PARA VIVIRLO

Cómo manejó Jesús la fama

Es fácil sentirse intimidado ante la presencia de una persona famosa. La gente de nivel e imagen puede hacernos sentir inferior, como si nosotros no tuviéramos nada que ofrecer en comparación a ellos. Jesús, sin embargo, puso la fama de cabeza al modelar las características de la compasión y la humildad.

Cuando Él entró a Jerusalén, la capital de Palestina, nos entregó una nueva manera de manejar la aclamación de la multitud. La ciudad estaba excitada durante su período más alto de turistas y celebración. Un momento para que Jesús llevara su campaña a un clímax, Él aun tenía las profecías de Zacarías (Zac 9:9) e Isaías (Isa 62:11) para reforzar su confianza. Pero, en lugar de un desfile de carros y trompetas y una bien orquestada ceremonia, Jesús escogió entrar en la ciudad sobre un asno, una bestia de carga común; en lugar de caminar codo a codo con el poder de los oficiales y otras celebridades de la ciudad, Él fue acompañado de una pequeña banda de pescadores comunes, campesinos galileos y aun un cobrador de impuestos. Por primera vez, la gente común tenía un desfile (Mat 21:8, Mat 21:10).

Al final de la ruta del desfile, Jesús no fue a la sala de los poderosos. Él marchó al lugar de adoración, un centro nacional para los judíos y derribó las mesas de los negociantes que manipulaban a los pobres y hacían del templo un lugar para los cambistas (Mat 21:12, Mat 21:13). Él se centró sobre el ciego, el cojo, y los niños (Mat 21:14-16). Y cuando había completado las tareas del día, no pasaba la noche en la casa de un famoso líder de la ciudad sino en una humilde casa en un cercano suburbio, Betania (Mat 21:17).

A pesar de su fama, las actividades finales de Jesús antes de su muerte se centraron en aquellos que estaban listos para escuchar de su amor, perdón y esperanza. Aquí hay un nuevo estilo de fama, la que nos puede ayudar cuando nos enfrentemos a las tentaciones que pueden venir cuando pretendamos que nos acaricien el lomo con el poder.