablemente este mandamiento frecuentemente se ignora. El ofendido está obligado a hablar privadamente con el ofensor para tratar de ganar a su hermano, pero el orgullo del ofendido (lastimado) le impulsa a buscar simpatía con otros. Por esta razón muchos problemas que se podrían resolver sólo crecen y causan grandes problemas en la iglesia. Esta acción se hace para ganar a tu hermano. Gál 6:1-18, “1 Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”. El propósito de la exhortación es restaurar al hermano. Stg 5:1-20, “19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados”. 1Co 9:1-27, “20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos”; lea este texto concentrándose en la palabra “ganar”.
Además, no debe ser necesario decirlo, pero si en esta primera entrevista se logra ganar al hermano, el asunto debe morir allí mismo y no ser publicado a otros.

Fuente: Notas Reeves-Partain

BUSCANDO AL PORFIADO

Mateo 18:15-18

-Si tu hermano peca contra ti, dirígete a él y trata de hacerle comprender su error estando él y tú solos. Si te hace caso, has recuperado a un hermano. Si no te quiere hacer caso, lleva a uno o dos contigo, para que todo el asunto se establezca por boca de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso a ellos, díselo a la iglesia. Y si se niega a hacer caso a la iglesia, tenle poro gentil y publicano. Esto que os digo es la pura verdad: todo lo que atéis en la Tierra, quedará atado en el Cielo; y todo lo que desatéis en la Tierra, quedará desatado en el Cielo.

En muchos sentidos este es uno de los pasajes más difíciles de interpretar de todo el Nuevo Testamento. Su dificultad radica en el hecho indudable de que no suena a cierto; no suena a Jesús; suena mucho más a los acuerdos de un comité eclesiástico.

Todavía podemos ir más lejos: No es posible que Jesús dijera esto en esta forma. Jesús no pudo decirles a Sus discípulos que llevaran el asunto a la iglesia, porque la iglesia no existía todavía; y el pasaje implica una iglesia plenamente desarrollada y organizada, con un sistema de disciplina eclesiástica. Y más aún: Habla de publicanos y paganos como de los que están fuera sin remedio. Sin embargo a Jesús Le acusaron de ser amigo de publicanos y pecadores; y Él nunca habló de ellos en un sentido despectivo o negativo, sino siempre con simpatía y amor, y aun con alabanza (Cp. Mt 9:10 ss; 11:19; Lc 18:10 ss; y especialmente Mt 21:31 ss, donde se dice precisamente que los publicanos y las rameras entrarán en el Reino antes que los religiosos ortodoxos de aquel tiempo). Además, el tono general del pasaje es que el perdón tiene un límite, que llega el momento en que se puede tomar a una persona como un caso perdido, cosa que no podemos entender que dijera Jesús. Y el último versículo parece realmente darle a la iglesia el poder de retener y de perdonar pecados. Hay muchas razones que nos hacen creer que esto, tal como está aquí, no puede ser un dicho original de Jesús, sino una adaptación hecha por la iglesia en tiempo posterior, cuando la disciplina eclesiástica era más bien cosa de reglas y normas, y no de amor y perdón.

Aunque este pasaje podemos estar seguros de que no es una trascripción exacta de lo que dijo Jesús, es igualmente cierto que se remonta a algo que El sí dijo. ¿Podemos penetrar en su trasfondo para encontrar el verdadero mandamiento de Jesús? En su sentido más amplio, lo que Jesús dijo sería: «Si alguien peca contra ti, no ahorres esfuerzos para hacer que reconozca su falta, y para poner las cosas en su sitio otra vez entre vosotros dos.» En el fondo, lo que quiere decir es que no debemos nunca tolerar ninguna situación en la que se rompa la relación, personal entre uno de nosotros y otro miembro de la comunidad cristiana..
Supongamos que algo va mal, ¿qué tenemos que hacer para rectificarlo? Este pasaje nos presenta todo un esquema de acción para arreglar una relación deteriorada en la comunidad cristiana:
(i) Si estamos convencidos de que alguien nos ha ofendido, debemos expresar nuestra queja inmediatamente. Lo peor que podemos hacer con una ofensa es rumiarla. Eso es fatal. Puede envenenar toda la mente y la vida hasta tal punto que no podamos pensar en nada más que en nuestro sentimiento de haber sido ofendidos personalmente. Cualquier sentimiento de ese tipo debe sacarse a la luz, arrostrarse, expresarse, y a menudo el hecho de exponerlo mostrará lo poco importante y lo trivial que es todo el asunto.
(ii) Si estamos convencidos de que alguien nos ha ofendido, debemos ir directamente al supuesto ofensor personalmente. Más problemas ha causado el escribir cartas que casi ninguna otra cosa en el mundo. Una carta puede que se lea o entienda equivocadamente; puede que transmita inconscientemente un tono que no era la intención original. Si tenemos alguna diferencia con otro, solo hay una manera de zanjarla, y es cara a cara. La palabra hablada puede muchas veces resolver una diferencia que la palabra escrita no habría hecho más que exacerbar.
(iii) Si una entrevista privada y personal no consigue su propósito, debemos llevar a alguna persona, o a algunas personas, que sean prudentes. Dt 19:15 dice: «No se tomará en cuenta a un solo testigo contra alguien en cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquier ofensa cometida. Solo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.» Ese era el dicho que Mateo tenía en mente. Pero en este caso el llevar testigos no era para tener una manera de demostrarle a una persona que había cometido una ofensa, .sino para ayudar en un proceso de reconciliación. Una persona suele odiar a los que más ha ofendido; y bien puede ser que nada -que nosotros digamos pueda hacer que le recuperemos. Pero el hablar del asunto con algunas personas prudentes y -amables presentes es crear una nueva atmósfera en la que hay por lo menos una posibilidad de vernos como nos ven los demás. Los rabinos tenían un dicho sabio: «No juzgues a solas, porque no hay nadie que pueda juzgar a solas salvo Uno, es decir, Dios.»

(iv) Si también eso fracasa, debemos llevar nuestros problemas personales a la comunidad cristiana. ¿Por qué? Porque los problemas no se resuelven nunca llevándolos a los tribunales, o discutiéndolos sin Cristo. El legalismo no hace más que producir más problemas. Es en un ambiente de oración, de amor cristiano y de comunión fraternal donde se pueden enderezar las relaciones deterioradas. Lo que se da por sentado es que la comunidad eclesial es cristiana, y trata de juzgarlo todo, no a la luz de un libro de práctica y disciplina, sino a la luz del amor.

(v) Ahora es cuando llegamos a lo más difícil. Mateo dice que, si tampoco eso tiene éxito, entonces hay que considerar a la persona que nos ha ofendido como si fuera un pagano o un publicano. La primera impresión que nos hace este dicho es que hay que dejar a la persona por imposible y como irrecuperable, pero eso es precisamente lo que Jesús no puede haber querido decir. Él nunca le puso límites al perdón humano. Entonces, ¿qué es lo que quiso decir?
Ya hemos visto que cuando Jesús habla de publicanos y de pecadores siempre lo hace con simpatía .y amabilidad, y con aprecio de sus buenas cualidades. Puede que lo que Jesús quisiera decir fuera: «Cuándo hayáis hecho todo esto, cuando le hayáis dado al ofensor todas las oportunidades sin que deje de estar obstinado y testarudo, puede que le consideres en nada mejor que un publicano renegado o hasta que un pagano idólatra. Bueno, puede que tengas razón; pero Yo no he encontrado que los publicanos y los paganos sean casos perdidos. Mi experiencia con ellos es que ellos también tienen un corazón que se puede tocar; y hay muchos de ellos, como Mateo y Zaqueo, que han llegado a ser mis mejores amigos. Aun en el caso de que el ofensor testarudo sea como un publicano ,o un pagano, todavía le puedes recuperar, como Yo.»
De hecho eso, no es un mandato de perder la paciencia con nadie, dé considerar a una persona un caso perdido; es un desafío a ganárnosla con el amor que puede tocar hasta el más duro corazón. No es decir que hay casos desesperados; es una afirmación de que Jesucristo no ha encontrado que ninguna persona fuera un caso perdido -y nosotros tampoco tenemos por qué llegar a esa conclusión.

(vi) Por último, tenemos el dicho acerca de atar y desatar. Es un dicho difícil. No puede querer decir que la iglesia puede remitir o perdonar pecados, y así zanjar el destino de una persona en el tiempo y en la eternidad. Lo que sí puede querer decir es que las relaciones que establecemos con nuestros semejantes duran no solo un tiempo, sino se transfieren a la eternidad -por tanto tenemos la obligación de mantenerlas como Dios manda.

Fuente: Comentario al Nuevo Testamento

— te ofende: Varios mss., alguno de reconocido valor, dicen simplemente: si tu hermano peca.

Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana

“Si tu hermano peca”. Este pasaje explica cómo debiera funcionar en la práctica este principio de los vv. 10-14. Se dirige a ti (en singular), el discípulo individual que se da cuenta del pecado de su condiscípulo y acepta (como lo demandan los vv. 10-14) que es su responsabilidad hacer algo. Las palabras contra ti (15) probablemente no se encuentran en el texto original y lamentablemente restringen el ámbito del significado. La respuesta ante alguna ofensa personal se tratará en los vv. 21-35; aquí está en juego el peligro que corre el hermano, no un efecto de su pecado sobre mí personalmente.

La meta debe ser ganar a tu hermano, restauración y no castigo. Para tal efecto se debe usar al mínimo la publicidad. Al hermano que ha errado se le debe acercar uno solo, o a lo sumo con uno o dos más. Sólo si estos pasos fallan será necesario llevarlo a la iglesia (la congregación local); se espera que el ofensor escuche la convicción unida de sus condiscípulos. Si no es así, el único recurso será el de cortar el compañerismo, aunque presumiblemente todavía con la esperanza de que este proceder sacuda al hermano y lo mueva al arrepentimiento y a la restauración.

El derecho de la congregación, y su responsabilidad, de tomar una decisión tan seria descansa sobre el mismo principio de delegación que se usó con Pedro en 16:19, pero ahora toda la congregación comparte esta autoridad (18:18 está en plural). Véanse los comentarios sobre 16:19. La idea de que la iglesia sobre la tierra pueda ejercer la autoridad del cielo en tal situación se continúa en los vv. 19, 20, donde la presencia constante de Jesús entre su pueblo garantiza que la oración unida sea eficaz. En este contexto se hace referencia primordialmente a la oración por el “hermano que peca”, aunque este principio puede aplicarse más ampliamente. Por supuesto, no es una garantía automática que cualquier petición sea otorgada, sino solamente las que sean compatibles con el congregarse en mi nombre.

Notas. 17 Tenlo por gentil y publicano es un lenguaje algo sorprendente de labios del Jesús que era conocido como amigo de publicanos y cuya simpatía por los gentiles ya ha sido demostrada. Presumiblemente, era una expresión tradicional judía de ostracismo. 20 Cf. 28:20. Este tipo de expresión implica una demanda extraordinaria para Jesús como más que un individuo histórico.

Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno

NOTAS

(1) Lit.: “censúralo”.

REFERENCIAS CRUZADAS

t 829 Lev 19:17; Pro 25:9; Luc 17:3

u 830 Stg 5:20

Fuente: Traducción del Nuevo Mundo

ve y repréndelo. El reprender con amor a los pecadores entre el pueblo de Dios está enfatizado a través de las Escrituras (cp. Lv 19:17; Lc 17:3; Gá 6:1).

Fuente: La Biblia de las Américas

En estos vers. Jesús revela que los miembros de su comunidad deben buscar la reconciliación (vers. 15– 20) y perdonarse de corazón unos a otros (vers. 21– 35).

Fuente: La Biblia de las Américas

15 (1) Para que reconozca su pecado y confiese su error.

15 (2) Para que terceros no sepan del error del hermano pecaminoso. Esto es proteger amorosamente al hermano.

15 (a) Luc_17:3

15 (b) Lev_19:17 ; cfr. Gál_6:1

Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro

Estas palabras contienen una expresión á la cual se ha dado á menudo una aplicación errada. El mandato de oír á la iglesia » se ha interpretado de tal manera que se le ha puesto en pugna con otros pasajes de la palabra de Dios. Se ha pretendido por algunos que se refiere á la autoridad de la iglesia visible en materias de doctrina, y con ese apoyo se ha ejercido una vergonzosa tiranía eclesiástica. Mas, de que se haya abusado de las verdades de la Escritura no se sigue que nosotros hemos de rehusar hacer uso de ellas: de que algunos hayan desvirtuado un texto y lo hayan convertido en ponzoña no se sigue que nosotros estamos en el deber de rechazarlo.
Merece notarse, en primer lugar, cuan admirables son los reglas que estableció nuestro Señor para subsanar las disensiones entre los hermanos.
Si por desgracia hubiéramos recibido alguna injuria de parte de uno de nuestros correligionarios, el primer paso que debemos dar es visitarlo á solas para decirle la falta que hubiere cometido. Tal vez nos haya ofendido sin intención de hacerlo, como Abimelech á Abrahán; ó acaso pueda dar una explicación satisfactoria de su conducta como las tribus de Rubén, Gad y Manases cuando edificaron un altar al volver á su patria. Gen 21:26; Jos 22:24. Más, de todos modos, es por medio del cariño, la sinceridad y la franqueza que puede captarse de nuevo la buena voluntad de un hermano.
Sin embargo, si tal proceder no produjere buenos efectos, debemos entonces dar otro paso, cual es el de llevar dos compañeros y manifestar al hermano, en presencia de ellos, cuál es la falta en que ha incurrido. ¿Quién sabe si se le despierte la conciencia y que se arrepienta cuando perciba que su mala conducta es conocida de los demás? Si así no sucediere, tendremos de nuestro lado el testimonio de dos testigos para manifestar que hicimos todo lo que estaba de nuestra parte á fin de reconciliar á nuestro hermano, y que él rehusó obstinadamente el dar una satisfacción.
Finalmente, si la segunda tentativa fuere también estéril, nos queda el recurso de acudir á la congregación de la cual seamos miembros. Puede suceder que el que haya permanecido impasible ante una reconvención privada, ceda al fin por temor de verse expuesto á la sanción pública. Si así no aconteciere, no podemos opinar otra cosa respecto de nuestro hermano sino que ya ha desechado todos los principios del Cristianismo y está animado solo por móviles tan mezquinos como los de un pagano ó publicano.
Es digno de observarse, en segundo lugar, el argumento claro que en estos versículos se encuentra a favor del ejercicio de la disciplina en una congregación cristiana.
Nuestro Señor manda que las desavenencias entre los cristianos que no puedan arreglarse de otra manera, se sometan á la iglesia ó congregación á que esos cristianos pertenezcan. Es evidente, pues, que El quiere que toda corporación cristiana vele de la moralidad de sus miembros, ya sea por medio de una disposición colectiva, ó por un acto de los empleados ó funcionarios á quienes se haya delegado esa autoridad ; y que cada corporación tenga la facultad de excluir de la participación de los sacramentos á los miembros desobedientes ó refractarios. Nada dice sobre la imposición de penas temporales ó la privación de los derechos civiles. Solo permitió á la iglesia el imponer penas espirituales, las cuales son de mucha significación si se infligen de una manera debida. «Lo que ligareis en la tierra será ligado en el cielo.» Esto es, en sustancia lo que nuestro Señor enseño acerca de la disciplina eclesiástica.
En vista de este pasaje no puede, pues, negarse que la disciplina eclesiástica está en armonía con los preceptos de Jesucristo, y que cuando se la ejerce debidamente, tiende á promover la pureza y bienestar de la iglesia. De ninguna manera seria corriente el que toda clase de gente, por irreligiosa y mala que fuese, pudiera tomar parte en el sacramento de la Cena del Señor sin que nadie se lo prohibiese. Por de contado que sobre la tierra no puede haber ninguna corporación perfecta, mas debe aspirarse á la mayor pureza posible.
Merece observarse, por último, el estímulo que benignamente ofrece Jesús á los que se reunieren en su nombre. Dijo así: » Donde están dos ó tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos..
En todo acto público para efectos del culto, en toda reunión de plegaria, en toda junta misionera está presente Jesucristo, el Rey de reyes. Á veces tal vez nos desalentemos al ver cuan pequeño es el número de los que concurren á tales oficios, comparado con el de los que concurren á juntas políticas ó á diversiones. Otras veces quizá nos exasperan la befa y el escarnio de un mundo ingrato. Mas no tenemos razón para desalentarnos: en esas reuniones Cristo está con nosotros.

Fuente: Los Evangelios Explicados

peca… M↓ peca contra tiLuc 17:3.

Fuente: Biblia Textual IV Edición

R458 La ausencia de un conectivo entre ὕπαγε y ἔλεγξον da vitalidad a la descripción.

R687 El pronombre personal σοῦ se usa en vez del pronombre reflexivo: entre ti y él; (comp. el v. 16 y T42).

R1020 En la cláusula condicional ἐὰν σου ἀκούσῃ, ἐκέρδησας τὸν ἀδελθόν σου, la prótasis mira hacia el futuro, mientras que la apódosis mira hacia el pasado: si te oye, has ganado tu hermano (un aoristo después de una condición futura, hasta cierto punto es futurista -BD333[2]).

Fuente: Ayuda gramatical para el Estudio del Nuevo Testamento Griego

Muchos mss. agregan: contra ti

Lit., entre tú y él solos

Fuente: La Biblia de las Américas

M i añaden contra ti.

18.15 Lit. solo.

g Luc 17:3

Fuente: La Biblia Textual III Edición

§ O “hermano en la fe.”

Fuente: Versión Biblia Libre del NuevoTestamento