Comentario de Mateo 22:23 – Exégesis y Hermenéutica de la Biblia
Aquel día se le acercaron unos saduceos, quienes dicen que no hay resurrección, y le preguntaron diciendo:
22:23 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, — Hch 23:1-35, “8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, Mar 12:18; Luc 20:27. ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Éxo 3:6; Ecl 12:7; Zac 12:1; 1Ts 5:23; Stg 2:26, etc.). — y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Deu 25:5. 25 Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer. 28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? — Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deu 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.Fuente: Comentario al Nuevo Testamento por Partain
aquel día. Mar 12:18; Luc 20:27.
los saduceos. Mat 3:7; Mat 16:6; Hch 4:1; Hch 5:17; Hch 23:6-8.
que dicen que no hay resurrección. 1Co 15:12-14; 2Ti 2:18.
Fuente: El Tesoro del Conocimiento Bíblico
Algunas de las creencias de los saduceos se explican en Hch 23:8. Estos hombres consideraban los primeros cinco libros de Moisés como las Escrituras con autoridad. Para ellos, cualquier argumento religioso debía venir del Pentateuco.
PERSPECTIVA
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Ley tradicional romana
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La ley tradicional de Israel era parte de la educación judía (Mat 22:40). Los romanos también tenían una ley tradicional llamada las doce tablas, la cual era memorizada por sus hijos. La ley era civil, criminal, y religiosa. A diferencia de la ley de Moisés, el texto de las doce tablas se ha preservado solo en fragmentos.
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Fuente: Nuevo Comentario Ilustrado de la Biblia Caribe
no hay resurrección. Vea la nota sobre Mat 3:7.
Fuente: Biblia de Estudio MacArthur
22:23 Aquel día vinieron a él los saduceos, que dicen que no hay resurrección, — Hch 23:1-35, “8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, Mar 12:18; Luc 20:27. ni ángel, ni espíritu”. Desde luego, si decían que no hay espíritu, tampoco habría ángeles (Heb 1:14) y no habría necesidad de la resurrección del cuerpo, porque en la resurrección los cuerpos se unen con sus espíritus. Sin embargo, las Escrituras enseñan claramente que el espíritu existe (Éxo 3:6; Ecl 12:7; Zac 12:1; 1Ts 5:23; Stg 2:26, etc.).
— y le preguntaron, 24 diciendo: Maestro, Moisés dijo: Si alguno muriere sin hijos, su hermano se casará con su mujer, y levantará descendencia a su hermano. Deu 25:5. 25 Hubo, pues, entre nosotros siete hermanos; el primero se casó, y murió; y no teniendo descendencia, dejó su mujer a su hermano. 26 De la misma manera también el segundo, y el tercero, hasta el séptimo. 27 Y después de todos murió también la mujer. 28 En la resurrección, pues, ¿de cuál de los siete será ella mujer, ya que todos la tuvieron? – Sin duda este fue el argumento favorito y más “fuerte” de los saduceos, y probablemente con él hubieran ganado muchos debates con los fariseos. Sin lugar a dudas solucionar tal problema habría sido demasiado difícil aun para Salomón, pero el argumento tendría mérito solamente si en la resurrección todavía existiera el estado matrimonial. Los saduceos cometieron un error que es demasiado común en el mundo religioso, el de sacar una deducción o conclusión errónea de cierto texto bíblico. Ellos torcieron las Escrituras al concluir que esta ley de Deu 25:5 de alguna forma afectaran a los que resuciten de los muertos.
Fuente: Notas Reeves-Partain
EL DIOS VIVO DE LAS PERSONAS VIVAS
Mateo 22:23-33
Aquel mismo día, los saduceos, que niegan que haya resurrección, se dirigieron a Jesús y le cuestionaron.
Maestro – dijeron-, Moisés dijo: «Si alguno muere sin dejar hij0, Y su hermano se casará con su mujer, y tendrán descendencia para el hermano muerto.» Había entre nos los siete hermanos. El primero se casó, y murió sin dejar hijos; así que le dejó su mujer a su hermano. Lo mismo. sucedió con el segundo, y con el tercero, y así hasta el séptimo de ellos. La última de todos en morir fue la mujer. ¿De cuál de los siete será esposa en la Resurrección? Porque todos la tuvieron por tal.
Estáis en un error -les contestó Jesús-, porque no conocéis ni las Escrituras ni el poder de Dios. En la Resurrección no se casan ellos ni ellas, sino que son como los ángeles del Cielo. Ahora bien, en cuanto a la Resurrección de los muertos, ¿es que no habéis leído nunca lo que dijo Dios? «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Dios no es el Dios de los muertos, sino de los vivos.
Cuando la gente escuchó esta respuesta de Jesús, se quedaron admirados de Su enseñanza.
Como los fariseos Le habían hecho a Jesús el contraataque y habían sido derrotados, los saduceos los relevaron en la lucha.
Los saduceos no eran muy numerosos, pero eran la clase rica, aristocrática y gobernante. Los principales sacerdotes, por ejemplo, eran saduceos. En política eran colaboracionistas; totalmente dispuestos a cooperar con el gobierno romano si así podían conservar su posición y privilegios. En su manera de pensar estaban bastante dispuestos a aceptar las ideas griegas.
En cuanto a sus creencias judías, eran tradicionalistas. Rechazaban la ley oral de los escribas, que para los fariseos tenía tanta importancia como la Ley escrita. Pero llegaban más lejos todavía: la única parte de las Escrituras que consideraban normativa era el Pentateuco, la Ley por excellence, los primeros cinco libros del Antiguo Testamento. No aceptaban como Escritura ni los Profetas ni los Libros Poéticos. Particularmente se oponían a los fariseos porque negaban completamente cualquier vida después de la muerte, que era uno de los puntos en los que insistían los fariseos. Los fariseos, por supuesto que establecían que cualquier persona que negara la Resurrección de los muertos estaba excluida de todas las bendiciones de Dios.
Los saduceos insistían en que la doctrina de la vida después de la muerte no se podía demostrar con el Pentateuco. Los fariseos decían que sí, y eran curiosos los versículos que citaban como pruebas. Citaban Nm 18:28 , que dice: «Dad la ofrenda del Señor al sacerdote Aarón.» Esa es una ordenanza de carácter permanente. El verbo está en el tiempo presente; ¡por tanto Aarón está todavía vivo! Citaban Dt 31:16 como prueba de la Resurrección «Y este pueblo se levantará,» aunque la segunda mitad del versículo prosigue: «para prostituirse tras los dioses ajenos de la tierra.» Citaban Dt 32:39 : «Yo hago morir, y Yo hago vivir.» Fuera del Pentateuco citaban Isa 26:19 : «Tus muertos vivirán.» No se puede decir que ninguna de las citas de los fariseos fuera concluyente; y no se había podido presentar nunca ningún argumento real a favor de la Resurrección de los muertos basado en el Pentateuco.
Los fariseos insistían mucho en la resurrección del cuerpo. Discutían detalles rebuscados, tales como si se resucitaría vestido o desnudo; si vestido, ¿resucitaría uno con la ropa que tenía puesta cuando murió, o con otra? Usaban 1S 28:14 (el pasaje de la pitonisa de Endor que hizo subir el espíritu de Samuel a petición de Saúl) para demostrar que después de la muerte las personas conservan la apariencia que tuvieron en este mundo. Hasta discutían si las personas resucitaban con los defectos físicos con los que, o de los que habían muerto; ¡si no fuera así, no serían las mismas personas! Todos los judíos resucitarían en la Tierra Santa, así es que decían que había pasillos bajo la tierra y, cuando enterraban a un judío en una tierra extranjera, su cuerpo venía rodando por esos pasillos hasta la patria. Los fariseos mantenían como doctrina fundamental la Resurrección corporal de los muertos. Los saduceos la negaban totalmente.
Los saduceos presentaron un problema que ellos creían que reducía al absurdo la doctrina de la resurrección de los muertos. Había una costumbre día que se llamaba el levirato. Es discutible ¡asta qué punto se practicaba. Si un hombre casado moría sin dejar hijos, su hermano estaba obligado a casarse con la viuda, y el primer hijo que tuvieran recibiría el nombre del difunto. Si el hombre se negaba a casarse con la viuda, los dos se presentaban ante los ancianos; la mujer tenía que desatarle el zapato al hombre, escupirle en la cara y maldecirle; y el hombre quedaba bajo el estigma de haber rehusado tener un hijo para su hermano Dt 25:5-10 ). Los saduceos citaron un caso de matrimonio de levirato en el que siete hermanos fueron muriendo sucesivamente sin dejar descendencia, aunque casándose con la misma mujer, y entonces preguntaron: «Cuando tenga lugar la Resurrección, ¿de quién será esposa la mujer que estuvo casada con todos?» Era una trampa de pregunta.
Jesús empezó estableciendo un principio: Toda aquella cuestión se basaba en un error fundamental, el de pensar que el Cielo es como la Tierra, y la vida en la eternidad es como la vida en el tiempo. La respuesta de Jesús fue que cualquiera que lea las Escrituras se dará cuenta de que ese problema no existe; porque el Cielo no va a ser simplemente la continuación o la extensión de este mundo. Habrá relaciones nuevas y mejores que trascenderán las relaciones físicas del tiempo.
De ahí pasó Jesús a demoler toda la posición de los saduceos. Habían mantenido siempre que no había ningún texto en el Pentateuco que se pudiera usar para demostrar la Resurrección de los muertos. Ahora bien, ¿cuál era el título más corriente de Dios en el Pentateuco? «El Dios de Abraham, y de Isaac, y de Jacob.» Dios no puede ser un Dios de muertos, y de cadáveres en pudrición. El Dios viviente tiene que ser el Dios de los vivientes. La posición de los saduceos quedó demolida. Jesús había hecho lo que no habían conseguido hacerlos rabinos más sabios. Refutó a los saduceos con textos de la misma Escritura, y demostró que hay una vida después de la muerte que no se puede concebir en términos terrenales. La gente se admiró de un Hombre que era un maestro de la discusión, y hasta los mismos fariseos tendrían que contenerse para no vitorearle.
Fuente: Comentario al Nuevo Testamento
— saduceos: Ver nota a Mat 3:7. Sólo reconocían como Escritura Sagrada el Pentateuco y, a diferencia de los fariseos, no creían en la resurrección de los muertos. Jesús rechaza su planteamiento apoyándose precisamente en un pasaje del Pentateuco, concretamente del libro del Éxodo (ver Éxo 3:6; Éxo 3:15-16).
Fuente: Traducción Interconfesional HispanoAmericana
La resurrección (ver Mar. 12:18-27; Luc. 20:27-40). En contraste con los fariseos, quienes habían iniciado la última “trampa”, los saduceos no creían en la vida después de la muerte, ya que no era expresada en los primeros cinco libros de Moisés, las únicas Escrituras que ellos aceptaban como autoridad. Pensaron que ésta era un área donde las enseñanzas de Jesús podrían verse ridiculizadas. Su “pregunta”, basada en la ley del matrimonio del levirato de Deut. 25:5, 6, no era una indagación seria, sino un esfuerzo por hacer burla de una idea teológica recién inventada sobre la resurrección. Pero señala un verdadero asunto pastoral para los que han estado casados más de una vez.
La respuesta de Jesús era doble. Sobre el asunto específico levantado, él señaló (30) que la vida de resurrección no es una simple continuación de la vida terrenal. Sus palabras son, a veces, entendidas como que ofrecen una vida celestial menos feliz que la vida conyugal terrena. Al contrario, es una vida más rica. La exclusividad del matrimonio es apropiada para la vida mortal, dentro de la cual hay una necesidad de procrear niños. Pero los que son levantados a la vida inmortal, como los ángeles, pueden seguir disfrutando las relaciones de cariño sin las restricciones y los celos que la unión matrimonial terrena correctamente involucra.
Sobre la cuestión más fundamental de la resurrección misma, Jesús halló una base para esta creencia en las Escrituras de los mismos saduceos, los libros de Moisés (31, 32). Para que Dios se describa a sí mismo en relación con los patriarcas que habían muerto mucho antes (Exo. 3:6) implica que existe la continuidad de relaciones; el pacto de Dios con su pueblo no se frustra con la muerte.
Fuente: Nuevo Comentario Bíblico Siglo Veintiuno
NOTAS
(1) “Resurrección.” Gr.: a·ná·sta·sin, “levantarse; ponerse de pie” (de a·ná, “arriba”, y stá·sis, “parar”); lat.: re·sur·rec·ti·ó·nem; J17(heb.): teji·yáth ham·me·thím, “reanimación de los muertos”.
REFERENCIAS CRUZADAS
z 1018 Mar 12:18; Luc 20:27; Hch 4:2; Hch 23:8
Fuente: Traducción del Nuevo Mundo
saduceos. Véase coment. en 3:7.
Fuente: La Biblia de las Américas
23 (1) Véase la nota 7 (2) del cap. 3.
23 (a) vs.23-33: Mar_12:18-27 ; Luc_20:27-38
23 (b) Hch_23:6-8 ; Hch_4:1-2
Fuente: Comentario Del Nuevo Testamento Versión Recobro
En este pasaje se nos describe el primero de unos ataques artificiosos que en continuada serie se hicieron contra nuestro Señor durante los últimos días que estuvo en la tierra. Sus encarnizados adversarios, los fariseos, percibieron cuánto influjo estaba adquiriendo tanto por medio de sus milagros como por medio de su predicación, y se resolvieron á reducirlo al silencio ó á darle la muerte. Por eso «consultaron como le tomarían en alguna palabra,» y enviaron á sus discípulos, con los de Heródes, para que le hiciesen una pregunta complicada. Lo que querían era hacerlo decir algo que les sirviese de pretexto para acusarlo.
Mas su treta no les salió bien, y tuvieron que alejarse en confusión.
Entre otras cosas merecen notarse las siguientes : 1. Las palabras de adulación que los fariseos dirigieron á nuestro Señor. ¡Qué bien podían hablar! ¡Qué palabras tan almibaradas las de que podían valerse! Se imaginaron, sin duda, que de ese modo podían desconcertar á nuestro Señor. De ellos habría podido decirse con verdad: «Ablandan más que manteca las palabras de su boca, mas guerra hay en su corazón.» Psa 55:21.
Toca á los cristianos estar alerta para no dejarse seducir de la adulación. Es un error suponer que la persecución y los ultrajes son las únicas armas de que se vale Satanás. La Escritura nos presenta muchos ejemplos que pueden servirnos de escarmiento. ¿Qué perdió á Sansón? No los ejércitos de los filisteos, sino el mentido amor de una mujer filistea. ¿Qué motivó la reincidencia de Salomón? No el poder de sus enemigos políticos, sino los halagos de sus numerosas esposas. ¿Cuál fue la causa del gran desatino que cometió Exequias? No fue la espada de Senaquerib ni las amenazas de Rab-shakeh, sino la lisonja de los embajadores babilonios. Precavámonos del adulador. Jamás es Satanás tan temible como cuando se aparece en figura de ángel de luz, ni el mundo tan peligroso como cuando parece sonreírnos.
2. El maravilloso acierto con que nuestro Señor contestó á sus adversarios. Los fariseos y los herodianos le preguntaron si era lícito dar tributo al César, creyendo sin duda que no podría contestarles Sin caer en sus redes. Si él hubiera replicado simplemente que era justo dar el tributo, lo habrían acusado ante el pueblo de que había desacatado los privilegios de Israel, y había considerado á los hijos de Abrahán no ya como libres, sino como vasallos de un poder extranjero. Si, por otra parte, hubiera contestado que no era lícito pagar el tributo, lo habrían acusado ante los romanos como sedicioso y rebelde contra César.
Pero nuestro Señor con su conducta desbarató sus planes completamente. Pidió que se le mostrase moneda del tributo; y les preguntó de quién era la figura que sobre ella había estampada. Le contestaron que del César, reconociendo así que César ejercía sobre ellos funciones gubernativas, puesto que el que acuñaba la moneda corriente regia doquiera que esa moneda circulaba como legal. La respuesta de nuestro Señor fue tan pronta como concluyente: «Pagad, pues, á César lo que es de César, y á Dios lo que es de Dios..
El principio que estas palabras entrañan es de grandísima importancia. El cristiano debe, por una parte, obediencia al gobierno civil bajo cuyo amparo vive, en todo lo temporal. Aunque no apruebe todos los actos de ese gobierno, tiene que someterse á sus leyes mientras estén vigentes. Pero, por otra parte, debe obediencia al Dios de la Biblia en todo lo que sea puramente espiritual. Ni la pérdida temporal, ni la privación de derechos civiles, ni la opresión de las autoridades dominantes, deben inducirlo á hacer lo que está claramente prohibido en la Biblia.
Esta cuestión es, sin duda, harto difícil y delicada. Aun los hombres rectos y sabios han diferido mucho entre sí al determinar en donde termina lo que es del César y empieza lo que es de Dios.
Para juzgar con acierto acerca de esta clase de cuestiones, todo cristiano verdadero debe implorar constantemente el auxilio divino.
Fuente: Los Evangelios Explicados
unos saduceos… M↓ los saduceos → Mar 12:18; Luc 20:27; Hch 23:8.
Fuente: Biblia Textual IV Edición
M i añaden les de g Mar 12:18; Luc 20:27, los.
22.23 g Hch 23:8.